¡Cazador y pirata! [Pasado] Sinclair y Brand

El mordisco de la manzana resonaba en el silencioso bosque de las Montañas Corvo, en la Isla de Dawn localizada en el East Blue. Allí estaba el espadachín de pelo blanquecino, comiéndose esa deliciosa y dulce fruta con toda la tranquilidad. Dicha situación, no duró mucho. El característico sonido de un filo cortar el aire llegó a los oídos de Brandom. El pirata se dejó caer al vacío para esquivar dicho proyectil. El hacha, acabó incrustada en la madera del tronco, haciendo que varias astillas de madera salieran despedidas hacia el suelo.

<< ¡OH! >>

Brand se fijó en aquella arma, por el rabillo del ojo, mientras descendía entre las ramas saltando de unas a otras con una gracia innata. Al llegar en el suelo se  quedó en silencio, mirando a su alrededor con la mano en la empuñadura de una de sus katanas. A los pocos segundos, un grupo de 3 hombres entró en su campo visual.- ¡No puedes estar por este bosque sin pagar previamente! – Habló uno de los desconocidos, tenían aspecto de bandidos. Ropajes algo dejados y con armas de filo en su cintura, esos individuos presentaban con un comportamiento hostil hacia el espadachín. -  Así es, este no es tu territorio y has de pagarnos una comisión. Si no lo haces… acabaras con una de estas en la cabeza – dijo sujetando una de esas pequeñas hachas arrojadizas. - ¿Una comisión? – la pregunta surgió del pirata - ¿Qué es una comisión? – se rascó la cabeza, sin conocer el significado de esa palabra ante la incredulidad de aquellos bandidos. - ¡TE ESTAS RIENDO DE NOSOTROS! – saltó uno de ellos, claramente enojado por la supuestas palabras de Brand, pensaban que se estaba riendo de ellos.

- ¡No! Mirar… no quiero problemas de verdad, no quiero pelear. Ya mismo voy hacia otro lado ¿Vale? – era bien cierto, no le gustaba combatir sin un motivo que lo justificara y si lo podía evitar mejor.

- De aquí no te vas a ir hasta que nos pagues – el peliblanco respondió con cierta molestia - ¡Pero si no tengo nada! – Sacó su saquito de berries, vacío – Mirar, mirar ¡No hay nada! –  le dio la vuelta para dejar caer el contenido, nada salía del pequeño saco - ¿Lo veis? – expresó dando a entender que no tenía ni una moneda – Pues entonces nos pagaras con esas armas que llevas encima –

Se hizo el silencio, hasta la misma mirada del peliblanco cambió – No – la tensión era palpable en el ambiente, los tipos sacaron sus armas. Se iba a montar una buena escena en aquel punto de los bosques ¿Sabía Brand en qué lugar se había metido? ¿Conocería que aquella zona estaba infestada de bandidos y mercenarios?

Esta vez había querido empezar por el principio de todo, la primera isla del primer mar, aunque no por eso, no había peligro. Me hallaba paseando por una de las zonas de la isla de Dawn, las montañas Corvo, un lugar conocido por sus bandas de saqueadores que, a fin de cuentas eran lo mismo que los piratas,[url=#92045696] pero[/url] en tierra.

De repente, vi a un grupo de tres hombres rodeando a otro, el hombre iba armado así que no me preocupé demasiado por el ya que iba armado, pero cuando pasé cerca de esos hombres, uno de ellos me dio el alto:

- Vaya, vaya, mirad chicos hoy es nuestro día de suerte otro que va a tener que pagar peaje por pasar por nuestro territorio.

Me paré en seco ante aquellas palabras, podía pagarles si, pero no me apetecía, pero me apetecía seguirles el juego así que les dije:

- Mala suerte muchachos, me habeis pillado sin un berry, otra vez será.

El hombre que me habló anteriormente, se puso en modo amenazante y sacó un cuchillo:

- Mira chaval, sino pagas quizás no tengas "otra vez" para pagarnos el tributo.

Sonreí pensando que en una de mis pistolas que reposaban en mis pistoleras, llevaba un de aquellas balas que tanto me gustaban y que la primera vez que las usé lo hice sin querer y tuvo sus consecuencias, pero que ya sabía lo que hacían, aunque no pensaba que mereciera la pena usarlas con unos cualquiera pensé que con una simple amenaza serviría:

- Mire caballero, siempre he considerando muy peligroso amenazar a un desconocido ya que no sabes de que es capaz, yo no sé de lo que es capaz de hacer usted ¿usted sabe como puede acabar si sigue amenazándome?

El espadachín tenía su mano acomodada en la empuñadura de su katana, miraba fijamente a los bandidos que se encontraban a unos 10 metros de él. Estaba esperando una respuesta por su parte, ante la posibilidad de que quisieran arrebatarle sus armas; eso no lo iba a permitir. En ese preciso instante, otra persona entró en la escena. El peliblanco se fijó en el desconocido de melena pelirroja y ojos verdes. La complexión que presentaba era musculosa, sin llegar a rozar la gran corpulencia.

<< ¿Otra persona como yo? Mira… por lo menos no soy el único que cae en este tipo de trampas… eso me tranquiliza, por lo menos ya no estoy solo ¿Quién será? >>

El joven Glash, observó al nuevo integrante, viendo como hablaba con los bandidos que no dejaban de amenazarle. Lo mejor de todo fueron las palabras del hombre, no se achantaba ante la presencia de los mercenarios.

- ¡Oh! ¡No hace falta iniciar una pelea sin motivo! ¡De verdad! ¡Nosotros podemos seguir por un lado y vosotros por otro! –

Intentaba poner paz el espadachín, pero la respuesta fue una rotunda negativa por parte de aquellos bandidos.

- ¿¡Piensas que tenemos miedo!? ¡A por ellos! – Soltó el que parecía ser el que mandaba en aquel grupo de tres mercenarios. Uno de ellos, lanzó un hacha arrojadiza al pelirrojo, para luego desenvainar su espada e irlo atacar cuerpo a cuerpo. Por otro lado, otro de los mercenarios fue a por Brand. No le quedó otra posibilidad al espadachín, por lo que desenvainó su katana propinando un fuerte corte hacia delante. La potencia, propinada por dicha acción, hizo que una onda de aire cortante se dirigiera hacia el bandido; el impacto fue inminente, haciéndole un profundo corte en el torso.

El tercer mercenario observaba la situación, se acongojó un poco al ver el tremendo corte y como uno de sus compañeros ya caía en el suelo. La pelea ya había empezado.

Aquellos tipos no tenían la menor intención de dejarnos pasar sin conseguir lo que querían, mientras que mi nuevo conocido que había encontrado en aquel camino, parecía querer evitar el enfrentamiento físico contra aquellos hombres o eso extraje de sus palabras, pero los tipos tenían ganas de fiesta así que nos atacaron a los dos.

El hombre que atacó al otro chico acabó con un corte y a mi, otro de los tres hombres, me lanzó un hacha, pensé en esquivarla simplemente, pero pensé en otra cosa. Saqué la pistola que llevaba cargada con balas antitanque, le dispare al hacha y la reduje a astillas. Sin embargo, tras el hacha vino su enfurecido compañero, así que saqué mi otra pistola cargada con balas de goma, le apunté a la frente y disparé derribandolo:

- Señores, me considero una persona magnánima, pero tengo mi método, básicamente consiste en dar tres oportunidades, antes de ir a matar. Esta ha sido la primera, ¿probareis suerte y os arriesgareis a atacar a este hombre o a mi una tercera vez?


Aquellos hombres se miraron y tras hablar entre ellos y recoger a su compañero derribado, se fueron y pudimos seguir nuestro camino. Guardé mis armas y me dirigí hacía el otro chico:


- Buen golpe caballero, pero considero que deberíamos alejarnos de esta zona, puede que los que nos asaltaron no fueran muy fuerte, pero estoy seguro que se conocen esto como la palma de su mano y eso podría jugar en nuestra contra.

El peliblanco envainó su katana mientras miraba al hombre tendido en el suelo, en su rostro se veía reflejado miedo. No había previsto la onda cortante ¿Quién pensaría que un renacuajo como Brand tuviera tanta fuerza? El error de aquel bandido fue menospreciarlo. El espadachín miró a su lado, viendo como el desconocido se dispuso a destrozar el hacha arrojadiza convirtiéndola en astillas. Brand se sorprendió ante la potencia de la munición y luego se fijó en aquella pelota de goma que se estrelló en la frente del tipo.

<< Que buena puntería >>

Esos hombres desaparecieron de inmediato, se fueron corriendo como si les persiguiera el mismísimo demonio, habían aprendido que no debían meterse con ellos.

- Buena puntería – respondió a las palabras de aquel tipo – Sí, tienes razón. ¿Conoces algún sitio seguro? Yo vine a ver la isla, me pareció un bosque agradable y sentía curiosidad en recorrerlo – las palabras del muchacho fueron sinceras, se podría deducir que aquel joven rondaría los 16 – 17 años de edad.

Brand sacó una manzana del bolsillo y le dio un fuerte mordisco, saboreando ese sabor dulzón de la fruta. Se quedó mirando al hombre que le ayudó a deshacerse de aquellos mercenarios, podía ver esas pistolas y las vestimentas que utilizaban.

- Me llamo Brand ¿Cómo te llamas? – le preguntó para saber su nombre, acto seguido empezó a caminar tomando un rumbo aleatorio a la espera de que aquel desconocido le brindara la oportunidad de encontrar un lugar seguro. - ¿Piensas que vendrá un grupo más numeroso? Parece que hay mercenarios por este bosque – suspiró – Yo que quería tomar un paseo tranquilo entre los bosques – seguía mordisqueando la manzana - ¿Quieres? – dijo tendiéndola, por si quería darle un mordisco.

Mi acompañante parecía asombrado de mi puntería y así me lo hizo saber:

- Caballero, veo que usted tampoco esta falto de esta cualidad su onda cortante ha sido muy buena.


Después me preguntó si conocía algún sitio seguro en aquel lugar a lo que le contesté:


- Brand, tengo decirle que aunque me considero una persona viajada y he estado en algunas zonas de esta isla, lamento comunicarle que tanto usted como yo nos hemos metido en un berenjenal de los gordos, ya que toda esta zona esta controlada por gente de la misma calaña de la de los tipos que nos han atacado. Además, ni siquiera se cuanto nos hemos adentrado en su territorio. Pero tengo una media buena noticia, podemos escapar de aquí y tengo los medios para hacerlo sin embargo, no está exento de riesgos.


Mientras hablaba veía como el chico se comía una manzana y se lamentaba de que el solo había venido a dar un paseo por la zona, aunque no obstante parecía tranquilo.

- Oh… ¡Gracias! – dijo el peliblanco, sonrojándose un poco, ante el alago sobre la habilidad que poseía con la espada. El muchacho escuchó lo que le dijo el desconocido hombre, tenía un acento muy culto y le costaba de entender. El pirata prestó toda su atención en aquel pistolero de gran habilidad.

<< Habla de una forma muy rara… Eso creo que se llama tratarme de usted… sí, creo que es eso… >>

En su mundo estaba, pensando en esa peculiar forma de hablar que tenía el extraño hombre. – Entonces estamos en problemas. Si esos tipos controlan el bosque, tal vez debamos de ir con más cuidado… -  volvía a morder esa manzana, masticando y notando ese sabor dulzón bajar por su garganta.

- Estoy dispuesto a seguirte para escapar de aquí, aunque el camino no sea seguro yo no me conozco el territorio del bosque. Me guiarás mejor, de eso estoy seguro –

El joven se quedó quieto a la espera de que el hombre le guiara, por lo que Brand se quedó esperando a que iniciara la marcha y seguirlo. Sus ojos miraban todo su alrededor, buscando indicios que delataran la presencia de más bandidos que intentaran emboscarlos.

- ¿Cómo te llamas? Y… ¿A qué te dedicas? – preguntó de forma curiosa el peliblanco, mientras avanzaba su paso junto aquel desconocido. El pirata no había reflejado temor, ni preocupación por la presencia de aquellos malhechores en esos bosques.