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El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | Empty El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | {Miér 13 Ene 2016 - 19:08}

Este encuentro tiene lugar cinco años atrás en el tiempo. Momento en el cual Sharp tiene 16 y Ragnar 14 años.

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–¡Pero no lo entiendo! ¡Ya estoy listo! –Le grité a mi padre. –No necesito hacer nada más, debo salir ahora y emprender un camino. –Le exigí con rabia. –No debes apresurarte. Ya hablé contigo al respecto y te encontrabas de acuerdo, ¿qué interés tan bruto e incondicional es el que tienes ahora? –Me decía él, con su tono dulce como siempre. Sin embargo no quise escucharle y me largué enfadado, dando un portazo. Mi comportamiento fue completamente irracional en ese momento, no estaba siendo yo mismo. Lo que decía no era correcto y lo sabía, entonces, ¿por qué continuar con mi engaño? ¿por qué amedrentar contra alguien que lo único que pretende es protegerme? No sabía por qué estaba actuando de esa manera, no quería. Sin embargo me dirigí hacia el puerto, ignorando a todo aquel que me dirigía la palabra, con cara de querer hacer cosas de las que me podría arrepentir. Simplemente cogí un bote y salí al mar.
Eso es lo que recuerdo que hice, antes de que cayera el mediodía. Un mediodía oscuro, sombrío, con las nubes tapando el sol por completo y dejando un aura oscura en el clima, como si se acercara una tormenta. Era estúpido, no tenía pinta de que eso pudiera suceder, miré el cielo antes de salir… O no… Era evidente que se acercaba algo grande, el mar comenzaba a temblar preparando sus golpes en forma de olas. ¿Acaso quería castigarme por mi mal comportamiento? El pequeño bote comenzaba a temblar de miedo frente al poder del agua. Y comenzó el baile. Las olas comenzaron su danza moviéndose de un lado al otro y rodeando mi cuerpo, obligando a que este hiciera piruetas tales como si de ballet se tratara, mientras que ellas preferían magnificar gestualidades. Finalmente, lo último que recordaba de esa infame situación, era que una enorme ola acabó engulléndome, dejándome inconsciente.

Y tras lo que pareció ser una interminable pesadilla, en la cual aquellos pensamientos que antes expresaba no paraban de atacarme, desperté tosiendo y escupiendo agua. Lo primero que noté, fue que tenía frío. Mucho frío, estaba sobre algo gélido. Pero lo más importante es que me encontraba vivo. Al volver a tener conciencia, me di cuenta de que me encontraba sobre hielo… Ya que todo lo que veía estaba congelado. No me extrañaba ahora el sentir frío, aunque no podría evitarlo. Miré al mar, pues me encontraba al lado. El tiempo seguía igual, pero pude distinguir trozos de mi pequeña embarcación, hechos añicos. Parecía ser que acabé en este lugar como náufrago. Analicé mejor dónde me encontraba. Una isla que no conocía, y de la que no recordaba haber oído hablar nunca. Pero no podía pensar en nada, tan sólo en ese infernal frío que me corroía por todo el cuerpo, que se hacía más fuerte al meterse en mi interior debido a que todo mi cuerpo se encontraba mojado por el agua marina.
Temblando hasta más no poder, intenté caminar, y con suerte, encontrar algo para calentarme. Si alguien quería darme un castigo, lo había conseguido.
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El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | Empty Re: El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | {Miér 13 Ene 2016 - 20:44}

Los pájaros entonaban contentos una alegre melodía en aquella tranquila mañana, la fría brisa que caracterizaba a la isla rozaba suavemente la verde hierba del exterior de mi hogar como si quisiera cogerla pero se le escapase continuamente de las manos, tranquilidad… todo…era tranquilidad. O eso me hubiera gustado poder decir de aquel día, pero la verdad es que no puedo. Las espesas y oscuras nubes tapaban por completo el cielo evitando así que el sol fuera visible y ennegreciendo por completo el paisaje. El sonido de la madera de la hoguera crujiendo a causa del calor y el de los rayos cayendo a le lejanía era lo único que podía apreciar desde dentro de aquella pequeña cabaña de madera. Me aparté de la ventana y me dirigí hacía la hoguera, allí me arrodillé y puse un par más de troncos en el fuego, aquel era un día realmente frio y el fuego y el alcohol era lo único que nos podía resguardar a mí y a mi maestro de este.

Tras echar la leña, me quedé unos instantes mirando fijamente como esta se iba prendiendo poco a poco… Al cabo de unos minutos observándolo me puse en pie y me senté en una silla al lado de mi maestro. Él se encontraba sentado, como de costumbre totalmente sereno a pesar de todo lo que estaba pasando en el exterior. Sobre sus muslos tenía a su preciada katana “Bagami” desenvainada y en su mano derecha un trapo mojada en un aceite el cual olía realmente mal. Como cada domingo por la mañana él estaba haciéndole el mantenimiento a su espada, no sabía por qué pero le tenía más aprecio a su espada que a su propia vida. Mientras la limpiaba, sin apartar la mirada del filo de esta empezó a hablar, no sabía muy bien porque, pero siempre que escuchaba el sonido de los truenos se ponía filosófico serio. -Los dioses están enfadados, lo lamento por el imprudente que esté navegado bajo este manto negro. No soportaba cuando Radagast se ponía así. Me levanté de la silla, cogí mi chaqueta, mis tres espadas y una botella de ron y me dirigí hacía la puerta de la casa para salir.

Cuando me encontraba fuera me quedé mirando el horizonte durante unos segundos, la verdad es que vivir en lo alto de una montaña tenía sus ventajas, desde allí se podía ver toda la congelada aldea. Como de costumbre, sin querer, posé mi mirada sobre la que tiempo atrás fue mi casa, prácticamente al instante la aparté de una forma violenta y le di un largo trago a la botella de alcohol que sostenía con mi mano izquierda, seguidamente me puse mi capucha y empecé a caminar montaña abajo. Si ahora me preguntaseis porqué cometí semejante imprudencia no sabría responderos, supongo que la mente de un chico de catorce años es misteriosa…
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El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | Empty Re: El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | {Lun 1 Feb 2016 - 15:45}

El frío empezaba a hacer que dejase de sentir mis dedos de las manos y de los pies. Tiritaba y temblaba haciendo ruidos con los dientes coa da una de las pequeñas brisas heladas que iban en dirección a mi pálida cara. ¿Qué carajos era este lugar? No figuraba en ningún mapa que había visto, y con mi tendencia a explorar rutas era consciente de que había visto muchos del mar del este. ¿Podría ser probable que haya salido de dicho lugar? ¿Estaría perdido? Estos pensamientos hacían que mi mente se distrajera lo suficiente como para no hacerse otras preguntas relacionadas a mi mal estar del momento, y así poder seguir adelante.
Por suerte, conseguí distraer lo suficiente mi mente haciéndola pensar que estaría perdido en un mar distinto sin ayuda, como para conseguir llegar a lo que parecía un pequeño poblado… Un poblado completamente congelado. ¿Viviría gente allí? No podía saberlo en ese momento, pero en caso de que la respuesta fuese afirmativa, tendrían que tener unos grandes abrigos. Fui hasta la casa más cercana que tuve, y moví mi brazo como pude para tocar la puerta, que por suerte, no estaba congelada. Con el segundo toque, la puerta se abrió, dejándome pasar a mi y al insufrible frío. Me sentía fatal, no solo iba algo ligero de ropa, sino que además me había mojado entero. Eso olía a un resfriado del copón como no hiciera algo pronto.
Nada más entrar cerré inmediatamente la puerta. Echaba aire por la boca a la par que continuaba con mi tembleque. Comencé a coger aire, como si eso pudiera ayudarme a entrar en calor. Cuando me di cuenta, me giré. No había nadie. Por un momento pensé que alguien me había abierto la puerta, pero tras tres ritos de alarma, notar el polvo que cubría toda la vivienda y el desorden la misma, quedé con la idea de que la vivienda se encontraba abandonada.

No pude evitar quedarme asombrado mientras observaba con cuidado cada parte del que fue en su momento un hogar. Libros por el suelo, sillas, papeles. En verdad la mayoría del desorden que había era de cosas caídas, como si un vendaval hubiera surcado el interior en algún momento. Extrañamente el interior no estaba congelado, y no hacía tanto frío como en el exterior. Pasé un dedo por encima de la mesa. Se quedó impregnado de la suciedad que me hacía saber que llevaba mucho tiempo abandonado. La verdad es que miles de historias me pasaban por la cabeza.
Pero mi tiempo de lapsus se agotó, y volví a la realidad, a una realidad en la que pasaba frío. Busqué por la casa, en las habitaciones, y conseguí un par de viejas mantas de lana. Me tapé de la forma más completa que pude. No sé bien por cuánto, pero sí que fue un tiempo suficiente como para que el atardecer cayera. Mi cuerpo ya se había calentado y había dejado de temblar.
Me levanté y comencé a pasearme por la casa. No era tampoco muy grande, pero tenía curiosidad.

Y en una de aquellas habitaciones, me llevé una sorpresa. Congelado… Había alguien congelado. Me quedé de piedra, e, irónicamente, helado al ver aquella imagen y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo. Me acerqué con cuidado, y pude ver que se trataba de una mujer… Una mujer que abrazaba un cuna con fuerza. Congelada… No sabía bien en qué pensar durante aquél momento. Al lado de la mujer había otra marca de hielo, pero rota, como si hubiera habido algo junto a ella. Curioso era, no hacía el extremo frío de fuera en la casa, y sin embargo podía darse el caso de congelación. Y tras haber visto a la aldea, tenía la sensación de que si alguna vez hubo vivido gente en esta isla, podrían haber corrido la misma mala suelte. No podía dejar de mirarla. Esta escena… No sabría cómo describirlo, se podría decir que me marcó por dentro de alguna forma. Me quedé con los ojos cerrados, cabizbajo, en silencio, durante un par de minutos.
Cuando terminé aquella pequeña muestra de respeto, abrí los ojos, que apuntando al suelo vieron una vieja fotografía. Parecía la foto de la familia que aquí residía, el padre, el hijo… De cierta forma me recordaban a mi… Tal vez no fuera lo mejor, pero guardé aquella fotografía, casi sin darme cuenta, como si fuese mía. Una pequeña lágrima se me escapó corriendo por la mejilla para caer en mi recubrimiento de lana, y me quedé allí, quieto, observando, triste.
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El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | Empty Re: El gélido encuentro. | Privado | Ragnar & Simo | {Miér 3 Feb 2016 - 12:14}

Cada tembloroso paso que daba sobre la gélida y blanca nieve montaña hacia abajo era un largo trago que le pegaba a la gran botella de aquel asqueroso y fuerte ron que llevaba conmigo. Mi sabio maestro me había enseñado a beber desde que tan sólo era un crio con un chupete, era por esa misma razón por la que ese brebaje del demonio ya no tenía ningún efecto sobre mí más allá del de ayudarme a entrar en calor, pues eran largas y frías las noches en aquella isla de mala muerte y la compañía de la cálida hoguera a veces no era suficiente para sobrevivir. A mitad del largo trayecto, cuando me propuse dar otro gran trago de aquel líquido negro, me di cuenta de que no quedaba ni una mísera gota. "Mierda..." Pensé al ver la nieve a través del rojizo cristal del que estaba hecho el recipiente. "El alcohol se ha vuelto agua con el paso del tiempo..." Reflexioné a la vez que tiraba la vacía botella al lado del estrecho y congelado sendero por el que me encontraba andando. Un elegante "clink" resonó durante unos breves segundos cuando el cristal chocó contra un retorcido árbol no muy lejano de mi posición. Al escuchar aquel breve y agudo sonido una risa algo inocente apareció en mi rostro, a pesar de todo yo no era más que un crio de catorce años movido por un extraño sentimiento, un sentimiento el cual decía que allí abajo, en la ya congelada aldea que antaño pude llamar "hogar" se escondía algo, algo estrechamente relacionado con mi pasado y con mi futuro, algo que me resolvería muchas preguntas, algo que debía de conocer. Segundos después del escuchar el sonido que tan gracioso me pareció en aquel entonces proseguí mi camino, el cual sin duda alguna, se haría mucho más duro sin la ayuda del alcohol.

Después de unas largas y pesadas horas de viaje sin ninguna compañía más allá que la de mi propia soledad llegué a la gran puerta que conducía a mi destino. Al igual que el resto de la anteriormente mencionada aldea, esta se encontraba totalmente congelada, debía de medir unos diez metros de alto y unos cinco de largo, con dos grandes columnas blancas a los lados. En lo más alto de estas habían dos majestuosas estatuas negras: un par de cuervos de ojos rojos mirando fijamente el mismo suelo que estaba pisando, como si se tratasen de dos guardianes vigilando la entrada. Entre las dos columnas se alzaba la gran puerta, con forma de medio óvalo, hecha de madera tallada por los mejores artesanos del lugar. Esta se veía rodeada por unos bordes de acero negro, en los cuales se podían observar unas runas antiguas y supuestamente mágicas las cuales protegían al pueblo de un dragón ancestral de hielo que habitaba en la montaña. Al parecer estas no fueron muy útiles a la hora de la verdad...  En el centro de la madera habían dos grandes anillas en forma de circulo, estaba hechas del mismo acero negro de los bordes. Por la parte exterior del gran conjunto de la puerta y las columnas se encontraba la gran muralla que protegía toda la aldea de los animales salvajes, esta era blanca como las y debía de medir unos cinco metros de alto. En la parte paralela de la muralla se encontraba la misma puerta, con las mismas columnas y los mismo cuervos.

Tras contemplar ese gran monumento con unos ojos llenos de melancolía me dispuse a entrar. Por suerte las puertas se encontraban abiertas, pues los aldeanos intentaron escapar cuando vino el dragón hace ya años. En consecuencia, rodeando la entrada de la aldea, se podían apreciar varias "estatuas de hielo" con caras llenas de pánico y miedo. Para ser sinceros no me atrevía a mirar a la mayoría a la cara... Pensar que antaño fueron personas como mi padre o mi madre y que ahora se encontraban en aquel estado... Aquello era algo que me ponía la piel de gallina y dejaba mía músculos ligeramente paralizados.  Caminé a paso lento por el interior de la aldea, buscando ese "algo" que me había llevado hasta allí... Cada vez me encontraba más nervioso, más asustado, más triste... Cuando de repente el puñetazo que me asestó el K.0 llegó sin avisar. Frente a mi estaba algo que esperaba no tener que ver otra vez hasta dentro de mucho tiempo, un lugar que por aquel entonces representaba a la perfección mi "Infierno Personal"... Al verlo, de golpe caí de rodillas al suelo. El choque de los mangos de mis dos katanas de acero y mi katana de madera contra el suelo resonó por los alrededores acompañado por el llanto de pavor de un niño pequeño. Las lágrimas recorrían mis mejillas y unos grades ojos con una mirada de desesperación aparecieron en mi rostro. Frente a mi... se encontraba... mi antiguo hogar...
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