[Rol - Entrenamiento][Byakuro y Theo] Necesito tu ayuda...

Mis puños golpeaban el pequeño muñeco de entrenamiento con furia. Mi cuerpo empezaba a sudar, brillando y denotando aún más mis marcados músculos que algunos tacharían de poco femeninos. Cada golpe soltaba un suspiro que inundaba el gimnasio del barco, el cual estaba atracado en Little Garden. Ni siquiera sabía porque estabamos allí, pero no importaba. No quería volver a pisar aquella isla, pues casi mato a Lowell en ella.

Pero ese no era el único pensamiento que rondaba mi mente. El día en que Leyla murió a manos de su hermano se repetía una y otra vez en mi cabeza, haciéndome ver la cara de Leonard, mirándome con superioridad, cómo si jamás pudiese alcanzarlo. Y empezaba a pensar que era cierto. A cada paso que daba él estaba un poco más lejos. Empecé a ver su cara en el muñeco de entrenamiento que golpeaba, hasta el punto que un ataque acompañado de un grito de furia le mandó la cabeza volar.

Me miré la mano y vi garras, con un tono escamoso en la piel y plumas que emergían de mis muñecas y brazos. Me había transformado de pura rabia en forma híbrida. Suspiré y volví a mi forma humana, recogiendo la cabeza del muñeco y posándola a un lado.

"Ya se lo explicaré a Bya..."

Tras aquello me dirigí a una pared y me senté en el suelo apoyando la espalda. Me abracé a mis rodillas y empecé a llorar. No podía hacerme más fuerte por mi misma. Leonard me aterraba. Estaba desesperada y necesitaba ayuda. Necesitaba la ayuda de alguien... Necesitaba contarle la historia a alguien...

"Bya..."

Byakuro estaba en la sala de meditación, haciendo lo propio... meditar. A su lado estaba Shun, en una posición de paz mental total. Byakuro se preguntó si en aquel estado el hombre padecía o sentía algo. El chico se levantó del cojín en el que estaba y salió del cuarto.

- Aaaaah... -bostezó-. Que sueño... -el chico se rascó la espalda con parsimonia. Estaba bastante cansado, y no sabía por qué. Decidió que lo mejor para despejarse era tomar un café caliente y muy cargado. Empezó a caminar hacia la cocina, cruzando la cubierta exterior, hasta llegar a su destino. Lowell estaba allí, haciendo bandejas con comida. seguramente para él y Titania. El gyojin parecía ser uno de los únicos miembros de la banda por los que la mujer sentía algo más que fría indiferencia u odio.

- Ohayo Lowell-kun... por casualidad no habrás preparado café, ¿verdad? -preguntó. El gyojin negó con la cabeza-. Bueno... pues me haré uno. ¿Quieres? -el gyojin volvió a negar, así que Byakuro cogió una dosis de café y se puso a prepararlo.

Salí del gimnasio y empecé a buscar a Bya por todo el barco. ¿Dónde está? Ojalá pudiera hacer lo mismo que él y sentir presencias... Tal vez podría enseñarme. Tras una busqueda larga por todo el barco lo encontré en la cocina, preparando café. Me senté en la mesa y me limpié los ojos, intentando borrar cualquier señal de que haya estado llorando. Carraspeé con la garganta para llamar la atención del cazador.

-¿Me haces uno a mí, por favor? -Pedí con una mano en la barbilla.

Esperaba que el cazador se sentara en la mesa para poder hablar con él, contarle mi historia y pedirle ayuda. Contarle el porqué necesito hacerme más fuerte, esperar que me entienda y pueda ayudarme. Después de todo... Bya es alguien fuerte y no creía que pudiese dejarme tirada.

Lowell se fue con su comida a otra parte, y tras un par de minutos, Byakuro sintió una presencia tras él. Una voz de mujer le pidió un café, así que el chico cogió la taza que acababa de preparar y se la tendió a la chica. Luego se puso a preparar la segunda taza, empezando el proceso de nuevo.

- Has tenido suerte, está recién hecho. -sonrió el chico, mientras veía cómo la chica recogía la taza, y se puso a hablar con ella-. ¿Antes estabas en el gimnasio? Me pareció sentirte allí. ¿Qué tal el día en la isla? ¿Sabes que aquí conocí a uno de mis mejores amigos? Hace tiempo que no lo veo... una pena.

La segunda taza estaba llena con la humeante bebida, y Byakuro se sentó en el comedor, mirando por la ventana el sol poniéndose en el oeste. Pronto anochecería, y la gente empezaría a llenar el comedor pidiendo la cena. O al menos eso esperaba, aunque suponía que Lowell y Titania no se personarían, por la comida que se había llevado el gyojin. Dejó escapar un leve suspiro.

- ¿Te pasa algo? Te noto... ausente. -le preguntó el chico, algo preocupado. Si bien la chica no era tan alegre y dicharachera como Yoko, ese día estaba algo más cenicienta de lo normal. ¿Tal vez había pasado algo en la isla?

Cogí la taza con ambas manos, sintiendo el calor de esta sin quemarme. Suspiré y afirmé a lo que Bya me contaba sobre la isla, casi sin hacerle caso, pero no porque no me importara su vida, si no por mi situación emocional en aquel momento. Al cabo de un rato, el cazador notó mi caido rostro y preguntó si me ocurría algo. A lo que tan sólo respondí:

-Necesito hacerme más fuerte.

Le miré a los ojos. Antes de que pudiera contestarme me recosté hacía atrás, apoyando toda mi espalda en el respaldo de la silla.

-He... he roto el muñeco de entrenamiento, por cierto... Ha sido sin querer, lo siento.

Volví a la mesa y me crucé de brazos, suspirando y esperando a la respuesta de Bya a mi disculpa. Después volví a erguirme y le hablé.

-Bya... Quiero que me ayudes... Necesito ser más fuerte, necesito... capacidad para combatir... Escucha, hace un par de años, yo...

Y empecé a contarle mi historia, cosa que sólo le había contado a Viole. Le hablé sobre Leyla, sin mentir sobre nuestra relación de noviazgo. Le conté lo que hicimos en la isla y como encontramos al hermano de esta. Y como Leonard Salazar apuñaló a su propia hermana y me dejó vivir con la pena como castigo. Terminé la historia y miré a Bya, con los ojos llorosos.

-Necesito... derrotarle... Necesito... matarlo.

Byakuro aceptó las disculpas y dijo:


- No te preocupes, ya lo arreglaré. Y si lo has roto, no eres débil, precisamente. -sonrió ligeramente. Luego, ella empezó a contarle su historia. Una historia que no esperaba, y que lo pilló por sorpresa-. Vaya... lo siento. De verdad que lo siento.

El cazador miró su taza de café, que se había acabado casi sin darse cuenta. La historia lo había absorbido. En ese momento, sintió un aura acercarse al comedor: era Yumiko. El chico se levantó del asiento, dejó la taza en la cocina y se dirigió a la salida. En el umbral se juntó con Yumi, a la que saludó con un intenso beso.

- Hoy cocina la cena Lowell, tengo cosas importantes que hacer... -un instante después, se giró hacia Theo y dijo-. En la playa, en diez minutos.

Tras eso, se deshizo en tinta, para llegar rápidamente a su camarote y prepararse.

Al terminar mi historia apareció Yumi, a la cual Bya saludó de forma bastante abrumadora, haciendome apartar la mirada. ¿Había ignorado mi petición de ayuda? No podía creerlo...

Pero su voz me volvió a la realidad, diciéndome que estuviese en la playa en diez minutos. Asentí con decisión mientras se deshacía en tinta y se iba.

Me levanté y salí corriendo de la cocina, dispuesta a llegar hasta mi camarote. Allí cogí mis tonfas y el bastón, con prisa. Con todo en la mano empecé a correr hasta la cubierta del barco, bajando hasta la playa con cuidado. Tal vez haya llegado algo pronto, pero daba igual. Necesitaba esto.

Dejé mis armas en el suelo, en la arena de la playa y me senté junto a estas, mientras las miraba.

Bya me hizo las tonfas y tenian una extraña cualidad que me encantaba, y es que podían imbuirse en las flamas vitales que usaba el cazador. ¿Podría yo llegar a usar esas flamas alguna vez?

Byakuro entró en su cuarto, agarró su bastón y se lo echó a la espalda. También cogió sus diales y los metió en la bolsa. Tras eso, se dirigió a la despensa a toda velocidad, como un fluido negro y espeso, por los conductos del barco. La verdad es que habían sido una gran idea. Podía moverse con libertad por las cubiertas de los barcos, rápidamente y sin ser visto.

- Bueno... -el chico empezó a meter unas bolsas de aperitivos y un par de botellines de zumo. Después pensó que lo mejor sería llevar suficiente para dos, así que cogió más de ambas cosas.

Tras ocho minutos, el chico salía a cubierta, con la bolsa, el bastón y una cara cansada pero decidida. Saltó sobre la arena de la playa y se dirigió a Theo, que estaba esperándolo.

- Bien... -el chico arqueó la ceja y dijo-. ¿Tienes alguna idea de lo que quieres, o tengo que entrenarte con mi estilo? -preguntó el cazador.

Bya no tardó en llegar. Me levanté y dejé las armas en el suelo, mientras observaba al que ahora sería mi maestro. ¿Debía empezar a llamarlo sensei?

Suspiré ante su pregunta. ¿Qué quería? ¿Desarrollar lo mío propio o adaptar su estilo? Apreté los puños y me quedé pensativa un rato. Cogí una de mis tonfas y activé sus flamas, mirando a Byakuro.

-Te he visto usarlas... Creo que podrían serme muy útiles para mi... pequeña cruzada. También podrías enseñarme ese... arte marcial tuyo que siempre te veo practicando... Puedo ser tu discípula.

Hice una reverencia y la mantuve, mientras las flamas de la tonfa se apagaban y esta caía al suelo. Nunca me había inclinado ante nadie y seguramente nunca lo volviese a hacer. Pero estaba desesperada... Necesitaba ser más fuerte.

Byakuro miró con interés a Theo. Así que deseaba aprender a utilizar las flamas que usa él. Y además se ofreció a convertirse en su alumna y aprender el Ryu Yoshiki con tal de mejorar su técnica. Los ojos del chico brillaron de emoción. Una nueva alumna le vendría genial, e incluso podría pedirle a Yoko que practicase con ella más adelante. El chico sonríe y dice:

- Está bien, te enseñaré lo que sé. Hay varios tipos de flamas, pero la más básica es la que poseen tus tonfas. Me costó un poco emularlas cuando las forjé, la verdad, pero valió la pena -el chico apretó el puño y unas llamas violetas surgieron de él-. Por ahora vamos a practicar esto junto con el Ryu Yoshiki.

El cazador observó la playa de la arena, y tras unos momentos de meditación, preguntó a Theo:

- ¿Cuál crees que es el fundamento del Ryu Yoshiki, del arte que yo practico? -le preguntó. La respuesta para el cazador estaba clara, pero antes de empezar a practicar, tendrían que dejar claras las bases.

Me quedé callada ante su pregunta. Miré al mar y medité unos segundos.

-Bueno... Es una pregunta difícil... Nunca te he preguntado directamente en que consiste, pero... te he visto practicarlo. Y me da la sensación de que... ¿Das golpes certeros? Golpes secos y rápidos, dirigidos a ciertas partes del cuerpo... Cómo si quisieras terminar el combate lo más rápido posible. Lo siento si me equivoco...

Obviamente yo no tenía ni idea y lo más probable es que me hubiese equivocado en algo o ni siquiera haya rascado la superficie de aquel arte. Simplemente, esperé a que Byakuro me contestara mientras observaba mi bastón Kali, separando ambas mitades y viéndolas bien.

Byakuro arqueó la ceja. Sí, en cierto modo esa era la intención del estilo. Terminar el combate con rapidez y sobre todo sin dejar espacio a que el otro contraatacase, pero lo que de verdad diferenciaba aquel estilo de otros era el hecho de que no tenía el objetivo de matar o dañar gravemente al otro, sino que buscaba la victoria por KO, intentando que el oponente se viese incapacitado para seguir el combate sin llegar a dañarlo seriamente.

- Bueno, algo así... me vale para empezar. Cuando sepas algo de este estilo, te volveré a hacer la pregunta, y veremos si tu respuesta ha variado en algo. -el chico empezó a caminar hacia el interior de la isla, dirigiéndose a la zona de selva. Tras ellos dos quedaba la zona de playa.

Tras unos minutos caminando, el cazador se detuvo en un pequeño claro entre varios árboles altos y frondosos. Aquel parecía un buen lugar para empezar. Se encaró a Theo y dijo:

- Hay tres estilos principales de Ryu Yoshiki, pero contigo solo me centraré en uno de ellos: el Ryu Iki. En él se emplean bastones -agarró su arma- o tonfas -señaló las de Theo con la mano libre-. El principio es el mismo para ambas armas, pero las katas varían un poco, así que voy a moverme como si llevase tonfas, y tú vas a imitarme. -el chico dejó el bastón en el suelo y empezó a moverse de forma lenta y fluida. Los movimientos no eran excesivamente complicados, aunque en algunos momentos había que mantener muy bien el equilibrio para no caer al suelo.

Me levanté detrás de Bya y lo seguí, cuando este se puso a hacer movimientos como si llevara tonfas. Agarré mis tonfas y empecé a imitar sus movimientos, de forma algo torpe. Eran complicados, aunque Bya los realizaba como si fuera lo más sencillo.

Uno de los movimientos hizo que trastabillara con los pies y caí al suelo de espaldas. Resoplé y volví a levantarme, poniéndome como si no hubiese pasado nada e instando a Bya a seguir.

Volví a reanudar los movimientos, esta vez con más cuidado de no volver a caer, intentando no trastabillar con los pies de nuevo. Tenía muchas preguntas que hacerle a Bya, pero estaba concentrándome demasiado en no caer. Como por ejemplo: ¿En qué consisten las flamas? ¿Podría hacerlas yo también?

Volví a caerme. Solté un pequeño grito de rabia y volví a levantarme, resoplando.

El chico sonrió cuando vio a la chica caer al suelo y levantarse para volver a intentarlo. Sus ganas de aprender eran admirables. Pese a lo difícil que le era al realización de las katas, la chica no parecía querer darse por vencida, y se volvía a colocar en la posición.

- Si quieres, podemos ir un poco más despacio. -le dijo el chico, mientras detenía sus movimientos durante un instante, aunque algo le decía que la chica no quería un ritmo relajado y lento.

Tras unos momentos, decidió que tal vez lo mejor sería enseñarle las katas una a una. Se acercó a ella y le puso la mano en el hombro:

- Déjate llevar, ¿vale? -le pidió, mientras su cuerpo se volvía negro y en su forma líquida se cernía sobre ella cubriendo cada centímetro del cuerpo de la mujer como si de una armadura oleosa se tratase. Una vez hecho esto, liberó la cara de la mujer, para que pudiera respirar con normalidad, y empezó a moverse, haciendo que el cuerpo de la mujer realizase las katas una a una. Cuando finalizó el ejercicio, la armadura se deshizo en un charco de tinta del que surgió Byakuro de nuevo-. Ahora vamos a ir haciendo las katas, una a una y por pasos. Cuando sepas hacer las siete primeras de forma fluida, podremos empezar con algo más complicado.

Bya se convirtió en tinta y cubrió todo mi cuerpo a excepción de la cara. Solté un pequeño grito y entonces, Bya empezó a moverme, realizando las katas como si fuese una marioneta. Esperé paciente a que Bya terminará y se separó de mi, comentando que seguiríamos hasta que pudiese hacer las siete primeras katas.

-Si querías tocarme no tenías más que pedirlo. -Bromeé con una sonrisa y me puse en posición.

Empecé a realizar las katas, de memoria. No me caí, pero si fallé varias veces, haciendo que tuviese que empezar de nuevo. Cada vez me equivocaba menos y las katas salían cada vez más fluidas y con mejor postura.

Empecé a suspirar y mantenerme en silencio mientras trataba de concentrarme en realizarlas bien y sin fallos.

Byakuro y Theo estuvieron entrenando hasta bien entrada la tarde, cuando las tripas del chico empezaron a rugir, exigiendo comida. El chico se detuvo y cogió los aperitivos y los zumos que había guardado en la bolsa. Le pasó uno de los zumos a Theo y se sentó en el suelo, tomándose con ganas la bolsa de aperitivos.

En ese momento una presencia imponente se acercó desde la derecha. Byakuro se giró para ver qué era lo que había allí, y descubrió un enorme dinosaurio, como un lagarto desproporcionado, bípedo y con unos brazos minúsculos. El chico agarró el bastón y dijo:

- Theo, ahora te voy a enseñar cómo se lleva el Ryu Yoshiki a la práctica... -luego, se fijó en el saurio y dijo-. Arigato, rex-chan.

El chico corrió hacia el animal, con el bastón en la mano, y saltó para atacarle en la zona de la garganta. Con sus diminutos brazos, el reptil no pudo agarrar al chico, que imbuyó su arma en haki para golpear con más contundencia. El dinosaurio movió la cabeza hacia atrás, por el impacto, y el joven aterrizó entre sus patas, saltando hacia la derecha para golpear con dureza en ella, y así obligar a arrodillarse al animal, que cayó al suelo, provocando un temblor intenso.

- Bien... -el chico saltó sobre la cabeza del animal, y dijo-. ¿Alguna pregunta? -el dinosaurio se revolvió, intentando tirarlo, pero el chico saltó hacia delante y se giró hacia el animal, mirándolo con intensidad. El tiranosaurio abrió mucho los ojos y las pupilas se le contrajeron. El animal se levantó con rapidez y dio media vuelta. El chico suspiró y se metió otro puñado de maíces fritos en la boca.

Una enorme bestia interrumpió nuestro entrenamiento. Aunque yo sabía bien lo que era, pues había estudiado estas criaturas desde que me uní a aquel pequeño gremio de historiadores donde conocí a Leyla. El tiranosaurio rugió y un escalofrío me recorrió la espalda. Esa sensación que siempre me recorría el cuerpo cuando perseguía a un criminal, cuando combatía transformada en forma híbrida o en completa.

Esa sensación que me hacía querer romper mi promesa. Un recuerdo fugaz pasó por mi cabeza, aunque no era un recuerdo nítido, pues no era yo cuando lo viví. En forma de velocirraptor, y junto a una manada que me había acogido como a uno de los suyos, huí de una de estas bestias. No por nada se les llamaba Rex, que significa "rey".

Bya se movió y rompió mis pensamientos, lanzándose contra la bestia. Observé sus golpes y como cada uno de ellos se dirigía a una zona no-letal de la criatura. Aunque por pura intuición, claro. Que yo supiese, Bya no conocía tanto la anatomía de las criaturas antiguas como para saberlo de forma muy compleja. Cuando Bya terminó, la bestia no se dio por vencida, pero el cazador simplemente lo miró y esta... se fue.

Miré a Bya y titubeé.

- Creo que lo entiendo... - Dije poco a poco. - ... Evitas golpes innecesarios, así como acabar con la vida del contrincante. Después de todo... Existen millones de razones para dar la vida por alguien, pero no para quitarsela a otro. -Dije, parafraseando a aquel entrañable anciano al que le hice la promesa tiempo atrás. -Me... ¿Me equivoco?

- Algo así, Theo -el chico sonrió y se acercó a la chica, lanzando un chorro de tinta entre los dos para luego prenderle fuego con un dial de llamas-. Bien, ya tenemos una hoguera improvisada.

Mientras la tarde avanzaba, Byakuro siguió enseñándole las diferentes katas a Theo, repitiendo aquellas en las que la chica encontraba más problemas. Al terminar el día, la mujer lograba realizar las siete katas de forma más o menos fluida. Byakuro preparó un poco de carne de lagarto para cenar y se tiró en la hierba, mirando el cielo estrellado.

- Mira cuántas estrellas... -murmuró-. Es precioso -el chico miró a Theo y le dijo-. Mañana empezaremos con algo un poco más difícil. Vas a tener que utilizar las tonfas, y será duro, así que será mejor que descanses. -el chico le dio un beso rápido en una mejilla y se recostó para dormir.

El chico soñó con dinosaurios, animales salvajes y demás fieras que los atacaban a él y a Theo, y se despertó un par de veces en medio de la noche. Al final, decidió quedar despierto esperando el alba, mientras vigilaba a la joven.

La tarde avanzó y las katas me salían con cada vez mas soltura. El sol se puso y nos retiramos, durmiendo a ras del suelo. Me tumbé bocarriba y mirando al cielo, pensando en porque quería entrenar. ¿Hacerme más fuerte era mi única meta? ¿Derrotar a Leonard? ¿Destacar?

Sin duda, el estilo de Bya se adecuaba perfectamente a mi si quería mantener aquella promesa que hace tiempo pronuncié y cada vez lo veía más claro. Finalmente, me dormí sintiendo el aroma de la isla en mis fosas nasales.

Era un aroma que no estaba segura que nadie más pudiese sentir. Odiaba Little Garden por lo que casi hice en aquella isla, pero en realidad, no me sentía más como en casa que allí. A excepción del Black Lotus, por supuesto. La vegetación e incluso la fauna parecía "ver" lo que soy, incluso en forma humana. Algunos se alejaban de miedo y a otros directamente les daba igual, como al rey que intentó atacarnos hacía un rato.

Desperté sorprendentemente tranquila y me levanté. Me giré un poco y vi a Bya, sentado.

-N... ¿No has dormido?

- No, al menos no desde hace unas horas. Pero no te preocupes, estoy bien -el chico se levantó y avivó la hoguera, calentando un poco de carne del día pasado-. ¿Preparada para algo un poco más difícil que unas katas? -el chico sonrió mientras esperaba a que la carne estuviera comestible y medianamente caliente.

El cazador apartó la carne del fuego y le tendió un trozo a Theo mientras él se ponía a calentar otros dos trozos para comer. El chisporroteo de la carne en la fogata hacía que las tripas le rugieran.

- Mmm... que hambre. -murmuró, para acto seguido comerse los dos trozos casi seguidos y sin respirar.

Al terminar el desayuno, el chico se levantó del suelo y se colocó en medio de la explanada. El cazador se colocó en posición para la primera kata, y la empezó a realizar, como un breve calentamiento para lo que iba a realizar a continuación.

Cogí el trozo de carne que Bya me tendió y le di un mordisco mientras escuchaba lo que decía. Afirmé con la cabeza, pues tenía la boca llena, cuando pregunté si estaba preparada para algo más difícil. Cuando terminamos la carne, me levanté y agarré mis tonfas, pues lo más probable es que las necesitara.

Seguí a Bya con la kata que realizaba, imitándole.

Sabía que se estaba preparando para algo más difícil y yo cada vez estaba más nerviosa. Respiré hondo y esperé.

Byakuro prosiguió con las katas hasta que sintió que sus músculos dejaban de estar entumecidos por el frío de la noche y empezaban a responder bien a sus movimientos, se hizo a un lado y observó a Theo en silencio. Luego, asintió lentamente.

- Vamos a empezar con las flamas -el chico le pidió con un gesto que activase las tonfas, para comprobar las llamas que despedían-. La energía de tu cuerpo puede moldearse de varias formas. Las flamas tan solo son una de estas formas. -el chico observó las llamas en las tonfas para luego extender su brazo y hacer brotar de él llamas moradas.

Tras dar un par de golpes al aire, el chico extinguió el fuego violeta y añadió:

- Las llamas son una de las muchas técnicas ocultas del Ryu Yoshiki, y cada una de ellas potencia una de las características del estilo. Y de todas ellas, la más básica es la de color morado. A partir de ella pueden conseguirse todas las demás -el chico agarró las tonfas de Theo y las posó en el suelo-. Para conseguirlo, debes centrarte en la energía de tu cuerpo, sentirla dentro de ti y dejar que fluya. Trata de visualizar una caja en tu interior, donde está oculta tu energía, y ábrela. Envíala hacia tu brazo el flujo y deja que salga al exterior.

El chico se quedó mirando a la joven, esperando a que siguiese sus instrucciones.

Byakuro sonrió ante la impotencia de Theo.

- Tranquila, es lo normal. Normalmente las primeras veces se libera por instinto, mi tío me lo enseñó así. Si quieres podemos probarlo así... a ver qué logramos.

El chico extendió la mano para ayudarla a levantarse del suelo, y cuando ella estuvo de pie, él agarró su bastón y le dijo:

- Bien, intenta golpearme, yo me protegeré con mi bastón. Trata de utilizar movimientos como los de las katas, empleando las puntas de los dedos en manos y pies. -el chico agarró la vara con ambas manos, activando el haki de observación centrado en la chica. No pensaba esquivar sus ataques, solo detenerlos con el duro bastón.

El chico imbuyó el arma entonces en llamas moradas, dejando que su energía fluyese hasta sus manos y posteriormente a la vara, que se iluminó:

- ¿Sabes por qué tus tonfas poseen llamas moradas, y no de otro color? -le preguntó a Theo, de forma retórica-. Porque son las únicas lo bastante simples como para traspasarse desde el cuerpo del usuario a objetos que esté tocando. Venga, empieza. -la instó.