La canción de la Alegría [Moderado nivel 7]

Quizás levantarse no fuera una buena idea, porque ahora todo empezaba a cambiar de color y mantenerme de pie se podría comparar a intentar mantener el equilibrio sobre el extremo de un hilo. Pero era eso o quedarse en la cama, viendo como unos esqueletos bailaban a mi alrededor en una extraña danza macabra… pensándolo mejor, puede que la cama fuera una buena opción o al menos hasta que intenté darme la vuelta, lo cual se me antojó un poco imposible, y desistí al rato.

Una chica decía algo de irse, mientras le crecía una planta desde la frente, su tallo daba varias vueltas, se retorcía, giraba y, sobre todo, crecía. Su pelo era… era, pues al igual que los demás colores, este cambiaba, pasando de un rubio platino a rojo bermellón y de ese a un azul celeste.

Ahora todo empezaba a tomar unos colores chillones, estos brillaban bastante, una sinfonía de luces estrambóticas en lo que antes era un cuarto demasiado monótono, lo cual me provocó una risilla que tardaba demasiado en volver a aparecer. Un dinosaurio se formo con los huesos de los esqueletos, rugiendo, lo cual era extraño era simplemente unos huesos, lo que me hizo interrumpir mi risa con un gritito agudo, acompañado de unos toscos movimientos hacía donde estaba la chica que tenía una flor como adorno en la frente.

-Vamos, vamos, esto es peligroso, muy peligroso-dije alternando la mirada entre la chica y el dinosaurio, moviendo la cabeza velozmente, esperando que ella saliera para ir detrás-.

Un pequeño picor en la nariz, debido quizás al polvo ocasionado antes estornudé, dejando escapar parte del líquido que antes había vomitado, impactando en el cráneo del dinosaurio, explotando este y parte del techo, era una pequeña proporción, no mayor que un escupitajo.

La explosión sería leve, pero lo suficiente para hacer unas pocas quemaduras y asustar a aquel maldito dinosaurio y se volviera a su parque jurásico.

Tras eso salí lo más rápido que me dejaba mi muñón, que ahora relucía hacía el pasillo que había afuera, viendo como uno de nosotros estaba fuera, sin darme cuenta de lo serio de la situación, y riendo levemente, como llevaba haciendo desde hace un rato.

Esto era de locos. Uno de los humanos se quedó quieto y empanado completamente, volviéndose el objetivo de una de las arañas la cual le picó, no parecía tener buena cara, pero tampoco iba a preocuparme por alguien que no conocía. A otro de los humanos no le pareció malo mi plan, pero lo rechazó para intentar cortar la puerta con... una navaja. De todas formas la sorpresa fue mayúscula al ver que nuestros planes se vieron truncados por el hecho más obvio de todos. La puerta no estaba cerrada, quedamos como unos grandísimos idiotas. Me quedé con cara de estúpido un buen rato, hasta que me di cuenta que los humanos se movían.

-Eh esperadme- Dije mientras salía de la celda junto con ellos.

Fuera había un pasillo con cuatro celdas y una escalera de caracol al final. Esto era extraño, hasta el punto de ser siniestro, había aparecido junto con unos desconocidos en una celda en lo alto de una torre, ni recordaba nada, pero todos conservábamos nuestras armas y la celda ni siquiera estaba cerrada. No se si ellos se habían dado cuenta de que, quitando la pierna de uno de nosotros, su carácter explosivo, y que otro había perdido la función de un ojo, todo parecía ser extrañamente favorable para que saliésemos de ahí.

-Esto no me gusta, tengo la sensación de que juegan con nosotros, que sólo son intentan conducir a algún sitio. Sea como sea id con pies de plomo... bueno, con pie y pata... con muleta de plomo... Lo que sea. Hay que mantener los ojos bien... Oh vamos, no puedo decir nada alentador sin que parezca un chiste.- Dije tratando de instar a mis compañeros a que tuviesen cuidado. -Vale. Escuchad, yo aquí soy el más pequeño y, como parece que se os da bien caminar pisando huevos, lo mejor será que sea yo quien valla delante explorando. De todas formas creo que no me hará falta ser sigiloso, si no ha venido nadie hasta ahora. No se qué habrá en esas celdas, pero sea lo que sea procurad que no pe pase nada a muleta explosiva.- Concluí explicando lo que iba a hacer.

Dicho ésto agarré mi arma y caminé por el pasillo con todos los sentidos alerta, con cuidado de no activar ninguna trampa o alterar a alguna de esas arañas, con la mano en el gatillo por si acaso. Me asomé a la escalera de caracol, no sabía lo que me encontraría ahí, algún peligro, una oscuridad impenetrable, mas arañas, mas escaleras... las posibilidades era infinitas. Reuní todo mi valor y salté el primer escalón, haciendo una señal silenciosa a mis compañeros para indicarles que estuvieran atentos.

El ninja observaba la situación muy atento. Lo primero que logró fue ver como un chico era atacado por una araña. Simplemente fue mordido, los efectos que causaría ello eran desconocidos, pero las arañas eran venenos... A parte de ello, el médico decidió intentar abrir la puerta, y mágicamente esta fue abierta. "¡Qué alivio!" Pensó. Creía que todo acabaría en aquel lugar, pero aún faltaba mucho por recorrer. Además el hombre de la pierna extraña escupió una especie de líquido extraño, este cayó en el ojo del médico, causando una especie de pequeña explosión, dañando seriamente su ojo. Aunque el dolor le duró poco, logró soportarlo y así salir de la celda, junto a varias personas más.

Maito hizo lo mismo saliendo detrás del enano, cogiendo una sábana, no sabía el porque, pero podría protegerse de aquel líquido si es que le salpicaba. Habían varias celdas y al final del pasillo unas escaleras. El médico decidió registrar las demás celdas, si es que se podían entrar, y el enano ir y observar que había en esas escaleras. Gai estaba indeciso sobre que hacer, pero en las demás celdas podría encontrar las respuestas de lo que sucedía a su alrededor. Así que decidió ayudar al hombre y registrar con mucho cuidado si alguna de las celdas estaban abiertas, y si podía ingresar a investigar.

Sabía que su palabra no ayudaría mucho, y que era mejor quedarse en silencio. De esta forma intentaría apoyar en todo lo que pudiere. Aún era muy débil, pero su juventud le favorecía. Tenía muchas dudas, como el porque se encontraban en aquel lugar, o por que estaba sucediendo todo esto. Pero sabía que había alguna forma de librarse de ello, y si podía encontrarla, él haría todo lo posible por salvarse junto a todos. Probablemente el sería el único dispuesto a abandonar a un compañero, así que si tenía suerte no tendría que hacerlo.

Rob:

Julia:

Maito Gai:

En general, Abyss ha provocado el derrumbamiento del techo, y una columna de carga que caerá sobre alguno del lugar exceptuando Rob, que parece que el techo de su actual cobijo es muy sólido y no ha caído. Por cierto, al que se le caiga encima tiene el brazo izquierdo roto. Se agrieta, pero por algún motivo no llega a caer.

Mientras tanto Guny ha encontrado las escaleras de bajada, aunque sorprendentemente hay otras de subida. Por desgracia para el pequeño, parece que el derrumbe ha bloqueado la bajada. Algo tendréis que hacer ahora. Las sábanas siguen ahí, aunque empiezan a agruparse arañas en el lugar.

Castigo por no postear 2:

Todos oís un ploff cerca de las sábanas.

CK, Jack y Kusanagi. Estáis los tres juntos. Escucháis una explosión o derrumbe en una torre, y una avalancha de caramelos y pasta de tarta y cosas de isla tarta se dirige a vosotros. Parece que Mariano lo ha escuchado y corre hacia ellos gritando "Let's go!". Si no os movéis deprisa, probablemente muráis. A Kusanagi le salen varios pelos rizados entre el vómito. ¿Qué haría anoche?

Tenéis 72 horas para postear.

Las arañas acababan de tener un gesto tan adorable con ella al rasgarse el vestido que su asco hacia estas solo pudo...crecer. ¿Por qué narices le han hecho un vestido nuevo? No era tiempo para pensar en eso ya que su amiga la tejedora de vestidos se acababa de posar en el lado izquierdo de su cuello. "seguro que va muy cómoda la condenada"

A la chica nada le hubiera gustado más que acabar con ella como hizo con la otra, pero viendo el estado de su compañero de celda, era más que obvio que no era buena idea. Lo que hizo fue mantenerse quieta, respirando con calma para no asustar a su pequeña acompañante y pensar por una vez de forma objetiva sobre los arácnidos. Para empezar su comportamiento era extraño. Las arañas no es que piensen en venganza o que salten a defenderse unas a otras.

Se mantuvo divagando en estos pensamientos hasta que noto que el techo comenzaba a caerse a cachos, obviamente por culpa del hombre bomba que llevaban consigo y que la había zarandeado antes. Lo que no esperaba era que el escupitajo que soltó al techo se cargara la mitad de este, así como una de las columnas de apoyo a su lado que se resquebrajo, cayendo un trozo de esta sobre su hombro izquierdo. La araña al notar el peligro seguramente saltaría de su brazo. "Un brazo a cambio de no ser envenenada." Pensó mientras con el brazo bueno sostenía el otro.

Debería apañarse con la sabana que cogió antes, rasgarla y usarla para inmovilizar el brazo. "Quizá me vendría bien la ayuda del señor de la anestesia." Pensó antes de fijarse en el tipo de color rosa y amorfo que estaba en la otra celda.

Para cuando fui a ayudar a la joven esta ya se había levantado, de todas formas el piropo se lo solté, si podía ligármela de todas formas no me importaba el no haber podido ayudarla, y al igual que le dije el piropo también la invité a entrar a la taberna conmigo, con Mariano, y si volvía, con mi compañero; le tendí la mano para que esta la tomara si quería y me acompañase.

Sin embargo poco podían durar las distracciones en la misión, pues a no mucho tardar de que realizase eso, de la torre de la que antes había saltado algo, ahora se había producido una explosión, lo cual era sospechoso y no precisamente bueno, “no va haber tiempo para tomar una copa, y prepararse para la misión” me dije preparándome para lo que pudiese pasar.

-Señorita, me gustaría pedirle que se alejase un poco de esta zona creo que la explosión puede provocar algo peor y no quisiera que saliese más lastimada, después de una caída- le dije con voz normal a la chica de pelo verde y en un tono normal con el que a lo mejor me oía Mariano pero dadas las circunstancias me daba igual.

Me giré para buscar al agente del C.P que me acompañaba, y lo pude ver vomitando, me acerqué para ver como se encontraba y pude ver entre los restos del vómito había pelos, lo cual era muy extraño, y lo que me hizo preguntarme qué haría mi compañero durante la noche anterior. Además era la primera vez que veía eso, por lo que aunque no sabía qué hacer en esa situación aunque tuviese algún conocimiento de medicina.

Antes de poder hacer nada por mi compañero puede escuchar un ruido proveniente de la torre en la que se había producido la explosión, me giré y pude ver como una gran cantidad de materiales se estaban derrumbando, algunos de los materiales en el derrumbe, por no decir la mayoría parecían dulces, y sin pensarlo dos veces me acerqué corriendo a la avalancha que se movía con bastante velocidad, extendí las manos e intenté manipular el azúcar que pudiese haber en los dulces que se acercaban, con la intención de comprimirlos todo lo que se podía y así reducir el tamaño del derrumbe. A mi espalda pude escuchar la voz de Mariano diciendo que corriésemos, pero para mí ya era tarde, el derrumbe me llevaría aunque con suerte habría reducido su tamaño y el azúcar se habría concentrado al tamaño de un caramelo, el cual acercaría a mi mano por si se descomprimía.

Para evitar algunos daños de la avalancha cree un muro detrás de mí separándome de la chica, mi compañero y de la taberna, para hacer que parase o al menos se frenase el derrumbe, y a mi alrededor a la vez que el muro, una de capsula de azúcar con un grosor de un par de centímetros “espero que me sirva para sobrevivir” pensé una vez cubierto por la capsula esperando al impacto.

más o menos lo que he hecho:

Lo que en un principio no había sido más que una actuación se convirtió en realidad. Aquellas arcadas tan perfectas que había logrado fingir se habían vuelto en su contra y, sin poder aguantarse, echó la comida del día en el suelo del callejón junto a unos pocos pelos. "Mierda... Cualquiera que me viese ahora... Esa camarera debería haberse depilado." Se pasó la mano por la boca e hizo una mueca de asco tras escupir. Definitivamente aquello no era para nada agradable, pero había logrado su objetivo: zafarse de Mariano. Además de esto pudo ver que Jack había logrado librarse de él, de alguna forma que ya averiguaría más adelante, y que se encontraba junto a la chica peliverde. Esbozó una ligera sonrisa mientras se disponía a salir del callejón justo cuando la explosión y la consecuente y dulce avalancha se presentaban ante él, como una marea de golosinas y azúcar que se abalanzaba hacia ellos.

- No me jodas... Esto no puede ir a peor -se dijo a sí mismo mientras escuchaba a la agente gritarles que saliesen de allí, al igual que a Mariano, que se aproximaba hacia ellos y gritaba. Su mirada buscó rápidamente a Jack antes de volver a la avalancha y, acto seguido, comenzar a correr.

Tenían que salir de allí lo antes posible o sus vidas terminarían con la más dulce de las muertes... Literalmente. Para su sorpresa vio que la chica era bastante ágil y veloz, adelantándose bastante. "No hay duda entonces de que es una agente." El pelirrojo corría en la misma dirección que ella todo lo rápido que sus piernas se lo permitían, echando un vistazo hacia atrás de vez en cuando para comprobar la distancia a la que se encontraba de aquella fuerza de la... ¿Naturaleza? Sin embargo, no tenía ni idea de dónde se había metido Jack. Tan solo esperaba que lograse ponerse a salvo. Giraría en la primera calle lateral con la que se topase, tratando se salirse de la trayectoria de la avalancha y, si no lo lograse a tiempo, utilizaría el geppou como último recurso para ascender hasta el tejado de alguno de los edificios. No le agradaba desvelar aquella habilidad, pero era mejor que morir aplastado.

El techo cedió debido al estornudo, un espectáculo de escombros y polvo se aconteció a en todo el lugar, pero lo que más me había extasiado era la explosión en sí, pequeña, pero bastante llamativa, posiblemente debido a la sustancia que me hacía percibir todo mucho más brillante y colorido, o quizás no y solo me hicieran ilusión las explosiones, como si fueran un arte, un arte efímero y perfecto, que llega al sumun para finalizar sin dejarte indiferente.

Me había quedado embobado, sin fijarme en la gente que había salido de la celda para, ahora, estar pululando por el pasillo, un corredor plagado de gente que parecía inocente “¿Por qué os habrían encarcelado?” Fue lo primero que pensé, yo supuse que habría dicho en algún momento que era pirata y se hubieran aprovechado de la ocasión de que ni yo mismo sabía cómo estaba de pie. Era eso o la posibilidad de que asesinara a un lord de la provincia de Chuchelandia, cerca de de Ponivilla. Desvarío y pierdo demasiado el tiempo, me dije cuando todos menos una persona había abandonado la celda, me quedé extrañado de que no le hubieran ayudado y me sentí impulsado a entrar ahí de nuevo.

Estaba estirado en el suelo, una mueca de dolor en el rostro y una zona demasiado hinchada como para ser normal ¿o sería culpa de mis sentidos alterados? No lo parecía, pues había recuperado mi poco sentido común, los colores eran cada vez menos brillantes y las risas ocasionales ya no eran tan ocasionales. Miré si podía ayudarle, aunque parecía poco probable, así que me disculpé por lo bajo, y miré alrededor. Algo llamó mi atención en aquella habitación, una gran cantidad de trapos sucios sobre los que parecían agruparse un grupo de arañas. Me acerqué hasta las distintas telas, con la intención de coger algunas sin molestar mucho a las arañas, pues parecían peligrosas, que no agresivas, y aquel hombre una muestra de este peligro.

Con todas las prendas que podía agarrar, dificultando estas mi movimiento con las muletas,  y llegué hasta las escaleras. Miré de nuevo a la gente que había por el pasillo y empecé a hablar en alto, arrastrando un poco las palabras, pues el efecto de la droga aún me afectaba al habla.

-Atención, sé que no nos conocemos de nada, pero se me ha ocurrido una idea para… salir de aquí, ya que no se puede bajar de la manera normal-hice una pausa momentánea y seguí-. Podríamos comprobar si desde arriba podemos bajar usando las telas como cuerda, para salir de esta prisión. Quién quiera seguir este plan puede seguirme y el que no, lanzarse por el agujero de la pared, seguro que es una gran idea.

Tras eso empecé a subir por las escaleras, de manera torpe, esperando que alguno de ellos empezara a seguirme e intentar llevar a cabo el plan.

Era casi cómico ver como un enano bajaba torpemente unas escaleras pensadas para los humanos. Su contrahuella era casi del mismo tamaño que yo y se me hacía difícil bajar con la pistola sin perder el equilibrio. Poco a poco iba dejando atrás a mis compañeros, éstos habían decidido examinar las celdas del pasillo, no tengo ni idea de qué habría dentro, pero esperaba que no la liasen... más.

Bajé el último escalón antes de encontrarme con un descansillo, a partir de él las escaleras bajaban, pero otras a mi lado subían hacia un nivel superior completamente diferente al otro del cual había venido. "Hm, hay que ser tonto para no saber que en una torre la salida se encuentra hacia abajo" Pensé al ver la respuesta obvia. De todas formas el destino parecía tener otros planes para mí dado que, exactamente 0,8 segundos después de pensar eso un temblor agitó la torre. Unos segundos más tarde pude ver como parte del techo que se encontraba sobre mi cabeza se me venía encima. Traté de correr hacia atrás, pero en esa dirección estaban las escaleras de subida, estaba atrapado entre la espada y el escalón "Que mierda ser un enano" Pensé a al ver las docenas de rocas que se se precipitaban hacia mí.

"Como mola ser un enano" Ese fue el único pensamiento que pasó por mi cabeza al percatarme de mi suerte. Los cascotes habían caído de tal forma que los dos que estaba encima mío quedaron colocados en ángulo, formando un hueco exactamente de mi tamaño. "Bien ahora sólo queda salir de aquí y... Espera, ¿Porqué no puedo salir?" Me pregunté al ver que por mucho que caminase no era capaz de salir de ese hueco. Resulta que una de mis colas había quedado atrapada bajo una roca. Vale, esto requería de mucho tacto, tenía que tirar para sacarla, pero si lo hacía mal me quedaría si una de las colas que marcaban mi identidad, además si movía mucho las piedras corría el riesgo de que se rompiera ese perfecto equilibrio que me había salvado y quedase aplastado. Tenía que hacerlo rápido, muy rápido... ¿Pero como? De pronto una "brillante" idea iluminó mi cabeza, agarré mi pistola y apunté hacia atrás "Vale, esto va a doler. 3... 2... 1..." Pensé antes de apretar el gatillo. Disparé y aproveché la fuerza del retroceso no sólo para salir, sino para hacerlo antes de quedar sepultado. Una de mis colas tenía mala pinta, seguramente estuviese rota por varios sitios. Me dolía, me dolía mucho, puede que necesite atención médica si no quería perderla.

-Chicos... no sé si seguís vivos... pero si lo estáis escuchad. La bajada está bloqueada por rocas, pero hay otra escalera de subida, voy a investigarla- Grité con la esperanza de que me escuchasen.

Tras eso me desaté el cinturón y, con mucho cuidado lo usé para atarme la cola a la espalda, de tal forma que no fuese arrastrándose por el suelo. Miré las escaleras "Voy a acabar odiándolas" Pensé. Trepé con cierta dificultad por el primero, eran unos cuantos, pero esperaba que lo que me encontrase arriba mereciera la pena.

Ayudar a registrar las celdas, quizá no fue la mejor idea. Pero aun así no importó, Maito ya había accedido a ello y no había marcha atrás. Así intentó ingresar a la primera habitación, y lo logró. Abrió la puerta lentamente, encontrando dentro de esta a un tipo. Parecía molesto o enfadado, la presencia del ninja parecía no haberle fastidiado en lo absoluto. Sus piernas, estas tenían algo distinto. "El tipo tiene las rodillas... Oh dios." Pensó mientras lo observaba. Aquel edificio tenía algo extraño, quizá era un tipo de instalación científica. Y experimentaba como este tipo, y el otro al que Maito intentó ayudar. Entonces de la nada un movimiento o explosión se escuchó desde afuera. Algo había pasado, pero no era nada serio.

- Hola yo soy Maito... Podemos ayudarte a salir de acá.- Dijo intentando caerle bien al tipo. Según parecía el debería tener el mismo líquido explosivo. Por lo que era peligroso, mucho. "Por suerte tengo esto, aunque no me servirá de mucho". Pensaba mientras se cubría con una sábana que había cogido hace un momento. Pero con los efectos que tenía aquel líquido probablemente no le serviría de mucho. Luego logró fijarse en una jeringa, dentro de aquella habitación. Tenía un notorio líquido de color morado, pero ¿qué era?. Pues la única manera de saberlo era preguntando.

- Por cierto, ¿Qué es esto?- Dijo mientras intentaría acercarse y coger la jeringuilla. intentaba agradar a aquel tipo, aunque él parecía tener cara de pocos amigos. la situación empeoraba poco a poco. Pero quizá lograría vivir aquel día.

Según Rob se acerca a Julia, Ésta puede notar una fuerza cálida que le traspasa el vestido y que la empuja hacia delante, con el bicho raro. Entretanto, parece que Rob se ha puesto a escribir sobre algo elevado y espiritual. El monstruo abre su boca, y se puede observar una especie de remolino que empieza a salir de su boca. Por desgracia Julia no puede ir hacia atrás ya que la fuerza extraña hace una especie de muro. La masa tiene hambre, y algo deberá alimentarla.

Asimismo, el ser de doble articulación en las piernas sale de la jaula ignorando a Maito, no sin antes farfullar un par de palabras que no llegan a entenderse, y se lanza contra uno de los presentes. ¿Es alguien en una jaula o está en el pasillo? Se ha lanzado de cabeza como si fuera su vida en ello, de eso no hay duda. Quien haya sido atacado recibirá un golpe interesante en el estómago a no ser que tenga forma de evitarlo.

Por otro lado, Guny y Abyss llegan arriba, y descubren la verdadera magnitud del derrumbe: Ante ellos hay unas seis plantas a las que les falta media torre. ¿Tal vez el pirata escupió a un muro de carga? Dios mío, qué bestia. Miráis hacia vuestra espalda y la marea de dulces y hormigón ha llegado hasta el puerto, sepultando lo que no ha destruido. También podéis ver bastantes barcos del estilo galeón que se acercan a las costas, y un grito a vuestras espaldas.

-¡Escapa! ¡Cogedlo!

¿Qué querrá decir eso? Sed perspicaces.

Nehuer:

Agentes del gobierno:

Tenéis 72 horas para postear.

El chico sacudió la cabeza de un lado a otro, consiguiendo con esto que algunos copos de azúcar junto a algún que otro caramelo cayeran desde su ardiente cabello. ¿Qué había pasado? La avalancha parecía haber sido demasiado grande y rápida como para que los edificios pudieran frenarla y, justo en ese momento, los tres miembros del orden se encontraban sepultados bajo un dulce techo. ¿Y qué le ocurría a Jack? Estaba recubierto de algo... Viscoso, sí, esa era la palabra. Además, parecía que la avalancha le había causado algún daño. La peliverde, de nombre "CK", se presentó y explicó el motivo de su presencia en aquel lugar. La verdad es que de cerca era mucho más atractiva de lo que había podido percibir en un primer momento. "¿Aceptará una cita después de esto?"

- Kusanagi Yu -la corrigió en un tono cordial, casi como una presentación- La verdad es que de momento no hemos averiguado demasiado, aunque sospechamos que la explosión que hubo en aquella torre podría estar relacionada con la agente... -piensa un momento- La agente Julia. No es que estemos seguros de esto último pero es lo más fiable que tenemos.

Tras eso cogió la carta que les tendió y la leyó. Con cada palabra su ceño se iba frunciendo más y más, como si las frases no fuesen más que un insulto tras otro hacia sus principios. "Así que... De nuevo otro caso de corrupción." Suspiró pesadamente y miró a sus compañeros de forma intermitente. El pelirrojo estaba cansado de ese tipo de situaciones. "Desde las raíces hasta la copa, este sistema está podrido."

- Sí, conozco el Geppou. Si debemos volar te ayudaré para llevar a Jack -afirmó mientras volvía a mirar al marine con gesto preocupado. ¿Qué habría hecho para acabar así?- En cualquier caso, te seguimos.

Dicho esto el joven agente fue hasta el marine, con la intención de ayudarle a levantarse y permitiéndole apoyarse sobre él para que le fuese más fácil caminar, pasando uno de los brazos de este por detrás de su cuello. Tras esto, seguiría a C.K en dirección a aquella luz y atento a cualquier detalle por lo que pudiera ocurrir.

¿Acaso mi intento había fallado?, ¿Dónde me encontraba?, intenté abrir los ojos pero me pesaban demasiado y un sabor extremadamente dulce se esparcía por mi boca, siendo además muy empalagoso, no recordaba haber tomado nada dulce desde hacía mucho tiempo y ese día estaba seguro que tampoco.
Cuando pude abrir los ojos pude notar que me encontraba tirado y cubierto por todos lados por caramelo de la avalancha, y por otra sustancia viscosa que no era ni líquida ni sólida y de la cual emanaba un poderoso olor a vainilla, moví los brazos como pude y me quité la mayoría de las cosas que tenía encima hasta que me pude incorporar.

Cuando pude incorporarme un dolor en el pecho  me hizo llevar las manos rápidamente hacia el lugar donde era,  un dolor como si de una puñalada se tratase, me palpé la zona y descubrí que una costilla (como mínimo) se encontraba fracturada, tras palparme el tórax intenté levantarme por completo, resultándome una tarea bastante tediosa y dolorosa. Me costó levantarme no solo por el dolor de la costilla sino porque también me quedaba como pegado, para cuando me levanté descubrí que una capa de caramelo de vainilla me envolvía, y eso me recordaba cosas del pasado, el día de la gran tragedia en el que comí mi akuma no mi, por curiosidad intenté manipularlo y al ver que podía hacerlo se me cayó el alma a los pies.

Manipulé el caramelo para volver a estar vestido como lo estaba antes y seguir con la misión, me acerque a donde se encontraban la chica de pelo verde y el compañero del CP, una vez allí la chica nos hecho la bronca ¿pero qué narices le pasa a esta?“ pensé mientras nos regañaba bastante cabreada, luego se presentó como una agente del gobierno, del al sexta división del CP, eso explicaba el que nos echase la bronca. Mientras lo hacía nos enseñó una carta la cual cogió el pelirrojo y luego me la pasó, parecía ser que la isla aunque estuviese a manos del gobierno, estaba corrupta su dirección, lo cual complicaba las cosas, pero ya estábamos allí y la misión cogida así que habría que realizarla.

La agente le comentó algo a Kusanagi sobre alguna técnica, que por lo que me imaginé solo se enseñaba a los agentes del gobierno, pues para mí es como si hablasen en otro idioma.

Tras esa conversación en la que estuve excluido pareció que decidieron moverse hacia un punto de luz que parecía ser la salida, pero también querían llevarme y eso a mí no me apetecía teniendo el dolor que tenía.

-Avanzad vosotros, yo os seguiré de cerca, además si hay alguna emboscada es mejor que no nos pille a todos juntos, mi nombre es Jack, por cierto- les dije a los agentes y con esto esperé a que ellos avanzasen un poco y con cuidado fui avanzando.

Mientras los seguía saqué una bolsa de cacahuetes de entre mis ropas y comencé a comerlos para quitarme el horrible sabor dulce y sensación empalagosa de la boca y así cambiarlo por uno salado.

Tras una subida no muy larga, llegué a la planta superior, la cual parecía… bueno, hace un rato me sentía raro, seguramente por lo que me había inyectado ese hombre, entre mis recuerdos está el de un… ¿dinosaurio esquelético al que estornudé por error? Definitivamente no estaba bien, me dije, pensando si eso había sido culpa mía ¿Pero cómo? Todavía no podía afirmar nada, pero poco a poco los recuerdos de expulsar una sustancia explosiva se me iban agolpando en la cabeza.

-Mierda… -fue lo único que pude decir, no sin llevarme la mano a la nuca-.

Si había sido culpa mía, no lo había hecho de manera voluntaria, al menos. Un agujero justo en la pared a la que daba la espalda para mirar las plantas superiores dejaba ver todo lo que pasaba en aquella isla y se podía ver como una… marea de dulces y hormigón se movía arrasando todo lo que pillaba por delante como si fuera una avalancha y llegaba hasta el puerto. Me quedé mirando este hecho durante unos segundos, ladeando la cabeza y preguntándome que había pasado. Intenté repasar los recuerdos confusos, entre los que no se encontraba nada sobre unos dulces, pero si sobre un gyojin volador.

-¿Qué cojones ha pasado allí abajo?-pregunté, mientras señalaba a la calle, sin darme cuenta de que estaba solo… ¿o no?-

Me giré, de nuevo y vi a un… enano. No es que fuera alguien pequeño, o que discriminara a la gente debido a mi altura, es que era literalmente un enano. Había leído sobre ellos en el laboratorio en el que me desperté hace unos meses, pero no había visto uno hasta ahora. El susodicho llevaba una pistola que estaba arreglada para que la pudiera sostener, lo cual lo volvía una imagen bastante cómica, un enano con una pistola más grande que él. Me acerqué hasta donde estaba y me agaché, para mirarle a la cara. Al hacer esto, pude fijarme en que una de sus colas era distinta a las otras, como si estuviera herida.

-Hey, ¿te encuentras bien?-le dije señalando a la cola herida-.

Tras eso pude oír un grito, algo sobre detener. ¿Qué habría pasado? No parecía muy seguro subir, después de lo que había causado, así que me planteé bajar, además de que el pequeñín no parecía estar en las mejores condiciones, con la cola atada a la espalda.

-¿Deberíamos bajar? Parecen necesitar ayuda.

Tras eso me esperé a la respuesta del raquítico personaje que estaba conmigo, aunque sí decidía subir lo haría solo. Si quería bajar, le ofrecería un hueco en mi hombro, para que no tuviera muchos problemas en bajar las escaleras, esperando no encontrarme con ninguna sorpresa inesperada.

No podía estar mejor acompañado, el único que había venido conmigo era el humano de los escupitajos explosivos pata coja y drogado. En fin, no es que fuese una buena compañía, pero era mejor que se quedase con alguien con sentido común a arriesgarse a que ocurriese una desgracia. Además se escuchaba algo de jaleo escaleras abajo, es posible que en esas celdas hubiese algo... malo. De ser así tenía que alejar a este humano del peligro o podríamos volar todos por los aires. Para mi sorpresa parecía que poco a poco iba recuperando su lucidez, a juzgar por sus gestos. Empezaba a ser consciente de la situación y ya no parecía tan alegre como antes.

-Eso que ha pasado... Creo que has sido tu. A partir de ahora procura controlar tus secreciones si no quieres que este sitio acabe igual- Dije mirando el caos que se había armado y... espera. ¿DULCES?

Al principio parecía que no se daba cuenta de que me encontraba ahí hasta que me escuchó, tras eso se agachó y me preguntó si me encontraba bien. Un humano considerado, bueno, mas le valía serlo teniendo en cuenta la que ha liado.

-No te preocupes, solo es mi cola y tengo una de sobra. Duele, pero no es algo que me impida repartir hostias- Dije casi bromeando... aunque no bromeaba.

Inmediatamente después escuché un grito de que alguien que se escapaba, ¿Se refería a nosotros? no estaba seguro, pero no quería quedarme para averiguarlo. El humano sugirió bajar las escaleras para ayudarlos, aunque mi idea no era precisamente la misma. Parecía cruel por mi parte, pero por ahora lo inteligente era continuar avanzando, no estábamos seguros de donde nos encontrábamos y puede que arriba nos encontrásemos con algo que nos fuese de utilidad.

-No creo que sea una buena idea dada tu situación, he visto lo que puede hacer uno de tus escupitajos, no quiero ni imaginar lo que pasará si resultas herido. Por ahora subiré, si quieres venir eres libre. Si bajas procura no derribar lo que queda de este edificio.- Dije mientras me aseguraba la pistola por encima del hombro. -Por cierto, mi nombre es Guny, no creo que exista una salida por ahí arriba, pero si encuentro algo útil para ayudaros bajaré lo mas rápido que pueda.- Dicho esto me di la vuelta y continué trepando por los escalones.

Esa voz, no sabía de donde había venido, pero si se trataba de un enemigo o alguien que no estaba en el grupo de antes lo más seguro es que sólo pudiese venir desde arriba. Si escuchaba pasos en mi dirección procuraría ocultarme tras un escalón, pegado a la pared, con suerte no se percatarían de mí.

Maito se mantuvo parado observando el movimiento del tipo extraño. No parecía tener reacción alguna ante sus palabras, y parecía simplemente ignorarlas. ¿Qué era aquel tipo? ¿Qué le había pasado? Nada era normal en él. Probablemente había sufrido mucho, y a Maito le apenaba eso, él quería ayudarlo, a pesar de lo que le había pasado aquel tipo podría volver a ser el mismo, o no... Entonces aquel tipo empezó a moverse, no parecía tener ningún objetivo en especial. Pareció haber mencionado unas palabras mientras se movía lentamente dentro de aquella habitación. Sin embargo, Maito no logró escuchar nada.

- Oye, ¿qué te pasa?- Preguntó el ninja mientras retrocedía lentamente.

El tipo con doble articulación iba a hacer algo, que no parecía ser bueno. Maito sabía que estaba por pasar algo malo, pero que podía hacer, su fuerza no era lo suficiente para poder manejar aquel momento. Aquella inyección que tenía en su mano... ¿Acaso servía para algo? No lo sabía, pero la cogía fuertemente en su mano, quizá la utilizaría en algún momento.

De la nada la expresión de aquel tipo cambió. Parecía el de alguien furioso, que de la nada empezó a correr en dirección del ninja. Este poco pudo hacer, intentó cambiar de posición y ponerse en guardia, pero el tipo fue más veloz y le lanzó un muy fuerte cabezazo en el estómago. Le hizo al instante dar unos fuertes tosidos, tuvo unos pocos segundos de conciencia para luego caer al suelo. Aquel golpe lo habría dejado sin oxígeno al instante, por ello le habría hecho caer al instante sin reacción alguna...

Julia:

Maito:

Nehuer:

El ser que ha absorbido a Julia:

Rob, tu ataque logra hacerle un corte en el vientre, aunque no muy profundo, y tu pincho llega tan sólo a rasgar su deltoides. Parece que se ha enfadado, y te lanza una patada alta que, cuando parece que te va a dar en el mentón, se levanta aún más y trata de caer sobre to cabeza. Pero eso no es todo, sino que escuchas pasos de la celda donde estaba el monstruo. ¿Qué serán? Podrías estar en líos.

Abyss... Tú cuando bajas, Rob está combatiendo y una mujer que no conoces de nada sale de una celda. Te mira con ojos vacíos y se detiene, con la boca abierta.

Guny:

Agentes de la ley y el Orden:

Supongo que era de esperar, al fin y al cabo no es que hallamos sido precisamente discretos. Al subir las escaleras me encontré con cuatro guardias apuntándome directamente a mí. Otro de los guardias bajó las escaleras en busca de el humano que me acompañaba, pasando al lado mío.

-Si es que... la seguridad aquí brilla por su ausencia en unos sitios y es férrea en otros. Me estás diciendo que nos enceráis en una celda que ni siquiera está cerrada y sin vigilancia... Y ahora andáis amenazando, nunca terminaré de entender a los humanos- Dije con tono calmado para lo alterar demasiado a los guardias.

En ese mismo momento me fijé en una especie de contenedor, el cual contenía un líquido de color rojizo similar al que escupía ese humano. "esto parece demasiado obvio" Pensé mientras me fijaba en el resto del edificio, parecía una especie de complejo científico, de no ser por esos tipos me encontraría como un niño en una tienda de juguetes. Tenía dos opciones, someterme y dejar que me llevasen de nuevo a la celda, o algo peor, o arriesgarme y disparar al tanque y esperar que la explosión resultante me los quitase de encima. Contaba con la ventaja de mi tamaño, si lo hacía bien puede que, aunque disparasen no lograsen darme.

-Ah y otro error que cometisteis... Dejarnos nuestras armas- Dije después de una tensa pausa.

Tras eso salté hacia un lado y apunté con mi pistola al tanque, apretando el gatillo con la esperanza de que la bala pasase entre los guardias y llegase a su destino.

Tras un rato caminando los tres consiguieron llegar hasta la fuente de aquella luz: un bar. No parecía un bar cualquiera, sino más bien uno de esos a los que no te gustaría acercarte bajo ningún concepto. Definitivamente aquél estaba siendo su día de suerte, no solo suyo, sino también el de sus compañeros. Al parecer la gente se estaba levantando y eso no podía significar nada bueno... Pero tampoco podían retroceder. ¿Quién sabría cuánto tiempo podría durar aquél techo azucarado? No tenían más remedio que seguir avanzando y tratar de salir airosos de aquella situación. Un combate en aquel lugar no era lo más acertado, menos aún cuando uno de ellos estaba herido. Por suerte su espada seguía oculta bajo la chaqueta.

- Tal vez deberíamos tratar de mezclarnos con la gente y escabullirnos en cuanto se nos presente la oportunidad. No conviene entablar combate ahora mismo -les sugirió en un susurro, lo suficientemente alto como para que lo escuchasen ambos pero ninguno de los demás.

Mientras dejaba que la peliverde decidiera qué hacer, pues al fin y al cabo parecía ser la más experimentada de los tres, Kusanagi se dedicó a echar un vistazo al lugar, tratando de encontrar algún otro sitio por el que seguir o, al menos, algo que les fuera a ser de utilidad. Por desgracia, lo único con lo que se topó fue con un tipo un tanto extraño, el cual le saludaba de forma bastante alegre y que tenía el pelo como... "No... No puede ser." Un escalofrío le recorrió la espalda y se puso tieso como un palo. ¿Qué narices había hecho? Su memoria parecía algo confusa al respecto. Esperaba que fuese tan solo una coincidencia y se preguntaba qué narices había tomado aquella noche.

- Vamos... No me jodas... -musitó, devolviendo el saludo algo nervioso y tratando de sonreír, de forma algo forzada. Tampoco sabía quién era ese tipo, y era posible que les pudiera ser de utilidad. O si no... Al menos habría que tratar de que no fuera hostil hacia ellos.