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Escenario:
Un par de rocas en el medio del West Blue, alejadas de toda civilización. La isla más cercana está a más de 20 millas náuticas, por lo que se puede desplegar toda la potencia que se posea sin dañar a civiles. Las rocas tienen un área aproximada de 20x15 metros, y una altura máxima de 12 metros.
Condiciones:
- Si Akagami gana, obtiene el título de Yonkaikyo
- Si Akagami pierde, obtiene recompensa por atacar a un Yonkaikyo
Otros:
El día está nublado (vaya, que casualidad)
Ícarus había recibido una invitación formal a un reto por su puesto de Yonkaikyo. No era algo que no se esperase, al fin y al cabo aquel puesto dotaba de grandes privilegios al que lo poseía. Y pese a que aquellos privilegios no le eran del todo necesarios al joven de pelo pálido, pero pese a todo, no le apetecía perderlos. Al fin y al cabo, gracias a ellos, podía vivir tranquilo y sin que le molestasen.
- Bueno, creo que va siendo hora... -murmuró mientras empezaba a coger uno de sus diales para empezar a llenar el lugar con hilos invisibles de nubes. Aquellos hilos no podrían ser detectados por mantra, ya que se trataba de una técnica más bien pasiva, pero dotarían de ventaja al ángel mientras esperaba por su rival, un tal Akagami.
El cielo sobre él empezaba a oscurecerse, indicando la proximidad de una tormenta.
Escenario:
Un par de rocas en el medio del West Blue, alejadas de toda civilización. La isla más cercana está a más de 20 millas náuticas, por lo que se puede desplegar toda la potencia que se posea sin dañar a civiles. Las rocas tienen un área aproximada de 20x15 metros, y una altura máxima de 12 metros.
Condiciones:
- Si Akagami gana, obtiene el título de Yonkaikyo
- Si Akagami pierde, obtiene recompensa por atacar a un Yonkaikyo
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El día está nublado (vaya, que casualidad)
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Ícarus había recibido una invitación formal a un reto por su puesto de Yonkaikyo. No era algo que no se esperase, al fin y al cabo aquel puesto dotaba de grandes privilegios al que lo poseía. Y pese a que aquellos privilegios no le eran del todo necesarios al joven de pelo pálido, pero pese a todo, no le apetecía perderlos. Al fin y al cabo, gracias a ellos, podía vivir tranquilo y sin que le molestasen.
- Bueno, creo que va siendo hora... -murmuró mientras empezaba a coger uno de sus diales para empezar a llenar el lugar con hilos invisibles de nubes. Aquellos hilos no podrían ser detectados por mantra, ya que se trataba de una técnica más bien pasiva, pero dotarían de ventaja al ángel mientras esperaba por su rival, un tal Akagami.
El cielo sobre él empezaba a oscurecerse, indicando la proximidad de una tormenta.
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El cielo sobre el West Blue comenzaba a oscurecerse, casi como si la propia naturaleza empatizara con aquella situación, adaptando el clima para que estuviese a la altura del encuentro que estaba a punto de tener lugar. El pelirrojo viajaba en un pequeño barco, de mucho menor tamaño en comparación con el que estaban acostumbrados a navegar. No había querido implicar a los demás en ello, a fin de cuentas eran asuntos que únicamente le concernían a él, no estaba dispuesto a hacerles correr más peligros de los necesarios. Sabía lo que implicaba desafiar a un Yonkaikyo, así como las consecuencias de ser derrotado frente a este. Desde recibir precio por su cabeza hasta salir malherido o incluso morir, pero no, ese no seria el desenlace. No podía permitirse perder allí. Yonkaikyo... Una personalidad conocida en todos los lugares por sus actos y logros, no hasta el nivel de un Sichibukai, pero el concepto venía a significar algo similar. La idea de trabajar para el gobierno no le gustaba nada, pero había cosas más importantes que satisfacer su propia venganza: proteger a los suyos y, con suerte, usar las ventajas del cargo para obtener información sobre Anna.
- Me pregunto qué habrías opinado al respecto, Capitán -susurraba para sí mismo mientras miraba el cielo nublado- Tú eras más directo que yo.
Tal vez aquello se debiese a que por aquel entonces todos los miembros de Red Demons eran capaces de defenderse por su propia cuenta. Poco importaba. El caso es que, tras algunas largas jornadas de viaje había llegado al sitio acordado a la hora estipulada: dos rocas en medio de la nada, alejadas de todo rastro de civilización. "Tal vez haya escogido este sitio para evitar bajas civiles... O simplemente le dé ventaja." Amarró el barco a un pequeño montículo tras saltar de este y comenzó a ascender por las rocas, activando su mantra y tratando de percibir la "voz" del Yonkaikyo. Subió hasta el punto más alto y le buscó con la mirada, no tardando en encontrarle.
- ¿Tú eres Ícarus? -preguntó en un tono fuerte y firme. La verdad era que el chico no parecía mucha cosa, pero bien sabía que las apariencias engañaban y que si tenía ese puesto habría algún motivo- Bueno, no voy a andarme con rodeos... Así que prepárate.
Respiró hondo y se preparó para el enfrentamiento, flexionando ligeramente las piernas. ¿Debía tomar él la iniciativa o era mejor cedérsela al albino? Bueno, no estaba dispuesto a dejarle llevar el combate. Una suave brisa rodeaba al pelirrojo allá por donde iba y, de repente, su cuerpo pareció volverse frío para aquellos que le tocasen. Adelantó la pierna derecha, apoyándola firmemente sobre las rocas y, empleando toda la fuerza que pudo en esta se lanzó a toda velocidad contra él, dispuesto a estrellarle el puño contra su cara de lleno. Debían de encontrarse a unos diez o quince metros de distancia, así que no le llevaría mucho salvar la separación. De darle probablemente congelaría una buena sección de esta. ¿Quien sabe? Con suerte el combate terminaría bastante rápido.
Senda del Dragón del Hielo + Puñetazo al rostro [Haki de armadura nivel 1]
- Me pregunto qué habrías opinado al respecto, Capitán -susurraba para sí mismo mientras miraba el cielo nublado- Tú eras más directo que yo.
Tal vez aquello se debiese a que por aquel entonces todos los miembros de Red Demons eran capaces de defenderse por su propia cuenta. Poco importaba. El caso es que, tras algunas largas jornadas de viaje había llegado al sitio acordado a la hora estipulada: dos rocas en medio de la nada, alejadas de todo rastro de civilización. "Tal vez haya escogido este sitio para evitar bajas civiles... O simplemente le dé ventaja." Amarró el barco a un pequeño montículo tras saltar de este y comenzó a ascender por las rocas, activando su mantra y tratando de percibir la "voz" del Yonkaikyo. Subió hasta el punto más alto y le buscó con la mirada, no tardando en encontrarle.
- ¿Tú eres Ícarus? -preguntó en un tono fuerte y firme. La verdad era que el chico no parecía mucha cosa, pero bien sabía que las apariencias engañaban y que si tenía ese puesto habría algún motivo- Bueno, no voy a andarme con rodeos... Así que prepárate.
Respiró hondo y se preparó para el enfrentamiento, flexionando ligeramente las piernas. ¿Debía tomar él la iniciativa o era mejor cedérsela al albino? Bueno, no estaba dispuesto a dejarle llevar el combate. Una suave brisa rodeaba al pelirrojo allá por donde iba y, de repente, su cuerpo pareció volverse frío para aquellos que le tocasen. Adelantó la pierna derecha, apoyándola firmemente sobre las rocas y, empleando toda la fuerza que pudo en esta se lanzó a toda velocidad contra él, dispuesto a estrellarle el puño contra su cara de lleno. Debían de encontrarse a unos diez o quince metros de distancia, así que no le llevaría mucho salvar la separación. De darle probablemente congelaría una buena sección de esta. ¿Quien sabe? Con suerte el combate terminaría bastante rápido.
Senda del Dragón del Hielo + Puñetazo al rostro [Haki de armadura nivel 1]
- Senda del Dragón del Hielo:
- La energía fluye a través del cuerpo del pelirrojo, siendo este capaz de transmitir la sensación de frío al contacto cuando él lo desee. Su cuerpo se ha adaptado al frío, siendo capaz de resistir las bajas temperaturas sin llegar a sentirlo (-5 ºC como máximo). A su vez, el joven dragón es capaz de causar daño por frío en sus golpes físicos, pudiendo entumecer o incluso congelar (de forma superficial) las partes donde golpee a su oponente. La temperatura de sus golpes es de - 70º C, no viéndose él afectado, y congelan únicamente la zona de contacto + 1 cm a su alrededor. La congelación se produce al momento del impacto.
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Ícarus tenía la extraña sensación de que su oponente no tardaría en llegar. Y en efecto, un chico pelirrojo apareció de la nada, colocándose en lo más alto de una de las rocas, preguntando por su nombre. El Brikan supuso que aquel era el hombre que estaba retándolo por su puesto. Era joven, y parecía seguro de sus posibilidades.
- En efecto, lo soy. No me gusta combatir, pero espero que entiendas que no puedo simplemente dejarme ganar... -dijo, esperando un primer movimiento del pelirrojo.
El ataque de este no tardó en llegar: un salto desde el lugar en el que se encontraba hacia él. Doce metros de distancia los separaban. Por ello, el ataque era bastante predecible, dado que dudaba que su enemigo pudiese maniobrar en el aire, menos aún con la gran cantidad de hilos que el chico había colocado primero. Su boca se torció levemente, en forma de sonrisa al ver cómo el hombre pelirrojo pasaba por la zona llena de hilos. Tres en el brazo derecho, cuatro en el izquierdo, dos en la pierna izquierda, cuatro en la derecha y un total de siete en el cuerpo. Además, un último hilo pasaba a la altura de la cabeza, justo bajo el ojo izquierdo. El hombre quedó atrapado en la maraña de hilos, además de que algunos de ellos seguramente le habían atravesado la piel. El Brikan se extrañó al ver que aquellos hilos no parecían haber cortado ningún miembro de su oponente, cosa que la mayoría de veces ocurría.
- Vaya... -sin dejar que el pelirrojo tuviese tiempo a reaccionar, y a entender por qué estaba colgando en medio del aire, el ángel empezó a correr en linea recta, y cuando estuvo debajo se lanzó a toda prisa hacia él, desenvainando su espada, y tratando de cortarle en el movimiento de desenfundado, realizando un tajo vertical con la intención de recorrer el cuerpo del hombre por toda la espalda, desde la rabadilla a la nuca.
Corte ascendente + Haki armadura lvl 1
- En efecto, lo soy. No me gusta combatir, pero espero que entiendas que no puedo simplemente dejarme ganar... -dijo, esperando un primer movimiento del pelirrojo.
El ataque de este no tardó en llegar: un salto desde el lugar en el que se encontraba hacia él. Doce metros de distancia los separaban. Por ello, el ataque era bastante predecible, dado que dudaba que su enemigo pudiese maniobrar en el aire, menos aún con la gran cantidad de hilos que el chico había colocado primero. Su boca se torció levemente, en forma de sonrisa al ver cómo el hombre pelirrojo pasaba por la zona llena de hilos. Tres en el brazo derecho, cuatro en el izquierdo, dos en la pierna izquierda, cuatro en la derecha y un total de siete en el cuerpo. Además, un último hilo pasaba a la altura de la cabeza, justo bajo el ojo izquierdo. El hombre quedó atrapado en la maraña de hilos, además de que algunos de ellos seguramente le habían atravesado la piel. El Brikan se extrañó al ver que aquellos hilos no parecían haber cortado ningún miembro de su oponente, cosa que la mayoría de veces ocurría.
- Vaya... -sin dejar que el pelirrojo tuviese tiempo a reaccionar, y a entender por qué estaba colgando en medio del aire, el ángel empezó a correr en linea recta, y cuando estuvo debajo se lanzó a toda prisa hacia él, desenvainando su espada, y tratando de cortarle en el movimiento de desenfundado, realizando un tajo vertical con la intención de recorrer el cuerpo del hombre por toda la espalda, desde la rabadilla a la nuca.
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El Yonkaikyo no parecía demasiado alarmado cuando el pelirrojo se lanzó a toda prisa hacia él. De hecho, casi creyó ver cómo sonreía a medida que se acercaba. "¿En qué estará pensando ese...?" Se quedó en blanco de la impresión en el momento en que un intenso dolor comenzó a invadir su cuerpo por todas partes, como si hubiese recibido multitud de cortes en un solo instante. Y de hecho, así era. Acababa de quedarse suspendido en el aire, sujeto por algo que sus ojos no eran capaces de ver y que había penetrado en su piel, propiciándole cortes en las extremidades y el torso, incluso uno un poco más abajo del ojo izquierdo. No eran heridas demasiado profundas pero desde luego le había dolido. ¿Cómo narices había hecho eso? Iba a tratar de liberarse de aquello que fuese lo que le mantenía "preso" cuando su mantra le alertó de las intenciones del albino. "Un corte... Por detrás." Abrió mucho los ojos e intentó soltarse pero, al no tener nada en lo que apoyarse le fue imposible. Solo le quedaba una opción si no quería que el encuentro terminase de forma prematura, pese a que ello le obligase a mostrar parte de sus cualidades.
- Veamos cómo te desenvuelves con esto -susurró para sí mismo. En un instante una dorada cola escamada surgió de su coxis, justo en el momento en el que la espada de su oponente comenzaba a recorrer su espalda. En un rápido movimiento, que casi pareció un latigazo, trató de aferrar el brazo de Ícarus para detener el ascenso de su arma.
De haberlo atrapado tiraría de él, tratando así de impulsarse para liberarse de sus "ataduras" y de paso lanzarle en aquella misma dirección tras tratar de propiciarle una potente patada en el torso. Con suerte, aquello que fuese lo que había en aquella zona tendría el mismo resultado que había tenido en él, tal vez incluso peor, pues no parecía poseer su misma resistencia física. Lograse esto último o no una fuerte llamarada saldría de su boca en la dirección en la que se encontrase el Yonkaikyo en ese mismo instante y, haciendo aparecer sus doradas alas, trataría de ascender para salir de aquella zona, siguiendo el mismo recorrido que había trazado al lanzarse a por él antes de caer en su trampa antes de elevarse. Probablemente hubiese preparado el escenario antes de que él llegase por lo que la mejor opción sería la de forzar un combate aéreo.
Agarre + Patada al torso + Lanzamiento contra los hilos + Llamarada [Haki de armadura nivel 1]
- Veamos cómo te desenvuelves con esto -susurró para sí mismo. En un instante una dorada cola escamada surgió de su coxis, justo en el momento en el que la espada de su oponente comenzaba a recorrer su espalda. En un rápido movimiento, que casi pareció un latigazo, trató de aferrar el brazo de Ícarus para detener el ascenso de su arma.
De haberlo atrapado tiraría de él, tratando así de impulsarse para liberarse de sus "ataduras" y de paso lanzarle en aquella misma dirección tras tratar de propiciarle una potente patada en el torso. Con suerte, aquello que fuese lo que había en aquella zona tendría el mismo resultado que había tenido en él, tal vez incluso peor, pues no parecía poseer su misma resistencia física. Lograse esto último o no una fuerte llamarada saldría de su boca en la dirección en la que se encontrase el Yonkaikyo en ese mismo instante y, haciendo aparecer sus doradas alas, trataría de ascender para salir de aquella zona, siguiendo el mismo recorrido que había trazado al lanzarse a por él antes de caer en su trampa antes de elevarse. Probablemente hubiese preparado el escenario antes de que él llegase por lo que la mejor opción sería la de forzar un combate aéreo.
Agarre + Patada al torso + Lanzamiento contra los hilos + Llamarada [Haki de armadura nivel 1]
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Ícarus empezó a recorrer la espalda del hombre, abriendo una fea herida. Sin embargo, de pronto sintió un fuerte tirón del brazo y vio una cola que surgía del cuerpo del hombre.
- Zoan... -murmuró, mientras sentía como era lanzado hacia abajo. Con una patada, el pelirrojo lo mandó a volar hacia los hilos. Ícarus sabía que aquel rapel podía amputarle una extremidad si no tenía cuidado, pero por suerte, sabía donde estaban los hilos. Sin soltar su espada, endureció el brazo derecho con su haki, sintiendo un tirón y rasgándose ligeramente la piel. "Ahora viene..." la armadura de voluntad pasó a la pierna derecha mientras encogía la izquierda. Otro corte. El birkan se encogió y pasó entre dos más, llevándose un corte en la oreja izquierda que empezó a sangrar, y uno algo más superficial en el hombro izquierdo. El último de los hilos de nubes lo cortó con su katana. Y entonces, una llamarada llegó hasta él, y aunque no le golpeó de forma directa, debido al impulso de la patada, sí que le quemó las plumas de las alas. El impacto contra el suelo fue fuerte, y el chico se llevó un golpe en el brazo.
- Ufff... -soltando un quejido, el hombre del mar blanco se levantó. Una polvareda se había levantado a su alrededor-. ¿Te gusta jugar con fuego? -aprovechó para meter la mano en su faltriquera de diales, y extrajo dos. El primero lo activó al instante, liberando una nube de humo blanco a su alrededor. Entre el polvo y aquella niebla improvisada, estaría oculto de los ojos del hombre dragón. Luego, agarró con firmeza el segundo dial y buscó con su mantra la presencia del pirata. Estaba allí, sobre su cabeza. Sin dudarlo, el ángel apuntó y activó la caracola.
Un rayo de energía concentrado salió disparado hacia el hombre de alas doradas, un láser rápido y letal. Tras él, dos disparos más le siguieron. Su potencia era igual que la de las armas de un Pacifista. Cuando el dial gastó sus tres cargas, Ícarus lo dejó caer al suelo, y metió la mano en la bolsa, listo para sacar otro.
Tres disparos láser
- Zoan... -murmuró, mientras sentía como era lanzado hacia abajo. Con una patada, el pelirrojo lo mandó a volar hacia los hilos. Ícarus sabía que aquel rapel podía amputarle una extremidad si no tenía cuidado, pero por suerte, sabía donde estaban los hilos. Sin soltar su espada, endureció el brazo derecho con su haki, sintiendo un tirón y rasgándose ligeramente la piel. "Ahora viene..." la armadura de voluntad pasó a la pierna derecha mientras encogía la izquierda. Otro corte. El birkan se encogió y pasó entre dos más, llevándose un corte en la oreja izquierda que empezó a sangrar, y uno algo más superficial en el hombro izquierdo. El último de los hilos de nubes lo cortó con su katana. Y entonces, una llamarada llegó hasta él, y aunque no le golpeó de forma directa, debido al impulso de la patada, sí que le quemó las plumas de las alas. El impacto contra el suelo fue fuerte, y el chico se llevó un golpe en el brazo.
- Ufff... -soltando un quejido, el hombre del mar blanco se levantó. Una polvareda se había levantado a su alrededor-. ¿Te gusta jugar con fuego? -aprovechó para meter la mano en su faltriquera de diales, y extrajo dos. El primero lo activó al instante, liberando una nube de humo blanco a su alrededor. Entre el polvo y aquella niebla improvisada, estaría oculto de los ojos del hombre dragón. Luego, agarró con firmeza el segundo dial y buscó con su mantra la presencia del pirata. Estaba allí, sobre su cabeza. Sin dudarlo, el ángel apuntó y activó la caracola.
Un rayo de energía concentrado salió disparado hacia el hombre de alas doradas, un láser rápido y letal. Tras él, dos disparos más le siguieron. Su potencia era igual que la de las armas de un Pacifista. Cuando el dial gastó sus tres cargas, Ícarus lo dejó caer al suelo, y metió la mano en la bolsa, listo para sacar otro.
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El pelirrojo no pudo hacer otra cosa más que sonreír, satisfecho ante el resultado que había obtenido. No solo había conseguido liberarse de aquella trampa, sino que había podido averiguar varias cosas. La primera de ellas era que, tal y como suponía, parecía haber algún tipo de material fino y afilado en aquella zona, pues durante el descenso el "angelito" se hizo algunas heridas. La segunda de ellas, que poseía un haki de armadura superior al suyo. Estaba claro que si quería tener alguna posibilidad de vencer el combate no podía desarrollarse en aquellas rocas. Por suerte podía volar y, si el Yonkaikyo poseía aquella capacidad también podría obtener una buena ventaja de luchar en el aire. Y si no... Simplemente convertiría aquel lugar en un infierno. Con la caída se había formado algo de polvo, lo cual le dificultaba algo el mantener contacto visual con el albino. Esto se empeoró cuando, tras extraer una especie de concha, comenzó a formarse una niebla blanquecina. "Diales... Puede que esas cosas fuesen producto de alguna de esas conchas."
Se mantuvo atento, sin apartar la mirada de aquella barrera visual. Si creía que con eso impediría que le encontrase estaba completamente equivocado. En el momento en el que se había comenzado a generar la niebla comenzó a generar ráfagas de viento, de modo que conseguiría deshacerse de ella. Sin embargo, antes de que se hubiese por completo de aquel manto, su mantra le advirtió del peligro apenas un instante antes de que una especie de rayo saliese disparado hacia él, seguido de otros dos. El primero logró evadirlo por puro instinto, inclinando la cabeza hacia un lado. De haber sido alguien normal probablemente habría sentido el intenso calor del láser y habría recibido alguna que otra quemadura en la cara, pero no era el caso. Con los otros dos no fue tan afortunado, pues apenas consiguió desplazarse ligeramente antes de que le alcanzasen. Uno recorrió su costado derecho, produciéndole una larga herida a lo largo de este y, por primera vez en mucho tiempo, sintiendo el dolor de una quemadura. El tercero le dio en el dorso de la mano, cerca de uno de los nudillos de modo que perdió el dedo anular de la mano izquierda. La sangre recorrió su brazo mientras se llevaba la otra mano a la herida.
- Ugh... -apretó los dientes. Estaba dolorido, no solo por aquellas dos heridas, sino también por la que recorría una sección de su espalda.- Por suerte lo recuperaré en unos días -Aquello debió de ser resultado de otro dial. Su estilo de combate parecía basarse en la utilización de aquellos utensilios, apoyados por su espada. Si tenía más como ese tendría que extremar las precauciones. Quedarse quieto en el mismo sitio no era una opción.
Por suerte, el viento que había generado había servido para deshacer su escondite y ahora era capaz de ver su posición sin problemas. "Me toca." Comenzó a batir las alas al tiempo que todo su cuerpo se recubría de escamas doradas. Tal vez no sirviesen para detener por completo disparos como esos, pero eran mejor que nada. Mientras se desplazaba por el aire sin seguir ningún patrón concreto para que el albino no pudiera predecir su trayectoria, Akagami movió rápidamente el brazo intacto, generando una onda cortante que se desplazaba a toda velocidad hacia el espadachín. Hecho esto y desde otra posición, su boca y garganta pasaron a la forma híbrida, escupiendo inmediatamente después otra llamarada, mucho más potente que la anterior, desde la espalda del Yonkaikyo. Tras eso siguió desplazándose por el aire. No se dejaría alcanzar de nuevo y, si la situación se volvía más complicada, tenía preparado su próximo movimiento.
Senda del Dragón del Viento (las ráfagas) + Llamarada + Onda cortante (excalibur) [Haki de armadura nivel 1]
Se mantuvo atento, sin apartar la mirada de aquella barrera visual. Si creía que con eso impediría que le encontrase estaba completamente equivocado. En el momento en el que se había comenzado a generar la niebla comenzó a generar ráfagas de viento, de modo que conseguiría deshacerse de ella. Sin embargo, antes de que se hubiese por completo de aquel manto, su mantra le advirtió del peligro apenas un instante antes de que una especie de rayo saliese disparado hacia él, seguido de otros dos. El primero logró evadirlo por puro instinto, inclinando la cabeza hacia un lado. De haber sido alguien normal probablemente habría sentido el intenso calor del láser y habría recibido alguna que otra quemadura en la cara, pero no era el caso. Con los otros dos no fue tan afortunado, pues apenas consiguió desplazarse ligeramente antes de que le alcanzasen. Uno recorrió su costado derecho, produciéndole una larga herida a lo largo de este y, por primera vez en mucho tiempo, sintiendo el dolor de una quemadura. El tercero le dio en el dorso de la mano, cerca de uno de los nudillos de modo que perdió el dedo anular de la mano izquierda. La sangre recorrió su brazo mientras se llevaba la otra mano a la herida.
- Ugh... -apretó los dientes. Estaba dolorido, no solo por aquellas dos heridas, sino también por la que recorría una sección de su espalda.- Por suerte lo recuperaré en unos días -Aquello debió de ser resultado de otro dial. Su estilo de combate parecía basarse en la utilización de aquellos utensilios, apoyados por su espada. Si tenía más como ese tendría que extremar las precauciones. Quedarse quieto en el mismo sitio no era una opción.
Por suerte, el viento que había generado había servido para deshacer su escondite y ahora era capaz de ver su posición sin problemas. "Me toca." Comenzó a batir las alas al tiempo que todo su cuerpo se recubría de escamas doradas. Tal vez no sirviesen para detener por completo disparos como esos, pero eran mejor que nada. Mientras se desplazaba por el aire sin seguir ningún patrón concreto para que el albino no pudiera predecir su trayectoria, Akagami movió rápidamente el brazo intacto, generando una onda cortante que se desplazaba a toda velocidad hacia el espadachín. Hecho esto y desde otra posición, su boca y garganta pasaron a la forma híbrida, escupiendo inmediatamente después otra llamarada, mucho más potente que la anterior, desde la espalda del Yonkaikyo. Tras eso siguió desplazándose por el aire. No se dejaría alcanzar de nuevo y, si la situación se volvía más complicada, tenía preparado su próximo movimiento.
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Ícarus vio cómo su niebla era desplazada por unas ráfagas de viento. Extraño, el cielo. El birkan agarró su espada con firmeza, con ambas manos, y observó al hombre dragón, volando de forma errática. Pese a que podía verlo y sentir su aura, no parecía seguir ningún patrón de vuelo. Por suerte, eso ayudaría a la hora de evadir sus ataques, dado que le sería más sencillo apuntar. Ícarus no sabía qué más podía hacer aquel tipo, pero tan solo con su resistencia y la capacidad de lanzar fuego, podía ser un digno oponente.
El birkan vio cómo el dragón le lanzaba una fuerte onda cortante, por lo que interpuso su espada y lanzó una onda cortante. Ambos ataques chocaron, aunque el de Ícarus pudo destruir la onda rival, en parte debido a que estaba ya debilitada y en parte debido al manejo de la espada del chico.
- No está m... -una llamarada se acercaba hacia él, aunque algo debilitada, debido a la distancia entre él y el dragón. El chico decidió hacer frente al ataque con el dial que tenía preparado. Lo activó, y su zona se llenó de una niebla espesa y densa. Parecía estar en el interior de un baño turco. Las llamas llegaron hasta su posición, pero acabaron por extinguirse al atravesar la cortina de agua. El birkan aprovechó la ocasión para correr tras una de las formaciones de roca más altas y rebuscó en su faltriquera. Empezó a preparar una mezcla con un par de diales, buscando ganar tiempo. En su posición, el dragón tardaría en encontrarlo, más aún si volaba de aquella forma tan errática. De todos modos, y como no quería arriesgarse, colocó un dial en una roca a su lado y centró su mantra en el aura del hombre que volaba sobre el lugar. Cuando lo notase cerca, atacaría con todo.
El birkan vio cómo el dragón le lanzaba una fuerte onda cortante, por lo que interpuso su espada y lanzó una onda cortante. Ambos ataques chocaron, aunque el de Ícarus pudo destruir la onda rival, en parte debido a que estaba ya debilitada y en parte debido al manejo de la espada del chico.
- No está m... -una llamarada se acercaba hacia él, aunque algo debilitada, debido a la distancia entre él y el dragón. El chico decidió hacer frente al ataque con el dial que tenía preparado. Lo activó, y su zona se llenó de una niebla espesa y densa. Parecía estar en el interior de un baño turco. Las llamas llegaron hasta su posición, pero acabaron por extinguirse al atravesar la cortina de agua. El birkan aprovechó la ocasión para correr tras una de las formaciones de roca más altas y rebuscó en su faltriquera. Empezó a preparar una mezcla con un par de diales, buscando ganar tiempo. En su posición, el dragón tardaría en encontrarlo, más aún si volaba de aquella forma tan errática. De todos modos, y como no quería arriesgarse, colocó un dial en una roca a su lado y centró su mantra en el aura del hombre que volaba sobre el lugar. Cuando lo notase cerca, atacaría con todo.
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Una afilada sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio que había conseguido eludir ambos ataques. No entendía muy bien cómo aquella niebla había logrado surtir efecto en sus llamas. Era como... Agua. ¿Era posible aquello? En cualquier caso, debía andarse con ojo si no quería verse metido en problemas. La verdad es que aquel combate estaba logrando causar emoción en él, algo que llevaba sin sentir desde hacía mucho tiempo. Era un rival más que digno, con un potencial a la altura de su título. "Tal vez pueda ir con todo contra él." No tenía intención alguna de eliminarle, pues aunque los Yonkaikyos trabajasen para el gobierno su origen podía ser cualquiera. Piratas, cazadores, simples ciudadanos... De todo. Tan solo esperaba que pudiera resistir sus golpes... Y él los suyos.
- Bueno... No pienso tirarme el día esperando a que salgas de ahí -dijo, sintiendo su presencia allí abajo pero sin ser capaz de localizar con exactitud el lugar en el que el albino se encontraba- Tendré que hacerte salir para poder concluir con esto.
El tono era calmado y algo bajo, como si tan solo estuviese pensando en voz alta, hablando para sí mismo de modo que el otro no sería capaz de entender sus palabras. Ascendió un poco más para tener una mejor visión del lugar. "Si no puedo atacarle directamente... Siempre puedo atacar la zona entera." Akagami comenzó a volar en círculos por encima de aquella extraña niebla y sobre las rocas al tiempo que volvía a generar ráfagas para intentar dispersarla, aunque algo le decía que aquella vez no funcionaría. Demasiado espesa, tal vez. Adoptó su forma híbrida al completo para adquirir una mayor potencia en sus habilidades y, acto seguido, comenzó a escupir cloro, usando el mismo viento que generaba para esparcirlo por toda la zona, sin detenerse en ningún punto y manteniendo una distancia prudencial de las rocas. Ya le había atacado por sorpresa una vez, por lo que era más que seguro que volviera a intentarlo.
Nube de cloro
- Bueno... No pienso tirarme el día esperando a que salgas de ahí -dijo, sintiendo su presencia allí abajo pero sin ser capaz de localizar con exactitud el lugar en el que el albino se encontraba- Tendré que hacerte salir para poder concluir con esto.
El tono era calmado y algo bajo, como si tan solo estuviese pensando en voz alta, hablando para sí mismo de modo que el otro no sería capaz de entender sus palabras. Ascendió un poco más para tener una mejor visión del lugar. "Si no puedo atacarle directamente... Siempre puedo atacar la zona entera." Akagami comenzó a volar en círculos por encima de aquella extraña niebla y sobre las rocas al tiempo que volvía a generar ráfagas para intentar dispersarla, aunque algo le decía que aquella vez no funcionaría. Demasiado espesa, tal vez. Adoptó su forma híbrida al completo para adquirir una mayor potencia en sus habilidades y, acto seguido, comenzó a escupir cloro, usando el mismo viento que generaba para esparcirlo por toda la zona, sin detenerse en ningún punto y manteniendo una distancia prudencial de las rocas. Ya le había atacado por sorpresa una vez, por lo que era más que seguro que volviera a intentarlo.
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Ícarus empezó a sentir ráfagas de viento rodeando el lugar, y un gas verduzco empezó a caer sobre la zona. Por suerte para él, al estar en un lugar abierto, y debido a que el dragón había dispersado el gas para que abarcase todo el islote, no había mucha concentración en el aire. El brikan tosió levemente cuando el fuerte olor del gas llegó hasta él, y sonrió de forma leve.
- Bueno... probemos esto. -el chico empezó a soltar un montón de esferas de nubes que se hincharon y empezaron a elevarse en el aire. Algunas de ellas iban con sorpresa en su interior, y todas ellas crearían una zona entre las rocas y el dragón a modo de barrera de burbujas. Esto no impediría al cloro bajar, pero serían un verdadero incordio para el dragón. Entre las cosas que contenían las burbujas había pequeñas bombas, ácidos que podían llegar a irritar al chico pelirrojo, y por último nubes pegajosas, que se engancharían al dragón en cuanto tocase alguna de las burbujas. También había algunas vacías.
El birkan sonrió, y tiró de los hilos de nube que iban atados a los globos. Las burbujas blancas empezaron a moverse por el aire. El chico podía dirigirlas medianamente gracias a ellos, por lo que los interpondría entre el dragón y él si hacía falta. Además, mientras con una mano mantenía una barrera protectora, con la otra lanzó varias de las burbujas contra el chico dragón.
Burbujas sorpresa
- Bueno... probemos esto. -el chico empezó a soltar un montón de esferas de nubes que se hincharon y empezaron a elevarse en el aire. Algunas de ellas iban con sorpresa en su interior, y todas ellas crearían una zona entre las rocas y el dragón a modo de barrera de burbujas. Esto no impediría al cloro bajar, pero serían un verdadero incordio para el dragón. Entre las cosas que contenían las burbujas había pequeñas bombas, ácidos que podían llegar a irritar al chico pelirrojo, y por último nubes pegajosas, que se engancharían al dragón en cuanto tocase alguna de las burbujas. También había algunas vacías.
El birkan sonrió, y tiró de los hilos de nube que iban atados a los globos. Las burbujas blancas empezaron a moverse por el aire. El chico podía dirigirlas medianamente gracias a ellos, por lo que los interpondría entre el dragón y él si hacía falta. Además, mientras con una mano mantenía una barrera protectora, con la otra lanzó varias de las burbujas contra el chico dragón.
Burbujas sorpresa
- Un aviso:
- Dado que el angel no tiene ni idea de lo que hay en las burbujas, si te da con alguna habría que determinar aleatoriamente qué contiene cada una de las burbujas.
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- Salto:
- Como te dije, saltaría a las 48 horas... y te he dado más tiempo de margen...
Las burbujas impactaron en el dragón con toda su fuerza, y las pompas blancas empezaron a estallar, una tras otra, contra el cuerpo del reptil alado. Y todas ellas liberaron su carga contra el dragón.
"Plop"
Cuatro de las burbujas estaban vacías, ante lo que Ícarus gruñó. "Maldición" pensó. Además, ninguna de ellas parecía tener ácido. Aunque por suerte, unas cuantas explotaron y otras tantas se pegaron a las alas y cuerpo del hombre-dragón, endureciéndose al instante. Aquello provocaría una caída del chico, y con un poco de suerte, se precipitaría sobre el agua.
Ícarus preparó su espada y activó su mantra. No valía la pena confiar en que aquel ataque hubiera acabado con el pelirrojo, así que mejor mantenerse en guardia.
- Resultado de burbujas:
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Aquel ataque desconcertó por completo al pelirrojo, el cual no se esperaba que alguien pudiera tener ese tipo de habilidad. "Eso son... ¿Burbujas? ¿Cómo ha hecho eso?" No solo había formado una barrera, sino que además algunas de esas cosas se dirigían directas hacia él. Los problemas se multiplicaban: por un lado debía superar aquella defensa y, además, evadir aquél ataque. No estaba muy claro por qué, tal vez por la impresión del joven dragón o simplemente porque no fue capaz de reaccionar a tiempo, aquellas burbujas llegaron hasta él sin que siquiera su mantra pudiera advertirle de lo que ocurriría una vez el tocasen. Cuatro de ellas simplemente se esfumaron, como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, otras se adhirieron a su cuerpo al tiempo que unas cuantas explotaban. La fuerza de las explosiones fue brutal, alcanzándole de forma bastante directa. De no haber sido inmune al fuego probablemente aquél habría sido su fin, mas el daño que tuvo que soportar fue el de la propia fuerza de estas. Apretó los dientes mientras trataba de cubrirse, tan solo con un brazo ya que el otro había quedado atrapado por aquellas cosas, así como sus alas.
- Ugh... Mierda...
El choque le desoriento, e incluso el único sonido que percibió durante unos segundos era un agudo pitido que taladraba su cabeza. Mientras, comenzó a descender al verse incapaz de alzar el vuelo. "No queda otro remedio. Si esas pompas están cargadas con algo similar estoy acabado." Había llegado el momento de mostrarle todo su potencial al Yonkaikyo, que permanecía oculto bajo aquella blanca muralla. Su cuerpo incrementó de forma bastante notable el tamaño, convirtiéndose en un dragón dorado al completo. No se le ocurrió ninguna forma mejor de librarse de aquellas sujeciones. El "pegamento" se quebró ante aquel crecimiento desproporcionado y sus alas se batieron con fuerza, desprendiéndose de los pedazos que pudieran quedar y alzando un fuerte viento, al tiempo que generaba corrientes de aire ascendentes para elevarse rápidamente antes de impactar contra las burbujas.
Ni siquiera se detuvo a pensar algo más sofisticado para enfrentarle, se limitó a evadir el muro descendiendo más allá de sus bordes y trató de pasar por debajo, justo a la zona que había entre los dos montículos rocosos más grandes. No podía haber puesto aquella barrera para nada, definitivamente debía encontrarse allí. Se apoyó con las garras sobre las rocas y mantuvo su haki de observación activado. Le haría salir sí o sí. Por un lado, la temperatura allí se había visto incrementada notablemente, hasta el punto que de haber un material combustible ardería por sí solo. Confiaba en que su ahora más resistente coraza de escamas sirviera para detener los ataque de aquél tipo que, pese a poseer un haki superior al suyo, seguiría enfrentándose a un dragón. Además, supuso que no trataría de hacer descender el "techo de burbujas", puesto que si en aquellas pompas había más explosivas podría ser letal para él también. Comenzó a girar sobre sí mismo al tiempo que una poderosa llamarada, de forma incomparable respecto a las anteriores, surgía de sus fauces en un torbellino. Convertiría aquel sitio en un infierno si era necesario. Tras esto hizo lo propio con su aliento de cloro, tratando de abarcar todo el lugar. Estuviera donde estuviese, estaba seguro de que sería incapaz de verse protegido frente a todo eso... Y si conseguía sobrevivir y salía para hacerle frente, acabaría con aquel enfrentamiento de una vez por todas.
Llamarada + Cloro
- Ugh... Mierda...
El choque le desoriento, e incluso el único sonido que percibió durante unos segundos era un agudo pitido que taladraba su cabeza. Mientras, comenzó a descender al verse incapaz de alzar el vuelo. "No queda otro remedio. Si esas pompas están cargadas con algo similar estoy acabado." Había llegado el momento de mostrarle todo su potencial al Yonkaikyo, que permanecía oculto bajo aquella blanca muralla. Su cuerpo incrementó de forma bastante notable el tamaño, convirtiéndose en un dragón dorado al completo. No se le ocurrió ninguna forma mejor de librarse de aquellas sujeciones. El "pegamento" se quebró ante aquel crecimiento desproporcionado y sus alas se batieron con fuerza, desprendiéndose de los pedazos que pudieran quedar y alzando un fuerte viento, al tiempo que generaba corrientes de aire ascendentes para elevarse rápidamente antes de impactar contra las burbujas.
Ni siquiera se detuvo a pensar algo más sofisticado para enfrentarle, se limitó a evadir el muro descendiendo más allá de sus bordes y trató de pasar por debajo, justo a la zona que había entre los dos montículos rocosos más grandes. No podía haber puesto aquella barrera para nada, definitivamente debía encontrarse allí. Se apoyó con las garras sobre las rocas y mantuvo su haki de observación activado. Le haría salir sí o sí. Por un lado, la temperatura allí se había visto incrementada notablemente, hasta el punto que de haber un material combustible ardería por sí solo. Confiaba en que su ahora más resistente coraza de escamas sirviera para detener los ataque de aquél tipo que, pese a poseer un haki superior al suyo, seguiría enfrentándose a un dragón. Además, supuso que no trataría de hacer descender el "techo de burbujas", puesto que si en aquellas pompas había más explosivas podría ser letal para él también. Comenzó a girar sobre sí mismo al tiempo que una poderosa llamarada, de forma incomparable respecto a las anteriores, surgía de sus fauces en un torbellino. Convertiría aquel sitio en un infierno si era necesario. Tras esto hizo lo propio con su aliento de cloro, tratando de abarcar todo el lugar. Estuviera donde estuviese, estaba seguro de que sería incapaz de verse protegido frente a todo eso... Y si conseguía sobrevivir y salía para hacerle frente, acabaría con aquel enfrentamiento de una vez por todas.
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Ícarus siente cómo la presencia del chico alado parece aumentar, y al alzar la mirada observa un enorme dragón dorado volando por el cielo.
- Como sospechaba... -murmuró para sí mismo.
El enorme reptil alado rodeó la barrera de nubes, aunque Ícarus movía las burbujas gracias a los hilos (detalle que el dragón pareció olvidar) y unas pocas golpearon al aspirante, generando una fuerte explosión y empapándolo con ácido y algo más de pegamento. Sin embargo, el dragón parecía seguir, y empezó a lanzar fuego y cloro por toda la zona. Ícarus tosió, respirando con un poco de dificultad, demasiado gas. Con los ojos lagrimeando, sacó un dial, más grande que los que había usado hasta el momento, y en cuanto el dragón sobrevoló su posición, el chico salió de su refugio.
El islote se había convertido en un infierno de gas y fuego. Ícarus alzó la mirada y sacó su espada con la mano derecha, preparándose para combatir.
- ¡Acabemos con esto, Akagami Souh! -gritó desafiándolo. Lanzó una nube acuosa a su alrededor para extinguir las llamas y tener un sitio donde poder combatir más a gusto, y preparó su dial con la mano izquierda-. ¡Voy a ir con todo!
La nube acuosa lo rodeó en un área de un par de metros, por lo que estaría medianamente protegido del fuego mientras se mantuviese ahí, aunque el cloro le estaba dando verdaderos problemas. Aún podría aguantar un par de minutos antes de estar en peligro por inhalar el gas, así que debía aprovecharlos.
- Como sospechaba... -murmuró para sí mismo.
El enorme reptil alado rodeó la barrera de nubes, aunque Ícarus movía las burbujas gracias a los hilos (detalle que el dragón pareció olvidar) y unas pocas golpearon al aspirante, generando una fuerte explosión y empapándolo con ácido y algo más de pegamento. Sin embargo, el dragón parecía seguir, y empezó a lanzar fuego y cloro por toda la zona. Ícarus tosió, respirando con un poco de dificultad, demasiado gas. Con los ojos lagrimeando, sacó un dial, más grande que los que había usado hasta el momento, y en cuanto el dragón sobrevoló su posición, el chico salió de su refugio.
El islote se había convertido en un infierno de gas y fuego. Ícarus alzó la mirada y sacó su espada con la mano derecha, preparándose para combatir.
- ¡Acabemos con esto, Akagami Souh! -gritó desafiándolo. Lanzó una nube acuosa a su alrededor para extinguir las llamas y tener un sitio donde poder combatir más a gusto, y preparó su dial con la mano izquierda-. ¡Voy a ir con todo!
La nube acuosa lo rodeó en un área de un par de metros, por lo que estaría medianamente protegido del fuego mientras se mantuviese ahí, aunque el cloro le estaba dando verdaderos problemas. Aún podría aguantar un par de minutos antes de estar en peligro por inhalar el gas, así que debía aprovecharlos.
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Algunas de las pompas de la barrera se habían desplazado, alcanzando al enorme dragón dorado y expulsando lo que parecía ser ácido, así como otra explosión y un poco más de aquella sustancia pegajosa, la cual no era suficiente para frenar el enorme cuerpo del dragón. El ácido y el impacto de la explosión le suponían ciertas molestias, sobre todo el primero, aunque por suerte sus escamas habían servido ligeramente de pantalla. Le quemaba, sensación que llevaba demasiado tiempo sin vivir. Sin embargo, había logrado su objetivo: Ícarus había salido de su escondite para plantarle cara. Gracias a una nube similar a la que había usado para protegerse de una de sus primeras llamaradas consiguió extinguir el fuego de la zona en la que se encontraba, aunque no parecía ser efectivo contra el cloro. Le incitó a terminar el combate de una vez por todas, y el joven dragón respondería ante ello.
- Bien. Acabemos con esto -le dijo con una voz mucho más estridente e intimidante, que casi hacía vibrar el suelo por su fuerza.
Antes no había podido usar su ataque más poderoso, ya que por culpa de la barrera no sabía la posición exacta del albino... Pero ahora la situación había cambiado. Le tenía ahí, justo delante de él. "Puede que esa cosa le proteja algo del fuego, pero no podrá con el infierno que le viene encima." Existía la posibilidad de que las burbujas de arriba estallasen, aunque lo único que le preocupaba era que estas estuviesen cargadas de ácido. Estaban demasiado altas como para que las explosiones supusieran un problema y ese "pegamento" no le llegaba a intimidar demasiado. A fin de cuentas, estaba seguro de que el angelito no sería capaz de superar su próximo movimiento. "Allá vamos." Con un leve movimiento de su garra generó una onda cortante en horizontal que abarcaría todo el área en el que se encontraba el Yonkaikyo, al mismo tiempo que sus ráfagas de viento comenzaban a concentrar la nube de cloro alrededor de esa zona, más allá de los límites de su barrera. Sin embargo, aquello tan solo era una distracción para lanzar su ataque principal. El cielo rugió de rabia, como si hubiese comenzado una tormenta, relampagueando... ¿O acaso era otra cosa? Todo un infierno descendió de este... Una tormenta de fuego que cubriría casi en su totalidad aquella plataforma rocosa. Ser inmune al fuego tenía sus ventajas, y una de ellas era la de poder permanecer allí sin peligro a calcinarse. El pelirrojo se mantuvo alerta, preparándose para alzar el vuelo a la menor señal de peligro. Estaba seguro de que su protección no resistiría aquello, pero probablemente lanzase su movimiento más poderoso como respuesta.
Onda cortante [Haki de armadura nivel 1] + Nube de cloro + Tormenta de Fuego
- Bien. Acabemos con esto -le dijo con una voz mucho más estridente e intimidante, que casi hacía vibrar el suelo por su fuerza.
Antes no había podido usar su ataque más poderoso, ya que por culpa de la barrera no sabía la posición exacta del albino... Pero ahora la situación había cambiado. Le tenía ahí, justo delante de él. "Puede que esa cosa le proteja algo del fuego, pero no podrá con el infierno que le viene encima." Existía la posibilidad de que las burbujas de arriba estallasen, aunque lo único que le preocupaba era que estas estuviesen cargadas de ácido. Estaban demasiado altas como para que las explosiones supusieran un problema y ese "pegamento" no le llegaba a intimidar demasiado. A fin de cuentas, estaba seguro de que el angelito no sería capaz de superar su próximo movimiento. "Allá vamos." Con un leve movimiento de su garra generó una onda cortante en horizontal que abarcaría todo el área en el que se encontraba el Yonkaikyo, al mismo tiempo que sus ráfagas de viento comenzaban a concentrar la nube de cloro alrededor de esa zona, más allá de los límites de su barrera. Sin embargo, aquello tan solo era una distracción para lanzar su ataque principal. El cielo rugió de rabia, como si hubiese comenzado una tormenta, relampagueando... ¿O acaso era otra cosa? Todo un infierno descendió de este... Una tormenta de fuego que cubriría casi en su totalidad aquella plataforma rocosa. Ser inmune al fuego tenía sus ventajas, y una de ellas era la de poder permanecer allí sin peligro a calcinarse. El pelirrojo se mantuvo alerta, preparándose para alzar el vuelo a la menor señal de peligro. Estaba seguro de que su protección no resistiría aquello, pero probablemente lanzase su movimiento más poderoso como respuesta.
Onda cortante [Haki de armadura nivel 1] + Nube de cloro + Tormenta de Fuego
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Ícarus vio al dragón gritar. Más que gritar, casi parecía emitir un potente rugido, y el Birkan supo que había enfadado al hombre. Una media sonrisa apareció en su rostro. Aquello era justo lo que quería, que se mostrase con todo su poder. El dragón lanzó una poderosa onda cortante en horizontal, ante lo que el ángel hizo un rápido movimiento con su hoja, lanzando una vertical. Por mucho que lo intentase, a aquella distancia el dragón era incapaz de ganarle con una onda cortante. Las ondas chocaron, y la horizontal se partió en dos, impactando a ambos lados de Ícarus. Y entonces todas las burbujas empezaron a estallar, de forma casi simultánea, liberando su contenido, mientras una lluvia de gas verduzco y fuego caía sobre el Birkan.
- Así que hemos llegado a esto... -murmuró el Yonkaikyo-. Está bien... ¡NUBEGGEDON! -gritó mientras apuntaba con su dial al aire, justo al centro del islote, y disparaba su carga.
Inmediatamente echó a correr hacia el agua, que estaba a unos cuantos metros, cinco, para ser más exactos. La esfera que acababa de lanzar con el dial llegó al centro del islote, y en un instante explotó, expandiéndose como un enorme grano de maíz en un microondas, absorbiendo todo a su alrededor, incluidas el ácido de las burbujas que estaban sobre el dragón. Ícarus respiró hondo y saltó, para acabar cayendo al agua. La corriente lo empujó contra las rocas, provocándole un fuerte dolor en la pierna derecha (posiblemente una rotura o una fractura), mientras el fuego y el gas reinaban en la superficie. Por suerte para el Birkan, los de su raza tenían un aguante superior, debido a su clima habitual a 10.000 metros de altura, por lo que podría aguantar un par de minutos bajo el agua mientras sobre él el infierno se desataba. Clavó su espada en la roca submarina para evitar ser arrastrado por la corriente y esperó hasta que el fuego sobre él dejó de extenderse. Entonces, salió con dificultad, sacando la espada de la roca y respiró aire con ansia. Frente a él, una enorme esfera ocupaba el lugar en el que antes estaba el islote. Las nubes estaban pensadas para degradarse tras un rato, por suerte, así que el lugar volvería a la normalidad tras una hora y pico. ¿Qué habría pasado con el chico dragón? El Birkan se arrastró con dificultad fuera del agua y suspiró. Esperaba no haberse pasado, se sentiría mal si aquello había tenido consecuencias letales. Por suerte, el Nubeggedon no solía ser letal, tan solo era una técnica para finalizar el combate sin víctimas. Ahora sólo quedaba esperar...
¡NUBEGGEDON!
- Así que hemos llegado a esto... -murmuró el Yonkaikyo-. Está bien... ¡NUBEGGEDON! -gritó mientras apuntaba con su dial al aire, justo al centro del islote, y disparaba su carga.
Inmediatamente echó a correr hacia el agua, que estaba a unos cuantos metros, cinco, para ser más exactos. La esfera que acababa de lanzar con el dial llegó al centro del islote, y en un instante explotó, expandiéndose como un enorme grano de maíz en un microondas, absorbiendo todo a su alrededor, incluidas el ácido de las burbujas que estaban sobre el dragón. Ícarus respiró hondo y saltó, para acabar cayendo al agua. La corriente lo empujó contra las rocas, provocándole un fuerte dolor en la pierna derecha (posiblemente una rotura o una fractura), mientras el fuego y el gas reinaban en la superficie. Por suerte para el Birkan, los de su raza tenían un aguante superior, debido a su clima habitual a 10.000 metros de altura, por lo que podría aguantar un par de minutos bajo el agua mientras sobre él el infierno se desataba. Clavó su espada en la roca submarina para evitar ser arrastrado por la corriente y esperó hasta que el fuego sobre él dejó de extenderse. Entonces, salió con dificultad, sacando la espada de la roca y respiró aire con ansia. Frente a él, una enorme esfera ocupaba el lugar en el que antes estaba el islote. Las nubes estaban pensadas para degradarse tras un rato, por suerte, así que el lugar volvería a la normalidad tras una hora y pico. ¿Qué habría pasado con el chico dragón? El Birkan se arrastró con dificultad fuera del agua y suspiró. Esperaba no haberse pasado, se sentiría mal si aquello había tenido consecuencias letales. Por suerte, el Nubeggedon no solía ser letal, tan solo era una técnica para finalizar el combate sin víctimas. Ahora sólo quedaba esperar...
¡NUBEGGEDON!
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Aquello se estaba convirtiendo en un verdadero infierno de fuego y gas venenoso, el que probablemente se había convertido en su ataque más letal hasta el momento. No se le había pasado por la cabeza matar al Yonkaikyo, y realmente esperaba que aquello no le quitase la vida, pero... Tal vez se estaba pasando un poco. Mientras las llamas y el gas lo cubrían todo, Akagami volvió a su forma humana sin dejar de observar la situación. Estaba bastante cansado tras haber usado aquello aunque aún podría seguir, no con tanta potencia, pero sí la suficiente. "Ventajas de ser un dragón, supongo." Sin embargo, algo no iba bien: el albino no solo parecía calmado, sino que además estaba... ¿Sonriendo? Tenía pensado algo, sin duda, y tras lo que había podido aprender de él en ese enfrentamiento sabía que sería peligroso. Observó cómo se preparaba para disparar un dial e inmediatamente después salía disparado hacia el agua. El pelirrojo abrió los ojos como platos.
- ¡Mierda! -exclamó al tiempo que giraba, cargándose de electricidad.
Se lanzó en dirección contraria extendiendo el brazo hacia delante, a una velocidad de 23 m/s al tiempo que hacía aparecer de nuevo sus alas, sin transformarse. Se había salido del islote y por poco cae al mar, aunque no habría sabido decir qué habría sido peor, si eso o si haber permanecido en la isla. Tuvo que generar más ráfagas de viento para elevarse y no estrellarse contra el agua, alzando el vuelo aunque manteniéndose en el aire más por el viento que había generado que el batir de sus alas, que permanecían desplegadas. Al menos así podría descansar un poco... El tiempo que le diese de cuartelillo aquél Yonkaikyo, que se había convertido de lejos en el rival más duro al que había tenido que enfrentar. No daba crédito a lo que sus ojos le mostraban. El islote en el que se había desarrollado el encuentro ahora era una enorme nube que lo cubría todo.
- ¿Cómo ha hecho eso? -musitó sin ser capaz de desviar la mirada de aquella monstruosidad, aliviado por haber conseguido salir de allí a tiempo. De haber sido tragado por esa nube tal vez no lo hubiese contado. Ese tipo era más peligroso de lo que habría llegado a creer y aquello era la prueba que lo demostraba. Hablando del angelito... ¿Dónde estaba?
Su tormenta de fuego había cesado y, junto a ella, el cloro se había desvanecido en el interior de aquella cosa. Seguía sintiendo la presencia del albino pero... ¿Acaso había podido sobrevivir a aquello? El agua debería haberle hecho trizas. Tras un rato recorriendo con la mirada el sitio pudo observar al albino alcanzar la "costa", subiendo de nuevo al montículo rocoso con algo de dificultad. Tal vez estuviera herido... Entre jadeo y jadeo una leve sonrisa se dibujó en el rostro del dragón, que se alegraba de que hubiera logrado sobrevivir a aquel caos. La pregunta ahora era... ¿Serían capaces de continuar con el combate? Mientras trataba de responderla el pelirrojo se colocó sobre el yonkaikyo, aún en el aire, bastante alejado de aquella nube. Pudieran o no, desde luego no sería con la misma energía que antes.
- Eso... No ha estado mal -le dijo en voz lo suficientemente alta como para que le escuchara, aún jadeando- La verdad es que no esperaba que fueses a ser tan duro de roer.
- ¡Mierda! -exclamó al tiempo que giraba, cargándose de electricidad.
Se lanzó en dirección contraria extendiendo el brazo hacia delante, a una velocidad de 23 m/s al tiempo que hacía aparecer de nuevo sus alas, sin transformarse. Se había salido del islote y por poco cae al mar, aunque no habría sabido decir qué habría sido peor, si eso o si haber permanecido en la isla. Tuvo que generar más ráfagas de viento para elevarse y no estrellarse contra el agua, alzando el vuelo aunque manteniéndose en el aire más por el viento que había generado que el batir de sus alas, que permanecían desplegadas. Al menos así podría descansar un poco... El tiempo que le diese de cuartelillo aquél Yonkaikyo, que se había convertido de lejos en el rival más duro al que había tenido que enfrentar. No daba crédito a lo que sus ojos le mostraban. El islote en el que se había desarrollado el encuentro ahora era una enorme nube que lo cubría todo.
- ¿Cómo ha hecho eso? -musitó sin ser capaz de desviar la mirada de aquella monstruosidad, aliviado por haber conseguido salir de allí a tiempo. De haber sido tragado por esa nube tal vez no lo hubiese contado. Ese tipo era más peligroso de lo que habría llegado a creer y aquello era la prueba que lo demostraba. Hablando del angelito... ¿Dónde estaba?
Su tormenta de fuego había cesado y, junto a ella, el cloro se había desvanecido en el interior de aquella cosa. Seguía sintiendo la presencia del albino pero... ¿Acaso había podido sobrevivir a aquello? El agua debería haberle hecho trizas. Tras un rato recorriendo con la mirada el sitio pudo observar al albino alcanzar la "costa", subiendo de nuevo al montículo rocoso con algo de dificultad. Tal vez estuviera herido... Entre jadeo y jadeo una leve sonrisa se dibujó en el rostro del dragón, que se alegraba de que hubiera logrado sobrevivir a aquel caos. La pregunta ahora era... ¿Serían capaces de continuar con el combate? Mientras trataba de responderla el pelirrojo se colocó sobre el yonkaikyo, aún en el aire, bastante alejado de aquella nube. Pudieran o no, desde luego no sería con la misma energía que antes.
- Eso... No ha estado mal -le dijo en voz lo suficientemente alta como para que le escuchara, aún jadeando- La verdad es que no esperaba que fueses a ser tan duro de roer.
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El Yonkaikyo sonrió, cansado, al chico que se había enfrentado a él.
- Ciertamente, no me esperaba un combate tan ajustado. Pero creo que si seguimos así, alguno de los dos podría salir mal parado -Ícarus se levantó del suelo, con dificultad. La pierna le dolía debido al golpe que se había llevado-. Y tampoco quiero que eso pase. ¿Estás de acuerdo en considerar esto como un empate? -preguntó, tendiéndole la mano.
Ícarus no necesitaba más daño, se había demostrado que sus niveles estaban igualados, y que no había por qué seguir aquel combate.
- Ciertamente, no me esperaba un combate tan ajustado. Pero creo que si seguimos así, alguno de los dos podría salir mal parado -Ícarus se levantó del suelo, con dificultad. La pierna le dolía debido al golpe que se había llevado-. Y tampoco quiero que eso pase. ¿Estás de acuerdo en considerar esto como un empate? -preguntó, tendiéndole la mano.
Ícarus no necesitaba más daño, se había demostrado que sus niveles estaban igualados, y que no había por qué seguir aquel combate.
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El pelirrojo se quedó mirando la mano del que hasta ese momento había sido su adversario. ¿Qué debía hacer? Algo le decía que no podía echarse atrás, que debía pelear hasta el final fuera cual fuera el precio a pagar por ello, pero... ¿Realmente era así? Aquel puesto le otorgaría protección tanto a él como a sus compañeros de tripulación, pero si moría en el intento de conseguirlo no serviría de nada. Ambos estaban destrozados, podía verse a simple vista, y de continuar así podrían acabar muy mal. "Anna..." La misma situación para ella. Si perdía su vida ese día no podría llegar hasta ella. No sería capaz de cumplir la promesa que le hizo antes de separarse. Entonces... ¿Debía aceptar el empate?
- Hay muchas cosas que me echan hacia atrás. Que me dicen que no debo detenerme ahora.
Poco a poco comenzó a descender hasta situarse justo frente al albino, aún manteniéndose en el aire gracias a sus alas y al viento que generaba. Su expresión no mostraba nada, tan solo miraba la mano del yonkaikyo sin pronunciar palabra o sonido alguno. Tras lo que debieron ser un unos quince segundos, continuó.
- Esto, como tu has dicho, se tratará de un empate. Algún día volveré a retarte para zanjar nuestro enfrentamiento -le respondió, justo antes de estrechar su mano. Tal vez aquello fuese un movimiento arriesgado, pero algo le decía que podía confiar en él. Al fin y al cabo, es en combate donde mejor se pueden conocer las personas- Procura conservar tu puesto hasta entonces, Ícarus -concluyó, con una ligera sonrisa, mirándole ahora a los ojos.
- Hay muchas cosas que me echan hacia atrás. Que me dicen que no debo detenerme ahora.
Poco a poco comenzó a descender hasta situarse justo frente al albino, aún manteniéndose en el aire gracias a sus alas y al viento que generaba. Su expresión no mostraba nada, tan solo miraba la mano del yonkaikyo sin pronunciar palabra o sonido alguno. Tras lo que debieron ser un unos quince segundos, continuó.
- Esto, como tu has dicho, se tratará de un empate. Algún día volveré a retarte para zanjar nuestro enfrentamiento -le respondió, justo antes de estrechar su mano. Tal vez aquello fuese un movimiento arriesgado, pero algo le decía que podía confiar en él. Al fin y al cabo, es en combate donde mejor se pueden conocer las personas- Procura conservar tu puesto hasta entonces, Ícarus -concluyó, con una ligera sonrisa, mirándole ahora a los ojos.
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