Un nuevo comienzo | Privado | Eoghan Frang & Rowan K. Holden & Simo

La perfecta ciudad de Water Seven. Recordaba la plácida ocasión en la cual pisé por primera vez sus tierras. Fue en una pequeña aventura con Xiba. Ay, ese pelirrojo, me preguntaba dónde se encontraría ahora. Sin embargo no vine para rememorar viejas historias. Decían que Water Seven era uno de los mejores lugares para poder reparar casi cualquier cosa, en especial navíos. No era de nuestra necesidad que La Perla fuera reparada, sin embargo decidimos de darle, por seguridad, una nueva capa de su madera tan característica, y para ello vinimos al lugar que pensamos que sería el más indicado para encontrar el mismo material. No deseaba repararla, La Perla era perfecta tal y como estaba. Tampoco quería cambiar sus materiales de origen, en todo caso añadirle del mismo para que el mismo navío tenga más confort. Sin embargo ha estado vagando por los mares de todo el mundo durante años sin riesgos, no había por qué empezar ahora.
Decidimos dejar el barco en un lugar apartado para que no causara gran repercusión en el puerto por nuestra bandera negra, y por sus velas negras, y su madera oscurecida… Le dejé a Amai algo de dinero para que fuera a comprar provisiones, o algún capricho si ella gustaba. Había sido una buena chica.

Como de costumbre últimamente, había decidido por ir cubierto con una capa de color beige lo bastante grande como para taparme la cara con una capucha y tapar mis katanas con la extensión de la capa. Mis ropajes de samurái en tonos oscuros ya no eran tan notorios. Mejor así. Habían pasado ya varios años desde lo sucedido en la guerra, sin embargo no desde que seguía dándole la tabarra al gobierno, ellos sí eran conscientes de que seguía vivo y de la forma en la cual había evolucionado. Mejor, no causar más expectación.
Por primera vez, no me dirijo a comer o beber algo en una taberna nada más llegar a la isla, sino que directamente fui a buscar a un restaurador, historiador o alguien que pudiera decirme qué tipo de madera necesitaba para mi fiel compañero. Esperaba que no se me hiciera completamente pesado el viaje.

Me encontraba a bordo de mi antiguo navío, en el cual ahora solo estábamos Kyran, Rowan, Holo y yo, ya que por desgracia muy pocos confiaban en un gato como capitán. Llevaba la misma ropa que siempre, unos pantalones grises que al acabar estaban metidos debajo de una especie de espinilleras negras y doradas que cubrían la parte baja de mis patas felinas. Mis manos se encontraban cubiertas por unos guantes marrones mientras que mi torso estaba tapado por una camisa gris, un chaleco negro y una especie de frac verde con hombreras doradas. Bajo el frac se puede ver una especie de cinturón marón del cual cuelgan dos estoques, los de ahora eran dos estoques normales con los cuales salí de viaje. El barco finalmente llegó al destino que tenía pensado para separarme de él, Water Seven donde seguramente serviría para reparar otros barcos o para que lo comprase alguien que lo necesitaba.

Al llegar a la costa me subí rápidamente al mástil y recogí la bandera que era el símbolo de la que sería mi tripulación y la guardé con cuidado en uno de mis bolsillos, aunque dejara de intentar formar mi banda por el momento no podía desprenderme de algo que simbolizaba todo por lo que luchaba. Mis ojos de felino se fijaron en las inmediaciones donde no vi a nadie y mi olfato tampoco detectó nada sospechoso así que me acerqué al borde del navío con Holo a mi izquierda y Kyran a mi derecha cargando con todas las pertenencias de mi esposa y mías. Eché un último vistazo al barco y grité Rowan, nos marchamos de este barco, si quieres acompañarme eres bienvenido. Tras eso cogí a Holo en brazos y sin más salté a puerto cayendo grácilmente acompañado de mi fiel amigo Kyran. Confiaba en que Rowan me seguiría ya que sus conocimientos podrían ser útiles y la compañía de un amigo siempre es agradable. Precisamente por la amistad que tenía con Rowan confiaba en que me seguiría.

La verdad es que cualquiera diría que no le tengo el suficiente aprecio a mi barco, ya que no iba a ese lugar que era reconocido en todo el mundo como el lugar donde los barcos volvían a nacer. Sin embargo, ese sitio tenía mucha gente a la espera, y de todas formas lo veía como un lugar demasiado novedoso. No, lo que yo necesitaba era ese lugar viejo y desgastado por el tiempo, ese lugar con aires de nostalgia para la gente de la isla, que siguiese de pie. Con alguien suficientemente experimentado por el paso del tiempo y no por la habilidad. Por lo que era La Perla, pensé que esa sería la mejor opción. Y por ello me puse a buscar ese lugar, ya que me encontraba profundamente convencido de que estaría.
Según tenía entendido esta isla se dividía entre niveles, niveles que el mar escogía mojar cuando le venía en gana. Así pues me quedé en el primer nivel, puesto que por antigüedad debería de encontrarse ahí.

Con cuidado preguntaba a la gente por algún lugar con esas características. Muy amables algunos intentaban hacer memoria, mientras que otros ni se molestaban en contestarme. Pero finalmente conseguí llegar hasta aquél sitio que yo veía como indicado. Lleno de polvo, aún sin haber pasado la mano para comprobarlo, me encontré con la Ermita del Navegante. Un taller extremadamente viejo que fue de los primeros que abrieron sus puertas en Water Seven, y que a día de hoy han conseguido aguantar. Era un edificio bastante pequeño, y que iba pegado a lo que parecía ser un gran garaje, seguramente, la zona de reparaciones. Por fuera se podía llegar a ver incluso acogedor. La fachada de piedra degastada por el tiempo hacía que mi vena historiadora se alegrase de que un lugar como este conservara tal infraestructura aun sabiendo que es sumergido bajo el agua en varias ocasiones.
Decidí finalmente acercarme a la puerta para abrirla, y empujé. Sin embargo, no abrió. “Descanso para ir a comer, se abrirá de nuevo más tarde”. Oh, no… Lo peor de todo es que parecía como si ese cartel no se hubiera cambiado en siglos… En fin, me había quedado con el sitio en la cabeza, y lo único que me quedaba, sería perder el tiempo un poco.
Comencé a caminar hacia el puerto, a lo mejor ahí me encontraba con algo interesante.

Mientras caminaba con Kyran a mi derecha y Holo a mi izquierda miraba con atención todo lo que había a mi alrededor, fijándome con mayor detenimiento en las tiendas de armas y de condimentos e ingredientes. Mi olfato ya superior al de los humanos y mejorado por mi dedicación a la cocina se percata de unos olores bastante atractivos y de calidad provenientes de un lugar cercano, tal vez un restaurante o una tienda de condimentos cercana. En mitad de la caminata Rowan me pregunta que a donde nos dirigimos a lo que contesto A ningún lugar en particular, vamos a buscar a ver si encontramos una nueva forma de viajar, aunque sea de polizones en otros barcos. Mientras, nos quedaremos en esta isla. Acto seguido cogí de la mano a Holo y le miré sonriendo para que supiera que todo iría bien. En mi cintura colgaban las dos rapiers que conseguí de manos de mi suegro y que siempre me acompañaron mientras que las otras las lleva Kyran consigo.

Mi cola estaba tranquila hasta que en una tienda vi dos armas que me llamaron la atención y que me servirían para agradecer a Rowan por su amistad. El motivo por el que me llamaron la atención es que estaban apartadas del resto y tenían un precio superior al de las otras armas del mismo estilo, motivo por el cual uno deduciría que sería mejor. Sin dudarlo ni un segundo miré a Kyran y le indiqué con mi cola que robaríamos las armas y que estuviese atento a golpear cualquiera que intentase impedirlo o atacar a cualquiera de los presentes. Me acerqué con naturalidad a la tienda y me puse a observar todas las armas como cualquier otro cliente, pero en un momento de descuido por parte del dueño cogí la guadaña y el hacha que estaban separadas y empecé a correr sin rumbo, pero alejándome de la tienda mientras con mi audición elevada escuchaba como me ponía a parir y llamaba a la marina para actuar contra mí. Kyran y Holo me siguieron, ambos riendo como si se divirtieran y esperaba que Rown también estuviese corriendo cerca ya que las armas que robé eran para él.