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- continuación del rol:
Un quejido salió de sus labios al sentir que el chico la hacía caer, quedando la piel de su espalda en contacto con la mullida hierba que tapizaba el suelo del bosque, al tiempo que su ceño se fruncía notablemente. El chico parecía creer que con eso había tomado el control sobre la situación, o al menos eso demostraba la sonrisa que se dibujo en su rostro mientras la miraba desde arriba. -¿Entonces lo que quieres de mí es que pacte con el demonio?- Preguntó al tiempo que una sonrisa volvía a dibujarse en su rostro.- Es divertido, realmente divertido.- Dijo mientras sentía la caricia del chico en su mejilla. -Aunque...¿Qué ganaras tú con esto?- Preguntó la chica, al tiempo que empezaba a atacar de nuevo, pasando una mano por su espalda, recorriendo esta suavemente con las yemas de los dedos, desde la nuca hasta el borde de la ropa interior del chico, quien parecía querer esperar para responder a sus preguntas, ya que se había lanzado a su cuello sin previo aviso, comenzando a morderlo y recorrerlo con pasión hasta juntar sus labios con los de ella.
"Supongo que podremos esperar hasta después de la diversión" Pensó al tiempo que ahogaba un gemido en su garganta, por el tacto repentino de la mano del chico sobre su pecho. Tomar la delantera sin previo aviso era jugar sucio, y eso era algo que no permitía a los demás hacer. Ella era la única que podía hacer algo por el estilo, o normalmente era así. ¿Acaso él intentaría sobreponerse? Bueno, si ese era el caso le dejaría hacer un poco más para poder humillarle después por sus intentos de dominarla.
Una sonrisa traviesa se dibujo en la joven de cabello azabache mientras observaba como el castaño trataba de controlarse. ¿Acaso esperaba que ella le diera el visto bueno para seguir? Si era eso, acababa de cometer un nefasto error pues...aunque no le gustará estar abajo, eso no significaba que no pudiera "domarle" desde ahí. Aprovechando su posición, la chica movió las piernas debajo del castaño de tal forma que pudiera alcanzar con parte de su pierna a tocar la zona de la entrepierna del chico, masajeando así la zona, mientras hacía que sus manos volvieran a ascender, en esta ocasión por el torso del chico en lugar de su espalda, acariciándole con las uñas y arañando en ocasiones.
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Ella parecía bastante dispuesta a seguirle el juego. Escuchó que le preguntaba sobre el pacto, pero sólo podía pensar en besar sus labios. Entonces Haine empezó a recorrer su espalda con sus dedos, y el joven se olvidó de todo. Cerró los ojos y disfrutó de la sensación, suspirando de placer al tiempo que notaba un escalofrío. Bajó sobre ella sin dudarlo ni un instante, llevado por la pasión y el calor del momento. Fue entonces, tras dirigirle unas últimas palabras, cuando esperó a ver su reacción. Y ella no le decepcionó, pues al instante comenzó a acariciar y arañar su pecho, mientras rozaba su miembro con las piernas, aun separada por la prenda de tela. Émile cerró los ojos, con una mezcla de placer y vergüenza. No quería dejarse llevar de aquella manera con una desconocida. Estaba acostumbrado a ser quien llevara la voz cantante. Se le escapó un ligero jadeo, tras lo cual abrió los ojos lentamente, mirándola con intensidad.
- Creo que voy a devolverte esa...
Sonriendo, la abrió de piernas y apartando la falda comenzó a frotar su pene contra los genitales de ella. Tanta ropa estorba... Sin perder más tiempo, comenzó a terminar de quitarle el corset mientras acariciaba sensualmente su cuerpo, terminando con un suave pellizco en uno de sus pezones. Tras eso, vio sus labios y no pudo esta vez evitar el impulso de besarla, acariciando su cuerpo con el suyo. Entonces, de manera inesperada, la cogió por las muñecas y se las sujetó. Alzó la cabeza y arqueó una ceja al tiempo le sonreía traviesamente.
- Oh, lo siento Haine-chan... - dijo, al tiempo que apretaba algo más su virilidad contra ella - Creo que te he pillado.
Sin perder un momento más, comenzó a besar su cuello y a acariciarlo con la lengua, bajando hasta el punto donde se unía con el hombro. Mientras lo hacía soltó sus brazos, y con una mano comenzó a jugar con uno de sus senos mientras con la otra acariciaba su cabeza enterrando sus dedos en su melena. Le mordió suavemente, y entonces alzó la cabeza, mirándola a los ojos otra vez. Estaba muy, muy caliente, y la deseaba con una intensidad como no había sentido en mucho tiempo. Llevó la mano que tenía en su cabeza a su otro pecho, y entonces comenzó a bajar con ambas por el contorno de su cuerpo, hasta llegar a sus piernas. Entonces apartó sus caderas de ella, y con una media sonrisa, le agarró las bragas y se las quitó.
- Esto te sobraba - dijo, guiñándole el ojo - Oh, y esto también.
Le sacó también la falda, tras lo cuál aprovechó antes de que intuyera sus intenciones para poner la cabeza entre sus piernas. Comenzó acariciar los labios de su sexo, estimulándolos, para repentinamente soplar suavemente en estos. Sonrió para sí antes de acercar más su rostro y comenzar a acariciarlos con la boca y la lengua. De momento quería ponerla todo lo caliente que pudiera, antes de adentrarse en sus húmedas profundidades. Quería que estuviese al menos tan cachonda como él lo estaba, y gozar juntos hasta que no dieran más de sí.
- Creo que voy a devolverte esa...
Sonriendo, la abrió de piernas y apartando la falda comenzó a frotar su pene contra los genitales de ella. Tanta ropa estorba... Sin perder más tiempo, comenzó a terminar de quitarle el corset mientras acariciaba sensualmente su cuerpo, terminando con un suave pellizco en uno de sus pezones. Tras eso, vio sus labios y no pudo esta vez evitar el impulso de besarla, acariciando su cuerpo con el suyo. Entonces, de manera inesperada, la cogió por las muñecas y se las sujetó. Alzó la cabeza y arqueó una ceja al tiempo le sonreía traviesamente.
- Oh, lo siento Haine-chan... - dijo, al tiempo que apretaba algo más su virilidad contra ella - Creo que te he pillado.
Sin perder un momento más, comenzó a besar su cuello y a acariciarlo con la lengua, bajando hasta el punto donde se unía con el hombro. Mientras lo hacía soltó sus brazos, y con una mano comenzó a jugar con uno de sus senos mientras con la otra acariciaba su cabeza enterrando sus dedos en su melena. Le mordió suavemente, y entonces alzó la cabeza, mirándola a los ojos otra vez. Estaba muy, muy caliente, y la deseaba con una intensidad como no había sentido en mucho tiempo. Llevó la mano que tenía en su cabeza a su otro pecho, y entonces comenzó a bajar con ambas por el contorno de su cuerpo, hasta llegar a sus piernas. Entonces apartó sus caderas de ella, y con una media sonrisa, le agarró las bragas y se las quitó.
- Esto te sobraba - dijo, guiñándole el ojo - Oh, y esto también.
Le sacó también la falda, tras lo cuál aprovechó antes de que intuyera sus intenciones para poner la cabeza entre sus piernas. Comenzó acariciar los labios de su sexo, estimulándolos, para repentinamente soplar suavemente en estos. Sonrió para sí antes de acercar más su rostro y comenzar a acariciarlos con la boca y la lengua. De momento quería ponerla todo lo caliente que pudiera, antes de adentrarse en sus húmedas profundidades. Quería que estuviese al menos tan cachonda como él lo estaba, y gozar juntos hasta que no dieran más de sí.
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"Yo si que te devolveré esto..." Pensó la chica mientras sus manos se aferraban a la espalda del chico, arañando con intensidad mientras este seguía con sus caricias y terminaba de desnudar su cuerpo, aprovechando en el acto para recorrerlo por completo con la mano. Aunque...¿No era extraño? Ella que era la que tendía a mandar y que hacía escasos minutos había mirado con frustración a Emile por ponerse encima, en aquel momento casi parecía estar cediendo ante los impulsos de este, quien la recorría con deseo, igual que un depredador devorando a su presa. ¿Por qué? Cierto era que había dicho que pretendía dejar que el chico se divirtiera un poco antes de que le tocara a ella...además, que sentir placer nunca estaba de más, pero..¿No se estaba sometiendo demasiado? Sí hasta había dejado escapar algún que otro gemido en los oídos del chico, los cuales mordisqueaba de vez en cuando cuando la proximidad de sus cuerpos lo permitían, si no mordía su cuello o la zona de su clavícula, claro. Además de haberse permitido el lujo de mostrarse "pasiva" ante el cuando comenzó a acariciar su sexo y a degustarlo con sus labios y lengua...Pero, eso no duraría mucho más, por supuesto que no.
Mientras el chico había comenzado a divertirse entre las piernas de Haine, esta ya se había preparado para vengarse de él, desatando sutilmente la cinta que mantenía su cabello recogido, la cual pretendía emplear más adelante, aunque con eso solo quizá no bastase...pero bueno, la correa de la funda de su pistola tampoco estaba especialmente lejos. Una vuelta más hacia su derecha bastaría para agarrarla y usarla para atar a Emile si así lo quería.
Varios minutos más pasaron en esa situación, en los que el cuerpo de Haine comenzó a calentarse un poco más también, mientras su zona íntima comenzaba a empaparse, motivo por el que la chica jadeaba y sentía la necesidad de vez en cuando de morderse el labio inferior, evitando así que ningún gemido escapase de su boca. Al menos hasta que el chico se pusiera a su altura otra vez, con intención de desfogarse penetrando en ella, momento en el que le robaría otro apasionado beso al tiempo que le obligaría a girar una vez más, agarrando sus manos para atarlas con agilidad empleando su cinta y, si la situación lo permitía, el cinturón que tomaría mientras siguiera obligando al chico a seguir su acalorado beso. Una vez atado, sin duda le devolvería todo aquello.
-Es hora de que te devuelva tus juegos, aunque no será solo igualando las cosas...- Dijo mientras le miraba con una sonrisa traviesa, antes de besarle y morder su labio con fuerza, sin contenerse lo más mínimo, al tiempo que hacía que todo su cuerpo rozase con el de él, con intención de excitarle aún más si cabe. Sus senos rozaban continuamente con el pecho del chico, haciendo que este pudiera sentir sus pezones, que se habían puesto duros, al tiempo que sus sexos entraban en contacto, separados únicamente por el calzoncillo de él. Así se mantuvo un rato, antes de comenzar a descender por el cuerpo del chico, primero acariciando su cuello con la lengua, después bajando por su pecho a mordiscos. Aprovechó en su recorrido para morderle un pezón, mientras sus manos iban bajando también, arañandole, hasta llegar a su ropa interior, la cual quitó mientras le miraba de forma burlona. -esto te sobraba.- Dijo, imitando el tono que había usado él antes, segundos antes de empezar a acariciar su sexo, primero con las manos...Cada vez más deprisa, antes de emplear sus senos, más por lo provocadora que la imagen sería para el chico, que por la efectividad en si de ese tipo de masaje.
Mientras el chico había comenzado a divertirse entre las piernas de Haine, esta ya se había preparado para vengarse de él, desatando sutilmente la cinta que mantenía su cabello recogido, la cual pretendía emplear más adelante, aunque con eso solo quizá no bastase...pero bueno, la correa de la funda de su pistola tampoco estaba especialmente lejos. Una vuelta más hacia su derecha bastaría para agarrarla y usarla para atar a Emile si así lo quería.
Varios minutos más pasaron en esa situación, en los que el cuerpo de Haine comenzó a calentarse un poco más también, mientras su zona íntima comenzaba a empaparse, motivo por el que la chica jadeaba y sentía la necesidad de vez en cuando de morderse el labio inferior, evitando así que ningún gemido escapase de su boca. Al menos hasta que el chico se pusiera a su altura otra vez, con intención de desfogarse penetrando en ella, momento en el que le robaría otro apasionado beso al tiempo que le obligaría a girar una vez más, agarrando sus manos para atarlas con agilidad empleando su cinta y, si la situación lo permitía, el cinturón que tomaría mientras siguiera obligando al chico a seguir su acalorado beso. Una vez atado, sin duda le devolvería todo aquello.
-Es hora de que te devuelva tus juegos, aunque no será solo igualando las cosas...- Dijo mientras le miraba con una sonrisa traviesa, antes de besarle y morder su labio con fuerza, sin contenerse lo más mínimo, al tiempo que hacía que todo su cuerpo rozase con el de él, con intención de excitarle aún más si cabe. Sus senos rozaban continuamente con el pecho del chico, haciendo que este pudiera sentir sus pezones, que se habían puesto duros, al tiempo que sus sexos entraban en contacto, separados únicamente por el calzoncillo de él. Así se mantuvo un rato, antes de comenzar a descender por el cuerpo del chico, primero acariciando su cuello con la lengua, después bajando por su pecho a mordiscos. Aprovechó en su recorrido para morderle un pezón, mientras sus manos iban bajando también, arañandole, hasta llegar a su ropa interior, la cual quitó mientras le miraba de forma burlona. -esto te sobraba.- Dijo, imitando el tono que había usado él antes, segundos antes de empezar a acariciar su sexo, primero con las manos...Cada vez más deprisa, antes de emplear sus senos, más por lo provocadora que la imagen sería para el chico, que por la efectividad en si de ese tipo de masaje.
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Los gemidos de ella sólo lograron ponerle aun más caliente. Excitado, abrió los labios de su vagina y comenzó a saborear su interior, jugueteando con su clítoris. Notó cómo Haine se iba poniendo cachonda, ante lo que respondió penetrándola con dos dedos mientras seguía besando su interior. Ella se fue humedeciendo, y pronto tuvo la boca y las manos mojadas. Pero no le importaba. Había logrado dominarla, y pronto se cobraría su premio. A él también le apetecía divertirse un rato, y se aseguraría de que ambos tuviesen su dosis de felicidad. Finalmente, tras escuchar un gemido ahogado, no aguantó más y apartó su cara de sus genitales. Necesitaba follarla ya. Respirando entrecortadamente, enrojecido y con el corazón a mil por hora, se dispuso a quitarse los calzoncillos. Craso error. De repente algo se le vino encima, y Haine comenzó a besarle con pasión. Abrió los ojos con sorpresa, pero la abrazo y correspondió a su apasionado beso. Sus lenguas se encontraron y danzaron, acariciándose y entrelazándose la una con la otra en un baile de fuego y lujuria.
Fue entonces cuando ella aprovechó para hacerle caer, situándose encima suya. Émile intentó reaccionar, pero la chica no le dio tiempo. Sus labios volvieron a encontrarse, y el joven cayó en la trampa. Perdido en sus besos, entregado al calor del momento, no se defendió cuando ella comenzó a atarle las manos. Es más, incluso se dejó, totalmente dominado por los encantos de la muchacha. De repente ella se apartó de él, y el castaño lamentó profundamente que el momento hubiera terminado. "Podría pasarme horas besando esos labios..." Espera... ¿pero qué decía? Aquello no era propio de él. Se estaba dejando hacer, y Haine lo había pescado con sus redes. Sin embargo, era cierto que estaba deseando volver a sentir su boca contra la suya. Mataría por volver a hacerlo. La morena se jactó de que ahora se lo devolvería todo, con intereses. Una parte de Émile le gritaba que se rebelara y retomara el control. De quererlo, podría romper aquellas ataduras con facilidad. No serían nada para alguien con su fuerza física. Sin embargo, otra decía que se dejase llevar por el momento y disfrutara, que dejase que fuese el deseo y no el orgullo el que dictara el encuentro.
- Calla, y bésame - jadeó, en parte una orden, en parte una súplica.
Y el mágico momento volvió a ocurrir. Volvieron a encontrarse y a danzar, y Émile se olvidó de todo. Olvidó su nombre, quién era, sus objetivos, olvidó incluso el lugar donde estaba... sólo importaba aquella dulce música que sonaba en su mente. Aquellas ardientes y deseadas caricias que le hacían estremecerse de placer. Se apartó un momento para colocar los brazos por encima de su cabeza y que no molestaran. No quería que nada se interpusiese entre su cuerpo y la suave piel de ella. El roce entre ambos era como una fugaz canción de pasión. Y los mordiscos y besos de Haine eran como saborear gloria líquida. En cuanto sus labios se separaron, no pudo evitar un suspiro de placer, al tiempo que miraba con la vista perdida hacia arriba. Entonces ella comenzó a descender, besando su cuerpo mientras lo hacía. En éxtasis, Émile sólo pudo jadear y dejarse hacer, notando el placer más intenso que nunca hubiera sentido. Su cuerpo tembló ante el contacto de la muchacha cuando le mordió el pezón, y un gemido se le escapó entre los labios. De repente ella, se detuvo, y con eso, la música, el placer y su ensimismamiento. El joven alzó la mirada, un tanto decepcionado, y la encontró mirándole burlonamente. Ella repitió sus palabras y le quitó los calzoncillos, ante lo cuál su corazón comenzó a latir con fuerza. Entonces sus manos comenzaron a acariciar y jugar con su pene. Émile apretó los labios y se contuvo para no gemir de nuevo. Lo tenía totalmente erecto, y las atenciones de Haine sólo contribuyeron a excitarle más. Al instante siguiente, notó algo suave rodeando su miembro, y vio los senos de ella sobre él. La chica comenzó a moverse, frotándolo en el proceso. Pero esta vez Émile se resistió. Sí, era placentero, pero su compañera de juegos había cometido un error. Por un instante, había sido suyo. Pero no había sabido mantenerle entretenido... al fin y al cabo, haciendo eso sólo atendía a su pene, lo cuál era sumamente aburrido a la larga. Y ahora, Émile volvía a tener el control de sí mismo. Pensó en romper las ataduras, pero tampoco era cuestión de estropeárselas, así que forcejeó y trató de escurrir uno de sus brazos, pero el cinturón se lo impedía. ¡Maldita sea! Los ojos del joven se volvieron rojos, y sus ataduras se carbonizaron entre llamas. Se apartó de ella rápidamente, y una sonrisa diabólica se dibujó entre rostro. Emitió un gruñido que casi parecía una risa, antes de decir:
- Mi turno...
Lo siguiente casi podría compararse con un felino acechando a su presa. Émile se colocó en posición, acuclillado y se lanzó sobre Haine. La agarró por los hombros, haciéndola echarse para atrás y colocándose sobre ella sin ninguna delicadeza. Extasiado, comenzó a morder su cuello con pasión que rayaba en el frenesí, subiendo por este. Mientras lo hacía, con una de sus manos la fue acariciando con sensualidad el otro lado de su cuello, mientras con la otra agarraba y apretaba sus pechos. Mientras tanto, comenzó a insinuarse con su miembro, acariciando su vagina con el glande. Notó el calor que desprendía esta y sus humedades, lo que volvió a excitarle de sobremanera. Por un instante estuvo a punto de penetrarla ya mismo, pero logró contenerse. ¿Para qué acelerar la fiesta cuando podía disfrutar de ella con lentitud? Se apartó del cuello de la muchacha y la miró a los ojos. Era la primera vez que disfrutaba tanto con una mujer. "Esta chica... ¿quién es?" Entonces, ahora más con una lujuria dulce que con la salvaje voracidad del momento en que se liberó, la besó. Y nuevamente se encontraron sus lenguas, y la música volvió a sonar en su mente. La mano que tenía en su cuello se dirigió a su nuca, y comenzó a acariciarla mientras continuaba besándola. Finalmente se apartó de ella, y mirándola de nuevo, murmuró:
- Haine... podría pasarme haciéndotelo toda la jodida eternidad.
Había encontrado a su Lujuria.
Fue entonces cuando ella aprovechó para hacerle caer, situándose encima suya. Émile intentó reaccionar, pero la chica no le dio tiempo. Sus labios volvieron a encontrarse, y el joven cayó en la trampa. Perdido en sus besos, entregado al calor del momento, no se defendió cuando ella comenzó a atarle las manos. Es más, incluso se dejó, totalmente dominado por los encantos de la muchacha. De repente ella se apartó de él, y el castaño lamentó profundamente que el momento hubiera terminado. "Podría pasarme horas besando esos labios..." Espera... ¿pero qué decía? Aquello no era propio de él. Se estaba dejando hacer, y Haine lo había pescado con sus redes. Sin embargo, era cierto que estaba deseando volver a sentir su boca contra la suya. Mataría por volver a hacerlo. La morena se jactó de que ahora se lo devolvería todo, con intereses. Una parte de Émile le gritaba que se rebelara y retomara el control. De quererlo, podría romper aquellas ataduras con facilidad. No serían nada para alguien con su fuerza física. Sin embargo, otra decía que se dejase llevar por el momento y disfrutara, que dejase que fuese el deseo y no el orgullo el que dictara el encuentro.
- Calla, y bésame - jadeó, en parte una orden, en parte una súplica.
Y el mágico momento volvió a ocurrir. Volvieron a encontrarse y a danzar, y Émile se olvidó de todo. Olvidó su nombre, quién era, sus objetivos, olvidó incluso el lugar donde estaba... sólo importaba aquella dulce música que sonaba en su mente. Aquellas ardientes y deseadas caricias que le hacían estremecerse de placer. Se apartó un momento para colocar los brazos por encima de su cabeza y que no molestaran. No quería que nada se interpusiese entre su cuerpo y la suave piel de ella. El roce entre ambos era como una fugaz canción de pasión. Y los mordiscos y besos de Haine eran como saborear gloria líquida. En cuanto sus labios se separaron, no pudo evitar un suspiro de placer, al tiempo que miraba con la vista perdida hacia arriba. Entonces ella comenzó a descender, besando su cuerpo mientras lo hacía. En éxtasis, Émile sólo pudo jadear y dejarse hacer, notando el placer más intenso que nunca hubiera sentido. Su cuerpo tembló ante el contacto de la muchacha cuando le mordió el pezón, y un gemido se le escapó entre los labios. De repente ella, se detuvo, y con eso, la música, el placer y su ensimismamiento. El joven alzó la mirada, un tanto decepcionado, y la encontró mirándole burlonamente. Ella repitió sus palabras y le quitó los calzoncillos, ante lo cuál su corazón comenzó a latir con fuerza. Entonces sus manos comenzaron a acariciar y jugar con su pene. Émile apretó los labios y se contuvo para no gemir de nuevo. Lo tenía totalmente erecto, y las atenciones de Haine sólo contribuyeron a excitarle más. Al instante siguiente, notó algo suave rodeando su miembro, y vio los senos de ella sobre él. La chica comenzó a moverse, frotándolo en el proceso. Pero esta vez Émile se resistió. Sí, era placentero, pero su compañera de juegos había cometido un error. Por un instante, había sido suyo. Pero no había sabido mantenerle entretenido... al fin y al cabo, haciendo eso sólo atendía a su pene, lo cuál era sumamente aburrido a la larga. Y ahora, Émile volvía a tener el control de sí mismo. Pensó en romper las ataduras, pero tampoco era cuestión de estropeárselas, así que forcejeó y trató de escurrir uno de sus brazos, pero el cinturón se lo impedía. ¡Maldita sea! Los ojos del joven se volvieron rojos, y sus ataduras se carbonizaron entre llamas. Se apartó de ella rápidamente, y una sonrisa diabólica se dibujó entre rostro. Emitió un gruñido que casi parecía una risa, antes de decir:
- Mi turno...
Lo siguiente casi podría compararse con un felino acechando a su presa. Émile se colocó en posición, acuclillado y se lanzó sobre Haine. La agarró por los hombros, haciéndola echarse para atrás y colocándose sobre ella sin ninguna delicadeza. Extasiado, comenzó a morder su cuello con pasión que rayaba en el frenesí, subiendo por este. Mientras lo hacía, con una de sus manos la fue acariciando con sensualidad el otro lado de su cuello, mientras con la otra agarraba y apretaba sus pechos. Mientras tanto, comenzó a insinuarse con su miembro, acariciando su vagina con el glande. Notó el calor que desprendía esta y sus humedades, lo que volvió a excitarle de sobremanera. Por un instante estuvo a punto de penetrarla ya mismo, pero logró contenerse. ¿Para qué acelerar la fiesta cuando podía disfrutar de ella con lentitud? Se apartó del cuello de la muchacha y la miró a los ojos. Era la primera vez que disfrutaba tanto con una mujer. "Esta chica... ¿quién es?" Entonces, ahora más con una lujuria dulce que con la salvaje voracidad del momento en que se liberó, la besó. Y nuevamente se encontraron sus lenguas, y la música volvió a sonar en su mente. La mano que tenía en su cuello se dirigió a su nuca, y comenzó a acariciarla mientras continuaba besándola. Finalmente se apartó de ella, y mirándola de nuevo, murmuró:
- Haine... podría pasarme haciéndotelo toda la jodida eternidad.
Había encontrado a su Lujuria.
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¿Qué acababa de pasar? La chica se sintió algo confusa al sentir que Emile se lanzaba sobre ella, haciéndola caer en el suelo, para quedar otra vez sobre ella. "Vaya...parece que he encontrado a alguien interesante." Pensó mientras un sonrisa divertida se dibujaba en su rostro. y era normal, después de todo, no todos los días encuentras a un hombre que prefiera disfrutar con todo su cuerpo a que le presten atención solo a su virilidad, cosa que había agradado a la chica y, que sin duda tendría en cuenta para ocasiones futuras. Aunque...a pesar de todo ella ya había logrado su objetivo con aquello, estuviera o no arriba. La forma voraz en que el chico se lanzaba sobre ella, como si fuera a morirse de no hacerlo, su pulso acelerado, sus jadeos que se mezclaban con los de ella, aunque la diferencia entre ambos estaba en que a ella no le costaría decir que quería detenerse en ese momento y hacerlo (no porque quisiera, sino para molestar al chico y hacer que se desesperase). Además, su victoria fue asegurada nada más el castaño dijo: " Haine... podría pasarme haciéndotelo toda la jodida eternidad."
-¿Y sí no puedieras hacerlo?- Preguntó con intención de confundirlo, ¿a qué se refería? ¿Acaso pensaba demostrar su autocontrol dejando al chico con el calentón sin más? Seguramente eso estaba pensando el castaño, perdiendo así su "concentración" por unos instantes. "Una apertura". Con ese pensamiento en mente, la chica volvió a hacer fuerza sobre él, con intención de quedar encima una vez más y, en esta ocasión, permanecer ahí arriba. Era momento de que las cosas se pusieran en serio, con el ambiente ya caldeado y ambos excitados...Se podría decir que la obra llegaba a su culmen. "Entonces...deberíamos ir acabando,¿no?" Pensó antes de volver a juntar sus labios apasionadamente, al tiempo que movía su cadera, con intención de hacer que sus sexos su unieran, dejando que el chico la penetrara, antes de empezar a moverse cada vez más rápido, sin dejar de ofrecerle al resto de su cuerpo caricias, arañazos y el contacto de su piel contra la suya. Ahora la pregunta era... ¿Quién aguantaría más?
-¿Y sí no puedieras hacerlo?- Preguntó con intención de confundirlo, ¿a qué se refería? ¿Acaso pensaba demostrar su autocontrol dejando al chico con el calentón sin más? Seguramente eso estaba pensando el castaño, perdiendo así su "concentración" por unos instantes. "Una apertura". Con ese pensamiento en mente, la chica volvió a hacer fuerza sobre él, con intención de quedar encima una vez más y, en esta ocasión, permanecer ahí arriba. Era momento de que las cosas se pusieran en serio, con el ambiente ya caldeado y ambos excitados...Se podría decir que la obra llegaba a su culmen. "Entonces...deberíamos ir acabando,¿no?" Pensó antes de volver a juntar sus labios apasionadamente, al tiempo que movía su cadera, con intención de hacer que sus sexos su unieran, dejando que el chico la penetrara, antes de empezar a moverse cada vez más rápido, sin dejar de ofrecerle al resto de su cuerpo caricias, arañazos y el contacto de su piel contra la suya. Ahora la pregunta era... ¿Quién aguantaría más?
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Las palabras de ella lo desconcertaron. ¿Qué? ¿Qué quería decir con eso? ¿A caso no estaba tan caliente como él? Por un instante se distrajo, lo suficiente como para que ella se echase encima suya y lo tumbara en el suelo. Émile se sonrojó un poco cuando Haine volvió a ponérsele encima. "Pareces una colegiala en su primera vez. ¡Compórtate como quien eres, y no como una virgen!" El joven fue a decir algo, pero cuando apenas estaba abriendo la boca, los labios de su compañera ya se habían vuelto a posar sobre los suyos. Le devolvió el beso, con intensidad y desesperación, y comenzó a acariciar y arañar su espalda, como había hecho ella. La chica hizo lo mismo, al tiempo que buscaba su pene con sus caderas. Notando sus intenciones, movió las suyas y los genitales de ambos se unieron. Pudo notar cómo su miembro penetraba en ella, el calor de su interior... y no pudo evitar un gemido. Excitado, retomó el beso con mayor pasión, mientras sus manos continuaban recorriendo su piel.
La notaba moviéndose sobre él, ante lo que respondió moviendo su entrepierna con ella. Ya no importaba quién estuviese encima o quién dominara, eran como un único ser moviéndose al unísono, con sus cuerpos rozándose, sudando y jadeando. Ya nada tenía importancia excepto el momento y el placer. Con su mano derecha le dio una suave bofetada en una de sus nalgas y la apretó, mientras con la otra continuó recorriendo su espalda. La sensación era tan intensa que creía que iba a volverse loco en cualquier momento... sus caricias, el tacto su piel, su pene moviéndose en su interior, sus lenguas entrelazándose. Era demasiado. Apartó sus labios de los suyos, jadeando, y mordió su cuello con pasión. Dejó de acariciar su culo y la abrazó mientras lo hacía, apretando su cuerpo contra él. Bajó hasta su hombro y lo mordió, mientras aumentaba gradualmente el ritmo de su cadera.
Estaba tan excitado que en cualquier momento podría acabar, pero de momento se estaba conteniendo. No quería acabar la fiesta tan rápido... quería seguir follándola, y ver si aun le tenía alguna sorpresa reservada. Y mientras tanto, iba a divertirse un poco. Comenzó a acariciar su nuca con una mano, y metió la otra entre ambos, agarrando uno de sus pechos y comenzando a jugar con el pezón. Volvió a subir por su cuello, besándolo y lamiéndolo, hasta llegar a la oreja. Le dio un suave mordisco, tras lo cuál volvió a buscar sus labios. Pensó en tratar de ponerse encima de nuevo, pero ya se había resignado. "No se puede dominar a la Lujuria" pensó, mientras le mordía el labio inferior. Le guiñó un ojo mientras la miraba con deseo, y soltó el pecho con el que estaba jugueteando. Comenzaba a resultarle un poco complicado intentar mover la cadera estando debajo, y estaba demasiado caliente para dejar que se moviera ella sola. Así pues, apoyó el brazo en el suelo y comenzó a darle con más fuerza, dejándose nuevamente llevar por el calor del momento. Sus jadeos aumentaron en número e intensidad mientras lo hacía, cada vez más cerca del orgasmo.
La notaba moviéndose sobre él, ante lo que respondió moviendo su entrepierna con ella. Ya no importaba quién estuviese encima o quién dominara, eran como un único ser moviéndose al unísono, con sus cuerpos rozándose, sudando y jadeando. Ya nada tenía importancia excepto el momento y el placer. Con su mano derecha le dio una suave bofetada en una de sus nalgas y la apretó, mientras con la otra continuó recorriendo su espalda. La sensación era tan intensa que creía que iba a volverse loco en cualquier momento... sus caricias, el tacto su piel, su pene moviéndose en su interior, sus lenguas entrelazándose. Era demasiado. Apartó sus labios de los suyos, jadeando, y mordió su cuello con pasión. Dejó de acariciar su culo y la abrazó mientras lo hacía, apretando su cuerpo contra él. Bajó hasta su hombro y lo mordió, mientras aumentaba gradualmente el ritmo de su cadera.
Estaba tan excitado que en cualquier momento podría acabar, pero de momento se estaba conteniendo. No quería acabar la fiesta tan rápido... quería seguir follándola, y ver si aun le tenía alguna sorpresa reservada. Y mientras tanto, iba a divertirse un poco. Comenzó a acariciar su nuca con una mano, y metió la otra entre ambos, agarrando uno de sus pechos y comenzando a jugar con el pezón. Volvió a subir por su cuello, besándolo y lamiéndolo, hasta llegar a la oreja. Le dio un suave mordisco, tras lo cuál volvió a buscar sus labios. Pensó en tratar de ponerse encima de nuevo, pero ya se había resignado. "No se puede dominar a la Lujuria" pensó, mientras le mordía el labio inferior. Le guiñó un ojo mientras la miraba con deseo, y soltó el pecho con el que estaba jugueteando. Comenzaba a resultarle un poco complicado intentar mover la cadera estando debajo, y estaba demasiado caliente para dejar que se moviera ella sola. Así pues, apoyó el brazo en el suelo y comenzó a darle con más fuerza, dejándose nuevamente llevar por el calor del momento. Sus jadeos aumentaron en número e intensidad mientras lo hacía, cada vez más cerca del orgasmo.
Alyss
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El beso se rompió y los labios del chico se dirigieron una vez más a su cuello, mordiendo al tiempo que sus manos recorrían su espalda, antes de abandonar sus caricias para apresarla con intención de pegar aún más sus cuerpos, como si la mínima separación de estos significara para él algo similar a la muerte. Aunque eso era lo que Haine buscaba desde el principio, ¿no? Ya podía dejarse llevar y simplemente disfrutar con el placer que le ofrecía su apasionado compañero: mordiendo y recorriendo su cuello con la lengua, jugando a acariciar y apretar sus pezones o buscando una posición que le permitiera penetrarla mejor. Cosas que hicieron que la chica respondiera con suaves gemidos que ni se molestaba en retener y con arañazos por su cuello, hombros y espalada. Aunque...solo dejarse hacer no era divertido, y aún debía devolverle el azote en el culo de antes, aunque este no le había molestado en lo absoluto.
"Supongo que con esto habré ganado..Kukuku." Se dijo a sí misma la chica antes de erguirse, haciendo que el chico no pudiera "explorar" más su cuerpo, al menos no con el tacto piel con piel. ¿Por qué haría eso cuando ya estaba totalmente excitado? Bueno, porque provocar era divertido. ¿ y qué mejor momento para provocar que cuando cualquiera de los dos pudiera venirse sin previo aviso? Que tuviera unas buenas vistas mientras ella movía sus caderas sobre él. ¿Por qué habría de quejarse? Eso le daría una buena visión de su figura, así como una penetración más profunda que la que estaba recibiendo estando recostada sobre él. Si eso no le convencía...Siempre podía erguirse el también. Así de paso disfrutaría de la sensación de tener sus pechos sobre su rostro. Que por cierto, ya debía haber notado, eran realmente suaves y agradables tanto a la vista como al tacto. Seguro que más de uno le envidiaría en ese momento.
-Y Bien, Emile-san...¿Cuanto más aguantará?- Preguntó al tiempo que le miraba con superioridad, con una sonrisa divertida dibujada en su rostro. Ambos estaban disfrutando de aquello, sin duda. Si no, la chica se hubiera ocupado hacía un buen rato de terminar aquello. -Espero...que no se intente resistir a los deseos de su cuerpo para quedar bien...- Continuó entre jadeos antes de acelerar sus movimientos, causando con ello que los fluidos, que surgían de su zona íntima por la excitación, empapasen aún más el sexo del contrario, al tiempo que ella soltaba otro gemido.
"Supongo que con esto habré ganado..Kukuku." Se dijo a sí misma la chica antes de erguirse, haciendo que el chico no pudiera "explorar" más su cuerpo, al menos no con el tacto piel con piel. ¿Por qué haría eso cuando ya estaba totalmente excitado? Bueno, porque provocar era divertido. ¿ y qué mejor momento para provocar que cuando cualquiera de los dos pudiera venirse sin previo aviso? Que tuviera unas buenas vistas mientras ella movía sus caderas sobre él. ¿Por qué habría de quejarse? Eso le daría una buena visión de su figura, así como una penetración más profunda que la que estaba recibiendo estando recostada sobre él. Si eso no le convencía...Siempre podía erguirse el también. Así de paso disfrutaría de la sensación de tener sus pechos sobre su rostro. Que por cierto, ya debía haber notado, eran realmente suaves y agradables tanto a la vista como al tacto. Seguro que más de uno le envidiaría en ese momento.
-Y Bien, Emile-san...¿Cuanto más aguantará?- Preguntó al tiempo que le miraba con superioridad, con una sonrisa divertida dibujada en su rostro. Ambos estaban disfrutando de aquello, sin duda. Si no, la chica se hubiera ocupado hacía un buen rato de terminar aquello. -Espero...que no se intente resistir a los deseos de su cuerpo para quedar bien...- Continuó entre jadeos antes de acelerar sus movimientos, causando con ello que los fluidos, que surgían de su zona íntima por la excitación, empapasen aún más el sexo del contrario, al tiempo que ella soltaba otro gemido.
Lion D. Émile
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Jadeó, extasiado, y se dejó estar sobre la hierba mientras ella se movía encima suya. Ya le daba igual el que se hubiera separado, el no estar acariciándola o besándola. Estaba ardiendo de pasión, y todo cuanto deseaba era mantenerse unido a su cuerpo y sentir su miembro penetrándola. Las palabras de Haine le llegaron como de muy lejos, y tardó un instante en comprenderlas. Lejos de molestarle, se puso más caliente. ¿Qué más daría ya el orgullo? ¿Qué importaba cuando su cuerpo le pedía a gritos que se dejase llevar? Soltó un gemido, y deseando aumentar aun más ese placer que sentía, se incorporó y la tumbó, implacable y dominado por sus instintos. Entonces comenzó a embestirla con fiereza y pasión, sintiendo que duraría poco más. Pero no iba a contenerse, ¿qué sentido tendría? Tan sólo quería disfrutar del momento. Sus cuerpos sudorosos, su miembro empapado de las humedades de ella, el tacto de su piel... todo ello lo ponía más cachondo y hacía que aumentase el ritmo, entrando en una espiral de placer. Finalmente, se echó sobre ella y se quedó quieto, disfrutando mientras el semen se desparramaba en su interior. Entonces, junto con el orgasmo, las fuerzas se le fueron, y tuvo que apoyar las manos en el suelo para sostenerse mientras jadeaba. Estaba totalmente empapado en sudor, y su cuerpo le temblaba ligeramente. Una agradable sensación de satisfacción y abotargamiento lo embargó, haciéndole soltar un suspiró de satisfacción. Se echó un poco para atrás para retirar su miembro de su vagina, y rodó dejándose caer al suelo a su lado.
- Wow, eso ha sido increíble - dijo, aun respirando profundamente.
Miró a las ramas sobre ellos, y se llevó una mano a la frente para secarse el sudor. No tenía palabras para aquello, ni tampoco le importaba. La temperatura era agradable, y no podía estar más cómodo y... ¿feliz? ¿saciado? ¿a caso existía un término que abarcase totalmente aquel sentimiento de calma y placidez? No... desde luego que no. Respiró hondo y cerró los ojos, totalmente relajado. Había bajado la guardia, sí, pero le daba igual. Su mantra le avisaría de cualquier intención hostil, y hacía mucho tiempo que no tenía una ocasión de relajarse tanto como en aquellas últimas horas, descansando en el árbol y haciéndolo con Haine. En ese momento cayó en el hecho de que se había corrido dentro, y de las implicaciones de ello:
- Oh... cierto. Si lo deseas te conseguiré anticonceptivos. Da la casualidad de que conozco a un buen médico.
Dudaba que al doctor Crownhall le apeteciese realizar una tarea tan frívola como preparar unas pastillas anticonceptivas, pero si se lo ordenaba él no tendría más remedio que obedecer. No le apetecía además ir dejando hijos por ahí y que luego le reclamasen la debida atención... tenía una tarea que cumplir y que honrar la memoria de su padre. No tenía tiempo para ocuparse de una panda de críos llorones y de cambiar pañales. "Eso sí que sería una novedad, el temido pirata Lion D. Émile enfrentándose a su archienemigo: las cagadas de las tres de la madrugada." Definitivamente, no quería hijos. Al menos no en bastantes años, de momento quería disfrutar de la vida como hasta ahora. Y viendo la esperanza de vida en su familia, dudaba que llegase a vivir lo suficiente como para retirarse de la piratería y formar un hogar. Pero todo eso... carecía de importancia. Abandonó sus peregrinos pensamientos y se preguntó cuánto habría disfrutado ella, en un arrebato de orgullo. Había gemido mucho y respondido a sus provocaciones con otras incluso más atrevidas. Desde luego mal no debía haberlo hecho. Sonrió con cierta picardía, y se estiró, con un gruñido.
- Wow, eso ha sido increíble - dijo, aun respirando profundamente.
Miró a las ramas sobre ellos, y se llevó una mano a la frente para secarse el sudor. No tenía palabras para aquello, ni tampoco le importaba. La temperatura era agradable, y no podía estar más cómodo y... ¿feliz? ¿saciado? ¿a caso existía un término que abarcase totalmente aquel sentimiento de calma y placidez? No... desde luego que no. Respiró hondo y cerró los ojos, totalmente relajado. Había bajado la guardia, sí, pero le daba igual. Su mantra le avisaría de cualquier intención hostil, y hacía mucho tiempo que no tenía una ocasión de relajarse tanto como en aquellas últimas horas, descansando en el árbol y haciéndolo con Haine. En ese momento cayó en el hecho de que se había corrido dentro, y de las implicaciones de ello:
- Oh... cierto. Si lo deseas te conseguiré anticonceptivos. Da la casualidad de que conozco a un buen médico.
Dudaba que al doctor Crownhall le apeteciese realizar una tarea tan frívola como preparar unas pastillas anticonceptivas, pero si se lo ordenaba él no tendría más remedio que obedecer. No le apetecía además ir dejando hijos por ahí y que luego le reclamasen la debida atención... tenía una tarea que cumplir y que honrar la memoria de su padre. No tenía tiempo para ocuparse de una panda de críos llorones y de cambiar pañales. "Eso sí que sería una novedad, el temido pirata Lion D. Émile enfrentándose a su archienemigo: las cagadas de las tres de la madrugada." Definitivamente, no quería hijos. Al menos no en bastantes años, de momento quería disfrutar de la vida como hasta ahora. Y viendo la esperanza de vida en su familia, dudaba que llegase a vivir lo suficiente como para retirarse de la piratería y formar un hogar. Pero todo eso... carecía de importancia. Abandonó sus peregrinos pensamientos y se preguntó cuánto habría disfrutado ella, en un arrebato de orgullo. Había gemido mucho y respondido a sus provocaciones con otras incluso más atrevidas. Desde luego mal no debía haberlo hecho. Sonrió con cierta picardía, y se estiró, con un gruñido.
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