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La asesina había terminado en aquella ciudad siguiéndole la pista a un piratejo de tres al cuarto. Por el momento no podía permitirse "cazar" presas de mayor recompensa ni fuerza. Ella sabía a ciencia cierta que era débil y que no podría enfrentarse a muchos enemigos por lo que pensó que la mejor forma de ir mejorando poco a poco era ir a por alguien de su mismo nivel (más o menos). De todas formas en aquel páramo helado era difícil encontrar a nadie y ya exhausta decidió parar en uno de los pueblos a descansar. Entró en uno de los locales para beber algo caliente como un chocolate caliente o algo similar. Se acercó a la barra y miró al dependiente con su característica frialdad.- Me gustaría tomar un chocolate caliente...- Pidió con un tono que acompañaba perfectamente a la forma en la cuál miraba al pobre trabajador. Siendo sinceros era una mujer que imponía respeto y más a las personas débiles tanto por su carácter como por su frialdad característica... No era extraño que aquel lugar le gustase bastante.
Una vez el empleado le sirvió su bebida caliente agarró la taza por el asa y la llevó a una de las mesas para poder sentarse. Miró fijamente el interior del recipiente y entrecerró sus ojos soltando un suspiro. Ella deseaba un reto y una pelea no buscar huellas en la nieve ni hacer de detective. Valía para algo más que para aquello pero tampoco podía (o más bien debía) hacer algo así que se contuvo las ganas estúpidas de enfrentarse a algún pirata fuerte, agarró de nuevo el asa de la taza y le dio un leve sorbo quemándose los labios. Aquello le obligó a volver a posarla sobre la mesa soltando un pequeño quejido entre sus labios y llevando la mano contraria a su boca como acto reflejo...- Sé paciente, Kat, paciente...- Pensó para sí misma tras la quemadura.
Una vez el empleado le sirvió su bebida caliente agarró la taza por el asa y la llevó a una de las mesas para poder sentarse. Miró fijamente el interior del recipiente y entrecerró sus ojos soltando un suspiro. Ella deseaba un reto y una pelea no buscar huellas en la nieve ni hacer de detective. Valía para algo más que para aquello pero tampoco podía (o más bien debía) hacer algo así que se contuvo las ganas estúpidas de enfrentarse a algún pirata fuerte, agarró de nuevo el asa de la taza y le dio un leve sorbo quemándose los labios. Aquello le obligó a volver a posarla sobre la mesa soltando un pequeño quejido entre sus labios y llevando la mano contraria a su boca como acto reflejo...- Sé paciente, Kat, paciente...- Pensó para sí misma tras la quemadura.
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¡Nieve! ¡Había nieve por todas partes! Estaba todo blanco, no se podía ver más allá de tres metros debido a la niebla. Estaba tan feliz de estar aquí. Nunca la había visto ya que en mi reino siempre hacía calor y... y... ¡Ay que alegría! Bueno, ahora era hora de calmarse. Solo es nieve... Algo típico de una isla en la que los fenómenos meteorológicos eran imprevisibles. A quién pretendía engañar. Estaba tan emocionada que corrí por toda la nieve hundiéndome hasta los tobillos y luego me tiré sobre ella. El rocío que provocaba la nieve había traspasado mis ropas dejándolas algo húmedas. A pesar de que había traído ropas muy abrigosas estas me habían enfriado por completo. Me senté y miré a los lados, estaba tiritando y estornudé.
Ahora por culpa de la nieve me pondría enferma. Agh, es por esto que prefiero los climas cálidos. Tsk. Me levanté y sacudí todos los copos de nieve que tenía encima. Me estaba helando así que me fui en dirección al pueblo. Buscaría la primera taberna para calentarme y quitar este odioso entumecimiento. Caminé durante un buen rato y mis dientes cada vez castañeteaban más. Al fin había logrado llegar a la entrada del pueblo. No había mucha gente por las calles debido a la nevada que estaba cayendo. Mientras iba en busca de una taberna veía las luces de las casas encendidas y el humo saliendo de las chimeneas. Se respiraba calidez por parte de los pueblerinos.
Finalmente llegué al final de una calle y ante mí había una taberna. Empujé la puerta levemente haciendo que sonara un leve tintineo. Parecía bastante acogedora y llena de gente. Parecía que las personas le tenían miedo al frío. Me senté en una mesa cerca de la chimenea que tenían. Froté las manos una y otra vez intentando entrar en calor mientras el camarero me atendía. - Un café, por favor. - Pedí amablemente. El servicio era muy efectivo pues en cuanto me quité los guantes ya lo habían traído. Soplé un poco y le di un trago, amargo como a mi me gustaba. Luego eché un vistazo a todo el bullicio del lugar.
Ahora por culpa de la nieve me pondría enferma. Agh, es por esto que prefiero los climas cálidos. Tsk. Me levanté y sacudí todos los copos de nieve que tenía encima. Me estaba helando así que me fui en dirección al pueblo. Buscaría la primera taberna para calentarme y quitar este odioso entumecimiento. Caminé durante un buen rato y mis dientes cada vez castañeteaban más. Al fin había logrado llegar a la entrada del pueblo. No había mucha gente por las calles debido a la nevada que estaba cayendo. Mientras iba en busca de una taberna veía las luces de las casas encendidas y el humo saliendo de las chimeneas. Se respiraba calidez por parte de los pueblerinos.
Finalmente llegué al final de una calle y ante mí había una taberna. Empujé la puerta levemente haciendo que sonara un leve tintineo. Parecía bastante acogedora y llena de gente. Parecía que las personas le tenían miedo al frío. Me senté en una mesa cerca de la chimenea que tenían. Froté las manos una y otra vez intentando entrar en calor mientras el camarero me atendía. - Un café, por favor. - Pedí amablemente. El servicio era muy efectivo pues en cuanto me quité los guantes ya lo habían traído. Soplé un poco y le di un trago, amargo como a mi me gustaba. Luego eché un vistazo a todo el bullicio del lugar.
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