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Libertad, divino tesoro. ¿No era así, no? Bueno, que más da. El caso es que ahora navegas de nuevo por los mares tras un molesto encierro. ¿Qué se siente? Eso amarillo de ahí arriba es el Sol, por si te has olvidado de cómo es. Pero pongámonos serios.
El mar está revuelto esta mañana. Las olas sacuden el barco como si intentasen hundirlo a propósito y el viento sopla con una fuerza desmesurada. Las velas se hinchan hasta su límite y no falta mucho para que se rasguen, pero al menos no llueve. En contraste con el estado del mar, el cielo está despejado y el Sol es implacablemente duro contigo, aunque a un tipo con tus habilidades no creo que le moleste el calor. Además se oyen potentes truenos a lo lejos aunque no se ve ni una nube. La Grand Line te muestra lo loco que está el clima en sus aguas.
Por delante de ti, el Grandiosa Sirena avanza gracias a las docenas de remos que sobresalen de su casco. La popa muestra graves daños y han tenido que recoger las velas por culpa de los grandes agujeros que las horadaban.
¿Cuánto tiempo llevas siguiéndolo? Casi un día ya, pero no logras darle alcance. Aunque con el viento a favor no tardarás en ponerte a su altura con tu pequeño barco. A bordo viaja un grupo dirigido por Greos: ladrón, contrabandista y cazador de recompensas ocasional que recientemente se ha unido a los Heraldos del Sol. Estos son un gremio de cazadores de esos que tanto te disgustan y dicen que suelen quedarse con los barcos de los criminales que capturan de lo que se deduce que el Grandiosa Sirena pertenecía a piratas.
En realidad, es gracias a Greos que has conocido la existencia de los Heraldos del Sol, ya que tuvo la amabilidad de revelar su identidad durante una borrachera, aunque ha demostrado ser muy escurridizo desde entonces. Sabe que le persigues y seguro que si dejas que tu presa continúe con su huida te llevará hasta todos sus compañeros.
PD: Siéntete libre de contar de dónde has sacado el barco y cómo has empezado a perseguir al otro tipo.
El mar está revuelto esta mañana. Las olas sacuden el barco como si intentasen hundirlo a propósito y el viento sopla con una fuerza desmesurada. Las velas se hinchan hasta su límite y no falta mucho para que se rasguen, pero al menos no llueve. En contraste con el estado del mar, el cielo está despejado y el Sol es implacablemente duro contigo, aunque a un tipo con tus habilidades no creo que le moleste el calor. Además se oyen potentes truenos a lo lejos aunque no se ve ni una nube. La Grand Line te muestra lo loco que está el clima en sus aguas.
Por delante de ti, el Grandiosa Sirena avanza gracias a las docenas de remos que sobresalen de su casco. La popa muestra graves daños y han tenido que recoger las velas por culpa de los grandes agujeros que las horadaban.
¿Cuánto tiempo llevas siguiéndolo? Casi un día ya, pero no logras darle alcance. Aunque con el viento a favor no tardarás en ponerte a su altura con tu pequeño barco. A bordo viaja un grupo dirigido por Greos: ladrón, contrabandista y cazador de recompensas ocasional que recientemente se ha unido a los Heraldos del Sol. Estos son un gremio de cazadores de esos que tanto te disgustan y dicen que suelen quedarse con los barcos de los criminales que capturan de lo que se deduce que el Grandiosa Sirena pertenecía a piratas.
En realidad, es gracias a Greos que has conocido la existencia de los Heraldos del Sol, ya que tuvo la amabilidad de revelar su identidad durante una borrachera, aunque ha demostrado ser muy escurridizo desde entonces. Sabe que le persigues y seguro que si dejas que tu presa continúe con su huida te llevará hasta todos sus compañeros.
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El barco avanzaba persiguiendo al idiota de Greos, Kogáto seguía sentado en la borda observando con calma mediante su máscara naranja por la que solo se podía ver su ojo derecho. El enmascarado portaba su guadaña blanca atada a su brazo mediante la cadena de acero, llevaba su túnica negra y sus botas, esto era para que no vieran su rostro aunque ya era tontería hacerlo pues había desvelado ser el Cipher Pol. Sus planes no eran muy difíciles de conseguir o al menos uno de ellos pues el otro era infiltrarse en la marina y eso si le iba a costar bastante. Estaba libre gracias a su capitán y a Dexter, ahora planeaba ir por su cuenta una temporada y eso significaba que era bueno tener las espaldas protegidas, de modo que pensaba ser Yonkaikyo si no le salía la jugada de la marina.
Ahora había sabido sobre un gremio de cazadores el cual pensaba exterminar debido a que deseaba encontrar a los amigos de Shun y eliminarlos, ni siquiera sabía si ese samurái quería a alguien pero por intentarlo no perdía nada, además se llevaba la diversión. Había logrado el barco en el que estaba debido a que encontró a sus dueños en el puerto montados sobre él mientras decidían si salir de pesca o no, a lo que el asesino aprovechó para asesinarlos y llevarse el navío. Por el momento su mirada seguía en el barco de aquel idiota pero aún no deseaba matarlo, prefería que lo llevar a su destino antes que eso. Lo siguiente que hizo fue ponerse en pie y dirigirse al interior del barco, abrió la nevera a ver que tenían aquellos tipos allí dentro y en efecto cogió algo que le gustó.
Se trataba de un plato con sardinas, las atravesó con su guadaña y se fue a cubierta empezando a lanzar una llamarada de fuego para cocinarlas mientras llegaba a su destino, se notaba que estaba ansioso por comérselas. Meter omega tres en su cuerpo le provocaba hiperactividad y casualmente le daba por quemar cosas, su habilidad era fantástica para eso ya que podía prenderse fuego, ahora tan solo tenía que esperar y ser paciente.
Ahora había sabido sobre un gremio de cazadores el cual pensaba exterminar debido a que deseaba encontrar a los amigos de Shun y eliminarlos, ni siquiera sabía si ese samurái quería a alguien pero por intentarlo no perdía nada, además se llevaba la diversión. Había logrado el barco en el que estaba debido a que encontró a sus dueños en el puerto montados sobre él mientras decidían si salir de pesca o no, a lo que el asesino aprovechó para asesinarlos y llevarse el navío. Por el momento su mirada seguía en el barco de aquel idiota pero aún no deseaba matarlo, prefería que lo llevar a su destino antes que eso. Lo siguiente que hizo fue ponerse en pie y dirigirse al interior del barco, abrió la nevera a ver que tenían aquellos tipos allí dentro y en efecto cogió algo que le gustó.
Se trataba de un plato con sardinas, las atravesó con su guadaña y se fue a cubierta empezando a lanzar una llamarada de fuego para cocinarlas mientras llegaba a su destino, se notaba que estaba ansioso por comérselas. Meter omega tres en su cuerpo le provocaba hiperactividad y casualmente le daba por quemar cosas, su habilidad era fantástica para eso ya que podía prenderse fuego, ahora tan solo tenía que esperar y ser paciente.
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Una poderosa ola golpea el barco en el momento en que te comes la primera sardina. Cuidado con las espinas o te atragantarás.
No tardas en ver un peñón sobresaliendo del mar, hacia el cual se aproxima el Grandiosa Sirena. La bandera de los Heraldos del Sol, de un tamaño descomunal, ondea en lo más alto. Según te vayas acercando podrás distinguir otra docena de barcos anclados junto a una estrecha playa de guijarros que rodea el macizo rocoso. El peñón está repleto de vegetación, varias gaviotas lo rodean volando y además se ven varias luces que provienen de dentro de la mismísima piedra, como si estuviera hueca. Hay varios edificios diminutos construidos a distintas alturas pero no parece haber espacio suficiente como para albergar a toda la gente que cabría en los barcos allí anclados.
Un minuto después de que el barco de Greos llegue al puerto, una campana empieza a sonar. Parece que has llegado a tu destino. A lo largo de la costa comienza a haber un gran ajetreo: grupos de personas corren de un lado para otro, saliendo de los edificios de dos plantas situados en el litoral, y filas de cañones comienzan a ser cargados apuntando al mar.
Bueno, las cartas están sobre la mesa. Tú mueves.
No tardas en ver un peñón sobresaliendo del mar, hacia el cual se aproxima el Grandiosa Sirena. La bandera de los Heraldos del Sol, de un tamaño descomunal, ondea en lo más alto. Según te vayas acercando podrás distinguir otra docena de barcos anclados junto a una estrecha playa de guijarros que rodea el macizo rocoso. El peñón está repleto de vegetación, varias gaviotas lo rodean volando y además se ven varias luces que provienen de dentro de la mismísima piedra, como si estuviera hueca. Hay varios edificios diminutos construidos a distintas alturas pero no parece haber espacio suficiente como para albergar a toda la gente que cabría en los barcos allí anclados.
Un minuto después de que el barco de Greos llegue al puerto, una campana empieza a sonar. Parece que has llegado a tu destino. A lo largo de la costa comienza a haber un gran ajetreo: grupos de personas corren de un lado para otro, saliendo de los edificios de dos plantas situados en el litoral, y filas de cañones comienzan a ser cargados apuntando al mar.
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La preciosa sardina se acercaba a la cara del asesino, el olor le estaba llegando, iba a ser un bocado impresionante, se quitó la máscara despacio y se dispuso a comérsela, el sabor le recordó al cielo. Era deliciosa y ahora anhelaba coger la segunda para seguir disfrutando, sin embargo una ola golpeó su barco con la fuerza suficiente para que los trozos de su boca se moviesen y empezara a toser. Tras unos momentos se puso en pie colocándose de nuevo aquella máscara. Al parecer ya estaba en su destino, el momento de jugar había comenzado y no tardó en empezar a reír por lo bajo mientras tomaba su guadaña blanca y apartaba los peces de ella. La fiesta ya estaba montándose y ni siquiera había atacado, cosa que no iba a tardar en pasar, él era así de cabrón.
Rápidamente saltó por la borda usando el Geppou para ascender y quedar sobre los cielos, una vez allí observó todo lo que estaba pasando, filas de cañones empezaban a surgir. El asesino empezó a mover su guadaña de un lado a otro con toda su velocidad posible para después sonreír de lado y lanzar dos tajos rápidos apuntando a sus objetivos. Dos dragones blancos se formaron en poco tiempo, sus ojos brillaban en un tono rojo intenso y ahora salieron disparados, uno a por el barco de Greos y el otro a por una de las filas de cañones. Dichos seres se trataban de ondas cortantes de gran poder con aura en forma de dragón. Si impactaba pretendía hacer pedazos tanto el barco como algunos idiotas. Lo lograra o no bajaría a toda velocidad usando el Kamisori y trataría de colocarse sobre alguno de los edificios de dos plantas, observando a todo el mundo y sonriendo.
Su cuerpo empezó a arder en bastantes llamas, su haki de observación estaba activado y listo para la acción, su objetivo sería erradicar toda la isla si hacía falta, no dejaría nada con vida. Su ojo rojizo observaba todo a través del hueco de su máscara, esperaba pasárselo en grande después de haber estado en esa jodida cárcel. Pagaría su odio con todos aquellos habitantes de la isla, les haría gritar de dolor y vaciaría sus esperanzas totalmente, quería anularlos como personas, esa era la legendaria maldad del asesino de la guadaña, Jin Surfer.
Rápidamente saltó por la borda usando el Geppou para ascender y quedar sobre los cielos, una vez allí observó todo lo que estaba pasando, filas de cañones empezaban a surgir. El asesino empezó a mover su guadaña de un lado a otro con toda su velocidad posible para después sonreír de lado y lanzar dos tajos rápidos apuntando a sus objetivos. Dos dragones blancos se formaron en poco tiempo, sus ojos brillaban en un tono rojo intenso y ahora salieron disparados, uno a por el barco de Greos y el otro a por una de las filas de cañones. Dichos seres se trataban de ondas cortantes de gran poder con aura en forma de dragón. Si impactaba pretendía hacer pedazos tanto el barco como algunos idiotas. Lo lograra o no bajaría a toda velocidad usando el Kamisori y trataría de colocarse sobre alguno de los edificios de dos plantas, observando a todo el mundo y sonriendo.
Su cuerpo empezó a arder en bastantes llamas, su haki de observación estaba activado y listo para la acción, su objetivo sería erradicar toda la isla si hacía falta, no dejaría nada con vida. Su ojo rojizo observaba todo a través del hueco de su máscara, esperaba pasárselo en grande después de haber estado en esa jodida cárcel. Pagaría su odio con todos aquellos habitantes de la isla, les haría gritar de dolor y vaciaría sus esperanzas totalmente, quería anularlos como personas, esa era la legendaria maldad del asesino de la guadaña, Jin Surfer.
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El barco, ya dañado de por sí, acaba partido en dos por tu ataque. El mástil cae sobre la proa y las dos mitades empiezan a hundirse lentamente mientras los tripulantes supervivientes saltan al mar por miedo a un nuevo ataque, aferrándose a los restos flotantes de su navío para llegar a tierra. Tu otro dragón cae en la costa, donde media docena de hombres encuentra su final y varios cañones acaban hechos trizas. Aun así empieza un bombardeo contra ti. Llueven balas e insultos, los cañones comienzan a disparar sobre ti y varios cazadores piden a gritos que aparezca un tal Lord Babiusca, que a saber quien es. Tal vez se trate del tipo ese que lleva un montón de globos, aunque no parece un guerrero.
De vuelta al barco, de entre los restos destrozados del Grandiosa Sirena surge Greos, con una inconfundible melena plateada ondeando tras él y un arpón en la mano. El cazador lleva sobre sus hombros a uno de sus compañeros y lo deposita sobre la arena antes de lanzarte una mirada de odio.
-¿Quién demonios eres? -pregunta en voz tan baja que casi ni se le oye-. ¿Quién demonios eres? -repite, esta vez más alto-. ¡¿Quién demonios eres?! -termina chillando.
Aprovechando un parón en los disparos, con una fuerza desmesurada lanza el arpón hacia donde estás, confiado de que en el aire poco podrás hacer para esquivarlo. Pero antes de que el arma llegue siquiera a tocarte, el hombre desaparece y reaparece frente a ti, agarra el arpón y gira en el aire para colocarse a tu espalda, desde donde intenta apuñalarte en la nuca. Todo ello a gran velocidad y sin dejar de maldecirte a gritos.
De vuelta al barco, de entre los restos destrozados del Grandiosa Sirena surge Greos, con una inconfundible melena plateada ondeando tras él y un arpón en la mano. El cazador lleva sobre sus hombros a uno de sus compañeros y lo deposita sobre la arena antes de lanzarte una mirada de odio.
-¿Quién demonios eres? -pregunta en voz tan baja que casi ni se le oye-. ¿Quién demonios eres? -repite, esta vez más alto-. ¡¿Quién demonios eres?! -termina chillando.
Aprovechando un parón en los disparos, con una fuerza desmesurada lanza el arpón hacia donde estás, confiado de que en el aire poco podrás hacer para esquivarlo. Pero antes de que el arma llegue siquiera a tocarte, el hombre desaparece y reaparece frente a ti, agarra el arpón y gira en el aire para colocarse a tu espalda, desde donde intenta apuñalarte en la nuca. Todo ello a gran velocidad y sin dejar de maldecirte a gritos.
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El asesino observaba todo desde las alturas con una sonrisa ladeada- Sus llamas continuaban a su alrededor de forma constante. De repente pudo ver como todo el mundo empezaba a dispararle. Su ventaja desde aquella altura era el tiempo de reacción y su precioso haki de observación. El enmascarado además estaba imbuido en haki armadura y se movía de un lado a otro para fastidiarles un poco. Lo mejor iba a llegar cuando su mirada se centró en el tipo de pelo plateado. Pudo ver como aquel capullo recitaba unas palabras que al principio no escuchaba, cosa que cambió después cuando el tal Greos subió el tono. Enseguida observó a aquel idiota lanzar un arpón contra él. – Ese idiota pretende darme a esa distancia tan lejana. – Cuando estaba a punto de lanzar un tajo contra aquella cosa, él enemigo apareció frente a sus ojos a una velocidad endiablada.
El moreno frunció el ceño y cuando vio a aquel tipo dar aquel extraño giro, decidió imitarle y darse la vuelta junto a él. El tajo del enemigo iba directo a su cuello, por lo que ahora retrocedió un poco en pleno aire usando el geppou y se imbuyó totalmente en haki armadura. – Tekkai Kempo – El ataque enemigo le hizo pedazos la máscara y al final logró darle en el pecho. Debido a la dureza de su defensa no fue una herida grave pero tampoco leve. Él asesino gruñó un poco con un corte que le escocía a horrores y por ello decidió echarse más hacia atrás aún. El rango de la herida tampoco podía llamarse media, quizás algo menos. – Jin Surfer – Se dedicó a responder tranquilamente mientras ahora su rostro quedaba al descubierto. Si ese hombre tenía conocimientos sobre la última guerra sabría que era Kogáto Uchiha, el peligroso criminal fugado de prisión y cuyo precio era impresionante.
Llegaba el turno de que el moreno atacara a su objetivo. Elevó su guadaña con una mano y esta empezó a ser rodeada con una extraña aura blanca. – Katto… – Susurró mientras su arma terminaba de imbuirse en energía cortante. Ahora activó su kamirosi y se desplazó a una velocidad impresionante hacia su oponente. Planeaba pasar por su lado izquierdo al mismo tiempo que lanzaba un tajo con su guadaña imbuida en haki y en aquella extraña habilidad cortante. El lugar era claro, la cabeza. Con eso planeaba decapitarlo de un tajo limpio y además quedar algo alejado del rango de tiro de aquellos cañones y los payasos con demás armas de fuego. No tardó en girarse para ver si su ataque había sido logrado. Si así fuera emitiría una sonrisa ladeada y siniestra al mismo tiempo empezara a soltar grandes carcajadas.
El moreno frunció el ceño y cuando vio a aquel tipo dar aquel extraño giro, decidió imitarle y darse la vuelta junto a él. El tajo del enemigo iba directo a su cuello, por lo que ahora retrocedió un poco en pleno aire usando el geppou y se imbuyó totalmente en haki armadura. – Tekkai Kempo – El ataque enemigo le hizo pedazos la máscara y al final logró darle en el pecho. Debido a la dureza de su defensa no fue una herida grave pero tampoco leve. Él asesino gruñó un poco con un corte que le escocía a horrores y por ello decidió echarse más hacia atrás aún. El rango de la herida tampoco podía llamarse media, quizás algo menos. – Jin Surfer – Se dedicó a responder tranquilamente mientras ahora su rostro quedaba al descubierto. Si ese hombre tenía conocimientos sobre la última guerra sabría que era Kogáto Uchiha, el peligroso criminal fugado de prisión y cuyo precio era impresionante.
Llegaba el turno de que el moreno atacara a su objetivo. Elevó su guadaña con una mano y esta empezó a ser rodeada con una extraña aura blanca. – Katto… – Susurró mientras su arma terminaba de imbuirse en energía cortante. Ahora activó su kamirosi y se desplazó a una velocidad impresionante hacia su oponente. Planeaba pasar por su lado izquierdo al mismo tiempo que lanzaba un tajo con su guadaña imbuida en haki y en aquella extraña habilidad cortante. El lugar era claro, la cabeza. Con eso planeaba decapitarlo de un tajo limpio y además quedar algo alejado del rango de tiro de aquellos cañones y los payasos con demás armas de fuego. No tardó en girarse para ver si su ataque había sido logrado. Si así fuera emitiría una sonrisa ladeada y siniestra al mismo tiempo empezara a soltar grandes carcajadas.
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Tu ataque no impacta donde tu esperabas. Sin embargo, tu enemigo ha perdido un trozo de brazo, es una herida bastante fea que le impedirá usarlo y le debe estar provocando una gran cantidad de dolor. A pesar de ello ves como el hombre no cambia sus facciones, manteniéndose cabreado. Un aura dorada rodea su brazo al tiempo que este se regenera rápidamente. En cuanto completa la regeneración comienza a reírse mientras parece mirar a través de ti.
-Pronto te llegara el fin. Puede que solo no me baste para derrotarte, pero mis hermanos están a punto de llegar y no podrás con todos a la vez.
Emite un potente destello de luz roja cegándote a menos que te tapes los ojos. Cuando vuelves a mirar no está, pero tu mantra te advierte de algo que viene desde arriba. Otra vez ese dichoso arpón, pero ahora es ¡Rosa! Viene muy rápido, yo me apartaría a menos que quieras un nuevo piercing.
-Pronto te llegara el fin. Puede que solo no me baste para derrotarte, pero mis hermanos están a punto de llegar y no podrás con todos a la vez.
Emite un potente destello de luz roja cegándote a menos que te tapes los ojos. Cuando vuelves a mirar no está, pero tu mantra te advierte de algo que viene desde arriba. Otra vez ese dichoso arpón, pero ahora es ¡Rosa! Viene muy rápido, yo me apartaría a menos que quieras un nuevo piercing.
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El tajo del asesino no pareció impactar donde quiso, y el maldito poder curativo de aquel imbécil le hizo fruncir un poco el ceño. Si iba a luchar con un hombre que se curaba, iba a tener que matarlo de un solo golpe y terminar con la vida de aquella basura. Apretó los puños con rabia y mantuvo su guadaña alzada. Entonces fue cuando el insecto lanzó una luz rojiza contra él y por ese motivo, el moreno cerró los ojos cubriéndose el rostro con ambos brazos. Cuando se dio cuenta, su adversario ya no estaba. El haki fue suficiente como para detectarlo arriba, en los cielos. Clavó sus rojizos ojos en aquel sitio y pudo ver un maldito arpón dirigiéndose hacia él a una velocidad sorprendente a decir verdad. El ifrit frunció el ceño y esperó al último momento para realizar su movimiento lo más rápido posible para evitar daños serios.
- Kami-e… – Susurró usando aquella habilidad.
Su cuero se volvió flexible como el papel y pudo evadir el ataque con un elegante movimiento. El filo de aquella cosa rozó su brazo izquierdo, provocándole una herida superficial. Empezó a sangrar un poco por ella y por ello frunció el ceño. No podía creerse que ese payaso osara herirle de aquella forma. Las palabras que dijo le hicieron ladear la cabeza. De modo que… Todo el mundo iba a atacarle ¿Podía ser más divertida la cosa? Una sonrisa siniestra se formó en su rostro al mismo tiempo que apuntaba con su guadaña hacia su objetivo. Demasiado confiados estaban aquellos imbéciles. Él iba a ser el primero en perder la vida a manos de Jin y eso era algo que pensaba hacer en ese mismo momento. Escupió a un lado y acto seguido entrecerró los ojos mientras miraba a su presa.
- Así podré mandaros a todos juntos al infierno. No sabéis a qué os estáis enfrentando… – Dijo entonces con un tono calmado. Sin previo aviso, se lanzó a por su objetivo.
Jin usó el kamisori para tratar de colocarse a la espalda de aquel tipo lo más rápido posible. Sin piedad alguna, lanzó un puñetazo a su cabeza con toda su mala leche. Si le daba, de sus nudillos surgiría una intensa llamarada con la que trataría de quemarle la cabeza y de paso freírle el cerebro. Le diese o no, lanzaría una poderosa patada formando un rankyaku y de esa forma intentaría partirlo en dos por la cintura. Su haki estaba desactivado, pues pensaba reservarlo para cuando toda la diversión comenzase de verdad. Su mirada se clavó en su objetivo (si continuaba vivo) y simplemente mostró una expresión siniestra.
- Voy a quemar vuestras almas… Arded para mí…
- Kami-e… – Susurró usando aquella habilidad.
Su cuero se volvió flexible como el papel y pudo evadir el ataque con un elegante movimiento. El filo de aquella cosa rozó su brazo izquierdo, provocándole una herida superficial. Empezó a sangrar un poco por ella y por ello frunció el ceño. No podía creerse que ese payaso osara herirle de aquella forma. Las palabras que dijo le hicieron ladear la cabeza. De modo que… Todo el mundo iba a atacarle ¿Podía ser más divertida la cosa? Una sonrisa siniestra se formó en su rostro al mismo tiempo que apuntaba con su guadaña hacia su objetivo. Demasiado confiados estaban aquellos imbéciles. Él iba a ser el primero en perder la vida a manos de Jin y eso era algo que pensaba hacer en ese mismo momento. Escupió a un lado y acto seguido entrecerró los ojos mientras miraba a su presa.
- Así podré mandaros a todos juntos al infierno. No sabéis a qué os estáis enfrentando… – Dijo entonces con un tono calmado. Sin previo aviso, se lanzó a por su objetivo.
Jin usó el kamisori para tratar de colocarse a la espalda de aquel tipo lo más rápido posible. Sin piedad alguna, lanzó un puñetazo a su cabeza con toda su mala leche. Si le daba, de sus nudillos surgiría una intensa llamarada con la que trataría de quemarle la cabeza y de paso freírle el cerebro. Le diese o no, lanzaría una poderosa patada formando un rankyaku y de esa forma intentaría partirlo en dos por la cintura. Su haki estaba desactivado, pues pensaba reservarlo para cuando toda la diversión comenzase de verdad. Su mirada se clavó en su objetivo (si continuaba vivo) y simplemente mostró una expresión siniestra.
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Subestimas a alguien que una y otra vez te ataca desde el aire. Si te hubieras parado a pensar un segundo lo hubieras comprendido, ese tipo tiene más movilidad en aire que en tierra. Mientras el arpón que provoca una gran explosión al impactar te hiere (por cierto, escuece más de lo normal) el cazador despliega dos alas desde su espalda estas, están formadas por plumas de colores, pero la piel parece escamosa. (prehistórica de archeoptherix)
Plegando los brazos se lanza en picado hacía el suelo, su menor tamaño y la velocidad de caída hacen que evite el puñetazo, si aún salen llamas del mismo, parte de las plumas de la espalda arderán produciendo quemaduras muy dolorosas. De todas formas, parece que aún no controla del todo su akuma, puesto que frena tarde y rueda por el suelo. En cuanto para de hacerlo, lanza varias plumas de colores desde sus alas hacia donde te encuentras. Van en grupos de tres, parece que no quiere que repitas esa forma de esquivar.
Desde el fondo del pueblo se empiezan a escuchar vítores y gritos de júbilo, puede que al fin llegue el grueso de tus enemigos. A pesar de que este aún se te resiste.
Plegando los brazos se lanza en picado hacía el suelo, su menor tamaño y la velocidad de caída hacen que evite el puñetazo, si aún salen llamas del mismo, parte de las plumas de la espalda arderán produciendo quemaduras muy dolorosas. De todas formas, parece que aún no controla del todo su akuma, puesto que frena tarde y rueda por el suelo. En cuanto para de hacerlo, lanza varias plumas de colores desde sus alas hacia donde te encuentras. Van en grupos de tres, parece que no quiere que repitas esa forma de esquivar.
Desde el fondo del pueblo se empiezan a escuchar vítores y gritos de júbilo, puede que al fin llegue el grueso de tus enemigos. A pesar de que este aún se te resiste.
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