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En las afueras de la ciudad de Baterilla había un ratón sentado y con la espalda apoyada sobre el tronco de un árbol. Junto a él había un perro negro y gris, tumbado en la hierba y durmiendo. Entre sus ojos había una mancha negra con forma de diamante. El ratón tenía en sus manos un laúd y sus dedos rasgaban las cuerdas, creando una pequeña sinfonía que no viajaría muy lejos. El ratón, que medía medio metro y portaba ropas de caballero encapadas, cantaba junto a la música de su laúd.
No era una canción agradable, si no una canción que el ratón había cantado tiempo atrás, cuando su amada fue asesinada y se vio obligado a cometer regicidio. La letra hablaba de la muerte de un rey déspota, de como su salón ahora lloraba en soledad y vacío. De como aquel ratón empezó una guerra en la que perdería mucho más que su amada.
De pronto, el perro se despertó, con las orejas orientadas al bosque. Había visto algo y su sorpresa hizo que el ratón dejara de cantar. El perro se puso de pie y empezó a correr, adentrándose en el bosque. El ratón se levantó de golpe y empezó a perseguirlo mientras gritaba "¡Mondo!" intentando que su amigo volviese a él.
No era una canción agradable, si no una canción que el ratón había cantado tiempo atrás, cuando su amada fue asesinada y se vio obligado a cometer regicidio. La letra hablaba de la muerte de un rey déspota, de como su salón ahora lloraba en soledad y vacío. De como aquel ratón empezó una guerra en la que perdería mucho más que su amada.
De pronto, el perro se despertó, con las orejas orientadas al bosque. Había visto algo y su sorpresa hizo que el ratón dejara de cantar. El perro se puso de pie y empezó a correr, adentrándose en el bosque. El ratón se levantó de golpe y empezó a perseguirlo mientras gritaba "¡Mondo!" intentando que su amigo volviese a él.
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¿Qué habría detrás de todas aquellas nubes? Cerraba los ojos e intentaba imaginar que era lo que se escondía tras ellas. ¿Quizás algún reino abandonado que va en busca de su heredera o simplemente un vacío en el universo? Un lugar imposible de conquistar...
Parpadeé varias veces. Las nubes se iban yendo lentamente por culpa del viento. Me levanté y sacudí mis ropas. Había venido a tumbarme en una de las colinas de Baterilla. Jack había ido a visitar el pueblo y a buscar alimentos para el viaje de ida a Kôun. Necesitábamos regresar lo más pronto posible, no quería seguir viendo como mi reino se hundía.
Me adentré en el bosque. Metí las manos en los bolsillos y comencé a silbar. Me encantaba imitar las nanas de cuando era pequeña. Eran conocidas en todo el reino y trataban sobre la libertad, pero por desgracia la secta las había prohibido... De algún modo conseguiría que volviesen a resonar.
Las hojas de los árboles sonaban cada vez que las iba pisando como si las fuese rompiendo. Un sonido más fuerte me llamó la atención. Me giré hacia atrás y vi a un perro corriendo hacia mí. Me eché hacia atrás y estiré el brazo con la palma de la mano abierta. Le miré a los ojos. Una capa de silencio se cernió sobre el bosque, tan solo el ruido de la brisa. Buscaba la serenidad para que se tranquilizase. - Shhh... Tranquilo... - Dije en voz baja.
Parpadeé varias veces. Las nubes se iban yendo lentamente por culpa del viento. Me levanté y sacudí mis ropas. Había venido a tumbarme en una de las colinas de Baterilla. Jack había ido a visitar el pueblo y a buscar alimentos para el viaje de ida a Kôun. Necesitábamos regresar lo más pronto posible, no quería seguir viendo como mi reino se hundía.
Me adentré en el bosque. Metí las manos en los bolsillos y comencé a silbar. Me encantaba imitar las nanas de cuando era pequeña. Eran conocidas en todo el reino y trataban sobre la libertad, pero por desgracia la secta las había prohibido... De algún modo conseguiría que volviesen a resonar.
Las hojas de los árboles sonaban cada vez que las iba pisando como si las fuese rompiendo. Un sonido más fuerte me llamó la atención. Me giré hacia atrás y vi a un perro corriendo hacia mí. Me eché hacia atrás y estiré el brazo con la palma de la mano abierta. Le miré a los ojos. Una capa de silencio se cernió sobre el bosque, tan solo el ruido de la brisa. Buscaba la serenidad para que se tranquilizase. - Shhh... Tranquilo... - Dije en voz baja.
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Caddie gritó y Mondo paró de golpe. El ratón se asomó y vio que frente al perro había una muchacha con la mano alzada. Casi de la misma forma en la que Caddie se ganó la confianza de Mondo antes de la guerra. El ratón se puso junto al perro y le acarició la cabeza, aunque este se mantuvo inmutable mirando a la muchacha. Sus orejas estaban orientadas a esta, con los ojos abiertos por la curiosidad. Uno de sus ojos era gris y el otro azul claro, con una pequeña asimetría en los ojos del perro. El ratón se dirigió a la chica.
- Pido disculpas. Mi perro es un tanto impulsivo a veces.
Dicho aquello, se subió al lomo del perro e intentó azuzarlo para dar media vuelta, pero el perro no obedeció. En vez de eso, con lo ojos fijos en la chica, se sentó en el suelo haciendo que Caddie cayese de espaldas de su lomo. El ratón volvió a levantarse, tosiendo y recuperándose del leve golpe. Se quedó observando a Mondo, curioso.
- ¿Qué te pasa, chico?-susurró, hablando el perro.
Se mantuvo en silencio, sin dejar de mirar a la chica.
- Pido disculpas. Mi perro es un tanto impulsivo a veces.
Dicho aquello, se subió al lomo del perro e intentó azuzarlo para dar media vuelta, pero el perro no obedeció. En vez de eso, con lo ojos fijos en la chica, se sentó en el suelo haciendo que Caddie cayese de espaldas de su lomo. El ratón volvió a levantarse, tosiendo y recuperándose del leve golpe. Se quedó observando a Mondo, curioso.
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El perro había logrado calmarse. No estaba acostumbrada a tratar con animales como perros ya que en Kôun tan solo había animales como gatos, ratas, ardillas, jabalíes u osos y muchas más bestias que no llegué a conocer en las profundidades del bosque. Era extraño que una raza tan común como los perros no se encontrase en un reino, pero así era. Nadie sabía el porqué de ello, supongo que los monjes no los admitían en el reino o eso era lo que creía yo.
Bajé la mano y la apoyé en la cadera. Al ver que el pequeño ratoncito, el cual había aparecido por detrás del perro, pidió disculpas sonreí. Nunca había visto una especie como ella hablando como una persona humana. Estaba un tanto asombrada de ver aquel hallazgo, si en el reino lo supiesen pondrían el grito en el cielo y hasta que puede que lo investigasen.
-No pasa nada, para ser muy impulsivo parece bastante servicial. - Dije a modo de respuesta por la disculpa. Aunque el ratón cayó de espaldas por culpa del perro. Abrí la boca y luego me acerqué a él. - Menos mal que lo parece. - Reí. - ¿Estás bien? Las caídas de ese estilo no suelen ser buenas.
Me senté en el suelo y miré al perro, este no dejaba de mirarme fijamente. Pasé la mano por su hocico apretándolo y acariciándolo a la vez. - Vaya... Me gustaría saber por qué me mira tanto. Me empiezo a sentir nerviosa por él. ¿En qué se habrá fijado? - Miré al ratón. - Por cierto, mi nombre es Kazumi ¿Y el tuyo?
Bajé la mano y la apoyé en la cadera. Al ver que el pequeño ratoncito, el cual había aparecido por detrás del perro, pidió disculpas sonreí. Nunca había visto una especie como ella hablando como una persona humana. Estaba un tanto asombrada de ver aquel hallazgo, si en el reino lo supiesen pondrían el grito en el cielo y hasta que puede que lo investigasen.
-No pasa nada, para ser muy impulsivo parece bastante servicial. - Dije a modo de respuesta por la disculpa. Aunque el ratón cayó de espaldas por culpa del perro. Abrí la boca y luego me acerqué a él. - Menos mal que lo parece. - Reí. - ¿Estás bien? Las caídas de ese estilo no suelen ser buenas.
Me senté en el suelo y miré al perro, este no dejaba de mirarme fijamente. Pasé la mano por su hocico apretándolo y acariciándolo a la vez. - Vaya... Me gustaría saber por qué me mira tanto. Me empiezo a sentir nerviosa por él. ¿En qué se habrá fijado? - Miré al ratón. - Por cierto, mi nombre es Kazumi ¿Y el tuyo?
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Cuando el ratón se levantó, la chica no pareció reaccionar de mala forma. Más bien rió de forma simpática ante la torpeza de Caddie sobre Mondo. La chica se sentó junto al perro y preguntó al ratón su nombre, además de porque Mondo la miraba tanto.
- Soy Sir Cadogan X de la casa Reepecheep. Aunque no hace falta que me llaméis por mi nombre completo.-Dijo bromeando. - Y... bueno... La verdad es que nunca había mirado de ese modo a nadie. Al menos no durante mucho rato. Tal vez vea algo en vos distinto a los demás.-Se encogió de hombros.
Tras aquello, el perro se tumbó en el suelo y puso la cabeza sobre sus propias patas, mirando al frente. Ya no miraba a Kazumi, pero sus orejas dictaban que seguía con la atención puesta en ella. El ratón se rascó la cabeza con duda. Tras ello, volvió a dirigirse a la chica.
- Provengo de una isla del Grand Line. Leonwood. Una de las cinco Islas Andálicas. No solemos recibir muchas visitas humanas, pues... todas las islas están habitadas por lo que aquí llamarían animales parlantes.
- Soy Sir Cadogan X de la casa Reepecheep. Aunque no hace falta que me llaméis por mi nombre completo.-Dijo bromeando. - Y... bueno... La verdad es que nunca había mirado de ese modo a nadie. Al menos no durante mucho rato. Tal vez vea algo en vos distinto a los demás.-Se encogió de hombros.
Tras aquello, el perro se tumbó en el suelo y puso la cabeza sobre sus propias patas, mirando al frente. Ya no miraba a Kazumi, pero sus orejas dictaban que seguía con la atención puesta en ella. El ratón se rascó la cabeza con duda. Tras ello, volvió a dirigirse a la chica.
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El ratoncito parecía provenir de un gran linaje familiar, o más bien de la realeza. ¿Un ratón real? Cada vez flipaba un poco más con el animalito. El ratón desconocía la respuesta de por qué el perro hacía eso. Dejé de prestarle atención y escuchar su historia. Se me hacía extraño que alguien de la realeza pasease por estos bosques como si nada a sabiendas de los peligros que había sueltos.
Unas islas habitadas por animales parlantes... Desde luego me encantaría visitarlas y conocer su cultura. Intentaría convencer a Jack para que me llevase hasta allí, incluso podría establecer una alianza con la casa de los Reepecheep y así obtener ayuda contra la secta de los Shudo-shi aunque esto solo son fantasías, me encantaba imaginar que algún día liberaría mi pueblo.
-Nunca conocí las islas, pero lo añadiré a mi lista de cosas que hacer pronto. Ups mis modales... - Recordé. - Yo... Yo soy Kazumi. Bueno, tengo la orden expresa de no revelar mi nombre oficial, pero contigo haré una excepción. Soy Anna II de Lioncourt, provengo del reino de Koun en el North Blue. Estoy seguro de que no lo conocerás, es muy pequeño. - Tomé una pausa. - ¿Qué hace alguien de la realeza en este bosque? Sepa usted que hay muchos peligros por aquí.
Unas islas habitadas por animales parlantes... Desde luego me encantaría visitarlas y conocer su cultura. Intentaría convencer a Jack para que me llevase hasta allí, incluso podría establecer una alianza con la casa de los Reepecheep y así obtener ayuda contra la secta de los Shudo-shi aunque esto solo son fantasías, me encantaba imaginar que algún día liberaría mi pueblo.
-Nunca conocí las islas, pero lo añadiré a mi lista de cosas que hacer pronto. Ups mis modales... - Recordé. - Yo... Yo soy Kazumi. Bueno, tengo la orden expresa de no revelar mi nombre oficial, pero contigo haré una excepción. Soy Anna II de Lioncourt, provengo del reino de Koun en el North Blue. Estoy seguro de que no lo conocerás, es muy pequeño. - Tomé una pausa. - ¿Qué hace alguien de la realeza en este bosque? Sepa usted que hay muchos peligros por aquí.
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Por lo visto, aquella mujer también era parte de la realeza. Enseguida el ratón se levantó e hizo una pronunciada reverencia, casi como si se arrepintiese de que no lo hubiese hecho antes. Entonces, la muchacha preguntó al ratón que hacía en aquella isla. El ratón se irguió de nuevo y se acercó a su perro, acariciándolo mientras contestaba:
- Bueno, me dedico a proteger a los inocentes. La vida de la realeza no es para mí, estoy intentando convencer a mi padre de que otorgue la corona a mi hermano Robert. Aunque no creo que llegue a conseguirlo.
El ratón abrió su bolsillo y sacó de el una tira de carne seca, la cual puse delante del morro de Mondo. El perro la devoró de un bocado. El ratón empezó pensar si alguna vez podría convencer a su padre de que él no era apto para la corona, de que Robert estaba muchísimo más preparado para ello, aunque el propio Robert no estuviese de acuerdo.
El ratón suspiró.
- ¿Y qué hace alguien de la realeza como vos en esta isla?
- Bueno, me dedico a proteger a los inocentes. La vida de la realeza no es para mí, estoy intentando convencer a mi padre de que otorgue la corona a mi hermano Robert. Aunque no creo que llegue a conseguirlo.
El ratón abrió su bolsillo y sacó de el una tira de carne seca, la cual puse delante del morro de Mondo. El perro la devoró de un bocado. El ratón empezó pensar si alguna vez podría convencer a su padre de que él no era apto para la corona, de que Robert estaba muchísimo más preparado para ello, aunque el propio Robert no estuviese de acuerdo.
El ratón suspiró.
- ¿Y qué hace alguien de la realeza como vos en esta isla?
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Vaya... que vida más interesante tenía aquel ratoncito. Reconozco que a veces me encantaría ser así, un espíritu libre ayudando a la gente y dejándose llevar por sus decisiones. Acarrear una gran responsabilidad no es bueno. ¿A quién le gustaría? A veces deseaba en las noches de vigilancia del campamento poder ser una persona normal y corriente, sin ninguna responsabilidad de la que dependiese todo un reinado. Me hubiese gustado crecer con una infancia feliz y no con una de huidas por miedo a terminar con mi vida.
El perro parecía hambriento, lástima que no tuviese algo de comida conmigo. Sin embargo, prestando atención en los ojos del ratón podía notar un brillo especial como si este estuviese ensimismado en sus pensamientos. En cuanto me preguntó le respondí.
-Pues... huir. La realeza no tarda en llegar a su fin, y cada día luchar más y más por un reino suena imposible. -Solo profundizaría más en el tema si el lo deseaba.
El perro parecía hambriento, lástima que no tuviese algo de comida conmigo. Sin embargo, prestando atención en los ojos del ratón podía notar un brillo especial como si este estuviese ensimismado en sus pensamientos. En cuanto me preguntó le respondí.
-Pues... huir. La realeza no tarda en llegar a su fin, y cada día luchar más y más por un reino suena imposible. -Solo profundizaría más en el tema si el lo deseaba.
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El ratón bajó las orejas al escuchar el triste tono de Kazumi. Siguió acariciando a Mondo mientras este se dormía en el suelo, pues el sol empezaba a ponerse. Finalmente, Caddie se llevó la mano a un bolsillo interior y sacó su diario de viaje, lo abrió y sacó su pluma de escribir.
-Disculpad mi atrevimiento...-dijo- pero me gustaría oír vuestra historia.
Aquella era la ocasión perfecta para llenar su diario de aventuras. Tal vez las aventuras de otra persona lo haría menos monótono y más animado. Pasó las páginas con velocidad y tesón hasta encontrar la última página escrita. Se detuvo medio minuto en una página que tenía un dibujo de Mondo y lo admiró un rato, pensando en la suerte que había tenido al conocer al que ahora era su mejor amigo. Sonrió y finalmente llegó a la primera página en blanco. Escribió el título:
"Kazumi, la princesa errante"
-Disculpad mi atrevimiento...-dijo- pero me gustaría oír vuestra historia.
Aquella era la ocasión perfecta para llenar su diario de aventuras. Tal vez las aventuras de otra persona lo haría menos monótono y más animado. Pasó las páginas con velocidad y tesón hasta encontrar la última página escrita. Se detuvo medio minuto en una página que tenía un dibujo de Mondo y lo admiró un rato, pensando en la suerte que había tenido al conocer al que ahora era su mejor amigo. Sonrió y finalmente llegó a la primera página en blanco. Escribió el título:
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