Keth - Selim
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Había llegado a Villmark al caer la tarde y los colores del ocaso le daban una apariencia fantástica. No se oía nada, pero parecía el lugar perfecto para hacer una excursión. Había resuelto tomarme unas vacaciones, hacer turismo... tal vez encontrar plantas interesantes e inventar un par de platos nuevos. Quizá incluso hubiera alguna venenosa que me sirviera para, evidentemente, patentar un nuevo veneno. Esas cosas siempre eran útiles, al fin y al cabo.
La isla era una belleza, enorme y con todos los escenarios posibles: Montes enormes y nevados, pantanos y selvas, playas de agua cristalina... de hecho, tomarse un baño parecía una buena idea. Me acerqué a la orilla para echar el ancla antes de desnudarme y tirarme de cabeza al mar. Estaba fresca y era increíble bañarse después de estar tres días navegando. Estuve un par de horas haciendo el tonto en el agua, nadando y tocando la flauta antes de secarme y vestirme de nuevo. Di un par de vueltas por la playa, sin saber por donde entrar. Por encima de todo, había una cosa que me llamaba muchísimo la atención de esta isla. Había oído en una taberna a dos hombres que se reían recordando sus días... ¡En el bosque de hongos! Tenía que ver eso, sonaba increíble. El único problema era que la isla era muy grande y yo, muy pequeño.
Fui al barco y cogí mi mochila, con medicinas, comida, cuerda, etc. Lo típico. Cogí mi katana y volví dispuesto a adentrarme entre los árboles. Encontré un cacho de jungla que parecía sorteable y eché a caminar. Tenía que ir cortando las lianas según me adentraba más y más, pero no me importaba. Eso me obligaba a hacer ruido, lo que posiblemente ahuyentaría a los bichos y/o serpientes que pudiera haber. Oh. Dios. ¿Habría avestruces en esta isla? Di una vuelta en redondo preguntándomelo. Incluso me pareció oír su asqueroso corretear de patas y plumas y grasa, pero había sido una falsa alarma. Seguro que estaba reaccionando de manera excesiva. Hmm. Pero no debía bajar la guardia, esos asquerosos bichos podían estar en cualquier parte.
Así que seguí caminando, atento a la posibilidad de avestruces, algo que sirviera de comida, o el famoso bosque de hongos.
La isla era una belleza, enorme y con todos los escenarios posibles: Montes enormes y nevados, pantanos y selvas, playas de agua cristalina... de hecho, tomarse un baño parecía una buena idea. Me acerqué a la orilla para echar el ancla antes de desnudarme y tirarme de cabeza al mar. Estaba fresca y era increíble bañarse después de estar tres días navegando. Estuve un par de horas haciendo el tonto en el agua, nadando y tocando la flauta antes de secarme y vestirme de nuevo. Di un par de vueltas por la playa, sin saber por donde entrar. Por encima de todo, había una cosa que me llamaba muchísimo la atención de esta isla. Había oído en una taberna a dos hombres que se reían recordando sus días... ¡En el bosque de hongos! Tenía que ver eso, sonaba increíble. El único problema era que la isla era muy grande y yo, muy pequeño.
Fui al barco y cogí mi mochila, con medicinas, comida, cuerda, etc. Lo típico. Cogí mi katana y volví dispuesto a adentrarme entre los árboles. Encontré un cacho de jungla que parecía sorteable y eché a caminar. Tenía que ir cortando las lianas según me adentraba más y más, pero no me importaba. Eso me obligaba a hacer ruido, lo que posiblemente ahuyentaría a los bichos y/o serpientes que pudiera haber. Oh. Dios. ¿Habría avestruces en esta isla? Di una vuelta en redondo preguntándomelo. Incluso me pareció oír su asqueroso corretear de patas y plumas y grasa, pero había sido una falsa alarma. Seguro que estaba reaccionando de manera excesiva. Hmm. Pero no debía bajar la guardia, esos asquerosos bichos podían estar en cualquier parte.
Así que seguí caminando, atento a la posibilidad de avestruces, algo que sirviera de comida, o el famoso bosque de hongos.
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Caminaba por aquella frondosa selva, masticando un trozo de cecina que había cogido del barco antes de bajar y que mis compañeros me dejaran aquí. Malditos bastardos, me mandan a buscar comida y tienen la desfachatez de largarse... Pienso frotarme cada trozo de carne por los sobacos.
Llegué hasta un pequeño camino que cruzaba la vegetación, donde había un enorme animal. Un pájaro gigantesco de largo cuello picoteaba el suelo, mientras caminaba con sus enormes patas. No podía creerlo... era un... un...
-¡¡UN POLLO GRANDE!!
El pollo me miró de golpe, abriendo el pico y gritando. Eché un paso hacia atrás y alcé los brazos, escuchando los gritos del pájaro.
-Tranquilo, no era mi intención asustarte. Verás, necesito tu ayuda. Tengo que explorar esta isla y... bueno, tus patas son más fuertes que las mías. ¿me llevas?
El pájaro volvió a gritar, esta vez dando un golpe en el suelo con su enorme garra y haciendo un surco en la tierra.
-Te daré algo a cambio, lo prometo.
Tras un rato de dudas, el pájaro flexionó las piernas y me subí a su espalda, con cuidado de no molestarle, y agarrándome a sus pequeñas alas que dificilmente servirían para volar. Entonces, el ave empezó a correr a una gran velocidad, dejando el lugar atrás y haciendo que me agarrara con más fuerza. Mientras corría por el camino, pude ver a lo lejos una figura que se acercaba cada vez más.
-¡CUIDADO! ¡VAMOS A CHOCAR!
Llegué hasta un pequeño camino que cruzaba la vegetación, donde había un enorme animal. Un pájaro gigantesco de largo cuello picoteaba el suelo, mientras caminaba con sus enormes patas. No podía creerlo... era un... un...
-¡¡UN POLLO GRANDE!!
El pollo me miró de golpe, abriendo el pico y gritando. Eché un paso hacia atrás y alcé los brazos, escuchando los gritos del pájaro.
-Tranquilo, no era mi intención asustarte. Verás, necesito tu ayuda. Tengo que explorar esta isla y... bueno, tus patas son más fuertes que las mías. ¿me llevas?
El pájaro volvió a gritar, esta vez dando un golpe en el suelo con su enorme garra y haciendo un surco en la tierra.
-Te daré algo a cambio, lo prometo.
Tras un rato de dudas, el pájaro flexionó las piernas y me subí a su espalda, con cuidado de no molestarle, y agarrándome a sus pequeñas alas que dificilmente servirían para volar. Entonces, el ave empezó a correr a una gran velocidad, dejando el lugar atrás y haciendo que me agarrara con más fuerza. Mientras corría por el camino, pude ver a lo lejos una figura que se acercaba cada vez más.
-¡CUIDADO! ¡VAMOS A CHOCAR!
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De repente encontré un pequeño camino que se abría paso entre la vegetación. Me alegré sinceramente, ya no tendría que ir cortando a katanazos las lianas y tal vez en la pradera habría algo que pudiera servirme de cena. Pero, ¡Ay, pobre de mi! No imaginaba con lo que iba a encontrarme.
Ni siquiera había dado dos pasos por el caminito cuando lo noté. Ese olor nauseabundo, ese tum-tum de sus patas al chocar contra la tierra, el frush-frush de sus asquerosas plumas inútiles al viento y sobre todo y por encima: Ese horrible sonido que hacía al gritar. Un avestruz. Tiré mi mochila a un lado y medio segundo después la vi, acercándose en la distancia. Llevaba algo en el lomo, pero no me paré a averiguar qué era. Llevaba mucho, muchísimo tiempo queriendo vengarme de ese horrible animal.
Aún recordaba cómo en la ceremonia de los guardianes me adelante tembloroso hacia mi maestro, para confesar delante de toda la aldea que... yo no tenía a quién proteger. Me había planteado mentir, me había planteado huir... pero no tuve el coraje necesario. Me acerqué paso a paso, notando como la cabeza me daba vueltas y un nudo en la garganta; allí de donde yo procedía, había cometido un crimen impensable... o eso creía yo. Y justo cuando iba a decirlo, justo cuando iba a confesarlo, ese asqueroso bicho entró corriendo en el claro, atropellando a la gente e interrumpiendo la ceremonia, además de tirarme al suelo. Terminé gritando al borde de un ataque de pánico mientras esa cosa me miraba como juzgándome.
Pero no se repetiría, hoy no. Agarré con más fuerza mi katana y me situé a un lado del camino, calculando el momento. Tenía la fuerza necesaria, sabía que si. Tan solo debía aprovechar la velocidad que llevaba y rebanarle de un golpe ese asqueroso y delgado cuello de una vez por todas. Luego podría desplumarlo y divertirme, pero primero... primero debía acabar con él. Aguanté hasta el último segundo, y cuando pasaron por mi lado, lancé mi ataque. Noté la carne impactar contra mi katana y ser atravesada por esta. Algunas gotas de sangre aterrizaron en mi cara y entonces me fijé en qué llevaba el avestruz en la grupa: Un mapache.
Un mapache que además iba vestido. De hecho, ahora que lo pensaba, en mi cabeza estaba algo así como un recuerdo lejano de una voz que gritaba: ''CUIDADO, VAMOS A CHOCAR''. ¿Habría sido el mapache?
-¿Pero qué...?
Arranqué la katana de donde estaba y di un salto hacia atrás. Estaba medio cubierto de sangre, y la cabeza del asqueroso bicho se había caído hasta su cuerpo, unida al cuello tan solo por un jirón endeble de esa especie de piel o membrana que tenían. Puagh. El animal cayó al suelo y yo miré al mapache sin soltar la katana, intentando no amenazarle... al fin y al cabo, a mi me gustaban los animales.
-¿Tú... tú hablas?- Le pregunté jadeante por la tensión y algo asombrado.
Ni siquiera había dado dos pasos por el caminito cuando lo noté. Ese olor nauseabundo, ese tum-tum de sus patas al chocar contra la tierra, el frush-frush de sus asquerosas plumas inútiles al viento y sobre todo y por encima: Ese horrible sonido que hacía al gritar. Un avestruz. Tiré mi mochila a un lado y medio segundo después la vi, acercándose en la distancia. Llevaba algo en el lomo, pero no me paré a averiguar qué era. Llevaba mucho, muchísimo tiempo queriendo vengarme de ese horrible animal.
Aún recordaba cómo en la ceremonia de los guardianes me adelante tembloroso hacia mi maestro, para confesar delante de toda la aldea que... yo no tenía a quién proteger. Me había planteado mentir, me había planteado huir... pero no tuve el coraje necesario. Me acerqué paso a paso, notando como la cabeza me daba vueltas y un nudo en la garganta; allí de donde yo procedía, había cometido un crimen impensable... o eso creía yo. Y justo cuando iba a decirlo, justo cuando iba a confesarlo, ese asqueroso bicho entró corriendo en el claro, atropellando a la gente e interrumpiendo la ceremonia, además de tirarme al suelo. Terminé gritando al borde de un ataque de pánico mientras esa cosa me miraba como juzgándome.
Pero no se repetiría, hoy no. Agarré con más fuerza mi katana y me situé a un lado del camino, calculando el momento. Tenía la fuerza necesaria, sabía que si. Tan solo debía aprovechar la velocidad que llevaba y rebanarle de un golpe ese asqueroso y delgado cuello de una vez por todas. Luego podría desplumarlo y divertirme, pero primero... primero debía acabar con él. Aguanté hasta el último segundo, y cuando pasaron por mi lado, lancé mi ataque. Noté la carne impactar contra mi katana y ser atravesada por esta. Algunas gotas de sangre aterrizaron en mi cara y entonces me fijé en qué llevaba el avestruz en la grupa: Un mapache.
Un mapache que además iba vestido. De hecho, ahora que lo pensaba, en mi cabeza estaba algo así como un recuerdo lejano de una voz que gritaba: ''CUIDADO, VAMOS A CHOCAR''. ¿Habría sido el mapache?
-¿Pero qué...?
Arranqué la katana de donde estaba y di un salto hacia atrás. Estaba medio cubierto de sangre, y la cabeza del asqueroso bicho se había caído hasta su cuerpo, unida al cuello tan solo por un jirón endeble de esa especie de piel o membrana que tenían. Puagh. El animal cayó al suelo y yo miré al mapache sin soltar la katana, intentando no amenazarle... al fin y al cabo, a mi me gustaban los animales.
-¿Tú... tú hablas?- Le pregunté jadeante por la tensión y algo asombrado.
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Todo ocurrió demasiado rápido. Un destello de luz rebotando contra el metal de una espada me cegó ligeramente, por lo que cerré los ojos y... caí al suelo. Mi cuerpo estalló en millones de granitos de arena que rapidamente se recompusieron de nuevo en mi, levantándome. Me sacudí el cuerpo y miré a un lado, para ver al pobre avestruz decapitado en el suelo.
- ¡NO! ¡MRS DOUBTFIRE! ¡¿QUÉ TE HAN HECHO?!
La voz de un muchacho preguntando si hablaba me hizo separar las manos de mi cabeza, que habían sido movidas allí para sobreactuar el grito con más énfasis. Observé al muchacho de arriba a abajo. ¿Había matado él a la avestruz? Chasqueé la lengua y empecé a mover el cuerpo del animal, tal vez comprobando si sería buena carne para comer.
- Si. Hablo. Y eso me hace inteligente, supongo. -Levanté una de las alas del animal. - Agh, no. Esto no se puede aprovechar.
Me moví hacia atrás y llamé al viento con un movimiento de brazo, haciendo que una ráfaga de aire empujara el cadáver del avestruz y lo lanzase a un lado del camino. Me sacudí las palmas de las manos y miré al chico con una ceja levantada y los brazos cruzados.
- ¿Piensas quedarte ahí todo el día, amigo?
- ¡NO! ¡MRS DOUBTFIRE! ¡¿QUÉ TE HAN HECHO?!
La voz de un muchacho preguntando si hablaba me hizo separar las manos de mi cabeza, que habían sido movidas allí para sobreactuar el grito con más énfasis. Observé al muchacho de arriba a abajo. ¿Había matado él a la avestruz? Chasqueé la lengua y empecé a mover el cuerpo del animal, tal vez comprobando si sería buena carne para comer.
- Si. Hablo. Y eso me hace inteligente, supongo. -Levanté una de las alas del animal. - Agh, no. Esto no se puede aprovechar.
Me moví hacia atrás y llamé al viento con un movimiento de brazo, haciendo que una ráfaga de aire empujara el cadáver del avestruz y lo lanzase a un lado del camino. Me sacudí las palmas de las manos y miré al chico con una ceja levantada y los brazos cruzados.
- ¿Piensas quedarte ahí todo el día, amigo?
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El mapache empezó a dar vueltas alrededor del cadáver, ¿Estaba comprobando la carne? ¿De verdad?
-Oye, ni pienses en comerte eso. No se qué hacías montando esa inmundicia, pero de probarla seguro que morirás envenenado. Esos bichos son el mal.
No estoy seguro de que me oyera, pero el hecho es que se apartó del cadáver y con un movimiento de su brazo, esté revoloteó hasta apartarse del camino. Porque lo había hecho él, estaba seguro. ¿De dónde había salido este animal? En esta isla había cosas muy raras... Me limpié la sangre de la cara pero no solté la katana. No podía bajar la guardia ante alguien tan estrafalario. Podría ser un criminal buscado o alguien poderoso. O quizás se había escapado del circo. ¿Quién sabe? Me pregunto si pretendía quedarme aquí todo el día y entonces recordé mi propósito de hacer turismo. El encuentro con el demonio de pico y plumas había logrado ponerme todo tenso y nervioso, bonitas vacaciones así... Cabreado, me acerqué al cadaver y le asesté un par de cortes con la katana hasta que me sentí más relajado. Me giré hacia mi improvisado acompañante.
-Disculpa, estaba un poco estresado. He venido a hacer turismo y buscar plantas extrañas, pero no conozco la zona. ¿Hacia dónde te diriges tú? Tal vez pueda acompañarte.
-Oye, ni pienses en comerte eso. No se qué hacías montando esa inmundicia, pero de probarla seguro que morirás envenenado. Esos bichos son el mal.
No estoy seguro de que me oyera, pero el hecho es que se apartó del cadáver y con un movimiento de su brazo, esté revoloteó hasta apartarse del camino. Porque lo había hecho él, estaba seguro. ¿De dónde había salido este animal? En esta isla había cosas muy raras... Me limpié la sangre de la cara pero no solté la katana. No podía bajar la guardia ante alguien tan estrafalario. Podría ser un criminal buscado o alguien poderoso. O quizás se había escapado del circo. ¿Quién sabe? Me pregunto si pretendía quedarme aquí todo el día y entonces recordé mi propósito de hacer turismo. El encuentro con el demonio de pico y plumas había logrado ponerme todo tenso y nervioso, bonitas vacaciones así... Cabreado, me acerqué al cadaver y le asesté un par de cortes con la katana hasta que me sentí más relajado. Me giré hacia mi improvisado acompañante.
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