Alianza temporal. Iguales pero distintos. [Privado] [Theo, Xiba y Sbun]

Y de nuevo me encontraba en los Blues. Pero esta vez en busca de algo jugoso. En una de las diversas misiones en las que fui contratado para una u otra gestión, me dieron de pago un pequeño mapa. En dicho mapa se marcaba una equis en una isla del Mar del Norte. Resultase ser que había una antiquísimas ruinas "Maya" -una muy vieja civilización-. "Allí encontrarás tu paga" me dijo el que me dio el mapa. Me lo quedé, pero antes de irme también me llevé un par de joyas de su señora, no se juega con los servicios del pelirrojo -sí, puedo hablar de mi en tercera persona-.
Antes de emprender el viaje decidí indagar un tanto sobre estos personajes. Ya sabía que debía de tener mucho cuidado e ir con pies de plomo, pues ponían miles de trampa para proteger sus tesoros. También observe que la entrada a las ruinas deberá de ser por un pequeño orificio entre piedras, columnas marcadas con milenarios dibujos y escombros. Y sin más, fui.

Era la isla de Ireos, y el sol daba con fuerza, parecía que me fuese a derretir de un momento a otro, pues no sólo la luz solar iluminaba mi visión, sino que también transmitía de mala manera un calor infernal. Estaba por tirarme al suelo y empezar a desplazarme cual oruga... Lo mejor de todo es que dado que iba descalzo, hasta que me hube acostumbrado al calor del piso empezaba siempre a dar saltitos de un lado a otro... Es que quemaba... Iba vestido como siempre, con mi traje de monje personalizado y mi cola de tigre a la espalda de la cintura, pero si por mi fuera me hubiera desnudado...
Llegué al poco rato de iniciar una caminata, no se encontraba muy lejana la entrada a las ruinas de la propia costa. En efecto, era un pequeño orificio casi oculto, de no ser por algunas columnas que ahí se encontraban. -Bien, vamos a ello. -Me decía a mi mismo mientras "desenfundaba" mi vara para poder mover un poco los escombros y tener un mejor pasaje. Sin embargo algo me alarmó. Fue un grito, un grito de mujer que provenía de una pequeña colina cercana. ¿Acaso no estaba solo en este lugar? Que cruz. Sobretodo porque la mujer llegaba corriendo hasta mi posición.
Un largo cabello oscuro portaba la mujer, cubierto el mismo por un sombrero de un tono tierra. El sombrero tenía unas cuerdas que unían los laterales, para que el mismo se pudiera ajustar, me recordaba a aquellos del lejano oeste. Al seguir aquellas cuerdas mis ojos acabaron por valorar un precioso collar de perlas rojas, y tras el mismo admirar su encanto natura. Vestía para la ocasión, pues si llevase más ropa encima el calor la mataría. Ahora bien, ¿qué hacía una mujer como ella en un lugar como este? Casi sin darse cuenta se ocultó detrás de una de las columnas, pero delante de mi. Al parecer no me había visto.

Parecía ser que se estuviera intentando esconder de algo o de alguien... Esperaba que no hubiera más gente, no me agradaría tener que compartir "mi paga". Tenía la intención de entrar si mediar palabra, sin embargo al verla escandalizada... -Oye... ¿Te sucede algo? -Dije casi con un tono de indiferencia. En fin, supongo que el día sería más divertido de lo esperado.