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Byakuro Kyoya
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- Una nota:
- Dado que este es un rol de bastantes personas, y para evitar estancamientos, una vez una persona postee, podrá volver a postear en 48 horas, siempre y cuando haya posteado al menos una persona más. En caso de que todos los participantes hayan posteado en un plazo menor, se podrá postear igualmente.
Byakuro abrió los ojos perezosamente. Estaba tumbado en la verga del palo mayor, con los brazos flexionados y las manos colocadas bajo la cabeza, a modo de almohada improvisada. Suspiró y empezó a moverse, rodando lateralmente hasta caer por un lado del palo. Aterrizó en cubierta apoyando manos y pies, se incorporó y se estiró de forma poco disimulada. Era aún temprano, y el sol apenas era una promesa precedida por una luz grisácea en el cielo de oriente.
- Aaaaaah... que gusto despertarse de buena mañana... -murmuró para sí. Se acercó a Mostaza, que dormitaba en una esquina de la cubierta, al lado de uno de los contenedores de las alas del barco, y le dejó un par de malvaviscos al lado, a modo de desayuno. El hecho de que estuvieran durmiendo allí fuera era la invitada Azuka, a la que el cazador había cedido su habitación para que durmiese mientras no llegasen a la siguiente isla.
El peliblanco decidió ir al gimnasio para una sesión de Ryu Yoshiki, aunque se había dejado el bastón en el cuarto. Se planteó el entrar y cogerlo, pero tal vez molestase a Azuka, así que lo dejó pasar. Entrenaría sin su armas, las katas desarmadas, y tal vez más adelante practicase un poco de ejercicio físico puro: sentadillas, flexiones, abdominales...
El chico abrió la puerta de estribor de la zona de proa y empezó a recorrer en silencio el pasillo que llevaba a la entrada del gimnasio, las escaleras a las cubiertas inferiores y la sala de meditación. Entró en el gimnasio abriendo lentamente las puertas y pulsando el interruptor de la luz para contemplar la sala. En una esquina había un grupo de espalderas, colchonetas, un potro y una barra de equilibrios entre otras cosas. También había tatamis, y Byakuro se dirigió a uno de ellos. Por suerte el gimnasio estaba aislado para que el ruido no molestase a la gente de fuera, así que el chico no necesitaba preocuparse si montaba un poco de escándalo. Al fin y al cabo, no debían ser ni las siete de la mañana.
Una vez estuvo situado, Byakuro se colocó en posición y comenzó la primera kata en silencio, dejando que los movimientos fluyesen lentamente.
Yumiko Mei
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"Boing boing, booooom." Eso fue exactamente lo que oí nada más despertarme, más bien lo sentí en mi piel. Una plancha de acero que tenía colgada a cierta altura sobre la cama cayó del soporte y me transformó en tortilla, o eso es lo que pensé al no sentir mi cuerpo entero. Me quité la plancha con cierta dificultad, no pesaba demasiado, pero aún así había hecho mucho ruido y bastante daño. Después de dejarla apoyada sobre uno de los armarios me quité el polvo de la ropa y me miré en el espejo que tenía la puerta del armario por dentro. Seguía de una pieza, eso era una buena señal, por otro lado tenía la nariz sangrando, pero solo eso, el resto del cuerpo seguía como si nada. "Al menos soy más fuerte que antes", pensé mientras me miraba al espejo tontamente y miraba ese estúpido soporte que no había resistido el vaivén de las olas. Entré en el baño del camarote y con papel me limpié la nariz, al final dejó de sangrar lo cual me convino muy bien, no quería gastar más plantas en heridas leves, me estaba quedando sin.
Una vez limpia la herida y mi cabeza en su sitio miré por la ventanita del camarote, fuera no había salido aún el sol, quizás no fueran más de las 6 y media, pero no sabía medir las horas si no había nada de sol. Dejé la idea de la hora y salí por el pasillo, con mi osito de peluche y vestida con una pequeña camisa que me mantenía algo cubierta del viento que hacía en popa y de la noche que aún rugía con su atroz frío. Fuera en la cubierta no había nadie, al menos que yo viese, pero de repente vislumbré la luz del gimnasio y lentamente entré, sin hacer mucho ruido y con la curiosidad de ver quién estaba dentro.
Dentro solo estaba Byakuro, practicando sin armas y haciendo movimientos extremos con su cuerpo. Me senté en un lugar con poca luz y me quedé mirando por unos momentos, no hice el más mínimo movimiento para ocultar mi rastro, así que probablemente me percibiese en los próximos momentos. Yo solo quería ver como se movía, me sentía bien en su compañía y era divertido verle entrenar. Sus músculos se marcaban bastante y su pelo blanquecino se movía en un vaivén constante. Por unos segundos pensé dirigirle una palabra, pero preferí mantener el silencio y seguir espiándole, aunque el probablemente supiese que estaba ahí.
Levanté los brazos estirándolos y me los miré, tenía varios moratones en las muñecas y en las rodillas también, todo por culpa de esa plancha de acero, no debí de haberla puesto ahí, que estúpido por mi parte confiar en que un soporte de hierro oxidado soportaría el peso de una plancha de 50 kilogramos como si nada. "La próxima vez el soporte será de titanio reforzado y estará conectado directo al centro del barco", me propuse como próximo objetivo mientras seguía dándole vueltas a como demonios pudo haberse caído. Después de eso esbocé una sonrisa y seguí mirando al peliblanco con interés.
Una vez limpia la herida y mi cabeza en su sitio miré por la ventanita del camarote, fuera no había salido aún el sol, quizás no fueran más de las 6 y media, pero no sabía medir las horas si no había nada de sol. Dejé la idea de la hora y salí por el pasillo, con mi osito de peluche y vestida con una pequeña camisa que me mantenía algo cubierta del viento que hacía en popa y de la noche que aún rugía con su atroz frío. Fuera en la cubierta no había nadie, al menos que yo viese, pero de repente vislumbré la luz del gimnasio y lentamente entré, sin hacer mucho ruido y con la curiosidad de ver quién estaba dentro.
- Vestimenta de Yumiko(La chica de la izquierda):
Dentro solo estaba Byakuro, practicando sin armas y haciendo movimientos extremos con su cuerpo. Me senté en un lugar con poca luz y me quedé mirando por unos momentos, no hice el más mínimo movimiento para ocultar mi rastro, así que probablemente me percibiese en los próximos momentos. Yo solo quería ver como se movía, me sentía bien en su compañía y era divertido verle entrenar. Sus músculos se marcaban bastante y su pelo blanquecino se movía en un vaivén constante. Por unos segundos pensé dirigirle una palabra, pero preferí mantener el silencio y seguir espiándole, aunque el probablemente supiese que estaba ahí.
Levanté los brazos estirándolos y me los miré, tenía varios moratones en las muñecas y en las rodillas también, todo por culpa de esa plancha de acero, no debí de haberla puesto ahí, que estúpido por mi parte confiar en que un soporte de hierro oxidado soportaría el peso de una plancha de 50 kilogramos como si nada. "La próxima vez el soporte será de titanio reforzado y estará conectado directo al centro del barco", me propuse como próximo objetivo mientras seguía dándole vueltas a como demonios pudo haberse caído. Después de eso esbocé una sonrisa y seguí mirando al peliblanco con interés.
Titania
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Las olas golpean suavemente el casco del barco emitiendo un tranquilizador sonido casi imperceptible, seguramente, para la mayoría de personas a excepción de Titania, la cual que ya se encontraba despierta pero aún en cama a primera hora de la mañana. La muchacha se levanta y abre la ventana de su camarote, deduciendo al instante la hora con la posición del sol y la oscuridad que rodea el extenso mar en el que está. Concluye que lo más probable es que no pasen de las seis de la mañana, así que aburrida toma la decisión de acostarse en el albino lecho y esperar un poco más hasta notar ruidos afuera de su habitación, sabiendo con eso que ya todos estaban despiertos. Pero más temprano que tarde escucha un fuerte golpe, proveniente de una de las habitaciones del Black Lotus. Este hecho no la altera en absoluto, puesto que sabe muy bien que todos los componentes de la tripulación son muy fuertes y capaces de resolver sus problemas por sí solos. Por ello la mujer, que recientemente había pasado a ser cazadora de criminales, se alza del catre calmada y con toda la parsimonia del mundo, vistiéndose seguidamente con el mismo ánimo y velocidad, y saliendo después al pasillo para enterarse de qué era lo que ocurría.
La sorpresa de la novata cazarrecompensas fue el encontrarse, más adelante y en dirección al gimnasio, a una muchacha con ligeros ropajes que parecía no haberla visto. Extrañada ahora sí, decide seguir a la tipa para ver cuáles eran sus pretensiones. Durante los siguientes segundos la silenciosa muchacha se limita a seguirla, hasta aproximarse a la zona de entrenamientos donde ya se encontraban las luces encendidas. Sin entender muy bien lo que ocurría, la joven de cabellos semi albinos prosigue y observa a la otra tripulante entrar al gimnasio. Pero en el momento que la misteriosa chica cierra la puerta, una duda nace en el interior de Titania. Se pregunta si debe o no entrar, pues habían claros indicios de que podría tratarse de una reunión privada con otro miembro del grupo. Mas otra cosa sucedía por su cabeza como respuesta a esa incógnita, y es: ¿realmente le importa a ella si se molestan por su intromisión a la sala?
¡Tsk!- masculla a la vez que toma rumbo a la puerta y la abre.
Al despejar la entrada puede observar a la muchacha de antes sentada, observando a Byakuro entrenar. Inmediatamente después sus ojos se clavan en el peliblanco, al cual sencillamente ignora segundos más tarde. No es que le extraña aquella estampa del hombre, pero sí le producía alguna curiosidad el hecho de que la chica de cabellos largos sí tuviera ese comportamiento. Por ese motivo, y otros más privados y ocultos, se sienta al lado de la sospechosa y habla dirigiéndose al cazador y capitán de la nave:
No me importa- le dice Titania, con su típico tono de voz. Sigue-.
La sorpresa de la novata cazarrecompensas fue el encontrarse, más adelante y en dirección al gimnasio, a una muchacha con ligeros ropajes que parecía no haberla visto. Extrañada ahora sí, decide seguir a la tipa para ver cuáles eran sus pretensiones. Durante los siguientes segundos la silenciosa muchacha se limita a seguirla, hasta aproximarse a la zona de entrenamientos donde ya se encontraban las luces encendidas. Sin entender muy bien lo que ocurría, la joven de cabellos semi albinos prosigue y observa a la otra tripulante entrar al gimnasio. Pero en el momento que la misteriosa chica cierra la puerta, una duda nace en el interior de Titania. Se pregunta si debe o no entrar, pues habían claros indicios de que podría tratarse de una reunión privada con otro miembro del grupo. Mas otra cosa sucedía por su cabeza como respuesta a esa incógnita, y es: ¿realmente le importa a ella si se molestan por su intromisión a la sala?
¡Tsk!- masculla a la vez que toma rumbo a la puerta y la abre.
Al despejar la entrada puede observar a la muchacha de antes sentada, observando a Byakuro entrenar. Inmediatamente después sus ojos se clavan en el peliblanco, al cual sencillamente ignora segundos más tarde. No es que le extraña aquella estampa del hombre, pero sí le producía alguna curiosidad el hecho de que la chica de cabellos largos sí tuviera ese comportamiento. Por ese motivo, y otros más privados y ocultos, se sienta al lado de la sospechosa y habla dirigiéndose al cazador y capitán de la nave:
No me importa- le dice Titania, con su típico tono de voz. Sigue-.
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El castaño se mantenía sentado sobre la cama, con la espalda apoyada en el cabecero de esta y Yoake en su regazo, envainada. Aquella noche no había logrado dormir demasiado, aunque tampoco le importaba. Estaba acostumbrado a pasar noches y noches en vela, aunque al menos en aquella ocasión había logrado dormir unas tres o cuatro horas. Por la escotilla del camarote apenas entraba una luz tenue, que indicaba que debía de ser aún bastante temprano. Supuso que esperaría a que se hiciera más tarde antes de salir... O tal vez sería buena idea entrenar. No sabía si Shun seguiría durmiendo o no, pero no le necesitaba para ejercitarse un poco. Suspiró pesadamente antes de levantarse. "¿Cómo habré llegado a esta situación? Las tripulaciones no son lo mío."
Apoyó su katana aún envainada sobre el hombro, desnudo ya que tan solo llevaba puestos sus pantalones y botas, antes de dirigirse hacia la puerta corredera. Justo en el momento en el que la iba a abrir un estruendo resonó por todo el barco, proveniente de una de las habitaciones. Kazuo arqueó una ceja. ¿Qué estarían liando a esas horas? Poco le importaba a decir verdad. Sabrían cuidarse por sí mismos si tenían algún tipo de problema. Una vez por los pasillos puso rumbo al gimnasio y, justo cuando estaba llegando, pudo ver cómo una de las numerosas mujeres que formaban parte de la tripulación del yonkaikyo, Titania, entraba en este, en el cual las luces se encontraban encendidas. Chasqueó la lengua, algo molesto. No le molestaba entrenar junto al resto aunque en aquella ocasión prefería hacerlo solo. ¿Por qué? Bueno, la verdad era que ni él mismo lo sabía. Simplemente no tenía ganas. Suspiró y comenzó a ascender a las plantas superiores hasta llegar a cubierta, sintiendo la refrescante brisa del mar recorriendo cada centímetro de su torso y meciendo su cabello con cuidado.
- No parece haber nadie por aquí -murmuró mientras echaba un vistazo.
Sabía que el hecho de no haberse topado con nadie allí se debía a que aún era muy temprano, aunque aquella situación pronto cambiaría. Se sentía un tanto extraño. Pese a formar parte de aquel barco no tenía demasiados lazos que le unieran al resto de tripulantes más allá del que tenía con el espadachín del viento y a la escasa simpatía que sentía hacia el Yonkaikyo. Con el resto apenas había mediado palabra alguna, ni siquiera con aquella mujer que ahora se encontraba con ellos, descansando en el camarote de Byakuro. ¿Sería alguien importante? ¿Por qué la llevaba con ellos? No sentía demasiado interés por descubrirlo. Sin esperar más comenzó a ascender por el mástil, situándose sobre la verga del palo mayor, donde permaneció de pie. Desenvainó a Yoake y dejó la vaina ajustada en la cintura. El filo negro de la espada parecía tener cierto brillo, reflejando los escasos rayos de luz. El castaño llevó la mano libre hasta aquella marca que permanecía sobre su pectoral derecho. "Justicia". Menuda estupidez. Respiró hondo y comenzó a realizar movimientos predefinidos con la katana, manteniendo el equilibrio para no caer del mástil, con todo su cuerpo en tensión.
Apoyó su katana aún envainada sobre el hombro, desnudo ya que tan solo llevaba puestos sus pantalones y botas, antes de dirigirse hacia la puerta corredera. Justo en el momento en el que la iba a abrir un estruendo resonó por todo el barco, proveniente de una de las habitaciones. Kazuo arqueó una ceja. ¿Qué estarían liando a esas horas? Poco le importaba a decir verdad. Sabrían cuidarse por sí mismos si tenían algún tipo de problema. Una vez por los pasillos puso rumbo al gimnasio y, justo cuando estaba llegando, pudo ver cómo una de las numerosas mujeres que formaban parte de la tripulación del yonkaikyo, Titania, entraba en este, en el cual las luces se encontraban encendidas. Chasqueó la lengua, algo molesto. No le molestaba entrenar junto al resto aunque en aquella ocasión prefería hacerlo solo. ¿Por qué? Bueno, la verdad era que ni él mismo lo sabía. Simplemente no tenía ganas. Suspiró y comenzó a ascender a las plantas superiores hasta llegar a cubierta, sintiendo la refrescante brisa del mar recorriendo cada centímetro de su torso y meciendo su cabello con cuidado.
- No parece haber nadie por aquí -murmuró mientras echaba un vistazo.
Sabía que el hecho de no haberse topado con nadie allí se debía a que aún era muy temprano, aunque aquella situación pronto cambiaría. Se sentía un tanto extraño. Pese a formar parte de aquel barco no tenía demasiados lazos que le unieran al resto de tripulantes más allá del que tenía con el espadachín del viento y a la escasa simpatía que sentía hacia el Yonkaikyo. Con el resto apenas había mediado palabra alguna, ni siquiera con aquella mujer que ahora se encontraba con ellos, descansando en el camarote de Byakuro. ¿Sería alguien importante? ¿Por qué la llevaba con ellos? No sentía demasiado interés por descubrirlo. Sin esperar más comenzó a ascender por el mástil, situándose sobre la verga del palo mayor, donde permaneció de pie. Desenvainó a Yoake y dejó la vaina ajustada en la cintura. El filo negro de la espada parecía tener cierto brillo, reflejando los escasos rayos de luz. El castaño llevó la mano libre hasta aquella marca que permanecía sobre su pectoral derecho. "Justicia". Menuda estupidez. Respiró hondo y comenzó a realizar movimientos predefinidos con la katana, manteniendo el equilibrio para no caer del mástil, con todo su cuerpo en tensión.
Theo Thawne
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En un camarote de un barco de cazarrecompensas en el medio del mar había un velocirraptor. El dinosaurio se encontraba hecho una bola, recogido en una cama circular hecha a su medida a los pies de la cama para humanos. El dinosaurio podía convertirse cuando quisiera en humana y dormir en aquella cama, pero muchas veces se sentía más cómoda en aquella forma. La cazadora se sentía libre y mas despierta que nunca (aunque en aquel momento estuviese durmiendo). Libre de preocupaciones y pensamientos humanos, cómo si nada existiera. Cómo si estuviese sola en el mundo.
Aunque aquello no quería decir que la chica odiara a todo el mundo de su alrededor. Para nada, no. Quería mucho a Viole y no quería separarse de él jamás. Bya era para ella como un hermano, o puede que incluso mas. Incluso apreciaba a Yoko, aunque la cual no parecía confiar mucho en ella, pero Theo esperaba que en algún momento se limasen las asperezas.
Luego estaba Shun, el serio samurai. El cual no tenía ni idea de lo mucho que divertía a la morena con su actitud seria y fría.
Y hablando de actitudes serias y frías... Titania y Theo ni siquiera habían intercambiado palabras aún, pero la muchacha no deseaba llevarse mal con ella, pues le daba la sensación de que bajo aquella máscara de frialdad e indeferencia había alguien pidiendo ayuda. Aunque solo eran conjeturas...
Desperté por el ruido de pasos. Levanté la cabeza provocando un pequeño ruido que salió de mi garganta, algo parecido a un "krrreeegh" al vibrar mi lengua que solía soltar en forma completa cuando algo me llamaba la atención. Me levanté y cambié a forma humana, dejando la cama vacía. Me vestí (pues para estar en forma completa debía perder la ropa) y salí del camarote. Titania caminaba detrás de Yumi. Las seguí poco a poco, concretamente intentando no alertar a Titania. Llegaron al gimnasio del barco, donde estaba Bya entrenando aquel arte suya que yo no terminaba de comprender. Yumi se sentó y Titania llamó la atención de ambos con su típico tsk. Me acerqué poco a poco a su espalda cuando se sentó y hablaba, me transforme en completa y acerqué el morro a su oreja.
Abrí la boca y de mi garganta salió un sonoro ¡CAW! que inundó el gimnasio.
Aunque aquello no quería decir que la chica odiara a todo el mundo de su alrededor. Para nada, no. Quería mucho a Viole y no quería separarse de él jamás. Bya era para ella como un hermano, o puede que incluso mas. Incluso apreciaba a Yoko, aunque la cual no parecía confiar mucho en ella, pero Theo esperaba que en algún momento se limasen las asperezas.
Luego estaba Shun, el serio samurai. El cual no tenía ni idea de lo mucho que divertía a la morena con su actitud seria y fría.
Y hablando de actitudes serias y frías... Titania y Theo ni siquiera habían intercambiado palabras aún, pero la muchacha no deseaba llevarse mal con ella, pues le daba la sensación de que bajo aquella máscara de frialdad e indeferencia había alguien pidiendo ayuda. Aunque solo eran conjeturas...
Desperté por el ruido de pasos. Levanté la cabeza provocando un pequeño ruido que salió de mi garganta, algo parecido a un "krrreeegh" al vibrar mi lengua que solía soltar en forma completa cuando algo me llamaba la atención. Me levanté y cambié a forma humana, dejando la cama vacía. Me vestí (pues para estar en forma completa debía perder la ropa) y salí del camarote. Titania caminaba detrás de Yumi. Las seguí poco a poco, concretamente intentando no alertar a Titania. Llegaron al gimnasio del barco, donde estaba Bya entrenando aquel arte suya que yo no terminaba de comprender. Yumi se sentó y Titania llamó la atención de ambos con su típico tsk. Me acerqué poco a poco a su espalda cuando se sentó y hablaba, me transforme en completa y acerqué el morro a su oreja.
Abrí la boca y de mi garganta salió un sonoro ¡CAW! que inundó el gimnasio.
Azuka
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Para buena o mala suerte de la arqueóloga, cuando llegaron al barco del Yonkaikyo no había nadie en cubierta y al parecer la tripulación estaba ocupada en lo suyo, de modo que una posible presentación debería esperar hasta el día siguiente. Por insistencia y amabilidad de aquel cazador, Azuka terminó aceptando dormir en su habitación mientras el se quedaba fuera. Tanta amabilidad la hacía sentir algo apenada, robarle el dormitorio a un desconocido al cual tuvo buscando cosas en las ruinas de una ciudad durante todo el día no era la mejor forma de conocer a alguien por primera vez.
Aun con el remordimiento dándole vueltas en la mente una y otra vez logró conciliar el sueño muy fácil, estaba realmente agotada después de aquella expedición. Al no llevar un cambio de ropa en su pequeño saco y no tener la suficiente confianza se quedó dormida con la misma ropa.
Las horas pasaron, la luna recorrió el cielo como normalmente hace y la tranquilidad de las aguas del East Blue permitieron el descanso en todo el barco. Pero toda esa paz se vio interrumpida por un ruido muy fuerte, como si algo de acero de mucho peso hubiera caído de una altura mediana. Aquello consiguió despertar con un sobresalto a Azuka, la cual también dejó escapar un leve grito.
Con respiración agitada se incorporó en la cama, sus ojos anaranjados se movían rápido, observando el camarote, pero todo estaba en orden, no había nadie dentro y no notaba si algo había cambiado de lugar. Observó a través de una ventana de la habitación y todo seguía tranquilo, el mar estaba con poca alteración y el cielo seguía algo oscuro, pero a lo lejos los primeros rayos de sol se estaban asomando, ya no tenía sentido intentar dormir.
—Pronto amanecerá, seguro que el ruido de antes fue de alguien de la tripulación que ya empezó sus deberes.— Se dijo en voz baja, restaurando poco a poco su respiración. Se puso de pie solo para alcanzar su morralito y sacar de el uno de los dos diarios que consiguió en la isla inhabitada, ahora tenía algo de tiempo y paz para leerlo con cuidado. Volvió a la cama y se recargó para quedar sentada y leer cómodamente aquella libreta. No deseaba salir en ese momento para no ser confundida con una intrusa o algo así, además terminaría de ser descortés paseándose en el navío como si nada.
Aun con el remordimiento dándole vueltas en la mente una y otra vez logró conciliar el sueño muy fácil, estaba realmente agotada después de aquella expedición. Al no llevar un cambio de ropa en su pequeño saco y no tener la suficiente confianza se quedó dormida con la misma ropa.
Las horas pasaron, la luna recorrió el cielo como normalmente hace y la tranquilidad de las aguas del East Blue permitieron el descanso en todo el barco. Pero toda esa paz se vio interrumpida por un ruido muy fuerte, como si algo de acero de mucho peso hubiera caído de una altura mediana. Aquello consiguió despertar con un sobresalto a Azuka, la cual también dejó escapar un leve grito.
Con respiración agitada se incorporó en la cama, sus ojos anaranjados se movían rápido, observando el camarote, pero todo estaba en orden, no había nadie dentro y no notaba si algo había cambiado de lugar. Observó a través de una ventana de la habitación y todo seguía tranquilo, el mar estaba con poca alteración y el cielo seguía algo oscuro, pero a lo lejos los primeros rayos de sol se estaban asomando, ya no tenía sentido intentar dormir.
—Pronto amanecerá, seguro que el ruido de antes fue de alguien de la tripulación que ya empezó sus deberes.— Se dijo en voz baja, restaurando poco a poco su respiración. Se puso de pie solo para alcanzar su morralito y sacar de el uno de los dos diarios que consiguió en la isla inhabitada, ahora tenía algo de tiempo y paz para leerlo con cuidado. Volvió a la cama y se recargó para quedar sentada y leer cómodamente aquella libreta. No deseaba salir en ese momento para no ser confundida con una intrusa o algo así, además terminaría de ser descortés paseándose en el navío como si nada.
Lowell
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- ¡Aah...! - Ese sonido, fácilmente confundible, marcaba la mañana. Al menos la mía, claro, pues no debían ser más de las 4 de la mañana por la tenue luz que asomaba por mi ventana.
Después de los estiramientos matutinos, salí de la habitación no sin antes armarme debidamente, cogiendo tanto a Pétalo Blanco como las otras dos espadas. Intentando no hacer demasiado ruido, recorrí los pasillos hasta llegar a proa. Miré hacia todos lados asegurándome de que no había nadie, para tirarme al agua y estar nadando un buen rato. En ese tiempo, buceaba y llegaba a las zonas bajas del mar, observando a los peces que encontraba allí, disfrutando bastante el momento. Las horas pasaron sin mucha actividad. No era muy consciente del paso del tiempo en aquel momento, diciendo la total verdad, así que no sabía si habían pasado minutos u horas. Más que el aburrimiento o la desgana, lo que me hizo salir de las calmadas aguas fue un sonido de pasos.
Bajé unos metros de altitud, para divisar la parte superior del barco y tomar impulso, llegando en segundos y casi pasándome de largo. Un chico, que reconocía de haber visto por allí más de una vez, estaba en lo alto del barco jugueteando con su espada. Escalé hasta allí cual gigantesco mono, para sentarme en una zona cercana a él y llamar su atención con un:
-¿Entrenando tan pronto?
Estaba en una zona más alta que él, así que simplemente salté y me puse donde él, para tenderle la mano con una sonrisa de compañerismo.
-Lowell Jakall, encantado.
Esperaba que siquiera tuviera modales y me dijera su nombre...
Después de los estiramientos matutinos, salí de la habitación no sin antes armarme debidamente, cogiendo tanto a Pétalo Blanco como las otras dos espadas. Intentando no hacer demasiado ruido, recorrí los pasillos hasta llegar a proa. Miré hacia todos lados asegurándome de que no había nadie, para tirarme al agua y estar nadando un buen rato. En ese tiempo, buceaba y llegaba a las zonas bajas del mar, observando a los peces que encontraba allí, disfrutando bastante el momento. Las horas pasaron sin mucha actividad. No era muy consciente del paso del tiempo en aquel momento, diciendo la total verdad, así que no sabía si habían pasado minutos u horas. Más que el aburrimiento o la desgana, lo que me hizo salir de las calmadas aguas fue un sonido de pasos.
Bajé unos metros de altitud, para divisar la parte superior del barco y tomar impulso, llegando en segundos y casi pasándome de largo. Un chico, que reconocía de haber visto por allí más de una vez, estaba en lo alto del barco jugueteando con su espada. Escalé hasta allí cual gigantesco mono, para sentarme en una zona cercana a él y llamar su atención con un:
-¿Entrenando tan pronto?
Estaba en una zona más alta que él, así que simplemente salté y me puse donde él, para tenderle la mano con una sonrisa de compañerismo.
-Lowell Jakall, encantado.
Esperaba que siquiera tuviera modales y me dijera su nombre...
Ichimura Hachiro
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Como de costumbre, despertó violentamente, empapado en sudor. Se levantó de golpe, llevando la mano a su katana. Esta reposaba al lado de su futón. El corazón le iba a mil por hora, y respiraba velozmente. Además tenía los ojos abiertos como platos y el pelo despeinado. Poco a poco se calmó, y se llevó la mano a la cara. Los despertares nunca eran fáciles para él. Por mucho que durante el día, su estricta disciplina, su fuerte carácter y sus frecuentes meditaciones lo mantuviesen calmado y en paz, por la noche no podía evitar que su mente explorase viejos recuerdos que prefería mantener olvidados. Terribles pesadillas en que volvía a ver morir ante sus ojos a su familia, y su ciudad ardía frente a él. Cerró los ojos e inspiró profundamente por la nariz, para expulsar el aire lentamente por la boca. Necesitaba calmarse. Aun temblando, repitió las respiraciones varias veces hasta calmarse un poco. Ya en condiciones de levantarse, salió del futón, se puso las gafas y fue hasta su armario. Disfrutó del suave tacto de la hierba artificial bajo sus pies. Le gustaba cómo había decorado Byakuro su habitación. Recogió su ropa, armas y una toalla, y se encaminó al baño. Notó ruidos al salir al pasillo, e incluso un potente rugido. Theo, seguramente. Activó su mantra por precaución, pero no detectó señales de ataque enemigo.
- Así que ya están despiertos... bueno, parece que no hay nadie en pie en esta cubierta.
A esas horas había esperado pillarlos a todos dormidos, de lo contrario no hubiese salido desnudo al pasillo. Sin embargo, casi todos parecían estar en el gimnasio, menos una presencia poco familiar en la habitación del Yonkaikyo "Debe ser la amiga de Byakuro". Tras una rápida ducha, se secó rápidamente con el poder de su fruta. Se vistió con una hakama negra y un kimono azul claro, con motivos decorativos que simulaban nubes, y se recogió el pelo en una coleta alta. Como acostumbraba, dejó dos mechones sueltos, a los lados de la cara. Finalmente se ajustó a Meiyo y a Yu al obi, y se coló por una de las rejillas de ventilación en forma de viento. Se desplazó velozmente por el barco, hasta llevar a la cocina. Salió por otra rejilla, recuperando su forma material. La verdad es que era un método muy cómodo de desplazamiento. Comenzó a prepararse un té, mientras decidía qué hacer a continuación.
- Debería echarle un vistazo al rumbo del barco, y comprobar que no habrá tormentas hoy. Esto no es Grand Line, pero nunca se sabe.
Mientras su infusión se calentaba, se hizo de viento de nuevo y salió al exterior, situándose en el puesto del timonel. Cerró los ojos y dejó que fuese el propio viento el que le hablara. La brisa era agradable, y ni hacía calma chicha ni las corrientes eran demasiado fuertes. Abrió los ojos y miró al cielo. Tampoco las nubes se desplazaban demasiado rápido. Tendrían un día tranquilo, óptimo para la navegación. Sacó una brújula de un cajón que había en los controles de las turbinas y buscó el oeste. Debían seguir en esa dirección para llegar a la Reverse Mountain. Tras comprobar que efectivamente se habían desviado de su rumbo y calcular cuántos kilómetros se habrían alejado de su dirección original, reorientó el barco. Tras eso se fijó en que Kazuo estaba sobre uno de los palos del mástil. Se subió a la baranda y se dejó caer, y el propio viento lo llevó hasta el samurai. Junto a este estaba el gyojin del grupo. Se posó junto al espadachín, observando con reprobación sus imperfectas katas y dijo:
- Te espero en un rato en el gimnasio. Mientras, eres libre de hacer lo que veas. Sin embargo, te recomiendo venir a la sala Zen. Un espadachín debe empezar su día meditando.
Su palabras fueron formales, sin el más mínimo ápice de cercanía o emoción. Era su pupilo, por mucho que fuese su rival y un enemigo del bushido. Con lo cual, debía mostrarse correcto en todo momento. Se volvió viento de nuevo, ignorando al gyojin, y se metió en la cocina por las rendijas de ventilación otra vez. Su té estaba listo. Con una taza humeante, salió de nuevo a cubierta y entró en el castillo de proa, dirigiéndose a la sala de meditación. Dejó su taza en el suelo y activó el reproductor de música, poniendo una tranquila. Se sentó en un almohadón sobre sus piernas, y bebió un sorbo de la infusión mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente. Entonces, abrió su mente al mundo que lo rodeaba, notando las presencias cercanas, no sólo las del barco, si no también las de los animales marinos que lo rodeaban.
- Así que ya están despiertos... bueno, parece que no hay nadie en pie en esta cubierta.
A esas horas había esperado pillarlos a todos dormidos, de lo contrario no hubiese salido desnudo al pasillo. Sin embargo, casi todos parecían estar en el gimnasio, menos una presencia poco familiar en la habitación del Yonkaikyo "Debe ser la amiga de Byakuro". Tras una rápida ducha, se secó rápidamente con el poder de su fruta. Se vistió con una hakama negra y un kimono azul claro, con motivos decorativos que simulaban nubes, y se recogió el pelo en una coleta alta. Como acostumbraba, dejó dos mechones sueltos, a los lados de la cara. Finalmente se ajustó a Meiyo y a Yu al obi, y se coló por una de las rejillas de ventilación en forma de viento. Se desplazó velozmente por el barco, hasta llevar a la cocina. Salió por otra rejilla, recuperando su forma material. La verdad es que era un método muy cómodo de desplazamiento. Comenzó a prepararse un té, mientras decidía qué hacer a continuación.
- Debería echarle un vistazo al rumbo del barco, y comprobar que no habrá tormentas hoy. Esto no es Grand Line, pero nunca se sabe.
Mientras su infusión se calentaba, se hizo de viento de nuevo y salió al exterior, situándose en el puesto del timonel. Cerró los ojos y dejó que fuese el propio viento el que le hablara. La brisa era agradable, y ni hacía calma chicha ni las corrientes eran demasiado fuertes. Abrió los ojos y miró al cielo. Tampoco las nubes se desplazaban demasiado rápido. Tendrían un día tranquilo, óptimo para la navegación. Sacó una brújula de un cajón que había en los controles de las turbinas y buscó el oeste. Debían seguir en esa dirección para llegar a la Reverse Mountain. Tras comprobar que efectivamente se habían desviado de su rumbo y calcular cuántos kilómetros se habrían alejado de su dirección original, reorientó el barco. Tras eso se fijó en que Kazuo estaba sobre uno de los palos del mástil. Se subió a la baranda y se dejó caer, y el propio viento lo llevó hasta el samurai. Junto a este estaba el gyojin del grupo. Se posó junto al espadachín, observando con reprobación sus imperfectas katas y dijo:
- Te espero en un rato en el gimnasio. Mientras, eres libre de hacer lo que veas. Sin embargo, te recomiendo venir a la sala Zen. Un espadachín debe empezar su día meditando.
Su palabras fueron formales, sin el más mínimo ápice de cercanía o emoción. Era su pupilo, por mucho que fuese su rival y un enemigo del bushido. Con lo cual, debía mostrarse correcto en todo momento. Se volvió viento de nuevo, ignorando al gyojin, y se metió en la cocina por las rendijas de ventilación otra vez. Su té estaba listo. Con una taza humeante, salió de nuevo a cubierta y entró en el castillo de proa, dirigiéndose a la sala de meditación. Dejó su taza en el suelo y activó el reproductor de música, poniendo una tranquila. Se sentó en un almohadón sobre sus piernas, y bebió un sorbo de la infusión mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente. Entonces, abrió su mente al mundo que lo rodeaba, notando las presencias cercanas, no sólo las del barco, si no también las de los animales marinos que lo rodeaban.
Byakuro Kyoya
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- Spoiler:
- Para evitar problemas de retrasos (y de que el rol se hace lento) mejor si hacemos lo siguiente:
- Un personaje puede responder siempre y cuando haya al menos un post de otra persona entre un post y el siguiente suyo. Además, será gratamente recomendable que el post de la otra (u otras) persona sea de interacción. Es decir, si en el grupo 1 están A, B y C, y A postea, sería recomendable que hasta que B o C posteen, él no responda.
Con esto se elimina el plazo de 48 horas, así que a muerte (?)
Byakuro sintió cómo una tras otra, varias personas entraban en el gimnasio. Sí que estaban madrugadores. Vio en una esquina a Yumiko, vestida de forma ligera, y a su lado, a Titania, con su habitual expresión de indiferencia total. El chico entonces vio aparecer a Theo en el lugar, y acercarse silenciosamente a ellas dos, para acabar transformándose en un velocirraptor de tamaño humano, y soltar un extraño grito al lado de Titania. El chico dejó de hacer katas y dijo:
- No esperaba que madrugaseis tanto, la verdad -el chico se acercó a las tres chicas (bueno, a las dos chicas y el dinosaurio) y las saludó con un gesto de la mano-. ¿Queréis desayunar algo? -preguntó. Tal vez era algo temprano para desayunar, pero podía improvisar algo en la cocina.
El cazador sintió una presencia en el exterior del gimnasio, que se dirigía a proa. Supuso que sería alguien de la tripulación, así que se dirigió a la puerta del gimnasio y entró en la sala de meditación. Un olor a té, acompañado de una suave melodía, lo recibieron. El chico vio que Shun estaba allí, sentado en uno de los almohadones. El cazador carraspeó ligeramente y dijo:
- Voy a preparar el desayuno. Si luego te pasas, avísame... -se dio media vuelta, y justo antes de salir de la sala, se giró de nuevo hacia el espadachín y preguntó-. Por cierto, ¿cuánto nos queda para la siguiente isla?
Esperó la respuesta del samurai, y empezó a caminar hacia la zona de popa, saliendo a la cubierta y entrando en el castillo de popa, donde estaba la cocina. Byakuro sonrió y se acercó a la despensa, para coger algunos ingredientes y empezar a hacer magia culinaria.
Yumiko Mei
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La escena se había tornado interesante, no tardé mucho en darme cuenta de una presencia más, una chica entró en el gimnasio y pronunció un "Tsk" con quizás demasiada arrogancia. La miré mientras se disponía a sentarse a mi lado, poco después apareció una chica que se acercó silenciosamente a la rubia y una vez a su lado tomó forma de dinosaurio para seguidamente rugirle en todo el oído. Un rugido tan fuerte que tuve que taparme seguidamente las orejas si no quería tener los tímpanos rotos. Eso era una declaración de guerra para la rubia de al lado, pensé yo.
-Jajajaja, definitivamente están todos despiertos.-Dije después de que Byakuro sonriera y se ofreciera a preparar el desayuno. Tenía hambre y pocas veces había visto cocinar al ahora peliblanco, tenía ganas de ver de que era capaz.
-Yo me voy ya yendo, mi nombre es Yumiko Mei, un placer conoceros chicas, ah, y si os apetece, podemos hacer una pelea de almohadas en la sala común de la primera planta.-Dije con una sonrisa mientras esperaba ver la reacción de la señorita arrogante y me disponía a seguir el camino hacia la cocina. Sabía en cierta medida como se disponía el barco, pero no había pasado suficiente tiempo como para familiarizarme totalmente con él. Byakuro me había convencido sin muchas complicaciones de que me viniera y acepté igualmente, sin muchos problemas. No conocía a la tripulación en su totalidad, la verdad es que solo conocía al peliblanco, pero visto como eran todos no tardaría mucho en aprenderme el nombre de todos y como son, pues no parecía que sobreviviese mucho sin sabérmelos.
Tomé mis cosas y aún sentía dolor en los codos y las rodillas, como en la nariz, proseguí mi camino hacia la cocina y cuando ya estuve en la puerta me quedé mirando al peliblanco cocinar, ofreciéndole mi ayuda, no tenía exagerados conocimientos de cocina pero serviría para algo, supuse interiormente. Para empezar ayudándolo tomé una cacerola y al sacarla de su respectivo armario mi mano resbaló, la puerta del armario golpeó en los platos que se encontraban secándose y un montón de estruendos se oyeron de golpe mientras diversos artilugios metálicos caían contra el suelo. Me puse rápidamente a recoger con una cara de total vergüenza, me dí cuenta en ese mismo instante que sería mejor alejarme de la cocina. Tras terminar sonreí inocentemente pero sin disimular en lo más mínimo mis mejillas coloreadas y desaparecí corriendo de la cocina, en dirección a la mesa, ahí me senté en una de las sillas y empecé a mirar algunas de las plantas que tenía conmigo, intentando comprendedlas y estudiándolas para próximos usos.
-Jajajaja, definitivamente están todos despiertos.-Dije después de que Byakuro sonriera y se ofreciera a preparar el desayuno. Tenía hambre y pocas veces había visto cocinar al ahora peliblanco, tenía ganas de ver de que era capaz.
-Yo me voy ya yendo, mi nombre es Yumiko Mei, un placer conoceros chicas, ah, y si os apetece, podemos hacer una pelea de almohadas en la sala común de la primera planta.-Dije con una sonrisa mientras esperaba ver la reacción de la señorita arrogante y me disponía a seguir el camino hacia la cocina. Sabía en cierta medida como se disponía el barco, pero no había pasado suficiente tiempo como para familiarizarme totalmente con él. Byakuro me había convencido sin muchas complicaciones de que me viniera y acepté igualmente, sin muchos problemas. No conocía a la tripulación en su totalidad, la verdad es que solo conocía al peliblanco, pero visto como eran todos no tardaría mucho en aprenderme el nombre de todos y como son, pues no parecía que sobreviviese mucho sin sabérmelos.
Tomé mis cosas y aún sentía dolor en los codos y las rodillas, como en la nariz, proseguí mi camino hacia la cocina y cuando ya estuve en la puerta me quedé mirando al peliblanco cocinar, ofreciéndole mi ayuda, no tenía exagerados conocimientos de cocina pero serviría para algo, supuse interiormente. Para empezar ayudándolo tomé una cacerola y al sacarla de su respectivo armario mi mano resbaló, la puerta del armario golpeó en los platos que se encontraban secándose y un montón de estruendos se oyeron de golpe mientras diversos artilugios metálicos caían contra el suelo. Me puse rápidamente a recoger con una cara de total vergüenza, me dí cuenta en ese mismo instante que sería mejor alejarme de la cocina. Tras terminar sonreí inocentemente pero sin disimular en lo más mínimo mis mejillas coloreadas y desaparecí corriendo de la cocina, en dirección a la mesa, ahí me senté en una de las sillas y empecé a mirar algunas de las plantas que tenía conmigo, intentando comprendedlas y estudiándolas para próximos usos.
Ichimura Hachiro
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Respiraba hondo. Era todo, y a la vez no era nada. Era un observador, una conciencia neutral, en mitad de una galaxia de voces y vidas. Carecía de voluntad, de emociones, de pensamiento. Se limitaba a observar, permitiendo a su lado consciente descansar. Entonces notó una presencia que se acercaba a la sala de meditación: Byakuro. Su concentración se rompió y dejó de meditar. No abrió aun los ojos y esperó a que el joven entrase en la sala. Escuchó sus palabras, en silencio. Entonces contestó sin abrir los ojos.
- Con este viento, mañana temprano. Podría acelerar el viaje sin dañar el barco si lo deseas, y llegaríamos esta noche.
El cazador salió de la habitación, dejando al ronin solo. ¿Debía ir a desayunar con el resto? Por un lado, no le interesaba particularmente socializar. Debía prepararse para el entrenamiento con Kazuo, y una buena meditación le ayudaría a estar de humor para aguantar las pullas de su pupilo. Por otro lado, recordó las palabras de Byakuro: "¿Un desconocido? Para nada, tú eres Shun, y ahora eres parte de mi familia:" Esbozó una ligera media sonrisa. Tal vez debería darles una oportunidad. Cogió su té y dio otro sorbo, pensativo.
- En fin... no pierdo nada por intentarlo.
Se levantó, con la taza en la mano, y se dirigió al reproductor. Lo apagó, y se puso a terminar la taza de té. No quería ir por los conductos de ventilación derramando la caliente infusión por todas partes. Una vez hubo bebido el último trago, se coló por la rejilla en forma intangible. Viajó a toda velocidad hasta el comedor, y se hizo material de nuevo ya sentado en una silla. Aun no había nadie allí... bueno, esperaría. Byakuro aun debía estar cocinando. Dejó la taza vacía frente a él y esperó pacientemente.
- Con este viento, mañana temprano. Podría acelerar el viaje sin dañar el barco si lo deseas, y llegaríamos esta noche.
El cazador salió de la habitación, dejando al ronin solo. ¿Debía ir a desayunar con el resto? Por un lado, no le interesaba particularmente socializar. Debía prepararse para el entrenamiento con Kazuo, y una buena meditación le ayudaría a estar de humor para aguantar las pullas de su pupilo. Por otro lado, recordó las palabras de Byakuro: "¿Un desconocido? Para nada, tú eres Shun, y ahora eres parte de mi familia:" Esbozó una ligera media sonrisa. Tal vez debería darles una oportunidad. Cogió su té y dio otro sorbo, pensativo.
- En fin... no pierdo nada por intentarlo.
Se levantó, con la taza en la mano, y se dirigió al reproductor. Lo apagó, y se puso a terminar la taza de té. No quería ir por los conductos de ventilación derramando la caliente infusión por todas partes. Una vez hubo bebido el último trago, se coló por la rejilla en forma intangible. Viajó a toda velocidad hasta el comedor, y se hizo material de nuevo ya sentado en una silla. Aun no había nadie allí... bueno, esperaría. Byakuro aun debía estar cocinando. Dejó la taza vacía frente a él y esperó pacientemente.
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Uno, dos, tres... El cazador practicaba las katas realizando movimientos rápidos y firmes, aunque con una técnica que aún necesitaba pulir. Sí, estaba claro, aún le faltaba mucho para poder superar al hombre que se había convertido en su maestro. Era irónico que tanto pupilo como tutor desearan librarse el uno del otro y, aún así, cooperasen lo suficiente como para que el primero mejorase con las enseñanzas del segundo. Claro estaba que, pese a ello, no podían faltar las pullas ni las recriminaciones por ambas partes... Y era más que probable que de vez en cuando alguno de los dos terminase por perder los papeles. El castaño estaba tan concentrado en su entrenamiento que tardó varios segundos en darse cuenta de que un miembro de la tripulación del yonkaikyo, en especial el gyojin del barco, acababa de presentarse frente a él. ¿Cómo narices había llegado aquella mole hasta allí? Kazuo envainó a Yoake y se quedó mirándole. Era bastante más alto que él, tal vez le sacara entre dos o tres cabezas. El rubio se presentó como Lowell y le tendió la mano como saludo, ante lo que el espadachín dibujó una mueca en su rostro. No le gustaba tener más contacto físico del necesario... O, al menos, no con alguien a quien no considerase "digno".
- Kazuo Ryugetsu -le respondió en un susurro, dándole un suave toque con la vaina de su katana en la mano como respuesta al saludo- Supongo que... Igualmente.
Tal vez no fuese la actitud más apropiada, ni la más educada, pero el castaño no olvidaba el motivo de que se encontrase en aquél navío. Estaba allí para superar al ronin, no para hacer amigos... Aunque supuso que si necesitaban su ayuda les echaría una mano. Tras eso se dispuso a continuar con su entrenamiento justo cuando Shun, en un abrir y cerrar de ojos, se presentó ante él para darle algunas indicaciones sobre la rutina que seguirían aquél día. Tras eso se marchó y el castaño dejó escapar un largo suspiro. Pese a que la opción de ir a la sala de meditación era tan solo una sugerencia, sabía bien que si no lo hacía tal vez tuviera que tragarse alguna charla sobre los deberes del espadachín y demás tonterías, y a decir verdad no le apetecía tener que soportar un sermón tan pronto.
- Bueno, debo marchar -le dijo al gyojin sin siquiera mirarle, justo antes de dejarse caer de forma totalmente despreocupada del mástil. Mientras caía iba deteniendo tanto el pantalón como las botas cada medio metro, de forma que no acumulaba velocidad e iba descendiendo lentamente hasta llegar al suelo, como si nada.
Tras esto se dirigió hacia su habitación con la intención de ponerse una camisa. No sería apropiado pasearse semidesnudo por el barco cuando toda la tripulación parecía estar ya en pie. Después de esto caminó hacia la sala de meditación, la cuál encontró vacía...¿El samurái no había llegado o se había marchado ya? Poco importaba. Dejó a Yoake sobre el suelo y se sentó sobre las rodillas, dejando las manos sobre estas y cerrando los ojos inmediatamente después. Meditar, ¿acaso podía existir algo más inútil que eso? No era muy dado a aquella actividad, pero según tenía entendido consistía en dejar la mente en blanco o algo así. No sabría decir si fue por las escasas horas de sueño o por el infinito aburrimiento que sentía en aquel momento, pero si el ronin u otra persona entraban en aquella sala se encontrarían al castaño en la misma posición, con la diferencia de que se podrían apreciar suaves ronquidos y algún que otro cabeceo por su parte.
- Kazuo Ryugetsu -le respondió en un susurro, dándole un suave toque con la vaina de su katana en la mano como respuesta al saludo- Supongo que... Igualmente.
Tal vez no fuese la actitud más apropiada, ni la más educada, pero el castaño no olvidaba el motivo de que se encontrase en aquél navío. Estaba allí para superar al ronin, no para hacer amigos... Aunque supuso que si necesitaban su ayuda les echaría una mano. Tras eso se dispuso a continuar con su entrenamiento justo cuando Shun, en un abrir y cerrar de ojos, se presentó ante él para darle algunas indicaciones sobre la rutina que seguirían aquél día. Tras eso se marchó y el castaño dejó escapar un largo suspiro. Pese a que la opción de ir a la sala de meditación era tan solo una sugerencia, sabía bien que si no lo hacía tal vez tuviera que tragarse alguna charla sobre los deberes del espadachín y demás tonterías, y a decir verdad no le apetecía tener que soportar un sermón tan pronto.
- Bueno, debo marchar -le dijo al gyojin sin siquiera mirarle, justo antes de dejarse caer de forma totalmente despreocupada del mástil. Mientras caía iba deteniendo tanto el pantalón como las botas cada medio metro, de forma que no acumulaba velocidad e iba descendiendo lentamente hasta llegar al suelo, como si nada.
Tras esto se dirigió hacia su habitación con la intención de ponerse una camisa. No sería apropiado pasearse semidesnudo por el barco cuando toda la tripulación parecía estar ya en pie. Después de esto caminó hacia la sala de meditación, la cuál encontró vacía...¿El samurái no había llegado o se había marchado ya? Poco importaba. Dejó a Yoake sobre el suelo y se sentó sobre las rodillas, dejando las manos sobre estas y cerrando los ojos inmediatamente después. Meditar, ¿acaso podía existir algo más inútil que eso? No era muy dado a aquella actividad, pero según tenía entendido consistía en dejar la mente en blanco o algo así. No sabría decir si fue por las escasas horas de sueño o por el infinito aburrimiento que sentía en aquel momento, pero si el ronin u otra persona entraban en aquella sala se encontrarían al castaño en la misma posición, con la diferencia de que se podrían apreciar suaves ronquidos y algún que otro cabeceo por su parte.
Byakuro Kyoya
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Byakuro sonrió cuando a Yumiko se le cayó gran parte del menaje al suelo. La chica sonrió, azorada por lo que acababa de pasar, y tras recoger se retiró a la zona del comedor. Byakuro sintió que allí se juntaron ella y otra persona, Shun.
Sin prestarle demasiada atención a aquello, el chico se dirigió a la despensa, donde buscó los ingredientes para preparar un desayuno sabroso. Tras coger huevos, mantequilla, especias y pan de molde, regresó a la cocina, dejándolo todo en la mesa. Tras eso, encendió el horno y mientras se calentaba, empezó a preparar el pan, aplastándolo con un rodillo. Recogió unas bases de tartaleta y colocó el pan en forma de cuenco, pegándolo a los bordes con la mantequilla para luego meter todo en el horno. Mientras esperaba a que se hiciera, el chico volvió a la despensa y dejó la mantequilla, cogiendo un poco de fruta. Regresó a la cocina y se puso a cortar la fruta para hacer una macedonia. Tras eso, sacó el pan del horno y colocó los huevos dentro de las tartaletas, para después echarle pimienta y un poco de perejil por encima. Por último lo volvió a meter al horno.
- Apufff... -suspiró, mientras pensaba en que aún tardarían un día en llegar a la isla. Bueno, no era algo que le preocupase. Observó el horno y decidió que aún tardaría un poco en hacerse el desayuno.
Con un rápido movimiento, se transformó en tinta para tomar el camino más directo a su dormitorio, por los conductos de comunicación. Apareció frente a la puerta del cuarto, y al otro lado detectó el aura de Azuka. Sin saber si estaba despierta o no, el chico apoyó los nudillos en el umbral y dio unos suaves toques:
- Buenos días, Azuka-chan... -saludó, esperando respuesta.
Sin prestarle demasiada atención a aquello, el chico se dirigió a la despensa, donde buscó los ingredientes para preparar un desayuno sabroso. Tras coger huevos, mantequilla, especias y pan de molde, regresó a la cocina, dejándolo todo en la mesa. Tras eso, encendió el horno y mientras se calentaba, empezó a preparar el pan, aplastándolo con un rodillo. Recogió unas bases de tartaleta y colocó el pan en forma de cuenco, pegándolo a los bordes con la mantequilla para luego meter todo en el horno. Mientras esperaba a que se hiciera, el chico volvió a la despensa y dejó la mantequilla, cogiendo un poco de fruta. Regresó a la cocina y se puso a cortar la fruta para hacer una macedonia. Tras eso, sacó el pan del horno y colocó los huevos dentro de las tartaletas, para después echarle pimienta y un poco de perejil por encima. Por último lo volvió a meter al horno.
- Apufff... -suspiró, mientras pensaba en que aún tardarían un día en llegar a la isla. Bueno, no era algo que le preocupase. Observó el horno y decidió que aún tardaría un poco en hacerse el desayuno.
Con un rápido movimiento, se transformó en tinta para tomar el camino más directo a su dormitorio, por los conductos de comunicación. Apareció frente a la puerta del cuarto, y al otro lado detectó el aura de Azuka. Sin saber si estaba despierta o no, el chico apoyó los nudillos en el umbral y dio unos suaves toques:
- Buenos días, Azuka-chan... -saludó, esperando respuesta.
Theo Thawne
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Akuma no mi
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Volví a mi forma humana después de que nadie se riese de mi pequeña e inocente broma. Resoplé y me quedé allí, sentada en el suelo con un puño en la mejilla, en completa decepción. Poco a poco todos abandonaron el gimnasio y me quedé yo sola en este. Me abracé a mis propias rodillas en cuanto me quedé sola y observé el centro del gimnasio, pensando.
"Soy usuaria de fruta, pero... ¿Hay algo más? Bya es fuerte, todo... Todos en el gremio son fuertes. Yo aún puedo serlo más..."
Me levanté y fui corriendo de nuevo a mi camarote, cogí mi bastón kali y volví al gimnasio a toda velocidad. Me coloqué en el centro del gimnasio en posición, con el bastón agarrado tras mi espalda y una mano delante, mirando con furia a la nada. Pero poco a poco, empecé a bajar la postura. ¿Por qué debía entrenar sola? Nada la obligaba a ello. Relajé la postura y suspiré. Acababa de tomar una decisión.
"Le pediré a Bya que me entrene..."
Me dirigí al comedor con el bastón en mano y entré por la puerta. Yumiko, la chica de orejas puntiagudas, se encontraba allí, entretenida mirando unas plantas. Me senté en la mesa a un par de sillas de distancia y apoyé el bastón en la mesa. Crucé los brazos sobre esta y apoyé la cabeza en estos, resoplando a solas y esperando no molestar a la chica con su actividad.
"Soy usuaria de fruta, pero... ¿Hay algo más? Bya es fuerte, todo... Todos en el gremio son fuertes. Yo aún puedo serlo más..."
Me levanté y fui corriendo de nuevo a mi camarote, cogí mi bastón kali y volví al gimnasio a toda velocidad. Me coloqué en el centro del gimnasio en posición, con el bastón agarrado tras mi espalda y una mano delante, mirando con furia a la nada. Pero poco a poco, empecé a bajar la postura. ¿Por qué debía entrenar sola? Nada la obligaba a ello. Relajé la postura y suspiré. Acababa de tomar una decisión.
"Le pediré a Bya que me entrene..."
Me dirigí al comedor con el bastón en mano y entré por la puerta. Yumiko, la chica de orejas puntiagudas, se encontraba allí, entretenida mirando unas plantas. Me senté en la mesa a un par de sillas de distancia y apoyé el bastón en la mesa. Crucé los brazos sobre esta y apoyé la cabeza en estos, resoplando a solas y esperando no molestar a la chica con su actividad.
Titania
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El cuerpo de su capitán se movía ágil y poderoso entre el aire, en una danza que la rubia miraba pero a su vez no prestaba ninguna atención. Su interés se iba entregando por completo a la mujer de cabellos largos y dorados de su lado, puesto que despierta una atracción muy particular en Titania. Sin embargo esos instantes terminan cuando, de repente, la muchacha escucha algunos pasos descuidados a su lado, a los cuales les sigue un rugido endemoniado. Como puede la joven se prepara, tapándose ambos oídos con sus blanquecinas manos y cerrando firmemente los ojos. Aquel aullido prehistórico era aterrador, no obstante la cazarrecompensas ya se encontraba avisada y lista gracias a los torpes pasos de la bromista.
-¿Te sientes mejor?- contesta la rubia, furiosa y seria con ese vago intento de susto.
Pero ahí no acabó la cosa ya que cuando se giró para ver el rostro de la humorista, el peliblanco termina de entrenar y se acerca a todas ellas proclamando su sorpresa al verlas tan temprano levantadas. Entonces fue cuando la mujer de los ojos con color zafiro, en un intento de seguir los consejos de Lowell, cierra la boca para no soltar más improperios a la imprudente usuaria de la Akuma y, ayudada por la propuesta de Byakuro, consigue pasar sutilmente de tema a la vez que lo hace la otra mujer.
-Mmh- responde la novata cazadora al yonkaikyo.
Una comida podría resultar sumamente interesante, pues así la joven podría verles las caras a todos los miembros que Byakuro se había encargado de reunir antes y después de Lowell y ella misma. Pero de costumbre, procura ocultar sus pensamientos y acaba asintiendo a la presentación de la misteriosa mujer. Todo indica que se llamaba Yumiko Mei; un nombre que fácil desembocó en el recuerdo de Madame Mei. No hace falta decir que por un instante la ira se acumuló en las venas de Titania, mas tuvo la suficiente fuerza de voluntad para calmarse y recapacitar en silencio y sin mostrar absolutamente nada a los demás. Lo último que necesita es que todo el barco se enterase de la vida que llevaba antes de estar ahí, puesto que sería muy vergonzoso y denigrante. Además que, sinceramente, a nadie le debería importar aquello.
Lo siguiente que hizo la cazarrecompensas luego de tranquilizarse fue, ni más ni menos, salir del gimnasio y quedarse un par de minutos pensado qué hacer realmente. Dudaba si volver a su camarote, ir a la cocina o, incluso, adentrarse en el comedor. Sin embargo, la respuesta estuvo clara al recordar que de cocina tenía menos idea que del mundo al que se adentraba con ese barco. Por lo que ya, ni corta ni perezosa, tomó rumbo firme hacia una nueva zona sin esperarse ni de lejos lo que se toparía ahí dentro.
-¡Tsk!- masculló al entrar a la sala zen o de meditación. -¿Y tú quién eres?-.
El tono de la mujer es firme, algo bajo, pero lo suficiente capaz de llegar a oídos del hombre que allí dentro se encontraba. Aparentemente duerme, aunque lo hace en una postura extraña como de meditación. Esto ya era el colmo de la situación, puesto que la la cazadora no se explicaba de donde sacaba Byakuro a los tripulantes del navío. Éste en particular posee una vestimenta extraña, la cual recuerda a la de unos forajidos que llegaron una noche al burdel. Titania tiene grabada esa noche a fuego en su mente, pues en esa ocasión acabó muy mal parada con su cliente. Así que sin más, y con toda la rabia del momento, se acerca al sujeto en cuestión y le alcanza una patada relativamente suave al torso.
-Te he preguntado- repite la rubia, mostrando vestigios de rabia en su entonación.
-¿Te sientes mejor?- contesta la rubia, furiosa y seria con ese vago intento de susto.
Pero ahí no acabó la cosa ya que cuando se giró para ver el rostro de la humorista, el peliblanco termina de entrenar y se acerca a todas ellas proclamando su sorpresa al verlas tan temprano levantadas. Entonces fue cuando la mujer de los ojos con color zafiro, en un intento de seguir los consejos de Lowell, cierra la boca para no soltar más improperios a la imprudente usuaria de la Akuma y, ayudada por la propuesta de Byakuro, consigue pasar sutilmente de tema a la vez que lo hace la otra mujer.
-Mmh- responde la novata cazadora al yonkaikyo.
Una comida podría resultar sumamente interesante, pues así la joven podría verles las caras a todos los miembros que Byakuro se había encargado de reunir antes y después de Lowell y ella misma. Pero de costumbre, procura ocultar sus pensamientos y acaba asintiendo a la presentación de la misteriosa mujer. Todo indica que se llamaba Yumiko Mei; un nombre que fácil desembocó en el recuerdo de Madame Mei. No hace falta decir que por un instante la ira se acumuló en las venas de Titania, mas tuvo la suficiente fuerza de voluntad para calmarse y recapacitar en silencio y sin mostrar absolutamente nada a los demás. Lo último que necesita es que todo el barco se enterase de la vida que llevaba antes de estar ahí, puesto que sería muy vergonzoso y denigrante. Además que, sinceramente, a nadie le debería importar aquello.
Lo siguiente que hizo la cazarrecompensas luego de tranquilizarse fue, ni más ni menos, salir del gimnasio y quedarse un par de minutos pensado qué hacer realmente. Dudaba si volver a su camarote, ir a la cocina o, incluso, adentrarse en el comedor. Sin embargo, la respuesta estuvo clara al recordar que de cocina tenía menos idea que del mundo al que se adentraba con ese barco. Por lo que ya, ni corta ni perezosa, tomó rumbo firme hacia una nueva zona sin esperarse ni de lejos lo que se toparía ahí dentro.
-¡Tsk!- masculló al entrar a la sala zen o de meditación. -¿Y tú quién eres?-.
El tono de la mujer es firme, algo bajo, pero lo suficiente capaz de llegar a oídos del hombre que allí dentro se encontraba. Aparentemente duerme, aunque lo hace en una postura extraña como de meditación. Esto ya era el colmo de la situación, puesto que la la cazadora no se explicaba de donde sacaba Byakuro a los tripulantes del navío. Éste en particular posee una vestimenta extraña, la cual recuerda a la de unos forajidos que llegaron una noche al burdel. Titania tiene grabada esa noche a fuego en su mente, pues en esa ocasión acabó muy mal parada con su cliente. Así que sin más, y con toda la rabia del momento, se acerca al sujeto en cuestión y le alcanza una patada relativamente suave al torso.
-Te he preguntado- repite la rubia, mostrando vestigios de rabia en su entonación.
Para Kazuo
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Y ahí estaba él, sentado en un trono dorado mientras todos y cada uno de los samuráis de Wano permanecían tirados por el suelo, doloridos y con heridas de todo tipo. Ninguno había sido capaz de igualar su espada, aunque... ¿Qué esperaban? Al fin y al cabo se estaban enfrentando al mejor espadachín del mundo, a la leyenda de leyendas, a la espada imbatible que acababa de demostrar lo erróneas que eran las enseñanzas del bushido. Honor, justicia, lealtad... Todas esas cosas habían sido humilladas por él y por Yoake, la cual reposaba en su regazo, descansando del esfuerzo realizado. ¿Se le podría llamar así? Al fin y al cabo tampoco le había costado demasiado deshacerse de esos inútiles. ¿Y qué había de Shun? O, sí, para él se había reservado lo mejor. Ni siquiera había tenido que emplearse a fondo, tan solo unos ágiles movimientos de muñeca y había acabado postrado ante él... Exactamente como se encontraba en aquél momento, sirviéndole de reposapies mientras se deleitaba con aquella gloriosa visión.
- ¿Y ahora qué podríamos hacer, Yoake? -susurró, preguntándole a la oscura katana- Tal vez no esté de más que nos tomemos un descanso. Al menos hasta que aparezca alguien capaz de entretenernos un poco... ¿No crees?
Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, justo cuando una voz parecía manar de la espada. "¿Y tú quién eres?" le preguntaba, con un tono de voz que le era ligeramente familiar, como si lo hubiese escuchado en algún lugar pero de forma tan efímera que no era capaz de recordar a quién pertenecía. Pasaron unos segundos en los que el sueño había pasado a un estado de vigilia, ni dormido ni despierto, sin saber exactamente dónde se encontraba hasta el momento justo en el que recibió una patada en el torso. No tenía fuerza suficiente como para dañarle, pero era más que de sobra para hacerle perder el equilibrio de modo que cayera hacia atrás, desperezándose y sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras llevaba una de las manos a su rostro, tratando de aclarar su vista. "Te he preguntado" volvió a decirle aquella voz, que entonces era mucho más clara que la vez anterior. Según su visión dejaba de verse borrosa pudo distinguir los rasgos faciales de una de las mujeres que quería recordar como miembro de la tripulación del Yonkaikyo. "Otra más" se dijo a sí mismo mientras tomaba a Yoake del suelo y se ponía en pie, con el ceño fruncido.
- ¿Nunca te han dicho que es de mala educación tocar a alguien sin que este se lo espere? -le preguntó, en un tono que casi parecía una burla hacia ella- Joder, hasta yo tengo una ligera noción sobre los modales.
Fue en ese momento cuando pudo distinguir con mayor nitidez los rasgos y cualidades de la mujer de orbes azulados que permanecía frente a él, aparentemente tensa, como si estuviese molesta por algo... ¿O acaso siempre lo estaba? Debía de sacarle algo más de una cabeza en altura y, pese a ello, parecía tener un cuerpo bien definido, aunque Kazuo no le dio demasiada importancia a esto. Más que nada porque estaba centrado en aquella nariz tan pronunciada que ocupaba buena parte de su rostro. No era que le divirtiese o algo por el estilo, pero le había llamado la atención. Por lo demás y obviando sus dorados cabellos, no parecía tener nada demasiado destacable... Aparte de unas formas pésimas.
- ¿Que quién soy? Tal vez debería hacerte yo la misma pregunta. Al fin y al cabo has sido tú la que ha aparecido de la nada a perturbar mi... "Meditación." Estaba teniendo un sueño bastante interesante, para tu información -prosiguió en un tono que denotaba cierta molestia, en parte por el sueño y lo demás... ¿Cómo narices se le ocurría tocarle?- Mi nombre es Kazuo. Kazuo Ryugetsu y, para tu información, también formo parte de esta tripulación. -pasó a Yoake por detrás del cuello, manteniéndola en equilibrio con las manos apoyadas sobre esta en cada extremo- Ah, y también soy el hombre que te cortará la pierna si vuelves a tocarme sin permiso -tras esto comenzó a caminar hacia la salida, sin dejar de prestarle atención a la rubia ni por un instante. Estaba tratando de calmarse y lo mejor sería alejarse, no le sentaría bien al Yonkaikyo que se formase una pelea y que precisamente él estuviese implicado. Tampoco le interesaba demasiado saber quién era ella, así que ni siquiera esperaría su presentación... A menos que ella tuviera algo que decir al respecto. ¿Sería así?
- ¿Y ahora qué podríamos hacer, Yoake? -susurró, preguntándole a la oscura katana- Tal vez no esté de más que nos tomemos un descanso. Al menos hasta que aparezca alguien capaz de entretenernos un poco... ¿No crees?
Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, justo cuando una voz parecía manar de la espada. "¿Y tú quién eres?" le preguntaba, con un tono de voz que le era ligeramente familiar, como si lo hubiese escuchado en algún lugar pero de forma tan efímera que no era capaz de recordar a quién pertenecía. Pasaron unos segundos en los que el sueño había pasado a un estado de vigilia, ni dormido ni despierto, sin saber exactamente dónde se encontraba hasta el momento justo en el que recibió una patada en el torso. No tenía fuerza suficiente como para dañarle, pero era más que de sobra para hacerle perder el equilibrio de modo que cayera hacia atrás, desperezándose y sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras llevaba una de las manos a su rostro, tratando de aclarar su vista. "Te he preguntado" volvió a decirle aquella voz, que entonces era mucho más clara que la vez anterior. Según su visión dejaba de verse borrosa pudo distinguir los rasgos faciales de una de las mujeres que quería recordar como miembro de la tripulación del Yonkaikyo. "Otra más" se dijo a sí mismo mientras tomaba a Yoake del suelo y se ponía en pie, con el ceño fruncido.
- ¿Nunca te han dicho que es de mala educación tocar a alguien sin que este se lo espere? -le preguntó, en un tono que casi parecía una burla hacia ella- Joder, hasta yo tengo una ligera noción sobre los modales.
Fue en ese momento cuando pudo distinguir con mayor nitidez los rasgos y cualidades de la mujer de orbes azulados que permanecía frente a él, aparentemente tensa, como si estuviese molesta por algo... ¿O acaso siempre lo estaba? Debía de sacarle algo más de una cabeza en altura y, pese a ello, parecía tener un cuerpo bien definido, aunque Kazuo no le dio demasiada importancia a esto. Más que nada porque estaba centrado en aquella nariz tan pronunciada que ocupaba buena parte de su rostro. No era que le divirtiese o algo por el estilo, pero le había llamado la atención. Por lo demás y obviando sus dorados cabellos, no parecía tener nada demasiado destacable... Aparte de unas formas pésimas.
- ¿Que quién soy? Tal vez debería hacerte yo la misma pregunta. Al fin y al cabo has sido tú la que ha aparecido de la nada a perturbar mi... "Meditación." Estaba teniendo un sueño bastante interesante, para tu información -prosiguió en un tono que denotaba cierta molestia, en parte por el sueño y lo demás... ¿Cómo narices se le ocurría tocarle?- Mi nombre es Kazuo. Kazuo Ryugetsu y, para tu información, también formo parte de esta tripulación. -pasó a Yoake por detrás del cuello, manteniéndola en equilibrio con las manos apoyadas sobre esta en cada extremo- Ah, y también soy el hombre que te cortará la pierna si vuelves a tocarme sin permiso -tras esto comenzó a caminar hacia la salida, sin dejar de prestarle atención a la rubia ni por un instante. Estaba tratando de calmarse y lo mejor sería alejarse, no le sentaría bien al Yonkaikyo que se formase una pelea y que precisamente él estuviese implicado. Tampoco le interesaba demasiado saber quién era ella, así que ni siquiera esperaría su presentación... A menos que ella tuviera algo que decir al respecto. ¿Sería así?
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La cazarrecompensas había conseguido dar de pleno en el pecho del hombre, el cual se caía para lentamente después ponerse en pie. Tardó unos segundos que, francamente, a la rubia le parecieron demasiados. Incluso le dio tiempo para cruzar los brazos y comprobar que el tipo no fuera a desenvainar la katana, puesto que entonces sí se armaría una buena pelea en el Black Lotus. Pero parecía que no iba a ser el caso. Sencillamente el tripulante se alzó con el ceño fruncido y, con aparentes aires burlescos, le hizo una reprimenda a la mujer que, como poco, le había sentado muy mal. Esto se vio en la mirada de la joven, la cual parecía intentar desintegrar al niñato que tiene delante. Pero por suerte, consiguió relajarse... un poco. Y es que lo último que quería en un principio era ocasionar líos innecesarios.
-Que te follen- contesta la mujer a la vez que le saca el dedo corazón en forma de ofensa.
Pese a la importante diferencia de altura, que por cierto es inferior a la que tiene con Lowell, la mujer de la mirada penetrante y furiosa no se esconde ni se deja intimidar. No ha sobrevivido a todo lo que se le ha puesto por delante para que un crío, al menos en "modales", se le venga a hacer la burla. Debe castigarle.
Pero antes si quiera que le diera tiempo a responder algo al muchacho, éste insolente comenzó a hablar de nuevo. Cada vez pone más de los nervios a la cazadora y, como ya se ha visto en numerosas ocasiones, eso no es bueno. Para empezar, Titania no es una mujer con paciencia, y para terminar, tiene muy mal carácter. Se puede comprobar todos esos datos en su último día en Shellstown, cuando dislocó todos los huesos a un criminal y posteriormente le hundió los dedos pulgares en las cuencas oculares del mensajero.
Sin embargo de toda aquella situación lo que más enfadó a la joven, y la puso en un estado casi psicópata, fue la amenaza. Un tipo con aires de suicida, que iba por ahí jugando con una katana, la había amenazado con cortarle una pierna si lo volvía a tocar sin permiso... No cabe duda, para Titania el chaval está harto de sus extremidades y necesita ayuda para deshacerse de ellas. Aunque pensándolo mejor, la rubia es consciente que no puede asesinar a nadie en este barco y menos si es de la tripulación. Por lo tanto, y como caso excepcional, se plantea darle una pequeña lección de modales y de cómo tratar a una dama.
-¿Kazuo Ryugetsu?- murmura mientras ve su huida. -Perfecto-.
Con los nervios a raya y utilizando hábilmente todas sus artes, la mujer de la mirada helada avanza por la espalda del espadachín. La asesina rememora en su acercamiento todos los datos útiles que pueda tener sobre los guerreros con espadas que ha conseguido estudiando a Lowell y, por lo general, sabe que suelen tener una fuerza sobrehumana en los brazos y torso; por esto mismo descarta rápidamente un ataque a esa zona, no obstante todo el mundo tiene un punto débil y esta no iba a ser una excepción. Hace de nuevo un rápido estudio de la estructura física del objetivo, y al final llega a una sencilla conclusión...
-Silent Lady, Massacre- vuelve a susurrar la mujer ejecutando el combo.
Una vez se encuentra lo suficientemente cerca del tipo, lo que hace Titania es dar un pequeño salto lo suficientemente rápido como para agarrar al sujeto por el cuello con su brazo y doblarlo hacia atrás. Con su peso y fuerza sería suficiente para conseguir esta acción puesto que los espadachines ejercitan mucho más sus brazos que sus abdominales o músculos lumbares, lo que significa que son muy débiles ante ataques por la espalda como los que ejecuta la rubia. Así que con el cuerpo de su adversario arqueado para atrás, el siguiente paso que daría la muchacha sería sacar de una de sus mangas un cuchillo y ponerlo sonriente en el cuello del muchacho. Esto sería innecesario en cierto modo, pues el dolor que debería estar sufriendo el chico debe de ser enorme a parte del estrangulamiento. La rubia estaría sujeta con todo su brazo al cuello mientras hace fuerza para atrás, estirando todos los músculos traseros de su espalda hasta el punto de tensarlos como para desgarrarlos
-Descantada de conocerte, Kazuo-. El tono que usa es frío. -Yo soy Titania, la cirujana del barco-.
-Que te follen- contesta la mujer a la vez que le saca el dedo corazón en forma de ofensa.
Pese a la importante diferencia de altura, que por cierto es inferior a la que tiene con Lowell, la mujer de la mirada penetrante y furiosa no se esconde ni se deja intimidar. No ha sobrevivido a todo lo que se le ha puesto por delante para que un crío, al menos en "modales", se le venga a hacer la burla. Debe castigarle.
Pero antes si quiera que le diera tiempo a responder algo al muchacho, éste insolente comenzó a hablar de nuevo. Cada vez pone más de los nervios a la cazadora y, como ya se ha visto en numerosas ocasiones, eso no es bueno. Para empezar, Titania no es una mujer con paciencia, y para terminar, tiene muy mal carácter. Se puede comprobar todos esos datos en su último día en Shellstown, cuando dislocó todos los huesos a un criminal y posteriormente le hundió los dedos pulgares en las cuencas oculares del mensajero.
Sin embargo de toda aquella situación lo que más enfadó a la joven, y la puso en un estado casi psicópata, fue la amenaza. Un tipo con aires de suicida, que iba por ahí jugando con una katana, la había amenazado con cortarle una pierna si lo volvía a tocar sin permiso... No cabe duda, para Titania el chaval está harto de sus extremidades y necesita ayuda para deshacerse de ellas. Aunque pensándolo mejor, la rubia es consciente que no puede asesinar a nadie en este barco y menos si es de la tripulación. Por lo tanto, y como caso excepcional, se plantea darle una pequeña lección de modales y de cómo tratar a una dama.
-¿Kazuo Ryugetsu?- murmura mientras ve su huida. -Perfecto-.
Con los nervios a raya y utilizando hábilmente todas sus artes, la mujer de la mirada helada avanza por la espalda del espadachín. La asesina rememora en su acercamiento todos los datos útiles que pueda tener sobre los guerreros con espadas que ha conseguido estudiando a Lowell y, por lo general, sabe que suelen tener una fuerza sobrehumana en los brazos y torso; por esto mismo descarta rápidamente un ataque a esa zona, no obstante todo el mundo tiene un punto débil y esta no iba a ser una excepción. Hace de nuevo un rápido estudio de la estructura física del objetivo, y al final llega a una sencilla conclusión...
-Silent Lady, Massacre- vuelve a susurrar la mujer ejecutando el combo.
Una vez se encuentra lo suficientemente cerca del tipo, lo que hace Titania es dar un pequeño salto lo suficientemente rápido como para agarrar al sujeto por el cuello con su brazo y doblarlo hacia atrás. Con su peso y fuerza sería suficiente para conseguir esta acción puesto que los espadachines ejercitan mucho más sus brazos que sus abdominales o músculos lumbares, lo que significa que son muy débiles ante ataques por la espalda como los que ejecuta la rubia. Así que con el cuerpo de su adversario arqueado para atrás, el siguiente paso que daría la muchacha sería sacar de una de sus mangas un cuchillo y ponerlo sonriente en el cuello del muchacho. Esto sería innecesario en cierto modo, pues el dolor que debería estar sufriendo el chico debe de ser enorme a parte del estrangulamiento. La rubia estaría sujeta con todo su brazo al cuello mientras hace fuerza para atrás, estirando todos los músculos traseros de su espalda hasta el punto de tensarlos como para desgarrarlos
-Descantada de conocerte, Kazuo-. El tono que usa es frío. -Yo soy Titania, la cirujana del barco-.
Byakuro Kyoya
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Byakuro ladeó la cabeza. Tal vez aún no estuviera despierta. Volvió a la forma de tinta y volvió a colarse por los conductos de transporte hasta regresar a la cocina, donde los huevos ya estaban medio hechos. Detectaba auras en el comedor: Yumiko, Shun y Theo. Y también otras dos, algo más distantes, hacia proa: Titania y Kazuo. Lowell estaba sobre todos ellos, seguramente en el mástil del palo mayor. Había vida en el barco, y eso alegraba al chico.
- Bueno... -dijo mientras salía al comedor-. El desayuno está en unos minutitos... ¿Qué hacéis? -preguntó con una sonrisa.
Se sentó en la cabecera de la mesa y observó las plantas que estaba estudiando Yumiko. No sabía mucho de plantas, pero parecían raras y exóticas. Tal vez fueran poderosos venenos o medicinas. En ese momento el chico se alegró de que Yumiko estuviera con ellos. Tal vez pudiera pedirle alguna planta para mejorar sus platos. Mientras esperaba a que el desayuno terminase de hacerse, observó a Shun.
- Hey, Shun-chan. ¿Luego vas a entrenar con Kazuo? -preguntó al samurái-. Me gustaría verlo.
- Bueno... -dijo mientras salía al comedor-. El desayuno está en unos minutitos... ¿Qué hacéis? -preguntó con una sonrisa.
Se sentó en la cabecera de la mesa y observó las plantas que estaba estudiando Yumiko. No sabía mucho de plantas, pero parecían raras y exóticas. Tal vez fueran poderosos venenos o medicinas. En ese momento el chico se alegró de que Yumiko estuviera con ellos. Tal vez pudiera pedirle alguna planta para mejorar sus platos. Mientras esperaba a que el desayuno terminase de hacerse, observó a Shun.
- Hey, Shun-chan. ¿Luego vas a entrenar con Kazuo? -preguntó al samurái-. Me gustaría verlo.
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Una triste melodía emanaba de las cansadas cuerdas de su violín. Una pequeña obra de arte que atesoraba con su vida. Uno de los pocos recuerdos felices de su infancia. Aún recordaba el día que su padre se lo trajo en su precioso estuche negro, con un interior de fieltro igualmente negro. El violín era y seguía siendo de un precioso azul marino, cosa que parecía hacer sus canciones aún más melancólicas de lo que ya eran. Rara vez tocaba canciones con un ritmo alegre, pero tampoco era algo importante. Nadie podía escucharla. Una de las ventajas del lugar en el que había acabado viviendo era que su camarote estaba insonorizado. Un pequeño escondite de paz para ella y Tsubasa, el cual tendía a salir por la escotilla d su cuarto y subirse al palo mayor. En verdad a ella tampoco le gustaba estar encerrada, pero no sabía como relacionarse con sus compañeros.
La canción se acabo y la chica dejo el violín en su funda antes de tirarse en su enorme cama cubierta con sabanas moradas y negras, a juego con las paredes blancas y lilas de la habitación y el resto de muebles. -¿Tal vez debería intentar hacer algún amigo..? ¿Lo necesito?- Se preguntaba la chica de ojos policromos que miraba a algún punto vacío en el techo. Tenía a Tsubasa, ¿No le era suficiente? Bueno, de una forma u otra necesitaba relacionarse con aquellas personas.
Decidida a intentar aunque fuera dar los buenos días a alguien sin hacer que este la odiase de por vida, se levanto del colchón y tomó su parche, el cual descansaba sobre una mesilla de noche de color negro, el mismo color del barco. Tras eso se arreglo el pelo un poco (se le había alborotado al estar tumbada en la cama). En aquella ocasión lo llevaba suelto, llegandole hasta los hombros, los cuales iban descubiertos. Vestía una camiseta de tirantes de color verde oscuro y unos vaqueros, en lugar de su uniforme. Lo único que llevaba de este era su cinturón.Una vez consideró que se encontraba "presentable", abrió la puerta de su cuarto y salió, "encontrándose" de golpe con las voces de todos. En verdad era una suerte tener el cuarto insonorizado con tantas personas viviendo ahí.
La canción se acabo y la chica dejo el violín en su funda antes de tirarse en su enorme cama cubierta con sabanas moradas y negras, a juego con las paredes blancas y lilas de la habitación y el resto de muebles. -¿Tal vez debería intentar hacer algún amigo..? ¿Lo necesito?- Se preguntaba la chica de ojos policromos que miraba a algún punto vacío en el techo. Tenía a Tsubasa, ¿No le era suficiente? Bueno, de una forma u otra necesitaba relacionarse con aquellas personas.
Decidida a intentar aunque fuera dar los buenos días a alguien sin hacer que este la odiase de por vida, se levanto del colchón y tomó su parche, el cual descansaba sobre una mesilla de noche de color negro, el mismo color del barco. Tras eso se arreglo el pelo un poco (se le había alborotado al estar tumbada en la cama). En aquella ocasión lo llevaba suelto, llegandole hasta los hombros, los cuales iban descubiertos. Vestía una camiseta de tirantes de color verde oscuro y unos vaqueros, en lugar de su uniforme. Lo único que llevaba de este era su cinturón.Una vez consideró que se encontraba "presentable", abrió la puerta de su cuarto y salió, "encontrándose" de golpe con las voces de todos. En verdad era una suerte tener el cuarto insonorizado con tantas personas viviendo ahí.
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El castaño avanzaba con tranquilidad hacia la salida de la sala de meditación, sin dejar de prestarle atención a la chica pese a no estar mirándola, atento al menor ruido que pudiesen producir sus pasos o a las vibraciones del suelo de estos. No estaba muy seguro de cómo le habrían sentado aquellas palabras, y si había aprendido algo útil de las enseñanzas de su sensei en Wano era que nunca se debía bajar la guardia. Algo bueno debían de tener esos estúpidos samuráis. En un principio no pareció haber respuesta alguna de ella, tan solo algún murmullo. ¿Le estaría maldiciendo o algo por el estilo? En cualquier caso parecía haberla molestado. De repente escuchó un susurro, aparentemente algo más cerca que los anteriores y ve cómo el brazo de la rubia comienza a rodear su cuello. Por puro instinto activa su poder y detiene la manga de la chaqueta, lo que conlleva que toda la prenda se detenga, inmovilizando brazos y torso, dejándola en aquella posición. No había llegado a estrechar su cuello, aunque sí que le había hecho inclinarse ligeramente hacia atrás. "Por un pelo" pensó el espadachín mientras se agachaba para zafarse de aquel agarre, que había quedado a medias, girándose para encararla y caminando hacia atrás. Tenía nueve segundos.
- Igualmente, Titania -respondió serio. La verdad era que tenía ganas de trocearla en aquel momento por haber tratado de atacarle. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para contenerse. Seguía sin ver adecuado entablar un combate con uno de los miembros de la tripulación- Nos veremos más adelante, supongo. Espero que no sea en la enfermería -concluyó, dedicándole una sonrisa algo irritante tras estas palabras.
"Nunca subestimes a nadie. Y mucho menos a mí." Tras sus palabras abrió la puerta y salió de la sala, cerrándola tras él. Hecho esto debido a la distancia y al tiempo pasado ya debería de haberse pasado el efecto de su poder, aunque se mantuvo alerta por si volvía a intentar algo similar. De no haber sido por su akuma no mi probablemente habría quedado inmovilizado y a merced de la voluntad de la rubia. Debería andarse con ojo a partir de ahora. Su estómago rugió como señal de que comenzaba a tener hambre y supuso que no sería mala idea ir a la cocina a comer algo, por lo que puso rumbo hacia allí. Probablemente se encontraría con gran parte de la tripulación, si no toda. No le quedaba otro remedio en cualquier caso... Así que tendría que ceder un poco y relacionarse con el resto. Abrió la puerta de esta y se topó con varios miembros, entre ellos el capitán del barco, una mujer rubia la cual recordaba haber visto antes pese a no ser capaz de recordar su nombre y a su queridísimo maestro, al parecer dispuestos a comenzar a desayunar. Suspiró pesadamente y se ajustó a Yoake a la cintura antes de pasar tras cerrar la puerta.
- Buenos días -se limitó a decir, tomando asiento algo apartado del resto mientras apoyaba la cabeza sobre una mano, observando el panorama.
- Igualmente, Titania -respondió serio. La verdad era que tenía ganas de trocearla en aquel momento por haber tratado de atacarle. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para contenerse. Seguía sin ver adecuado entablar un combate con uno de los miembros de la tripulación- Nos veremos más adelante, supongo. Espero que no sea en la enfermería -concluyó, dedicándole una sonrisa algo irritante tras estas palabras.
"Nunca subestimes a nadie. Y mucho menos a mí." Tras sus palabras abrió la puerta y salió de la sala, cerrándola tras él. Hecho esto debido a la distancia y al tiempo pasado ya debería de haberse pasado el efecto de su poder, aunque se mantuvo alerta por si volvía a intentar algo similar. De no haber sido por su akuma no mi probablemente habría quedado inmovilizado y a merced de la voluntad de la rubia. Debería andarse con ojo a partir de ahora. Su estómago rugió como señal de que comenzaba a tener hambre y supuso que no sería mala idea ir a la cocina a comer algo, por lo que puso rumbo hacia allí. Probablemente se encontraría con gran parte de la tripulación, si no toda. No le quedaba otro remedio en cualquier caso... Así que tendría que ceder un poco y relacionarse con el resto. Abrió la puerta de esta y se topó con varios miembros, entre ellos el capitán del barco, una mujer rubia la cual recordaba haber visto antes pese a no ser capaz de recordar su nombre y a su queridísimo maestro, al parecer dispuestos a comenzar a desayunar. Suspiró pesadamente y se ajustó a Yoake a la cintura antes de pasar tras cerrar la puerta.
- Buenos días -se limitó a decir, tomando asiento algo apartado del resto mientras apoyaba la cabeza sobre una mano, observando el panorama.
Yoko Littner
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Los rasgos del dibujo se hacían denotar muy rápido. Un poco de negro por aquí y otro por allá. Suavizando textura y dejando un gran contraste. El dibujo representaba todas mis aventuras desde que había huido de Arabasta y tal vez, representaba cierta nostalgia. Seguí retocándolo hasta que terminé con unos bordes plateados para decorarlo. Ahora tocaba guardarlo en mi carpeta llena de dibujos que nadie vería. No me gustaba mucho que los viesen ya que personalmente no era buena recibiendo opiniones. Aprendí por mi misma a dibujar y ningún experto vendría a decirme como debía hacerlo.
Guardé el dibujo en la carpeta y la escondí debajo de la almohada. La acomodé y me dispuse a salir. Antes de abrir la puerta mi sombra se antepuso.
-Apártate. - Dije de mal humor. - He dicho que te apartes. - Sombra seguía sin hacerme caso. Nunca hablaba, tan solo me observaba y me hacía compañía como si de un alma en pena se tratase. Estaba acostumbrada a que apareciese así de repente, pero a veces me sacaba de quicio. Me aparté hacia un lado y ella me siguió. - ¿Es que no entiendes? Quiero ir afuera. - Tras eso estiré mi mano para empujarla pero la atravesé. Miré mi mano y suspiré. Sombra desapareció y al fin pude ir afuera.
Recorrí los pasillos hasta llegar al comedor. Tenía algo de hambre así que me dirigí al comedor, del cual venía un olor a comida que me atraía. En cuanto entré sonreí y exclamé alegremente. - ¡Buenos días! - Allí estaban Byakuro-sensei, Theo y otros cazadores más, de los cuales no sabía mucho, pero esperaba conocer pronto aunque no tenían pinta de ser muy... amigables. En el fondo me alegraba ver como el gremio había aumentado en tan poco tiempo.
Guardé el dibujo en la carpeta y la escondí debajo de la almohada. La acomodé y me dispuse a salir. Antes de abrir la puerta mi sombra se antepuso.
-Apártate. - Dije de mal humor. - He dicho que te apartes. - Sombra seguía sin hacerme caso. Nunca hablaba, tan solo me observaba y me hacía compañía como si de un alma en pena se tratase. Estaba acostumbrada a que apareciese así de repente, pero a veces me sacaba de quicio. Me aparté hacia un lado y ella me siguió. - ¿Es que no entiendes? Quiero ir afuera. - Tras eso estiré mi mano para empujarla pero la atravesé. Miré mi mano y suspiré. Sombra desapareció y al fin pude ir afuera.
Recorrí los pasillos hasta llegar al comedor. Tenía algo de hambre así que me dirigí al comedor, del cual venía un olor a comida que me atraía. En cuanto entré sonreí y exclamé alegremente. - ¡Buenos días! - Allí estaban Byakuro-sensei, Theo y otros cazadores más, de los cuales no sabía mucho, pero esperaba conocer pronto aunque no tenían pinta de ser muy... amigables. En el fondo me alegraba ver como el gremio había aumentado en tan poco tiempo.
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La chica caminó por los pasillos del navío en busca de la cocina, algo preocupada por no conocer apenas las instalaciones que poseía la embarcación. ¿Qué esperaba? Si en el pequeño lapso de tiempo que había transcurrido desde su entrada a la tripulación de Byakuro no había salido de su cuarto excepto para lo estrictamente necesario. Aunque tampoco es que nadie hubiera hecho el esfuerzo de hablar con ella, sin contar al capitán, pero eso era por motivos profesionales. El peliblanco se había decidido a entrenarla para ver como evolucionaba. Tal vez por orgullo. Aunque sus motivos, mientras le dejara claro que los tenía, le daban igual.
Tras varios pasillos más y cruces, la chica logró llegar a su destino, la cocina. Quizá uno de los pocos lugares que deambulaba, con frecuencia cuando sus compañeros iban a hacer lo que quiera que hiciesen en sus respectivos cuartos. Esa sería la primera vez que comiera con ellos. "Tsubasa esta conmigo...estará bien...- Se dijo a sí misma mientras acariciaba la cabeza de su búho albino. Tomó aire, lo echó fuera y abrió la puerta. En teoría un "buenos días" hubiera surgido de sus labios al entrar por la puerta, saludando a los presentes antes de tomar asiento y hablar de alguna cosa banal. Sin embargo, su saludo se ahogó en un murmuro, ocultando sus nervios que le impedían hablar, con una mirada fría. Tras eso, buscó con la mirada la cafetera para prepararse un café. Quizá si no les miraba a la cara le sería más fácil hablarles.
Tsubasa, por el contrario, se bajo de su hombro y se puso a "saludar" a cada uno de sus compañeros antes de elegir asiento en una zona más separada, donde había un hombre de cabello castaño sentado en un lugar más apartado, cuyo nombre desconocía por completo. -Tsubasa, no le molestes.- Dijo con tono monótono antes de girarse hacía el hombre con una taza humeante de café amargo. -L..lo siento.- Se disculpó sin mirarle a los ojos, antes de sentarse a varios asientos de él.
Tras varios pasillos más y cruces, la chica logró llegar a su destino, la cocina. Quizá uno de los pocos lugares que deambulaba, con frecuencia cuando sus compañeros iban a hacer lo que quiera que hiciesen en sus respectivos cuartos. Esa sería la primera vez que comiera con ellos. "Tsubasa esta conmigo...estará bien...- Se dijo a sí misma mientras acariciaba la cabeza de su búho albino. Tomó aire, lo echó fuera y abrió la puerta. En teoría un "buenos días" hubiera surgido de sus labios al entrar por la puerta, saludando a los presentes antes de tomar asiento y hablar de alguna cosa banal. Sin embargo, su saludo se ahogó en un murmuro, ocultando sus nervios que le impedían hablar, con una mirada fría. Tras eso, buscó con la mirada la cafetera para prepararse un café. Quizá si no les miraba a la cara le sería más fácil hablarles.
Tsubasa, por el contrario, se bajo de su hombro y se puso a "saludar" a cada uno de sus compañeros antes de elegir asiento en una zona más separada, donde había un hombre de cabello castaño sentado en un lugar más apartado, cuyo nombre desconocía por completo. -Tsubasa, no le molestes.- Dijo con tono monótono antes de girarse hacía el hombre con una taza humeante de café amargo. -L..lo siento.- Se disculpó sin mirarle a los ojos, antes de sentarse a varios asientos de él.
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En ese momento en la sala entró Kazuo. Byakuro se giró hacia él cuando el espadachín saludó con un parco "Buenos días". El cazador le respondió con un sonoro:
- Buenos días, Kazuo-chan -el hombre pareció ignorarlo y se sentó en uno de los extremos de la mesa. El chico de pelo blanco pensaba acercarse a él para decirle que iría a ver su entrenamiento después, pero en ese momento Yoko apareció en el comedor también. Byakuro empezó a plantearse si no habría hecho poco desayuno.
- ¡Yoko-chan! -el chico le señaló un asiento vacío-. Llegas justo a tiempo, tengo casi hecho el desayuno, es más... -un búho blanco se acercó al chico y se subió en su hombro-. ¿Q-qué? ¿Quién eres tú, amiguito? -preguntó el cazador, al tiempo que veía a Chrome ir hacia la zona de la cafetera-. Chrome-chan, ¿es tu mascota? -preguntó.
Tras escuchar la respuesta (si es que se la daba) el chico se dirigió de nuevo a la cocina. Los huevos ya estaban listos. El cazador metió las manos en el horno y sacó la bandeja, poniéndola en la mesa. Se miró los dedos, algo enrojecidos por el calor. Tal vez no tenía que haber quitado aquello con las manos desnudas. Suspiró y se echó un poco de agua para rebajar el calor. Un par de minutos después, el chico salía de la cocina con una bandeja llena de huevos en canastas de pan.
- ¡Itadakimasu! -dijo sonriente, mientras cogía uno y se lo llevaba a la boca.
- Buenos días, Kazuo-chan -el hombre pareció ignorarlo y se sentó en uno de los extremos de la mesa. El chico de pelo blanco pensaba acercarse a él para decirle que iría a ver su entrenamiento después, pero en ese momento Yoko apareció en el comedor también. Byakuro empezó a plantearse si no habría hecho poco desayuno.
- ¡Yoko-chan! -el chico le señaló un asiento vacío-. Llegas justo a tiempo, tengo casi hecho el desayuno, es más... -un búho blanco se acercó al chico y se subió en su hombro-. ¿Q-qué? ¿Quién eres tú, amiguito? -preguntó el cazador, al tiempo que veía a Chrome ir hacia la zona de la cafetera-. Chrome-chan, ¿es tu mascota? -preguntó.
Tras escuchar la respuesta (si es que se la daba) el chico se dirigió de nuevo a la cocina. Los huevos ya estaban listos. El cazador metió las manos en el horno y sacó la bandeja, poniéndola en la mesa. Se miró los dedos, algo enrojecidos por el calor. Tal vez no tenía que haber quitado aquello con las manos desnudas. Suspiró y se echó un poco de agua para rebajar el calor. Un par de minutos después, el chico salía de la cocina con una bandeja llena de huevos en canastas de pan.
- Aspecto de las Tartaletas:
- ¡Itadakimasu! -dijo sonriente, mientras cogía uno y se lo llevaba a la boca.
Yumiko Mei
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Después de estudiar durante un rato las plantas, las introduje de vuelta en mi mochila y fui sonriendo a todos los nuevos integrantes, es decir a los que venían a comer el desayuno. Tenía el estómago vacío y estaba esperando con ansias al desayuno. Entonces por la sala pasó Theo, la chica velocirraptor, Titania, la chica arrogante, Kazuo, una especie de samurai y a mi lado se encontraba sentado otro hombre que parecía samurai, aún no sabía su nombre, pero como no parecía del todo buena persona pues no me atreví a preguntárselo. Por otro lado vino Yoko, una chica pelirroja que Byakuro había saludado nada más entrar. Y junto con ella también había entrado otra chica con una especie de buho. Esto era una familia muy interesante, había bastantes más integrantes que antes de la muerte del pelimorado y se denotaba un ambiente amistoso y festivo en el ambiente.
-Me alegro mucho de conoceros, mi nombre es Yumiko Mei.-Dije con una sonrisa mientras venía el desayuno.
Consistía en nada más y nada menos que tartaletas de beacon y huevo, parecían deliciosas, así que nada más ver a Byakuro coger una tomé otra y la mordí. Estaba aún caliente y casi me quemé, por suerte resistía bastante bien las altas temperaturas, eso sí, no pude evitar soltar un "¡Ufff, quema!", seguí comiendo una tras otra sin parar, las tartaletas estaban deliciosos.
-Bon Apetit!-Dije antes de coger otra tartaleta más.
-Me alegro mucho de conoceros, mi nombre es Yumiko Mei.-Dije con una sonrisa mientras venía el desayuno.
Consistía en nada más y nada menos que tartaletas de beacon y huevo, parecían deliciosas, así que nada más ver a Byakuro coger una tomé otra y la mordí. Estaba aún caliente y casi me quemé, por suerte resistía bastante bien las altas temperaturas, eso sí, no pude evitar soltar un "¡Ufff, quema!", seguí comiendo una tras otra sin parar, las tartaletas estaban deliciosos.
-Bon Apetit!-Dije antes de coger otra tartaleta más.
Titania
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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De pronto la joven cazarrecompensas nota que sus ropajes se sublevaron por causas desconocidas, poniéndose firmes y casi inamovibles. Sin embargo el objetivo era importante, por lo cual la muchacha no dejó de batallar contra la voluntad rebelde de la tela; mas fue imposible y el pelinegro aquel escapa. Contra todo pronóstico el novato espadachín se consigue librar de un ataque sorpresa de la joven originaria del East Blue, pero al contrario de lo que en principio se pueda imaginar esto no ocasiona ira en la rubia sino interés. Como Lowell le había comentado días anteriores a la mujer de pálidos cabellos dorados, la tripulación a la que se unirían no es para nada común y se sale de cualquier indicio de lógica.
Y puliendo esta sencilla y a su vez enrevesada conclusión, la cazadora espera pacientemente que los hilos componentes de su ropa decidan dejarla avanzar y llegar hasta el lugar de reunión aparente: el comedor.
Transcurridos aproximadamente cinco segundos más, la muchacha de ojos azules recupera inmediatamente toda su movilidad. Cae al suelo sin hacerse daño alguno y, mientras se pone en pie y comprueba tranquilamente que puede moverse complicaciones, posa su fría mirada en la salida. La cazadora es consciente que una vez cruce la puerta tendrá que irse de inmediato a la sala de comidas para vérselas, cara a cara, con todos y cada uno de los integrantes del gremio, el cual lidera Byakuro.
-¡Tsk!- masculla la rubia saliendo de ahí, recorriendo seria los pasillos y plantándose delante del destino.
Con la pieza de madera con pomo enfrente, la muchacha se queda unos instantes pensativa. Extiende su mano dudosa al trozo de metal giratorio, preguntándose por dentro si el gyojin ya estaría ya comiendo con ellos. Al final, y tras dos o tres segundos, la ex prostituta deduce que a lo mejor no, mas da igual porque después de todo no siempre podrá contar con el gigantesco pez para este tipo de situaciones. Así que sin darle más vueltas, Titania abre la puerta para observar fría y curiosa a todos los que están sentados allí.
Las sospechas que llevaba con respecto a la anormalidad de la tripulación se hacen, como poco, efectivas al mismo tiempo que la chica de cabello corto mira ajena a todas las personas desayunando aquellas pastas raras. A los celestes ojos de ella se presentan: el peliblanco, la rubia de antes, la muchacha velociraptor, un rōnin bastante intimidante, una niña de cabellos singulares y, después de la pelirroja, el desgraciado que la paralizó hace unos pocos instantes. Todos y cada uno de ellos, incluyendo al capitán del navío, mostraban unas particularidades sumamente nuevas e irrelevantes para la novata cazadora.
-Provecho- se limita a decir la cazarrecompensas para luego tomar camino a su puesto en la mesa.
La mujer de aspecto y modales fríos toma asiento al lado de nadie, en mitad de dos butacas vacías a la espera que el gyojin llegue. Coloca su mano a modo de soporte de su cabeza mientras que, con la otra, golpea repetidas veces con los dedos la madera de la mesa en notable aburrimiento. Todo a la par que mira indiferente el resto del comedor, preguntándose al mismo tiempo qué poderes tendrán sus nuevos "compañeros". Por el momento ya puede tachar de la lista a uno, el espadachín que enamora la ropa.
-¿Habéis visto a Lowell?- pregunta en voz alta para ver si contestan, pues comienza a impacientarse.
Y puliendo esta sencilla y a su vez enrevesada conclusión, la cazadora espera pacientemente que los hilos componentes de su ropa decidan dejarla avanzar y llegar hasta el lugar de reunión aparente: el comedor.
Transcurridos aproximadamente cinco segundos más, la muchacha de ojos azules recupera inmediatamente toda su movilidad. Cae al suelo sin hacerse daño alguno y, mientras se pone en pie y comprueba tranquilamente que puede moverse complicaciones, posa su fría mirada en la salida. La cazadora es consciente que una vez cruce la puerta tendrá que irse de inmediato a la sala de comidas para vérselas, cara a cara, con todos y cada uno de los integrantes del gremio, el cual lidera Byakuro.
-¡Tsk!- masculla la rubia saliendo de ahí, recorriendo seria los pasillos y plantándose delante del destino.
Con la pieza de madera con pomo enfrente, la muchacha se queda unos instantes pensativa. Extiende su mano dudosa al trozo de metal giratorio, preguntándose por dentro si el gyojin ya estaría ya comiendo con ellos. Al final, y tras dos o tres segundos, la ex prostituta deduce que a lo mejor no, mas da igual porque después de todo no siempre podrá contar con el gigantesco pez para este tipo de situaciones. Así que sin darle más vueltas, Titania abre la puerta para observar fría y curiosa a todos los que están sentados allí.
Las sospechas que llevaba con respecto a la anormalidad de la tripulación se hacen, como poco, efectivas al mismo tiempo que la chica de cabello corto mira ajena a todas las personas desayunando aquellas pastas raras. A los celestes ojos de ella se presentan: el peliblanco, la rubia de antes, la muchacha velociraptor, un rōnin bastante intimidante, una niña de cabellos singulares y, después de la pelirroja, el desgraciado que la paralizó hace unos pocos instantes. Todos y cada uno de ellos, incluyendo al capitán del navío, mostraban unas particularidades sumamente nuevas e irrelevantes para la novata cazadora.
-Provecho- se limita a decir la cazarrecompensas para luego tomar camino a su puesto en la mesa.
La mujer de aspecto y modales fríos toma asiento al lado de nadie, en mitad de dos butacas vacías a la espera que el gyojin llegue. Coloca su mano a modo de soporte de su cabeza mientras que, con la otra, golpea repetidas veces con los dedos la madera de la mesa en notable aburrimiento. Todo a la par que mira indiferente el resto del comedor, preguntándose al mismo tiempo qué poderes tendrán sus nuevos "compañeros". Por el momento ya puede tachar de la lista a uno, el espadachín que enamora la ropa.
-¿Habéis visto a Lowell?- pregunta en voz alta para ver si contestan, pues comienza a impacientarse.
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