Worick L. Arcangelo
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Saberes
Akuma no mi
Varios
— Kuroi... ¿Cómo mierdas te las has arreglado para llegar hasta aquí? — Me decía a mi mismo mientras me levantaba como podía en aquella arenosa playa, pero bueno mejor aquello que el mar. Por lo visto el bote en el que navegaba fue tumbado por una gran ola y la tempestad del otro día, o quizás fue hoy mismo quién sabe. En cualquier caso y por suerte para mí allí estaba vivo y de una sola pieza no entendía como había llegado a la playa al fin y al cabo los usuarios de Akuma no mi se hunden el mar como si de yunques se tratará, pero no fue este el momento de mi muerte. — Siento el pecho pesado. — Dije segundos antes de empezar a echar agua, que debía haber estado en mis pulmones.— Vale ahora entiendo porque lo sentía pesado. — Aunque había intentado levantarme aún me encontraba sentado sobre la arena de la playa y aprovechando esto eché un ojo a mi alrededor para ver que había por allí.
Bueno, tampoco es que pudiese ver mucha cosa desde un lugar tan bajo como aquel además estaba en una playa. A un lado el amplio mar que para mí era mejor evitar hasta que consiguiese un pequeño bote o algo con lo que navegar. A mi espalda quedaba la densa y frondosa masa de árboles que parecían componer una especie de selva que parecía ocupar todo la isla. Por lo demás no había más que arena en la playa a excepción de por un pequeño bote que parecía haber encallado en esta, al verlo recordé algo. — Mierda, dónde estarán mis cosas: la mochila y todo lo que contenía, además de mi guadaña... Tengo que encontrarlas. — Era un poco iluso creer que estas habrían llegado a la costa junto conmigo, pero bueno quizás tenía suerte. Y así fue pues me acerqué a aquel siniestrado bote con la esperanza de que fuese el mío y mis cosas estuviesen junto a este. Tan pronto llegué lo moví a un lado y pude ver como mi mochila se encontraba enganchada a un tablón astillado del fondo del navío. — Gracias, a mi mismo por ser tan idiota de haber roto el barco mientras navegaba. — Y sí, puede que la ola me hundiese porque sin querer golpease el barco con un arrecifé que había en el mar, pero no lo había visto. En cualquier caso mi guadaña también estaba allí tirada en la arena deslustrada por estar cubierta de esta y haciendo que pareciese llena de polvo. Tras tomar ambas cosas y quitarles la arena puse ambas a mi espalda. La guadaña en una especie de funda que había en la espalda de la chaqueta y la mochila en mi hombro. Acto seguido me paré un segundo mirando la maleza y pensé. — Esperemos que haya algo bueno por aquí, maldita isla.— Dije mientras camina para adentrarme en la densa selva y ver que me deparaba.
Bueno, tampoco es que pudiese ver mucha cosa desde un lugar tan bajo como aquel además estaba en una playa. A un lado el amplio mar que para mí era mejor evitar hasta que consiguiese un pequeño bote o algo con lo que navegar. A mi espalda quedaba la densa y frondosa masa de árboles que parecían componer una especie de selva que parecía ocupar todo la isla. Por lo demás no había más que arena en la playa a excepción de por un pequeño bote que parecía haber encallado en esta, al verlo recordé algo. — Mierda, dónde estarán mis cosas: la mochila y todo lo que contenía, además de mi guadaña... Tengo que encontrarlas. — Era un poco iluso creer que estas habrían llegado a la costa junto conmigo, pero bueno quizás tenía suerte. Y así fue pues me acerqué a aquel siniestrado bote con la esperanza de que fuese el mío y mis cosas estuviesen junto a este. Tan pronto llegué lo moví a un lado y pude ver como mi mochila se encontraba enganchada a un tablón astillado del fondo del navío. — Gracias, a mi mismo por ser tan idiota de haber roto el barco mientras navegaba. — Y sí, puede que la ola me hundiese porque sin querer golpease el barco con un arrecifé que había en el mar, pero no lo había visto. En cualquier caso mi guadaña también estaba allí tirada en la arena deslustrada por estar cubierta de esta y haciendo que pareciese llena de polvo. Tras tomar ambas cosas y quitarles la arena puse ambas a mi espalda. La guadaña en una especie de funda que había en la espalda de la chaqueta y la mochila en mi hombro. Acto seguido me paré un segundo mirando la maleza y pensé. — Esperemos que haya algo bueno por aquí, maldita isla.— Dije mientras camina para adentrarme en la densa selva y ver que me deparaba.
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