[Theo y Bya]Te presento a mi pequeña amiga

Byakuro estaba sentado en un pequeño banco lleno de hielo. El agua congelada caía en forma de preciosas estalactitas que parecían una obra de arquitectura digna del más artístico de los arquitectos.

El cazador llevaba una enorme cantidad de capas de ropa. Parecía una especie de astronauta con aquel enorme montón de abrigos de forro ártico. El chico alzó la mirada al escuchar una serie de grandes pasos que se acercaban a su dirección. Vio una extraña criatura con el aspecto de oso polar y perro. Una joven de piel bronceada viajaba sentada en el animal. Byakuro no le habría prestado atención de no ser por dos cosas: el animal era una pasada de chulo, y la chica compartía el aura con Theo. Aún tras un año, el aspecto de aquel aura permanecía fresco en la memoria de Byakuro.

El chico se levantó, agarrando su bastón y su bolsa, y se colocó en medio del camino del animal, extendiendo los brazos a ambos lados, para detenerlo.

La mujer sobre el extraño animal se empezó a incorporar sobre el lomo de la misma, preguntando a su montura el porqué de aquella inesperada parada. Y entonces, clavó su vista en él, para un instante después saltar con los brazos extendidos para abrazarlo. Byakuro se dejó, respondiendo al efusivo saludo con otro de idéntica forma. Abrazó a Theo por la cintura y empezó a girar sobre sí mismo para acabar dando media vuelta y posando a su compañera en el suelo nevado. La chica parecía emocionada por volver a verlo, y él también la echaba de menos.

- Ha pasado mucho tiempo, Theo -le dijo a la chica, que ahora tenía un aspecto cambiado por completo. Tras eso, hizo un gesto hacia la enorme montura, que sin duda llamaba la atención-. Tienes que contarme muchas cosas, supongo... -el chico recordó la discusión que habían tenido los dos antes de que ella se fuera-. Y quiero saber si sigues pensando lo mismo que cuando te fuiste.

- Me alegro de que pienses así ahora. Supongo que el viaje de un año ha servido para algo más que cambiar tu aspecto. -el chico se frotó los brazos, que comenzaban a estar ligeramente aterecidos por el frío intenso que siempre estaba presente en aquella isla.

El cazador empezó a caminar por la nieve, haciendo que crujiese ligeramente bajo sus botas a cada paso que daba. Sus pasos los dirigieron a la taberna más próxima, que prometía una comida caliente para el estómago vacío y una hoguera cálida para los huesos. Entró por la puerta, echando un vistazo al interior, para seguir hablando con Theo mientras se dirigía a la barra.

- Bien, bien. Como siempre, animados y contentos. Deseando verte, después de un año sin estar en el barco -el chico observó al dependiente situado tras la barra-. Una Kaja-Cola con hielo... al fin y al cabo, aquí eso os sobra... -señaló a Theo-. Para ella lo que quiera.

Byakuro simplemente asintió, mientras daba un ligero sorbo a su bebida fría. Sintió un ligero escalofrío recorrerle la espalda cuando el refresco le llegó al estómago. Después se puso a picotear un malvavisco de una pequeña bolsa que llevaba en el bolsillo del abrigo. Delicioso.

- Sí, además, el barco está demasiado silencioso por la mañana sin que haya un velocirraptor gritando a modo de despertador. -el chico se incorporó de pronto y empujó a Theo a un lado, justo cuando una bala pasó volando a su lado, justo donde un instante antes había estado la cabeza de su compañera, golpeando el expositor de bebidas y reventando una botella de licor. El cazador se giró hacia la puerta, donde un hombre con un rifle aún humeante en la mano apuntaba hacia la barra.
- ¡Tú! ¡Tú, maldita mocosa! ¡Tú has matado a mi hermano! -el caos cundió en la taberna, mientras el hombre recargaba el arma. Byakuro se preguntó qué clase de situación había desencadenado aquello, pero no creía a Theo capaz de matar a alguien. Como mucho entregar a la justicia, pero matar... aquel hombre debía estar equivocado. Sin embargo, el tipo no parecía saberlo, y es más, tenía aspecto de ser alguien fuerte, su aura así lo demostraba. No parecía haberse dado cuenta de la presencia de Byakuro, que seguía bien embutido en su ropa de abrigo, así que el cazador prefirió ver cómo solucionaba la situación su compañera. "Enséñame lo qué has aprendido, Theo-chan..."