[Privado Issei-Kus] ¿De parranda antes de una guerra? Qué irresponsable

El norte... Tan misterioso. Tan desconocido. Tan... Frío. Demasiado. ¿Por qué eran tan bajas las temperaturas en ese jodido mar? Desde luego, cualquiera que viviera allí debía de tener una resistencia a este atroz, por no hablar de lo que sufrirían si pisaran Arabasta. Malditos norteños... ¿Cómo se las apañarían? Por suerte para él, el pelirrojo tenía una gran resistencia al frío y, al contrario que buena parte de la gente, sus prendas no aportaban calor en exceso. De hecho incluso llevaba la chaqueta abierta.

- ¿A quién se le ocurriría en su momento crear un pueblo en un lugar como este? -se preguntaba mientras observaba los distintos edificios de Karakura, de cuyas ventanas manaba la luz del cálido fuego de las chimeneas frente a las cuales las múltiples familias se resguardaban del frío.

De hecho, las calles estaban un tanto desérticas, incluso más de lo que se habría esperado. Vale que no hacía un día ideal para dar un pase pero, teniendo en cuenta que deberían estar acostumbrados, era un tanto raro. ¿Tal vez ocurriera algo? ¿Tendrían miedo de salir? Podría ser, pero todo parecía bastante tranquilo a excepción, quizá, del alboroto que se podía escuchar varias calles más abajo de donde se encontraba. "Puede que estén de celebración y, en ese caso, yo no puedo faltar" se dijo a sí mismo con una amplia sonrisa adornando su rostro. Al menos así podría olvidar durante un rato el motivo por el que estaba allí. ¿Una guerra? ¿Realmente sería necesario algo así? La idea no le agradaba nada, pero el gobierno e incluso los revolucionarios habían comenzado a reunir sus fuerzas en el North Blue. Aún quedaban varios días antes de tener que presentarse ante sus superiores, así que había decidido evadirse un poco de ello hasta que llegara el momento.

Sus pasos rápidamente le condujeron hacia el lugar en cuestión, pudiendo notar entonces que lo que en un principio había percibido como sonido de festejos y celebraciones se había convertido en una verdadera batalla. Estupendo, como si no tuviera suficiente con una jodida guerra. Podrían haber escogido otro momento como, por ejemplo, cualquier otro día que no fuera a pasar allí. Había llegado a la isla con la intención de evadirse un poco del trabajo y del mundo en general, de disfrutar unos días, pero parecía que sus obligaciones le perseguirían allá donde fuese.

- Supongo que no queda más remedio que intervenir -susurró tras un leve suspiro, algo desanimado, justo al tiempo en el que, debido a la botella que había salido disparada como un proyectil, atravesando la ventana, ladeaba la cabeza para evadir el impacto- Sí, definitivamente tendré que poner algo de orden... -una leve sonrisa se dibujó en su rostro, algo pícaro- O podría animar un poco más el ambiente. En cualquier caso parece que va a llover, así que no queda otra.

Y, con este pensamiento en mente, abrió la puerta y entró en la taberna.

Estaba a punto de tomar el pomo y abrir la puerta cuando, de repente, esta se abrió al tiempo que un hombre salía de la taberna, casi chocándose con el pelirrojo. Era moreno y ligeramente más bajo que él. Inmediatamente trató de advertirle de lo peligroso que era entrar en el local en esos momentos, sugiriéndole que se marchara pero, tras esto, pareció analizarle con la mirada de forma más meticulosa para inmediatamente después reconocerle por su nombre y apellido. ¿Le conocía de algo?

- Issei... Hayate... -susurró al tiempo que le estrechaba la mano, momento en el cual pareció encendérsele la bombilla. ¡Claro! ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ese nombre le resultaba bastante familiar y los motivos eran bastante obvios. Aquel hombre había tenido una carrera meteórica y gozaba de cierta fama entre los miembros del Cipher Pol por ello. Sonrió con amabilidad y asintió, soltándole- Eso parece. Y menos mal, todo ese trabajo para tan poca gente habría sido desbordante.

La fragua, claro... Obviamente no debían ni podían revelar sus identidades como miembros del CP. ¿Quién sabe cuándo puede haber alguien escuchando? Lo menos que necesitaban era que se extendiese la noticia de que dos agentes del gobierno se encontraban por la isla, sobre todo teniendo en cuenta que en escasos días deberían infiltrarse entre las filas de Derian. En cualquier caso, Issei pareció comprender que aquél no era precisamente el lugar más adecuado para mantener una conversación como la que estaba por llegar.

- Jamás podría rechazar una invitación como esa -comentó en tono jovial el pelirrojo mientras su sonrisa se ensanchaba, llevando ambas manos a la nuca- No está de más conocer algo mejor a los compañeros antes de comenzar a trabajar, ¿no? Tú guías.

Y tras esto se dispuso a seguirle por las estrechas calles de Karakura. La verdad es que aquél parecía haberse convertido en su día de suerte. No acostumbraba a disfrutar de la compañía de sus superiores, especialmente porque el motivo de estos encuentros era, por lo general, encasquetarle más trabajo. Sin embargo, en esta ocasión la curiosidad le podía. Había oído hablar de él y tenía bastantes ganas de saber cómo era en persona. ¿Quién sabe? Lo mismo podrían llegar a entablar una buena amistad en un futuro... Y tener de su lado a un alto cargo no estaría nada mal.

El pelirrojo siguió a su compañero de la Cipher Pol tranquilamente, observando con aparente descuidado lo que ocurría a su alrededor o, más bien, lo que no ocurría. El pueblo estaba bastante tranquilo, y eso era algo que le ponía nervioso. Era lo que él definía como "hora punta", un lapso de tiempo en el cual todo asentamiento debía mostrar más vida y actividad que durante el resto del día, aunque tal vez aquello tan solo se diera en grandes ciudades. Al fin y al cabo, no era un asentamiento especialmente grande ni bien comunicado. De hecho, estaba rodeado de bosque allá por donde se mirara. ¿Qué cabía esperar entonces? Sí, tal vez estaba demasiado acostumbrado al buen ambiente de los enclaves más importantes del mundo, e incluso a la inagotable actividad de Ennies Lobbie, donde siempre podías toparte con algún agente o un familiar de estos haciendo algo. Dándole vueltas a esto dejó escapar un suspiro apenado. Aquel bar podría haber sido la diversión que necesitaba en ese momento, aunque el plan que sugirió su superior no le desagradaba para nada. Tal vez incluso pudieran tomar confianza y desmadrar un poco... Aunque tendría que tener cuidado con esto. No quería dar mala imagen. Fue entonces cuando el pelirrojo pegó un pequeño bote al observar a un pequeño mirlo aproximarse hacia Issei y posarse sobre su hombro para, a continuación y ante su asombro, comenzar a parlotear.

- ¿Qué...? -fue lo único que salió de su boca, como un pensamiento perdido que había encontrado la manera de escapar de su mente. Si no fuera por la explicación que le dio el CP probablemente se habría dirigido a la primera biblioteca (si es que existía algo así en aquella isla) que encontrara para informarse sobre esa especie, pensando que se trataría de alguna especie completamente desconocida para él- Oh... Comprendo. Curiosa habilidad. Debe de ser bastante útil, especialmente para hacer compañía. El trabajo en la fragua suele ser bastante solitario.

Ciertamente, los agentes de la Cipher Pol eran enviados en su mayoría a misiones individuales, y rara era la vez en la que contaban con algún compañero o algo por el estilo. Al fin y al cabo eran algo así como las fuerzas especiales, los que llevaban las misiones de mayor riesgo. En teoría estaban preparados para ello, ¿no? En cualquier caso, aparte de observar al animal con cierta curiosidad y escuchar su forma de expresarse, en la cual se denotaba una incontenible curiosidad por todo lo que le rodeaba, el trayecto hacia la casa no tuvo grandes cosas a destacar. Esperó a que Issei abriera la puerta, estirándose un poco mientras esperaba y entrando justo detrás de él. El sitio era bastante humilde, pero acogedor. Chimenea, una mesa y algunos sofás donde acomodarse tranquilamente junto al fuego. Desde luego era un buen sitio donde relajarse y descansar un poco del duro día a día. Asintió ante sus palabras y se dispuso a quitar la chaqueta, dejándola en un pequeño perchero que había junto a la entrada y tomando asiento para esperar al contrario.

"¿Todo esto lo pagará el gobierno o lo sacará de su propio bolsillo?" fue la primera pregunta que le abordó mientras continuaba con el análisis de la estancia, acomodándose en el respaldo del sofá mientras se quitaba la banda, dejando libre su pelirrojo cabello. Una vez su compañero regresó tomó la botella que le ofreció y escuchó con atención sus palabras, mirándole un tanto extrañado al percatarse de que seguía hablando en clave. Sin duda, algo extraño debía de ocurrir. Tal vez pensase que alguien les estaba espiando, ante lo cual activó su mantra y lo expandió para tratar de localizar alguna presencia cercana, aunque no logró localizar ninguna aparte de la suya propia, la de Ao y la del agente. Todo esto lo hizo mientras daba un buen trago de la botella, pasando el brazo izquierdo por el costado, como si estuviera completamente relajado.

- Ciertamente... Nos están obligando a trabajar más de lo que estamos acostumbrados, y eso es mucho decir. Debemos estar a la altura -comentó- Y sí, esperemos que el señor Noel tome la iniciativa... Y, a ser posible, que lo haga con precaución. Aumentar la productividad tan solo es buena idea si el método es el correcto. Si no, todo puede salir mal y fastidiarse.

Con ello se refería a ciertas medidas que se acostumbraban a tomar en situaciones de tanta magnitud como podía ser la guerra que se avecinaba. Medidas que él jamás tomaría y sobre las que discrepaba de forma bastante notable, aunque no dijera nada. La filosofía de "el fin justifica los medios", tan maquiavélica, no siempre podía darse por válida. Menos aún cuando aquello podía afectar a gente inocente. Mientras dejaba que Issei le diera vueltas a sus palabras aprovechó para dar otro trago, así como activar la visión térmica de su ojo cyborg, oculto bajo el parche. No parecía haber nadie cerca, pero eso no quitaba la posibilidad de que estuvieran usando algún tipo de aparato para mantener vigilada su conversación, y estos, por lo general, solían poseer algún tipo de batería o fuente de alimentación que, aunque leve, desprendía cierto calor. Su mirada se pasó por la estancia de forma despreocupada, como si simplemente sintiera curiosidad por la forma en la que estaba distribuida o el aspecto del inmueble. No le llevó más de lo que debió de ser medio minuto el confirmar su hipótesis. Era diminuta, casi inapreciable, pero en mitad de un mar de frío azul pudo localizar un par de pequeños puntos anaranjados, cálidos. Uno de ellos bajo la mesa del salón, y el otro cerca del lateral una estantería.

- Supongo que habrá que confiar en él. Mientras tanto, limitémonos a disfrutar del tiempo libre que nos queda -prosiguió con la conversación, haciéndole un pequeño gesto con la mano libre, señalando hacia la mesa e indicándole que mirara debajo.

Mientras tanto, dio un nuevo trago y se puso en pie, paseando por el salón sin seguir ningún destino en particular, como si simplemente quisiera observar con mejor detenimiento la sala, aunque sus pasos le dirigieron finalmente hacia la segunda fuente de calor, donde pudo apreciar tras fijarse unos segundos un pequeño dispositivo, que apenas tenía el tamaño de una mosca, camuflado con el color caoba de las paredes.