Wang Xue
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era extraño, pero se sentía como si hubiese estado en un letargo muy largo como para dar conciencia de ello. No sabía en donde había estado, como si su mente hubiera entrado en modo automático y directamente actuara por si sola. Eso le recordaba a algunos casos, pero independiente de lo que haya sucedido en medio de todo aquel caos en el que había estado, ahora se encontraba de nuevo en "El Paraíso", la primera mitad del Grand Line. ¿Por qué tenía la mala manía de aparecer en esos sitios? Malditas borracheras que le llevan a tirarse en el catre de algún camarote de barcos comerciantes u pesqueros, llevando a este albino a lugares a los que normalmente no se dignaría a ir por sentido común. ¿Esta ocasión? El Reino de Arabasta. Más específicamente su ciudad portuaria: Nanohana; luego de haberse bajado del barco tambaleando un poco debido a que los efectos de su anterior borrachera junto con la resaca de esta. Un popurrí de mierdas que le estaban haciendo sentir que su cabeza estallaría en cualquier momento si no se tomaba algo. Al igual que su estómago, poseyendo una acidez de la gran puta. ¿Pero qué era este "algo" exactamente para él? Beber más alcohol, claro está. Teniendo una pequeña "calabaza" colgada a un lado de la cintura, sujetó esta con su mano diestra destapándola con la zurda. Se la empinó a la boca bebiendo un buen buche de Sake, estaba tibio... pero eso a él le daba lo mismo realmente.
Caminando por el puerto, ya podía ver no muy lejos el comienzo de aquella ciudad y de hecho entre pasos que daba mientras miraba todo a su alrededor, se encontró pronto entre aquellos comercios del lugar. Mucha gente gritando en la calle anunciando sus productos y precios que muy posiblemente eran mejores que los de su rival, que sin embargo no superaban en calidad. — ¡Llévese aquí sus sedas, las mejores sedas de toda Arabasta, no... del mundo! —exclamaban algunos. — ¡Compre aquí sus baratijas, cambie oro... oro por baratijas! —exclamaba otro con gran entusiasmo como si lo que vendiera fuese la gran cosa; no fue hasta que se sentó en la banca de un puesto de comidas ambulante, que Xue habló luego de al menos unos cuantos días sin pronunciar palabra alguna, más que nada porque le era imposible hacerlo con el estado de ebriedad que tuvo anteriormente.
— Buenos días. —saludó el albino.
— Hola, extranjero... ¿Nuevo por estos lares? —cuestionó el vendedor.
— Sí... efectivamente, ¿cómo pudiste adivinar?
— Por lo pálido que eres, y poca gente en Nanohana saluda tan amablemente; contados con los dedos son los que lo hacen —explicaba el sujeto, antes de aclarar un poco la garganta escupiendo un gargajo hacia un lado antes de proseguir—. ¿Y bien, qué se le ofrece, señorito?
— Cualquier cosa que me llene el estómago, un Kebab tal vez... con mucha carne.
— ¡Marche un Kebab con mucha carne para el albino! —vociferó con entusiasmo el hombre, antes de comenzar a cocinar aquello rápidamente. Afortunadamente era comida rápida, por lo que Xue no tendría que esperar tanto. Quién sabe de todos modos cuánto tiempo estaría allí varado en el Reino de Arabasta hasta que el próximo barco u borrachera le llevara a su próximo destino.
Caminando por el puerto, ya podía ver no muy lejos el comienzo de aquella ciudad y de hecho entre pasos que daba mientras miraba todo a su alrededor, se encontró pronto entre aquellos comercios del lugar. Mucha gente gritando en la calle anunciando sus productos y precios que muy posiblemente eran mejores que los de su rival, que sin embargo no superaban en calidad. — ¡Llévese aquí sus sedas, las mejores sedas de toda Arabasta, no... del mundo! —exclamaban algunos. — ¡Compre aquí sus baratijas, cambie oro... oro por baratijas! —exclamaba otro con gran entusiasmo como si lo que vendiera fuese la gran cosa; no fue hasta que se sentó en la banca de un puesto de comidas ambulante, que Xue habló luego de al menos unos cuantos días sin pronunciar palabra alguna, más que nada porque le era imposible hacerlo con el estado de ebriedad que tuvo anteriormente.
— Buenos días. —saludó el albino.
— Hola, extranjero... ¿Nuevo por estos lares? —cuestionó el vendedor.
— Sí... efectivamente, ¿cómo pudiste adivinar?
— Por lo pálido que eres, y poca gente en Nanohana saluda tan amablemente; contados con los dedos son los que lo hacen —explicaba el sujeto, antes de aclarar un poco la garganta escupiendo un gargajo hacia un lado antes de proseguir—. ¿Y bien, qué se le ofrece, señorito?
— Cualquier cosa que me llene el estómago, un Kebab tal vez... con mucha carne.
— ¡Marche un Kebab con mucha carne para el albino! —vociferó con entusiasmo el hombre, antes de comenzar a cocinar aquello rápidamente. Afortunadamente era comida rápida, por lo que Xue no tendría que esperar tanto. Quién sabe de todos modos cuánto tiempo estaría allí varado en el Reino de Arabasta hasta que el próximo barco u borrachera le llevara a su próximo destino.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una figura encapuchada recorría las desgastadas calles de la ciudad con desgana, arrepintiéndose ya de estar allí. Y ni siquiera la capa de un color suave como la arena era capaz de esconder de la luz su blanca piel, que en un principio casi parecía reflejar la luz del sol y ahora se hallaba ya demasiado roja. La peor de las insolaciones. Siempre tenía que tocarle lo malo a ella o al menos eso era lo que pensaba desde que había escapado de casa. Quizás también tuviera que ver que era como una niña pequeña, y una exagerada...
-Ugh... demasiado... calor... ¿tendrán protector solar por aquí? Dios mío, cómo me va a doler esto mañana... -decía, palpándome la piel. Normal, ya me dolía en ese momento... -¡Y no me gusta llevar ropa larga! -exclamé, sin darme cuenta de que la gente a mi alrededor me miraba con desconfianza.
Apenas había dejado el barco en el que me había colado para llegar hasta allí hacía unos diez minutos y ya estaba cayéndome por las esquinas. Sin duda resistía el frío mucho mejor que el calor, o eso decían mi cabeza dolorosa y mareada, mi piel chamuscada, mis pulmones abrasados por el aire caliente y un sinfín de cosas más. ¿Por qué seguía avanzando de isla en isla sin un rumbo fijo? Era tonta, sin duda. Bueno, supongo que a día de hoy lo sigo siendo. ¡¿Pero de verdad tenía que parar en aquella isla, de entre todas las existentes?! Empezaba a sentirme un poco sola y abandonada, de no ser por... Miré a mi lado. Mi mascota parecía resistir el calor incluso mejor que yo. ¡Maldito capibara que nunca me hacía caso! Incluso había intentado morderme alguna vez, y eso que parecía un animal herbívoro. Por lo menos ahora estaba tranquilito.
-Por qué teníamos que parar aquíiii... maldita isla del infierno -me quejaba, con los brazos colgando, cual niña pequeña enfurruñada. Y sí, sin duda me parecía que cualquier infierno estaría igual de caliente que aquel sitio.
En fin, estaba enfadada con el mundo ese día. Para que luego no me crean cuando digo que tengo unas rabietas... Tiré de Capi hasta acercarme a un puesto de comida rápida cualquiera que hubiera por allí.
-Buenos días -le dije al vendedor bostezando y abanicándome con un folleto que cogí del mostrador sin leerlo.
-Buenos días ehhhh... -me quité la capucha de la capa en ese preciso instante- señorita -me respondió con una sonrisa. ¿Qué desea?
-Cualquier cosa que mitigue este calor infernal, por favor -contesté con la lengua casi fuera y apoyando los brazos y la cabeza en el mostrador. -Y algo de comer para este -le dije señalando a Capi.
-Así que extranjera, ¿eh? -Se rió. -¿Últimamente se ha puesto de moda venir aquí? Ahora te traigo una limonada.
-Gracias... espera, ¿de moda?
-Ugh... demasiado... calor... ¿tendrán protector solar por aquí? Dios mío, cómo me va a doler esto mañana... -decía, palpándome la piel. Normal, ya me dolía en ese momento... -¡Y no me gusta llevar ropa larga! -exclamé, sin darme cuenta de que la gente a mi alrededor me miraba con desconfianza.
Apenas había dejado el barco en el que me había colado para llegar hasta allí hacía unos diez minutos y ya estaba cayéndome por las esquinas. Sin duda resistía el frío mucho mejor que el calor, o eso decían mi cabeza dolorosa y mareada, mi piel chamuscada, mis pulmones abrasados por el aire caliente y un sinfín de cosas más. ¿Por qué seguía avanzando de isla en isla sin un rumbo fijo? Era tonta, sin duda. Bueno, supongo que a día de hoy lo sigo siendo. ¡¿Pero de verdad tenía que parar en aquella isla, de entre todas las existentes?! Empezaba a sentirme un poco sola y abandonada, de no ser por... Miré a mi lado. Mi mascota parecía resistir el calor incluso mejor que yo. ¡Maldito capibara que nunca me hacía caso! Incluso había intentado morderme alguna vez, y eso que parecía un animal herbívoro. Por lo menos ahora estaba tranquilito.
-Por qué teníamos que parar aquíiii... maldita isla del infierno -me quejaba, con los brazos colgando, cual niña pequeña enfurruñada. Y sí, sin duda me parecía que cualquier infierno estaría igual de caliente que aquel sitio.
En fin, estaba enfadada con el mundo ese día. Para que luego no me crean cuando digo que tengo unas rabietas... Tiré de Capi hasta acercarme a un puesto de comida rápida cualquiera que hubiera por allí.
-Buenos días -le dije al vendedor bostezando y abanicándome con un folleto que cogí del mostrador sin leerlo.
-Buenos días ehhhh... -me quité la capucha de la capa en ese preciso instante- señorita -me respondió con una sonrisa. ¿Qué desea?
-Cualquier cosa que mitigue este calor infernal, por favor -contesté con la lengua casi fuera y apoyando los brazos y la cabeza en el mostrador. -Y algo de comer para este -le dije señalando a Capi.
-Así que extranjera, ¿eh? -Se rió. -¿Últimamente se ha puesto de moda venir aquí? Ahora te traigo una limonada.
-Gracias... espera, ¿de moda?
Wang Xue
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras pacientemente esperaba a por su orden, Xue no pudo evitar sentir una voz tenue pero que se escuchaba exasperada, cansada... agobiada por la calor. Se le escuchaba frustrada, tal vez por el mero hecho de que se arrepentía totalmente de su decisión de haber parado en aquel Reino. Estaba claro que concordaba con los mismos sentimientos que el albino tenía en esos momentos hacia la isla, pero... la diferencia es que él al menos podía mantener cierta "Poker Face" ante las incomodidades. — Bienvenida a mi mundo... —soltó el joven de repente. No sabía la razón exacta de haber soltado aquel comentario al azar, pero ahora estaba interactuando con la contraria, y sería mejor seguir la conversación si no quería confundir más de la cuenta a la fémina. Volteó levemente la mirada hacia ella, dedicándole una expresión neutral, casi se podría decir que reacia a hablar... aunque la realidad era todo lo contrario a ello. — Disculpa, solté eso inquiriendo que lo entenderías de primera... —hizo una pausa fugaz, dándole otro trago a su calabaza llena de Sake antes de seguir— me refería al calor, y por cierto... Seguramente el vendedor se refería a que hay muchos extranjeros por el Reino... yo incluido. —comentaba reposando tranquilamente el codo de su brazo derecho sobre la barra, y luego apoyó cómodamente una de sus mejillas sobre la palma de la mano diestra, desviando por unos momentos su mirada hacia aquella Capibara.
— Que gran animal traes de mascota... —soltó el albino como cambiando de tema y así sacar un poco más de charla. No es que acostumbrara a hacerlo normalmente con todo desconocido que se le sentara al lado, pero era evidente que no había nada mejor para hacer en esos momentos, y si podía al menos sacar un poco de cháchara con alguien que a primera vista parecía agradable -quitando el agobio que llevaba encima por la calor-, aprovecharía aquello con gusto. — No me he presentado aún, aunque a juzgar por lo incómoda y acalorada que te ves, no creo que en estos momentos te importe en absoluto... Tampoco quiero tocarte los que no tienes, ¿sabes? —pausó viendo que el comerciante del puesto de comidas terminaba las órdenes de ambos. Para la chica un jugo de frutas exóticas helado, y para él aquel Kebab que ordenó hacía minutos atrás—. Soy Wang Xue, pero dime solo Xue... para no complicarte la vida. —decía dándole un mordisco al Kebab, y mientras masticaba en silencio movió su cabeza levemente hacia arriba fugazmente en ademán de querer saber el nombre de ella obviamente, y tal vez también de su Capibara, aunque con la falta de imaginación que tenía el albino seguramente le diría "Capi" y ya está, suponía o esperaba que la contraria tuviese un poco más de creatividad. Mientras esperaba por alguna respuesta por parte de la contraria, si es que habría alguna empezando por ahí, se terminaría de un solo buche lo que quedaba de Sake en su pequeña calabaza. La cantidad exacta para quitarse la sed momentánea pero no para apaciguar el calor que sentía. — Agh ... ~ Maldito calor. —bufó frunciendo el ceño, ahora casi tan incómodo como la fémina.
— Que gran animal traes de mascota... —soltó el albino como cambiando de tema y así sacar un poco más de charla. No es que acostumbrara a hacerlo normalmente con todo desconocido que se le sentara al lado, pero era evidente que no había nada mejor para hacer en esos momentos, y si podía al menos sacar un poco de cháchara con alguien que a primera vista parecía agradable -quitando el agobio que llevaba encima por la calor-, aprovecharía aquello con gusto. — No me he presentado aún, aunque a juzgar por lo incómoda y acalorada que te ves, no creo que en estos momentos te importe en absoluto... Tampoco quiero tocarte los que no tienes, ¿sabes? —pausó viendo que el comerciante del puesto de comidas terminaba las órdenes de ambos. Para la chica un jugo de frutas exóticas helado, y para él aquel Kebab que ordenó hacía minutos atrás—. Soy Wang Xue, pero dime solo Xue... para no complicarte la vida. —decía dándole un mordisco al Kebab, y mientras masticaba en silencio movió su cabeza levemente hacia arriba fugazmente en ademán de querer saber el nombre de ella obviamente, y tal vez también de su Capibara, aunque con la falta de imaginación que tenía el albino seguramente le diría "Capi" y ya está, suponía o esperaba que la contraria tuviese un poco más de creatividad. Mientras esperaba por alguna respuesta por parte de la contraria, si es que habría alguna empezando por ahí, se terminaría de un solo buche lo que quedaba de Sake en su pequeña calabaza. La cantidad exacta para quitarse la sed momentánea pero no para apaciguar el calor que sentía. — Agh ... ~ Maldito calor. —bufó frunciendo el ceño, ahora casi tan incómodo como la fémina.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me senté en un taburete alto al lado del mostrador, mirando a todas partes y planteándome si debía atar a mi mascota a algún lugar. No, eso sería complicado, sacaba fuerza de no se sabía donde y los estropicios serían muchos, además de que tampoco había ningún sitio donde dejarlo amarrado. Me enrollé la correa en la mano derecha a sabiendas de que tranquilamente me podía arrastrar o romper algo de un tirón y esperé a que me trajeran algo de beber, mientras iba pensando "y ahora, ¿qué? ¿Cuál es mi siguiente destino?". Aparte de la respuesta obvia ("una isla fría para llevar, por favor"), no sabía qué hacer. Seguramente acabara estableciéndome en algún lugar y viviendo tranquila. ¡O no! Puede que cambiara de idea y quisiera más aventuras, la cuestión era encontrarlas y no morir por el camino. Y a eso le daba vueltas en mi cabeza hasta que...
Oh, genial, para acabar de mejorar las cosas un pesado que también estaba en el puesto me hablaba de que entendía perfectamente cómo me sentía por el calor y me decía que seguramente el vendedor se refería a nosotros como los extranjeros y... Me hizo fruncir el ceño por un momento. Pero afortunadamente fue eso, un instante. "Vale, Reira, cálmate, no seas una capulla integral con este chico que no te hizo nada. Niña, que eres una niña quejica. ¡Crece un poco!" Bueno, si mi voz de la conciencia me decía eso, quizás debería empezar a hacerle caso, seguro que era más útil que mi voz habitual; desde luego, a veces no tenía ninguna clase de filtro entre el cerebro y la boca y soltaba demasiadas cosas sin pensar para arrepentirme luego.
-Encantada de conocerte, Xue -dije enseñando todos los dientes en una gran sonrisa. -Yo soy Reira Toru y, hmmmm... acorta el nombre a tu gusto -solté con una risotada. -Y este que parece que trata de arrancarme el brazo es Capitán, o Capi, para los amigos. O para todos, porque muy amistoso tampoco suele ser. Y lo sé, no tengo mucha imaginación para los nombres.
Me sonrojé si es que eso era posible cuando ya debía parecer una gamba por el sol. Ya estaba hablando de más y sobre mí. Así era yo, podía darme conversación sola incluso. Mi limonada llegó por fin, y no tenía claro si aquello me quitaría la sed o me daría más, pero en ese momento no me importaba y la apuré casi de un trago. Luego imité a Xue y apoyé el codo en el mostrador y la acalorada mejilla en la mano.
-Y, ¿de dónde eres extranjero? Ahora tengo curiosidad por saber si vienes de lejos y por qué estás aquí -le sonreí un poco tratando de romper... ¿el hielo? No, ya lo había hecho con mi verborrea de antes y doy fe de que estando donde estábamos ya tenía que estar más que derretido. -Por cierto... no creo que el sake te ayude con el calor precisamente.
Iba a tener que pasar un buen rato en la isla, al menos hasta conseguir algo de dinero o colarme en algún barco no muy vigilado y viajar gratis, así que no estaba de más charlar un rato con alguien, distraerme. Si eso me hacía olvidar que me abrasaba, sería perfecto...
Oh, genial, para acabar de mejorar las cosas un pesado que también estaba en el puesto me hablaba de que entendía perfectamente cómo me sentía por el calor y me decía que seguramente el vendedor se refería a nosotros como los extranjeros y... Me hizo fruncir el ceño por un momento. Pero afortunadamente fue eso, un instante. "Vale, Reira, cálmate, no seas una capulla integral con este chico que no te hizo nada. Niña, que eres una niña quejica. ¡Crece un poco!" Bueno, si mi voz de la conciencia me decía eso, quizás debería empezar a hacerle caso, seguro que era más útil que mi voz habitual; desde luego, a veces no tenía ninguna clase de filtro entre el cerebro y la boca y soltaba demasiadas cosas sin pensar para arrepentirme luego.
-Encantada de conocerte, Xue -dije enseñando todos los dientes en una gran sonrisa. -Yo soy Reira Toru y, hmmmm... acorta el nombre a tu gusto -solté con una risotada. -Y este que parece que trata de arrancarme el brazo es Capitán, o Capi, para los amigos. O para todos, porque muy amistoso tampoco suele ser. Y lo sé, no tengo mucha imaginación para los nombres.
Me sonrojé si es que eso era posible cuando ya debía parecer una gamba por el sol. Ya estaba hablando de más y sobre mí. Así era yo, podía darme conversación sola incluso. Mi limonada llegó por fin, y no tenía claro si aquello me quitaría la sed o me daría más, pero en ese momento no me importaba y la apuré casi de un trago. Luego imité a Xue y apoyé el codo en el mostrador y la acalorada mejilla en la mano.
-Y, ¿de dónde eres extranjero? Ahora tengo curiosidad por saber si vienes de lejos y por qué estás aquí -le sonreí un poco tratando de romper... ¿el hielo? No, ya lo había hecho con mi verborrea de antes y doy fe de que estando donde estábamos ya tenía que estar más que derretido. -Por cierto... no creo que el sake te ayude con el calor precisamente.
Iba a tener que pasar un buen rato en la isla, al menos hasta conseguir algo de dinero o colarme en algún barco no muy vigilado y viajar gratis, así que no estaba de más charlar un rato con alguien, distraerme. Si eso me hacía olvidar que me abrasaba, sería perfecto...
Wang Xue
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Parecía ser agradable a primera vista, o eso quiso creer Xue. Y si bien no es que fuese del tipo de personas demasiado confianzudas desde un principio, no tenía nada mejor que hacer por el momento que hablar con una fémina que parecía de lo más reacia al clima en aquella isla. ¿Y qué extranjero gustaría acaso de asarse bajo el intenso sol y quedar como si fuese un tomate? O peor, un Kebab. Había algo en la fémina que le llamaba la atención al joven albino, tal vez el mero hecho de que su sonrisa parecía forzada, falsa, incómoda. No es que creyera con todo su ser que esa fuera la verdad, pero le inspiraba ese sentimiento, aunque no fuese a decírselo en la cara de momento hasta que lo confirmase del todo; sus respuestas de todos modos fueron agradables y explicativas en el sentido de que se daba a conocer un poco más... dejaba de ser una completa desconocida para volverse alguien de la cual al menos le sabía el nombre, y de la mascota.
— El placer es mío, Reira. —soltó a modo de educación, aunque no soliera ser tan caballeroso, no se le daba bien eso; continuó sin dudarlo. — Se te nota acalorada... tienes la cara rojiza. —agregó a la charla, creyendo aquello cuando en realidad se había sonrojado por lo dicho. Rió un poco ante su pregunta y asintió con la cabeza en ademán de estar dispuesto a responder. Y si bien tenía razón sobre lo de que el Sake tibio no le sacaría la sed, al menos a él le hacía sentir un poco más refrescado que no beber nada en absoluto. El alcohol al menos desinhibía un poco sus sentidos, por así decirlo.
— Provengo del North Blue... disculpa si no puedo darte más información pero entre curdas uno se olvida de donde salió. —decía despreocupado totalmente de que pudieran tomarle como un borracho, a fin de cuentas era la cruda realidad. Y si bien no le gustaba estar en estados deplorables frente a otras personas que no conocía, ni mostrarse hostil u molesto como era su padre cuando se embriagaba, tarde o temprano si seguía bebiendo como si no hubiera mañana, terminaría cayendo en el mismo pozo que su viejo progenitor; aclaró un poco la garganta y soltó un profundo suspiro, dándole otro mordisco al Kebab notando que ya poco le quedaba para terminárselo. Volvió a mirar a la contraria y reanudó la charla, que bastante amena estaba siendo la verdad. — Digamos que... hablando de borracheras, en una de ellas en donde no te acuerdas de nada, seguramente terminé metiéndome en una embarcación, que terminó trayéndome hasta aquí. No me considero un polizón porque al parecer los marineros no estaban enfadados de verme en su barco sin haber sido invitado, o eso creo yo... No se mostraron hostiles. —murmuraba llevándose una mano a una mejilla y rascando esta suavemente, cuestionándose si realmente no estaban enojados o solamente temían meterse en problemas si le llenaban la cara de dedos. Bueno, ahora mismo aquello importaba poco y nada. — ¿Y tú? No creo que hayas llegado por placer al calor, que te veo tan reacia a este... Parece como si quisieras salir volando en cualquier momento. —le cuestionaba soltando una suave risotada, terminando de comer su Kebab, y pidiendo unas servilletas más para limpiarse la comisura de los labios y las manos. — Sí, sé que el Sake no me sacará la sed, pero... no tengo mucho dinero para comprarme otra cosa, así que me voy a tener que conformar con esto. Y por cierto, sería mejor buscar un lugar con más sombra... si es que existe en esta isla un lugar así... —agregó como mera curiosidad, sin quitarle la razón a la fémina.
— El placer es mío, Reira. —soltó a modo de educación, aunque no soliera ser tan caballeroso, no se le daba bien eso; continuó sin dudarlo. — Se te nota acalorada... tienes la cara rojiza. —agregó a la charla, creyendo aquello cuando en realidad se había sonrojado por lo dicho. Rió un poco ante su pregunta y asintió con la cabeza en ademán de estar dispuesto a responder. Y si bien tenía razón sobre lo de que el Sake tibio no le sacaría la sed, al menos a él le hacía sentir un poco más refrescado que no beber nada en absoluto. El alcohol al menos desinhibía un poco sus sentidos, por así decirlo.
— Provengo del North Blue... disculpa si no puedo darte más información pero entre curdas uno se olvida de donde salió. —decía despreocupado totalmente de que pudieran tomarle como un borracho, a fin de cuentas era la cruda realidad. Y si bien no le gustaba estar en estados deplorables frente a otras personas que no conocía, ni mostrarse hostil u molesto como era su padre cuando se embriagaba, tarde o temprano si seguía bebiendo como si no hubiera mañana, terminaría cayendo en el mismo pozo que su viejo progenitor; aclaró un poco la garganta y soltó un profundo suspiro, dándole otro mordisco al Kebab notando que ya poco le quedaba para terminárselo. Volvió a mirar a la contraria y reanudó la charla, que bastante amena estaba siendo la verdad. — Digamos que... hablando de borracheras, en una de ellas en donde no te acuerdas de nada, seguramente terminé metiéndome en una embarcación, que terminó trayéndome hasta aquí. No me considero un polizón porque al parecer los marineros no estaban enfadados de verme en su barco sin haber sido invitado, o eso creo yo... No se mostraron hostiles. —murmuraba llevándose una mano a una mejilla y rascando esta suavemente, cuestionándose si realmente no estaban enojados o solamente temían meterse en problemas si le llenaban la cara de dedos. Bueno, ahora mismo aquello importaba poco y nada. — ¿Y tú? No creo que hayas llegado por placer al calor, que te veo tan reacia a este... Parece como si quisieras salir volando en cualquier momento. —le cuestionaba soltando una suave risotada, terminando de comer su Kebab, y pidiendo unas servilletas más para limpiarse la comisura de los labios y las manos. — Sí, sé que el Sake no me sacará la sed, pero... no tengo mucho dinero para comprarme otra cosa, así que me voy a tener que conformar con esto. Y por cierto, sería mejor buscar un lugar con más sombra... si es que existe en esta isla un lugar así... —agregó como mera curiosidad, sin quitarle la razón a la fémina.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-¿Has llegado aquí por una borrachera? -solté una carcajada y después me arrepentí por si quizás se lo tomaba como una burla. Menos mal que a mí nunca se me ha dado por beber demasiado alcohol... Y sí, ojalá pudiera volar y salir de aquí, ojalá -contesté, mirándolo de reojo. Me terminé la limonada, hasta la última gota que pude recuperar del vaso y relamí mi labio inferior. Puse los ojos en blanco por un momento. La verdad es que estaba rica, pero la sed seguía allí, tan acuciante como en el momento en el que había llegado a la isla. ¿Por qué? Lo que daría por una isla de invierno en ese momento. Después me giré hacia el chico para seguir con la conversación. -Yo... -dudé un momento- vengo de Water Seven, la ciudad de los canales. También está en el Paraíso. Y bueno... -miré al suelo un momento, tratando de encontrar algo perdido en la arena, algo que no estaba en ninguna parte- simplemente me muevo. Aventuras o tranquilidad... lo que sea, ya vendrá.
La voz del tendero interrumpió tanto nuestra conversación como mis privados pensamientos sin previo aviso. Ni siquiera parecía darse cuenta de eso.
-Hmmmmm sitios sombríos... No debería enviaros de cabeza a la competencia, pero supongo que buscáis un sitio cerrado como una taberna o algo similar, aunque hará el mismo calor que aquí al aire libre o incluso más. -Se llevó una mano a la cara para rascarse una ceja. -Dudo que queráis ir a ligar -alzó la misma ceja que se había rascado hace un momento- a la biblioteca...
-¡¿Ligar?! -prácticamente grité, horrorizada. Nunca intentaba nada y de una manera u otra la gente siempre pensaba que eso era lo que quería... En esos momentos se me daba por pensar que quizás no debería ser tan amable con la gente o al menos intentarlo, así de buenas a primeras. Me reí casi con desgana, hasta eso me costaba, debido al calor. -Creo que no van por ahí los tiros... -le sonreí a Xue, esperando que no hubiera malinterpretado nada de lo que yo había hecho.
Por suerte o por desgracia, Capi empezó a tirar de mi brazo en la dirección por la que habíamos venido. Ahora que lo veía, parecía que estaba rebozado en arena...
-Ahhhhh, paraaaa... ¿Qué quieres? -le decía a mi mascota, que para variar me ignoraba y seguía a su rollo, tirando de la correa y de mí ¿De verdad, quién paseaba a quién? -¿Pero a dónde quieres ir? -pregunté con cansancio, sabiendo que por razones obvias no me respondería.
Solo me dio tiempo a buscar algo de dinero en mi mochila para pagar la limonada y dejarlo sobre el mostrador del puesto, antes de echar a caminar tras el capibara con igual desgana a la de antes, intentando saber qué buscaba. Podía ser que... Miré atrás. Al final se me había olvidado, y al tendero también, ponerle algo a mi mascota para que bebiera o comiera. Me llevé la mano a la frente, desesperada y sin saber cómo se me había podido olvidar eso. Que tonta.
-Creo que busca agua o algo así. ¿Vienes? -le pregunté a Xue, antes de alejarme demasiado y seguir caminando.
La voz del tendero interrumpió tanto nuestra conversación como mis privados pensamientos sin previo aviso. Ni siquiera parecía darse cuenta de eso.
-Hmmmmm sitios sombríos... No debería enviaros de cabeza a la competencia, pero supongo que buscáis un sitio cerrado como una taberna o algo similar, aunque hará el mismo calor que aquí al aire libre o incluso más. -Se llevó una mano a la cara para rascarse una ceja. -Dudo que queráis ir a ligar -alzó la misma ceja que se había rascado hace un momento- a la biblioteca...
-¡¿Ligar?! -prácticamente grité, horrorizada. Nunca intentaba nada y de una manera u otra la gente siempre pensaba que eso era lo que quería... En esos momentos se me daba por pensar que quizás no debería ser tan amable con la gente o al menos intentarlo, así de buenas a primeras. Me reí casi con desgana, hasta eso me costaba, debido al calor. -Creo que no van por ahí los tiros... -le sonreí a Xue, esperando que no hubiera malinterpretado nada de lo que yo había hecho.
Por suerte o por desgracia, Capi empezó a tirar de mi brazo en la dirección por la que habíamos venido. Ahora que lo veía, parecía que estaba rebozado en arena...
-Ahhhhh, paraaaa... ¿Qué quieres? -le decía a mi mascota, que para variar me ignoraba y seguía a su rollo, tirando de la correa y de mí ¿De verdad, quién paseaba a quién? -¿Pero a dónde quieres ir? -pregunté con cansancio, sabiendo que por razones obvias no me respondería.
Solo me dio tiempo a buscar algo de dinero en mi mochila para pagar la limonada y dejarlo sobre el mostrador del puesto, antes de echar a caminar tras el capibara con igual desgana a la de antes, intentando saber qué buscaba. Podía ser que... Miré atrás. Al final se me había olvidado, y al tendero también, ponerle algo a mi mascota para que bebiera o comiera. Me llevé la mano a la frente, desesperada y sin saber cómo se me había podido olvidar eso. Que tonta.
-Creo que busca agua o algo así. ¿Vienes? -le pregunté a Xue, antes de alejarme demasiado y seguir caminando.
Wang Xue
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Xue rió junto a ella, asintiendo levemente con la cabeza. — Por más vergonzoso que pueda sonar, llegué a este Reino por una borrachera, aunque usted no lo crea. —le decía con esa educación que no era más que parte de ese humor que tenía al hablar con alguien que... bueno, desde un principio le inspiraba cierta tranquilidad, al menos para hablar de ese modo con ella. Y si bien se le notara frustrada desde un comienzo, no se echaba la culpa por ello sino más bien al calor que les abrazaba de tal manera que a cualquier ser humano común y corriente se le haría difícil el estar de buen humor; entre charlas, el tendero fue osado de recomendar algunos lugares para que aquel par de jovenes pudieran ir a relajarse un poco y tal vez refrescar sus cuerpos acalorados, pero su último comentario fue lo que despertó en el albino una irrisoria carcajada de esas que te hacen toser de la risa. Quedó gimoteando entre jadeos y risotadas en lo que utilizaba el dorso de su mano izquierda para secarse las lágrimas que llegaban a brotar.
— Madre que lo parió, mira que la gente es adecuada cuando quiere... Que fineza para inquirir que los dos queremos hallar un lugar en donde darnos duro hasta que la luz de las estrellas nos acompañe a lo largo de la noche y la luz del alba nos vea despertar —hizo una fugaz pausa en lo que se quedaba en un casi sepulcral silencio, para luego estallar en más risas agarrándose el estómago—. Perdón, se me ha escapado lo poeta que tengo guardado, le echo la culpa al alcohol. — agregó. Le daba muchísima gracia aquella situación, pero fue abruptamente interrumpida -aunque no del todo las risas- por aquella Capibara, mascota de la fémina que se había anteriormente presentado como Reira. Parecía estar bastante insistente en llevar al menos a su 'compañera' hacia algún lugar en específico, ¿o sería que el animal quería alejar a su ama de Xue? Quién sabe, pero este prefirió escuchar las palabras ajenas y asentir levemente con la cabeza antes de apurar el paso luego de dejar el suficiente dinero para pagar su Kebab, adelantándose hasta alcanzar a la chica y su mascota, caminando con ella mientras de reojo miraba sosteniendo con su mano derecha la calabaza que ahora yacía casi completamente vacía de todo Sake que alguna vez tuvo horas atrás.
— No sé cómo se comportan las Capibaras cuando tienen sed... con suerte y sé cómo se comporta un perro cuando están sedientos —comentaba mientras seguían avanzando, siguiendo aquel animal—. Pero se nota que a ti no te gusta para nada el clima de Arabasta. A mi tampoco, no te creas... por alguna razón soy pálido como un pecho, ¿no crees? De todas formas... me pregunto a dónde nos quiere llevar "Capi". —hacía un claro hincapié en el sobrenombre de aquel gran roedor. En un principio no parecía hacer otra cosa que ir en zig-zag constante como siguiendo un rastro u algo por el estilo... Llegaba a sospechar que no se trataba ya de comida ni agua, si no algo más importante ya que le estaba poniendo bastante empeño en llegar a la raíz de ese aroma que parecía estar siguiendo. Minutos fueron en los que Xue mantuvo un silencio casi que sepulcral por lo concentrado que estaba viendo a la capibara andar con tanto fervor hacia su 'objetivo', llegando a un callejón alejado de la zona portuaria de Nanohana, estando más cercanos a la periferia de la ciudad y por ende a la salida de esta, donde los edificios más descuidados se encontraban. Allí abundaban los callejones, mayoría de estos sin salida.
Llegaron a uno de estos, en lo que Capitán alzaba un poco su cabeza irguiendo su lomo, empezando a emitir un sonido que se asemejaba a una mezcla entre el graznido de un ganso, estornudo de un perro de tamaño medio a pequeño, y el resoplido de un caballo. Lo hizo varias veces, como señalando algo más allá dentro del callejón. — Parece ser que quiere que vayamos hacia allí, ¿no? Venga, que tú conoces más a tu capibara que yo, nunca me había cruzado con una cobaya gigante. —decía soltando riendo ante el hecho de que sí, se parecía a una cobaya pero con las patas alargadas, y obvio, midiendo diez veces más. Al menos Xue se adelantaría, osando adentrarse a aquel lugar, el cual por más que si bien era pleno día, no mucha luz lograba pasar por culpa de los techados y paredes de los edificios circundantes. A unos dos metros dentro del callejón, donde menos alcanzaba la luz pero aún un poco de esta dejaba entrever lo que estaba delante de sus ojos, se topó con una serie de escombros tapando lo que parecía ser una entrada que llevaba a una escalera de piedra, mostrando un camino obstruido hacia un supuesto subsuelo. — ¡Eh, hay algo aquí! Parece ser una especie de ... camino, y el tapón de escombros no parece ser demasiado jodido. —comentó el albino antes de ver que antes de los pequeños escombros había un gran trozo de lo que era -o mejor dicho, fue- una pared de piedra tallada, bastante grande y pesada.
Se escupió las palmas de las manos, y sin hacerse esperar mucho, empezó a empujar con tantas fuerzas como pudo para hacer a un lado dicho trozo de pared. Su rostro se puso rojo y se le marcaron las venas de la frente, emitía un casi imperceptible "Nnngh~" pero al estar dándole la espalda de momento a Reira y su capibara -si es que le habían seguido por lo largo del callejón- no podrían ver aquellas cómicas caras del joven. Pasaron unos segundos en silencio, para luego desistir, darse vuelta y quedar en silencio con una seriedad absoluta aunque esta no le duró mucho, ya que enseguida se llevó una mano a la nuca y sonriendo avergonzado soltó: — No puedo moverla solo. —dijo riendo despreocupadamente. Estaba claro que no podría solo, pero nunca estaba de más intentarlo, ¿verdad? Además, la curiosidad le había picado, y aún más por culpa del capibara. Seguramente si no hubiese sido por él, no habrían llegado hasta allí. ¿Pero por qué demonios justo a ese callejón habiendo tantos en esa zona? Tal vez un tesoro, u algo más...
— Madre que lo parió, mira que la gente es adecuada cuando quiere... Que fineza para inquirir que los dos queremos hallar un lugar en donde darnos duro hasta que la luz de las estrellas nos acompañe a lo largo de la noche y la luz del alba nos vea despertar —hizo una fugaz pausa en lo que se quedaba en un casi sepulcral silencio, para luego estallar en más risas agarrándose el estómago—. Perdón, se me ha escapado lo poeta que tengo guardado, le echo la culpa al alcohol. — agregó. Le daba muchísima gracia aquella situación, pero fue abruptamente interrumpida -aunque no del todo las risas- por aquella Capibara, mascota de la fémina que se había anteriormente presentado como Reira. Parecía estar bastante insistente en llevar al menos a su 'compañera' hacia algún lugar en específico, ¿o sería que el animal quería alejar a su ama de Xue? Quién sabe, pero este prefirió escuchar las palabras ajenas y asentir levemente con la cabeza antes de apurar el paso luego de dejar el suficiente dinero para pagar su Kebab, adelantándose hasta alcanzar a la chica y su mascota, caminando con ella mientras de reojo miraba sosteniendo con su mano derecha la calabaza que ahora yacía casi completamente vacía de todo Sake que alguna vez tuvo horas atrás.
— No sé cómo se comportan las Capibaras cuando tienen sed... con suerte y sé cómo se comporta un perro cuando están sedientos —comentaba mientras seguían avanzando, siguiendo aquel animal—. Pero se nota que a ti no te gusta para nada el clima de Arabasta. A mi tampoco, no te creas... por alguna razón soy pálido como un pecho, ¿no crees? De todas formas... me pregunto a dónde nos quiere llevar "Capi". —hacía un claro hincapié en el sobrenombre de aquel gran roedor. En un principio no parecía hacer otra cosa que ir en zig-zag constante como siguiendo un rastro u algo por el estilo... Llegaba a sospechar que no se trataba ya de comida ni agua, si no algo más importante ya que le estaba poniendo bastante empeño en llegar a la raíz de ese aroma que parecía estar siguiendo. Minutos fueron en los que Xue mantuvo un silencio casi que sepulcral por lo concentrado que estaba viendo a la capibara andar con tanto fervor hacia su 'objetivo', llegando a un callejón alejado de la zona portuaria de Nanohana, estando más cercanos a la periferia de la ciudad y por ende a la salida de esta, donde los edificios más descuidados se encontraban. Allí abundaban los callejones, mayoría de estos sin salida.
Llegaron a uno de estos, en lo que Capitán alzaba un poco su cabeza irguiendo su lomo, empezando a emitir un sonido que se asemejaba a una mezcla entre el graznido de un ganso, estornudo de un perro de tamaño medio a pequeño, y el resoplido de un caballo. Lo hizo varias veces, como señalando algo más allá dentro del callejón. — Parece ser que quiere que vayamos hacia allí, ¿no? Venga, que tú conoces más a tu capibara que yo, nunca me había cruzado con una cobaya gigante. —decía soltando riendo ante el hecho de que sí, se parecía a una cobaya pero con las patas alargadas, y obvio, midiendo diez veces más. Al menos Xue se adelantaría, osando adentrarse a aquel lugar, el cual por más que si bien era pleno día, no mucha luz lograba pasar por culpa de los techados y paredes de los edificios circundantes. A unos dos metros dentro del callejón, donde menos alcanzaba la luz pero aún un poco de esta dejaba entrever lo que estaba delante de sus ojos, se topó con una serie de escombros tapando lo que parecía ser una entrada que llevaba a una escalera de piedra, mostrando un camino obstruido hacia un supuesto subsuelo. — ¡Eh, hay algo aquí! Parece ser una especie de ... camino, y el tapón de escombros no parece ser demasiado jodido. —comentó el albino antes de ver que antes de los pequeños escombros había un gran trozo de lo que era -o mejor dicho, fue- una pared de piedra tallada, bastante grande y pesada.
Se escupió las palmas de las manos, y sin hacerse esperar mucho, empezó a empujar con tantas fuerzas como pudo para hacer a un lado dicho trozo de pared. Su rostro se puso rojo y se le marcaron las venas de la frente, emitía un casi imperceptible "Nnngh~" pero al estar dándole la espalda de momento a Reira y su capibara -si es que le habían seguido por lo largo del callejón- no podrían ver aquellas cómicas caras del joven. Pasaron unos segundos en silencio, para luego desistir, darse vuelta y quedar en silencio con una seriedad absoluta aunque esta no le duró mucho, ya que enseguida se llevó una mano a la nuca y sonriendo avergonzado soltó: — No puedo moverla solo. —dijo riendo despreocupadamente. Estaba claro que no podría solo, pero nunca estaba de más intentarlo, ¿verdad? Además, la curiosidad le había picado, y aún más por culpa del capibara. Seguramente si no hubiese sido por él, no habrían llegado hasta allí. ¿Pero por qué demonios justo a ese callejón habiendo tantos en esa zona? Tal vez un tesoro, u algo más...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mirando de reojo descubrí que entre Capi y yo habíamos conseguido picarle la curiosidad al chico, y que este se apresuraba a terminar su bebida y pagar al tendero para poder seguirnos antes de que nos alejáramos demasiado. Esbocé una pequeña sonrisa tras volver la vista al frente. Una aventurilla no estaba mal (no, no malpensemos), por lo menos mientras no tuviera otro sitio al que ir. Por otra parte la urgencia que demostraba mi mascota empezaba a preocuparme. Solía ser impetuoso, pero no hasta ese extremo... Aunque no contesté nada ante lo que dijo Wang de que obviamente yo conocía mejor al capibara que él, dudé de sus palabras. Aparte de que nos "conocíamos" desde hace poco, de cuando en cuando me preguntaba si el animal tenía algún propósito en su vida, algo que quisiera hacer y que no tuviera nada que ver conmigo. Puede que solo fueran locuras mías. Ojalá el bichillo pudiera hablar y contarme lo que pensaba al respecto, si es que pensaba alguna cosa. Me dejé llevar por él, mientras pensaba e iba esquivando personas sin demasiado esfuerzo, y los sonidos llegaban hasta mí mitigados...
Nos dirigíamos hacia las afueras de la ciudad y eso era lo más que podía saber con mi poco sentido de la orientación y estando en un lugar que no conocía demasiado. A medida que avanzábamos me daba la impresión de que las construcciones estaban cada vez más descuidadas y también que las callejuelas eran más estrechas. Justo el tipo de lugar un poco tétrico por donde a mí me gustaba pasear a pesar del peligro que podían entrañar. Todavía era muy inocente, mas no tonta. No ignoraba la presencia de ladrones, secuestradores, violadores... acechando en cualquier rincón. Ese pensamiento estaba ahí; no dejaba que llegara más lejos. Al fin y al cabo me asustaba más de mí misma que de otros.
Desperté del ensueño tras entrar en el último callejón, tras darme cuenta de que no tenía salida, únicamente una pila de escombros, un derrumbamiento de los edificios que rodeaban el callejón, pero nada demasiado grave. Al acercarme más pude ver que detrás de tanto cemento y pedazos de ladrillo, unas escaleras descendía dentro de la tierra y Capi no dejaba de escarbar para abrirse paso y bajar allí. Por lo visto no era el único, puesto que Wang se puso a intentar apartar un enorme cacho de pared.
-¿Qué haces? -me reí un poquito al escuchar sus ruiditos de esfuerzo. Seguramente la cara que estaba poniendo era digna de ver. De ver y de reírse un poco más con ella. Desde luego ese chico me estaba cayendo bien. -Venga, que no es que yo tenga mucha fuerza, pero al menos puedo ayudar un poco -dije mientras me remangaba con intención de echarle una mano. Entre los dos conseguimos mover aquello, casi al mismo tiempo que Capi se abría su propio camino, uno por el que solo cabía él y se coló por las escaleras.
-¡Eh, tú! ¿Dónde vas? -le grité, sabiendo que no obtendría una respuesta. Tenía muy arraigada esa mala costumbre de hablarle a gritos aunque no fuera a darme una respuesta.
Había muuuchos escalones y bastante empinados, y dentro estaba muy oscuro. Aunque tras acabar empezaba un pasillo que no estaba segura de querer recorrer. Al fondo se veía una tenue luz, mas no la suficiente.
-Wang, ¿no tendrás una linterna o algo así?
Me fui guiando por los pasitos ahora vacilantes de Capi y tanteando las húmedas paredes. Después me di cuenta. Allí abajo hacía una fresquito agradable, o al menos no tanto calor como fuera. Al ir avanzando se empezaba a oír el agua, ¿un manantial subterráneo?
-Woah... -murmuré.
El pasillo se convertía en una caverna iluminada por un resplandor que procedía de dentro de una charca subterránea. Me quedé pasmada viendo las luces verdes y azuladas...
Nos dirigíamos hacia las afueras de la ciudad y eso era lo más que podía saber con mi poco sentido de la orientación y estando en un lugar que no conocía demasiado. A medida que avanzábamos me daba la impresión de que las construcciones estaban cada vez más descuidadas y también que las callejuelas eran más estrechas. Justo el tipo de lugar un poco tétrico por donde a mí me gustaba pasear a pesar del peligro que podían entrañar. Todavía era muy inocente, mas no tonta. No ignoraba la presencia de ladrones, secuestradores, violadores... acechando en cualquier rincón. Ese pensamiento estaba ahí; no dejaba que llegara más lejos. Al fin y al cabo me asustaba más de mí misma que de otros.
Desperté del ensueño tras entrar en el último callejón, tras darme cuenta de que no tenía salida, únicamente una pila de escombros, un derrumbamiento de los edificios que rodeaban el callejón, pero nada demasiado grave. Al acercarme más pude ver que detrás de tanto cemento y pedazos de ladrillo, unas escaleras descendía dentro de la tierra y Capi no dejaba de escarbar para abrirse paso y bajar allí. Por lo visto no era el único, puesto que Wang se puso a intentar apartar un enorme cacho de pared.
-¿Qué haces? -me reí un poquito al escuchar sus ruiditos de esfuerzo. Seguramente la cara que estaba poniendo era digna de ver. De ver y de reírse un poco más con ella. Desde luego ese chico me estaba cayendo bien. -Venga, que no es que yo tenga mucha fuerza, pero al menos puedo ayudar un poco -dije mientras me remangaba con intención de echarle una mano. Entre los dos conseguimos mover aquello, casi al mismo tiempo que Capi se abría su propio camino, uno por el que solo cabía él y se coló por las escaleras.
-¡Eh, tú! ¿Dónde vas? -le grité, sabiendo que no obtendría una respuesta. Tenía muy arraigada esa mala costumbre de hablarle a gritos aunque no fuera a darme una respuesta.
Había muuuchos escalones y bastante empinados, y dentro estaba muy oscuro. Aunque tras acabar empezaba un pasillo que no estaba segura de querer recorrer. Al fondo se veía una tenue luz, mas no la suficiente.
-Wang, ¿no tendrás una linterna o algo así?
Me fui guiando por los pasitos ahora vacilantes de Capi y tanteando las húmedas paredes. Después me di cuenta. Allí abajo hacía una fresquito agradable, o al menos no tanto calor como fuera. Al ir avanzando se empezaba a oír el agua, ¿un manantial subterráneo?
-Woah... -murmuré.
El pasillo se convertía en una caverna iluminada por un resplandor que procedía de dentro de una charca subterránea. Me quedé pasmada viendo las luces verdes y azuladas...
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.