Caza en el infierno (Nostariel y Sinclair Moon)

Me encontraba en el infierno buscando una buena presa para presentar en la tribu y ascender un poco en la jerarquía. Se decía que en aquella zona de llamas perpetuas y gases nocivos estaban los mayores depredadores de la isla. Lo que en su conjunto había ocasionado que ningún pueblo se hubiera establecido allí. Me había traído comida suficiente para algunas semanas por si la caza me resultaba difícil, aunque el agua sería otra cosa, con aquel horrible calor quizás necesitara salir y entrar varias veces de la zona para poder conseguirla.

Mientras empezaba mi primera jornada de caza pude comprobar que sobre aquella superficie era complicado rastrear a algo, ya que no se marcaban las pisadas. Además necesitaba ir con mucho cuidado ya que en algunos puntos las gritas emanaban gases nocivos o podían derrumbarse a profundas grutas de fondo magmático. Las pocas criaturas que pude localizar eran pequeños lagartos, bastante escurridizos y con tonalidades piel entre negro y rojo. Conseguí cazar uno, quería saber si su carne era comestible y que tal sabia.

Cuando la noche caía ya volví hasta los límites del infierno, donde tras preparar un pequeño fuego, cosa nada complicada por el lugar donde estaba, me dispuse a cocinar al pequeño lagarto. Este no parecía tener glándulas de sustancias nocivas como las serpientes o algunos animales del bosque. Una vez que estaba bien hecho me lleve un cacho pequeño a la boca, sabia como a cabrito. Un leve ruido me alerto de que algo me estaba acechando, no sabía si animal o humano.

Me habían hablado de una isla extraña compuesta de llamas y gases nocivos, me habían repetido hasta la saciedad que esa isla era peligrosa, pero tenía curiosidad por verla con mis propios ojos. Sabía que si había llamas haría calor, por lo que mi vestimenta se componía de un pantalón de cuero y mi gabardina donde guardaba todos mis cargadores. En cuanto a las armas, también iba bien servido, en mi brazo derecho se encontraba atado mi arrow of destruction y en mi cintura, las dos pistoleras con mis pistoleras y también me cogí una mochila con provisiones y me puse en camino hacia aquella isla.

Llegar a aquella isla me costó lo mío ya que nadie quería llevarme directamente a la isla, me iban acercando pescadores y mercaderes en sus barcos hacía aquella isla y, cuando no me quisieron acercar más, tuve que ir volando hacía ella. Me costo encontrarla, pero  cuando llegue a ella entendí a todos aquellos que me aconsejaban que no fuera.

Aquel lugar era un infierno llamas y gases nocivos, pero no me arrepentía de haber ido, ya que esto me olía a una gran aventura.

A lo lejos ví una pequeña fogata y algo más cerca de ella, pero no lo distinguía bien, así que me acerqué hasta que pude percibir que se trataba de una mujer y el eterno problema que siempre me ocurría era ¿Cómo acercarme a alguien quien cree estar solo en una isla de estas características?

Aquella sensación no desaparecía, así que tome una decisión, generé un fantasma espía directamente bajo el suelo, este debía alejarse unos cientos de metros y luego ascender para buscar desde el aire. Mientras el fantasma recorría los metros bajo el terreno yo seguí a lo mío cocinando al lagarto. Estaba muy rico, pero quería saber cuánto tardaría en quemarse, mientras tanto buscarle el mejor posible mientras se hacia la carne.

Cuando el espía emergió del suelo, empezaron a llegar imágenes a mi mente, no parecía haber lumbres, antorchas o ninguna luz que delatara la presencia de alguien allí abajo. Eso reducía las posibilidades de quien podía ser. Mientras el fantasma se movía a unas decenas de metros de altura, yo cogí a Mori no Hikari y me puse a practicar. Estando atenta a las imágenes que me llegaban desde el fantasma podría parecer que mi dominio sobre la espada no era demasiado bueno, quizás eso decidiera a mi observador a actuar.

Mientras pasaba el tiempo iba dirigiendo mentalmente al espía hacia zonas concretas en busca de algo que delatara la presencia de alguien. Hasta que encontré algo bastante curioso, pues mi observador no estaba en el suelo si no en el cielo, mirándome fijamente con dos alas blancas en la espalda. El individuo me resultaba intrigante, así que decidí acercar al fantasma a él.

Según su reacción vería que movimiento sería el mejor, y aunque desde donde estaba no podía saber sus intenciones su reacción ante mi espía podría darme alguna pista sobre su carácter. De hecho la mayor parte se asustaba ante ellos, quitando los que poseían capacidades extrañas como parecía ser el individuo que tenía delante.

Aquella isla era extraña y era de noche, aunque teniendo en cuenta las características de la misma, se agradecía el cierto frescorcillo de la noche, aunque hay que decir que venir a una isla extraña dónde no te esperas que haya nadie, es un poco terrorífico.

De repente, noté una sensación extraña bajo mis pies, pero no le di mucha importancia, pero al rato un ser extraño comenzó a rodearme, aunque no parecía tener ganas de atacarme. Era como si me estuviera observando o más bien escaneando, aunque la pregunta era ¿de donde procedía?: Tranquilícese caballero, vengo en son de paz. Ni siquiera sabía si me entendería o no pero volví a hablarle - Creo que entiendo lo que te pasa mi querido amigo, es algo extraño encontrarte a alguien más en una isla en la que crees estar solo y, además en una tan inquietante y extraña como esta, pero fíjate ya somos tres usted, la damisela de la fogata y yo.

Parecía que aquel extraño por fin parecía ver a mi espía, espiándome desde aquella distancia hubiera jurado que tendría mejores capacidades pero bueno, según sus palabras no venía a hacer ningún mal. Así que fui bajando al fantasma poco a poco, en dirección hacia mí, pero dando un pequeño rodeo para que acabara en frente de mí.

La verdad es que esperaba que el extraño lo entendiera y lo siguiera, si por algún momento este no lo seguía volvería a acercarlo a él, y luego volver a alejarlo para que lo siguiera. La verdad tenía ganas de conocerlo, había escuchado de seres con alas como aquellas a los marineros que venían de fuera.

Según esas historias seres con apariencia humana, envueltos en luz y con blancas alas eran los mensajeros y guardianes del cielo. También decían que eran los primeros hijos de los dioses y que tenían habilidades impresionantes en la batalla e incluso podían llegar a curar heridas.

Esta es la forma del fantasma espia:

De repente aquel ser extraño, que tenía la forma de una mujer hermosa vestida con un largo vestido blanco, se fue y se dirigió a la chica que se encontraba en la fogata la cosa, era que yo dudaba, las mujeres eran mi debilidad, pero ¿y si la seguía y la chica de la hoguera tenía intenciones hostiles contra mi? Bueno pues me defendería iba bien armado.

Me fui acercando a la hoguera, mientras volvía a mi forma humana y, efectivamente, vi a una chica cerca de la hoguera - Buenas noches señorita, le aplaudo por su movimiento cautelar haciendo que su amiga se acercara a mi a confirmar que no era una amenaza- Me senté enfrente de la chica y proseguí - Si desgraciadamente en este mundo puedes fiarte de pocas personas, más aún en una isla de estas características en la que crees estar solo.


La cosa es que a mi me habían llamado loco por querer venir a esta isla, pero no me importó, pues mis ganas de aventuras en una isla extraña podían con todo -Por cierto, me llamo sinclair Moon ¿y tu? - Dije dirigiéndome a la chica. 

Al parecer aquel se había venido a la isla pensando que estaba deshabitada, aquello descoloco un poco a la chica, ya que si era siervo de algún dios debía de saber que esa isla tenía mucha vida. Por otro lado la alabanza por como lo había atraído, comprobando antes su hostilidad la sorprendió aún más. Un ser celestial alabándola a ella, eso sería digno de contar a su regreso, además este se presentó como Sinclair Moon.

-Encantada Sinclair, mi nombre es Nostariel, guerrera de la tribu del bosque infinito.- Tras una pausa para elegir las palabras adecuadas.- Estaba en esta parte deshabitada de la isla cazando, pero si gustas puedo llevarte hasta alguno de los poblados de mi tribu. Un servidor de los dioses como tu sería bienvenido sin duda.- No quería ser grosera ni presuntuosas cuando le pedí lo siguiente.- Tampoco nos vendría mal alguna de tus bendiciones o las de tu Señor.

Mientras esperaba la respuesta de Sinclair el Ángel, me percaté de que no le había ofrecido nada de comer o beber. No podía permitirme ofender al Ángel, por lo que rápidamente cogí unos pedazos de carne del lagarto, llené una jarra de hidromiel y le tendí las dos cosas a Sinclair.

Cuando me acerqué a ella, algo me descoloco, pues la chica creía que era algún tipo de ser divino enviado por los dioses y aunque, en parte, esa afirmación era correcta, era solo debido por mi akuma. La chica me ofreció ir a algún poblado y que le diera mis bendiciones o las de mi señor y por último me ofreció comida y bebida. Ante todo esto estaba apabullado y le respondí:

- Mi querida damisela, no vengo de los cielos ni enviado por los dioses, simplemente tengo las mismas extrañas habilidades que tu has desplegado para enviarme a aquel hermoso ser al llegar a esta isla.


Esperé a tomar lo que me ofrecía pues lo hacía empujada por la idea de que era un ser celestial y, quizás, si sabía que ya no lo era cambiaba de opinión, entre tanto, al vernos a los dos en aquella isla dije:


- Miranos señorita, aquí dos seres en una isla extraña buscando aventuras, una isla a la que, por querer venir, me llamaron loco. Por cierto, le agradezco la comida y la bebida que me ofrece pero, no tengo apetito en estos momentos. Por cierto, no me importaría conocer a las gentes de su pueblo, pero tampoco me importaría ayudarle en su cacería.

La afirmación del joven le resultaba algo extraña, como no iba a ser un ser divino con esas alas, además lo que dijo a continuación acerca de la procedencia de sus poderes la dejó turbada. Si él no era un ser divino que era, y si sus habilidades no eran divinas de donde podían provenir. Eran muchas preguntas, muchas inquietudes arremolinándose en su cabeza. Además de eso el chico rechazó su comida, si hubiera una lista de ofensas, él la habría llenado en menos de tres minutos.

-Si tus poderes provienen del mismo sitio que los míos, sigues siendo un enviado divino, pues estos poderes son un don que me dieron los dioses. – Le dije ya casi al borde del cabreó.- Sera mejor, además, que no te lleve hasta mi tribu, ellos no se tomarían bien que rechazases la comida o la bebida.

Esperaba la respuesta del extraño extranjero, apenas sabía nada del exterior, pero por sus palabras consideraban la isla un lugar extraño, salvaje y peligroso, lo que en el fondo era cierto si no habías vivido en ella desde que naciste.

Parece que lo que le dije y el rechazar su comida le molestaron, pues ella pensaba que tanto sus poderes como los míos provenían de los dioses, pero como decirle que eso no era cierto, que precisamente provenian precisamente del otro lado, aunque eso también era una simple leyenda. Lo que era un hecho real es que el mar, parecía despreciar a aquellos que poseían dichos poderes pues los debilitaban y si caías al mar podías darte por muerto, pero lo importante ahora mismo era intentar disculparse con la chica:

- Perdoneme señorita si en algo le he ofendido, pero no quería aprovecharme de sus ofrecimientos, siendo algo que no soy. Puede ser que me haya visto como un ser celestial, pero es a causa de que un día me comí un extraño fruto que me dio estos poderes.

Intentaba arreglar aquella situación fuera como fuese con aquella a la que acababa de conocer. Quizás la razón de las ideas de la chica sobre los usuarios eran distintas debido a su cultura o a otros factores.

- Por cierto, si es de mi incumbencia bella joven, ¿le importaría explicarme como obtuvo sus habilidades?.


Con aquella pregunta quería saber el punto de partida que ella tenía sobre los usuarios, pues no iba a decirle directamente que aquello que le había dado sus habilidades se conocía como nuez de belcebú o fruta del diablo.

Un extraño fruto, puede ser que aquella fruta que había tras la pared y que me comí de regresó a casa, la cual, al principio pensé que estaba mala por su horrendo sabor, fuera la causante de mis poderes. Eso podría explicar muchas cosas, pero no me había enfadado por eso, si no por rechazar la comida.

-No, el motivo de mi cabreo no es ese. El motivo es que rechazaste la comida y bebida, cosa que para mí tribu es una falta de respeto enorme.-Ahora contestaría a la segunda proposición del chico.- Pues adquirí mis poderes después de enfrentarme a un gran mal de esta isla, aunque puede que si hubiera una fruta de por medio. Jamás lo hubiera relacionado, el comer la fruta con los poderes que poseo.

Mientras miraba al extraño joven me puse a pensar, en sí debería decirles a los mayores de la tribu lo que acababa de descubrir. Apenas sabíamos nada de las ruinas, y lo que sabíamos es que habían estado malditas, puede que hasta echaran la culpa de todo a la fruta, que ahora yo había comido. Debería pensarlo más adelante, ahora debía ocuparme del extranjero.

-Muy bien, puedes descansar aquí si quieres, mañana temprano saldré de caza al infierno.-Estaba a punto de darme la vuelta cuando recordé que seguramente no sabía a qué me refería.- El infierno es toda esa zona que ves delante llena de fuego.-Le dije mientras señalaba la zona.

La cosa iba mejorando la chica afirmó que era posible, que sus poderes proviniesen de una fruta, aunque parecía no estar segura, aun así era un gran progreso ya que, ya creía en la posibilidad de que sus poderes le viniesen de una fruta, así que supongo que no le haría ningún mal saber que sus sospechas eran ciertas.

- Yo conseguí mis poderes debido a un fruto extraño que comí en una ocasión, por lo que es muy probable que a ti te haya pasado lo mismo. Y siento no haber aceptado tu comida, pero creo que, en realidad, todos los comentarios que escuche sobre esta isla me pusieron un poco nervioso, a pesar de querer venir a ella en busca de aventuras y me quitó el apetito, espero que lo comprendas.


Iba a preguntarle que como llamaban a aquel fruto, pero despues de que la chica me señalase una zona que llamó infierno y a la que, a la mañana siguiente iría a cazar, se dispuso a dormir no quería molestarla así que lo único que le dije fue:


- Dulces sueños señorita y no se preocupe creo que no lograre conciliar el sueño así que haré guardia.


Allí estaba yo en una isla extraña al lado de una hoguera, aunque pequeña comparada con la que se veía en la lejanía, muy probablemente sería la zona de la que tanto me habían hablado compuesta únicamente por fuego y gases y con una hermosa chica durmiendo.


Las horas pasaban y hubiera sido una guardia aburrida, de no haber tenido que encender varías veces la hoguera, debido a que se apagó varias veces durante la noche.


La verdad es que ahora me rugía el estómago, así que cogí la comida que anteriormente me había ofrecido la chica y empecé a comer y al acabar debía reconocer que estaba muy bueno todo. Lo reconocía mientras, amanecía en la isla y me preparaba para la cacería.

Bueno, el chico no parecía muy cooperativo así que me dormí, antes de ellos llegué a escucharle decir que él se quedaría de guardia, yo decidí seguir con mí plan y que la espía vigilara, aunque para no ofenderle esta lo haría escondida, ya que solo tendría que vigilarlo a él. La noche debió pasar sin sobresaltos, ya que ninguno de los dos me despertó ni aviso de problemas.

-Buenos días, Sinclair. Espero que estés descansado y en forma si vas a acompañarme de caza, ir al infierno no es ninguna broma.- Mientras esperaba a que dijera algo me saqué el desayuno, fijándome en que el chico, al final, había comido lo que le di anoche.- Empezaremos la jornada por el lado más oeste, el que está pegando a la costa, intenta no caer al mar, esta lleno de grandes peces y barcos rotos.

La verdad es que era la zona donde estaban los animales pequeños, en realidad del tamaño de un ciervo grande, que era el tamaño pequeño de la zona. Antes de avanzar a las mejores zonas, las de los animales medianos, quería comprobar que el chico fuera lo suficientemente diestro, y no tuviera que enterrarlo, o que hiciera que nos mataran.

Cuando la chica se despertó, me dio los buenos días y me dijo que si estaba preparado para ir de caza al infierno un lugar que me señaló para ilustrarmelo mejor. Aquella zona debía ser de la que tanto y tanto me hablaron compuesta de fuego y gases.

- Espero que haya dormido usted también bien, señorita y discúlpeme, pero me comí la comida que me ofreció y yo rechacé, pero finalmente parece que si que tenía hambre.


La chica me daba instrucciones y advertencias con lo que tener cuidado, aunque una de estas instrucciones me hizo entrever que sabía por qué los usuarios no debían caer al mar. Cosa que me llevaba a darle el último dato que no sabía como le sentaría, aunque si sabía todo lo demás sobre las akumas, que importaba el origen que creyese que estas tenían.


En cuanto a la cacería estaba más que preparado, ya tenía bastante experiencia en disparar a objetos en movimiento, pero lo que habría que saber ahora era, cuan hábil era haciéndolo contra animales y en un terreno como aquel.

En cuanto terminé de desayunar me levanté y recogí todas mis pertenencias. Esperaba que el chico se levantara conmigo para emprender el camino hacia la zona de caza. Por el camino lo observaría, viendo su capacidad para no caer en las pozas de lava, evitar las zonas de gases y en general sus cualidades a la hora de sobrevivir en el terreno. Y según como le viera tomaría un rumbo u otro. En teoría, y según lo que había visto podíamos ir perfectamente al a zona que tenía en mente ir antes de que apareciera él, y cuando lo vi como un ángel, incluso pensé en ir a una zona de mayor nivel, pero siendo un hombre que comió una fruta ya no sabía que pensar.

-Muy bien, ve tú delante de mí siguiendo a la fantasma. Por si te lo preguntas es una costumbre de mí pueblo, espero que puedas cumplirla.- En realidad no era una costumbre, pero sería lo mejor para poder observar cómo se movía el hombre.

El camino me lo había recorrido tantas veces para ir a cazar que podría haberlo seguido con los ojos vendados hasta la zona de caza, por lo que me permití el lujo de ir mirando al chico, si no quería ir delante mío, lo iría mirando con la fantasma que lo seguiría de cerca. En cualquier caso el objetivo primordial era la caza, poder llevar una o varias piezas al poblado, para además de subir mi estatus de cazadora poder comer una temporada.

La chica me invitó a ir delante de ella siguiendo a su compañera fantasma, no sabía si era porque no se fiaba de mi o quería ver como me desenvolvía, pero me dijo que era una costumbre de su pueblo y no me parecía bien saltarme otra de sus costumbres, así que fui siguiendo al hermoso espectro, aunque primero me fijé en el camino este parecía un campo de golf, exceptuando que en el fondo de los agujeros había lava y por algunas zonas se podía ver un gas coloreado suavemente de morado.

De algún modo parecía que la chica quería probarme a ver que tal me desenvolvía, pero la teoría era fácil. No caer en los agujeros de lava ni ir hacia las zonas de gas, lo único que me podía despistar era la fantasma que iba delante de mi, así que debería de tener cuidado de no quedarme embobado mirándola.

Empecé a caminar y, aun llevando la gabardina abierta, allí hacía un calor infernal, por lo que me la quité y la sujeté con una mano, quedando mi torso desnudo y dejando ver mis pantalones de cuero, seguía a mi guía espectral sin ningún problema, sorteaba los agujeros de lava con facilidad y no me acercaba al gas. Parecía que en estas condiciones era un camino sin ninguna dificultad para seguirlo, pero ¿que ocurriría si esta fuese una zona de caza?

Llevábamos ya caminando un par de horas entre las grietas y el vapor cuando paré al fantasma, había escuchado algo a nuestra derecha, muy posiblemente una de aquellas lagartijas en una de las pozas. Me acerqué al borde despacio para mirar, efectivamente, abajo pude ver a una de las criaturas cerca de la lava del fondo. Le hice señas a Sinclair para que se acercara hasta mí.

-Hay tenemos la primera presa del día, ¿Crees qué podrás capturarla tú solo? – esta si era una costumbre de verdad, la primera pieza siempre debía ser para el invitado, y el resto repartidas entre ambos, si es que había más.- No te preocupes si no puedes te ayudaré, y la pieza será tuya como marca la costumbre.

Mientras miraba que hacia el hombre mandé a la espía a buscar más presas, si podía ser alguna más grande mejor, más tiempo tendríamos carne de lagarto para comer, y más aumentaría mi estatus como cazadora. Podía contar también la experiencia con el ser celestial, pero dado que no quería que lo llamara así mejor sería ni mencionarlo, a menos que me quisiera acompañar a la aldea al acabar la cacería en cuyo caso tendría que presentarlo.

De repente, al llegar a uno de esos agujeros de lava, la chica se paró y me hizo señas[url=#62345331] para[/url] que fuera con ella, fui y casi en el fondo del hoyo había[url=#7901161] una[/url] especie de lagartija. Parecía que esa era la primera presa del día y me invitó a cazarla.

No tenía que ser muy listo para saber que me quería poner a prueba. La lava quemaba,[url=#70990251] por[/url] lo que si metía la mano tenía que ser muy cuidadosamente por dos sencillas razones. La primera era que si no lo hacía así me podía quemar y la segunda porque sino la presa se escaparía.

Tampoco podía pegarle un tiro, debido a que si le diera se hundiría en la lava y si no el plomo de la misma no sería muy saludable para quién ingiriese su carne. Por lo que debía lograr sacar a la presa de la poza primero, después de mucho pensar tuve que decirle a la chica:

- No tengo ni idea de como cazarla.

Como única respuesta el joven me dijo que no sabía cómo cazarla, en realidad me lo esperaba pues no son fáciles de capturar cuando están cerca de la lava, pero al menos podía haber hecho un intento. Mandé volver al fantasma, para que encontrar otra si no podía con la que teníamos delante. Me aparté de él, deslizándome por un lateral del agujero, hasta la parte de bajada al mismo. Allí despacio me acerque hasta el animal, ensartándolo con la espada de un movimiento rápido. De haber fallado era posible que este al esquivarme hubiera caído en la lava, muriendo carbonizado y yo quedándome sin presa que ofrecerle al invitado.

-Aquí tienes, la primera captura es siempre del invitado como ya te dije, sigamos buscando hacia el norte, esperemos que haya alguna más grande, las he visto del tamaño de un jabalí, y en la aldea afirman que las hay del tamaño de un ciervo grande.

Encabecé la marcha hacia el norte, caminando deprisa después de ver que al menos en eso sí que era competente aquel joven. Esperaba llegar a la zona de las grandes antes del mediodía, aunque era difícil diferenciarlo en aquel caluroso y gaseoso lugar. Aunque mientras no siguiéramos allí de noche me conformaba con sólo encontrar lagartos tamaño conejo.

Cuando le dije que no sabía como cazarla, ella se deslizó por el hoyo y la ensartó con su espada. La verdad es que suspiré aliviado al observar que, aparentemente, no había utilizado nada de plomo, pues podría ser peligroso[url=#17031106] para[/url] la salud de quien lo ingiriese. Aunque era gracioso que yo lo dijera, pues tenía muy pocas posibilidades de cazar algo sin usar plomo, aunque también tenía otros métodos para cazar. A continuación me la dio  y dijo que iríamos a otra zona dónde las presas eran más grandes, aunque al oír aquello creo que entendí donde radicaba la peligrosidad de aquel lugar.

Con el paseo solo tenía que concentrarme en dónde pisaba, pero durante la caza tendría que tener los ojos puestos en la presa y no en el suelo y podría caer en un agujero o acercarme a una de las zonas de gas accidentalmente:

- Avancemos a otra zona, pero hágame un favor señorita no me lo ponga demasiado difícil. No me malinterprete no les temo a los animales solo es que creo que acabo de entender dónde radica la peligrosidad de este paisaje.

Parecía que el chico empezaba a comprender por qué la zona tenía el nombre que tenía, y eso que aún no había visto las lagartijas más grandes que podían exhalar fuego, bueno la zona a la que nos dirigíamos no tenía de esas, al menos no cuando la visite por última vez. El camino cada vez tenía más agujeras, y el calor era más sofocante. Se decía que en el centro de la zona estaba la madre de todos los lagartos, en medio de un charco de lava que no le afectaba y que de ella venían los animales y el calor de la zona entera.

-No te preocupes no iremos a las zonas más peligrosas, pero si te pierdes no intentes ir hacia el centro de la zona, en ella solo encontrarías la muerte por muy ser celestial que seas. Por cierto, que es eso que llevas ahí en el cinturón, ¿Es algún tipo de arma?

Acababa de fijarme en dos objetos que llevaba sujetos al cinturón y que no se parecían a nada que hubiera visto. Normalmente no le habría preguntado para no parecer grosera, pero en la situación actual no creía que pudiera sentarle mal aquella pregunta, ni que estuviera mal vista por el código de comportamiento con visitas.

Seguíamos andando y cada vez había mas agujeros de lava y el calor aumentaba, hacía tanto calor que me quité mi gabardina, dejando mi torso desnudo y mostrando unos pantalones de cuero negros y mis pistoleras. Al hacer aquello la joven, se percató de mis armas y me pregunto por ellas:

- Son armas de fuego, concretamente un par de pistolas, sin embargo, tiene gracia la cosa pues, por motivos de salud no puedo usarlas para cazar, pues los proyectiles que contienen mis armas poseen un compuesto que podría ser perjudicial para las personas que comieran la carne de la presa que hubiese abatido con dichos proyectiles. Pero no te preocupes esta otra arma que llevo en el brazo, no necesita, necesariamente esos proyectiles.


La chica me dijo una cosa por la que me entró mucha curiosidad, me dijo que si me perdía que ni se me ocurriera dirigirme al centro de la isla:


- Me pica la curiosidad ¿que hay en el centro de esta isla que hace a este tan peligroso?

El ángel decía que sus armas lanzaban proyectiles hechos de alguna sustancia que hacían incomible a los animales a los que le daba, excepto con una de ellas. No tenía muy claro de para que servía llevar las otras entonces si no podías cazar con ellas en un momento de necesidad, aunque ahora que lo pensaba puede que no necesitara comer como nosotros. La siguiente pregunta que le hizo le resulto de lo más graciosa, por dos motivos. El primero era que nunca había mencionado el centro de la isla y el segundo porque con el calor que hacía ya algo debería imaginarse.

-Veras, he dicho el centro de la zona, esta isla está dividida en cuatro, el bosque infinito, mi casa, el páramo eléctrico rodeando la única ciudad con puerto, la zona cero al lado de esta y que es todo hielo y esta. Y ya que lo has mencionado sí, el centro de la isla también es peligroso, lo llaman el encuentro con satan y nadie ha logrado salir de él. Volviendo al tema, se dice que en el centro de esta zona existe una criatura enorme, vive encima de un gran charco de lava y se dice que es la madre de todas las lagartijas de la zona, además el calor y los gases son peores cuanto más dentro vas.

No habíamos avanzado unos metros cuando le hice señas para que se agachara, delante nuestro una lagartija de más o menos un metro de altura rebuscaba entre las rocas, posiblemente a algunas de su hermanas más pequeñas para comérsela. Le indiqué al ángel para que la viera, preguntando por gestos que si suya o mía, ya que esta no estaba cerca de lava.

La chica me comentó las partes de las que se componía la isla y sus características. Todas parecían igual de curiosas y peligrosas una de ellas por ejemplo estaba totalmente cubierta de hielo. Sobre el centro de la isla me dijo que la llamaban el encuentro con Satán, por la criatura que allí moraba y por la alta toxicidad de las inmediaciones de esta zona y el calor.

De repente, se hizo el silencio y la chica me hizo señas para agacharme, cosa que no me fue difícil, ya que una de mis habilidades era el sigilo y el no ser visto. Me di cuenta por sus señas que había un ser parecido al que había en la poza de lava, pero más grande y por señas me dijo que si la cogía ella o yo, ante esto me señalé a mi mismo, indicándole que lo quería intentar yo mismo.

Para aquella presa utilizaría el único arma que sus proyectiles no contenían plomo mi arrow of destruction en modo lanzallamas, calculé cuanta distancia podía haber entre la criatura y yo y adapté la temperatura y la longitud de la llama del arma, apunté y disparé.

El resultado aparente fue un trozo de carne, en su punto, aunque no estaba para nada seguro ya que la cocina no era lo mío.

- Señorita, la cena está servida, no se si habré acertado con el tiempo de cocción. Por cierto, mi memoria ya no es lo que era ¿cómo te llamas?

El ángel se señaló a sí mismo para indicarme que él se encargaría de esta criatura, parecía que se sentía más seguro ahora que la criatura no estaba en lava, y no me opuse. Me aleje de la trayectoria entre los dos, dejándole más campo de acción y no molestarle, además de ver mejor como lo hacía.

El joven sacó una pistola, la que me había comentado que no dejaba restos tóxicos en la carne de los animales que cazaba. Estuvo unos segundos armando con ella, moviendo cosas y tocando otras, hasta que al final un chorro de llamas salió de ella hasta la criatura, carbonizándola, al menos en el exterior.

-Bueno, ya lo comprobaremos después cuando la comamos, o quieres que regresemos ya a la zona intermedia y preparemos todo. Tras ello si gustas puedo indicarte como llegar a la ciudad con el puerto, o a las otras zonas de la isla.