¿Tan enfermico está el gobierno? [Castor-Issei]

Una impresionante mañana la que había pasado al agente sesentainueve. Le había comunicado su nuevo ascenso y además había desayunado como un rey. El resto del día lo pasó haciendo el vago y ahora estaba realmente aburrido. Sin embargo le habían llegado noticias jugosas sobre una isla llena de casinos y demás juegos. Era la oportunidad de liarla por ahí y estaba claro que iba a disfrutar mucho. Tan solo cogió su camisa roja, sus pantalones y las gafas de Sol además de las armas. Enseguida decidió poner rumbo y divertirse bastante con las mujeres del lugar y los buenos juegos de azar.

Al cabo de bastantes horas llegó al puerto y fue cuando salió del barco que había tomado para después sonreír de lado con un cigarro en la boca. Abrió las puertas despacio y notó un ambiente bastante bueno. Las personas jugaban a juegos como la ruleta o el póker y encima había muchas chicas distribuidas en barras mientras bailaban. – ¡Ooooooooiiiiiiiiissssssssshhhhhh! – Dijo ahora en un alto tono mientras abría la boca de forma exagerada y notaba una sensación de felicidad recorrerle. Él había nacido para estar en sitios así, rodeado de hermosas mujeres y diversión por todos lados. Lo primero que hizo ahora fue montarse en una de las barras de la enorme cantidad de bares. Empezó a mover la cabeza de un lado a otro mientras bailaba.

La gente le miraba de forma confusa mientras el chalado ahora daba fuertes pisotones simulando usar unos tacones. – ¡Olé! ¡Olé! – Empezó a gritar mientras reía de forma exagerada. Realmente se lo iba a pasar como un niño pequeño en aquel jodido lugar. Bajó en pocos segundos y empezó a dar extraños besos a una de las estatuas de madera. Algunos desafortunados pudieron ver como incluso usaba la lengua para ello. – ¡Esto es el cielo! – Gritó mientras daba giros de trescientos sesenta grados y soltaba sonidos extraños que recordaban a los becerros. El maldito loco estaba en su salsa.