Pato Tamashi
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No me gusta la idea de hacer de niñera, otra vez. Tras la creación de la nueva sede del gobierno para investigación y desarrollo, algunos tuvimos que separarnos de la marina de forma parcial, puesto que ahora ya no era lo mismo. Muchos se quedaron con sus puestos rasos, mientras que algunos tuvimos que ir para moldear un poco el nuevo grupo. Y vaya sorpresa me encontré cuando recibí una llamada de mis “amigos” de la marina. AL parecer un nuevo miembro de la división de investigación llegaría y debería de ser yo quien de la bienvenida. No me lo podía creer, ¿gustaban de seguir torturándome? ¿Tenía que perder realmente horas de trabajo por algún novato? La respuesta sería afirmativa.
Casi dos años habrían pasado ya desde mis retiros, pero al parecer el hecho de haber dejado mi puesto de antaño no gustaba. En fin.
Me encontraba en el mar del oeste, en el cuartel marine. Según leía en el informe, el gobierno trató de reclutar a prometedores médicos en distintas áreas para el centro de investigación, sin embargo muchos no gustaron de aceptar la invitación dejando a una mujer con el puesto. Zamira Ivanov. –Ni gracia. –Le decía de forma interior a Hulk. Sí, como se podría haber notado, él se estaba riendo. Sabe lo poco que me gusta el trato con otras personas… Y con más razón si no son interesantes. ¿Medicina? Oh sí, estamos salvados, gracias a la muchacha que vendrá no tendremos riesgos al coger resfriados. Porque aparte de eso, no veía nada más que fuera formidable de forma científica.
Las risas de Hulk se expandían. –Idiota, si yo no puedo hacer lo que quiera, tu tampoco. Te vas a quedar ahí dentro todo el día. –Le replicaba para que se parase a pensar un poco en su propia vida. La sesión diaria de entrenamiento de Hulk debería de ser cancelada, puesto que a esa hora, me encontraré con la nueva integrante. Y cuando finalmente entendió la parte del plan en que él no sería “libre”, empezaron las pataletas. Maldito crío, por qué no puede haber gente “normal”.
Así pues ahí me encontraba yo, en la puerta del cuartel marine, junto a tres soldados rasos. Porque en efecto, por si no fuera poco, han vuelto a ponerme a gente inútil para vigilarme. ¿Para qué debería de ir con ellos? Si de escolta no tiene más que el nombre. Eran todos hombres, uniformados como es debido, afeitados y acicalados. Al menos debería de reconocerles la buena presentación. Había dos personas de cabellera rubia. Uno lo reconocí debido a que tenía un pelo largo, que pasaba los límites de la gorra, y al segundo debido a su barba recortada de tono dorado. No tenían nada fuera de lo común, mas, el hombre de la barba tenía una musculatura más marcada y crecida que la de su compañero. Me encontraba también con un tercer miembro, un muchacho de tez oscura.
No habíamos cruzado palabra, siquiera miradas desde que nos encontramos en la entrada del cuartel, hasta que el muchacho rubio de cabello largo decidió “romper el hielo”. –He oído cosas sobre usted señor, es un placer. –Me decía. ¿Oír sobre mi? A saber qué habrá escuchado el muchacho. Yo tan solo le devolví la mirada, mientras me mantenía en mi habitual postura encorvada, con las manos en los bolsillos. En ese momento sentí como se encontraba observándome, y analizándome de arriba abajo. No se sorprendió por mi camiseta blanca, ni por mis tejanos azules, sin embargo. –¡Señor! Tan sólo tienes calcetines, no tiene calzado. –Me dijo, tal vez intentando alertarme de algo de lo que era más que consciente. –Déjame decirte muchacho, que si te sorprendes por ello es que no has oído lo suficiente sobre mi, o que tal vez lo que sea que hayas oído no sea cierto.
El silencio volvió al entorno. Gracias. Los otros dos no hicieron ni un movimiento facial ante la pequeña conversación. Y eso me daba un poco en qué pensar, aunque no debía de ser más que educación profesional. Alcé la vista al frente, ya debería de estar pro llegar la nueva integrante del mundillo.
-Me aburro. –Decía Hulk. –Cállate.
Casi dos años habrían pasado ya desde mis retiros, pero al parecer el hecho de haber dejado mi puesto de antaño no gustaba. En fin.
Me encontraba en el mar del oeste, en el cuartel marine. Según leía en el informe, el gobierno trató de reclutar a prometedores médicos en distintas áreas para el centro de investigación, sin embargo muchos no gustaron de aceptar la invitación dejando a una mujer con el puesto. Zamira Ivanov. –Ni gracia. –Le decía de forma interior a Hulk. Sí, como se podría haber notado, él se estaba riendo. Sabe lo poco que me gusta el trato con otras personas… Y con más razón si no son interesantes. ¿Medicina? Oh sí, estamos salvados, gracias a la muchacha que vendrá no tendremos riesgos al coger resfriados. Porque aparte de eso, no veía nada más que fuera formidable de forma científica.
Las risas de Hulk se expandían. –Idiota, si yo no puedo hacer lo que quiera, tu tampoco. Te vas a quedar ahí dentro todo el día. –Le replicaba para que se parase a pensar un poco en su propia vida. La sesión diaria de entrenamiento de Hulk debería de ser cancelada, puesto que a esa hora, me encontraré con la nueva integrante. Y cuando finalmente entendió la parte del plan en que él no sería “libre”, empezaron las pataletas. Maldito crío, por qué no puede haber gente “normal”.
Así pues ahí me encontraba yo, en la puerta del cuartel marine, junto a tres soldados rasos. Porque en efecto, por si no fuera poco, han vuelto a ponerme a gente inútil para vigilarme. ¿Para qué debería de ir con ellos? Si de escolta no tiene más que el nombre. Eran todos hombres, uniformados como es debido, afeitados y acicalados. Al menos debería de reconocerles la buena presentación. Había dos personas de cabellera rubia. Uno lo reconocí debido a que tenía un pelo largo, que pasaba los límites de la gorra, y al segundo debido a su barba recortada de tono dorado. No tenían nada fuera de lo común, mas, el hombre de la barba tenía una musculatura más marcada y crecida que la de su compañero. Me encontraba también con un tercer miembro, un muchacho de tez oscura.
No habíamos cruzado palabra, siquiera miradas desde que nos encontramos en la entrada del cuartel, hasta que el muchacho rubio de cabello largo decidió “romper el hielo”. –He oído cosas sobre usted señor, es un placer. –Me decía. ¿Oír sobre mi? A saber qué habrá escuchado el muchacho. Yo tan solo le devolví la mirada, mientras me mantenía en mi habitual postura encorvada, con las manos en los bolsillos. En ese momento sentí como se encontraba observándome, y analizándome de arriba abajo. No se sorprendió por mi camiseta blanca, ni por mis tejanos azules, sin embargo. –¡Señor! Tan sólo tienes calcetines, no tiene calzado. –Me dijo, tal vez intentando alertarme de algo de lo que era más que consciente. –Déjame decirte muchacho, que si te sorprendes por ello es que no has oído lo suficiente sobre mi, o que tal vez lo que sea que hayas oído no sea cierto.
El silencio volvió al entorno. Gracias. Los otros dos no hicieron ni un movimiento facial ante la pequeña conversación. Y eso me daba un poco en qué pensar, aunque no debía de ser más que educación profesional. Alcé la vista al frente, ya debería de estar pro llegar la nueva integrante del mundillo.
-Me aburro. –Decía Hulk. –Cállate.
Zamira Ivanov
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La novatada había concluido o al menos estaba cerca de terminar esta era mi ultima misión como trabajadora social y es que no había otra forma de llamar a este periodo de mi vida, fueron casi un mes y medio de subir a cruceros, barcos escolta de la marina y vale que no pasaba de lo mismo, mareos, dolores de cabeza y para variar un monto de enfermos que solo llegaba a dar guerra con sus piropos sobre que yo era su mejor medicina. Daba también por finalizado esos días de servir como secretaria, ya no mas archivos o papeleos, mis superiores me habían informado que al concluir satisfactoriamente esta misión pasaba a formar parte de la división científica.
Se me ordeno reportarme a los cuarteles del West Blue, para hacer contacto con el científico de campo Pato Tamashi a cargo de laboratorio de dicho cuartel. Solo esperaba que no fuera igual que los otros 10 científicos con los que había trabajado en este tiempo, los cuales como he mencionado solo me ponía a llenar registros inútiles en fin solo el tiempo lo dirá.
Estando en la cubierta del gran buque de guerra pude ver el cuartel, en mi opinión no era tan impresionante como esperaba, pero mis compañeros novatos estaban mas que entusiasmados, debo mencionar que ninguno de ellos era parte de la división científica, la gran mayoría era marines que al igual que yo venia para concluir su periodo de prueba. La otra parte de los entusiastas estaba conformada por los novatos del cp, los cuales también estaban en la transición de formalizar su periodo de prueba.
Ahora bien se preguntaran porque yo era la única científica novata, la razón era porque mis otros compañeros según su sector habían sido destinados, a sus cuarteles correspondientes, dejándome como la única aspirante del grupo del West Blue, pues mis compañeros habían rechazado la oportunidad de convertirse en científicos del gobierno. De pronto sonó el silbato que anunciaba que habíamos llegado al muelle, apenas se bajaron las escalinatas los jóvenes marines y cp bajaron como si el barco se hundiera, todos emocionados y enardecidos corrieron hasta el interior del edificio.
Yo fui la ultima en bajar no por estar menos entusiasmada pero no le veía sentido a empujarme y golpearme solo por llegar primero. En fin una vez en tierra silbe para llamar a mi cuervo el cual venia desde el interior de la isla, con algo brillante en el pico, al llegar junto a mi me pude dar cuenta de que era una insignia de un oficial- Ah mi pequeño amigo un recuerdo mas para tu presido botín- Tome la pieza de su pico y la guarde en mochila, seguramente alguien extrañaría su hermosa prenda ahora formaba parte del tesoro de mi mascota.
Como no tenia pensado presentarme con mi cuervo deje que se fuera a seguir recorriendo el área, luego saque mi apuntes para revisar el lugar al cual debía ir, según me informaron, me estarían esperado en la puerta oeste, por lo que sin perder mas el tiempo me puse en marcha. Camine rodeando el cuartel antes de llegar a mi destino, al llegar lo primero que note fueron a cuatro figuras paradas frente a una puerta grande, tres de loas cuatro vestían uniforme de la mariana, dos de ellos eran hueros y el tercero era moreno, estos hombres escoltaban a un cuarto.
Pero seria ese cuarto el científico que me esperaba en mi opinión no parecía un científico, vestía una camisa blanca, unos tejanos de mezclilla y por si fuera poco estaba descalzo, bueno por lo menos llevaba zapatos ya que los calcetines los tenia puestos. - Vaya cosas Zamira pareciera que la mala suerte te persigue, pues bien supongo que esta sera otra misión de archivista personal- pensé mientras me acercaba al grupo de hombres. Una vez estuve cerca los marines me saludaron con el saludo marcial, pero en mi opinión era excesivo y es que no me llegara a costumbrar a que por jerarquía aun siendo novata, soy la superiora directa de esos marines.
Me limite a llevar mi mano al interior de mi mochila saque un sobre amarillo y se lo entregue al hombre que suponía debía ser el científico Pato Tamashi - Zamira Ivanov guardiana auxiliar de la división científica, reportándose a sus deberes, los superiores me pidieron que le entregara este sobre sin abrir, señor- dije con un tono formal pero relajado evitando ser tan cuadrada como los marines que estaba detrás de aquel hombre.
Se me ordeno reportarme a los cuarteles del West Blue, para hacer contacto con el científico de campo Pato Tamashi a cargo de laboratorio de dicho cuartel. Solo esperaba que no fuera igual que los otros 10 científicos con los que había trabajado en este tiempo, los cuales como he mencionado solo me ponía a llenar registros inútiles en fin solo el tiempo lo dirá.
Estando en la cubierta del gran buque de guerra pude ver el cuartel, en mi opinión no era tan impresionante como esperaba, pero mis compañeros novatos estaban mas que entusiasmados, debo mencionar que ninguno de ellos era parte de la división científica, la gran mayoría era marines que al igual que yo venia para concluir su periodo de prueba. La otra parte de los entusiastas estaba conformada por los novatos del cp, los cuales también estaban en la transición de formalizar su periodo de prueba.
Ahora bien se preguntaran porque yo era la única científica novata, la razón era porque mis otros compañeros según su sector habían sido destinados, a sus cuarteles correspondientes, dejándome como la única aspirante del grupo del West Blue, pues mis compañeros habían rechazado la oportunidad de convertirse en científicos del gobierno. De pronto sonó el silbato que anunciaba que habíamos llegado al muelle, apenas se bajaron las escalinatas los jóvenes marines y cp bajaron como si el barco se hundiera, todos emocionados y enardecidos corrieron hasta el interior del edificio.
Yo fui la ultima en bajar no por estar menos entusiasmada pero no le veía sentido a empujarme y golpearme solo por llegar primero. En fin una vez en tierra silbe para llamar a mi cuervo el cual venia desde el interior de la isla, con algo brillante en el pico, al llegar junto a mi me pude dar cuenta de que era una insignia de un oficial- Ah mi pequeño amigo un recuerdo mas para tu presido botín- Tome la pieza de su pico y la guarde en mochila, seguramente alguien extrañaría su hermosa prenda ahora formaba parte del tesoro de mi mascota.
Como no tenia pensado presentarme con mi cuervo deje que se fuera a seguir recorriendo el área, luego saque mi apuntes para revisar el lugar al cual debía ir, según me informaron, me estarían esperado en la puerta oeste, por lo que sin perder mas el tiempo me puse en marcha. Camine rodeando el cuartel antes de llegar a mi destino, al llegar lo primero que note fueron a cuatro figuras paradas frente a una puerta grande, tres de loas cuatro vestían uniforme de la mariana, dos de ellos eran hueros y el tercero era moreno, estos hombres escoltaban a un cuarto.
Pero seria ese cuarto el científico que me esperaba en mi opinión no parecía un científico, vestía una camisa blanca, unos tejanos de mezclilla y por si fuera poco estaba descalzo, bueno por lo menos llevaba zapatos ya que los calcetines los tenia puestos. - Vaya cosas Zamira pareciera que la mala suerte te persigue, pues bien supongo que esta sera otra misión de archivista personal- pensé mientras me acercaba al grupo de hombres. Una vez estuve cerca los marines me saludaron con el saludo marcial, pero en mi opinión era excesivo y es que no me llegara a costumbrar a que por jerarquía aun siendo novata, soy la superiora directa de esos marines.
Me limite a llevar mi mano al interior de mi mochila saque un sobre amarillo y se lo entregue al hombre que suponía debía ser el científico Pato Tamashi - Zamira Ivanov guardiana auxiliar de la división científica, reportándose a sus deberes, los superiores me pidieron que le entregara este sobre sin abrir, señor- dije con un tono formal pero relajado evitando ser tan cuadrada como los marines que estaba detrás de aquel hombre.
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Y el espectáculo comenzaba. La muchacha se acercaba y según la veía en mi mente una imagen de amazona en plena selva, pues sus formas de la vestimenta me recordó a aquellas mujeres. Sin embargo perfectamente podía hacerse pasar por princesa del desierto arábigo. Además de que poseía un tono de piel similar al de aquellas zonas. Una larga cabellera oscura como la noche, que era atada para formar una coleta. Su cuerpo era normal, no se encontraba ni en un punto extremo de gordura, ni se hacía visible una escasez alimentaria, eso indica que la salud de la persona está estable y conservada. No esperaba menos de un médico, demasiado cachondeo sería ya.
No pude evitar fijarme tampoco en que tenía algo que salía cuidadosamente del hombro. Parecía tratarse de un tatuaje que seguía un camino por su espalda. Y obviamente in especie de bastón, vara, palo, o como quiera llamarlo. ¿Para qué querría algo así? A menos que realmente no sea una científica, sino más bien que se encuentre al otro lado de la moneda.
-No tiene una mala imagen, eh. –Me insinuaba el imbécil de Hulk. Finalmente llegó hasta nosotros, y la recibieron mis “guardianes” con un tradicional saludo marcial. Yo tan sólo le envié una mirada. Al estar de forma curvada, se notaba una diferencia de altura entre nosotros dos.
Se presentó, y mis dudas se disiparon. No se trataba de una científica, sino de una guardiana, sigo sin comprender a gente como Hulk, a los que les guste más los golpes y los apaleos que la ciencia. La joven me cedió una carta sellada, con mi nombre. Con cuidado la abrí, y comencé a leerla. Terminé diez segundos después. Al parecer se trataba de un informe de la forma en que se reclutó, su evolución desde entonces hasta ahora, y algunas cosas varias más. Guardé de nuevo la carta en el sobre y la guardé en el bolsillo derecho trasero de mis tejanos. –Supongo que ya conocerá mi nombre. Esperemos que sea un placer el conocernos. –Mencioné, dejando una breve pausa. –Para empezar, olvide lo que los demás le hayan enseñado. Tanto como si su carrera profesional va a derivar para la ciencia o la seguridad, no debe de sentarse en una silla en frente de papeles durante horas, o al menos, no para hacer cosas inútiles.
Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el interior del cuartel, en dirección al despacho que me habían cedido. La verdad es que no me agradaba que no me encontrase en mi despacho natural, aunque mucho más no podría pedir, me mandarían a freír espárragos, como se dice. Pasamos la puerta, ambos reclutas que se encontraban custodiándola nos saludaron, “Bienvenido de vuelta Señor Tamashī”. Con la gente proveniente del último barco era normal que hubiera movilidad dentro de las instalaciones, tal que podía ver a muchos marines yendo de un lado para otro. Un lástima, sería mejor que estuviera como siempre, en silencio.
Durante la marcha, alcé medianamente la voz para preguntarle algo a la guardiana, sin necesidad de darme la vuelta. –Dime. ¿Cuál es tu objetivo?
No pude evitar fijarme tampoco en que tenía algo que salía cuidadosamente del hombro. Parecía tratarse de un tatuaje que seguía un camino por su espalda. Y obviamente in especie de bastón, vara, palo, o como quiera llamarlo. ¿Para qué querría algo así? A menos que realmente no sea una científica, sino más bien que se encuentre al otro lado de la moneda.
-No tiene una mala imagen, eh. –Me insinuaba el imbécil de Hulk. Finalmente llegó hasta nosotros, y la recibieron mis “guardianes” con un tradicional saludo marcial. Yo tan sólo le envié una mirada. Al estar de forma curvada, se notaba una diferencia de altura entre nosotros dos.
Se presentó, y mis dudas se disiparon. No se trataba de una científica, sino de una guardiana, sigo sin comprender a gente como Hulk, a los que les guste más los golpes y los apaleos que la ciencia. La joven me cedió una carta sellada, con mi nombre. Con cuidado la abrí, y comencé a leerla. Terminé diez segundos después. Al parecer se trataba de un informe de la forma en que se reclutó, su evolución desde entonces hasta ahora, y algunas cosas varias más. Guardé de nuevo la carta en el sobre y la guardé en el bolsillo derecho trasero de mis tejanos. –Supongo que ya conocerá mi nombre. Esperemos que sea un placer el conocernos. –Mencioné, dejando una breve pausa. –Para empezar, olvide lo que los demás le hayan enseñado. Tanto como si su carrera profesional va a derivar para la ciencia o la seguridad, no debe de sentarse en una silla en frente de papeles durante horas, o al menos, no para hacer cosas inútiles.
Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el interior del cuartel, en dirección al despacho que me habían cedido. La verdad es que no me agradaba que no me encontrase en mi despacho natural, aunque mucho más no podría pedir, me mandarían a freír espárragos, como se dice. Pasamos la puerta, ambos reclutas que se encontraban custodiándola nos saludaron, “Bienvenido de vuelta Señor Tamashī”. Con la gente proveniente del último barco era normal que hubiera movilidad dentro de las instalaciones, tal que podía ver a muchos marines yendo de un lado para otro. Un lástima, sería mejor que estuviera como siempre, en silencio.
Durante la marcha, alcé medianamente la voz para preguntarle algo a la guardiana, sin necesidad de darme la vuelta. –Dime. ¿Cuál es tu objetivo?
- Aclaración:
- He puesto lo de tu arma porque no la has mencionado con anterioridad, no sabía si la llevabas o si estaba en la mochila, y bueno. SI quieres que lo edite comunicalo.
P.D: Perdona la tardanza, el trabajo me consumió mucho tiempo xD
Zamira Ivanov
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El Señor Tamashi me dio la bienvenida después de haber leído los documentos que habían al interior del sombre que le había entregado tan solo hacía unos segundos, los cuales guardo en el bolsillo derecho de su pantalón, este acto me dio una sensación de indiferencia hacia lo que fuera que estuviera ahí escrito. Luego del saludo me comento que como sugerencia debía olvidarme de lo que hayan enseñado en la academia, pues ni importaba mucho las diferencias entre la carrera que iba dirigida al ámbito científico o la que giraba en torno a la seguridad, lo único que me pedía era que no me sentara toda la vida frente a una pila de papeles inútiles durante horas, inmediatamente conteste.
-No señor en mis planes, no está el sentarse frente al archivo señor, simple me ha gustado el campo y créame tendré muy presentes sus palabras, se lo agradezco.
Sin más se dio media vuelta y comenzó a caminar rumbo al cuartel, junto con su escolta quienes comenzaron a caminar casi al mismo tiempo que él, yo me retrase un poco pues no estaba de todo segura de si debía seguirlo o no, además había quedado un poco perpleja por aquel personaje pues e podía ver a leguas que era algo inusual más allá de lo que pude haber imaginado en primera instancia. Era evidente en su tono de voz el cual aunque algo sereno, se notaba tosco y algo irritado, por este acto es que me había limitado a contestarle con un señor, si señor tan sólo hacia un par de segundos, era evidente él porque del respeto que mostraban así el sus subordinados.
Cuando salí de mis refracciones me limite a seguirlo en silencio, me sentía como una niña que sigue a un adulto, no lo sé, no podría describir con precisión la sensación que me despertaba todo eso. Al pasar por la puerta principal fui testigo del respeto del cual he mencionado antes pues los dos reclutas lo saludaron, con cierta formalidad como si fuera una celebridad o algo similar, el saludo fue cortes pero con un tono de admiración. Una vez al interior del cuartel pude notar el ajetreo que se libraba en su interior, los nuevos reclutas de todas las organizaciones estaban formados en filas frente a escritorios, con la finalidad de registrarse, algunos otros oficiales de mayor cargo iban y venían con grandes cantidades de archivos en las manos.
A mí alrededor era testigo auditiva de las cosas que ocurrían a la distancia, “Cadete Susuki... repórtese al escuadrón 24, cadete Antares... repórtese al escuadrón 27” era un mar de personas y sonidos. De pronto entre todo ese ruido se escuchó la voz del Señor Tamashi quien solo tuvo que elevar un poco la voz para llamar mi atención, mientras seguía caminando, en sus palabras vino una simple con la cual deseaba saber mi objetivo, está simple pregunta tenía una larga y compleja respuesta que intente resumir lo más que pude.
-Señor yo solo tengo dos objetivos en la vida uno es personal y creo que no tiene nada que ver con mi profesión dentro del gobierno como guardia de seguridad de los complejos científicos. El otro aunque también de carácter personal es la principal razón por la que este aquí ante usted, mi deseo es combatir una rara enfermedad que solo se presenta cada determinado tiempo señor, pero se ha omitido por muchos siglos el atacarla pues solo se cobra la vida de 1 o 2 personas cada 30 años aproximadamente. Quizás como muchos otros a los que les he contado esto usted catalogue de inútiles mis esfuerzos pero como científicos y médicos del gobierno, creo que es nuestro deber combatir cualquier enfermedad por insignificante que parezca. Eso pienso señor y ese es mi objetivo y en el proceso de lograrlo espero poder ser capaz de combatir cualquier mal que perturbé la vida de las personas señor, me disculpo por tan larga explicación señor.
Tras mi palabras me limite a callar y esperar la respuesta de mi anfitrión, el cual estaba segura me daría el mismo discurso autómata que había recibido por parte de mis instructores y de todos aquellos con los que había fungido de asistente. Por un lado estaba cansada que me preguntaran cual era mi objetivo si en verdad no deseaban escucharlo, o solo savia para que me tachan de loca y con un suspiro me prepara para el comentario, pero también para las tareas de secretaria que me tendrían preparado.
-No señor en mis planes, no está el sentarse frente al archivo señor, simple me ha gustado el campo y créame tendré muy presentes sus palabras, se lo agradezco.
Sin más se dio media vuelta y comenzó a caminar rumbo al cuartel, junto con su escolta quienes comenzaron a caminar casi al mismo tiempo que él, yo me retrase un poco pues no estaba de todo segura de si debía seguirlo o no, además había quedado un poco perpleja por aquel personaje pues e podía ver a leguas que era algo inusual más allá de lo que pude haber imaginado en primera instancia. Era evidente en su tono de voz el cual aunque algo sereno, se notaba tosco y algo irritado, por este acto es que me había limitado a contestarle con un señor, si señor tan sólo hacia un par de segundos, era evidente él porque del respeto que mostraban así el sus subordinados.
Cuando salí de mis refracciones me limite a seguirlo en silencio, me sentía como una niña que sigue a un adulto, no lo sé, no podría describir con precisión la sensación que me despertaba todo eso. Al pasar por la puerta principal fui testigo del respeto del cual he mencionado antes pues los dos reclutas lo saludaron, con cierta formalidad como si fuera una celebridad o algo similar, el saludo fue cortes pero con un tono de admiración. Una vez al interior del cuartel pude notar el ajetreo que se libraba en su interior, los nuevos reclutas de todas las organizaciones estaban formados en filas frente a escritorios, con la finalidad de registrarse, algunos otros oficiales de mayor cargo iban y venían con grandes cantidades de archivos en las manos.
A mí alrededor era testigo auditiva de las cosas que ocurrían a la distancia, “Cadete Susuki... repórtese al escuadrón 24, cadete Antares... repórtese al escuadrón 27” era un mar de personas y sonidos. De pronto entre todo ese ruido se escuchó la voz del Señor Tamashi quien solo tuvo que elevar un poco la voz para llamar mi atención, mientras seguía caminando, en sus palabras vino una simple con la cual deseaba saber mi objetivo, está simple pregunta tenía una larga y compleja respuesta que intente resumir lo más que pude.
-Señor yo solo tengo dos objetivos en la vida uno es personal y creo que no tiene nada que ver con mi profesión dentro del gobierno como guardia de seguridad de los complejos científicos. El otro aunque también de carácter personal es la principal razón por la que este aquí ante usted, mi deseo es combatir una rara enfermedad que solo se presenta cada determinado tiempo señor, pero se ha omitido por muchos siglos el atacarla pues solo se cobra la vida de 1 o 2 personas cada 30 años aproximadamente. Quizás como muchos otros a los que les he contado esto usted catalogue de inútiles mis esfuerzos pero como científicos y médicos del gobierno, creo que es nuestro deber combatir cualquier enfermedad por insignificante que parezca. Eso pienso señor y ese es mi objetivo y en el proceso de lograrlo espero poder ser capaz de combatir cualquier mal que perturbé la vida de las personas señor, me disculpo por tan larga explicación señor.
Tras mi palabras me limite a callar y esperar la respuesta de mi anfitrión, el cual estaba segura me daría el mismo discurso autómata que había recibido por parte de mis instructores y de todos aquellos con los que había fungido de asistente. Por un lado estaba cansada que me preguntaran cual era mi objetivo si en verdad no deseaban escucharlo, o solo savia para que me tachan de loca y con un suspiro me prepara para el comentario, pero también para las tareas de secretaria que me tendrían preparado.
- Respuesta:
- No hay problema por lo del arma esta bien :D y por lo del tiempo tampoco tengo inconveniente, pues comprendo la situación en mi caso también me tiene un poco restringido los tiempos la escuela y otros deberes.
Gracias por todo y me ha gustado mucho el ritmo que tiene el rol y la temática por la cual va
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A decir verdad la respuesta que me dio me descolocó un poco. Es posible que su cerebro no funcionase del todo a la hora de haber elegido la rama gubernamental que representar. Mas, me fijé en otra labor en cual ayudaría. Por sus palabras deduciría que al resto de instructores que ha tenido le han parecido intentos inútiles y de gasto de recursos desaprovechado, algo que echaría para atrás a mucha gente. Así pues, después de haber dado dos o tres pasos seguidos de su explicación, decidí pararme. Fue un tanto repentino, haciendo que parase el flujo de la caminata y que algunos de los marines que me seguían se chocaran y posiblemente se sintieran algo de dolor, haciendo ver que no había ocurrido nada, claro.
A nuestro alrededor la movilidad no cesaba, había mucho que hacer y poco tiempo. Algunos me dedicaban una mirada con el rabillo del ojo al pasar, mientras que otros cuales ya me conocían inclusive intentaban evitar el contacto visual. Me angustiaban, fechas señaladas. Gente realizando gestiones fuera de sus cabinas, sus papeles, con caracolófono en mano e intentando no hacer repetir a su interlocutor varias veces lo que dijese por no poder escucharle. La verdad es que había mucho ruido, así uno no podía mantener una conversación en condiciones. Por suerte, quedaban escasos metros hacia el pequeño despacho que me habían acomodado. –Discúlpeme Señor, ¿ocurre algo? –Me transmitió una voz grave, sacándome de mi, escaso, mundo analítico. Se trataba de uno de mis “seguidores”. Tuve que darme la vuelta para mirar directamente hacia las pequeñas circunferencias a color protegidas por un manto blanco, los cuales la nueva integrante tenía por ojos. –Insignificante. ¿Realmente es insignificante? Querer obrar por ayudar al mundo y los seres humanos para combatir aquello que más tememos y querer seguir jugando a ser Dios. –Dije con mi natural tez fría, sin expresión facial, y ante la mirada atónica en cualquier caso del resto. –Sin embargo me he ido un poco de aquello que planeaba comentar. No hay ningún error en querer combatir contra algo que a largo plazo pueda ser un gran problema para la comunidad. Es decir, ¿por qué iba a ser insignificante querer cortar un problema cuando aún no ha crecido? Aquellas personas que menosprecian tu esfuerzo ya se arrepentirán cuando algo que se obre dos vidas cada tres décadas, decida cobrar dos millones cada treinta días.
Tras aquellas palabras, de nuevo y sin esperar respuesta decidí continuar con aquél camino hacia aquél despacho en el cual aquella muchacha recibiría algo que hace mucho que no daba, clases, pues a fin de cuentas, aquí se encontraba para ello. –¿Y esos ánimos que das? Cuándo has sido tu tan buena gente con los demás. –Me recriminaba Hulk por dentro. –Te estás ablandando ehhhh. –Continuó. –Vuelve a decir eso una vez más y hoy no pelearás. –Le corté.
Llegamos. Abrí la puerta y, ¡oh, silencio! Quién te mira y quién te ve. Mi despacho se encontraba intacto, nadie podía utilizarlo, por muy necesitados que se encontrasen ahora mismo, y más les valía. Por muy temporal que sea, mi espacio no ha de ser tocado. Un simple escritorio un tanto más alargado de lo normal lleno de pilas de papeles garabateados con letras se extendía ante nosotros en la habitación. Una silla de confort y otra para invitados a cada lado del mismo, tazas de café negro sin terminar, un televisor cuadrado, pequeño, colgaba de una esquina haciendo que aquél que se sentara al otro lado del escritorio pudiera observar perfectamente lo que su placer le pidiera. Un laptop cerrado se hacía un hueco entre cafés, fresas y tartas en un hueco pseudo central de la mesa. Si alguien se dignaba a girar la cabeza podría observar montañas de libros ordenados de la mejor manera posible tras haber sido utilizados. Una segunda mesa más pequeña y limpia se encontraba a espaldas de la primera. Ambas eran de material biológico que antaño hacía la fotosíntesis, y que ahora se encuentra inerte en un despacho con tinte de cemento.
Tras pasar, y que mis acompañantes lo hicieran, pedí a los marines que esperasen fuera mientras mantenía una conversación con la nueva integrante del gobierno. Más que una petición, sería un orden que no incumplirían, y así fue. A puerta cerrada, decidí ir tras el escritorio y acercarme a aquél bol con fresas y coger una. Tras un primer mordisco, procedí con la charla. –Y bien, dígame. ¿Por qué Guardiana? Tu objetivo es derrocar el terrible imperio que tiene una extraña enfermedad. No cree que para ello hubiera sido más sensato ser científica. –Dije mientras sacaba de mi bolsillo aquella carta con mi mano sobrante. –Según esto usted ha tenido que haber estudiado medicina, por ende ya tenía progreso en ese campo. –Le dije mientras seguí mi degustación a la par que mostraba el sobre. Ciertamente, esperaba la respuesta con algo de curiosidad.
A nuestro alrededor la movilidad no cesaba, había mucho que hacer y poco tiempo. Algunos me dedicaban una mirada con el rabillo del ojo al pasar, mientras que otros cuales ya me conocían inclusive intentaban evitar el contacto visual. Me angustiaban, fechas señaladas. Gente realizando gestiones fuera de sus cabinas, sus papeles, con caracolófono en mano e intentando no hacer repetir a su interlocutor varias veces lo que dijese por no poder escucharle. La verdad es que había mucho ruido, así uno no podía mantener una conversación en condiciones. Por suerte, quedaban escasos metros hacia el pequeño despacho que me habían acomodado. –Discúlpeme Señor, ¿ocurre algo? –Me transmitió una voz grave, sacándome de mi, escaso, mundo analítico. Se trataba de uno de mis “seguidores”. Tuve que darme la vuelta para mirar directamente hacia las pequeñas circunferencias a color protegidas por un manto blanco, los cuales la nueva integrante tenía por ojos. –Insignificante. ¿Realmente es insignificante? Querer obrar por ayudar al mundo y los seres humanos para combatir aquello que más tememos y querer seguir jugando a ser Dios. –Dije con mi natural tez fría, sin expresión facial, y ante la mirada atónica en cualquier caso del resto. –Sin embargo me he ido un poco de aquello que planeaba comentar. No hay ningún error en querer combatir contra algo que a largo plazo pueda ser un gran problema para la comunidad. Es decir, ¿por qué iba a ser insignificante querer cortar un problema cuando aún no ha crecido? Aquellas personas que menosprecian tu esfuerzo ya se arrepentirán cuando algo que se obre dos vidas cada tres décadas, decida cobrar dos millones cada treinta días.
Tras aquellas palabras, de nuevo y sin esperar respuesta decidí continuar con aquél camino hacia aquél despacho en el cual aquella muchacha recibiría algo que hace mucho que no daba, clases, pues a fin de cuentas, aquí se encontraba para ello. –¿Y esos ánimos que das? Cuándo has sido tu tan buena gente con los demás. –Me recriminaba Hulk por dentro. –Te estás ablandando ehhhh. –Continuó. –Vuelve a decir eso una vez más y hoy no pelearás. –Le corté.
Llegamos. Abrí la puerta y, ¡oh, silencio! Quién te mira y quién te ve. Mi despacho se encontraba intacto, nadie podía utilizarlo, por muy necesitados que se encontrasen ahora mismo, y más les valía. Por muy temporal que sea, mi espacio no ha de ser tocado. Un simple escritorio un tanto más alargado de lo normal lleno de pilas de papeles garabateados con letras se extendía ante nosotros en la habitación. Una silla de confort y otra para invitados a cada lado del mismo, tazas de café negro sin terminar, un televisor cuadrado, pequeño, colgaba de una esquina haciendo que aquél que se sentara al otro lado del escritorio pudiera observar perfectamente lo que su placer le pidiera. Un laptop cerrado se hacía un hueco entre cafés, fresas y tartas en un hueco pseudo central de la mesa. Si alguien se dignaba a girar la cabeza podría observar montañas de libros ordenados de la mejor manera posible tras haber sido utilizados. Una segunda mesa más pequeña y limpia se encontraba a espaldas de la primera. Ambas eran de material biológico que antaño hacía la fotosíntesis, y que ahora se encuentra inerte en un despacho con tinte de cemento.
Tras pasar, y que mis acompañantes lo hicieran, pedí a los marines que esperasen fuera mientras mantenía una conversación con la nueva integrante del gobierno. Más que una petición, sería un orden que no incumplirían, y así fue. A puerta cerrada, decidí ir tras el escritorio y acercarme a aquél bol con fresas y coger una. Tras un primer mordisco, procedí con la charla. –Y bien, dígame. ¿Por qué Guardiana? Tu objetivo es derrocar el terrible imperio que tiene una extraña enfermedad. No cree que para ello hubiera sido más sensato ser científica. –Dije mientras sacaba de mi bolsillo aquella carta con mi mano sobrante. –Según esto usted ha tenido que haber estudiado medicina, por ende ya tenía progreso en ese campo. –Le dije mientras seguí mi degustación a la par que mostraba el sobre. Ciertamente, esperaba la respuesta con algo de curiosidad.
Zamira Ivanov
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Repentinamente aquel hombre, detuvo el paso ante mi respuesta, por escasos centímetros chocaba con quien era mi superior inmediato, pude notar como algunos de los marines que nos acompañaron no lograron frenar a tiempo por lo inevitablemente chocaron entre ellos. Tan repentina acción me trasmitió un desenfado con respecto a mi respuesta y tal como me lo esperaba continuación vendría una carcajada o uno de esos discursos desalentadores que buscan matar la esperanza de los nuevos reclutas, la verdad es que nunca he entendido la función de esos discursos hay quien supone que solo sirven como un filtro que busca sacar a todo aquel sin espíritu o motivaciones. Fuera cual fuera l función en verdad ya estaba harta pues si bien no lograrían que desertara, por ello tampoco lograrían motivarme más.
De pronto uno de los marines se dirigió a Tamashi quien tras las palabras pareció salir de un estado de abstracción, al igual que una servidora, de pronto nuestros ojos se cruzaron y pude sentir un escalofrió recorrer mi espalda, sus ojos tranquilos y serenos como estanques, me paralizaron de inmediato, incluso mi respiración se entre corto sin duda aquel hombre había contemplado muchas experiencias en su vida y estas quedaban ocultas en las profundidades de su alma. Su vos me trajo de vuelta, sus palabras fueron duras, firmes, llegando a un grado de frialdad, sin embargó no detecte hostiles así mi persona. Tampoco puedo asegurar que fueran un reclamo, aun cuando sus primeras palabras daban un matiz de desaprobación pues consideraba que mi objetivo era semejante a querer ser dios, buscando la salvación del mundo, en busca de una causa ya muy recurrida por muchos, la cual pudiera ser incluso considerada poco creativa.
Tras estas palabras surgieron otras que aun cuando eran producidas con la misma seriedad y un poco menos de frialdad, eran evidente que eran palabras de aliento o al menos así me pareció, pues estas se planteaban lo que yo no había podido explicar, siendo mi idea muy similar a lo que mi superior argumentaba, yo en verdad pretendía cortar de tajo un mal que aún no se había vuelto algo irremediable. Sus palabras, esas palabras me reconfortaron de alguna manera aquel hombre era diferente, a su manera había dicho lo que necesitaba escuchar y me había dado armas para defender mi idea, mi sueño, mi ideal. Por alguna razón surgió en mi la necesidad de darles las gracias, pero no espero respuesta del mismo modo tan abrupto, dio media vuelta y comenzó a caminar esta acción me ayudo a recuperar la compostura, que había perdido ante sus inesperadas palabras de aprobación.
No pasaron muchos segundos antes de estar frente al que seguramente era su despacho, al entrar pude notar una habitación algo extraña a simple vista parecía desordenada, a los costados de cuarto habían pilas de libros encimados unos sobre otros, de la misma forma el escritorio tenía sobre el esparcidos cientos de papeles, los cuales compartían espacio con unas fresas y tartas. Como he dicho uno podría suponer cierto caos, pero era evidente que todo guardaba un orden minucioso observando con más detenimiento era evidente la limpieza y la pulcritud de aquel hombre, algo ciertamente ajeno a mi persona, pero que igual era reconfortante. Una vez dentro Tamashi dio la orden de que nos dejaran solos, pese que su tono no era autoritario la seguridad con la que decía las aquellas palabras denotaban que la petición más que un favor era como ya he dicho una orden.
Me sentí en ese momento algo intimidada, una sensación que hasta el momento no había sentido tan vívidamente justo en el momento que se cerró la puerta detrás de mi sentí como mi corazón bombeaba a mil por hora. Al notar que mi anfitrión tomaba asiento, me dispuse a imitarlo aun cuando no se me había invitado a tomar asiento, ahora estando sentada frente el del otro lado del escritorio surgieron nuevos cuestionamientos, producto como me hizo saber de la carta que contenía el sobre, para este momento me sentía más tranquila.
Aquel primer sobre salto había desaparecido y me limite a contestar de manera serena –Vera señor me temo que no he sido yo quien ha escogido el cargo, no sé si la carta que tiene en su poder lo menciona pero, no hace mucho presente unas pruebas de selección, de entre todos los que presentaron fui la única que asedió a unirse al cuerpo de científicos...- hice una leve pausa, dudosa de continuar, pues si la carta no lo decía no deseaba verme inferior o incapaz, no obstante me arme de valor, diciéndome que no tenia de que temer yo y solo yo conocía mi verdadero potencial, tras esto continúe-... yo fui uno de los promedios más bajos en las pruebas, aunque me despeñe en excelentemente en el campo de la fármacos, en los otros campos falle otros mente. Sobre todo en las pruebas de cirugía, tengo un tick cuando agarro los escarpelos y no pudo operar. Cuando se enteraron de esto estuvieron a punto de regresar me a casa, pero se enteraron que era domadora esto hizo que tras una larga reflexión me invitarán los superiores a unirme como guardiana, creo señor y es suposición mía que tiene pensado crear un división de seguridad con domadores a su cargo para puestos de máxima seguridad en un futuro, la verdad señor con todo respeto le diré que no me importa los planes de los jefes mientras pueda estar cerca de un laboratorio estoy feliz y en un futuro si existe la posibilidad are mi cambio de promoción para el área científica- Dije finalmente muy segura de mí, la historia había sido larga pero esperaba que me hubiera escuchado por completo, sin mas me limite a escuchar su opinión, si es que tenía alguna.
De pronto uno de los marines se dirigió a Tamashi quien tras las palabras pareció salir de un estado de abstracción, al igual que una servidora, de pronto nuestros ojos se cruzaron y pude sentir un escalofrió recorrer mi espalda, sus ojos tranquilos y serenos como estanques, me paralizaron de inmediato, incluso mi respiración se entre corto sin duda aquel hombre había contemplado muchas experiencias en su vida y estas quedaban ocultas en las profundidades de su alma. Su vos me trajo de vuelta, sus palabras fueron duras, firmes, llegando a un grado de frialdad, sin embargó no detecte hostiles así mi persona. Tampoco puedo asegurar que fueran un reclamo, aun cuando sus primeras palabras daban un matiz de desaprobación pues consideraba que mi objetivo era semejante a querer ser dios, buscando la salvación del mundo, en busca de una causa ya muy recurrida por muchos, la cual pudiera ser incluso considerada poco creativa.
Tras estas palabras surgieron otras que aun cuando eran producidas con la misma seriedad y un poco menos de frialdad, eran evidente que eran palabras de aliento o al menos así me pareció, pues estas se planteaban lo que yo no había podido explicar, siendo mi idea muy similar a lo que mi superior argumentaba, yo en verdad pretendía cortar de tajo un mal que aún no se había vuelto algo irremediable. Sus palabras, esas palabras me reconfortaron de alguna manera aquel hombre era diferente, a su manera había dicho lo que necesitaba escuchar y me había dado armas para defender mi idea, mi sueño, mi ideal. Por alguna razón surgió en mi la necesidad de darles las gracias, pero no espero respuesta del mismo modo tan abrupto, dio media vuelta y comenzó a caminar esta acción me ayudo a recuperar la compostura, que había perdido ante sus inesperadas palabras de aprobación.
No pasaron muchos segundos antes de estar frente al que seguramente era su despacho, al entrar pude notar una habitación algo extraña a simple vista parecía desordenada, a los costados de cuarto habían pilas de libros encimados unos sobre otros, de la misma forma el escritorio tenía sobre el esparcidos cientos de papeles, los cuales compartían espacio con unas fresas y tartas. Como he dicho uno podría suponer cierto caos, pero era evidente que todo guardaba un orden minucioso observando con más detenimiento era evidente la limpieza y la pulcritud de aquel hombre, algo ciertamente ajeno a mi persona, pero que igual era reconfortante. Una vez dentro Tamashi dio la orden de que nos dejaran solos, pese que su tono no era autoritario la seguridad con la que decía las aquellas palabras denotaban que la petición más que un favor era como ya he dicho una orden.
Me sentí en ese momento algo intimidada, una sensación que hasta el momento no había sentido tan vívidamente justo en el momento que se cerró la puerta detrás de mi sentí como mi corazón bombeaba a mil por hora. Al notar que mi anfitrión tomaba asiento, me dispuse a imitarlo aun cuando no se me había invitado a tomar asiento, ahora estando sentada frente el del otro lado del escritorio surgieron nuevos cuestionamientos, producto como me hizo saber de la carta que contenía el sobre, para este momento me sentía más tranquila.
Aquel primer sobre salto había desaparecido y me limite a contestar de manera serena –Vera señor me temo que no he sido yo quien ha escogido el cargo, no sé si la carta que tiene en su poder lo menciona pero, no hace mucho presente unas pruebas de selección, de entre todos los que presentaron fui la única que asedió a unirse al cuerpo de científicos...- hice una leve pausa, dudosa de continuar, pues si la carta no lo decía no deseaba verme inferior o incapaz, no obstante me arme de valor, diciéndome que no tenia de que temer yo y solo yo conocía mi verdadero potencial, tras esto continúe-... yo fui uno de los promedios más bajos en las pruebas, aunque me despeñe en excelentemente en el campo de la fármacos, en los otros campos falle otros mente. Sobre todo en las pruebas de cirugía, tengo un tick cuando agarro los escarpelos y no pudo operar. Cuando se enteraron de esto estuvieron a punto de regresar me a casa, pero se enteraron que era domadora esto hizo que tras una larga reflexión me invitarán los superiores a unirme como guardiana, creo señor y es suposición mía que tiene pensado crear un división de seguridad con domadores a su cargo para puestos de máxima seguridad en un futuro, la verdad señor con todo respeto le diré que no me importa los planes de los jefes mientras pueda estar cerca de un laboratorio estoy feliz y en un futuro si existe la posibilidad are mi cambio de promoción para el área científica- Dije finalmente muy segura de mí, la historia había sido larga pero esperaba que me hubiera escuchado por completo, sin mas me limite a escuchar su opinión, si es que tenía alguna.
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