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![Frozen Heart [Pasado/Privado Joseph Leto/Katherine LeSang] Empty](https://2img.net/i/empty.gif)
En la nieve eran marcadas las huellas de unas gruesas botas que pisaban con firmeza y seguridad. En aquel lugar helado y, al menos por el momento, alejado de los edificios y personas era casi lo único que resaltaba a la vista junto con los árboles vestidos de blanco. Una mujer tapada por diferentes capas de ropa, incluso su cabeza, caminaba en busca de su presa. El viento y los copos que caían habían tapado el rastro que quedaba del criminal que andaba buscando. Eso no la detendría ni de lejos, no antes de intentar preguntar por su paradero en algún pueblo cercano.
Hacía dos días que había llegado a esa isla en busca de un fugitivo de poca monta, como era habitual. No poseía la destreza ni fuerza necesaria para buscar a alguien importante o que de verdad hubiese hecho algo pero con eso se conformaba. No necesitaba el dinero pero sí sentir la adrenalina de un combate, por corto que sea, recorrer su cuerpo hasta el último centímetro existente de este y guiando la mayoría de sus acciones. No tardó en ver a lo lejos unos edificios que destacaban entre aquel descolorido panorama. No es que fuese algo complicado tampoco, la verdad. Con una capucha en su cabeza y unas gafas especiales para esos lugares se dirigió al interior pasando con despreocupación y desinterés entre los muros de dos edificios que formaban un pequeño callejón. Pronto salió a una de las calles que seguramente sería de las más transitadas pues sus ojos observaron a varias personas caminar de un lado a otro como si tuvieran algo que hacer. - ¿Camináis por aparentar que tenéis vidas cuando en verdad no o de verdad tenéis algo que hacer? Esa siempre ha sido mi duda. - La mente de la ex-asesina habitualmente se llenaba de preguntas del estilo que nunca eran respondidas por mucho que buscase la forma de saberlo. Era algo con lo que podía vivir, por supuesto. Con las manos cubiertas por unos cálidos guantes se sacudió un poco la nieve que había cubierto su largo y negro abrigo en el trayecto y buscó con la mirada algún indicio del paso del criminal por aquella zona. No parecía haber nada, exacto, parecía. Algo le decía que continuaba allí pero ninguna prueba física lo confirmaba.
Tras un corto paseo por el pueblo (y harta de atraer miradas de los residentes al ser tan obvio que no era de allí) decidió apoyarse contra una de las paredes de una casa algo alejada del centro de la ciudad. Estaba un poco cansada pero era lo suficiente como para necesitar detener su búsqueda momentáneamente. - Vamos, Kat, sabías que estas cosas ocurrirían cuando dejaste tu cómodo puesto de asesina privada de una familia acomodada y te convertiste en una cazadora. Bueno, tienes más privilegios en algunos aspectos, pero no es fácil de todas formas. - Cerró sus ojos bajo las oscuras gafas y tomó una gran (y helada) bocanada de aire hasta que escuchó unos pasos acelerados que le obligaron a abrirlos de nuevo. Justo delante de sus ojos pasó a toda prisa a quien quería encontrar; un hombre de cabello azul oscuro corto, ahora vestido con ropa muy abrigada del mismo color y el motivo por el que Katherine consiguió reconocerlo: La mochila negra con una rotura hecha por las dagas de la mujer. Desenfundó sus armas, dos dagas que heredó de su familia, y se dispuso a iniciar la persecución con el fin de detenerle.
Hacía dos días que había llegado a esa isla en busca de un fugitivo de poca monta, como era habitual. No poseía la destreza ni fuerza necesaria para buscar a alguien importante o que de verdad hubiese hecho algo pero con eso se conformaba. No necesitaba el dinero pero sí sentir la adrenalina de un combate, por corto que sea, recorrer su cuerpo hasta el último centímetro existente de este y guiando la mayoría de sus acciones. No tardó en ver a lo lejos unos edificios que destacaban entre aquel descolorido panorama. No es que fuese algo complicado tampoco, la verdad. Con una capucha en su cabeza y unas gafas especiales para esos lugares se dirigió al interior pasando con despreocupación y desinterés entre los muros de dos edificios que formaban un pequeño callejón. Pronto salió a una de las calles que seguramente sería de las más transitadas pues sus ojos observaron a varias personas caminar de un lado a otro como si tuvieran algo que hacer. - ¿Camináis por aparentar que tenéis vidas cuando en verdad no o de verdad tenéis algo que hacer? Esa siempre ha sido mi duda. - La mente de la ex-asesina habitualmente se llenaba de preguntas del estilo que nunca eran respondidas por mucho que buscase la forma de saberlo. Era algo con lo que podía vivir, por supuesto. Con las manos cubiertas por unos cálidos guantes se sacudió un poco la nieve que había cubierto su largo y negro abrigo en el trayecto y buscó con la mirada algún indicio del paso del criminal por aquella zona. No parecía haber nada, exacto, parecía. Algo le decía que continuaba allí pero ninguna prueba física lo confirmaba.
Tras un corto paseo por el pueblo (y harta de atraer miradas de los residentes al ser tan obvio que no era de allí) decidió apoyarse contra una de las paredes de una casa algo alejada del centro de la ciudad. Estaba un poco cansada pero era lo suficiente como para necesitar detener su búsqueda momentáneamente. - Vamos, Kat, sabías que estas cosas ocurrirían cuando dejaste tu cómodo puesto de asesina privada de una familia acomodada y te convertiste en una cazadora. Bueno, tienes más privilegios en algunos aspectos, pero no es fácil de todas formas. - Cerró sus ojos bajo las oscuras gafas y tomó una gran (y helada) bocanada de aire hasta que escuchó unos pasos acelerados que le obligaron a abrirlos de nuevo. Justo delante de sus ojos pasó a toda prisa a quien quería encontrar; un hombre de cabello azul oscuro corto, ahora vestido con ropa muy abrigada del mismo color y el motivo por el que Katherine consiguió reconocerlo: La mochila negra con una rotura hecha por las dagas de la mujer. Desenfundó sus armas, dos dagas que heredó de su familia, y se dispuso a iniciar la persecución con el fin de detenerle.
Joseph Leto
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El mar se encontraba misteriosamente en calma para tratarse del Grand Line, el cielo estaba cubierto de nubes y en el horizonte se veía un barco de la marina avanzar tranquilamente mientras el aire empezaba a enfriarse. En lo alto del mástil de aquél navío se encontraba un joven teniente un tanto peculiar que parecía no encajar en ningún lado ya que a todos lados a los que iba parecía tener problemas con sus compañeros. El joven de larga melena escarlata y ojos de igual color estaba limpiando una enorme cruz que usaba como arma ya que en realidad era un arma bastante peligrosa. Sus ojos se ocultaban bajo la sombra que creaba su cabeza inclinada mientras que se veía sobre su pecho un colgante donde claramente se observaban cuatro ojos de un color rojo más intenso que la sangre. Según el joven Joseph tenía entendido se dirigían hacia una isla invernal donde se encontraba el reino de Drum ya que se sospechaba que un criminal se encontraba por aquellos lares.
Según las órdenes Leto sería el único en desembarcar para que no se notara demasiado la presencia de la marina y lo haría sin llevar nada que indicase que era de la marina, así podría buscarlo sin levantar sospechas evitando que pudiese huir. El teniente Leto había acabado el mantenimiento de su arma justo cuando una voz sonó en cubierta avisando de que pronto llegarían y que se fuese preparando para desembarcar rápidamente y alejarse del barco lo antes posible. Joseph se colocó la chaqueta de su difunto padre, un recuerdo de un gran hombre que alcanzó un gran puesto en la marina y le servía como impulso para recordar su meta y no ceder ante nada ni nadie. Joseph se colgó su enorme arma a la espalda y guardó las gafas rastreadoras en el bolsillo interior de la chaqueta por si las necesitaba antes de colocarse en el mascarón de proa y mirar a la isla a la cual se acercaban.
Su mirada era seria y en su interior había una auténtica batalla entre sus personalidades para decidir cuál sería la predominante, ganando en esta ocasión la personalidad base del mismo, una personalidad en la cual es una persona normal y corriente, sin ninguna inclinación extraña ni nada similar. El barco finalmente atracó en la costa de la isla y Joseph bajó de un salto para alejarse corriendo como si huyera del barco, algo característico en él. Cuando se alejó lo suficiente del barco como para que no lo confundan con un marine cogió con su mano derecha el colgante y miró los ojos de su madre y su hermana que se mantenían exactamente iguales que antes para cobrar fuerzas antes de guardarlo bajo su camiseta. Ya con todo listo Joseph continuó su camino por aquella isla cubierta por un vasto y espeso manto blanco que dejaba claras las huellas de todos aquellos que pasaban por allí. Su destino era claro, un pueblo que lograba ver a lo lejos ya que no habían atracado muy lejos de un pueblo llamado Bighorn y donde se supone encontraría más información sobre el aviso de avistamiento de un criminal. El teniente caminó tranquilamente durante varios minutos hasta que llegó al pueblo, donde mientras caminaba miraba a todos lados en busca de cualquier cosa sospechosa.
Según las órdenes Leto sería el único en desembarcar para que no se notara demasiado la presencia de la marina y lo haría sin llevar nada que indicase que era de la marina, así podría buscarlo sin levantar sospechas evitando que pudiese huir. El teniente Leto había acabado el mantenimiento de su arma justo cuando una voz sonó en cubierta avisando de que pronto llegarían y que se fuese preparando para desembarcar rápidamente y alejarse del barco lo antes posible. Joseph se colocó la chaqueta de su difunto padre, un recuerdo de un gran hombre que alcanzó un gran puesto en la marina y le servía como impulso para recordar su meta y no ceder ante nada ni nadie. Joseph se colgó su enorme arma a la espalda y guardó las gafas rastreadoras en el bolsillo interior de la chaqueta por si las necesitaba antes de colocarse en el mascarón de proa y mirar a la isla a la cual se acercaban.
Su mirada era seria y en su interior había una auténtica batalla entre sus personalidades para decidir cuál sería la predominante, ganando en esta ocasión la personalidad base del mismo, una personalidad en la cual es una persona normal y corriente, sin ninguna inclinación extraña ni nada similar. El barco finalmente atracó en la costa de la isla y Joseph bajó de un salto para alejarse corriendo como si huyera del barco, algo característico en él. Cuando se alejó lo suficiente del barco como para que no lo confundan con un marine cogió con su mano derecha el colgante y miró los ojos de su madre y su hermana que se mantenían exactamente iguales que antes para cobrar fuerzas antes de guardarlo bajo su camiseta. Ya con todo listo Joseph continuó su camino por aquella isla cubierta por un vasto y espeso manto blanco que dejaba claras las huellas de todos aquellos que pasaban por allí. Su destino era claro, un pueblo que lograba ver a lo lejos ya que no habían atracado muy lejos de un pueblo llamado Bighorn y donde se supone encontraría más información sobre el aviso de avistamiento de un criminal. El teniente caminó tranquilamente durante varios minutos hasta que llegó al pueblo, donde mientras caminaba miraba a todos lados en busca de cualquier cosa sospechosa.
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Corrió todo lo rápido que aquella incómoda ropa le permitía detrás del hombre. Ya se había enfrentado a él y había conseguido rasgar parte de la tela de su mochila pero era bastante escurridizo además de que el lugar en el que se hallaban no beneficiaba a Kat en absoluto. Poco a poco su presa le iba ganando ventaja hasta que la mujer lanzó una de sus dagas y con puntería certera la clavó en la pierna derecha. Aquello provocó que el criminal tuviese que caer de rodillas al suelo entre algunos gemidos de dolor, oportunidad que la asesina aprovechó sin piedad lanzándose a sus espaldas y agarrando ambos brazos ajenos con el fin de sujetarlos con fuerza. - Tienes suerte de que prefiero mantenerte con vida. - Comentó con su característico tono duro y frío propio de quienes poco le importan herir a alguien. Tras ello sacó la daga de la carne del hombre y, tras deshacer el nudo que amarraba una tela a su antebrazo izquierdo, lo vendó para evitar la hemorragia.
Se levantó del suelo obligando al otro a hacerlo también y no soltó en ningún momento ambos brazos. Era consciente de que no valdría mucho, sí, pero el mero hecho de haber podido derramar algo de sangre y haber perseguido a alguien asustado satisfacían los instintos básicos de la mujer quien en otro momento fue entrenada para matar. Aún sin quitarse las gafas ni ningún elemento de su ropaje, oculta bajo aquellas múltiples capas, puso al criminal contra la pared y pegó su cabeza contra esta. Rebuscó en el bolsillo de la chaqueta derecho algo con qué atarlo hasta que por fin sacó un trozo de cuerda. - A veces me da miedo usar ropa de mis hermanos, tienen cosas así en los bolsillos... ¿Para qué demonios quería esto? - De todas formas y aún extrañada decidió usarlo para evitar la movilidad de los brazos ajenos.
El hombre gimoteaba como un cachorrillo maltratado y herido cosa que provocaba que la mujer sonriese un poco, sin dejar denotar su satisfacción personal ante esto. No era sádica en verdad pero no podía evitar alegrarse ante ello pues a fin de cuentas causar dolor en sus víctimas iba a ser su trabajo. Es más como si relacionase de forma inconsciente el dolor a una victoria o al trabajo bien hecho.
Cuando se dio la vuelta pudo observar que había varias personas a su alrededor algo asustadas y mirando con desagrado a Kat. - ¿No tienen nada mejor que hacer? Es decir, ni que fuese tan extraño ver a alguien estos días persiguiendo, atacando y atando con un trozo de cuerda extraño a un hombre. Vale, vale, tal vez sí lo sea... Pero que dejen de mirar de una vez. - Frunció el ceño, provocando que las personas más cobardes apartasen la mirada con temor a que ella les hiciese algo. Sí, tal vez la gran mayoría no relacionaban aquello con lo que en verdad era; una cazadora atrapando a alguien que buscaban. Era cierto que parecía otra cosa, que ella era la mala de la historia, pero de serlo no tendría el enorme error de cometer aquel acto en una calle medianamente transitada y a plena luz del día. Es de tontos. - Eh... ¿Volved a vuestros trabajos, casas o lo que sea? Haced lo que os venga en gana pero dejad de mirarme que no soy un circo. -
Se levantó del suelo obligando al otro a hacerlo también y no soltó en ningún momento ambos brazos. Era consciente de que no valdría mucho, sí, pero el mero hecho de haber podido derramar algo de sangre y haber perseguido a alguien asustado satisfacían los instintos básicos de la mujer quien en otro momento fue entrenada para matar. Aún sin quitarse las gafas ni ningún elemento de su ropaje, oculta bajo aquellas múltiples capas, puso al criminal contra la pared y pegó su cabeza contra esta. Rebuscó en el bolsillo de la chaqueta derecho algo con qué atarlo hasta que por fin sacó un trozo de cuerda. - A veces me da miedo usar ropa de mis hermanos, tienen cosas así en los bolsillos... ¿Para qué demonios quería esto? - De todas formas y aún extrañada decidió usarlo para evitar la movilidad de los brazos ajenos.
El hombre gimoteaba como un cachorrillo maltratado y herido cosa que provocaba que la mujer sonriese un poco, sin dejar denotar su satisfacción personal ante esto. No era sádica en verdad pero no podía evitar alegrarse ante ello pues a fin de cuentas causar dolor en sus víctimas iba a ser su trabajo. Es más como si relacionase de forma inconsciente el dolor a una victoria o al trabajo bien hecho.
Cuando se dio la vuelta pudo observar que había varias personas a su alrededor algo asustadas y mirando con desagrado a Kat. - ¿No tienen nada mejor que hacer? Es decir, ni que fuese tan extraño ver a alguien estos días persiguiendo, atacando y atando con un trozo de cuerda extraño a un hombre. Vale, vale, tal vez sí lo sea... Pero que dejen de mirar de una vez. - Frunció el ceño, provocando que las personas más cobardes apartasen la mirada con temor a que ella les hiciese algo. Sí, tal vez la gran mayoría no relacionaban aquello con lo que en verdad era; una cazadora atrapando a alguien que buscaban. Era cierto que parecía otra cosa, que ella era la mala de la historia, pero de serlo no tendría el enorme error de cometer aquel acto en una calle medianamente transitada y a plena luz del día. Es de tontos. - Eh... ¿Volved a vuestros trabajos, casas o lo que sea? Haced lo que os venga en gana pero dejad de mirarme que no soy un circo. -
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Mi caminata por el pueblo era tranquila ya que no veía absolutamente a nadie en las calles por las que pasaba, lo cual solo podría indicar dos cosas, o que había entrado a un pueblo fantasma o que los habitantes estaban en otra parte del pueblo. Fuese lo que fuere por el momento no veía nada sospechoso ni que me llamase la atención por lo que guardé mis manos en los bolsillos y continué caminando con naturalidad, como si fuese un simple viajero que pasaba por allí de camino a otra isla, tratando de no sobresalir demasiado. Mis pasos quedaban marcados en la nieve mientras mi mirada tranquila pero a la vez seria buscaba alguna señal de vida. Las ventanas estaban cerradas y las luces apagadas, como si no hubiese nadie en las casas por donde pasaba.
-Esto es extraño, ¿por qué no hay nadie aquí?
Era lo único que podía pensar en este momento a parte de en la misión que se me había encomendado. Poco a poco me iba adentrando en el pueblo y las posibilidades de encontrarme con el fugitivo o alguien que pudiese decirme algo que me ayudase en mi misión. Todo seguía tranquilo hasta que empecé a escuchar algo de ruido a lo lejos seguido de un gran silencio, pero había oído lo suficiente para saber más o menos por donde se encontraba el origen del sonido y aligeré el paso hasta llegar al lugar. Cuando llegué vi lo que pasaba, una chica con un sujeto que se parecía al sujeto que buscaba atado y herido mientras un grupo de personas les rodeaban, algunas asustadas, otras curiosas pero al parecer nadie parecía pensar que la chica podría ser la buena. Me acerqué con calma al lugar y carraspeé un poco antes de decir
-Anda, y yo que venía buscando a ese sujeto y veo que no hacía falta. Si quieres te invito a una copa tras entregar o al menos encerrarlo en algún lugar para que no escape.
-Esto es extraño, ¿por qué no hay nadie aquí?
Era lo único que podía pensar en este momento a parte de en la misión que se me había encomendado. Poco a poco me iba adentrando en el pueblo y las posibilidades de encontrarme con el fugitivo o alguien que pudiese decirme algo que me ayudase en mi misión. Todo seguía tranquilo hasta que empecé a escuchar algo de ruido a lo lejos seguido de un gran silencio, pero había oído lo suficiente para saber más o menos por donde se encontraba el origen del sonido y aligeré el paso hasta llegar al lugar. Cuando llegué vi lo que pasaba, una chica con un sujeto que se parecía al sujeto que buscaba atado y herido mientras un grupo de personas les rodeaban, algunas asustadas, otras curiosas pero al parecer nadie parecía pensar que la chica podría ser la buena. Me acerqué con calma al lugar y carraspeé un poco antes de decir
-Anda, y yo que venía buscando a ese sujeto y veo que no hacía falta. Si quieres te invito a una copa tras entregar o al menos encerrarlo en algún lugar para que no escape.
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- Quieto. - Le dijo al hombre que se ofreció a pagarle una copa. - Soy una cazadora y este hombre está en captura, es decir, si lo quieres necesito asegurarme de que obtendré la recompensa que tiene, por muy pequeña que esta pueda ser. - Comentó aún sujetando con fuerza los brazos del criminal. No sabía con seguridad si él era de la marina o no puesto que no llevaba el uniforme pero por su comportamiento y el decir que estaba buscando a ese hombre únicamente podía significar dos cosas; o era un cazador tratando de robarle la presa o un marine camuflado. - Si quieres que te lo entregue, ya sabes. No voy a cambiar de opinión. - Podía parecer que ella trabajaba por dinero como si fuese una mercenaria pero nada podía distar más de la realidad. Lo hacía por emoción ya que dinero le sobraba bastante pero no dejaría que alguien se llevase lo que ella había conseguido. Si ella atrapaba a alguien con un precio, aunque fuese pequeño o hubiese cometido un delito menor, la recompensa le pertenecía, por supuesto.
De nuevo dirigió su mirada a las personas que aún observaban lo que ocurría. - ¿Y vosotros qué miráis? ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡Largo! - Su tono se había vuelto agresivo, lo suficiente como para intimidar a la mayoría de los que allí se encontraban y comenzaron a caminar volviendo a la rutina. Otros, por su parte, simplemente se alejaron y miraban aún con curiosidad pero esta vez de forma disimulada. - Pesados... - Por supuesto Katherine se había percatado de esto último pero no montaría más escándalo del ya creado en la calle. Era una chica ruda, sí, pero no lo suficientemente fuerte como para enfrentarse contra demasiados. Si bien era cierto que allí no parecía haber nadie que fuese a atacar por su conducta nunca se sabía que secretos podían esconder los ciudadanos de ese pueblo.
De nuevo dirigió su mirada a las personas que aún observaban lo que ocurría. - ¿Y vosotros qué miráis? ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡Largo! - Su tono se había vuelto agresivo, lo suficiente como para intimidar a la mayoría de los que allí se encontraban y comenzaron a caminar volviendo a la rutina. Otros, por su parte, simplemente se alejaron y miraban aún con curiosidad pero esta vez de forma disimulada. - Pesados... - Por supuesto Katherine se había percatado de esto último pero no montaría más escándalo del ya creado en la calle. Era una chica ruda, sí, pero no lo suficientemente fuerte como para enfrentarse contra demasiados. Si bien era cierto que allí no parecía haber nadie que fuese a atacar por su conducta nunca se sabía que secretos podían esconder los ciudadanos de ese pueblo.
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La chica parecía desconfiar de la gente pues al ofrecerle una copa me dijo que era una cazadora y que ese hombre era su captura, algo obvio dado que fue ella la que lo atrapó e inmovilizó. Dijo que tenía que asegurarse de que obtendrá la recompensa por ello por pequeña que fuese. En ese momento saqué mis gafas del bolsillo y miré al sujeto con tranquilidad mientras rebuscaba en mis bolsillos por un den den mushi que me entregaron antes de partir. Cuando logré encontrar el den den mushi las gafas acabaron de reconocer al criminal y vi su recompensa, lo cual me hizo esbozar una sonrisa tranquila.
Me quité las gafas, las guardé y, mientras el den den mushi contactaba con el resto de los marines le dije a la joven Tranquila, en un rato te demostraré que la recompensa te la quedarás, solo debes esperar a que mis compañeros me respondan. Por cierto, ese criminal solo tiene 150.000 :berris2: de recompensa por su cabeza. Tras esas palabras mi llamada fue respondida por alguien que pedía identificación. Antes de que pudiera darla vi como la cazadora gritó de forma que la gente se dispersó, algunos se fueron mientras que otros siguieron mirando pero desde la distancia. Ya con el barullo calmado contesté al recluta diciendo Aquí el teniente Joseph Leto. He encontrado a nuestro hombre pero ya ha sido capturado por una cazadora por lo que solicito que se traiga el importe de su recompensa de 150.000 a la ciudad mientras nosotros lo vigilamos. Hablad con el capitán y llamadme con su respuesta y en caso de traer el dinero establecer un punto de encuentro.
Tras eso colgué la llamada y me giré hacia la muchacha diciendo ¿Y bien?¿Ahora me permitirá invitarla a una copa en lo que esperamos respuesta?
Me quité las gafas, las guardé y, mientras el den den mushi contactaba con el resto de los marines le dije a la joven Tranquila, en un rato te demostraré que la recompensa te la quedarás, solo debes esperar a que mis compañeros me respondan. Por cierto, ese criminal solo tiene 150.000 :berris2: de recompensa por su cabeza. Tras esas palabras mi llamada fue respondida por alguien que pedía identificación. Antes de que pudiera darla vi como la cazadora gritó de forma que la gente se dispersó, algunos se fueron mientras que otros siguieron mirando pero desde la distancia. Ya con el barullo calmado contesté al recluta diciendo Aquí el teniente Joseph Leto. He encontrado a nuestro hombre pero ya ha sido capturado por una cazadora por lo que solicito que se traiga el importe de su recompensa de 150.000 a la ciudad mientras nosotros lo vigilamos. Hablad con el capitán y llamadme con su respuesta y en caso de traer el dinero establecer un punto de encuentro.
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