[Privado][Zuko y Bya] El Espíritu Azul

Byakuro iba sobrevolando el cielo nocturno de Arabasta en Mostaza. El poderoso pájaro ya había alcanzado los seis metros de altura, llegando a su tamaño adulto. La verdad es que aquel loro tenía un crecimiento exagerado. Bueno, eso solo lo hacía más adorable. Byakuro se había visto obligado a salir del barco cuando el estrés acumulado por una semana de viaje por mar le había minado. Vale, no... con un spa en el barco es bastante difícil estresarse, por muy usuario que uno sea. El caso era que le apetecía dar una vuelta.

Observó el puerto de Nanohana bajo él. Un precioso lugar, sin duda, perfecto para depositar deposiciones y gritar a la gente. Descendió lentamente, planeando en círculos hasta posarse en el suelo. Luego Byakuro le dijo a Mostaza que se iba a ir a dar una vuelta, y entonces volvió a alzar el vuelo.

Mientras tanto, Byakuro había descendido del lomo de su mascota y se encontraba observando un montón de gente bajando de una forma bastante sospechosa de un barco. No por su aspecto, que era bastante raro, sino por el hecho de que la gente de a pie normal no llega al puerto a las tres de la mañana.

- Mmmm... vaya... que raro... -se dijo, mientras empezaba a seguirlos en completo silencio. Pensó en tornarse tinta e irse deslizando por el suelo, pero así era más divertido, la verdad.

Byakuro caminaba con parsimonia tras los sospechosos hombres. Sus movimientos eran sigilosos, apenas emitiendo ruido más allá de un extraño y leve chapoteo cada vez que apoyaba los pies en el suelo. Estaba utilizando su fruta para convertirse parcialmente en tinta en cada paso, para amortiguar la mayor parte del ruido que producía.

De repente, un ruido, que en medio del ajetreo del puerto durante el día habría pasado desapercibido, pero que en aquel silencio sepulcral restallaba en los oídos del chico, le hizo girarse hacia atrás. Alguien estaba allí, seguro. Se preguntó si sería otro de aquellos hombres, siguiéndolo para emboscarlo, y extendió su mantra para detectar la presencia del desconocido. Parecía estar tras un montón de cajas de madera. El peliblanco sacó su bastón y se preparó para noquear al posible espía. Transformándose completamente en tinta, empezó a deslizarse como un charco informe hasta la zona de cajas, colándose entre ellas y llegando hasta el lugar donde el otro se escondía. Iba enmascarado, y parecía nervioso.

- ¡Bu! -murmuró el cazador mientras aparecía a su lado, apuntándolo con el bastón a la cara. Si intentaba cualquier movimiento sospechoso, Byakuro le daría un golpetazo para dejarlo inconsciente y poder reducirlo con mayor facilidad-. ¿Quién eres y qué haces aquí? -le preguntó.