entrenando con el mejor (pasado)

La isla de Hallstat en donde llevaba a cabo un contrato con un noble llamado Derian, aunque el tipo era un pomposo de cuidado tenia las ideas claras conquistar su isla natal y hacerse con el poder de esta, lo cual a mi me interesaba entre poco y nada siempre que pagara lo acordado. La buena noticia era que su tripulación era de todo un poco, desde el hombre lobo manco y con mal genio a la coja loca, tripulación cuanto menos curiosa, pero el que mas me llamaba la atención era el medico alguien que tenia las ideas claras y esas ideas pasaban por dormir unas veinte horas al día e inflarse a comer empanadillas, pero bueno cada cual tiene sus hobbys. Por fortuna para mi había conseguido convencerlo para que me echara una manita entrenando, la verdad es que el tío de flojito tenia poco, seguramente podría arrancarme la cabeza sin despeinarse así que intentaría mantenerlo contento en todo momento, para ello había venido bien preparado bebercio y comercio en abundancia y una hamaca por si se terciaba la cosa, lo que menos quería era tener a un profesor enfadado y cascarrabias. Volviendo al tema estoy esperándole en una de las múltiples llanuras de la isla tengo un pueblecito a poco mas de dos kilómetros lo suficiente para tener paz y tranquilidad sin ser interrumpidos por curiosos, ahora solo falta que llegue mi maestro y comenzar con lo que puede ser un agradable entrenamiento o un maldito infierno, por desgracia todos mis sentidos me avisan de que va a ser lo segundo.

El médico gruñía en silencio. El estúpido de Derian y su estúpida isla. Bien podía haber elegido un sitio para nacer más soleado. Asco de todo, la humedad le estaba calando los huesos, y el barro le manchaba los zapatos. El doctor cuervo, haciendo honor a su autonombrado apodo, llevaba una sudadera negra de plumas, su amada sudadera de plumas. Además, llevaba pantalones negros y su capa negra. Tanto los zapatos, originalmente negros, como las perneras de sus pantalones tenían un sucio tono marrón, causado por el maldito barro que no parecía dejar de brotar en aquella tierra, como si de un inmundo manantial se tratase.

¿Aquel imbécil mercenario no podía elegir un sitio más dejado de la mano de dios? Maldita sea, para llegar a aquella pequeña planicie se había metido por un camino fangoso y que encima olía a boñiga de vaca. En fin, el caso es que había llegado y veía al que iba a ser su pupilo. ¿Cómo se había podido dejar convencer por aquel hombre? Ah, ya... porque iba a poder implantarle algunos órganos curiosos y ver la reacción que ocurría en su cuerpo ante esto, lo que supondría un avance en su investigación.

- Bien, tú... -le dijo al hombre que lo esperaba-. Espero que sepas lo que has venido a aprender. ¿Sabes lo que es el haki? -sin medias tintas, el entrenamiento había dado comienzo con una pregunta bastante directa.

“ em pues aparte de que sirve para dar ostias  y que en términos simples, Haki es la capacidad de sentir y utilizar la energía espiritual y dominar a los enemigos poco mas puedo decir” La verdad me gustaría agradecerle que aceptara enseñarme y esas cosas pero con la cara de mala ostia que llevaba mejor cerraba la boquita y me comportaba como un buen chico no fuera que me partiera el alma solo por placer. Por no hablar que todos los que había conocido en la tripulación del Lord Deriam no es que estuvieran mal de la cabeza, si no que eran unos putos psicópatas girados del tarro con tendencias homicidas y asesinofobicas. Por otro lado me fije en la ropa la verdad es que tenia un buen gusto al vestir todo de negro y las plumas aunque un poco gay le quedaban bastante bien, era una pena que el sitio estuviera embarrado.

Contemple el lugar el páramo no podía creérmelo cuando un cacho de decorado cayo en el suelo con un chapoteo,

Spoiler:

era Fluffle puff mi adorable pony rosa me había seguido y me miraba con su dulce cara de pamfilo. No sabia si reir o llorar, decidí ignorarlo no fuera que mi maestro se le cruzaran los cables. Lamentablemente Fluffle no tenía ese mismo concepto y troto hasta mi para lanzarse encima con un adorable ¡Gashp! Terminamos rodando por el suelo poniéndonos perdidos de barro. Aun así no podía enfadarme con el y le acaricie la cocorota mientras lo presentaba. “ Bueno este es Fluffle mi mascota “

Alex hizo una ligera mueca de aprobación al ver que el mercenario había hecho sus deberes. Al menos no tendría que enseñar a una persona completamente ignorante del tema. Eso ahorraría tiempo.

- Bien, pues vamos a empez... -una bola rosa apareció de la nada y correteó hasta Bleyd, que la presentó como su mascota. El médico se llevó la mano al entrecejo, visiblemente frustrado por la aparición del animal-. Un animal... extraño -su frustración había dado paso al más puro interés al ver al extraño animal con más calma. Aquella parecía una obra de la bioingeniería-. Pero tenemos que centrarnos...

El médico creó un bastón de cloro sólido y lo agarró con firmeza. Su plan era machacar a aquel hombre para comprobar la resistencia de su cuerpo. No solo le ayudaría a fortalecerse, sino que además le indicaría al médico el índice de éxito de la operación a la que posteriormente se sometería.

- Bien... las manos en la nuca, y tensa los abdominales. -dijo, mientras agarraba el palo de cloro como un bate de béisbol. Un segundo después, la vara de cloro sólido salió disparada hacia el vientre el hombre, con toda la fuerza que el médico podía aplicar, que si bien no era exagerada, dolería al impactar.

Pues empezamos bien ya de primeras fositas en la tripa, en fin el es quien sabe como enseñar aunque eso de la letra con sangre entra, nunca me ha atraído demasiado. Me levante quitándome la armadura de cintura para arriba y puse a Fluffle como vigilante, al cual le falto tiempo para corretear en círculos alrededor de mis pertenencias guardándolas e impidiendo que nadie las tocara. Por mi parte yo obedecí y me puse en la cochina postura de las manos en la nuca, posición incomoda de veras ya podría haber pensado en otra menos cabrona, aun así lo hice y me preparé para aguatar estoicamente el tipo mientras el profesor me sacudía a base de bien tan solo esperaba que se cansara el antes que yo. Intente no hacer muecas de dolor y quejarme, tampoco veía muy bien preguntar a que venia la paliza, por propia experiencia cuestionar a tu instructor suele acabar de muy malas formas. Lo peor de todo fue que Fluffle me miraba intrigado no sabia si venir a ayudarme o continuar guardando el equipo, por suerte era un buen entendedor y una rápida mirada basto para que continuara su vigilancia.

El médico se detuvo solo cuando el bate de béisbol improvisado se quebró, en el golpe número nonagésimo cuarto.

- Bien. Tienes aguante, pero en ningún momento he notado nada raro, que pueda definirse como haki... -el médico se llevó la mano al mentón, pensativo, mientras observaba cómo los moratones se iban formando en el cuerpo del mercenario. Que tuviera aguante era bueno, pero el haki era más que eso.

El doctor retrocedió un par de pasos, le indicó al hombre que se vistiera de nuevo, y tras darle una pastilla para acelerar la curación, se puso a pensar durante unos minutos. La idea era despertar el haki para a continuación entrenarlo, lo cual tampoco le vendría mal a él. Tras un rato pensando para sí mismo, el médico se acercó de nuevo a Bleyd y le dijo:

- Agárrame -el hombre de pelo blanco no se movió del sitio. Sin embargo, ahora que estaba alerta, podría descomponer su cuerpo en gas ante cualquier agarre. Por lo tanto, el mercenario solo podría tocarlo si aprendía a usar el haki. Cada vez que Bleyd fallase en su intento por agarrarlo, el médico lo golpearía con otra vara de cloro. De este modo pensaba potenciar ambos aspectos del haki-. Recuerda... voluntad, concentración... -murmuró, como quien enseña a un niño de tres años.

Mientras Bleyd no aprendiese el haki, el entrenamiento seguiría. Esto podía llegar a durar días, por lo que Alex se armó de paciencia y esperó que aquel hombre no fuese tan inútil como su bola de pelo rosa.

Huy que mal rollito ya empezaba con las drogas, a ver si quería sedarme y luego hacerme cosas pornosas.... tampoco me lo pensé mucho estaba para aprender y si me decía que me tomara la pilula pues bueno me la tomaría y santas pascuas. Después de zamparme ese horror de pastilla asi a palo seco… ya podría haber traído un poquito de agua pero en fin pille la camisa de mi querido guardián Fluffle y me la coloque, naturalmente Fluffle reclamo sus mimos y caricias por un trabajo bien hecho así una vez complacido me coloque delante de mi señor maestro. La cosa parecía sencilla agarrarlo nada mas ni nada menos, lo tenia delante tan solo con extender la mano ya estaría seria suyo pero las cosas nunca son como parecen.
“Tocar hay, agarrar Ouch, apresar huy, golpear ah dolor…”
No se cuanto rato llevaba recibiendo tortazos del jefe pero así seguía en cada intento cerraba los ojos e intentaba visualizar la forma del señor maestro en mi mente los contornos haciéndolo lo mas nítido posible par luego intentar tocarle, por desgracia ni una sola vez mis dedos tocaron algo sólido, tan solo cruzaba el aire como si no estuviese allí, la verdad ya me estaba cansando de recibir golpes, y no sabia si actuar con rabia o furia solucionar algo aunque seguramente no, así que continúe concentrándome en tocar al objetivo solamente en su forma física focalizándolo deseando poder cogerlo por el cuello y zarandearlo como un sonajero.

El entrenamiento se prolongó durante el resto del día, y a lo largo de los siguientes. El mercenario demostraba no tener una voluntad fuerte, pues todos sus ataques parecían infructuosos, y cada día terminaba con varios moratones que el médico trataba con pastillas amargas y desagradables, pero efectivas. Eso sí, había que romper una lanza a favor del hombre: era tenaz y persistente, y pese a los golpes no parecía retroceder. Alex empezó a pensar en la forma de despertar aquella voluntad en él.

Durante varios días, se fijó en el mercenario, estudiándolo silenciosamente mientras le golpeaba. Era un hombre no extremadamente listo, pero parecía tener una especie de vínculo con aquella repelente bola de pelo rosa de aspecto estúpido. Así que tras más de una semana sin avances, el médico decidió hacer algo. Pondría a prueba la voluntad del mercenario. La noche anterior habían dormido en unos sacos, bajo un enorme abeto. Antes de que el hombre se levantase, el médico agarró a su bola rosa peluda y la agarró.

- ¡BLEYD! -gritó-. DESPIERTA, INÚTIL. -su mirada era fría, similar a la de un asesino a sangre fría. En su mano izquierda, el animalito de pelo rosado miraba con cara extrañada alrededor.

El médico creó una cuchilla de cloro en su otra mano, y la acercó al animal, amenazante. Esperaba que aquello sirviese para lo que se proponía.

- ¡Si no me logras golpear, pienso apuñalar a tu amigo! -la hoja se acercó más a la bola de pelo-. ¿Vas a dejar que lo mate? -su boca se torció en una sonrisa sádica, y sus ojos relampaguearon con la emoción.

Hay momentos en la vida que por algún momento el vaso se desborda, cuando tu jefe te despide, la vez que ves fornicar salvajemente a tu novia con tu mejor amigo, las malas notas de tus exámenes después de no tener vida social en un mes y estudiar como un ceporro. Las reacciones suelen ser diversas partiendo de la persona, pero si tienes a un desequilibrado mental que ha visto demasiada muerte y esta constantemente acosado por sus demonios que ansían su carne y su sangre en sacrificio obtienes un coctel explosivo.
En el instante que la amenaza de dañar a su compañero fue procesada por el adormilado cerebro del guerrero, algo latente comenzó a ganar fuerza, su visión se nublo mientras las sombras del crepúsculo nocturno que surgían del enorme abeto comenzaron a tomar grotescas formas, monstruos de pesadillas de afilados dientes y rostros cadavéricos se formaron a partir de un torbellino en la oscuridad, las agónicas almas de los muertos se arrastraban por el suelo evitando los pequeños focos de la luz de la mañana, mientras que las monstruosas criaturas surgidas de la pesadilla, observaban al guerrero con deseo.
“sacrificio, eres un sacrificio nunca escaparas de nosotros, tu carne tu sangre y tus huesos todo lo que eres nos pertenece” a su tiempo las almas de los muertos asesinados se agarraban al cuerpo clamando con sus voces de ultratumba. “Un cuerpo… Dámelo, déjame entrar…. por favor lo necesito” Para ese hombre era como si la frontera entre los mundos fuera mas débil, donde aquellos que se han echado a perder son arrastrados y se consumen entre la envidia y los lamentos junto con aquellos que han conocido su destino final y son reunidos por los vientos del destino en torno a aquel hombre que actúa como catalizador permitiéndoles tomar forma física en su mente, tan solo ansiando poder consumirle para abrirse paso al mundo material.

Me levante con una sádica sonrisa, mis carcajadas sin sentido comenzaron a llenar el aire mientras agarraba a carnifex de mi lado, para a continuacion dar un potente tajo que atravesó el suelo a mis pies destrozando los espíritus de los caídos que ansiaban mi vida y calor, un instante después me encontraba cargando con la espada en una estocada directa al causante de mis demonios.

El mercenario empezó a reírse como un desquiciado al ver lo que Alex estaba haciendo. El médico lo observó impertérrito mientras sostenía en alto a la bola rosa y peluda. La reacción de Bleyd fue coger su arma, ante lo que el doctor se preparó para un ataque, más que un intento de presa. Activó su haki mantra, sintiendo el frágil estado mental al que había llevado a su aprendiz. Una sonrisa siniestra apareció en su rostro. Tal vez las cosas se pusieran interesantes ahora.

Bleyd golpeó el suelo con su enorme espadón, que hasta el momento no había utilizado. Vaya, sí que le había tocado hondo... A continuación lo vio venir, tenía tiempo de sobra para esquivar aquella carga. Sin embargo aquel no era el objetivo. Bien, seguramente dolería, pero iba a probar una cosa. Concentró cloro en su brazo izquierdo, y formó un aura cortante en este, a modo de armadura. Al mismo tiempo creó un escudo de cloro concentrado para parar el ataque. Por si acaso lo imbuyó en haki armadura y esperó a que los dos segundo pasasen. El ataque de Bleyd lo atravesaría si todo iba bien, pero en aquel estado de frenesí, cualquier cosa podría ocurrir.

El golpe fue brutal, y la estocada lanzó al médico varios metros hacia atrás, aunque evitó el daño volviéndose etéreo un par de segundos antes de impactar contra el suelo. La bola de pelos había salio volando, y el médico la observó volar hasta aterrizar en el suelo. Seguramente su enorme cantidad de pelo la protegiese del golpe, aunque al médico tampoco le importaba.

- No está mal... me has tocado... -dijo el médico, mientras esperaba a que el mercenario se calmase-. Ahora vuelve a intentarlo. -su cuerpo se volvió vaporoso.

El medico que se encontraba haciendo de maestro salio volando hacia atrás, tal vez tendría que alegrarme por que había conseguido al menos hacerle retroceder aunque en ese estado demente ningún ser racional podría sentir cualquier otra cosa que no fuera agresividad descontrolada. Me lance sin pensar ni calcular nada en absoluto tan solo quería llegar lo mas rápido posible a donde estaba el causante de mis males, me abalance sobre el solo para ser derribado contra el suelo, me arrastre por mi propio impulso unos cuantos metros quedando a los pies de mi jefe, intente levantarme destrozar aquello que me aprisionaba contra el suelo, pero un ligero olor a algodón de azúcar y una cálida sensación comenzaron a invadir mi cuerpo mientras me relajaba, poco a poco recupere la visión y ante mis ojos apareció un arbusto de color rosa los fantasmas que atenazaban mi mente se retiraron a las sombras de mi subconsciente otra vez mientras me sentaba en el suelo y Fluffle me apapuchaba con cariño, devolví el abrazo a mi peludo amigo y como no sabia muy bien que hacer o decir le rasque la cabeza a mi amigo y mire a mi jefe con una sonrisa boba.

El médico se llevó la mano a la cara con exasperación. "Dios mío, ¿qué clase de retrasado mental me ha tocado entrenar?" pensó mientras se arañaba con frustración, observando la sonrisa bobalicona del hombre frente a él.

- Bien, Bleyd... quiero que recuerdes lo que has aprendido hoy. Ten presente esa sensación siempre que quieras usar el haki. -el médico se acercó a él y le repitió la orden-. Cógeme.

El médico retrocedió un par de pasos y sacó una empanadilla de su maletín. La olisqueó con delicia y se la metió en la boca de golpe. Tras eso, preparó otro bate de béisbol de cloro concentrado y se preparó para golpear hasta molerle todos los huesos al mercenario. "Más le vale aprender rápido... o su cuerpo no me servirá para mis experimentos..."

Estaba claro que no podría seguir recibiendo tortazos del maestro, la necesidad imperiosa de caer en el lado oscuro de mi ser para poder golpearlo no me atraía en absoluto, el odio la miseria y la desesperación eran el reino de mis demonios personales, si el miedo y el odio me permitían tocar lo intangible tal vez la tranquilidad la paciencia y la calma dieran el mismo resultado. Aparte a Fluffle con cuidado y suspire me coloque con determinación en posición de defensa mientras trataba de calmar mis emociones dejar la mente en blanco en vez de la habitual furia maniaca con la que siempre peleaba, los golpes no tardaron en llegar la sólida barra de cloro comenzó a estamparse en mi cuerpo. Di un movimiento rápido entrando en la defensa del doctor loco amante de las empanadillas, sin ningún atisbo de miedo confusión o sentimiento, trate de bloquear la muñeca que agarraba la vara de cloro al tiempo que otorgaba un pisotón al pie de mi rival. La ira el dolor y el mido habían desaparecido tan solo reinaba una extraña calma, una calma a la cual no estaba acostumbrado.

Alex sintió un pisotón en el pie. Ah, no, el pie simplemente se deshizo en gas una vez más. Sin embargo, el mercenario había logrado agarrarle la mano, durante un instante antes de que su concentración se quebrase y la vara continuara hacia su torso. De todos modos, el hombre había hecho avances importantes. Durante ese día, Bleyd logró detener el ataque del médico un par de veces más, lo cual... era algo. El haki estaba despierto, ahora solo hacía falta que el hombre aprendiese a dominarlo y utilizarlo a voluntad.

Durante una semana, Alex y Bleyd estuvieron repitiendo el entrenamiento del bate de béisbol, hasta que el médico era parado en al menos la mitad de los golpes. El cuerpo de Bleyd empezaba a utilizar el haki de forma defensiva, además, por lo que el médico se veía obligado a utilizar su propio haki para golpear con dureza al mercenario.

- Bien... -dijo un día el doctor-. Ahora quiero que cojas esta piedra y la rompas de un puñetazo -el chico de pelo blanco le señaló una roca de cuarzo del aproximadamente un metro de ancho y medio metro de altura-. Puedes empezar... -el doctor se tiró bajo el árbol a comer empanadillas mientras observaba al mercenario.

”“Valeeeee. A que vendrá lo de romper el maldito pedrusco. Por fuerza no será pero darle así sin mas con las manicas desnudas va a ser una Graciela, y como sugiera siquiera poner alguna protección me juego un mecho de Fluffle a que me revienta a varazos. Je varazos le voy a llamar el tío de la vara. Sonreí mientras pensaba en como reventar la roca sin destrozarme la mano en el proceso, la respuesta estaba clara pero parecía fuera de mi alcance, si conseguía proteger el puño con el haki armadura de las narices no me haría pupita y destrozaría la piedra sin dolor, lamentablemente me da en la nariz que eso no iba a pasar.
Fluffle me animaba con unas banderitas de colores sacadas de dios sabe donde, inspirado por mi compañero y armándome de valor pille el pedrusco del suelo.
“venga va si lo saco a la primera ya veras como me felicita y no me sacude mas, pero que estoy diciendo si lo que mas le gusta es azotarme como una perra se le nota en la mirada que es un maldito sádico” intente apartar de mi mente esos pensamientos y me centre en la roca la sostenía con la mano izquierda y cargue el brazo para golpearla, suspire profundamente mientras cerraba los ojos y me hacia una imagen mental del objetivo mientras descargaba el puñetazo mi mente trazaba el recorrido de mi puño a la roca, un puño que se tornaba negro durante el recorrido hasta la roca. Un sonoro crack me devolvió a la realidad pero lo que realmente me hizo abrir los ojos fue el dolor en la mano, si la maldita roca estaba rota pero mi mano estaba con bonitas incrustaciones mientras la sangre goteaba de las heridas provocadas por las esquirlas.

¡ouch! Como pica…..

Alex se llevó la mano al ceño, cerrando los ojos con frustración:

- Señor, dame paciencia, porque como me des fuerza lo mato. ¡Lo mato! -murmuró el doctor con una voz que casi parecía más la de un padre enfadado por la última trastada de su hijo que de un asesino como era en realidad.

El doctor suspiró, mientras sacaba una pastilla de color oscuro, y se la llevó a la boca. Mientras el sabor a menta llenaba su boca, el cuervo miró de soslayo al mercenario, que se quejaba. Ciertamente, el golpe había sonado a roto. Tal vez se hubiera fracturado la mano. El médico suspiró y dijo:

- Continúa, aún puedes usar la mano izquierda -el chico se cruzó de brazos, mientras saboreaba la pastilla de menta-. Y si no quieres rompértela de nuevo, más te vale tener cuidado, no quiero gastar todos mis medicamentos en ti.

Bueno tal vez no fuera el genio mas brillante del mundo pero si esto no consistía en romper piedras si no en conseguir no destrozarme prefería romperme los dedos uno a uno que todos de golpe, al menos tendría mas oportunidades de sacar lo que quería.  “si jefe pero si no le importa Fluffle dale caña al asunto si hemos venido a sufrir suframos con estilo” Fluffle soltó un adorable  ¡Gashp! Y saco una gramola como mola XD (chistaco que gracioso soy)

a bailar:

la musica:

Acto seguido se puso a bailar, yo cerré los ojos y con la mano izquierda cerré el puño dejando el dedo índice extendido, y descargue un golpe contra el suelo la piedra no solo se rompió si no que me desgarre el dedo contra su superficie, suprimí un quejido mientras lo cerraba en la mano y extendía el dedo anular para repetir la operación a pesar de mis esfuerzos la peor parte me la llevaba yo la piedra seguía hay tan pancha seguro que si tuviera rostro se estaría carcajeando de mi.
Levante el dedo corazón y mire a la piedra no con odio ni desesperación pero si con rencor, “que te follen hija de puta es hora de brillar” estampe el dedo en la roca y para mi fortuna conseguí atravesar su superficie de lado a lado aunque en el conteo global me ganaba la roca uno yo roca tres pero eso era otra historia, Fluffle se me tiro encima y me dio un abrazo, la verdad lo necesitaba tenia las manos hechas migas y no estaría mal un descansito por el día de hoy, aunque no sabia muy bien que diría mi jefe el tío de la vara.

Alex empezó a pensar seriamente si la trepanación sería una buena práctica. Quería saber cómo funcionaba la cabeza de aquel tipo, porque no era normal. Se había roto dos dedos golpeando la piedra, aunque con el tercero había logrado atravesar parte de la roca. Aquel tipo era un maldito borderline. Así que había logrado utilizar el haki de forma más o menos voluntaria.

- Bueno, ha sido más de lo que esperaba la verdad... pero no la has roto, solo la has atravesado. Sigue golpeando. -murmuró el doctor, mientras se metía otra pastilla de menta en la boca.

¿Y aquel animal no podía dejar de hacer maldito ruido? Algún día lo mataría, y se lo daría de comer a Derian. O mejor aún, mataría a Derian, se lo daría de comer al bicho rosa y luego eso se lo daría de comer a Drake. Sí, era un gran plan maestro.

- ¡Vamos, no tengo todo el día! -dijo el doctor, impacientándose.

Menudo ogro de tío tiene menos consideración hacia mi que un gigante por su comida. Pero bueno al menos se había tomado la molestia de prepararle y eso era algo que agradecía, si solo quería la piedra rota seria fácil hacerlo usando tan solo fuerza ruta, pero ese era el camino corto y realmente no estaba aquí para hacer lo mismo que siempre necesitaba aprender a usar el jodido haki armadura, para poder atizar como es debido.
“OK Boss” volví a colocar la piedra en el suelo y comencé a darle con el canto de la mano, tendría los dedos hechos migas pero al menos con el canto de la mano izquierda podía seguir trabajando suspire profundamente intentando apartar el dolor de mis manos de mi cabeza y golpee la roca agujereada, no quería romperla con fuerza bruta sino usando el haki. Por suerte mi pequeño bicho rosa Fluffle no dejaba de darme ánimos aunque se había separado del tío de la vara unos cuantos metros, parecía que no le agradaba mucho ese tipo. Después de dos intentos de golpear la roca al tercero finalmente conseguí partirla por la mitad cuando el canto de mi mano se volvió de color negro. Por fortuna estas veces controlaba la fuerza para no destrozarme la mano. Parecía que iba cogiéndole el truquillo a la cosa poco a poco, aunque seriamente necesitaba un descanso.

Bueno, la roca había cedido. Alex suspiró.

- No está mal... mañana practicaremos de otra forma. Ahora tomate esto y descansa. -el médico sacó un regenerador celular y se lo lanzó al tipo. Con algo de suerte, aquel entrenamiento tan decepcionante terminaría pronto.

Al día siguiente, Alex se levantó temprano. Desayunó una empanadilla y se puso a inventar una forma de explotar el haki de Bleyd. Se le ocurrió una divertida y sádica a partes iguales. Obviamente, la parte divertida era para él, dudaba que a Bleyd le hiciera gracia. El cazador se giró hacia el tipo dormido, y empezó a crear globos de cloro, para un total de ocho, alrededor del mercenario, cuatro en los puntos cardinales y otros cuatro equidistantes a estos y entre sí, formando un octógono regular.

- ¡Bleyd, despierta! -gritó, para empezar a lanzar astillas de cloro sólido hacia el cuerpo del mercenario desde todas direcciones. Las astillas eran lo bastante pequeñas como para no resultar letales... en caso de que solo se clavaran unas pocas, pero cientos de ellas volaban hacia el mercenario, con el objetivo de clavarse en su piel provocando un dolor por todo el cuerpo... si no lograba pararlas con haki.

- Mil agujas de dolor. -murmuró el médico, mientras los centenares de agujas volaban hacia el mercenario. Si lograban darle, su cuerpo no lograría soportar tantos estímulos de golpe y posiblemente colapsase... y si no, las miles de heridas empezarían a sangrar, con idéntico resultado.

Estaba cansado me dolía todo y encima el tío canso de la vara no paraba de vociferar, agarre mi cojín y me dispuse a tirárselo al tío canso ese pero me detuve en el ultimo instante al ver como agujas salieron volando hacia mi, ¡Oh! mierda. Me cubrí usando el esponjoso pelaje de Fluffle solo para ver que por detrás también venían agujas me protegí la cara mientras sentía como las agujas se me clavaban por todas partes, "¡IAAAAAHHHHH! pero a que demonios viene este despertar me ha llenado con mas pinchos que un cactus, mira nada mas tan solo donde Fluffle me protegió la cara y la mano izquierda con la que me tape la cara no tengo pinchos. Ademas seguro que te parecerá divertimento. En ese momento cai en la cuenta, ¿como es que la mano con la que me cubrí la cara no tenia ningún pincho?, ¿tal vez suerte? na cuando tienes tres pinchos por centímetro cuadrado en el cuerpo no es suerte, entonces que.... Mientras Fluffle me ayudaba a quitarme las agujas yo le quitaba las suyas del pelo y en ese instante me di cuenta de que me había protegido instintivamente la mano con el haki de las narices, tal vez el entrenamiento si funcionara aunque me estaba dejando para el arrastre.

Qué decepción. Aquel tipo no había detenido las agujas, y además tampoco había muerto. Era un hombre demasiado afortunado. Aunque cuando su cuerpo empezó a tintarse de rojo por la sangre que estaba perdiendo, el doctor sonrió.

- Vas a morir, Bleyd. A no ser que consigas coger un regenerador celular para cerrar todas esas heridas, la pérdida de sangre te matará. Calculo que tienes unos... tres, quizá cuatro minutos -el doctor sonrió con un aire siniestro-. Lo malo es que el único regenerador celular en muchas millas a la redonda... lo tengo yo, aquí -dijo mientras sacaba un frasquito de su maletín y se lo metía en el bolsillo de la chaqueta-. Vamos a jugar, Bleyd...

La idea era sencilla, si el mercenario no conseguía tocarlo, moriría desangrado como un gorrino ensartado. Y si lo conseguía, sería porque había dominado el haki. Claro que, para hacerlo un poco más divertido, el médico creó varios orbes de cloro a su alrededor que empezaron a lanzar más astillas de cloro contra el hombre.

- Tienes tres minutos. -dijo el médico, mientras la macabra sonrisa se ensanchaba en su rostro y sus ojos se clavaban fijamente en los de Bleyd.

Como está Alex, más o menos...:

No enserio este tío esta como un puto cencerro como que tres minutos y me desangro, aunque por su cara tiene pinta de que el muy carbón es capaz de dejarme desangrarme aquí. Mejor me pongo las pilas y le agarro el regenerador celular o estoy muy jodido. Pero encima me tira mas agujas este tipo esta chalado no, lo siguiente.
Decido que es mejor avanzar e intentar coger el frasco. Eso o aguantar al señor canso tirando agujitas hasta que me liquide. Cosa que no parece viable ni factible. Así que agarro a mi esponjoso Fluffle y cargo contra el maldito científico loco, atravieso las esferas que me lanzan las agujas es imposible esquivarlas y comienzan a clavárseme, por fortuna parece que el condenado loco no va a moverse del sitio confía en su inmunidad y yo tengo que controlar el cochino haki de las narices si quiero salir de esta. Con mi vida colgando de un hilo me abalanzo sobre el feo doctor en un desesperado intento de golpearle en la búsqueda de mi salvación.
Lamentablemente apenas podía agarrar nada así que opte por sacudirle con la cabeza, ya me ayudaría Fluffle a coger el frasquito cuando cayera al suelo. Literalmente me tire en plancha sobre el individuo con la intención de golpearle. Mi frente se tornaba negra momentos antes de impactar contra el pecho del científico loco.

Alex vio venir al mercenario a toda prisa hacia él, y su haki le previno de sus intenciones. Pensaba darle un cabezazo en el pecho. ¿Qué esperaba conseguir con eso? El doctor casi podía sentir lástima por él. Pobre infeliz, pensaba que podría golpearle con la cabeza. El hombre de cloro sintió entonces un golpe a la altura del pecho, y salió lanzado hacia atrás.

- Ufff... -el chico se recuperó del impacto y miró con mal genio al mercenario-. ¿Qué esperabas conseguir así? -le preguntó-. Aún tengo el regenerador. -dolorido, se llevó la mano al pecho, en el lugar en el que el hombre le había atacado. Redirigió las esferas de cloro hacia él y empezó a disparar de nuevo. Iba a dejar al hombre como el erizo de una castaña.

"Bebe cloro y muere" sonrió, mientras gritaba y las esferas de cloro lanzaban una lluvia de esquirlas. Mientras eso ocurría, el chico metió la mano en su bolsillo y observó el frasco con regenerador.

Aspecto de Alex:

Madre mía se le había ido la castaña al científico loco ese, cualquiera se le acerca a por el dichoso frasquito así sin mas ni mas. Lo mejor seria usar el blandito pelaje de Fluffle como cobertura mientras hacia una honrosa retirada estratégica para pillar cobertura y levantar la bandera blanca de la paz a ver si surtía efecto.

""¡¡Hey!! jefe relájese un poco ¿quiere? ¿no se supone que esto era para enseñar?que tengo las manos destrozadas y con la boca no llego a enganchar el frasco""
Me sentía hecho polvo la perdida de sangre y la presión me estaban pasando una factura demasiado grande la única esperanza es que el doctorcito se calmara un poco y no me siguiera dando guantazos con la mano abierta.