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Akuma no mi
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Es de buena mañana en Banaro y hace un día espléndido. Los pájaros cantan, la suave brisa mece tus cabellos y el único sonido que llega a tus oídos es el de las olas deslizándose suavemente sobre la arena de la costa. Un día estupendo para... Bueno, ¿sabes qué? Empecemos de nuevo.
Te encuentras en un pequeño barco mercantil. Acabas de despertarte tras caerte del camastro por culpa de un brusco tambaleo de la nave. De hecho, te has pegado un buen guantazo contra la madera del suelo, digno de la más divertida de las películas de comedia sencilla. Aún andas algo dormido y la verdad es que no tienes muy claro ni dónde estás... Ni siquiera si realmente estás despierto. A todo esto... ¿Qué haces ahí? Ni siquiera la gente que hay en cubierta te suena. No es por malmeter pero... ¿Estás seguro de que no bebiste anoche? Tal vez eso explicaría los pinchazos que te dan de vez en cuando en los laterales de la cabeza.
En fin, mientras haces memoria y tal podría ser buena idea que salieras del camarote y preguntases a los tripulantes de la embarcación. Deberían saber el motivo por el que te llevan, ¿no? Aunque es posible que anden tan confusos como tú. Ah, y tal vez quieras vestirte de forma apropiada... Los calzoncillos no van sobre la cabeza.
Te encuentras en un pequeño barco mercantil. Acabas de despertarte tras caerte del camastro por culpa de un brusco tambaleo de la nave. De hecho, te has pegado un buen guantazo contra la madera del suelo, digno de la más divertida de las películas de comedia sencilla. Aún andas algo dormido y la verdad es que no tienes muy claro ni dónde estás... Ni siquiera si realmente estás despierto. A todo esto... ¿Qué haces ahí? Ni siquiera la gente que hay en cubierta te suena. No es por malmeter pero... ¿Estás seguro de que no bebiste anoche? Tal vez eso explicaría los pinchazos que te dan de vez en cuando en los laterales de la cabeza.
En fin, mientras haces memoria y tal podría ser buena idea que salieras del camarote y preguntases a los tripulantes de la embarcación. Deberían saber el motivo por el que te llevan, ¿no? Aunque es posible que anden tan confusos como tú. Ah, y tal vez quieras vestirte de forma apropiada... Los calzoncillos no van sobre la cabeza.
- NOTA:
- Si sales a preguntarle a los tripulantes rasos tan solo podrán decirte que os dirigís a Banaro, que la juerga de anoche fue brutal y que el capitán te anda esperando. Puedes inventarte la conversación si quieres, pero dentro de esos márgenes. Llueve y sopla un fuerte viento, como si acabara de comenzar una fuerte tormenta.
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-ouch que golpetazo -dije en voz baja, abriendo levemente un ojo con el cuerpo pegado al suelo. Me dolía la cabeza, la boca me sabía a tierra y lo más importante de todo, que no tenía ni idea de donde estaba. Me incorporé con dificultad, sentándome con las piernas cruzadas y observando mí alrededor, todavía con un ojo entrecerrado. Por un momento pensé que podría ser un sueño como en otras ocasiones, pero el dolor que emanaba de mi cabeza y de mi cuerpo por el golpe no dejaba margen a la duda. Conseguí abrir los dos ojos después de frotarme un momento, me costaba tenerlos abiertos, como si hubiera estado sin dormir toda la noche haciendo ejercicio. Comencé a levantarme para ponerme de píe, aunque mi cuerpo no me lo ponía nada fácil y me fallaba en algunos momento, no tanto como para caerme, pero si me desestabilizaba. Ya incorporado totalmente comencé a recordar algo del día anterior, aunque los pinchazos que tenía en la cabeza no me ayudaban demasiado, por lo que prefería salir de allí para averiguarlo.
Salí del camarote apoyándome en las paredes del pasillo, no había que ser un genio para saber que estaba en un barco, por lo del vaivén. Al llegar a cubierta, la lluvía comenzó a mojar mi cuerpo aliviandome levemente la sensación de malestar que tenía. - ¿qué demonios hice anoche? - pensé mientras me apoyaba en la barandilla observando como la lluvía golpeaba al mar con cada gota.Miré hacía ambos lados comprobando que la gente que había en cubierta no me sonaba de nada, pero cada vez que pasaban por mí lado, sonreían y me decían que lo de anoche fue una buena juerga. Yo sonería sin saber bien por qué, ya que no me acordaba de nada, por lo que intente buscar algo de información de adónde iba y de ocurrió anoche.
- Oye, con respecto a la fiesta de anoche..... ¿Qué ocurrió? y ¿adónde vamos?- le pregunte a uno de los tripulantes del barco. El hombre me miro de arriba-abajo - ¿no te acuerdas? pues sí que te lo pasaste bien, pero mejor pregúntale al capitán. Está en la proa, aunque mejor vístete y quítate la ropa interior de la cabeza - comento mientras se alejaba riéndose.
Llevaba tal dolor de cabeza que ni me había dado cuenta de cómo estaba vestido, ya decía yo que notaba algo de brisa, por lo que volví a la habitación, me asee y fui a ver al capitán. Supongo que la fiesta de anoche sería para celebrar algo, aunque no me acordaba demasiado y tampoco él porque estaba en aquel barco. El vaivén de las olas provocaba que la embarcación se moviera de un lado a otro, cosa que no me sentaba demasiado bien, pero tenía que aparentar normalidad. Comenzó a levantar un fuerte viento, haciendo que la lluvía cayera con mas fuerza, haciendose un poco molesto andar por la cubierta. Por fin llegue al lugar donde me habían indicado y allí estaba el capitán observando el horizonte, por fin averiguaría que había pasado y adonde iba
Salí del camarote apoyándome en las paredes del pasillo, no había que ser un genio para saber que estaba en un barco, por lo del vaivén. Al llegar a cubierta, la lluvía comenzó a mojar mi cuerpo aliviandome levemente la sensación de malestar que tenía. - ¿qué demonios hice anoche? - pensé mientras me apoyaba en la barandilla observando como la lluvía golpeaba al mar con cada gota.Miré hacía ambos lados comprobando que la gente que había en cubierta no me sonaba de nada, pero cada vez que pasaban por mí lado, sonreían y me decían que lo de anoche fue una buena juerga. Yo sonería sin saber bien por qué, ya que no me acordaba de nada, por lo que intente buscar algo de información de adónde iba y de ocurrió anoche.
- Oye, con respecto a la fiesta de anoche..... ¿Qué ocurrió? y ¿adónde vamos?- le pregunte a uno de los tripulantes del barco. El hombre me miro de arriba-abajo - ¿no te acuerdas? pues sí que te lo pasaste bien, pero mejor pregúntale al capitán. Está en la proa, aunque mejor vístete y quítate la ropa interior de la cabeza - comento mientras se alejaba riéndose.
Llevaba tal dolor de cabeza que ni me había dado cuenta de cómo estaba vestido, ya decía yo que notaba algo de brisa, por lo que volví a la habitación, me asee y fui a ver al capitán. Supongo que la fiesta de anoche sería para celebrar algo, aunque no me acordaba demasiado y tampoco él porque estaba en aquel barco. El vaivén de las olas provocaba que la embarcación se moviera de un lado a otro, cosa que no me sentaba demasiado bien, pero tenía que aparentar normalidad. Comenzó a levantar un fuerte viento, haciendo que la lluvía cayera con mas fuerza, haciendose un poco molesto andar por la cubierta. Por fin llegue al lugar donde me habían indicado y allí estaba el capitán observando el horizonte, por fin averiguaría que había pasado y adonde iba
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Tras dirigirte a la zona de proa y recibiendo más de un silbido por parte de los marineros que vieron el calzoncillo sobre tu cabeza, por fin te presentas ante el capitán, que está de espaldas a ti, observando el horizonte, imperturbable, como si a su alrededor no hubiera estallado aquella fuerte tormenta. Es un hombre bastante mayor, estimas que de unos cincuenta y pico años, el cual tiene una barba bien cuidada que le llega casi hasta el pecho. Ladea el cuerpo al percatarse de tu presencia.
- Oh... Es usted. Ya pensaba que iba a dormir hasta que llegáramos a Banaro -sí, efectivamente, ese es vuestro destino- Me congratula ver que ha logrado recuperarse después de lo de anoche... Por suerte, no se rompió nada. Bueno... Nada importante, quiero decir, pero ya haremos cuentas más tarde, ¡BRAHAHAHA!
Vaya, parece que has decidido dirigirte a Banaro por algún motivo, y no pareces ser ningún polizón ni nada por el estilo. De hecho, hay cierta amabilidad hacia ti por parte de un buen número de los miembros de la tripulación. Eso está bien, supongo. De hecho, ahora que sabes tu destino, recuerdas que te dirigías hacia allí con la intención de encontrar a cierta persona... No sabes exactamente para qué, pero sabes que la única pista que seguías eran unos rumores.
- Bueno, habrá que ir preparando las cosas, ya casi hemos llegado -te dice señalando hacia el frente, a un pequeño puntito en el horizonte que parece ser la isla en cuestión- Por lo general no pediría esto, pero tras lo de anoche tengo a algunos hombres en cama, así que... ¿Te importaría echarnos una mano?
Al parecer hay cosas que sacar de la bodega, asegurar las velas y ayudar a un hombre con una cabra... ¿Por qué hay una cabra abordo? En fin, lo de las velas parece lo más sencillo y, sobre todo, lo menos cansado. Pero bueno, la decisión es tuya... ¿Ayudas? ¿No ayudas? ¿Prefieres volver y echar una cabezada más? ¿Bailas conga con el capitán?
- Oh... Es usted. Ya pensaba que iba a dormir hasta que llegáramos a Banaro -sí, efectivamente, ese es vuestro destino- Me congratula ver que ha logrado recuperarse después de lo de anoche... Por suerte, no se rompió nada. Bueno... Nada importante, quiero decir, pero ya haremos cuentas más tarde, ¡BRAHAHAHA!
Vaya, parece que has decidido dirigirte a Banaro por algún motivo, y no pareces ser ningún polizón ni nada por el estilo. De hecho, hay cierta amabilidad hacia ti por parte de un buen número de los miembros de la tripulación. Eso está bien, supongo. De hecho, ahora que sabes tu destino, recuerdas que te dirigías hacia allí con la intención de encontrar a cierta persona... No sabes exactamente para qué, pero sabes que la única pista que seguías eran unos rumores.
- Bueno, habrá que ir preparando las cosas, ya casi hemos llegado -te dice señalando hacia el frente, a un pequeño puntito en el horizonte que parece ser la isla en cuestión- Por lo general no pediría esto, pero tras lo de anoche tengo a algunos hombres en cama, así que... ¿Te importaría echarnos una mano?
Al parecer hay cosas que sacar de la bodega, asegurar las velas y ayudar a un hombre con una cabra... ¿Por qué hay una cabra abordo? En fin, lo de las velas parece lo más sencillo y, sobre todo, lo menos cansado. Pero bueno, la decisión es tuya... ¿Ayudas? ¿No ayudas? ¿Prefieres volver y echar una cabezada más? ¿Bailas conga con el capitán?
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Ya estaba delante del capitan, un hombre imponente con cierta edad y una gran barba que quedaba casí llegando al pecho. Parecía conocerme y tras verme me comentó que ibamos a la Isla de Banaro, la cual no había visitado en mi vida. Tambien me dijo parte de lo ocurrido la noche anterior y que ya hariamos cuentas de lo ocurrido, algo que me hizo avergonzarme poniendome la mano en la cabeza. - Siento lo ocurrido anoche, es la primera vez que me pasa algo parecido - dije asintiendo con la cabeza a modo de disculpa.
El capitan siguió hablando y me comentó si podía ayudarle con algunas tareas del barco, ya que tras la fiesta del día anterior algunos hombres estaban indispuestos - Claro, es lo menos que puedo hacer tras la noche de ayer. Creo que tengo la fuerza que necesita para transportar la carga de la bodega y con respecto a la cabra podría inmovilizarla sin problemas. Las velas tampoco creo que supongan un problema y empezaré con ello lo primero- le dije intentando reparar el daño de la noche anterior a traves de aquellos trabajos. Un poco de esfuerzo tras una noche de fiesta no vendría mal, para despejarme y calentar un poco los musculos que estaban un poco agarrotados.
Comencé a pensar el motivo de ir a Banaro y de momento no recordaba los detalles, solamente que tenía que buscar a alguien. Me daba rabia que por descontrolarme en una fiesta no recordara bien mis objetivos, era algo que tendría que tener en cuenta para futuras celebraciones. Antes de realizar las labores del barco mire al capitan -¿capitan sabe cual es mi destino en Banaró, algo que hubiera mencionado la noche anterior? No recuerdo con detalle el lugar donde debia de ir y puede que anoche comentara alguna cosa.- le pregunté con cierta duda de que supiera algo, pero no perdía nada por ello. Tras terminar de hablar con el capitan, me fuí a realizar la labores del barco mientras llegabamos a nuestro destino. Banaro que escondes para mí.....
El capitan siguió hablando y me comentó si podía ayudarle con algunas tareas del barco, ya que tras la fiesta del día anterior algunos hombres estaban indispuestos - Claro, es lo menos que puedo hacer tras la noche de ayer. Creo que tengo la fuerza que necesita para transportar la carga de la bodega y con respecto a la cabra podría inmovilizarla sin problemas. Las velas tampoco creo que supongan un problema y empezaré con ello lo primero- le dije intentando reparar el daño de la noche anterior a traves de aquellos trabajos. Un poco de esfuerzo tras una noche de fiesta no vendría mal, para despejarme y calentar un poco los musculos que estaban un poco agarrotados.
Comencé a pensar el motivo de ir a Banaro y de momento no recordaba los detalles, solamente que tenía que buscar a alguien. Me daba rabia que por descontrolarme en una fiesta no recordara bien mis objetivos, era algo que tendría que tener en cuenta para futuras celebraciones. Antes de realizar las labores del barco mire al capitan -¿capitan sabe cual es mi destino en Banaró, algo que hubiera mencionado la noche anterior? No recuerdo con detalle el lugar donde debia de ir y puede que anoche comentara alguna cosa.- le pregunté con cierta duda de que supiera algo, pero no perdía nada por ello. Tras terminar de hablar con el capitan, me fuí a realizar la labores del barco mientras llegabamos a nuestro destino. Banaro que escondes para mí.....
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- Me temo que no puedo ayudarte mucho con eso. Tan solo dijiste que tenías que encontrar a un tal... Yukari. Claro que, entre la infinidad de cosas que salieron de tus labios durante la fiesta, probablemente tan solo se tratase de algún delirio a causa del alcohol. ¡BRAHAHAHAHA!
En fin, no parece ser de mucha ayuda. Yukari... ¿Será verdad o tan solo las tonterías de un borracho? Bueno, tal vez puedas preguntar cuando lleguéis. El caso es que tras esto te dispones a ayudar, observando que la situación con la cabra parece más o menos controlada por el momento (hay dos o tres tripulantes sujetándola desde distintos puntos, lo que convierte la escena en un dibujo digno de las más perturbadas mentes). Ya han conseguido sacar a cubierta algunas cajas, aunque aún deben de haber bastantes más en la bodega.
De repente, escuchas varios gritos desde tu espalda, pudiendo observar que las cuerdas que aseguraban las velas se han partido. Algunos hombres han intentado sujetarlas para que no salieran volando, pero la fuerza del viento es tal que por poco les arrastra a ellos también, viéndose obligados a soltarse. La vela principal es llevada por el fuerte vendaval, y sin ella es más que probable que el barco tenga ciertos problemas para llegar a la costa (intacto, quiero decir), sobre todo ahora que el oleaje se ha vuelto mucho más violento.
Sería una lástima perder la vela, aunque en el barco hay sogas suficientes como para volver a asegurarla. Si alguien fuera lo suficientemente hábil como para recuperarla antes de que se perdiera en el mar... Eso sí, el viento es fuerte, al igual que la lluvia. No será una tarea fácil.
Radio de acción: 1 minuto (tras lo cual la vela caerá al agua, perdiéndose).
En fin, no parece ser de mucha ayuda. Yukari... ¿Será verdad o tan solo las tonterías de un borracho? Bueno, tal vez puedas preguntar cuando lleguéis. El caso es que tras esto te dispones a ayudar, observando que la situación con la cabra parece más o menos controlada por el momento (hay dos o tres tripulantes sujetándola desde distintos puntos, lo que convierte la escena en un dibujo digno de las más perturbadas mentes). Ya han conseguido sacar a cubierta algunas cajas, aunque aún deben de haber bastantes más en la bodega.
De repente, escuchas varios gritos desde tu espalda, pudiendo observar que las cuerdas que aseguraban las velas se han partido. Algunos hombres han intentado sujetarlas para que no salieran volando, pero la fuerza del viento es tal que por poco les arrastra a ellos también, viéndose obligados a soltarse. La vela principal es llevada por el fuerte vendaval, y sin ella es más que probable que el barco tenga ciertos problemas para llegar a la costa (intacto, quiero decir), sobre todo ahora que el oleaje se ha vuelto mucho más violento.
Sería una lástima perder la vela, aunque en el barco hay sogas suficientes como para volver a asegurarla. Si alguien fuera lo suficientemente hábil como para recuperarla antes de que se perdiera en el mar... Eso sí, el viento es fuerte, al igual que la lluvia. No será una tarea fácil.
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El capitan no sabía demasiado sobre mi destino, algo que hizo replantearme aun mas el beber como la noche anterior. Pero pareció acordarse de un nombre, Yukari, algo que ya era una buena pista. El capitan le quito importancía al nombre, ya que dije muchas cosas anoche y no sabía si esa era verdadera. Aun así seguiría mi instinto, ademas no conocía a ninguna persona con ese nombre y si lo había dicho era por algo o eso necesitaba creer.
Cuando llegara a Banaro prodía indagar un poco mas sobre aquel nombre y esperaba encontrar algo, si no aquel viaje era una perdida de tiempo. Despues ayude a la tripulación a realizar parte de la labores de cubierta, cosa que esperaba que no se complicaran demasiado. La cabra se controló rapidamente, dejando a 2 o 3 camaradas agarrandola - agarradla bien muchachos, con esta tormenta podría caer al mar - les dije mientras me iba a la bodega. Cargar las cajas y mercancía no fue demasiado problema para mí, debido a la fuerza que me proporcionaba la akuma. Pero antes de que pudiera terminar con aquella labor, un grito en cubierta me hizo salir corriendo a ver que pasaba.
Al parecer una de las velas no había aguantando la fuerza del viento, rompiendose y siendo empujada por el vendabal. Había varios hombres cerca de los cabos que habían sujetado la vela - ¿estais bien? - les pregunte, mientras rapidamente les miraba por si estaban heridos. Al comprobar que solamente tenían algunas quemaduras en las manos, me propuse recuperar la vela. Me convertí en mi forma hibrida y me até uno de los cabos a la cintura, lo suficientemente largo como para llegar a la vela. - Cuando la tenga sujeta tirad de mi - grite a los camaradas, que asinierón. LLegarón algunos mas al lugar, algo que ayudaría a traerme si se ponía demasiado feo.
Me lancé a por la vela a toda la velocidad y aunque la fuerza del viento reduciía mucho mi marcha, por fín pude llegar a la vela. Para que no se me escapara de las manos, usé mi habilidad pegajosa, soltando la susntacía en mi manos y adheriendose a la vela. - TIRAAAAD - grite con fuerza, aunque los hombres no me escucharón. Comencé a tirar de la vela, acercandome poco a poco al barco - TIRAAAAD - grite por segunda vez y esta vez si comenzarón a tirar, al parecer si me habían escuchado esta vez. Gracias a mi fuerza y que los hombres estaban tirando de mí, conseguimos subir la vela a bordo. Mientras la sujetaba, varios hombres hacian las reparaciones oportunas para que no saliera volando de nuevo. Tras un rato, por fín estaba asegurada, aunque eche un poco mas de sustancía en los lugares que veía algo mas inestables.
La tormenta golpeaba con fuerza el barco, algo que me hacía temer por su integridad. Si fuera solo hubiera llegado volando a la isla, pero no podía dejar a aquellos hombres en una situación tan crítica. Aguantaria lo que quedaba del viaje y si llegaba exhausto a Banaro, me sentiría satisfecho de haber ayudado en todo lo que podía.
Cuando llegara a Banaro prodía indagar un poco mas sobre aquel nombre y esperaba encontrar algo, si no aquel viaje era una perdida de tiempo. Despues ayude a la tripulación a realizar parte de la labores de cubierta, cosa que esperaba que no se complicaran demasiado. La cabra se controló rapidamente, dejando a 2 o 3 camaradas agarrandola - agarradla bien muchachos, con esta tormenta podría caer al mar - les dije mientras me iba a la bodega. Cargar las cajas y mercancía no fue demasiado problema para mí, debido a la fuerza que me proporcionaba la akuma. Pero antes de que pudiera terminar con aquella labor, un grito en cubierta me hizo salir corriendo a ver que pasaba.
Al parecer una de las velas no había aguantando la fuerza del viento, rompiendose y siendo empujada por el vendabal. Había varios hombres cerca de los cabos que habían sujetado la vela - ¿estais bien? - les pregunte, mientras rapidamente les miraba por si estaban heridos. Al comprobar que solamente tenían algunas quemaduras en las manos, me propuse recuperar la vela. Me convertí en mi forma hibrida y me até uno de los cabos a la cintura, lo suficientemente largo como para llegar a la vela. - Cuando la tenga sujeta tirad de mi - grite a los camaradas, que asinierón. LLegarón algunos mas al lugar, algo que ayudaría a traerme si se ponía demasiado feo.
Me lancé a por la vela a toda la velocidad y aunque la fuerza del viento reduciía mucho mi marcha, por fín pude llegar a la vela. Para que no se me escapara de las manos, usé mi habilidad pegajosa, soltando la susntacía en mi manos y adheriendose a la vela. - TIRAAAAD - grite con fuerza, aunque los hombres no me escucharón. Comencé a tirar de la vela, acercandome poco a poco al barco - TIRAAAAD - grite por segunda vez y esta vez si comenzarón a tirar, al parecer si me habían escuchado esta vez. Gracias a mi fuerza y que los hombres estaban tirando de mí, conseguimos subir la vela a bordo. Mientras la sujetaba, varios hombres hacian las reparaciones oportunas para que no saliera volando de nuevo. Tras un rato, por fín estaba asegurada, aunque eche un poco mas de sustancía en los lugares que veía algo mas inestables.
La tormenta golpeaba con fuerza el barco, algo que me hacía temer por su integridad. Si fuera solo hubiera llegado volando a la isla, pero no podía dejar a aquellos hombres en una situación tan crítica. Aguantaria lo que quedaba del viaje y si llegaba exhausto a Banaro, me sentiría satisfecho de haber ayudado en todo lo que podía.
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Vaya, es posible que ese cerebrito tuyo os haya salvado la vida a todos... O, al menos, a ti mismo. Habría sido una completa estupidez lanzarte a por la vela sin ningún tipo de sujeción. El caso es que parece haber funcionado, y los marineros han acudido rápidamente a tirar de ti para que no se pueda hablar de ti como "lo que el viento se llevó". Parecen notablemente agradecidos por lo que acabas de hacer, casi en la misma medida que aliviados, y pronto un buen grupo de ellos, atados con cuerdas para evitar caerse por la borda, se disponen a colocar la vela y asegurarla.
Mientras todo esto ocurría, parece que el capitán ha logrado retomar el control de la nave y consigue abrirse paso a través de las olas, en un alarde de maestría sobrehumano. ¿Tal vez ese tipo sea algo más que un simple marinero? Es posible, aunque no creo que pueda servirte de mucho de todos modos. La lluvia cae cada vez con más fuerza, tanta que parece que te estén picoteando un montón de mosquitos por todo el cuerpo, aunque no llega a ser más que una molestia para alguien como tú.
- Bien muchachos, ya casi estamos. ¡Un último esfuerzo y podréis tomaros un merecido descanso en el puerto! -gritó el capitán, mirando de reojo a la tripulación mientras centraba todos sus sentidos en el mar.
Bien, parece que la situación se ha estabilizado un poco, y ya casi habéis llegado a tierra. Sin embargo, uno de los marineros te pide ayuda con las cajas de la bodega, que parecen estar volando de un lado para otro al no estar bien aseguradas. Probablemente para cuando solucionéis eso ya hayáis llegado. "Crash", bajo tus pies. Parece que algún vidrio se ha roto ahí abajo. Deberías ir a echar un vistazo.
Mientras todo esto ocurría, parece que el capitán ha logrado retomar el control de la nave y consigue abrirse paso a través de las olas, en un alarde de maestría sobrehumano. ¿Tal vez ese tipo sea algo más que un simple marinero? Es posible, aunque no creo que pueda servirte de mucho de todos modos. La lluvia cae cada vez con más fuerza, tanta que parece que te estén picoteando un montón de mosquitos por todo el cuerpo, aunque no llega a ser más que una molestia para alguien como tú.
- Bien muchachos, ya casi estamos. ¡Un último esfuerzo y podréis tomaros un merecido descanso en el puerto! -gritó el capitán, mirando de reojo a la tripulación mientras centraba todos sus sentidos en el mar.
Bien, parece que la situación se ha estabilizado un poco, y ya casi habéis llegado a tierra. Sin embargo, uno de los marineros te pide ayuda con las cajas de la bodega, que parecen estar volando de un lado para otro al no estar bien aseguradas. Probablemente para cuando solucionéis eso ya hayáis llegado. "Crash", bajo tus pies. Parece que algún vidrio se ha roto ahí abajo. Deberías ir a echar un vistazo.
- Off:
- Disculpa la enorme espera, pero entre la temporada de exámenes y la mudanza apenas he tenido tiempo para pasarme por aquí. Pronto se estabilizará la situación, así que podré volver a mi actividad normal y responder a un ritmo decente.
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Me senté momentáneamente apoyando la espalda contra la barandilla, mientras observaba a los marines recuperando el aliento. Estábamos todos empapados y algo cansados, pero pudimos recuperar la vela del bravío mar poniéndola en su sitio. Mientras apuntalábamos la vela para que no se cayera, al menos durante lo que quedaba de trayecto, comenzó a caer la lluvia con más fuerza. Las gotas de lluvia impactaban contra mi cuerpo con fuerza, aunque para mi eran como un cosquilleo que recorría mi cuerpo. El capitán gritó a su tripulación, pidiéndoles un último esfuerzo para llegar a puerto. Era un hombre misterioso y del que realmente no conocía nada, pero se veía que había llegado a capitán por algo.
El barco comenzó a estabilizarse, aunque las tormentas eran muy impredecibles así que no bajé la guardia. La isla no estaba lejos y parecía que iba a llegar por fin sin ningún contratiempo, pero en ese instante un marine se acercó. Me pidió ayuda para asegurar la mercancía que habíamos puesto, ya que al parecer el movimiento había hecho volcar algunas cajas. – Esta bien vamos a ver qué ocurre – dije con predisposición, pero con ganas de llegar ya a la isla. Cuando llegue a la bodega, pude observar que las cuerdas de amarre de la mercancía estaban rotas. Varias botellas se habían roto ya, dejando el suelo con cristales que iban de aquí para allá. – Id poniendo las cajas en sus sitios, yo las asegurare – les dije a los dos hombres que había en bodega. Al poner la caja las asegure con mi sustancia pegajosa, la cual se salificaba al poco tiempo. En poco tiempo colocamos las cajas en su sitio y limpiamos como pudimos los cristales que se habían caído. El líquido de las botellas ya se había esparcido por toda la sala y limpiarlo ahora era una tontería con la que estaba cayendo, ya que había algunas goteras en la bodega.
Tras terminar el trabajo esperaba que ya estuviéramos cerca de nuestro destino y que por fin podría averiguar mi cometido. Salí de nuevo al exterior y me encamine adonde se encontraba el capitán, si necesitaba ayuda estaría allí para proporcionársela.
El barco comenzó a estabilizarse, aunque las tormentas eran muy impredecibles así que no bajé la guardia. La isla no estaba lejos y parecía que iba a llegar por fin sin ningún contratiempo, pero en ese instante un marine se acercó. Me pidió ayuda para asegurar la mercancía que habíamos puesto, ya que al parecer el movimiento había hecho volcar algunas cajas. – Esta bien vamos a ver qué ocurre – dije con predisposición, pero con ganas de llegar ya a la isla. Cuando llegue a la bodega, pude observar que las cuerdas de amarre de la mercancía estaban rotas. Varias botellas se habían roto ya, dejando el suelo con cristales que iban de aquí para allá. – Id poniendo las cajas en sus sitios, yo las asegurare – les dije a los dos hombres que había en bodega. Al poner la caja las asegure con mi sustancia pegajosa, la cual se salificaba al poco tiempo. En poco tiempo colocamos las cajas en su sitio y limpiamos como pudimos los cristales que se habían caído. El líquido de las botellas ya se había esparcido por toda la sala y limpiarlo ahora era una tontería con la que estaba cayendo, ya que había algunas goteras en la bodega.
Tras terminar el trabajo esperaba que ya estuviéramos cerca de nuestro destino y que por fin podría averiguar mi cometido. Salí de nuevo al exterior y me encamine adonde se encontraba el capitán, si necesitaba ayuda estaría allí para proporcionársela.
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Bueno, bueno, bueno... Parece que habéis logrado asegurar la mercancía sin demasiados incidentes, y de hecho ya deberíais estar llegando, A NO SEEEEEER... Nah, tranquilo, todo parece ir en orden, o eso te dicen los gritos del capitán desde cubierta, más de alegría y júbilo que de alarma. Si te dispones a salir al exterior podrás apreciar que algunos de los marineros intentan amarrar la nave, mientras que el capitán se da un paseo para comprobar que todo está en orden. Murmura algunas cosas que no alcanzas a escuchar, pero de todos modos no parece nada importantes. Apenas les lleva unos pocos minutos lograrlo, y pronto bajan una tabla para que puedas desembarcar.
- En fin, ha sido un placer tenerte abordo, pero temo que nuestros caminos se separan aquí -te dice antes de darte una palmada en el hombro que habría sido digna de dislocarle el brazo a un gigante- Espero que encuentres lo que andabas buscando... Y que no te pilles otra como la de anoche, ¡BRAHAHAHAHAHA!
Tras eso... Bueno, parece que tus opciones son bastante reducidas. No creo que te vayas a quedar en el barco, ¿no? El caso es que si bajas podrás apreciar que el puerto se encuentra particularmente vacío, aunque no parece del todo descabellado pensar que la tormenta pueda tener algo que ver. Tan solo se encuentra allí la gente imprescindible para mantener el orden... Y poco más. Pues ver algún que otro cartel que señala en cierta dirección, mientras que un camino embarrado que se adentra entre las faldas de las extrañas montañas se presenta ante ti. Parece ser el camino al pueblo... Y podría ser buena idea recabar algo de información primero. Quién sabe, puede que recuerdes algo de camino. Si no... Siempre puedes perderte por ahí, supongo.
- En fin, ha sido un placer tenerte abordo, pero temo que nuestros caminos se separan aquí -te dice antes de darte una palmada en el hombro que habría sido digna de dislocarle el brazo a un gigante- Espero que encuentres lo que andabas buscando... Y que no te pilles otra como la de anoche, ¡BRAHAHAHAHAHA!
Tras eso... Bueno, parece que tus opciones son bastante reducidas. No creo que te vayas a quedar en el barco, ¿no? El caso es que si bajas podrás apreciar que el puerto se encuentra particularmente vacío, aunque no parece del todo descabellado pensar que la tormenta pueda tener algo que ver. Tan solo se encuentra allí la gente imprescindible para mantener el orden... Y poco más. Pues ver algún que otro cartel que señala en cierta dirección, mientras que un camino embarrado que se adentra entre las faldas de las extrañas montañas se presenta ante ti. Parece ser el camino al pueblo... Y podría ser buena idea recabar algo de información primero. Quién sabe, puede que recuerdes algo de camino. Si no... Siempre puedes perderte por ahí, supongo.
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La impaciencia por llegar se dejaba ver en mi rostro, cuando observaba como el barco comenzaba a atracar en el puerto. Había sido un viaje algo más movido de lo que esperaba, aunque solo me acordaba del día anterior así que tampoco me iba a quejar. Al poco rato de atracar bajaron una tabla para que pudiera desembarcar, ya había llegado a mi destino y no tenía ni idea de lo que iba hacer. Solo sabía que buscaba o al menos era mí única pista, a un tal Yuraki.
El capitán estaba haciendo una ronda de comprobación, por si la tormenta había dañado algo más que lo que se apreciaba a simple vista. Tras unos instantes me vio y se acercó a mí, comentándome que había sido un placer tenerme en el barco. Al decirme esto me dio una palmada que me hizo cerrar un ojo por el dolor, ese hombre era más fuerte de lo que parecía. Por último hizo referencia a lo ocurrido anoche con una gran carcajada, comentando antes que esperaba que encontrara lo que andaba buscando. Era un tipo algo extraño y misterioso, cosa que no le quitaba que fuera muy agradable.
El olor a mar comenzó a brotar en el ambiente, con los primeros rayos de luz después de la tormenta. Era agradable ver el sol tras una experiencia como aquella, en la que casi nos hundimos todos en el mar. Me acerqué con paso firme a la parte de arriba de la tabla y advertí que no había mucha gente en el puerto, al parecer solo algunos guardias. Bajé a tierra firme y me alejé del barco despidiéndome con la mano, buscando a alguien a quien preguntar.
Me encontré con uno de los guardias, el cual estaba escurriendo un trapo o una toalla – es un milagro que hayáis llegado con esta tormenta – me dijo nada más verme y sabiendo que acababa de bajar del barco. Y antes de que pudiera contestarle me volvió a preguntar - ¿Qué te trae por este lugar muchacho? – me dijo apretando de nuevo la tela para terminar de escurrirla. – Bueno, estoy buscando a alguien… ¿le suena el nombre de Yuraki? – le dije sin saber bien si debía decirle aquel nombre.
Si no sabía nada me encaminaría al interior del pueblo y preguntaría lo mismo en laguna posada. Si aun así no encontraba una información útil, me adentraría en las montañas.
El capitán estaba haciendo una ronda de comprobación, por si la tormenta había dañado algo más que lo que se apreciaba a simple vista. Tras unos instantes me vio y se acercó a mí, comentándome que había sido un placer tenerme en el barco. Al decirme esto me dio una palmada que me hizo cerrar un ojo por el dolor, ese hombre era más fuerte de lo que parecía. Por último hizo referencia a lo ocurrido anoche con una gran carcajada, comentando antes que esperaba que encontrara lo que andaba buscando. Era un tipo algo extraño y misterioso, cosa que no le quitaba que fuera muy agradable.
El olor a mar comenzó a brotar en el ambiente, con los primeros rayos de luz después de la tormenta. Era agradable ver el sol tras una experiencia como aquella, en la que casi nos hundimos todos en el mar. Me acerqué con paso firme a la parte de arriba de la tabla y advertí que no había mucha gente en el puerto, al parecer solo algunos guardias. Bajé a tierra firme y me alejé del barco despidiéndome con la mano, buscando a alguien a quien preguntar.
Me encontré con uno de los guardias, el cual estaba escurriendo un trapo o una toalla – es un milagro que hayáis llegado con esta tormenta – me dijo nada más verme y sabiendo que acababa de bajar del barco. Y antes de que pudiera contestarle me volvió a preguntar - ¿Qué te trae por este lugar muchacho? – me dijo apretando de nuevo la tela para terminar de escurrirla. – Bueno, estoy buscando a alguien… ¿le suena el nombre de Yuraki? – le dije sin saber bien si debía decirle aquel nombre.
Si no sabía nada me encaminaría al interior del pueblo y preguntaría lo mismo en laguna posada. Si aun así no encontraba una información útil, me adentraría en las montañas.
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- ¿Yuraki? -pregunta, mirándote un tanto extrañado- Yuraki, Yuraki... -murmura, repitiéndoselo a sí mismo una vez tras otra, pensativo, hasta que finalmente choca su puño contra la palma contraria. Parece habérsele encendido la bombillita- ¡Oh! Quieres decir Yukari. Sí... Ese chico tan agradable... Aún recuerdo cuando llegó hace algunas semanas. Parecía un tanto despistado, y debo decir que era un poco rarito, pero sin duda parecía buena gente. Hace días que no le veo, pero no ha debido abandonar la isla... Me habría enterado. Será mejor que vayas al pueblo y preguntes allí.
Bueno, al menos sabes que no son tus delirios de borracho, y que puede tratarse de alguna clase de objetivo para ti. Sin embargo, eso puede ser tan bueno como malo. ¿Tal vez sea un criminal? En cualquier caso, el primer paso es encontrarle, así que vamos a ello. El camino hasta la ciudad se te hace corto, la verdad, y tras dar un paseo por las calles del pueblo terminas frente a una posada que parece tener bastante vida en su interior. Podría ser un buen lugar para empezar, o tal vez quieras seguir tu instinto y preguntar en cualquier otro sitio. No será por falta de lugares y pregoneros, desde luego. ¿Y bien?
Bueno, al menos sabes que no son tus delirios de borracho, y que puede tratarse de alguna clase de objetivo para ti. Sin embargo, eso puede ser tan bueno como malo. ¿Tal vez sea un criminal? En cualquier caso, el primer paso es encontrarle, así que vamos a ello. El camino hasta la ciudad se te hace corto, la verdad, y tras dar un paseo por las calles del pueblo terminas frente a una posada que parece tener bastante vida en su interior. Podría ser un buen lugar para empezar, o tal vez quieras seguir tu instinto y preguntar en cualquier otro sitio. No será por falta de lugares y pregoneros, desde luego. ¿Y bien?
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El hombre quedó pensativo durante unos instantes, intentando recordar si había escuchado aquel nombre. Mientras intentaba recordarlo, me di cuenta que le había dicho un nombre equivocado ya que era Yukari en vez de Yuraki. Pero al parecer, aquel guardia conocía lo suficiente a aquella persona como para acodarse de su nombre. Era un muchacho que había llegado hace un par de semanas y según el guardia, era un poco rarito. Terminó comentándome que hacía un par de días que no lo veía, pero asegurándome que no creía que hubiera abandonado la isla. No era una información demasiado completa, pero al menos ya sabía que esa persona existía de verdad.
Me encaminé al pueblo, un lugar agradable en el que la gente te recibía con una sonrisa. El calor de sol mañanero comenzaba a calentar las calles y los comerciantes preparaban sus puestos para vender la mercancía. Después de aquel viaje tan ajetreado en barco, agradecía estar en tierra y con un escenario como ese. Al poco rato de caminar llegué a una posada, “El Pato Tuerto”, un lugar bastante acogedor visto desde fuera. Por lo que sin pensarlo entré para comer algo y de pasó intentar buscar algo de información del muchacho.
En el local se respiraba un ambiente familiar, con un olor a pan recién hecho que fluía por todas partes. – Pensaba que habría más gente - , pense al entrar, observando que solo había 6 personas incluyendo al camarero. Los aldeanos estaban sentados en diferentes mesas, desayunando con tranquilidad o leyendo el periódico mañanero con un simple café. Me acerqué a la barra y una muchacha salió desde la cocina a toda velocidad - ¿Qué va a tomar? – me dijo mientras servía el café en una de las mesas. – Quisiera algo de comer y de beber, algo que no tenga mucha elaboración. Tengo algo de prisa. - dije mientras me sentaba en las banquetas pegadas a la barra. La muchacha se metió con rapidez en la cocina y salió con un bocadillo y una pequeña jarra con cerveza. Tras servirme entró de nuevo en cocina con una velocidad increíble, - que rapidez – dije creyendo que no lo escucharía nadie, pero el camarero se me acercó tras el comentario. – Es la más ágil de la isla y si quisiera podría llevar la posada sola. Espero que el dueño no se enteré o me despedirá - me dijo casi susurrándome al oído.
Tras aquel comentario comencé a hablar con el camarero, que al parecer era un poco charlatán. Me comentó que aquel pueblo era muy tranquilo y sus tortas de aceite tenían fama en varias islas a la redonda. No me interesaba nada de lo que me estaba contando, pero no quería ser un maleducado. Por lo que puse todo mi empeño en prestarle atención y al cabo de un rato le pregunté si conocía a Yukari. De repente paro de hablar y se me quedó mirando, echando una mirada furtiva a la puerta de la cocina con nerviosismo. – Espero que no lo haya escuchado… no vuelvas a pronunciar ese nombre – dijo susurrándome. Pero parecía que la mujer tenía un oído muy desarrollado, aparte de su agilidad -¿Has dicho Yukari? – dijo con firmeza mientras me miraba. – Ese impresentable me ha dejado plantada 5 veces, según él porque se le había olvidado. Si no quiere quedar conmigo que me lo diga… snif… - dijo, cambiando de un tono furioso a un tono triste - ¿Sabes dónde puedo encontrarlo? – le pregunte temiendo por mí vida, ya que me lanzó una mirada furtiva que casi me deja helado.
- Si subes por el camino de la montaña veras unas pequeñas piedras en el suelo. Nadie les da importancia, pero las tira él. ¿Para qué? Pues para encontrar el pueblo… se orienta muy mal y esa es la manera que tiene para regresar. Pero ahora que lo dices, llevo varias días sin verlo… bah! Da igual, ya no quiero saber nada de él. – Me dijo entrando de nuevo a la cocina.
Me despedí del camarero y de la mujer despechada con carácter y me encaminé al principio del camino a la montaña. No sabía si tras varios días sin pasar por allí habrían borrado el rastro, pero era mi única pista para encontrar a aquel muchacho.
Me encaminé al pueblo, un lugar agradable en el que la gente te recibía con una sonrisa. El calor de sol mañanero comenzaba a calentar las calles y los comerciantes preparaban sus puestos para vender la mercancía. Después de aquel viaje tan ajetreado en barco, agradecía estar en tierra y con un escenario como ese. Al poco rato de caminar llegué a una posada, “El Pato Tuerto”, un lugar bastante acogedor visto desde fuera. Por lo que sin pensarlo entré para comer algo y de pasó intentar buscar algo de información del muchacho.
En el local se respiraba un ambiente familiar, con un olor a pan recién hecho que fluía por todas partes. – Pensaba que habría más gente - , pense al entrar, observando que solo había 6 personas incluyendo al camarero. Los aldeanos estaban sentados en diferentes mesas, desayunando con tranquilidad o leyendo el periódico mañanero con un simple café. Me acerqué a la barra y una muchacha salió desde la cocina a toda velocidad - ¿Qué va a tomar? – me dijo mientras servía el café en una de las mesas. – Quisiera algo de comer y de beber, algo que no tenga mucha elaboración. Tengo algo de prisa. - dije mientras me sentaba en las banquetas pegadas a la barra. La muchacha se metió con rapidez en la cocina y salió con un bocadillo y una pequeña jarra con cerveza. Tras servirme entró de nuevo en cocina con una velocidad increíble, - que rapidez – dije creyendo que no lo escucharía nadie, pero el camarero se me acercó tras el comentario. – Es la más ágil de la isla y si quisiera podría llevar la posada sola. Espero que el dueño no se enteré o me despedirá - me dijo casi susurrándome al oído.
Tras aquel comentario comencé a hablar con el camarero, que al parecer era un poco charlatán. Me comentó que aquel pueblo era muy tranquilo y sus tortas de aceite tenían fama en varias islas a la redonda. No me interesaba nada de lo que me estaba contando, pero no quería ser un maleducado. Por lo que puse todo mi empeño en prestarle atención y al cabo de un rato le pregunté si conocía a Yukari. De repente paro de hablar y se me quedó mirando, echando una mirada furtiva a la puerta de la cocina con nerviosismo. – Espero que no lo haya escuchado… no vuelvas a pronunciar ese nombre – dijo susurrándome. Pero parecía que la mujer tenía un oído muy desarrollado, aparte de su agilidad -¿Has dicho Yukari? – dijo con firmeza mientras me miraba. – Ese impresentable me ha dejado plantada 5 veces, según él porque se le había olvidado. Si no quiere quedar conmigo que me lo diga… snif… - dijo, cambiando de un tono furioso a un tono triste - ¿Sabes dónde puedo encontrarlo? – le pregunte temiendo por mí vida, ya que me lanzó una mirada furtiva que casi me deja helado.
- Si subes por el camino de la montaña veras unas pequeñas piedras en el suelo. Nadie les da importancia, pero las tira él. ¿Para qué? Pues para encontrar el pueblo… se orienta muy mal y esa es la manera que tiene para regresar. Pero ahora que lo dices, llevo varias días sin verlo… bah! Da igual, ya no quiero saber nada de él. – Me dijo entrando de nuevo a la cocina.
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