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Ya comenzaba a amanecer, por lo que el sol iniciaba su ascenso por el horizonte inyectando los primeros rayos de luz por el barco. El rocio de la noche estaba por toda la cubierta por lo que había que tener cuidado por donde se andaba, ya que algunos tripulantes ya se habían resbalado días atras. Me apoyé en una de las barandas de babor y suspiré, ya estaba harto de mar y mas mar, necesitaba acción ya que mis equipos electronicas ya estaban empezando a resentirse con tanta salinidad y tanta agua. Tenía otra misión de esas en las que tenía que verificar un aviso que había llegado a la central, algo que me resultaba tambien aburrido, ya que casí nunca había nada emocionante que hacer. Aparte de eso, me habían encasquetado para la misión a un novato llamado Yamato, esperaba que al menos me ayudara a realizar la misión y que fuera un estorbo. Yo aunque seguía siendo de primer rango el CP, llevaba ya algun tiempo dentro del cuerpo, ya que subir de jerarquía no era algo que buscaba, los soldados rasos son los primeros en la línea de ataque, un lugar que me encantaba.
- Por fín llegamos- pensé mientras observaba las isla de Conomi. Cononmi era un tranquila isla con una población medía en la que ultimamente habían estado robando una banda de bandidos de las montañas. La marina parecía que estaba demasiado ocupada para estos reportes indeterminados, así que el CP envía a dos de sus hombres a investigarlo. A cada momento que pensaba eso me enfadaba mas, por lo que golpee con fuerza la pared cercana, necesitaba liberar tensión lo antes posible. Ya estabamos llegando a puerto y el que sería seuramente el alcalde de la población afectada nos estaba esperando con algunas personas mas, algo que no me gustaba nada, la gente y las aglomeraciones. Me acerque con paso firme y lento hacía la plataforma recien colocada entre el muelle y el barco, la gente que estaba allí agolpada me miraba con miedo e incredulidad, ya que nunca habán visto a alguien como yo por allí. Desembarque mirando fijamente al hombre que estaba adelantado seguido de mi compañero, un hombre de algo mas alto que yo con el pelo blanco y los ojos azules, cada vez que lo miraba casi me daban arcadas.
- Somos la unidad "Especial de Reconocimiento" ¿quien es el alcalde? - dije con voz tranquila mirando a los presentes.
El hombre que estaba adelantado de baja estatura levanto la mano y de su boca salio un sonido como un "yo" pero muy apagado. Parecia que las cosas iban a ser peores de lo que pensaba, así que le dije a Yamato que hablara con ellos, me desesperaba las personas que no hablaban y se achantaban a la mas minima. Mientras Yamato hablaba con aquel hombre comencé a explorar visualmente la isla, si no había problemas crearia algunos ya que necesitaba algo de acción.
- Por fín llegamos- pensé mientras observaba las isla de Conomi. Cononmi era un tranquila isla con una población medía en la que ultimamente habían estado robando una banda de bandidos de las montañas. La marina parecía que estaba demasiado ocupada para estos reportes indeterminados, así que el CP envía a dos de sus hombres a investigarlo. A cada momento que pensaba eso me enfadaba mas, por lo que golpee con fuerza la pared cercana, necesitaba liberar tensión lo antes posible. Ya estabamos llegando a puerto y el que sería seuramente el alcalde de la población afectada nos estaba esperando con algunas personas mas, algo que no me gustaba nada, la gente y las aglomeraciones. Me acerque con paso firme y lento hacía la plataforma recien colocada entre el muelle y el barco, la gente que estaba allí agolpada me miraba con miedo e incredulidad, ya que nunca habán visto a alguien como yo por allí. Desembarque mirando fijamente al hombre que estaba adelantado seguido de mi compañero, un hombre de algo mas alto que yo con el pelo blanco y los ojos azules, cada vez que lo miraba casi me daban arcadas.
- Somos la unidad "Especial de Reconocimiento" ¿quien es el alcalde? - dije con voz tranquila mirando a los presentes.
El hombre que estaba adelantado de baja estatura levanto la mano y de su boca salio un sonido como un "yo" pero muy apagado. Parecia que las cosas iban a ser peores de lo que pensaba, así que le dije a Yamato que hablara con ellos, me desesperaba las personas que no hablaban y se achantaban a la mas minima. Mientras Yamato hablaba con aquel hombre comencé a explorar visualmente la isla, si no había problemas crearia algunos ya que necesitaba algo de acción.
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En esta ocasión me habían encomendado una misión en isla Canomi, pero no iba solo, sino que iba como refuerzo de un miembro del CP1, que llevaba ya tiempo en la organización. El día empezaba a despuntar y el barco se movía por la superficie del agua sin apenas zozobrar, lo que agradecía de todo corazón. Aunque no tuviese problemas en el mar, no era mi pasatiempo favorito mantener el equilibrio en un barco a la deriva…
La nave se acercaba a la isla, el pequeño faro, iluminaba con fuerza la penumbra, antes de que el sol le hiciese la competencia y le obligase a apagarse. Por lo poco que sabía de la misión, se trataba de una banda de matones de poca monta, no estaba mal para ir ganando experiencia en el cuerpo. Aunque yo estaba bastante emocionado, mi compañero parecía estarlo algo menos que yo, tanto que me sorprendió escuchar un golpe en una de las paredes del barco, y al mirar verlo a él, retirando su puño. ¿Acaso tenía alguna historia con aquella isla, o era que no le gustaba la misión?
No pregunté, simplemente seguí observando la costa, hasta que finalmente llegamos a ella y desembarcamos en el puerto. Bajé tras mi compañero, sin apenas decir palabra, y sonriendo a las personas, en un vano intento de rebajar la tensión que mi superior imponía sobre los ciudadanos. Preguntó por el alcalde, con voz calmada, un hombre se identificó como tal, con un hilo de voz apenas audible. Fear me dijo que me ocupase de la conversación y él se separó un poco de nosotros, perdido en sus cosas, o en un reconocimiento de la zona, tampoco le presté mucha atención.
-Hola, buenos días, hemos venido para poner fin a la banda que los está molestado –informé con mi voz cantarina, sonriendo y procurando atraer la atención de todo el mundo -si alguien tiene alguna información que pueda servir de ayuda, será un placer escucharla.
-Esto… ho… hola, yo soy el alcalde de este pueblo, Gosa. Hemos sufrido varios ataques durante este mes –dijo el hombre con un tono de voz que denotaba miedo e inseguridad.
-De qué se trata exactamente, ¿robos, secuestros, asesinatos? –pregunté sin cambiar mi tono de voz, intentando parecer seguro a los habitantes.
-¿Nos lo han robado todo… TODO!- exclamó una mujer entre los presente, echándose a llorar.
-No se preocupe señora, los atraparemos –dije con confianza -¡alguien sabe dónde se esconden o cuando suelen atacar?
-Al anochecer… bajan de la montaña y se llevan lo que quieren –dijo nuevamente el alcalde -y nosotros, no podemos hacer nada.
-Bien, nosotros nos ocupamos, hablaré con mi compañero y partiremos –dije con un tono de voz algo más grave, para trasmitir confianza a los presentes, luego fui hacia Fear.
-Se ocultan en la montaña, seguramente bajen al atardecer –dije lo suficientemente bajo como para que solo él me escuchase -y eres pésimo para tratar con la gente.
Mire en rededor, la gente empezaba a dispersarse y a empezar con sus quehaceres diarios, algunos hombres montaban en pequeñas embarcaciones y otros se adentraban en la isla, con utensilios de labranza. Años atrás, si me hubiese encontrado con esta escena, me habría podido una expresión de asco, mi padre seguro que mandaría que los matasen a todos, por entorpecer su visión… pero ahora me parecía algo bonito y reconfortante. Cuando fuese anciano me gustaría pasar mis últimos días en un lugar así, por eso sentía lo de estas personas como algo personal.
-¿Qué propones, ir a la montaña y acabar todo antes de que empiece o tenderles una emboscada al amanecer? –le pregunté a mi compañero.
La nave se acercaba a la isla, el pequeño faro, iluminaba con fuerza la penumbra, antes de que el sol le hiciese la competencia y le obligase a apagarse. Por lo poco que sabía de la misión, se trataba de una banda de matones de poca monta, no estaba mal para ir ganando experiencia en el cuerpo. Aunque yo estaba bastante emocionado, mi compañero parecía estarlo algo menos que yo, tanto que me sorprendió escuchar un golpe en una de las paredes del barco, y al mirar verlo a él, retirando su puño. ¿Acaso tenía alguna historia con aquella isla, o era que no le gustaba la misión?
No pregunté, simplemente seguí observando la costa, hasta que finalmente llegamos a ella y desembarcamos en el puerto. Bajé tras mi compañero, sin apenas decir palabra, y sonriendo a las personas, en un vano intento de rebajar la tensión que mi superior imponía sobre los ciudadanos. Preguntó por el alcalde, con voz calmada, un hombre se identificó como tal, con un hilo de voz apenas audible. Fear me dijo que me ocupase de la conversación y él se separó un poco de nosotros, perdido en sus cosas, o en un reconocimiento de la zona, tampoco le presté mucha atención.
-Hola, buenos días, hemos venido para poner fin a la banda que los está molestado –informé con mi voz cantarina, sonriendo y procurando atraer la atención de todo el mundo -si alguien tiene alguna información que pueda servir de ayuda, será un placer escucharla.
-Esto… ho… hola, yo soy el alcalde de este pueblo, Gosa. Hemos sufrido varios ataques durante este mes –dijo el hombre con un tono de voz que denotaba miedo e inseguridad.
-De qué se trata exactamente, ¿robos, secuestros, asesinatos? –pregunté sin cambiar mi tono de voz, intentando parecer seguro a los habitantes.
-¿Nos lo han robado todo… TODO!- exclamó una mujer entre los presente, echándose a llorar.
-No se preocupe señora, los atraparemos –dije con confianza -¡alguien sabe dónde se esconden o cuando suelen atacar?
-Al anochecer… bajan de la montaña y se llevan lo que quieren –dijo nuevamente el alcalde -y nosotros, no podemos hacer nada.
-Bien, nosotros nos ocupamos, hablaré con mi compañero y partiremos –dije con un tono de voz algo más grave, para trasmitir confianza a los presentes, luego fui hacia Fear.
-Se ocultan en la montaña, seguramente bajen al atardecer –dije lo suficientemente bajo como para que solo él me escuchase -y eres pésimo para tratar con la gente.
Mire en rededor, la gente empezaba a dispersarse y a empezar con sus quehaceres diarios, algunos hombres montaban en pequeñas embarcaciones y otros se adentraban en la isla, con utensilios de labranza. Años atrás, si me hubiese encontrado con esta escena, me habría podido una expresión de asco, mi padre seguro que mandaría que los matasen a todos, por entorpecer su visión… pero ahora me parecía algo bonito y reconfortante. Cuando fuese anciano me gustaría pasar mis últimos días en un lugar así, por eso sentía lo de estas personas como algo personal.
-¿Qué propones, ir a la montaña y acabar todo antes de que empiece o tenderles una emboscada al amanecer? –le pregunté a mi compañero.
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Me quedé mirando fijamente hacía las montañas mientras Yamato hablaba con aquella gente, ya que aunque no estuviera mirando o pareciera absorto, estaba siguiendo toda la conversación. De todos aquellos gimoteos y lloros de aquella muchedumbre, solo me importaba el objetivo al que teníamos que perseguir, todo lo demás era datos irrelevantes. Eche un vistazo rápido con mi zoom ocular para poder observar con mas detalle los senderos que bajaban de la montaña, pero ninguno me dio una pista de cual usaban para bajar, al menos visualmente. Tras terminar de hablar Yamato con aquella gente, se acercó a mí para comentarme que los bandidos bajarían lo mas seguro al atardecer, algo que me mosqueaba mucho, ya que tendríamos que esperar el día entero sin hacer nada en aquel lugar. Por último, mi compañero me hizo un comentario "personal" sobre la manera que tenía de tratar a la gente, algo que me hizo sonreír a lo que le conteste - Sera por que me gusta mas tratar con los muertos - le comente con voz calmada.
Tras aquello, la gente volvió a sus quehaceres, el pescador quito los cabos de la barca, el panadero encendía el horno y todo era paz y armonía, - Que asco, espero terminar pronto - pensé mientras miraba la escena. Mi compañero me volvió a hablar preguntándome si prefería ir por ellos o esperar, en realidad no había pensado en ello, si iba a por ellos, no tendría que esperar tanto. - Saldremos a por ellos en 10 min, no se esperaran que vaya nadie a esta hora y si robaron anoche ahora estarán cansados o dormidos - le comente haciendo una seña a los del barco, que bajaron nuestras cosas al muelle.
Prepare todo mi equipo para la lucha, mis brazos roboticos estaban al 100 % de funcionamiento y comprobé que las cámaras y mis componentes electrónicos no tenían ningún fallo. Ya había pasado casi el tiempo para partir, cuando me percaté de que un niño me estaba mirando fijamente, al parecer no todo el mundo se había marchado. El niño no parecía tener mas de 10 años, tenía el pelo rubio y los ojos marrones almendrados, no parecía que estuviera mal alimentado, aunque sus ropas harapientas me decían que no era adinerado. - ¿Que quieres chico? - le dije de manera algo seca. El muchacho no apartó la mirada, ni siquiera se acobardo ni un momento y tras 5 segundos de incomodo silencio habló.
- Señor, se que ustedes salvaran a la aldea de los peligrosos bandidos, así que quisiera pedirles algo - dijo agachando un poco la cabeza y prosiguió - uno de los ladrones se llevo lo único que me quedaba de mi difunta madre, un colgante dorado con forma de pluma - continuo entre sollozos - quisiera por favor que lo recuperaran, por favor, es muy importante para mi, por favor - termino diciendo antes de romper a llorar.
Le miré impasible, ya que aquello no me importaba nada, pero si quería su colgante le daría una manera de conseguirlo. Me acerqué a él, hinque una rodilla en el suelo y le puse una mano en el hombro - No llores niño - dije de manera tajante - ¿quieres tu colgante?, pues te proporcionaremos tu colgante - dije seriamente. El niño esbozo una sonrisa de oreja a oreja -¿de verdad me ayudaran? - dijo emocionado, - pero eso si muchacho, tendrás que ser tu quien lo coja - le dije al muchacho y en ese momento se quedo algo confuso. - No esperaras que te lo traiga, hacemos una cosa, yo me encargo de quien te robo el colgante y tu lo coges de sus frías en inertes manos - termine diciendo mientras me levantaba y caminaba hacía el pueblo. -pe..e.r.o - comento casi en voz baja el muchacho, - ni pero ni nada, no decías que querías tu colgante, pues acabas de condenar a alguien muchacho - tras aquello, el niño se quedo en el suelo sin saber que decir, con la cara entre asustado y impactado por mis palabras.
- Yamato, te seguiré, quiero ver como rastreas a nuestro objetivo - termine diciéndole a mi compañero. El día de hoy no terminaría sin un derramamiento de sangre.
Tras aquello, la gente volvió a sus quehaceres, el pescador quito los cabos de la barca, el panadero encendía el horno y todo era paz y armonía, - Que asco, espero terminar pronto - pensé mientras miraba la escena. Mi compañero me volvió a hablar preguntándome si prefería ir por ellos o esperar, en realidad no había pensado en ello, si iba a por ellos, no tendría que esperar tanto. - Saldremos a por ellos en 10 min, no se esperaran que vaya nadie a esta hora y si robaron anoche ahora estarán cansados o dormidos - le comente haciendo una seña a los del barco, que bajaron nuestras cosas al muelle.
Prepare todo mi equipo para la lucha, mis brazos roboticos estaban al 100 % de funcionamiento y comprobé que las cámaras y mis componentes electrónicos no tenían ningún fallo. Ya había pasado casi el tiempo para partir, cuando me percaté de que un niño me estaba mirando fijamente, al parecer no todo el mundo se había marchado. El niño no parecía tener mas de 10 años, tenía el pelo rubio y los ojos marrones almendrados, no parecía que estuviera mal alimentado, aunque sus ropas harapientas me decían que no era adinerado. - ¿Que quieres chico? - le dije de manera algo seca. El muchacho no apartó la mirada, ni siquiera se acobardo ni un momento y tras 5 segundos de incomodo silencio habló.
- Señor, se que ustedes salvaran a la aldea de los peligrosos bandidos, así que quisiera pedirles algo - dijo agachando un poco la cabeza y prosiguió - uno de los ladrones se llevo lo único que me quedaba de mi difunta madre, un colgante dorado con forma de pluma - continuo entre sollozos - quisiera por favor que lo recuperaran, por favor, es muy importante para mi, por favor - termino diciendo antes de romper a llorar.
Le miré impasible, ya que aquello no me importaba nada, pero si quería su colgante le daría una manera de conseguirlo. Me acerqué a él, hinque una rodilla en el suelo y le puse una mano en el hombro - No llores niño - dije de manera tajante - ¿quieres tu colgante?, pues te proporcionaremos tu colgante - dije seriamente. El niño esbozo una sonrisa de oreja a oreja -¿de verdad me ayudaran? - dijo emocionado, - pero eso si muchacho, tendrás que ser tu quien lo coja - le dije al muchacho y en ese momento se quedo algo confuso. - No esperaras que te lo traiga, hacemos una cosa, yo me encargo de quien te robo el colgante y tu lo coges de sus frías en inertes manos - termine diciendo mientras me levantaba y caminaba hacía el pueblo. -pe..e.r.o - comento casi en voz baja el muchacho, - ni pero ni nada, no decías que querías tu colgante, pues acabas de condenar a alguien muchacho - tras aquello, el niño se quedo en el suelo sin saber que decir, con la cara entre asustado y impactado por mis palabras.
- Yamato, te seguiré, quiero ver como rastreas a nuestro objetivo - termine diciéndole a mi compañero. El día de hoy no terminaría sin un derramamiento de sangre.
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Si Fear ya me había parecido una persona fría y distante, cuando respondió que le gustaba más tratar con muertos, lo reafirmó. No me gustaban las personas así, pero mucho menos si tenían algo de macabro… quizá era alguien peligroso, debería estar alerta.
Todo el mundo volvió a hacer sus cosas, y por lo que pude escuchar, la paz y la tranquilidad tampoco era algo que le gustase a mi compañero, parecía irritado por la situación. Lo miré fijamente, para analizarlo en silencio, estaba perdido en mis suposiciones cuando volvió a hablar, nos iríamos en 10 minutos. Menos mal que no los dejaríamos bajar. Hizo un esto y los hombres del barco empezaron a bajar nuestro equipo, bueno, más bien su equipo, que consistía en una serie de extraños cachivaches robóticos. Me quedé absorto, mirando las extrañas máquinas cuando la voz volvió a sobresaltarme, se dirigía a un niño, así que me giré rápidamente para localizarlo.
El niño tenía un problema, como todos los de la aldea, al parecer le habían robado un recuerdo de su madre, me entristeció bastante, pues yo no tenía nada de la mía… no se había molestado siquiera en buscarme, luego recordé de dónde provenía, y todo volvió a encajar, los tenryubitos preferían el estatus a la familia. Fear parecía tener buen corazón en el fondo, se comprometió a traerle el colgante siempre y cuando lo cogiese el niño de las manos muertas del ladrón, era tan… estúpido, ¿cómo pude pensar que era buena persona?
-Yo te lo traeré, no te preocupes –dije pasando al lado del niño y colocándole una mano en el hombro -vuelve a tu casa, y no te preocupes.
El niño sonrió ligeramente, se levantó y empezó a caminar lentamente hacia su casa. Escuché como Fear quería que rastrease al objetivo, así que me acerqué a él.
-¡No vuelvas a hacer algo así! –dije moviendo mi mano rápidamente, buscando atrapar su garganta y poniendo la mirada más fría y penetrante de la que era capaz -Si se te ocurre hacerlo , ¡te mataré!
Quizá me había dejado llevar un poco por la situación, pero no soportaba a alguien así, si era un psicópata amante de la sangre y la muerte, podía pasar, los había en todos lados, pero los ciudadanos nunca deberían verse involucrados en nuestros asuntos, menos un niño en un asesinato… o una masacre que sería lo que él tenía en mente.
-¿Lo has entendido? –pregunté con un tono de voz distinto, capaz de helarle la sangre a cualquiera -Espero que así sea…
Dicho aquello, retiré la mano, me giré rápidamente y empecé a caminar en dirección a las montañas. Aunque la sangre me hervía, mostraba de nuevo mi aspecto calmado y sereno, pero mantenía mi mente alerta, me preocupaba más Fear que los bandidos.
Todo el mundo volvió a hacer sus cosas, y por lo que pude escuchar, la paz y la tranquilidad tampoco era algo que le gustase a mi compañero, parecía irritado por la situación. Lo miré fijamente, para analizarlo en silencio, estaba perdido en mis suposiciones cuando volvió a hablar, nos iríamos en 10 minutos. Menos mal que no los dejaríamos bajar. Hizo un esto y los hombres del barco empezaron a bajar nuestro equipo, bueno, más bien su equipo, que consistía en una serie de extraños cachivaches robóticos. Me quedé absorto, mirando las extrañas máquinas cuando la voz volvió a sobresaltarme, se dirigía a un niño, así que me giré rápidamente para localizarlo.
El niño tenía un problema, como todos los de la aldea, al parecer le habían robado un recuerdo de su madre, me entristeció bastante, pues yo no tenía nada de la mía… no se había molestado siquiera en buscarme, luego recordé de dónde provenía, y todo volvió a encajar, los tenryubitos preferían el estatus a la familia. Fear parecía tener buen corazón en el fondo, se comprometió a traerle el colgante siempre y cuando lo cogiese el niño de las manos muertas del ladrón, era tan… estúpido, ¿cómo pude pensar que era buena persona?
-Yo te lo traeré, no te preocupes –dije pasando al lado del niño y colocándole una mano en el hombro -vuelve a tu casa, y no te preocupes.
El niño sonrió ligeramente, se levantó y empezó a caminar lentamente hacia su casa. Escuché como Fear quería que rastrease al objetivo, así que me acerqué a él.
-¡No vuelvas a hacer algo así! –dije moviendo mi mano rápidamente, buscando atrapar su garganta y poniendo la mirada más fría y penetrante de la que era capaz -Si se te ocurre hacerlo , ¡te mataré!
Quizá me había dejado llevar un poco por la situación, pero no soportaba a alguien así, si era un psicópata amante de la sangre y la muerte, podía pasar, los había en todos lados, pero los ciudadanos nunca deberían verse involucrados en nuestros asuntos, menos un niño en un asesinato… o una masacre que sería lo que él tenía en mente.
-¿Lo has entendido? –pregunté con un tono de voz distinto, capaz de helarle la sangre a cualquiera -Espero que así sea…
Dicho aquello, retiré la mano, me giré rápidamente y empecé a caminar en dirección a las montañas. Aunque la sangre me hervía, mostraba de nuevo mi aspecto calmado y sereno, pero mantenía mi mente alerta, me preocupaba más Fear que los bandidos.
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Antes de que Yamato me dijera por donde ir, observé el lugar para saber que camino escoger, no me fiaba demasido de mi compañero, aunque podría llevarme una grata sorpresa.... al menos por primera vez. Me estaba cansando de esperar, ya que no me había dicho nada todavía y al darme la vuelta me percaté del motivo. Estaba hablando con el niño que había dejado atras momentos antes, comentandole que él recuperaría el colgante. Si quería traerselo era cosa suya, yo no iba a perder tiempo en esa tontería sentimental y que no me reportaba ningun beneficio.
Yamato se acercó a mí con cierta rapidez y parecía bastante enfadado,- ahora me dira que si he sido muy duro, que bla bla bla- solo de pensarlo se me revolvía el estomago. Pero en ese momento llegó a mi lado e hizó un movimiento para agarrar mi cuello, del cual no intente zafarme y comenzó a gritarme. Aquella situación me había pillado por sorpresa, siendo una agradable sorpresa, ya que aunque la presión de su mano contra mi cuello me estaba doliendo, mi compañero había tenido una reacción que antes no había visto. Sonreí y mientras el me decía que me iba a matar, me reí - jajajajaja, guarda ese odio muchacho y usalo para conseguir lo que deseas. En este mundo o eres el cazador o eres la presa, recuerdalo- le dije en tono calmado.
Me miró y habló de una manera tan fría que hubiera acongojado a cualquier persona, aunque conmigo no ib a funcionar, mi frialdad no conocía límites. Me comentó si lo había entendido, de una manera que aunque estaba más calmado visiblemente, por dentro se notaba que iba a explotar en cualquier momento. En ese momento, Yamato comenzo a andar hacía la montaña, en la dirección que yo hubiera elegido, esboce una sonrisa, parecía que aquel muchacho tenía potencial, así que estaba deseando entrar en acción.
Pasamos por el pueblo y veiamos la cara de felicidad de la gente al vernos, ya que eramos sus "salvadores", algo que no me gustaba nada. Comencé a revisar los sistemas de mi equipo para comprobar de que todo estaba correctamente, no quería entrar en combate y comprobar que algo fallaba, sería una imprudencía por mi parte. Llegamos por fin a la base del camino de la montaña y al parecer todo estaba en calma, aunque demasiado en calma para mi gusto. - Yamato, preparate por si nos encontramos con problemas, a partir de aquí podrían atarcanos los bandidos de la montaña en cualquier momento - avisé a mi compañero. Ya había perdido a algun compañero por estar haciendo el idiota en momentos previos a un combate y esperaba que mi actual compañero fuera de los que saben actuar.
Yamato se acercó a mí con cierta rapidez y parecía bastante enfadado,- ahora me dira que si he sido muy duro, que bla bla bla- solo de pensarlo se me revolvía el estomago. Pero en ese momento llegó a mi lado e hizó un movimiento para agarrar mi cuello, del cual no intente zafarme y comenzó a gritarme. Aquella situación me había pillado por sorpresa, siendo una agradable sorpresa, ya que aunque la presión de su mano contra mi cuello me estaba doliendo, mi compañero había tenido una reacción que antes no había visto. Sonreí y mientras el me decía que me iba a matar, me reí - jajajajaja, guarda ese odio muchacho y usalo para conseguir lo que deseas. En este mundo o eres el cazador o eres la presa, recuerdalo- le dije en tono calmado.
Me miró y habló de una manera tan fría que hubiera acongojado a cualquier persona, aunque conmigo no ib a funcionar, mi frialdad no conocía límites. Me comentó si lo había entendido, de una manera que aunque estaba más calmado visiblemente, por dentro se notaba que iba a explotar en cualquier momento. En ese momento, Yamato comenzo a andar hacía la montaña, en la dirección que yo hubiera elegido, esboce una sonrisa, parecía que aquel muchacho tenía potencial, así que estaba deseando entrar en acción.
Pasamos por el pueblo y veiamos la cara de felicidad de la gente al vernos, ya que eramos sus "salvadores", algo que no me gustaba nada. Comencé a revisar los sistemas de mi equipo para comprobar de que todo estaba correctamente, no quería entrar en combate y comprobar que algo fallaba, sería una imprudencía por mi parte. Llegamos por fin a la base del camino de la montaña y al parecer todo estaba en calma, aunque demasiado en calma para mi gusto. - Yamato, preparate por si nos encontramos con problemas, a partir de aquí podrían atarcanos los bandidos de la montaña en cualquier momento - avisé a mi compañero. Ya había perdido a algun compañero por estar haciendo el idiota en momentos previos a un combate y esperaba que mi actual compañero fuera de los que saben actuar.
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Caminaba deprisa, dándole vueltas a la frialdad de aquel tipo al que me había tocado acompañar. Lo que le había dicho no le había importado, de hecho, casi había pasado de mí. Se rio como si lo que le estaba diciendo fuera gracioso y encima me dijo que guardase mi odio, que en este mundo o eras el cazador o eras la presa. ¿Acaso estaba mal de la cabeza?, ¿se pensaba que no sabía cómo era el mundo?
Es verdad que hay gene malvada, pero también un montón de gente que merece ser protegida, personas que nunca deberían conocer la realidad del mundo. De hecho, nadie debería haberla visto nunca, es mejor vivir en un sueño de seguridad que en una realidad de constante peligro.
Escuché que decía mi nombre, no me giré. Seguía adelante, procurando olvidarme del tema, no era buena para mí ni para la misión estar molesto. Me dijo que me preparase, que a partir de este momento podíamos ser atacados por cualquier enemigo. Era verdad. Cerré los ojos, respiré profundamente y aminoré el paso para mantener un ritmo normal. Afiné mis sonidos y no oí ni escuché nada fuera de lo normal, por lo que seguí el camino, algo más tranquilo.
Unos diez minutos después, ya estaba a medio camino, o al menos eso pensé. No había hablado, no quería gastar saliva innecesariamente con una persona que, en principio, no merecía mi respeto.
Escuché un grito desde arriba, levanté la vista justo a tiempo para hacer una voltereta hacia atrás, esquivando a un hombre vestido con harapos y un palo en la mano. Me levanté del suelo y me moví a la derecha para esquivar otro de los garrotazos de aquel hombre. ¿Acaso no sabía que si no gritaba tenía más posibilidades de golpear?, de hecho, a mí me habría dado. El garrote impactó contra el suelo, momento que aproveché para golpearlo desde arriba con una patada. El arma se partió con el crujido de la madera seca, a modo de protesta. Levanté de nuevo la pierna, que era la izquierda y le di una patada en la cara, que lo mandó hacia atrás y lo hizo caer al tropezarse. Me abalancé sobré él, coloqué mi rodilla derecha sobre su pecho y agarré su cuello con mi mano izquierda.
-¡Te tengo! –exclamé antes a avasallarlo a preguntas -¿dónde os escondéis, qué queréis, por qué a esta gente?
El bandido, que seguramente era más joven que yo me miró sorprendido y asustado, mientras la sangre brotaba de su nariz.
Es verdad que hay gene malvada, pero también un montón de gente que merece ser protegida, personas que nunca deberían conocer la realidad del mundo. De hecho, nadie debería haberla visto nunca, es mejor vivir en un sueño de seguridad que en una realidad de constante peligro.
Escuché que decía mi nombre, no me giré. Seguía adelante, procurando olvidarme del tema, no era buena para mí ni para la misión estar molesto. Me dijo que me preparase, que a partir de este momento podíamos ser atacados por cualquier enemigo. Era verdad. Cerré los ojos, respiré profundamente y aminoré el paso para mantener un ritmo normal. Afiné mis sonidos y no oí ni escuché nada fuera de lo normal, por lo que seguí el camino, algo más tranquilo.
Unos diez minutos después, ya estaba a medio camino, o al menos eso pensé. No había hablado, no quería gastar saliva innecesariamente con una persona que, en principio, no merecía mi respeto.
Escuché un grito desde arriba, levanté la vista justo a tiempo para hacer una voltereta hacia atrás, esquivando a un hombre vestido con harapos y un palo en la mano. Me levanté del suelo y me moví a la derecha para esquivar otro de los garrotazos de aquel hombre. ¿Acaso no sabía que si no gritaba tenía más posibilidades de golpear?, de hecho, a mí me habría dado. El garrote impactó contra el suelo, momento que aproveché para golpearlo desde arriba con una patada. El arma se partió con el crujido de la madera seca, a modo de protesta. Levanté de nuevo la pierna, que era la izquierda y le di una patada en la cara, que lo mandó hacia atrás y lo hizo caer al tropezarse. Me abalancé sobré él, coloqué mi rodilla derecha sobre su pecho y agarré su cuello con mi mano izquierda.
-¡Te tengo! –exclamé antes a avasallarlo a preguntas -¿dónde os escondéis, qué queréis, por qué a esta gente?
El bandido, que seguramente era más joven que yo me miró sorprendido y asustado, mientras la sangre brotaba de su nariz.
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