[Pasado]Una ciudad llena de recuerdos infantiles.

-Teniente Kimura, estamos llegando al reino de Lvneel.
-Gracias cabo. Puede retirarse.

No hacía mucho que podía hacer este tipo de cosas por mi propia cuenta y riesgo. Hasta que no obtuve el cargo de teniente no fui capaz de hacerme a la mar por mi propia cuenta con una tripulación, es acogedor el hecho de poder llevar tu camino por donde lo deseas. El único problema es tener que hacerte cargo de los hombres que viajan a tu cargo. Pero no es algo que me moleste en realidad, más bien me siento honrado de ser alguien a quien se le puede confiar y dejar al cargo en ciertas situaciones. Por desgracia es una gran responsabilidad y carga para la cual hay que estar preparado.

Nada concreto me había llevado al reino de Lvneel, tan solo un mero trasbordo antes de llegar a nuestro verdadero objetivo, donde tenía entendido que un grupo de revolucionarios estaban haciéndose a las armas por la vía de la violencia y estaban reclutando agresivamente a todo aquél al que podían echarle el guante. Mi deber como marine era llegar hasta aquél lugar y reprimir las ofensivas revolucionarias, así como desarticular cualquier tipo de organización que esté en proceso de formación. Por ello tenía aquellos hombres. Había sido yo mismo quien, investigando, había llegado a la conclusión de lo que estaba ocurriendo, por lo que solicité unos hombres al capitán y me hice a la mar con ellos. No necesitaría demasiados hombres, estos serían suficientes para lograr que la misión resulte satisfactoria. Y quién sabe, tal vez vean con buenos ojos mi iniciativa en contra de la revolución.

El reino de Lvneel tan solo nos serviría para reabastecernos y volver a marchar, pero les daría a los hombres un día de descanso, habían hecho un gran trabajo hasta llegar aquí, pensé que se lo merecían por sus esfuerzos. Mas no dije nada, tan solo fuimos al muelle a atracar, y una vez allí les di la orden de volver a llenar las bodegas para el viaje que nos quedaba, les di una hora y les informé que partiríamos al amanecer del día siguiente. Hubo algún rostro de desconcierto pero todos asintieron tras entender mis intenciones.

Desembarqué del navío y comencé a caminar por las calles. Había dejado las armas en el barco, todas salvo las espadas y las dagas gemelas, que sí las cargaba conmigo en todo momento. Con un brazalete que me daba el distintivo de teniente de la marina comencé a caminar por las calles, hasta que encontré una taberna donde poder descansar un poco. Tenía alrededor de una treintena de hombres en el barco, no estaba seguro de cuántos eran en realidad, pero era un número más que suficiente para la misión que tenía entre manos. Esperaba que se pudieran relajar estos días.

Entré en dicha taberna y lo primero que pude ver fue gente tan tranquila comiendo, pequeños grupos reunidos en distintas mesas y riendo y pasando un buen rato. No parecía ser un lugar muy lujoso, pero desde luego desprendía una buena sensación de bienestar que te hacía pensar que incómodo no ibas a encontrarte en ningún momento. Cierto grupo me llamó la atención, estaban riendo mientras algunos señalaban a una chica que estaba sentada en la barra, tal vez esperando a ser atendida o a que le sirvan. No me transmitían buenas vibraciones esas personas. Podía ver en sus ojos la lujuria, tal vez ocasionada por la embriaguez que el alcohol pudiera causar a sus mentes, pero era posible que en cualquier momento tramasen algo. No esperaría para entrar en acción.

Me aproximé a la barra, poniéndome cerca de esa chica, entre ella y los tipos que no me transmitían buenas vibraciones. Pude advertir que esa joven de tez pálida iba acompañada de un felino que estaba ahora tumbado encima de la mesa, junto a ella. La joven era bastante pequeña y delgada. Parecía ser bastante joven y algo me decía que esos tipejos tan solo querían aprovecharse de la situación. La chica debía ser forastera en esta ciudad para que la vean con esos ojos. El tabernero se aproximó a mí y me tomó nota.

-Una cerveza bien fría por favor.

El hombre asintió, miró de reojo al gato de la chica y se dio media vuelta para servir. Preparó dos jarras de cerveza, la primera se la dio a la joven y la segunda me la tendió a mí. Le agradecí y comencé a beber. No había dado dos tragos cuando las risas de esos supuestos depravados mentales comenzaron a escucharse bastante más próxima a mi posición, miré por el rabillo del ojo y pude ver que se estaban aproximando, algunos parecían dar tumbos, eran cinco tipejos de un aspecto bastante lamentable. No me extrañaría que solo buscasen problemas.

Llegaron a mi altura, la chica estaba tan sólo a dos metros de mí, a mi derecha. Entonces me giré levantándome y puse mi brazo izquierdo delante de ellos, cortándoles el paso. El primero de ellos se me quedó mirando algo atontado.

-Yo de vosotros ni lo intentaría. Se lo que tramáis.

Por un momento se quedaron quietos, después comenzaron a reírse como unos locos. No se qué es lo que tenía gracia, pero dejaría que se regocijasen mientras no pretendiesen hacer nada más.

Esa chica era más baja de lo que parecía estando sentada, fue tanto que pasó por debajo de mi brazo para ponerse delante de mí. Me quedé un poco sorprendido al ver esa reacción. Tal vez no fuera tan joven como aparentaba su pequeño cuerpo, desde luego tenía valor la chica, eso no se podía dudar. Les plantó cara a esos tipos, tal vez ella también se había dado cuenta de lo que ocurría desde un principio y estaba esperando el momento oportuno como yo hice.

Fue un poco tosca con el tipo que parecía liderar a todos ellos, y este la cogió del brazo, estuve a punto de intervenir, pero preferí dejar ver si realmente esa chica era tan dura como quería aparentar y sabía defenderse. El borrachuzo dijo unas palabras, algo así como que no se burlara de él. No pude evitar esbozar una sonrisita. Esos tipos no eran rival ni para un indefenso cachorro. Apenas ni se tenían en pie.

La joven forcejeó para soltarse, y lo logró, con la mala pata de que tropezó mientras le daba un empujón y ambos cayeron al suelo, ella encima de él. Eso ya no me hizo tanta gracia. Si realmente el tipo tenía esas intenciones sucias ahora lo tenía más fácil, aunque claro, primero debía darse cuenta que lo que tenía encima era la chavala esa.

Miré alrededor aquellos tipos parecía quepretendían también abalanzarse sobre ella para cogerla. ¿Tan pronto se habían olvidado de mí? No podía ser eso, será que no me estaba haciendo notar. Había dos a cada lado de la pareja tumbada. En filas de dos. Perfecto para llamar la atención. Cargué mi puño izquierdo, mi mano buena, y le metí un soberano puñetazo al tipo que estaba a la izquierda, del golpe empujó a su compañero y ambos cayeron al suelo, con mi puño derecho lancé un puñetazo al aire entre medias de los otros dos tipos. Una onda de choque acompañada de una buena ráfaga de viento les hizo separarse y desestabilizarse, estaban tan borrachos que se cayeron solos prácticamente, uno cayó sentado, otro encima de la barra, se dio un buen golpe.

Me puse a la altura de la cabeza de el borrachuzo mayor. Tendí la mano a la joven mientras plantaba la suela de mis botas en la frente del tipo que la chica tenía debajo.

-Caballeros. ¿Acaso esta es la forma correcta de tratar a una dama? -dije en tono de mofa hacia aquellos borrachos.

Si ese tipo osaba moverse solo un poco sentiría un fuerte calor partir desde mi bota, tenía preparada la energía calorífica de ámbito fuego por si intentaba algo. Saldría con una buena marca de castigo por aquello. Miré de reojo a los otros cuatro. No estaban heridos, solo algo atontados. Lo último que quería era dañar civiles por una tontería, aunque era para proteger. Me giré al tarbernero mientras esperaba que la joven cogiese mi mano o se levantase por sí misma.

-Le agradecería que llamase a algún guardia. A estos hombres les vendrá bien dormir la mona en un calabozo, donde no puedan hacer daño a nadie.

El hombre asintió y descolgó un den den mushi con el que trató de llamar a alguien. A saber a quién, aunque esperaba que fuera a la guardia. SEguido le dirigí unas palabras a la chica.

-Espero se encuentre bien. No son más que unos cerdos borrachos. No tiene nada que temer. Aunque veo que no le asusta esta gente -reí mientras aguardaba una reacción por su parte.

La chica cogió mi mano para levantarse y, después de que solicitase algún guardia, me dijo que solo eran borrachos, nada de lo que preocuparse, y me agradeció la ayuda mientras se sentaba de nuevo enfrente de la barra. Me senté donde había estado antes de tener que intervenir, al lado de la chica. Pero ahora acerqué un poco más la silla.

Ella pidió una nueva ronda. Me di cuenta de que ya ya me faltaba más de la mitad. Otra cosa no se, pero desde luego atenta era la chica esta. Me quería invitar a esa cerveza, un gesto al cual no pensaba hacerle ningún feo. ¿Quién soy yo para rechazar tal oferta? Y más cuando lo dicen de esa forma. No soy quién para negarme, incluso me sabría como una ofensa, por más que no buscase nada a cambio de ello.

Su presentación fue un tanto graciosa. Se presentó haciéndose llamar Erya, pero lo que realmente fue gracioso, y me hizo soltar una leve carcajada, fue el hecho de que me dijera que no era una dama. Durante un instante no supe cómo responderle, tan solo pegué un buen trago de la cerveza que tenía a medias, agotándola por completo.

-Bueno. Puede serlo o puede no serlo. Personalmente prefiero ser cordial antes que cometer un error. -volví a reír- Mi nombre es Hayate. Y tan solo estoy aquí de paso. Me dirijo hacia el norte. Puede que no sea de mi incumbencia. Pero no eres de por aquí. ¿Verdad?

Me quedé mirándola fijamente. Desde luego había algo extraño, estaba seguro de que debía de ser mayor de lo que aparentaba. Una chica tan baja y con una figura tan delicada aparentemente, que por el contrario no se achanta ante unos borrachos que son más grandes que ella en todos los aspectos. O la chica es algo más que una simple viajera o es mayor de lo que aparenta. Aun así no era de mi incumbencia, tan solo le pregunté por curiosidad, pues no parece ser de por aquí por su tez. Aunque nunca se sabe, en todas partes pueden haber casos albinos.

¿Me estaría equivocando? Esperaba que no. La chica parecía amable y buena persona. No quería entrometerme donde no me llamaban y si me daba largas tan solo cambiaría de tema. Mañana a estas horas estaría en mitad del mar, tampoco debía meterme en ningún tipo aventura, tenía una misión que cumplir.

Aquella chica era bastante agradable para ser sincero. Me comentó muy amablemente que realmente estaba en esta ciudad de paso, también es nativa del North blue como yo, y confesó llegar a este lugar por la curiosidad que le daba las historias del mentiroso Norland.

Recordaba alguna de esas historias vagamente. Cuando era más joven mis padres me contaron alguna de esas historias. Ese recuerdo no hizo más que abrir la herida por la pérdida de mi padre. Aquellos recuerdos afloraron en un momento y cerré los ojos unos instantes para tratar de calmarme. No era ni el momento ni el lugar.

Por último me dijo que su viaje iba a ser en dirección opuesta a la mía, y expresó su curiosidad al verme en aquél lugar. No era ningún secreto que era un marine, ni siquiera intentaba ocultarlo, no le veía sentido. Con una autoridad cercana, aquellos que planeasen liarla sentirían un freno a esas ganas. Y no tenía yo ganas de parar a más borrachos tontos. No era mi misión... Aunque algo me dice que a esta joven no le había hecho falta mi ayuda.

-Verás, no puedo contarte gran cosa. Pero si puedo decirte que voy a investigar a un posible grupo que busque atacar a la marina directamente. Y por lo que se están causando mal a la población. Gente viéndose obligada a alistarse a ellos con amenazas. Y al que no pueden amenazar lo esclavizan para su causa.

No podía contar mucho, pero creo que ya había contado de más. Y me sorprende que me hiciera esa pregunta, puesto que yo tenía en mente preguntarle algo similar. No obstante alguien entró en el lugar con un portazo y a gritos. Esbocé un gesto de desagrado al escuchar esas frases a voces.

-¿¡Quién es el hijo de puta que se ha cargado a mi hermano!?

Me giré mirándole un poco de reojo. Parecía un tipo algo musculado, y curiosamente se parecía al baboso que quería "hablar" con Eyra. Veo normal que busquen cortejar una chica mona como ella. Pero no me parecieron las mejores formas.

-¡He hecho una pregunta asquerosas sabandijas!

Me giré hacia el hombre detrás de la barra y le lancé una mirada desafiante. Parecía algo aterrado, tal vez intimidado.

-Así que éste hombre representa la autoridad aquí... -Me levanté y alcé la mano izquierda- Soy culpable. Debo reconocerlo. Este tipo -señalé al suelo con mi mano derecha- no supo utilizar las mejores formas para cortejar a una señorita. Y fue la única forma de hacerle dormir la mona al borracho.

-Serás hijo de...

Comenzó a acercarse hacia mí. De nuevo problemas, siempre problemas... Qué coñazo de día. Apuesto a que este tipo no es más fuerte que su hermano. Simplemente un bruto sobreprotector. No le puedo culpar, al fin y al cabo es su hermano menor por lo que parece. Yo haría lo mismo por Jiro. Trataría de no hacerle daño.

-Eyra. Ruego me disculpes un momento. Esto parece que vaya a ponerse un poco violento...

Eyra tenía mucho valor, me gustaba esa chica, no se dejaba achantar por nada ni por nadie, y esa flecha que le dejó la marca en la mejilla a ese indeseado fue la prueba perfecta. Por un momento me quedé impactado, me costó reaccionar y averiguar de donde había venido esa flecha. Me giré y vi a la joven sosteniendo un arco. No pude evitar soltar una sonrisa al verla así. Me sorprendió, no me había percatado en que iba armada hasta ahora.

Un empujón me hizo apartarme sin poder evitarlo. El mastodonte aquél iba directo a por ella. Eso si que no se lo iba a permitir. Le agarré del brazo impidiéndole avanzar.

-Vamos grandullón. No es con ella con quien tienes la deuda.

Gruñó frunciendo el ceño y me asestó un tortazo con el revés de la palma que le estaba sujetando. Caí un par de metros atrás al suelo. Todo quedó en silencio. Me levanté con rapidez mientras esbozaba una sonrisa.

-Pensaba resolver ésto por las buenas. Pero no me dejas otro remedio.

En ese momento mi rostro se tornó serio, desenfundé las dagas gemelas y comencé a andar hacia él. Aunque éste se había girado de nuevo hacia Eyra. SE le acercaba, aunque no me preocupaba mucho, ella ya había cargado otra de sus flechas en el arco. No obstante lancé un doble tajo cruzado al aire formando una equis. Dos ondas cortantes imbuídas en el ámbito viento se clavaron en la espalda de ese tipo, haciéndole un precioso corte en toda su espalda y cientos de pequeños cortes alrededor de los dos principales. Por el dolor al momento cayó arrodillado. Aunque sabía que no era suficiente.

Serio y con aspecto algo malhumorado le dije desde su espalda.

-Te he dicho que soy yo a quien debes enfrentar.

Esa herida no era mortal ni mucho menos, pero si se esforzaba estúpidamente, cosa que es seguro que iba a hacer, no tardaría en caer inconsciente por la sangre que se le estaba derramando por la espalda. En un momento el suelo del local se vio rojo.

Giró la cabeza para mirarme, y en ese momento le golpeé con el pomo de la daga que sujetaba con la mano izquierda, haciéndole caer hacia atrás de un golpe directo en la frente, inconsciente con total seguridad. Le lancé una mirada furtiva al hombre de detrás de la barra.

-Ahora, si no quiere oponerse a la autoridad, le recomiendo que llame a la auténtica guardia.

El hombre asintió, parecía algo asustado. Envainé las dagas y miré a Eyra, mi rostro serio desapareció por completo y volví a esbozar una pequeña sonrisa. Alcé la mano derecha para atraer la atención del público.

-Ruego disculpen los disturbios damas y caballeros. Todo ha terminado. Continúen con sus asuntos -me dirigí a Eyra-. Espero no estés herida. Me has sorprendido con ese flechazo, tienes buena puntería sin duda... Si me disculpas un momento, tengo que apartar a estos tipos. No quiero que sigan estorbando por aquí. Si me das unos minutos enseguida vuelvo contigo.

Me agaché para coger el cuerpo de aquél mastodonte, hay que reconocer que no era muy poderoso, pero ese cuerpo musculado es bastante pesado, y me costó bastante sacarlo del local, los dejaría en la entrada y estaría ahí hasta que llegase la guardia para llevarselos. No me quedaba otra opción.

-Joder -comencé a murmurar una vez fuera con todos los cuerpos-. Yo que quería un día tranquilo... No puedo ni hacer amistades sin que el trabajo me toque las narices.

Allí estaba yo, manchado de sangre, con el rostro un poco magullado y sentado con la espalda apoyada en la pared exterior del local que acababa de salir. Rodeado de aquellos malnacidos que me habían jodido la noche. En ocasiones me arrepentía de haberme hecho marine, no tenía ni un solo día de descanso, ni siquiera cuando tan solo quería pasar el rato divirtiéndome, siempre había alguien que te obligaba a hacer lo que debías hacer. Siempre me encontraba algún desgraciado que solo quería problemas. ¿Acaso el ser un teniente de la marina no es suficiente para que la gente te mire y entienda que no es buena idea enfrentarme? Quien ha alcanzado este rango ya es por que ha logrado demostrar su poder y valía.

Estaba asqueado, con ganas de marcharme de una vez de allí. Pero de pronto la chica salió con dos jarras en la mano y me tendió una. Un gesto muy agradable por su parte, todo hay que decirlo, algo que no me esperaba para nada. Cogí la jarra con una sonrisa y le agradecí. Choqué ambas dos y pegué un trago a su salud. Ella se sentó y me dijo que no iba a dejarme solo con ese bicho. No pude evitar reír ante esa afirmación. Me había dado un buen golpe, todo hay que decirlo, pero no era más que lo que buscaba para justificarme el utilizar la fuerza contra él delante de todas esas personas.

También dijo que parecía que el entrenamiento de la marina era bueno, y me dijo que era fuerte. Bebió, yo la acompañé. Después me dijo que si después de que se llevasen a estos le acompañaría al castillo, decía que quería visitarlo. Esa chica realmente me caía bien, no podía negarme a algo como eso.

-Sería un placer acompañarla señorita. -reí y volví a dar un trago más- Y todo entrenamiento puede ser eficaz si tienes un objetivo claro y te esfuerzas al máximo.

No se si sería por la cerveza que ya tenía dentro del cuerpo que empezaba a subirse a la cabeza o por qué, pero mis recuerdos fluyeron raudamente por mi mente. Mi hermano y madre. Necesitaba volverme fuerte por ellos. No pude evitar sentirme nostálgico por unos instantes, pero una voz me sacó de mi mundo de recuerdos.

-¿Teniente?

Miré, era uno de mis hombres. Me venía perfecto que estuviera aquí.

-Oh, cabo. Me alegro de verle por aquí. -me levanté- Estos hombres han causado disturbios ahí dentro. En cuestión de unos minutos vendrá la guardia a llevarlos al calabozo. El grandullón está herido, pero no es grave, no corre peligro su vida. Te agradecería si pudieras quedarte aquí hasta que lleguen.
-Si señor. -no tardó en contestar.
-Gracias cabo. Le debo una.

Me giré hacia Eyra y le tendí la mano para ayudarla a levantarse.

-¿Dónde decía que quería ir?

La chica parecía bastante risueña, se reía por todo y parecía que hasta se había emocionado al ver que nos íbamos al castillo. Después me preguntó si lo que había hecho no era abuso de poder y se rió al llamarme teniente. Yo también me reí en esa parte al ver que no paraba de reirse.

-Realmente no me gusta que me llamen por mi rango. Suena demasiado frío y distante, y no me gusta ser así con los hombres que están bajo mi mando. Siempre les digo que me llamen Kimura. Es formal, pero no es frío, tan solo es mi apellido.

Volví a reir. Entonces recordé que había insinuado que había abusado de mi poder al hacer que el cabo de quedase ahí. Eso no era para nada cierto. Lo podía parecer, y en la mayoría de los casos lo es. No obstante ese cabo no es que tuviera muchas luces. No se ni lo que hacía por ese lugar, tal vez pretendía tomarse una copa allí en el local. Debía espabilar, y el hacer que cumpla alguna tarea y que se sienta útil le puede animar a esforzarse más en sus labores... ¿Pero cómo le iba a decir todo eso a Eyra? Simplemente le dije:

-Digamos que ese cabo necesita espabilarse un poco. Es demasiado pasivo, necesita sentir lo que es el trabajo de un marine.

Estuvimos hablando un rato y llegamos a la entrada del castillo antes de que me diera cuenta siquiera. Pensé que estaba más lejos, o que me costaría más llegar hasta allí. La chica me preguntó si sabía cómo entrar. Me quedé un poco parado, la verdad es que no había pensado en ello. Tenía entendido que con el tiempo el castillo se quedó como una especie de museo y tal vez se podía acceder por un módico precio, sin embargo ya era bastante tarde para que estuviera abierto.

-Pues no estoy muy seguro la verdad. Creo que se puede visitar, pero dudo que a estas horas esté abierto al público. Si mal no recuerdo todavía hay algunas personas viviendo en determinadas zonas del castillo. Los descendientes de los antiguos reyes del reino. Seguramente no abran sus puertas a desconocidos a partir de ciertas horas. Realmente es comprensible, yo tampoco lo haría por más que la gran parte del castillo sea algún tipo de museo. O lo que quiera que sea.

No obstante creo que no tendría otra oportunidad para lograr ver ese castillo por dentro. De pronto alguien llamó nuestra atención. Un guardia que estaba patrullando en las proximidades nos llamó.

-¿Qué hacen aquí?
-Disculpe guardia. Tan solo quería saber si se podía entrar al castillo.
-Lo siento teniente. El castillo está cerrado, los residentes también necesitan tener su vida y su intimidad.
-Por supuesto. Sólo quería saberlo. Muy amable.
-Si le interesa, volverá a abrir mañana a las diez de la mañana. Pueden pasar entonces.

El guardia fue algo tajante, pero bastante educado, tras decirnos esos continuó con su ronda, no sin antes decirnos que tengamos cuidado que la noche se avecina tormentosa, y nos dijo que ya hubieron disturbios en un local. No pude evitar sonreír ante la noticia. Le agradecí y me giré a Eyra.

-Me temo que hasta mañana no se podrá. Si quieres podemos rodearlo ahora y mañana si todavía estás por aquí podemos verlo por dentro. Tan próximos al anochecer no podemos obligarles a abrirnos las puertas. Lo siento Eyra.

Me sentía un poco decepcionado a decir verdad. Esa chica me caía bastante bien y estaba pasando un buen rato en su compañía. Era una pena que tuviéramos que coger caminos distintos al dejar la isla. Yo me iría al norte y ella al sur en su viaje, el cual me intrigaba un poco pero me sabía mal preguntarle.

Aguardé su reacción sin saber cómo iba a actuar.