Te acepto los chocolates si tienen licor dentro. — Rose & Wang Xue

La ciudad sin ley se estaba convirtiendo poco a poco en mi hogar. Numerosas veces pasaba por ella en busca de algún negocio que aumentase mi vida pirata o llenase mi cuerpo con embriagadoras aventuras. Unas aventuras que enriquecían la vida de una manera... más llamativa. Lo que uno hacía por sentirse vivo. Esta vez no tenía un objetivo fijo en Jaya. Simplemente venía a ver como estaba todo. Algún día me interesaría hacerme dueña de una isla como esta, gobernaría como nunca antes lo había hecho. No debe ser muy difícil manejar una isla, seguramente fuese como una banda de piratas y yo tengo las actitudes necesarias para ser una buen líder.

Soñar es gratis. Suspiré y seguí caminando por el puerto. Me encantaba imaginar cosas que a lo mejor podrían ocurrir. Lástima que no todo fuese tan fácil como en nuestra mente. El puerto estaba lleno de comerciantes, desde pescadoras gritando con sus masculinas voces hasta hombres tendiendo las redes de la pesca para poder ir a ganarse el pan. El aroma del agua salada lo inundaba todo y los graznidos de las gaviotas me recordaron en cierto modo al puerto de Baterilla. Algo extraño para mí.

Abandoné el puerto y tomé dirección hacia las calles del interior. El día prometía pues por ahora no había visto ni un solo altercado. Recorrí callejones y calles en busca de algún lugar para entretenerme. Me detuve en mitad de una. Crucé los brazos y miré a los alrededores. - ¿Y ahora adónde voy? - Pensé.

Seguía mirando hacia los lados para ver que hacer. Al final el viaje iba a resultar aburrido si no encontraba nada interesante que me llamase la atención. La llegada de un peliblanco hasta a mí me hizo despejarme y comenzar a prestarle atención. Le miré de arriba abajo. Su vestimenta llamó la atención de la vista. Nunca había visto a nadie con esos ropajes. Según él necesitaba ayuda a lo que yo respondí con un - ¿Si? - Pregunté con una sonrisa. Siempre con amabilidad.

Me quedé dubitativa un buen momento. Algún bar en el que dieran Sake. Creía recordar que no había casi ninguno aunque si en las afueras había una pequeña taberna, pero no era muy conocida para bien. Se dice que en ella había todo tipo de criminales buscados y siempre había altercados a diario. Llevé la mano a la barbilla y comencé a hablar.

-Conozco una taberna a las afueras de la ciudad. No es el mejor sitio para beber, pero he comprobado hace tiempo que tenían sake. Si quieres ir a comprobarlo sígueme. - Dije haciendo un aspaviento con la mano. Y tras su comentario anterior decidí hablarle de mi presencia en la isla. - No soy nativa de Jaya simplemente he estado varias veces aquí y conozco bien la ciudad.

Di unos pasos y me giré esperando a que viniese. - Mi nombre es Rose. ¿Y el suyo? -Inquirí con curiosidad.

A pesar de ser una pirata siempre me había decantado por ayudar a los demás, fuesen del bando que fuesen. No era una asesina nata que buscaba presas y saciar su alma con sangre. Era normalita dentro de lo que cabía para ser un corsario del mar bastante reconocido, sobre todo por el precio de mi cabeza, aunque fuese relativamente poco. Haber tenido cargos importantes del gobierno ayudan un poco.

Su nombre era Wang Xue aunque prefería que lo llamase Xue. En cierto modo tenía razón y era más sencillo. Por su aspecto llegué a pensar que se trataba de un persona mayor pero estaba equivocada, según él debía tutearlo pues era más joven de lo que esperaba. Sonreí y asentí con la cabeza a su petición. -Lo mismo digo. - Dije en referencia a haberlo conocido. Conocer nuevas personas era siempre un placer a pesar de como fuese a acabar la cosa. Quién sabe, la mayoría de las veces lograbas ganar aliados y amigos que con el tiempo te ayudarían hasta el fin de los días y en muy pocos casos, unos simples enemigos. Me pregunto como será Xue.

Le miré en cuanto me hizo una pregunta. - Pues... Hará como más de unos tres años... Si, tres años. Jaya es como un segundo hogar para mí y conocerla bien es lo más normal. Quizás me sienta agusto en ella porque soy una pirata y la ciudad sin ley me llama mucho la atención. - Tomé una pausa y le pregunté. - ¿Y tú? Deduzco que no la conoces muy bien si tengo que guiarte. ¿Qué te ha traído hasta aquí?

Por su comentario pude deducir que era pirata al igual que yo, aunque era una simple premonición e interpretación de palabras aunque me hizo bastante gracia, supongo que sería en un sentido metafórico pues no tenía mucho sentido y más estando en una isla como esta sobre todo conocida por ser la ciudad sin ley. Aquí los piratas abundaban y cada uno era diferente, nunca habría dos piratas iguales pues las mentalidades e ideales eran distintas. Le miré de arriba abajo de reojo para observarlos bien, no tenía pintas de ser pirata, al contrario, me parecía demasiado elegante.

Seguimos caminando y me dediqué a escucharle. Era interesante todo lo que decía, parecía tener muchas cosas en común conmigo. Decidí continuar todo el camino escuchándole y sonriendo de manera educada. La verdad es que podía pasar por ser una espía fácilmente. - Ser pirata no exige si tener educación o no. En mi caso me la han inculcado y los modales nunca están de más para dar una buena imagen. - Dije con un tono calmado. Le miré y seguí hablando. - Además, siempre hay que estar preparados para cualquier tipo de cosas. Puede que si esté mintiendo, pero no soy de ese tipo de mujeres que tejen redes para que los hombres caigan en ellas y no logren escapar. Tengo dignidad. - Respondí sonriendo.

El tema del "One Piece" siempre había sido un tema bastante entretenido para mi. Recuerdo las noches en el Red Love Machine debatiendo que haríamos si llegábamos a encontrarlo hasta que mi querido capitán dio la idea de tirarlo al mar. Si, era una buena idea para deshacerse de él. Ese tesoro solo llevaba a la perdición de los hombres y a ser más ambiciosos. Algo que destruía poco a poco por dentro. El alboroto que se cernía sobre el centro de Jaya era bastante alto e hizo que me despejara de los pensamientos.

-No hay de que. - Dije por su agradecimiento. - Y... ya no queda casi nada. Es aquella de allí. - Señalé con la mano. - Y me encantaría disfrutar de unos tragos. No suelo rechazarlos. - A Xue no se los rechazaría pues el muchacho me había caído bien así que pasar un rato con él no me vendría mal. Caminamos un poco más y en cuestión de minutos logramos llegar. - Ya hemos llegado. Al final no estaba tan lejos como pensaba. - Me acerqué a la puerta y la abrí lentamente provocando un tintineo. La taberna estaba bastante llena de gente aunque se podía ver alguna mesa libre. Avancé girándome hacia atrás para ver si venía y al final me senté. Esperaba que viniesen pronto a atendernos. - Y cuéntame. ¿Por qué tu próximo destino es Shabaody? ¿Dinero, alcohol, mujeres? Si no es molestia saber. - Inquirí con curiosidad. - Todavía no he llegado a ese lugar pero... tengo curiosidad de saber cómo es. Aunque no espero estar aquí más de tres días, debo continuar mi camino sobre el inmenso mar.