¿¡ESE ES TU VERDADERO NOMBRE!? (Pasado) [Privado] Salvio y Ragnar

El reino de Lvneel, un famoso lugar. No por que tuviera una exquisita comida, o una fuerza militar impresionante y mucho menos porque se tratase del sitio con los piratas más famosos,  sino por sus historias o más bien una en particular.  Una historia que mi maestro me contó varias veces: la historia de Norland, más conocido como “El Mentiroso Norland”. Un hombre el cual juró que la ciudad de oro existía y fue ejecutado por mentiroso o por lo menos aquello decían… No obstante yo siempre creí a Norland y me sentí identificado con él. ¿Vosotros me creeríais si os contase que un gigantesco dragón de hielo arrasó mi aldea por completo y que ahora voy tras su pista? ¿Verdad que no? Por eso me sentía identificado con Norland y ese mismo era el motivo por el que me encontraba en aquel lugar, quería saber más del que una vez fue el hogar de ese hombre que para mí fue un héroe. Dejé mi pequeño bote atracado en el puerto de la isla y me dirigí hacía el primer sitio que quería visitar, el gran castillo.

Mientras caminaba por las calles de aquel lugar algo me llamó la atención, más concretamente alguien, se trataba de un hombre de pelo blanco, con tres katanas idénticas a las que yo tenía y con una bandana verde en la cabeza bastante parecida a la mía. Este estaba sobre una especie de tarima hecha con una caja de madera, muy cutre la verdad. Estaba gritando cosas y al parecer la gente de alrededor lo estaba escuchando aterrorizados mientras dejaban billetes y monedas a sus pies. Vi que en su mano llevaba un cartel de se busca vivo o muerto, un momento… esa foto me resultaba familiar. Achiné mis ojos para ver mejor de lo que se trataba y efectivamente… ¡ERA MI CARTEL DE “SE BUSCA”! No dije nada, simplemente me camuflé entre la multitud para ver lo que estaba diciendo, tal vez fuera un fan quien sabe…  

Cuando estaba lo suficientemente cerca pude escuchar bien lo que farfullaba aquel payaso. -¡ESCUCHADME TODOS, SOY EL TEMIDO PIRATA RAGNAR ASBOR, CON SETETA Y SEIS MILLONES Y MEDIO DE BERRIES DE RECOMPENSA, SI NO QUEREIS QUE OS MATE DADME VUESTRO DINERO! Tras escuchar sus palabras me acerqué a la tarima, al ver cómo iba vestido todo el mundo empezó a farfullar teorías. Que si podía multiplicarme, que si tenía un hermano gemelo... Me subí a esta y con cara de indiferencia le di un golpe con la mano en plan karateka en la nuca haciendo que cayera inconsciente al suelo.  Vaya… pensé al ver lo debilucho que era. Tras observar al patético espadachín (si se le podía llamar así) tirado en el suelo, le di la cara al pueblo y ahora con cara sería dije algo. –Coged vuestro dinero, el espectáculo se ha acabado. Tras aquellas palabras la gente no sabía cómo reaccionar.

- North Blue... Reino Lvneel, no es lo que quería, pero bueno, siendo un polizón creo que no me puedo quejar tanto. - Le comente al dueño del barco en el que me había infiltrado mientras este último me empujaba hacia las calles, lejos de su presencia. - ¡Agradece que no te mandamos a prisión maldito vago! - Ante estos dichos me di la vuelta con rapidez, lo mire amenazante y le respondí de forma tranquila pero firme. - Y tu agradece que no te asesine en este preciso momento... viejo de mierda. - Y tras estas palabras me volví a dar la vuelta y empece a caminar hacia el interior de la isla.

Fui pasando varias calles tranquilamente, en busca de algo mejor que hacer, cuando en la lejana cercanía escuche unos gritos que llamaron mi atención: ''¡ESCUCHADME TODOS, SOY EL TEMIDO PIRATA RAGNAR ASBORN, CON SETENTA Y SEIS MILLONES Y MEDIO DE BERRIES DE RECOMPENSA, SI NO QUERÉIS QUE OS MATE DARME VUESTRO DINERO!'', al escuchar esto me quede sin palabras. - Pero que pirata más estúpido, esto no puede ser serio. - Aun así había llamado tanto mi atención que decidí acercarme, para apreciar mejor el espectáculo que brindaba el idiota.

Me mantuve fijo frente al ridículo personaje por algún tiempo, simplemente observando como el incrédulo gentío que pasaba por allí le dejaba dinero. - Creo que este es mi día de suerte. - Me dije a mi mismo justo cuando otro sujeto aparecía en escena, una persona muy curiosa y vestida de la misma forma que quien decía ser Ragnar Asborn.

El recién aparecido subió a la tarima del ridículo y con un golpe lo hizo caer desmayado, para a continuación gritar algo sobre que terminaba el espectáculo y que la gente volviera a tomar su dinero. Decidí acercarme a donde estaba depositado el dinero y tome unos cuantos billetes, luego de guardármelos, subí la cabeza y entre risas le dije unas palabras al peli blanco. - Es una persona muy amable señor... si no hubiese sido por usted, ¡no habría vuelto a ver mi preciado dinero! -

Antes de que pudiera bajarme de la tarima un hombre con una musculatura fuera de lo normal se me acercó y con una risa un tanto rara y que para nada pegaba con su físico me agradeció el haberle devuelto su dinero. Al escuchar semejantes palabras salir de su boca yo lo miré de arriba abajo extrañado, pues me parecía de lo más extraño que alguien con sus capacidades físicas fuera atormentado por un payaso como ese. De todos modos dejé aquel pequeño gran detalle de lado y con haciendo un gesto de indiferencia con mi mano a la vez que bajaba de la tarima respondí ante su agradecimiento, pues no quería perder más tiempo con la gente del lugar. –Sí, sí. No pasa nada.

En el mismo instante que puse un pie en el suelo un pequeño pelotón de  cuatro marines se me acercó, a juzgar por sus uniformes no eran más que novatos, uno de ellos era un sargento, y los otros tres eran cabos.  El sargento  llevaba el mismo cartel de “se busca” que tenía mi impostor, se pararon varios metros delante de mí y el que tenía el cartel y parecía de mayor rango empezó a hablar. –Pirata Ragnar Asborn, quedas detenido en nombre de la marina por el cargo de agredir a dieciséis agentes de la ley. Si no opones resistencia todo será más fácil. Yo estaba escuchando sus palabras con la misma cara de indiferencia de antes mientras me limpiaba la oreja izquierda con uno de mis dedos. Cuando acabaron de hablar bajé del todo de la tarima y empecé a caminar rumbo al gran castillo ignorando por completo a aquellos marines.

Al ver mi reacción ante sus palabras el líder se enfadó y empezó a gritarme en el mismo tono de un niño pequeño al cual le acababan de quitar la piruleta. – ¡MALDITO PIRATA! ¿¡Acaso no sabes quién soy!? ¡YO SOY EL GRANDIOSO SARGENTO SHIN, PREPARATE PARA MORIR ! Tras aquellas palabras los cuatro marines cargaron contra mí con espadas. Al ver su comportamiento suspiré mientras cogía a Bagami aún en su funda. Cuando estaban lo suficientemente cerca de mi, derrumbé a los cuatro con un solo ataque horizontal dirigido a sus cabezas. Al ver como caían desmayados al suelo volvía a guardar mi espada, di medía vuelta y seguí mi rumbo hacía el gran castillo, a ver si podía tomarme un descanso de una vez por todas.

El responsable de la obtención del dinero me contesto de manera fría e indiferente, sin embargo, no me importa, incluso fue mejor a mis propósitos. Termine de tomar el dinero y me aleje de la escena.

Cuando ya me había alejado unos cuantos metros, sentí algunas voces gritando de manera que mire hacia atrás girando la cabeza, solo para encontrarme con que cuatro hombres uniformados de la Marine rodeaban el peli blanco y querían apresarlo. Por un efímero momento pensé en intervenir, solo para ver si podía sacar algo más de dinero pero luego recordé que a los bajos cargos de la Marina les pagan miserias y se me paso. Además, el pirata hizo caer a sus perseguidores con tan solo un movimiento de espada. - ¡Brávo! - Dije en voz baja antes de retomar la marcha.

Según las instrucciones que me habían otorgado en la isla por la que pase antes, existía cerca del famoso castillo una posada con un antiguo bar. Sin dudarlo yo me dirigía hacia allí, la sorpresa fue ver que el osado pirata de alta recompensa, parecía estar trazando el mismo camino que yo. Me acerque hacia su persona despacio y con cautela; pero cuando estaba lo suficientemente cerca le hable con voz firme. - ¿También vas al castillo? - Sabía que era arriesgado pero como estafador siempre pensaba en ganar algo para mí, y estaba convencido de que podía sacarle alguna ventaja al joven Pirata.

Mientras caminaba tranquilamente en dirección al castillo de aquella isla noté como alguien se me acercaba por la espalda. Me preguntaba si se trataba de un marines al cual no le había golpeada lo suficientemente fuerte, como precaución llevé mi mano derecha a la empuñadura de Bagami, sin desenfundarla aún pero esperando a ver qué es lo que pasaba mientras seguía caminando. Al cabo de unos segundos la voz del tipo que anteriormente me había agradecido el devolverle su dinero sonó a mis espaldas con un tono firme, al saber que se trataba de él retiré mi mano de la katana. Me preguntó si yo también me dirigía al castillo, a lo que le contesté con un simple y serio “Si”. No sabía porque pero al escuchar aquellas palabras salir de su boca recordé a un hombre que había conocido meses antes, si no recordaba mal su nombre era Juka y no me causó más que problemas, así que esperaba estar equivocándome. Sin preguntarlo si quiere se puso a mi lado y empezó a caminar junto a mí, como si de un amigo se tratara. Yo no le dije nada al respecto, simplemente callé y seguí caminando rumbo a mi destino.

Estuvimos andando durante casi media hora, al parecer aquel pueblo era más grande de lo que pensaba y mi cuerpo estaba empezando a pedirme algo de comida y bebida. No faltaba mucho para llegar al castillo, la más alta de sus torres era apreciable detrás de unas casas situadas ante nosotros, entre ellas una me llamó especialmente la atención o más bien su cartel. “Posada de la calavera tuerta” ponía en el gran letrero, al lado de este, en el mismo edificio había uno más pequeño y antiguo, en el cual ponía “bar”. Sin pensármelo dos veces me dirigí hacía el establecimiento. Había dos puertas: una grande y un tanto lujosa y hecha de madera y otra algo más vieja, la cual se encontraba tras unas escaleras las cuales descendían a lo que parecía ser algo así como un trastero, por lo que el letrero daba a entender la segunda era la que conducía al bar.

Fui hacía ellas, bajé las escaleras y me adentré en el local. Este estaba muy viejo y descuidado, con las paredes el techo y el suelo hecho de una piedra ya algo desgastada, las sillas estaban hechas de madera, y la gran mayoría aún estaban puestas sobre las mesas, como si el local estuviera recién fregado, las mesas también estaban hechas de madera, igual que la barra, los taburetes y la gran estantería llena de licores detrás de esta. En el local tan solo había dos mesas ocupadas, una por un hombre de aspecto algo misterioso y otra por un hombre mayor, bajo de estatura, delgado pero vestido con ropas amplias, de pelo blanco y con dilataciones en las orejas. Al entrar tan solo él me miró, esperando que dijera algo.

El tipo me contesto de forma muy fría y escueta con un simple ''Si''. La verdad era que me caía bastante mal y no me hacia ninguna gracia estar acompañándolo como si fuera mi ídolo, sin embargo, estaba seguro de que hacerme amigo de él podría beneficiarme en algo.

Caminamos los dos sin dirigirnos ni una sola palabra por aproximadamente media hora, hasta que finalmente ambos comenzamos a sentir el cansancio, el hambre y la sed. Por fortuna, a tan solo unos pasos de donde ya nos encontrábamos, observamos la posada de la que me habían hablado y en su costado derecho un viejo Bar.

Por mi parte, permanecí viendo la fachada varios minutos totalmente abstraído hasta que me percate de que sujeto de los pelos violetas ya había bajado los escalones que conducían al antiguo bar, así que me dispuse a hacer lo mismo.

Baje las escaleras y lo que aprecie fue la imagen del paso del tiempo, del deterioro... aunque también del disfrute y la vida bohemia. Sin ver que hacia mi compañero momentáneo, me senté en lo que vendría a ser la barra del lugar, coloque unos cuantos billetes y pedí una botella del mejor whiskey que tuviera. Muchas historias se contaban sobre el reino Lvneel, pero de momento la isla me parecía muy aburrida, esperaba que al menos el whiskey fuera bueno para emborracharse y olvidar mis problemas actuales.

Allí me encontraba, parado frente a la puerta de aquel viejo y desgastado local,  intercambiado miradas con ese hombre mayor de aspecto extraño.  Tras unos segundos de un incómodo e intenso silencio el musculoso hombre que me había acompañado hasta allí entró al bar y se sentó en la barra, seguidamente puso unos cuantos billetes sobre la vieja madera y en voz alta, dirigiéndose a nadie (pues no había persona alguna tras la barra), pidió la mejor botella de whiskey que tuvieran. El viejo apartó la mirada de mí y la redirigió hacía él, seguidamente se levantó de la silla en la que estaba sentado y se acercó a la barra, metiéndose así tras esta y cogiendo una vieja botella de whiskey. Cuando la tenía entre sus manos se la puso delante al hombre acompañada de un vaso con un par de cubitos de hielo. Cogió el dinero que había sobre la madera y le devolvió un par de míseras monedeas. Al acabar la transacción el anciano se apoyó en la barra y volvió a dirigir aquella desafiante mirada hacía mí. Yo sonreí y me senté en uno de los taburetes, justamente delante de él. – ¿Qué será? Preguntó devolviéndome la sonrisa. –Sake tibio. Respondí.

Al escuchar mi petición el hombre sacó una botella de debajo de la barra y un vaso, seguidamente me sirvió y dejó la botella a un lado. Antes de que pudiera beber si quiere vi como sus ojos se posaban en mis tres espadas, al verlas volvió a mirarme a los ojos y empezó a hablarme. –Dime muchacho, ¿Quién es el dueño de esas espadas? Suponía que estaba preguntando por mi nombre, así que le respondí sin rodeos. –Me llamo Ragnar. Dije mientras me bebía el vaso de sake de un trago. Al acabármela cogí la botella y volví a llenarme el vaso. -¿Caza recompensas tal vez? Me preguntó con cara seria. –Pirata. Le contesté mientras volvíamos a intercambiar miradas. Ese hombre me estaba haciendo demasiadas preguntas y aquello no me gustaba. Un incómodo silencio volvió a aparecer en el local, pero de repente, el viejo rompió el silencio con una gran carcajada por su parte. –JEJEJEJEJEJEJEJE. Yo no sabía muy bien a que se debía aquella risa tan de repente ¿Se estaría burlando de mí?

A los pocos segundos paró de reírse limpiándose las lágrimas con los dedos, sacó otro vaso y lo llenó de sake, lo alzó y me propuso un brindis. -¡POR LOS PIRATAS! Al saber el motivo del brindis yo no me lo pensé dos veces, alcé mi vaso y tras chocarlo con el suyo ambos nos lo bebimos den un trago. Tras dejar los vasos sobre la mesa ambos sonreímos, por tan solo aquel gesto ese hombre ya me caía bien. –Y dime, ¿Qué es lo que trae a un pirata por esta isla? Yo lo miré y con una sonrisa un tanto pícara di una respuesta a su pregunta. –Desde pequeño me ha gustado la historia del mentiroso Norland, y quería ver con mis propios ojos el lugar donde vivía ese héroe legendario. Al escuchar mi respuesta una gran cara de sorpresa apareció en su rostro, seguidamente, con un tono de euforia volvió a preguntarme otra cosa. -¿Tu… Tú crees que Norland no mentía? Su respuesta me sorprendió, si, era poca la gente que pensaba que él no fuera un mentiroso, pero tampoco era para reaccionar de esa forma. –Claro viejo, estoy seguro de la ciudad de oro existe. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, acompañadas por una gran sonrisa. –Pues me acabas de alegrar el día hijo, yo… yo soy descendiente directo de Noland Montblanc… Al escuchar aquello una gran cara de sorpresa apareció en mi rostro. -¡¿QUEEEEEEEEE?! Exclamé con la boca y los ojos totalmente abiertos.

El Whisky era muy bueno, tenía que dar la derecha en eso. - Es fuerte también. - Dije en una voz muy baja, imperceptible para los demás. El primer vaso lo termine en cuestión de cinco minutos y me dispuse a pedir otro al momento, sin embargo, me encontré con que el cantinero y el sujeto al que había estado siguiendo se hallaban hablado muy compenetrados y eufóricos. Para mi fortuna salió de la parte de atrás un muchacho más joven al cual llame con mis manos. - Ponme otro Whisky chico, vamos. - El joven obedeció sin problemas, y se mantuvo en las cercanías, llenándome el vaso cada vez que lo pedía y sin pronunciar palabra. En total alcance a tomar nueve vasos de Whisky y no pude más porque ya me estaba quedando con poco dinero del que había robado el día anterior.

La borrachera era notable, pero intente disimularlo lo más que pude, aun así tambalee bastante cuando me levante del asiento - ¿Dónde está el maldito baño? - El viejo me miro con mala cara y señalo con su mano en determinada dirección que apenas logre captar. - Muchas gracias... viejo de mierda. - Apresure el paso cansado y abrí la puerta dejándome caer sobre los lavamanos. Me enderece y mire al espejo, un rostro castigado me devolvió la mirada. - Hacia mucho tiempo que no tenía una de estas buenas borracheras, je. - Luego de decir esto recordé que me quedaban todavía algunos hongos sueltos. Apresure mi mano al bolsillo y saque dos. - ¿Esto es todo? - Me dije a mí mismo. - Bueno, es bastante, que más da - Y luego de decir esto en un tono un poco más alto, me metí a la boca los dos juntos y empece a masticar. El cóctel producido por ambas drogas me hizo caer de espaldas al suelo y empezar el recorrido de un extraño viaje, las alucinaciones esta vez no eran muchas, en realidad me hizo sentir paz.

No sé exactamente cuanto tiempo estuve tirado en el suelo, pero estoy seguro de que no fue tanto como creí en un primer momento. Cuando me levante sentí un hambre de mil demonios, de manera que salí rápido del baño, ahora había más gente y algunos miraron raro, como intentando descifrar que tanto había hecho allí adentro, aunque lo cierto era que no había muchas opciones.

Me senté de nuevo en la barra y pedí lo más suculento que tuvieran para comer. Tras unos minutos me trajeron un plato lleno de carne, con un poco de ensalada decorativa. Lo mire un instante y lo termine de comer en menos del tiempo que demoraron en llevármelo, luego me levante del asiento y me fui en un santiamén sin pagar, ya había gastado mucho en ese antro, y el tipo de los pelos blancos ya no me interesaba, además, lo poco que logre escuchar de su conversación hizo que me revolviera el estómago con sus delirios de pirata heroico.

Mientras el viejo y yo hablábamos como si nos conociéramos de toda la vida pude notar como el musculoso y sospechoso hombre con el que había ido hasta aquella vieja taberna pedía un vaso de whisky tras otro, pues un joven camarero se los fue sirviendo sin rechistar. Finalmente  debió de beberse unos diez vasos en menos de media hora. Unos minutos después de tomarse el último trago de alcohol, se levantó tembloroso de la silla, tambaleándose ligeramente de lado a otro. Dio un par de pasos e interrumpiendo nuestra conversación, le preguntó al dueño del local donde se encontraban los baños de muy mala forma. Este, algo enfadado se lo indicó con un único gesto de su mano para posteriormente seguir hablando conmigo. El hombre, borracho, se dirigió hacia la dirección que le había dicho el anciano, instantes después de entrar se escuchó un fuerte golpe dentro del lavabo pero lo dejamos correr para seguir hablando. A pesar de la fugaz interrupción de aquel individuo mi euforia no había menguado.

-Así es. Dijo el anciano con una gran sonrisa en su rostro. -Por decirlo de alguna forma él es un abuelo muy, muy, muy lejano. Yo estaba muy entusiasmado al poder hablar con él, era casi como poder hablar con el nieto de Roronoa Zoro para mí. Noland MontBlanc fue un héroe para mí en mi infancia, alguien que murió digno a sus ideales hasta el final, murió por lo que él creía a pesar de lo que los demás no lo creían, sin duda todo un ejemplo a seguir y más para alguien como yo. Nos tiramos horas hablando, él me contó anécdotas realmente impresionantes y yo lo expliqué algunas de las aventuras que había vivido en mis recientes aventuras, tras muchas palabras, risas, lágrimas y vasos de sake, apareció de nuevo el hombre con el que había llegado allí, la verdad es que me había olvidado completamente de él. Se sentó en la barra y pidió algo de carne, cuando se la trajeron, se la comió en cuestión de segundos, “la gula” pensé al ver sus actos. Acto seguido se levantó del taburete y se fue del local. El anciano me miró y me dijo lo siguiente, él también iba algo borracho a causa de todo el sake que habíamos tomado. –Ese cabrón se ha marchado sin pagar. Al escuchar sus palabras mi rostro se volvió totalmente serio, miré hacía el individuo, el cual estaba saliendo del local, y volví la cara hacía el pariente de Noland para decirle unas palabras antes de ir tras él. –Tranquilo viejo, yo me encargo. Me levanté de la silla y salí del local, cosa que no tendría que haber hecho, al salir un marine gigantesco, a juzgar por su uniforme teniente primero, de unos cinco metros de altura se encontraba sentando en la calle, mirando fijamente la puerta del local. Cuando me vio salir se levantó y con una voz grave e imponente dijo unas breves pero claras palabras. –Voy a matarte criminal Ragnar Asborn. Genial, simplemente genial, los débiles marines de antes debieron de haberse “chivado” a sus superiores y ahora enviaban a un semi-gigante a por mí. Me preguntaba si se había quedado en la calle por qué no entraba por la puerta.

Justo cuando estaba saliendo de aquel inmundo Bar sentí como el dueño advertía que me iba sin pagar y el pirata de los pelos blancos se levantaba tras de mi, por lo cual acelere el paso y me escondí tras la pared del callejón que si situaba a un costado con la intención de engañarlo.


Desde donde me encontraba podía observar lo que sucedía a las afueras de la taberna, lo cual provoco que me llevara una gran sorpresa cuando finalmente el pirata avanzo por las calles del exterior y lo amenazo un sujeto enorme aparecido de la nada y que hasta el momento había pasado desapercibido para todos. En ese momento me pregunte a mi mismo porque el hombre no había entrado al Bar desde un principio. - Tal vez no quera arruinar el local. - Me respondí a mi mismo, a la vez que frotaba mis manos y me acomodaba en donde estaba para observar el posible combate que se avecinaba. No obstante, a mis espaldas comencé a sentir varios pasos de personas y algunos murmullos. - Sera posible que... ¿Mas marines? maldición. - Y luego de decir esto en voz muy baja me dedique simplemente a esperar escondido desde donde estaba, a ver el combate y a ver de que se trataban esos ruidos, si es que aparecían en escena.

Simplemente genial, ahora tenía que enfrentarme a un marine de mierda con más de cinco metros de altura, si fuese cualquier otro día de la semana lo hubiese echo sin rechistar, pero justamente aquel día era mi día libre, un día en el que se suponía que tenía que relajarme y visitar aquella hermosa ciudad, pero no, los marineritos tenían que meterse de por medio, como siempre. Algo enfadado desenfundé a mis tres espadas, como siempre llevando a Bagami a mi boca y sujetando a las otras dos con mis brazos. Miré fijamente al semi-gigante con cara decidida y con la katana aún en mi boca le dije lo que le pensaba alto y claro, bueno, lo más claro que se lo podía decir con una espada en la boca. "Vamos grandullón, ven a por mi, no tengo todo el día." Al escuchar aquello el marine sacó una enorme maza de su espalda, más o menos de su mismo tamaño, esta era cada vez más grande, con dm mango estrecho y una cabeza gigante llena de bultos. Si eso me alcanzaba me haría pupita. Intercambiamos miradas, algo en la suya me dijo que era fuerte para el cargo en el que estaba, tal vez esa pelea iba a ser más dura de lo que me esperaba, quién sabe. Empezó él cargando contra mí, me lanzó un ataque descendente con intenciones de aplastsrme, yo lo esquivé dando un veloz paso hacia atrás, seguidamente pensé en una forma de alcanzarle, me subí a su maza y empecé a correr sobre esta, para intentar cortarle la cara y acabar lo antes posible el combate. Cuando me encontraba en lo más alto de esta, di un salto dirigiéndome hacia su rostro, pero instantes antes de que pudiera cortarle, soltó una de sus manos de la gigantesca maza y me dio un fuertisimo puñetazo, lanzándome hacía un edificio de los alrededores e incrustándome contra la pared.

"Mierda..." Murmuré al verme en esta situación. El gigantesco hombre empezó a correr hacia mi, con intenciones de golpearme de nuevo, esta vez con su arma y hundirme más en la pared. Yo intenté liberarme de esta con todas mis fuerzas, e instantes antes de que el frío acera me alcanzara logré separarme de la piedra y caí al suelo de cuclillas. No obstante el gigante ya habia empezado a cargar su ataque y destrozó la pared de la casa. Al romperse se vio del interior de esta, al parecer era un baño y dentro había una mujer duchándose, al ver el estropicio que habia montado el marine esta grito con una voz realmente aguda.  Al verla ambos pausamos el combate y mientras la mirábamos hicimos una leve reverencia acompañada de la palabra "Señora", mostrando nuestros buenos modales, seguidamente volvimos a mirarnos y le dije algo. " La educación ante todo." Al escuchar mis palabras el marine asintió y continuamos con el combate. Esta vez él intentó eliminarme con un barrido a la altura del suelo, para esquivarlo yo salté como pude, la verdad es que sentía un enorme dolor en la zona de las cotillas. Tras caer al suelo fui corriendo hacía él y le corté en la pierna izquierda, aquella era la máxima altura a la qje podía cortarle, pues era demasiado alto. A pesar de eso le hizo daño pues cuando le hice la herida pude observar como una expresión de dolor aparecía en su rostro. Su reacción fue darme una patada, la cual acertó de lleno y me lanzó varios metros hacia atrás arrastrándome por el suelo.

Me levanté, pero en em mismo momento en el que estaba apoyado sobre mis dos piernas, pude notar como algo de revolvía en mi interior, seguidamente una gran cantidad de sangre salió disparada por mi boca. Sus golpes me habían causado daños internos, mierda... Al ver el rojo líquido que salió de mi interior el gigante empezó a reírse, acto seguido agarró su gran arma con ambas manos y se preparó para darme el toque de gracia con otro ataque descendente. Yo no podía moverme del sitio, mis piernas no me respondían. Pero no iba a morir, allí no. Cuando el ataque del hombre iba a impactar contra mi, puse mis tres espadas en forma de triángulo. Al chocar las armas de los dos, una fuerte ráfaga de viento salió disparada hacia fuera de nuestra posición. La cara del marine cambió completamente de seguridad a sorpresa absoluta, yo, yo... había logrado detener su maza. Él no podía creerselo, seguidamente aparté su gran maza de mi, haciendo que fuera  hacia arriba. Una vez apartada, reuní todas mis fuerzas y lancé un potente corte al aire con las tres espadas, creando así una ráfaga de viento cortante directa a su pecho. Cuando esta impactó en su cuerpo pude notar como los ojos del gigante se ponían en blanco, segundos después este cayó desplomado de espaldas al suelo. Al ver mi victoria yo me dejé caer también de espaldas, mirando al cielo con una gran sonrisa en mi rostro. Había progresado mucho desde que partí de mi isla natal, Radagast estaría orgulloso de mí.

Permaneciendo allí escondido, pude empezar a observar de primera mano el emocionante combate entre el pirata de los pelos blancos y el marine de proporciones descomunales. Sin embargo, tras varios minutos fui interrumpido por esas voces y pasos que había sentido antes, solo que esta vez no existía ningún tipo de margen, no cabía duda, estaban detrás mío.

Los uniformes de novato brillaban ante mi cara, si bien no era experto en la materia, podía deducir que se trataba de tres reclutas de la marina. Hubieron algunos segundos de silencio tenso, hasta que uno de ellos hablo. - ¿Qué haces en este lugar? Oye, no es que quiera tener problemas, de hecho estamos en descanso y fuera de servicio, pero es que te vez sospechoso, lo siento. - Si bien lo que el maldito marine dijo me jodió bastante, estaba claro que no habían visto al soldado más importante tirado en el suelo y derrotado, así que tendría que moverme inteligente y rápido para evitar un lió grande, y en ese plan no había tiempo para reproches sociales ni nada parecido. - Bueno, perdón, es que estaba buscando la casa de un amigo y me perdí, si pudieran decirme... - Y al agarrarlos desprevenidos pude empujar con toda mi fuerza a uno de ellos, el cual provoco como un efecto dómino en el que los tres terminaron en el piso, luego, como en un acto de desesperación le patee la cara con toda mi fuerza al primero que encontré, de tal manera que me pareció haberlo asesinado o fracturado el cuello cuando menos.

Luego de todo esto salí corriendo hacia la calle, y al pasar por donde estaba el de los pelos blancos le mentí, gritando que nos seguía un marine muy poderoso, solo por si había represalias y debíamos pelear de nuevo, esperaba que se lo tragara y me siguiera.

Allí me encontraba, tirado en el suelo, boca arriba, contemplando el hermoso cielo y disfrutando de mi difícil victoria contra aquel bruto gigante. Una leve sonrisa se hacía notar en mi sudado rostro, me encontraba feliz por haber logrado ganar aquel arduo combate... eso quería decir que me había hecho más fuerte desde que emprendí mi viaje. Me preguntaba si ya podría derrotar a ese maldito dragón de hielo.. De golpe algo interrumpió mis profundos pensamientos, era una voz, una voz que ya había escuchado antes, se trataba del alto hombre de grandes músculos y gafas de sol con el que había ido hasta allí. Yo no sabía muy bien que quería, y mucho menos lo que acababa de decirme, pues aún tenía los oídos algo taponados a causa del último golpe que recibí de manos del gigante. Mientras hacía un esfuerzo en vano para lograr comprenderle logre recordar el motivo por el cual había salido del ya antiguo local... Ese maldito se había ido sin pagar del bar del viejo Montblanc

Cuando fui consciente de aquello agarré       mis tres queridas espadas del suelo y tras limpiar sus ensangrentados filos en mi sucio pantalón, las envainé. Instantes después intenté levantarme, pero en ese mismo momento... un enorme dolor acompañado de un frío  escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. Al parecer los duros golpes del marine no habían sido tan "superficiales" como yo pensaba... Cogí a una de mis espadas aún con su funda puesta y la utilicé como punto de apoyo contra el suelo para lograr levantarme haciendo uso de menos fuerza. Me resultó complicado al principio pero tras varios intentos fallidos con dolorosos golpes contra el suelo y pequeños gritos de dolor como castigo, logré ponerme de pie. Ahora tenía que ir tras aquel hombre, no iba a permitir que se fuera como si nada después de haberle robado a ese hombre, y menos sabiendo que tenía dinero encima con el que poder pagar... el cual, por los recientes acontecimientos, deducía que seguramente también era robado.

Una vez de pie y aún con Bagami utilizada como bastón, me puse a perseguir al sospechoso de la forma más rápida que podía, la cual se parecía a la de un cojo corriendo a la pata coja con la pierna mala en una carrera de cien metros lisos. Tras recorrer algo de distancia y llegar a un cruce de caminos me paré, algo agachado, apoyé las manos en mis muslos, dando a entender que me encontraba cansado. Pero de repente algo interrumpió mi pequeño "tiempo muerto" se trataba de una panda de marines, uno de ellos llevaba toda la cara ensangrentada e iba sujetándose el cuello, al parecer se encontraba realmente mal, a sus lados habían dos más, sujetando al primero para que no se cayera. Cuando noté su presencia me los quedé mirando, esperando ver alguna reacción por su parte, quería ver si me reconocían o si habían visto a su seguramente jefe derrotado. Podría haber cortado la tensión del ambiente con una de mis espadas... todo estaba por ver.