[Rol de entrenamiento][Kuro y Heaten] Growing Darkness

El pequeño navío se tambaleaba ligeramente a medida que se deslizaba por encima de las olas del East Blue. Era un movimiento suave, sin cambios bruscos y casi inapreciable si no se prestaba demasiada atención. Tal vez el agua situada en el interior de una botella en aquella habitación, la cual danzaba al son de aquella melodía marina, fuera la única forma de percatarse del movimiento del barco sin salir al exterior. El azabache, que en aquél momento reposaba sobre el colchón, permanecía recostado con un libro de tapas oscuras en sus manos, sumergido en la lectura.

- Amigo mío, ¿vas a volar tan lejos? ¿Hacia un mundo que nos aborrece tanto a ti como a mí? Todo lo que te espera son días sombríos. No importa dónde vaya a golpear el viento, tu anhelo es el Portador de la Vida, el regalo de la Diosa. Incluso si el mañana está exento de promesas. Nada debe impedir mi regreso -susurraba, recitando los versos en voz baja con la intención de mantener imperturbable el sueño de su compañera, la cual permanecía dormida justo a su lado.

Cerró el libro y suspiró, quitándose las gafas un momento y mirando a la chica de cabellos violáceos. El viaje había sido largo, pero aquel día llegarían por fin a su destino: Nanami. La isla, completamente desierta, sería el lugar que les acogería durante los meses siguientes. Muchas cosas había visto el azabache durante las últimas semanas, cosas que le habían hecho percatarse de algo; aún no eran lo suficientemente fuertes. La debilidad era algo que no podían permitirse, especialmente ellos cuyos deseos y propósitos eran tan oscuros como peligrosos. No podían permitirse el caer antes de tiempo. Heaten debía vivir lo suficiente para que les diese tiempo a encontrar una solución a aquella "maldición", y él debía lograr todos y cada uno de sus propósitos, en orden, con la esperanza de que ella cumpliera sus expectativas. Se incorporó con cuidado de la cama y guardó el libro junto al resto de sus cosas, en una pequeña bolsa acompañado de otro par de novelas más, algunos cuchillos, tres recipientes y útiles de primeros auxilios.

- Podremos conseguir la comida una vez desembarquemos, y probablemente encontremos alguna fuente de agua. El abastecimiento no debería ser un problema -susurraba para sí mismo, asegurándose de que no se olvidaba nada.

En aquella ocasión no portaba su singular y azulado uniforme de marine, ni siquiera la chaqueta de teniente comandante. Sus ropas eran bastante informales, constando básicamente de una camiseta blanca de manga corta, sobre la cual portaba una sudadera de color azul oscuro; un pantalón verde largo y unas botas negras. Y, por supuesto, sus gafas. Aquella apariencia le daba un toque menos serio de lo que solía aparentar, pareciendo más que iba a estar de vacaciones que entrenando. El permiso que había pedido para ambos era de dos meses, el cual tuvo que ganarse a cambio de medio mes participando activamente en la caza de piratas y demás enemigos del gobierno. Esperaba que aquello mereciese la pena. El barco se había detenido ya y el moreno se sentó junto a la chica en el borde de la cama, poniendo la mano sobre su hombro y empujándola un poco para despertarla.

Apariencia de Kuro:

- Heaten, despierta. Ya hemos llegado -le dijo en un tono calmado, suave. Casi parecía un hermano mayor en aquél momento, aunque no era su intención- Debes preparar las cosas que vayas a llevar contigo.

Tras eso volvió a incorporarse y se ajustó tanto a Astartea como su otro sable a la cintura antes de atar la bolsa con sus pertenencias y cargarla, sujetándola con la mano derecha y pasando esta por encima del hombro. Supuso que la chica no se llevaría demasiadas cosas, así que en cuanto estuviese lista descenderían a la isla.

Un castillo enorme de color azul pastel sobre las nubes, todo brillante, esponjoso y comestible. Un lugar demasiado dulce para Kuro, sin duda. Pero el no estaba ahí. En su lugar podía reconocer a otras tres figuras: Compa, Plute y Piko estaban ahí. Delante de sus ojos y vivas. Se encontraban degustando un trozo de una de las paredes de la fachada de aquel castillo irreal. Hasta que vieron a Heaten. -Heateeen-chan, juguemos juntaaas.- La llamo Plute con su pausado y amable tono de voz. -¡Juguemos! ¡Juguemos!- Decía Piko. La chica de cabellos morados, que parecía volver a ser una niña, salió corriendo hacia el castillo cuando una lluvia de caramelos en forma de estrellas comenzó a caer, desencadenando el final del dulce sueño. Todo empezaba a desmoronarse y se encontraba en llamas. Ella escuchaba los gritos de dolor y se mantenía mirando, impasible. No sabía si le gustaba ver eso o no. Sus sentimientos contradictorios hacían que se quedara fría e impasible. Justo entonces todo desapareció.

Entreabrió los ojos al notar que algo o alguien estaba empujando su hombro, descubriendo el rostro del que parecía ser Kuro delante suya. Aunque con lo empañadas que estaban sus lentillas en aquel momento le era un poco difícil estar segura. Ni que el cuarto estuviese cubierto de niebla. -¿Kuro?..¿Ya hemos llegado? Quería dormir un poco más...- Murmuró al incorporarse mientras se "frotaba" los ojos para aclararse la vista. "Solo fue un sueño..." Esa clase de sueño era una muestra de que aún era débil. Así no lograría que Kuro cumpliera su promesa de lograra mostrarle el dolor en primera persona. Por ello habían ido a aquel lugar. Su objetivo era entrenar y volverse más fuerte. Pero, por otro lado, debía dejar de lado cualquier debilidad mental, como aquel sueño. -Estaré lista en cinco minutos.- Le aseguró al azabache antes de dirigirse a por su ropa. Ir por el cuarto en ropa interior no era un problema, pero tal vez lo fuera ir así al entrenamiento.

La chica tomó las prendas que había dejado sobre la mesa de noche que había junto a su cama y se dispuso a cambiarse. Poniéndose un bikini blanco y negro en lugar de su ropa interior y algo de ropa cómoda encima. Unos pantalones cortos de chándal y una camiseta de tirantes  blanca. Además de una chaqueta igual a la que solía llevar pero blanca. La negra la llevaba en la mochila, junto a su kit de primeros auxilios, su mini-ordenador y la pistola que le hicieron comprar, cargada con diez balas. Por supuesto, también llevaría consigo sus dos espadas, las cuales llevaba a la espalda. -Creo que ya esta....¿Y Nepu?- Se preguntó a sí misma mientras lo buscaba con la mirada, viéndole en el lugar donde debería estar su almohada, todavía dormido como un tronco. -Ne-pu...Arriba.- A su orden el ser en forma de perro-gota se levanto de un bote y salto hacia ella para darle los buenos días, quedando subido sobre su cabeza. No entendía del todo su el comportamiento de aquella IA, pero le parecía divertido, por lo que no le molestaba que hiciera aquello.

Una vez tomó lo que necesitaba, se dirigió a la puerta del cuarto, donde el azabache la estaba esperando. Una vez a su altura le dedico inconscientemente una sonrisa. -Me ha sobrado un minuto y catorce segundos.- Le dijo al chico esperando a ver su reacción. Normalmente ambos se mantenían fríos el uno con el otro, y eso estaba bien para Heaten. No entendía los lazos de afecto ni quería de momento. Pero de vez en cuando le gustaba ser alabada o felicitada. Lo típico de cualquier niña pequeña.

Mientras la chica preparaba sus cosas el azabache se había quedado esperándola fuera, en el pasillo correspondiente a la habitación que se encontraba en los niveles inferiores del navío, un pequeño buque de la Marina. Había dejado la bolsa con sus cosas en el suelo y se encontraba apoyado en la pared, de brazos cruzados, pensativo. Sus ojos estaban cerrados, pero era bastante consciente de lo que ocurría a su alrededor. Incluso era capaz de percibir los movimientos de la chica en el interior del cuarto. Como siempre no perdía el tiempo y parecía estar dándose algo de prisa, como si tuviera prisa por desembarcar. Mientras tanto, el azabache mantenía una cuenta atrás. "Cinco minutos, recuérdalo. No me gusta que me hagan esperar" pensaba Kuro, como si se lo estuviese diciendo directamente a ella. La puerta se abrió y del interior de la estancia salió la pelimorada, con aquella extraña criatura sobre su cabeza y el equipaje preparado. Como si hubiese leído sus pensamientos, la chica le dijo el tiempo que había tardado en salir.

- No está mal -le respondió, aún con los ojos cerrados y sin alterar su postura- Eficaz como siempre, Heaten. ¿No me decepcionarás nunca? -prosiguió, abriendo los ojos y sonriendo levemente mientras la miraba y se apartaba de la pared- Bien, será mejor que pisemos tierra cuanto antes. Tengo ganas de salir de este cascarón.

Alzó la bolsa del suelo impulsándola con el pie y la cogió en el aire, cargándola de nuevo tras su hombro y comenzando a caminar, suponiendo que la chica le seguiría. Exceptuando al capitán del barco ellos eran los oficiales de más alto rango allí, y cada vez que se topaban con algún recluta o cabo estos se ponían firmes y saludaban como señal de respeto. Era una sensación un tanto contradictoria, pues le alagaba y al mismo tiempo le parecía una estúpida conducta. Él se limitaba a saludar con desgana con la mano libre, sin dirigirles la mirada siquiera y continuando su camino sin entretenerse.

- Un punto a favor de este viaje es que no tendremos que soportar a estos ineptos. ¿No crees? -le dijo en voz baja a la chica de orbes azulados, suponiendo que compartiría su opinión al respecto.

Al salir a cubierta había formado un pequeño "comité de despedida", con un buen grupo de soldados acompañados del capitán para desearles suerte durante los dos meses siguientes. Su superior dio el visto bueno y se mantuvo expectante mientras ambos tenientes descendían de la nave gracias a varios tablones de madera que les habían facilitado los reclutas. Una vez pisó tierra el azabache giró y se puso firme, realizando un último saludo al capitán antes de dar media vuelta y comenzar a internarse en el espeso bosque que se presentaba ante ellos.

- Lo primero que debemos hacer será encontrar un lugar donde asentarnos. Tal vez podamos hacer algún tipo de refugio sobre las copas de los árboles o algo así. Lo iremos viendo. Tras ello reuniremos provisiones y comenzaremos el entrenamiento.

-Sí.- Respondió con un tono monótono la chica antes de ponerse a andar a su lado. Trataba de mostrarse siempre lo más "pasiva" posible, al menos estando en el barco o en el cuartel, de la forma en que su compañero le había indicado cuando entró a formar parte de su escuadrón por una recomendación suya. Aunque no era algo que le costase mucho, bien por desinterés hacia los aburridos marines o bien por estar analizando todo minuciosamente. Aunque por dentro a veces se sentía tan emocionada como una niña pequeña. Momentos como el de entonces en que le costaba esconder una sonrisa de satisfacción y...¿alegría? Mientras solo fuera por un momento no pasaba nada, ¿no? "¿Has visto Nepu? Kuro me ha alabado." Pensó mirando a su extraño "amigo" el cual se había bajado de su cabeza al empezar a caminar para acomodarse entre sus brazos. Este parecía haberle leído la mente por la expresión que puso. A pesar de que aquella IA había cogido sin motivo alguno cariño a la chica y le encantaba verla sonreír, cosa que rara vez hacía, mostró una mueca de desagrado antes de dirigir sus ojos artificiales al azabache, mirándole con asco.

La mirada de la pelimorada se volvió seria otra vez mientras caminaba por los pasillos que eran circulados por los reclutas con los que habían estado viajando. Estos mostraban sus respetos a ambos por ser de rango superior. Kuro les devolvía e saludo de forma forzada. ¿Tanto había que guardar las apariencias? Eso a ella le desagradaba. Una cosa era ignorarles o aguantarse el probar el dolor en ellos y otra era hacerse la amable con personas molestas. "¿Son idiotas? ¿Se doblegan por miedo? Débiles...No me gustan...No tienen derecho ni a probar el dolor...o deberían sentir un dolor excesivo, si es que hay límites." Pensaba la chica haciéndoles un vacío completo. Para ella hasta una asquerosa cucaracha tendría más valor que cien de ellos. Y eso que odiaba a los insectos.

Siguieron así su camino hacia la cubierta, acelerando ella el ritmo al estar cerca de la puerta que daba a esta. Quería salir cuanto antes y bajar del barco, de hecho casi se lanza desde la cubierta al suelo para no tener que aguantar la despedida de los marines. "Que molestia..." Pensó mordiéndose el labio inferior. Una vez se acabaron todos los "rituales" de despedida y pudieron bajar del barco, Heaten respiro hondo, aliviada por poder dejar de guardar las formas delante de todos.

-Oye, Kuro...- Le llamó deteniendo sus pasos, de forma que el quedara a un par de metros de ella antes de detenerse también para mirarla. -Ya no hace falta que me controle, ¿verdad?...¿Puedo liberar mi "ruido" aquí?- Preguntó mientras un par de cuchillas de corindón se formaban en cada mano.-Vamos a jugar.- Dijo con un tono de voz que no parecía suyo, sino como el de una asesina sádica. Sus ojos mostraban un brillo especial en aquel momento. Sin previo aviso la chica lanzó las cuchillas que había formado hacia el chico,dos de las cuatro iban algo desviadas para poder darle en caso de que esquivara.

Los pasos del azabache se detuvieron tras la llamada de su compañera. "Vaya, no esperaba que fuese a empezar tan rápido" se dijo a sí mismo mientras, con calma, giraba para encararse a ella. La chica le preguntaba si podía dejar de controlarse ya, si podía liberar su ruido. Con aquello quería decir que si tenía permiso para dejar rienda suelta a sus instintos asesinos, una faceta de su personalidad que si bien agradaba de forma inimaginable a Kuro era algo que debía mantenerse bajo control. Tal vez ese fuese uno de los motivos por los que trataba de no despegarse de ella, aparte de porque fuese su pupila.

- Me lo tomaré como una pregunta retórica. Al fin y al cabo nunca esperas mi respuesta a esa pregunta, ¿verdad? -le respondió con una leve sonrisa, la cual se volvió más afilada al ver que la pelimorada comenzaba a generar cuchillas de corindón en sus manos gracias al poder de su Akuma no mi- Como suponía...

Kuro activó su mantra, preparado para la inminente ofensiva de la chica. Pese a conocer bien sus pautas de conducta en aquél estado era demasiado inestable e impredecible, por lo que tendría que mantener todos sus sentidos centrados en ella si no quería salir malherido... O incluso muerto. El haki le alertó del ataque y, tras predecir la trayectoria de los proyectiles, mantuvo la posición. En un rápido movimiento interpuso su bolsa de equipaje en la trayectoria de aquellas cuchillas que iban hacia su torso y, al haber permanecido en el sitio, las otras simplemente pasaron rozando su ropa. Algo sonó en el interior de la bolsa, como si un cristal se hubiese roto, por lo que supuso que las cuchillas habrían quebrado uno de los frascos. Suspiró levemente.

- Tal vez ha sido algo lento, aunque vas mejorando. Tus ataques ya no son tan predecibles -le dijo, satisfecho por la acción de la chica- Sé que no es necesario que te lo diga, pero quiero que mantengas esa actitud durante todo el tiempo que pasemos aquí. Pretendo ponernos al límite, así que... No te cortes en intentar acabar conmigo -dijo en un tono algo burlesco- Eso sí, te pediría que al menos esperes a que nos asentemos en algún sitio... O nunca llegaremos.

Tras esto extrajo las cuchillas y trató de remendar los desgarros de la bolsa lo mejor que pudo antes de lanzárselas a la chica para que los recogiese y ponerse en marcha de nuevo. Eso sí, con su haki de observación activado en todo momento. Aquello sería una forma de mejorar su uso en este, y actuaría igual que ella para ayudarla a mejorar el suyo. Tras un rato caminando llegaron a una especie de claro que el azabache consideró adecuado para montar el campamento.

- Vale, este sitio estará bien -le dijo a su compañera mientras dejaba la bolsa en el suelo y revisaba qué se había roto. Como supuso, se trataba de uno de los frascos que había llevado para almacenar el líquido del dolor. Al menos el resto permanecían intactos.

La chica frunció el ceño mientras escuchaba las palabras del azabache, el cual no tenía ningún rasguño tras su pequeña provocación. Tan solo había logrado rasgar su ropa y atravesar su mochila, rompiendo algo o al menos eso  le indicó el sonido a cristales rotos. Después de aquello el chico le sostuvo una breve charla de porque aún no podía divertirse a pesar de que ya no se encontraran bajo supervisión de la Marina. Cosa que, aunque lograba entender ya que eran datos simples que cualquier idiota podría asimilar, no acababa de hacerle gracia. -Eso es aburrido, Kuro...- Se quejó mientras esperaba a que el chico terminara de arreglar su prenda y su mochila, así como devolverle sus cuchillas. La chica las tomó al vuelo y se las dio a modo de comida a Nepu, el por la rabia que el chico le daba, sin motivo lógico a los ojos de Heaten, pasase de estar alegre por el ataque que esta realizó a algo cabizbajo. -Aunque, sería problemático si solo con eso te hubiera dañado. Sobretodo porque si mueres no podrás cumplir tú promesa.-

tras aquello, ambos se pusieron en marcha, hasta encontrar un claro que el chico de lentes consideró adecuado para acampar, aunque aún les faltaban cosas para sobrevivir en aquella isla: Agua potable, comida, un refugio. Aunque el refugio podría crearlo ella con corindón sin problema alguno, pero no parecía la mejor opción, a no ser que lo recubrieran luego con hojas y barro. Un refugio transparente podría causar el efecto lupa de una botella a gran escala. -¿Qué deberíamos obtener primero?- Preguntó la chica dejando su bolsa en el suelo, justo al lado de Nepu, el cual parecía cansado después de haber ido todo el camino botando. La chica había considerado que lo mejor sería que él también se fortaleciera. aunque le parecía raro que una IA se cansara de la misma manera que un humano. -Si te quedas ahí parecerás un chicle gigante pegado al suelo...- Le dijo antes de cogerlo en brazos para ponerlo a la sombre de unos arbustos altos que crecían al borde del claro, y que se encontraban llenos de flores. -¿Qué son?- Preguntó a Kuro, imaginando que la oiría.

El azabache permaneció erguido durante un rato, observando la zona para tratar de ubicarse. No se habrían alejado demasiado de la costa, pero en sitios como ese era extremadamente fácil perderse y aquello podría retrasarles en su tarea. Suspiró levemente. Ardía en deseos de comenzar el entrenamiento, pero antes había muchas cosas que hacer. Llevaban suficientes provisiones para ese día, pero tendrían que dedicarse a cazar, buscar una fuente de agua y construir un refugio. Esto último no le preocupaba demasiado ya que, de necesitarlo, podría pedirle a la pelimorada que crease una estructura con su poder. Tan solo tendrían que cubrirlo con hojas de las plantas cercanas después para que no se convirtiese en un enorme horno, ni ellos en carne asada. Su mirada se dirigió hacia ella mientras observaba unas flores. Kuro se limitó a ajustarse las gafas antes de contestar.

- Son flores y, probablemente, sean unas de las plantas más importantes del mundo. Contienen polen, que es lo que ayuda a que el resto de plantas se desarrollen y reproduzcan. Básicamente son el sustento de la vida. Sin ellas buena parte de la vegetación moriría -le explicó, no dándole demasiado importancia. Lo cierto era que no le interesaban demasiado esas cosas.

Tras esto dio una leve vuelta por el claro, observando los tipos de plantas que había en este. Algunos arbustos contenían frutos, setas crecían cerca de los árboles e incluso había fruta en algunas de las copas. Sin embargo, solo esta última opción era válida como fuente de alimentos. No tenía muy claro si aquellas bayas y hongos serían comestibles, y no estaba en sus planes arriesgarse a ese nivel. Tras un par de minutos volvió junto a la chica y se quedó mirándola fijamente.

- Bueno, lo mejor será localizar una fuente de agua. Hoy no creo que la necesitemos, pero es posible que mañana hayamos agotado los suministros. La comida no será un problema, ya que podremos utilizar las frutas de los árboles. Ni se te ocurra tratar de comer ninguna de las bayas que crecen por la zona. Y si queremos algo de carne siempre podremos cazar algo, lo cual no creo que nos cueste demasiado -se tomó una leve pausa mientras acariciaba la empuñadura de Astartea, esbozando una tenebrosa sonrisa al tiempo que sus ojos se posaban sobre esta- Y después... Podremos jugar.

Tras estas palabras se dirigió hacia unos arbustos con su bolsa y utilizando las hojas y ramas de estos la ocultó, para evitar que cualquier animal pudiera hacer un estropicio con sus cosas. Una vez finalizada esta tarea, y esperando que la chica hiciera lo mismo con sus pertenencias, reemprendió la marcha y comenzó a adentrarse de nuevo en la espesa jungla, dirigiéndose hacia el norte y suponiendo que la pelimorada le seguiría. Su haki de observación seguía activado, no solo por los peligros que pudiera haber en el interior de aquella isla, sino por la inestable personalidad de su compañera. Sabía que seguía fielmente sus órdenes, siempre al pie de la letra, pero conocía demasiado bien ese estado como para confiarse.

La chica hizo una mueca al escuchar la respuesta del azabache. Ya sabía que eran flores, cualquiera sabe que es una flor. Ella tenía interés en el tipo de flor que su amiguito estaba comiéndose, porque aquel arbusto lleno de florecillas le recordaba a uno que vio en un libro tiempo atrás. y si era el mismo tipo de planta, podría usarla para fabricar veneno. Obviamente, a Nepu eso no le afectaba. no tenía órganos ni nervios como los de los seres humanos, que pudieran ser dañados por el veneno. De hecho, aquella criatura era capaz de comer lo que quisiera, como demostraba al darle ella algún que otro cristal. -Ya se que son las flores....- Murmuró molesta, hinchando las mejillas, aunque el seguramente ni lo habría escuchado.  

Tras aquello, se sentó al lado de Nepu, observando las trayectorias que seguía Kuro para pasear, si se centraba un poco casi podía predecir con exactitud el lugar donde situaría su pie en el próximo paso. Cosa que le serviría la próxima vez que intentara lastimarle, después de todo, al chico le gustaba tanto el dolor que hasta se alegraría. Cosa irónica porque el tendía a ser el que lastimaba a otros. ¿Tan agradable era sentir dolor? Bueno, quizá algún día lo descubriese. Minutos después, el chico se detuvo para dirigirse a ella y darle indicaciones sobre lo que deberían hacer antes de poder divertirse. Encontrar una fuente de agua y, quizá algo de comida, aunque eso no era realmente necesario, pero sería divertido. Seguro que intentar matar un animal era más divertido que cortar a una persona en un segundo.  

Con eso en mente, la chica se puso en pie para quedar a la altura del azabache. -Dudo que encontrar alguna fuente de agua sea difícil..- Le dijo antes de sacar de uno de los bolsillos de su pantalón su mini-portátil, el cual conecto a ella con unos cables que había cogido prestados de uno de los laboratorios cercanos a la base marine en la que solían estar. Estos tenían una entrada USB en un extremo y un electrodo en el otro. Eran bastante útiles para hacerse chequeos a sí misma. Conectando estos a su sistema nervioso podía enviar información de los datos que recopilaba a dicho ordenador, así que podría crear un mapa virtual de la zona en que estaban en poco tiempo. Heaten conectó los cables a su nuca y  empezó a recopilar datos usando  su visión infrarroja y los distintos zooms de sus lentillas, logrando abarcar así unos cuantos kilómetros cuadrados. logrando así un mapa muy preciso preciso. -Con esto debería bastar de momento.- Dijo tecleando a gran velocidad para mejorar la visión que ofrecía el mapa, entre otras cosas. Tras eso le mostró lo obtenido al chico. -¿Servirá?- Preguntó antes de quitarse los electrodos, aún con los iris de color rojo, ya que tardaban un par de segundos en volver a su color normal.

El azabache observó con atención a la chica mientras esta sacaba el mini-ordenador. Siempre le había llamado la atención ese aparato y, en especial, la forma que tenía de conectarse a él. Prácticamente parecía una máquina en sí misma... Y en parte lo era, pero él no la veía como tal. Era mucho más y, por supuesto, tenía un potencial aún mayor. Se cruzó de brazos mientras la observaba, tardando escasos segundos en averiguar sus intenciones. No era la primera vez que lo hacía y, de hecho, debía reconocer que se trataba de una habilidad bastante útil. Siempre que dispusieran del material adecuado y que nada fallase podían disfrutar de un mapa bastante exacto de la zona donde se encontraran. Mientras ella seguía mirando a su alrededor para obtener los datos del bosque él se limitó a observar cómo se iba generando lentamente el mapa en la pantalla, recibiendo algunos ajustes por parte de la pelimorada que, una vez terminó, se lo tendió para que diera el visto bueno.

- Hmm... Sí, nos vendrá bastante bien -le respondió, sin apartar su mirada del mapa virtual- Parece que hay manantial a unos trescientos metros, al sureste de aquí. De necesitar agua podremos tomarla de allí... Aunque habrá que hacer fuego para hervirla -sentenció al tiempo que seguía observando meticulosamente la zona que se mostraba en la pantalla. Aparte de eso no parecía haber nada de especial interés, aunque al menos ya sabía en qué clase de terreno tendrían que moverse a la hora de cazar.

Tras unos pocos minutos le devolvió el aparato y se estiró, aliviando la tensión de los músculos de su espalda al tiempo que los huesos de esta crujían. Aquello les había ahorrado horas de búsqueda inútil, aunque aún debían comprobar cómo de accesible sería la zona. No debería resultarles demasiado difícil llegar hasta allí, pero se le había ocurrido una idea para amenizar el trayecto y, de paso, comenzar a calentar un poco. Comprobó el estado de sus cuchillos y el de ambos sables antes de dirigir su mirada a la marine, cuyos ojos habían vuelto a su tonalidad azul habitual. Se crujió el cuello, terminando así su preparación.

- Muy bien, ya he memorizado el mapa e intuyo que tú habrás hecho lo mismo, así que podemos pasar a hacer algo más interesante -su mirada se volvió un tanto inquietante... O al menos lo habría sido para cualquier persona normal. Sin embargo, a su discípula no debía parecerle así... De hecho, que le fuera indiferente era la opción más probable- Competiremos por ver quién es capaz de llegar antes al manantial. Debemos ver en qué estado se encuentra de todos modos, así que esto amenizará el trayecto un poco. Vale absolutamente todo, así que no es necesario que te controles. Como premio, el primero en llegar elegirá un ejercicio para mejorar algo exclusivamente suyo... Y en eso basaremos el entrenamiento de hoy. Mañana comenzaremos a alternar el entrenamiento conjunto e individual. Como ya imaginarás, negarse no es una opción.

Y, justo en el momento en el que terminaba de pronunciar la última palabra, uno de sus cuchillos salió disparado directamente hacia el rostro de Heaten. No esperaba dañarla de ninguna forma con ello o, al menos, no gravemente. Su única intención era la de utilizarlo como distracción para poder tomar algo de ventaja. Sabía bien que la chica era ligeramente más rápida que él, así que toda ayuda era bien recibida. Corrió lo más rápido que pudo entre la maleza y los árboles, tratando de adelantarse lo máximo que sus piernas y la capacidad de reacción de la contraria le permitieran. Mientras, su mano permanecía cerca de la empuñadura de Astartea y su haki de observación siguió activado, atento a la presencia de su compañera. Debía tener en cuenta sus habilidades y la de aquella criatura azulada. Estaba seguro de que la usaría como soporte.

- Demuéstrame que no me equivoqué al escogerte, Heaten -susurró para sí mismo justo en el momento en que saltaba por encima de unos arbustos, siguiendo la dirección que había memorizado.

"Ya iba siendo hora de que me dejaras salir, Eco. ¿Sabes lo aburrido que es estar siempre siguiendo ordenes? Quiero divertirme." Decía Noise en su cabeza al tiempo que la chica prestaba atención a todo lo que decía el azabache. Sí la verdad era que había pasado mucho tiempo desde que la chica mostrará esa parte sanguinaria de ella. Una de las facetas retorcidas de su mente, la cual sufrió fallos similares a los que un humano podía sufrir por un trauma o por una situación de estrés. Aunque para ella, el tener esas facetas era como tener a más de un piloto manejando una nave, según sus necesidades. Eco era la forma calculadora, la mente fría. Noise eran sus impulsos asesinos y su enfado. Heaten, en cambio, se podría decir que era la versión infantil e inocente de sí misma. Aunque llevaba tiempo sin comportarse de esa forma. "Lo entiendo, pero no era tú momento aún...Aunque sí mis cálculos son correctos..." La chica de cabellos violáceos se fijo en la mirada de Kuro, la cual había cambiado. Tramaba algo, y por lo que había propuesto, seguramente sería para ganarle ventaja. "Tomarás el control una vez arruine su jugada." Sentenció Eco en su cabeza al tiempo que Heaten hacía un gesto con la mano para Nepu, con quien poseía una conexión que hacían innecesarias las palabras para la comunicación.  Al tiempo, activó su mantra, para poder predecir cualquier ofensiva de Kuro.

-Si gano...- Murmuró al tiempo que su rostro se ensombrecía y una sonrisa se dibujaba en su rostro, al tiempo que el chico lanzaba el cuchillo hacia su rostro y echaba a correr. Quizá si no hubiera puesto esa cara, su actuación hubiera sido más certera y la reacción en respuesta hubiera sido más lenta. Pero al esperar el ataque, a Heaten le bastó con ladear unos grados la cabeza, al tiempo que Nepu atrapaba con la "boca" el cuchillo. "Te toca...No lo rompas..."  

-Creo que cambiaré el juego un poco, Nepu. ¿Qué te parece un juego de caza? El será nuestra presa.- Dijo al tiempo que dejaba pasar un par de segundos más para que el chico se confiara. Nepu respondió favorablemente a la propuesta de la chica, ya que empezó a saltar sonriendo con el cuchillo de Kuro aún en la boca. Por lo visto a la criatura no le agradaba el azabache. -Tres...Dos...¡Vamos!- Exclamó al tiempo que salía corriendo ¿Por el aire? No exactamente. La pelimorada había calculado, usando su mapa y siguiendo la trayectoria de Kuro, que la forma más rápida de alcanzarle era un camino que el no podía usar, pero ella sí. Solo tenía que crear las losas de su camino aéreo empleando el poder de su logia. Eso sumado a su velocidad haría que no tardase en alcanzarle y cuando lo hiciera, al chico le caería una lluvia de corindón de colores encima: Rubís, zafiros...corindón rosa; todos cayendo de forma aleatoria en un radio de sesenta metros. Aunque se aseguraría de no dejar que ninguno dejase al chico incapacitado, le necesitaba vivo y con todas sus extremidades para trabajar..y divertirse una vez ella pudiera sentir dolor también.

Apartando ramas, hojas y algún que otro insecto que se iba encontrando por el camino -Ew... Qué asco- el azabache avanzaba a una velocidad de vértigo entre la maleza. A ese ritmo no llevaría mucho más de tres minutos alcanzar el lugar acordado, aunque bien sabía que su compañera no se lo pondría fácil. De hecho... ¿No estaba tardando demasiado? Sin detenerse, sus labios comenzaron a torcerse en una macabra sonrisa. "Que no me haya alcanzado aún solo significa que tiene algo pensado." Centró su mantra en localizar la presencia de la pelimorada, y no tardó demasiado en hacerlo: por encima de él, como si estuviese volando.

Su sonrisa se ensanchó aún más al predecir la tormenta de cristal que se le venía encima. Lo que en un principio había sido planteado como una carrera acababa de convertirse en una persecución, y él era la presa... Por el momento. Aquello no le molestó en absoluto, sino todo lo contrario, haría mucho más divertida su estancia en aquel lugar, y el juego algo más entretenido. Limitarse a correr de un lado para otro no era comparable a eso, ¿verdad? Frenó su carrera, trazando dos surcos en la tierra al hacerlo y desenvainó su espada con gracia. Sus ojos parecieron brillar con luz propia por un momento, justo antes de lanzar un tajo descendente al aire para, inmediatamente después, continuar con una estocada que apuntaba hacia la dirección de la teniente. Tras esto, una onda cortante con forma de punta de flecha salió disparada a toda velocidad, con la intención de impactar en el cuerpo de corindón de su objetivo. Ni que decir tiene que su dureza no le serviría de mucho, ya que esta iba imbuida en haki de armadura.

- No creerías que te lo pondría fácil... ¿Verdad? -susurró, como si pudiera escucharle, mientras sus ojos observaban la lluvia de corindón multicolor que se dejaba ver por entre las ramas de los árboles.

Una cantidad abrumadora de cristales de los más variados tonos comenzaron a impactar contra el suelo a su alrededor mientras se movía con agilidad, saliendo de la trayectoria de algunos de ellos. Sin embargo, el número de proyectiles era tal que pronto uno de ellos (particularmente, uno rosa) se clavó en su brazo izquierdo. No sintió dolor alguno, sino que absorbió y acumuló este gracias a los poderes que su akuma no mi otorgaba, pero lo habría preferido a lo que vino a continuación. Un cosquilleo recorrió sus fosas nasales al tiempo que sus ojos comenzaban a inundarse de lágrimas. Su expresión se transformó en una ridícula mueca y, dos segundos después, un brutal estornudo hizo que algunos mocos salieran de los orificios de su nariz... Seguido de unos cuantos más. De una forma bastante torpe logró cubrirse tras el tronco de uno de los árboles que más cerca se encontraban, dejándose caer sobre el suelo y apoyando la espalda en este mientras se arrancaba el cristal y lo lanzaba con asco.

- Has aprendido bastante desde que nos conocimos -volvió a susurrar, con una leve sonrisa en su rostro al tiempo que se sonaba los mocos con un pañuelo- ¿Pero será suficiente?

Un líquido granate comenzó a materializarse en su mano y a tomar forma hasta tener la apariencia de un pequeño cuervo, el cual aleteó para alzar el vuelo. El plan era simple: mandaría al pajarito a cazar algunos bichos para después llevárselos como presente a la pelimorada. Si ella iba a explotar sus desagrados, él no se quedaría atrás... Y sabía bien lo mucho que repudiaba a esos pequeños seres. El cuervo salió volando rápidamente y el azabache abandonó la cobertura en cuanto finalizó la lluvia de corindón, reanudando su carrera hacia el manantial. El ave de dolor no tardaría demasiado en presentarse frente a la chica y lanzarle un buen puñado de insectos a la cara (arañas, gusanos... Lo que fuera encontrando). ¿Cómo respondería ante esto?

Sus ojos se cruzaron con los de el azabache desde las alturas al poco de lanzar el ataque, al tiempo que una sonrisa se dibujaba en su rostro por la actuación de su compañero, quien parecía haber decidido corresponder a sus juegos, frenándose para enfrentarla, o al menos contraatacar para poder despistarla y seguir su camino. "¡Espero que se quede y juguemos! ¡QUIERO JUGAR MÁS Y MÁS!" Exclamó Noise en la cabeza de la chica, al tiempo que su cuerpo se movía con gracia hacia un lado, como si volará por el aire, evitando en gran medida la onda en forma de flecha que Kuro acababa de lanzar, aunque esta llego a cortarle parte de las puntas de su cabello, el cual llevaba recogido en dos trenzas, así como su ropa. Suerte que la que llevaba encima no era su sudadera favorita, eso le hubiera costado caro a su compañero. Sabiendo lo raro que era ver a Heaten enfadada...¿Qué clase de reacción tendría?

-¿Eso es todo, Kuro?- Preguntó en un tono algo...¿Arrogante? Bueno, tampoco es que Noise saliera mucho a la luz, así que quizá eso no fuera tan extraño. La lluvia de cristales se había detenido ya, así que quizá fuera hora de ir yendo al grano y capturar a su presa, ¿no? Aunque por lo visto está había decidido "escapar" -Aburridoooo- Exclamó la chica de cabellos violáceos tras descender otra vez al suelo y encontrarse con que tras el tronco que Kuro había empleado para refugiarse de su "lluvia de colores" no había nadie. "Es normal que no esté, el objetivo principal no era hacer esto." Le dijo Eco, al tiempo que la chica hacia un puchero similar al de una niña pequeña, hinchando las mejillas y cruzándose de brazos antes de comenzar a andar otra vez hacia el manantial. Sin embargo, sus pasos se detuvieron al sentir algo dirigiéndose hacia ella por la espalda. "Que truco más simple." Pensó antes de indicar a Nepu que detuviera lo que fuera que iba hacia ellos.

"N...No puede ser...No se habrá atrevi....ugh..." Un grito de espanto y enfado salió de la garganta de la pelimorada al ver que lo que Nepu acababa de bloquear, devorándolo, era una sustancia anaranjada (que podía observarse a través de su cuerpo), en cuyo interior se encontraban un montón de bichos: arañas, orugas, babosas... Algo que hizo que el estado de animo de la chica se volviera...como el de una mujer con la regla que si siente dolor.

-Nepu. Escupe y vamos.- Exclamó Heaten al tiempo que agarraba a Nepgear y echaba a correr, desenvainado al tiempo y haciendo que su filo se dividiera, generando un látigo que pronto se volvería a convertir en espada, esta vez mucho más larga gracias a su capacidad para imbuir el poder de su akuma en ella. De esta forma, comenzó a correr en dirección al manantial, impulsándose en los árboles y lanzando un tajo, al tiempo que una onda cortante surgía de su filo (ambos imbuidos en haki).

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