Theo Thawne
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Akuma no mi
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Theo se encontraba en un pequeño claro, con dos tiendas de campaña que acababa de montar. Frente a estas, había una hoguera que habían encendido para pasar la noche, pues ya estaba oscureciendo. Lowell había ido a buscar algo de comida al interior de la isla, mientras la muchacha montaba todo lo necesario para poder dormir. Había pasado un mes desde que se conocieron y, tan sólo una semana atrás, este le había regalado a ella una Akuma No Mi, contándole la historia de que se la había cambiado a un mapache por una bolsa de pistachos o algo así. Por supuesto, Theo no creía tal historia, pero agradeció el gesto y Lowell se convirtió, para ella, en un gran amigo.
Theo se quedó observando aquella fruta, frente al fuego, esperando que Lowell volviese y pudieran dormir. Tal vez... Theo debería... comérsela. No sabía lo que le otorgaría ni lo que le haría, pero... Ella quería ser mas fuerte. En la banda no destacaba precisamente por ser la más poderosa y... necesitaba hacerse más fuerte para poder proteger a los suyos y... vengarse de Leonard.
Tras pensar en Leonard y lo que le hizo a Leyla, mordió la fruta sin dudarlo. Era demasiado grande para comérsela de un bocado, pero la devoró. Odiaba la fruta, pero odiaba mas a Leonard. La devoró en segundos y, tras ello, volvió a mirar al fuego.
Le empezaron a rugir las tripas y empezó a sentir un pequeño malestar y dolor de cabeza, no le dio importancia y, simplemente, siguió esperando a Lowell.
Theo se quedó observando aquella fruta, frente al fuego, esperando que Lowell volviese y pudieran dormir. Tal vez... Theo debería... comérsela. No sabía lo que le otorgaría ni lo que le haría, pero... Ella quería ser mas fuerte. En la banda no destacaba precisamente por ser la más poderosa y... necesitaba hacerse más fuerte para poder proteger a los suyos y... vengarse de Leonard.
Tras pensar en Leonard y lo que le hizo a Leyla, mordió la fruta sin dudarlo. Era demasiado grande para comérsela de un bocado, pero la devoró. Odiaba la fruta, pero odiaba mas a Leonard. La devoró en segundos y, tras ello, volvió a mirar al fuego.
Le empezaron a rugir las tripas y empezó a sentir un pequeño malestar y dolor de cabeza, no le dio importancia y, simplemente, siguió esperando a Lowell.
Lowell
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Ains... ¿¡De quién demonios fue la idea de ir a por comida en una isla llena de malditos dinosaurios!? Por suerte, ya había venido aquí con anterioridad y, gracias a ello, aunque sea me podía guiar un mínimo, además de conocer algunas especies de dinosaurios. Por suerte, a pesar de lo que destacaba un pez de 2'20, azul, en mitad de la jungla, ningún dinosaurio se acercó a mí. Ya fuera por mera intimidación o por sigilo, estaba avanzando a la mayor maleza de la isla sin problema alguno en el camino. Aunque también..., necesitaba carne. Así, me levanté del cercano suelo, delatando mi presencia a todo animal que estuviera cerca mía.
Me serviría bastante ser biólogo ahora mismo, pues la cantidad de dinosaurios que se percataron de mi presencia no era pequeña. Milagrosamente, solamente dos resultaron ser carnívoros o, al menos, abiertamente hostiles. No gozaban de un gigantesco tamaño, pues no superarían los 4 metros de altura. Desenvainé la espada ligera y la clavé a la altura de la pata del dinosaurio, haciendo que éste soltara un grito. A partir de ahí, solamente la saqué e hice un corte en el cuello, haciendo que se desangrara en pocos segundos y cayera al suelo, desmayado. El otro, simplemente se lanzó hacia mí de un salto. Perdí la compostura por un momento, mas cogí la espada de manera horizontal y le golpeé en la cabeza al enemigo cual martillo, intentando no pasar la barrera de la fuerza y matarlo. Cayó al suelo como el otro, pero éste aún respiraba. Rápidamente, recogí las partes de carne que me interesaban del cadáver y envainé la espada, para terminar corriendo en dirección al campamento.
Ya allí, no fue demasiado difícil. La chica me esperaba con todo en su sitio y, así, utilicé la espada pesada de ''mesa''. Corté la carne rápidamente, intentando que saliera de la manera más perfecta posible solamente por obtener una mejor presentación y terminé por limpiar la carne con un poco de agua potable que tenía cerca. Ya cortada, cogí uno de los cazos que habíamos ''cogido'' del barco y la puse encima de la hoguera, a una distancia prudente, sujeto a una rama. Allí puse la carne para que se calentara y no comer carne cruda, y ya en su punto, quité el cazo del fuego y vertí la carne en un plato, para luego echar una salsa improvisada. Le di el plato a Theo, advirtiéndole sobre que se podía quemar, para luego cocinar otro trozo de carne y hacer exactamente lo mismo. Ya sentado y comiendo, le dije:
-Perdona la presentación, pero es que no tengo instrumentos de cocina a mano...
Me serviría bastante ser biólogo ahora mismo, pues la cantidad de dinosaurios que se percataron de mi presencia no era pequeña. Milagrosamente, solamente dos resultaron ser carnívoros o, al menos, abiertamente hostiles. No gozaban de un gigantesco tamaño, pues no superarían los 4 metros de altura. Desenvainé la espada ligera y la clavé a la altura de la pata del dinosaurio, haciendo que éste soltara un grito. A partir de ahí, solamente la saqué e hice un corte en el cuello, haciendo que se desangrara en pocos segundos y cayera al suelo, desmayado. El otro, simplemente se lanzó hacia mí de un salto. Perdí la compostura por un momento, mas cogí la espada de manera horizontal y le golpeé en la cabeza al enemigo cual martillo, intentando no pasar la barrera de la fuerza y matarlo. Cayó al suelo como el otro, pero éste aún respiraba. Rápidamente, recogí las partes de carne que me interesaban del cadáver y envainé la espada, para terminar corriendo en dirección al campamento.
Ya allí, no fue demasiado difícil. La chica me esperaba con todo en su sitio y, así, utilicé la espada pesada de ''mesa''. Corté la carne rápidamente, intentando que saliera de la manera más perfecta posible solamente por obtener una mejor presentación y terminé por limpiar la carne con un poco de agua potable que tenía cerca. Ya cortada, cogí uno de los cazos que habíamos ''cogido'' del barco y la puse encima de la hoguera, a una distancia prudente, sujeto a una rama. Allí puse la carne para que se calentara y no comer carne cruda, y ya en su punto, quité el cazo del fuego y vertí la carne en un plato, para luego echar una salsa improvisada. Le di el plato a Theo, advirtiéndole sobre que se podía quemar, para luego cocinar otro trozo de carne y hacer exactamente lo mismo. Ya sentado y comiendo, le dije:
-Perdona la presentación, pero es que no tengo instrumentos de cocina a mano...
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Lowell no tardó en llegar. Vino con comida, concretamente con una enorme pata de dinosaurio, pero Theo seguía pensando en sus cosas, abrazada a sus propias rodillas y observando el fuego mientras cocinaba la carne. ¿Había hecho mal en comerse aquella fruta? ¿Qué ocurriría?
Lowell le tendió el plato, avisando de que podría quemarse. Pero a Theo le da igual, tenía mucha hambre y solo había comido una asquerosa fruta. Cogió el plato y empezó a devorar con velocidad todo lo que había en él, aunque abrasara su garganta.
Después de cenar la noche cayó y Theo entró en su tienda de campaña. Le preocupaba que Lowell no descansara, pero se quedaba despierto y de guardia. Se tumbó entre las sábanas y cerró los ojos, intentando dormir.
Pasaron dos horas y no lo conseguía. Cada vez se encontraba peor y su cuerpo sudaba por el calor. Se había despojado ya de las sábanas pero aún así no podía, era como si tuviera fiebre y no pudiese librarse de ella. Se retorcía en la cama y sus músculos dolían. Casi como sí... cambiaran.
Lowell le tendió el plato, avisando de que podría quemarse. Pero a Theo le da igual, tenía mucha hambre y solo había comido una asquerosa fruta. Cogió el plato y empezó a devorar con velocidad todo lo que había en él, aunque abrasara su garganta.
Después de cenar la noche cayó y Theo entró en su tienda de campaña. Le preocupaba que Lowell no descansara, pero se quedaba despierto y de guardia. Se tumbó entre las sábanas y cerró los ojos, intentando dormir.
Pasaron dos horas y no lo conseguía. Cada vez se encontraba peor y su cuerpo sudaba por el calor. Se había despojado ya de las sábanas pero aún así no podía, era como si tuviera fiebre y no pudiese librarse de ella. Se retorcía en la cama y sus músculos dolían. Casi como sí... cambiaran.
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Terminamos de comer rápidamente, y noté como la chica estaba un poco más ensimismada de no lo normal, sin mediar palabra conmigo. Atento a mi comida, cada tanto tiempo echaba un reojo hacia ella, pues me preocupaba que estuviera así. Quizás me quería evitar... En cuanto terminamos, recogí todo lo que había usado y lo dejé bien ordenado, para sentarme en una roca con las piernas cruzadas y observando al mar. Como siempre, empecé a filosofar y preguntarme mi origen mirando hacia allí, siendo interrupida varias veces por suspiros desesperados provenientes de la chica, ya intentando dormir en su tienda de campaña.
Bastante preocupado, me levanté y me acerqué a la puerta de la tienda de campaña, abriéndola y poniéndome de cuclillas para que me viera la cara y quizás se tranquilizara un poco. La chica estaba empapado en sudor, lo que terminó por ponerme aún más tenso y haciendo que pensara que podía tener. Simplemente, sería fiebre. Aquí no teníamos nada en especial para curarla, así que lo mejor sería llevarla y que se diera un baño para no quedarse tan pegajosa. Ya mañana avisaríamos a Byakuro y la trataríamos en el barco.
-Ains... Anda, vamos a la playa a que se te quite el sudor y te tranquilices.
Tendí la mano dentro de la tienda de campaña con una sonrisa calmante en mi cara, esperando que la tomara para salir de allí y emprender rumbo a la playa, puede que con ella subida a la espalda si no se veía con fuerzas suficientes para ir.
Bastante preocupado, me levanté y me acerqué a la puerta de la tienda de campaña, abriéndola y poniéndome de cuclillas para que me viera la cara y quizás se tranquilizara un poco. La chica estaba empapado en sudor, lo que terminó por ponerme aún más tenso y haciendo que pensara que podía tener. Simplemente, sería fiebre. Aquí no teníamos nada en especial para curarla, así que lo mejor sería llevarla y que se diera un baño para no quedarse tan pegajosa. Ya mañana avisaríamos a Byakuro y la trataríamos en el barco.
-Ains... Anda, vamos a la playa a que se te quite el sudor y te tranquilices.
Tendí la mano dentro de la tienda de campaña con una sonrisa calmante en mi cara, esperando que la tomara para salir de allí y emprender rumbo a la playa, puede que con ella subida a la espalda si no se veía con fuerzas suficientes para ir.
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El calor apresaba a Theo. Su vista se nublaba aunque no se hacía peor. Era extraño, era como sí... se agudizara. Empezaron a picarle los brazos de forma infernal, como si algo quisiera salir de ellos. Oyó la voz de Lowell diciendo algo que no pudo entender o no le prestó atención por su estado. Theo quiso decirle que estaba bien, que se le pasaría.
- Es... estoy...
Sus ojos se abrieron de golpe, mostrando que ya no tenían la forma de antes. La pupila se había alargado hasta parecer la de un reptil. Sus piernas se empezaron a malformar, alargándose, con sus garras crecientes. Su cuerpo se llenó de plumas, concretamente en los brazos, formando unas pequeñas alas. Su morro se alargó y su cuerpo se dobló hacía delante.
La cazadora se vio apresada en una jaula de un material blando. Se revolvió y desgarró la tela del lugar en el que estaba, escapando de allí y... asustando a alguien. ¡La cazadora no estaba sola! La presa estaba allí, junto a la cazadora. Ella simplemente le gritó, queriendo intimidarlo. Estaba sola, no tenía compañeros cazadores. ¿Cómo iba a poder hacerle nada a una presa tan grande? Era incluso mas grande que la cazadora. Volvió a gritar a la presa, soltando un fuerte ¡CAW! y se dio la vuelta. La cazadora se adentró en la selva a toda velocidad que sus piernas le permitían, haciendo un fuerte ruido a cada paso que daba en su carrera.
- Es... estoy...
Sus ojos se abrieron de golpe, mostrando que ya no tenían la forma de antes. La pupila se había alargado hasta parecer la de un reptil. Sus piernas se empezaron a malformar, alargándose, con sus garras crecientes. Su cuerpo se llenó de plumas, concretamente en los brazos, formando unas pequeñas alas. Su morro se alargó y su cuerpo se dobló hacía delante.
- Spoiler:
La cazadora se vio apresada en una jaula de un material blando. Se revolvió y desgarró la tela del lugar en el que estaba, escapando de allí y... asustando a alguien. ¡La cazadora no estaba sola! La presa estaba allí, junto a la cazadora. Ella simplemente le gritó, queriendo intimidarlo. Estaba sola, no tenía compañeros cazadores. ¿Cómo iba a poder hacerle nada a una presa tan grande? Era incluso mas grande que la cazadora. Volvió a gritar a la presa, soltando un fuerte ¡CAW! y se dio la vuelta. La cazadora se adentró en la selva a toda velocidad que sus piernas le permitían, haciendo un fuerte ruido a cada paso que daba en su carrera.
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La chica esbozó unas pequeñas palabras antes de que su piel tornara de un extraño color rosado, para que le crecieran pequeñas plumas. En éste momento, le puse la mano en el hombro con las pupilas muy dilatadas por la tensión y el propio miedo de lo que le pudiera pasar, para intentar que me dijera lo que le pasara.
-¿¡Theo!? ¿¡Qué te ocurre!?
La chica siguió transformándose con mi mano aún en su hombro, para terminar conviriténdose en una especie de ave con largas patas. Lo que más me preocupaba no era el cambio, sino más bien que siguiera siendo ella y su mente no hubiera sido alterada de alguna manera extraña. Y, al parecer, mis temores se cumplieron. El dinosaurio rompió la tela de la tienda de campaña y se alejó de mí, para quedarse mirándome y terminar yéndose a gran velocidad entre la maleza. Me quedé anonadado por un segundo, mas no era el momento para quedarme quieto. Vi que el sombrero que siempre llevaba y trataba con tanto cariño había salido volando en el momento de romper la tela, así que pegué un salto y lo cogí en el brazo, colgándolo al cuello para que no se me perdiera. Salí corriendo a por ella, sin mucho efecto pues la diferencia de velocidad era notable.
Trepé a un árbol para ver todo mucho mejor, pero las altas copas de los árboles de jungla ocupaban toda la visión e invadían las zonas altas, haciendo que me tuviera que conformar con algunas ramas gruesas que había a la altura de unos diez u once metros. Corriendo por ellas, aprovechando la cercanía de éstos, intenté seguir al rápido dinosaurio que ya había perdido de vista.
-¿¡Theo!? ¿¡Qué te ocurre!?
La chica siguió transformándose con mi mano aún en su hombro, para terminar conviriténdose en una especie de ave con largas patas. Lo que más me preocupaba no era el cambio, sino más bien que siguiera siendo ella y su mente no hubiera sido alterada de alguna manera extraña. Y, al parecer, mis temores se cumplieron. El dinosaurio rompió la tela de la tienda de campaña y se alejó de mí, para quedarse mirándome y terminar yéndose a gran velocidad entre la maleza. Me quedé anonadado por un segundo, mas no era el momento para quedarme quieto. Vi que el sombrero que siempre llevaba y trataba con tanto cariño había salido volando en el momento de romper la tela, así que pegué un salto y lo cogí en el brazo, colgándolo al cuello para que no se me perdiera. Salí corriendo a por ella, sin mucho efecto pues la diferencia de velocidad era notable.
Trepé a un árbol para ver todo mucho mejor, pero las altas copas de los árboles de jungla ocupaban toda la visión e invadían las zonas altas, haciendo que me tuviera que conformar con algunas ramas gruesas que había a la altura de unos diez u once metros. Corriendo por ellas, aprovechando la cercanía de éstos, intenté seguir al rápido dinosaurio que ya había perdido de vista.
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La cazadora siguió corriendo por la jungla, sin saber muy bien donde iba. Oía ruidos y seguía olores, pero nunca sabiendo a quien pertenecían. Entonces paró, escuchando un ruido entre los árboles. ¿Qué era? ¿Quién osaba seguir a la cazadora? Morirán, morirán todos. Entonces, los dueños de los ruidos salieron a la luz. Eran... eran....
¡Otros cazadores!
Eran tres. Los otros cazadores miraron a la recién llegada, mirándose y comunicándose mediante gruñidos y gritos entre ellos. Al final, uno de los cazadores gritó a la nueva. La cazadora devolvió el grito.
Los cazadores la aceptaron. Ya tenía manada, ya no tenía porque temer a nadie. El grupo empezó a correr, esquivando árboles y rastreando lo que uno de ellos, el alfa, estaba buscando para cazar.
Finalmente lo encontraron, en un claro, comiendo hojas de un alto árbol. Una presa enorme de cuello largo y casi desproporcionado. El alfa fue el primero en atacarle, mordiéndole en el pecho. Los otros dos cazadores usaron sus garras para trepar hasta su espalda y morderle en el cuello. La cazadora fue a las patas y empezó a desgarrarlas con las uñas y los dientes, esquivando sus pisotones.
La presa cayó y respiraba débilmente. El alfa se acercó a su cuello y le desgarró con su enorme garra de la pata, terminando con su vida. Los cazadores empezaron a alimentarse, invitando a la nueva cazadora a compartir la presa.
¡Otros cazadores!
Eran tres. Los otros cazadores miraron a la recién llegada, mirándose y comunicándose mediante gruñidos y gritos entre ellos. Al final, uno de los cazadores gritó a la nueva. La cazadora devolvió el grito.
Los cazadores la aceptaron. Ya tenía manada, ya no tenía porque temer a nadie. El grupo empezó a correr, esquivando árboles y rastreando lo que uno de ellos, el alfa, estaba buscando para cazar.
Finalmente lo encontraron, en un claro, comiendo hojas de un alto árbol. Una presa enorme de cuello largo y casi desproporcionado. El alfa fue el primero en atacarle, mordiéndole en el pecho. Los otros dos cazadores usaron sus garras para trepar hasta su espalda y morderle en el cuello. La cazadora fue a las patas y empezó a desgarrarlas con las uñas y los dientes, esquivando sus pisotones.
La presa cayó y respiraba débilmente. El alfa se acercó a su cuello y le desgarró con su enorme garra de la pata, terminando con su vida. Los cazadores empezaron a alimentarse, invitando a la nueva cazadora a compartir la presa.
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Seguí avanzando por las ramas, hasta llegar a alcanzar una especie de zona llana, que no concordaba con la jungla antes vista. En la zona que no tenía árbol ninguno se alcanzaba a ver un gigantesco animal, ya casi muerto, junto a cuatro animales como en lo que se había transformado Theo. Espera... Todos eran de colores diferentes, y uno de ellos me sonaba... ¡Era Theo! ¡Theo estaba junto a esos tres animales, comiendo! Salté del árbol con una gracilidad impropia de un ser de mi tamaño, para tocar el suelo y provocar un sonoro ruido que pudo alertar a los enemigos fácilmente. Fui acercándome poco a poco, con las manos en alto. Así quizás Theo reaccionaba, o quizás no. Si bien se me podían abalanzar los enemigos por miedo propio, ése no era el principal problema. Los animales así los podía matar de un puñetazo. El problema residía en Theo.
Puse la mano en la cadera y solté la espada ligera, para luego llevarla a la espalda y que la pesada también cayera al suelo.
Theo..., ¿me escuchas? Si es así, para esto y vuelve a ser humana, por favor.
Lo único bueno de esa zona era la libertad de movimiento, pues no había bulto en toda esa zona. Un llano, en el cual podría moverme libremente y hacer los movimientos necesarios y exactos sin tener que preocuparme por golpear algún tronco.
Puse la mano en la cadera y solté la espada ligera, para luego llevarla a la espalda y que la pesada también cayera al suelo.
Theo..., ¿me escuchas? Si es así, para esto y vuelve a ser humana, por favor.
Lo único bueno de esa zona era la libertad de movimiento, pues no había bulto en toda esa zona. Un llano, en el cual podría moverme libremente y hacer los movimientos necesarios y exactos sin tener que preocuparme por golpear algún tronco.
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Los cazadores devoraban la presa con ansia y hambre, cuando de golpe aparece otra presa. Era la presa que la cazadora había visto cuando despertó. La cazadora gritó a la presa y todos los demás cazadores se pusieron tras ella, vigilando también a la nueva presa. Los cazadores empezaron a rodear a la presa, gritándole y rugiendole, siendo la cazadora quien estaba frente a él. La cazadora caminaba poco a poco hacía delante, clavando sus fuertes garras en el suelo y gritando a la presa.
Uno de los cazadores fue el primero en atacarla, saltando. La cazadora sintió una punzada en el pecho y dudó, pero la ignoró y avanzó. Otro de los cazadores saltó y la cazadora empezó a correr hacía la presa de frente, para embestirla.
Uno de los cazadores fue el primero en atacarla, saltando. La cazadora sintió una punzada en el pecho y dudó, pero la ignoró y avanzó. Otro de los cazadores saltó y la cazadora empezó a correr hacía la presa de frente, para embestirla.
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En escasos segundos fui rodeado por los 3 animales y Theo, la cual no se mostraba distinta de los demás ni reacia a atacar. Los extraños sonidos que producían ocupaban el sitio del antes silencio, que me parecía bastante más cómodo y tranquilo que ésto. Aunque sea, sabía que la chica era la que estaba frente a mí, así que los demás eran simples animales a los que se había acoplado cual manada. Fue Theo la que empezó a intimidar, acercándose lentamente y mostrando su arsenal: dientes, garras...
Fue bastante sorprendente que fuera otro, el que se encontraba a mi derecha, el que saltara en un intento de atacarme ferozmente. Además, para que no me escapara del ataque, decidieron empezar a correr hacia mí, haciendo que me fuera imposible esquivarlo en su totalidad con facilidad. No me agradaba la idea de pelar con Theo tan cerca y atacando, pues la podría dañar en un error, así que saqué la espada ligera que, aunque sea, podría abarcar menos espacio y podría controlar mejor los ataques.
Empecé a correr hacia el enemigo que se encontraba en el aire, para cogerlo con la mano izquierda del cuello y estamparlo contra el suelo. No aplicaba la fuerza suficiente para asesinarlo, pues no me agradaba la idea de matar sin sentido. Lo dejé en el suelo, inconsciente. Venían dos de los enemigos hacia mí, uno de ellos siendo Theo... Lo mejor que se me ocurrió fue esquivar, pues un golpe mal dado y podría salir muy malparada. Salí corriendo hacia los árboles, notando la gran superioridad que tenían al correr. Por suerte, tuve suficiente tiempo para llegar a un árbol y treparlo con gran rapidez, poniéndome de cuclillas en una de las ramas suficientemente altas para que no me cogieran.
Fue bastante sorprendente que fuera otro, el que se encontraba a mi derecha, el que saltara en un intento de atacarme ferozmente. Además, para que no me escapara del ataque, decidieron empezar a correr hacia mí, haciendo que me fuera imposible esquivarlo en su totalidad con facilidad. No me agradaba la idea de pelar con Theo tan cerca y atacando, pues la podría dañar en un error, así que saqué la espada ligera que, aunque sea, podría abarcar menos espacio y podría controlar mejor los ataques.
Empecé a correr hacia el enemigo que se encontraba en el aire, para cogerlo con la mano izquierda del cuello y estamparlo contra el suelo. No aplicaba la fuerza suficiente para asesinarlo, pues no me agradaba la idea de matar sin sentido. Lo dejé en el suelo, inconsciente. Venían dos de los enemigos hacia mí, uno de ellos siendo Theo... Lo mejor que se me ocurrió fue esquivar, pues un golpe mal dado y podría salir muy malparada. Salí corriendo hacia los árboles, notando la gran superioridad que tenían al correr. Por suerte, tuve suficiente tiempo para llegar a un árbol y treparlo con gran rapidez, poniéndome de cuclillas en una de las ramas suficientemente altas para que no me cogieran.
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La presa huyó. Los cazadores la persiguieron por la selva hasta que esta escaló un árbol. Los cazadores se aferraban a este, clavando las uñas en la corteza pero sin poder escalarlo. Alzaban las cabezas y gritaban a la presa y la cazadora era la única que no intentaba saltar al árbol. ¿Por qué? Algo le impedía querer alcanzar a la presa. Algo en la presa le hacía ver que estaba mal. Algo...
Un rugido inundó el aire y los cazadores se detuvieron. El rugido, que vino de la izquierda, era cada vez mas cercano y los cazadores miraban hacia el lugar del que vino. Un cazador mas grande y con patas traseras mas poderosas que las de la cazadora, aunque los brazos eran mucho mas pequeños. La bestia empezó a perseguir a los cazadores, ignorando a la presa que estaba en el árbol. La cazadora huyó frente a la bestia que los alejaba de la presa rugiendo.
Un rugido inundó el aire y los cazadores se detuvieron. El rugido, que vino de la izquierda, era cada vez mas cercano y los cazadores miraban hacia el lugar del que vino. Un cazador mas grande y con patas traseras mas poderosas que las de la cazadora, aunque los brazos eran mucho mas pequeños. La bestia empezó a perseguir a los cazadores, ignorando a la presa que estaba en el árbol. La cazadora huyó frente a la bestia que los alejaba de la presa rugiendo.
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