Steve
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Akuma no mi
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- ¿Has oído el rumor? - dijo una señora desde la calle - Dicen que desde hace unos días unos piratas han desembarcado en el puerto y se han puesto rumbo al interior del bosque.
¿Por qué esa vieja cotorra no me podía dejar dormir sin tener que escuchar sus gritos? Estaba enfadado, porque aquellos “piratas” me habían dado durante unos cuantos días y cuando los había encontrado mandaron a unos cuantos marines, una pequeña guarnición de gente posiblemente poco cualificada para el trabajo de campo. Estaba seguro de que yo podía encargarme de unas pequeñas ratas asustadizas.
Me levanté de la cama, vistiéndome con la ropa de siempre, y cogiendo a Lumen que estaba sobre la mesa. La habitación del hotel era pequeñita y contaba con casi ningún lujo, a excepción de un espejo y alguna otra cosita más.
Suspiré mientras miraba la hora de un pequeño reloj que había en la pared. Llegarían en 30 minutos, tiempo suficiente para acercarme hasta el puerto, y puede que desayunar antes de ponernos a trabajar.
Salí de la habitación, bajando las escaleras hasta la calle y moviendome con tranquilidad hasta la zona portuaria, esperando que llegaran los corderitos.
¿Por qué esa vieja cotorra no me podía dejar dormir sin tener que escuchar sus gritos? Estaba enfadado, porque aquellos “piratas” me habían dado durante unos cuantos días y cuando los había encontrado mandaron a unos cuantos marines, una pequeña guarnición de gente posiblemente poco cualificada para el trabajo de campo. Estaba seguro de que yo podía encargarme de unas pequeñas ratas asustadizas.
Me levanté de la cama, vistiéndome con la ropa de siempre, y cogiendo a Lumen que estaba sobre la mesa. La habitación del hotel era pequeñita y contaba con casi ningún lujo, a excepción de un espejo y alguna otra cosita más.
Suspiré mientras miraba la hora de un pequeño reloj que había en la pared. Llegarían en 30 minutos, tiempo suficiente para acercarme hasta el puerto, y puede que desayunar antes de ponernos a trabajar.
Salí de la habitación, bajando las escaleras hasta la calle y moviendome con tranquilidad hasta la zona portuaria, esperando que llegaran los corderitos.
Jack L. Shervalah
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Agilidad
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Precisión
Intelecto
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Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El barco de la marina había llegado allí pocos días antes de que nos asignasen la misión, un barco liderado por un capitán de la marina novato que tan sólo deseaba obtener un ascenso se había centrado en la misión de derrotar a los piratas que habitaban en el puerto de Kabushi. Un día después de la llegada quiso enviar a un grupo reducido de cinco marines que jamás volvieron, aquello hizo sospechar al capitán que allí se ocultaba alguien poderoso por lo que temeroso quiso tener un contacto con el CP. No quiso abordar el tema con rapidez porque pensó que atacar directamente la guarida pirata sería un suicidio, algo que más que proporcionarle un ascenso le bajaría de rango. Los aprendices de la marina no teníamos apenas información al respecto, tan sólo escuchábamos lo que nos querían comunicar los superiores, sin embargo, yo tenía constancia de que los marines a los que habían mandado a obtener información de los lugareños volvieron con las manos vacías.
Aquella isla no tenía mucha fama de apoyar a la marina y era conocida por la madera de gran calidad y de buen precio que exportaba, se decía que allí se escondía un escarabajo gigante que retaba a los aventureros que osaban llegar y si lo derrotaban recibirían un tesoro, algo bastante tentador pero no era ni mi misión ni estaba cualificado para plantar cara, además, un rumor es sólo un rumor.
Al parecer el capitán del barco no quiso esperar más tiempo, logró contactar con el Cipher Pol que se ocultaba en aquella isla y quiso realizar un ataque combinado, con gran suerte me eligieron a mí como uno de los hombres que lucharía en el puerto, al parecer querían probar el nivel de los novatos, aunque, como tan sólo había elegido a tres marines novatos y venía el capitán en persona pensé que tan sólo quería mostrar sus atributos frente el CP, quizás pensase que eso le ayudaría a obtener el ascenso.
Una fuente quiso cooperar con nosotros de última hora, se trataba de una tropa miliciana, un Guardia Saihamushi, se rumoreaba que eran soldados de bajo rango que se encargaban de proteger el pueblo y que patrullaban subidos en escarabajos rinocerontes gigantes, algo que no me terminé de creer aunque todos los marines que tuvieron permiso para salir del barco corroboraron.
Apenas quedaba una hora para comenzar la misión y yo me hallaba en el interior de mi habitación, me estaba poniendo el equipamiento, ya usado, de un antiguo marine aprendiz, se veía que no nos tenían en gran estima porque aquel parecía no haber sido lavado durante mucho tiempo. En primer lugar me puse unos pantalones sudados azules bastante amplios que me tuve que anudar con una correa negra, después me puse unos calcetines que sí eran míos, al menos estos tenían buen olor y no estaban en mal estado. Continué poniéndome el equipaje y ahora tocaban unas botas de mediana calidad negras en las que se introducía el pantalón para que no sobresaliese, una hábil técnica del ejército para que no se colasen insectos dentro de las botas. El uniforme continuaba con una chaqueta blanca sin mangas que se anudaba con botones, ésta sí que estaba limpia, supongo que por la imagen de la marina, no se podían permitir manchas durante el servicio. Un lazo reposaba sobre mi cuello que complementaba la chaqueta blanca, éste era azul y recaía, supongo que el hecho de que fuese tan fino y frágil sería para librarse de él por si te lo agarran en combate. Finalmente una gorra blanca con una zona de tono azul claro en la frente dejaba ver las letras "MARINE" y era el elemento que finalizaba la vestimenta.
Me dejaron en un baúl los elementos básicos de la marina, un sable y un mosquete. El sable quise dejarlo en su sitio, "no vaya a ser que me corte" pensé para mis adentros recordando lo malo que era luchando con la espada, en cambio, tomé el mosquete entre mis manos y me lo eché al brazo. Recogí un saco de balas de plomo y un saco de pólvora que me acompañarían en mi misión y los guardé en un bolsillo que existía en el pantalón para guardar la munición, finalmente tomé mi arma, la naginata.
Antes de irme saqué la naginata de su vaina y revisé que todo estuviese perfecto, la limpié y le hice el mantenimiento antes de salir con ella, pero, me percaté de que aún quedaban quince minutos libres, habíamos quedado los que iríamos a la misión media hora antes para dirigirnos al pueblo pero aún quedaban cuarenta y cinco minutos por lo que me senté tranquilamente a prepararme un té que me gustaba tanto.
Cuando llegó la hora suspiré pesadamente nervioso y tomé el paquete de cigarrillos junto con un mechero que metí en el bolsillo superior de la chaqueta, justo ahora comenzaba mi aventura y no quería perdérmela por nada del mundo.
Ascendí desde el camarote más bajo del barco por las escaleras para salir por la zona de ocio del barco, al parecer nos tenían a los aprendices en el punto más peligroso del barco por si éste se hundía lo que corroboraba que les importábamos más bien poco a la marina. No tardé demasiado en abandonar las zonas internas del barco para llegar hasta la cubierta.
Salí del barco y me dirigí hacia los muelles en donde me esperaba el capitán con los otros aprendices, ninguna palabra salió de nuestras bocas cuando el capitán emprendió el ritmo hacia la zona en la que habíamos quedado, un hotel de gama media de aquella isla allí sería donde nos esperaría la persona que nos indicaría dónde se encontraba el problema que teníamos que solucionar. Entre los marines aprendices yo era considerado alguien especial, no porque fuese más que nadie sino porque no era común ver a un luchador con naginata en la marina, pese a todo seguían tratándome como alguien de mi rango e incluso recibía fuertes burlas por emplear un arma según ellos hecha para mujeres.
Por el camino me percaté de el animal que sustituía las labores de arado en aquella isla, sí, existían los escarabajos gigantes y aquello me hizo sobrecogerme, no le tenía mucho cariño a los insectos aunque nunca había intentado socializar con uno, reí a mis adentros cuando pensé lo último. El camino era más cansado que largo y pensé que la misión no sería muy emocionante, pese a todo tenía suerte, a muchos aprendices le mandaban misiones estúpidas a mí me pondrían a matar a la escoria de la sociedad desde el primer día.
Llegamos a la zona acordada quince minutos antes de lo acordado y nos encontramos con el operativo allí enfrente, no tenía nada que lo relacionase con la marina pero supusimos que de eso se trataba un cuerpo secreto, el capitán hizo un saludo al hombre y nosotros tuvimos que responder al saludo lo más rectos posible, estábamos frente a un alto cargo y supuestamente estar con él debía de ser un honor para nosotros. Me puse recto y cerré la piernas "como un palo" bromeé en mi interior, no se nos permitía mirar fijamente a los ojos a un superior aunque yo me salté esa ley para mirar al "soldado" del Cipher Pol fijamente.
Aquella isla no tenía mucha fama de apoyar a la marina y era conocida por la madera de gran calidad y de buen precio que exportaba, se decía que allí se escondía un escarabajo gigante que retaba a los aventureros que osaban llegar y si lo derrotaban recibirían un tesoro, algo bastante tentador pero no era ni mi misión ni estaba cualificado para plantar cara, además, un rumor es sólo un rumor.
Al parecer el capitán del barco no quiso esperar más tiempo, logró contactar con el Cipher Pol que se ocultaba en aquella isla y quiso realizar un ataque combinado, con gran suerte me eligieron a mí como uno de los hombres que lucharía en el puerto, al parecer querían probar el nivel de los novatos, aunque, como tan sólo había elegido a tres marines novatos y venía el capitán en persona pensé que tan sólo quería mostrar sus atributos frente el CP, quizás pensase que eso le ayudaría a obtener el ascenso.
Una fuente quiso cooperar con nosotros de última hora, se trataba de una tropa miliciana, un Guardia Saihamushi, se rumoreaba que eran soldados de bajo rango que se encargaban de proteger el pueblo y que patrullaban subidos en escarabajos rinocerontes gigantes, algo que no me terminé de creer aunque todos los marines que tuvieron permiso para salir del barco corroboraron.
Apenas quedaba una hora para comenzar la misión y yo me hallaba en el interior de mi habitación, me estaba poniendo el equipamiento, ya usado, de un antiguo marine aprendiz, se veía que no nos tenían en gran estima porque aquel parecía no haber sido lavado durante mucho tiempo. En primer lugar me puse unos pantalones sudados azules bastante amplios que me tuve que anudar con una correa negra, después me puse unos calcetines que sí eran míos, al menos estos tenían buen olor y no estaban en mal estado. Continué poniéndome el equipaje y ahora tocaban unas botas de mediana calidad negras en las que se introducía el pantalón para que no sobresaliese, una hábil técnica del ejército para que no se colasen insectos dentro de las botas. El uniforme continuaba con una chaqueta blanca sin mangas que se anudaba con botones, ésta sí que estaba limpia, supongo que por la imagen de la marina, no se podían permitir manchas durante el servicio. Un lazo reposaba sobre mi cuello que complementaba la chaqueta blanca, éste era azul y recaía, supongo que el hecho de que fuese tan fino y frágil sería para librarse de él por si te lo agarran en combate. Finalmente una gorra blanca con una zona de tono azul claro en la frente dejaba ver las letras "MARINE" y era el elemento que finalizaba la vestimenta.
Me dejaron en un baúl los elementos básicos de la marina, un sable y un mosquete. El sable quise dejarlo en su sitio, "no vaya a ser que me corte" pensé para mis adentros recordando lo malo que era luchando con la espada, en cambio, tomé el mosquete entre mis manos y me lo eché al brazo. Recogí un saco de balas de plomo y un saco de pólvora que me acompañarían en mi misión y los guardé en un bolsillo que existía en el pantalón para guardar la munición, finalmente tomé mi arma, la naginata.
Antes de irme saqué la naginata de su vaina y revisé que todo estuviese perfecto, la limpié y le hice el mantenimiento antes de salir con ella, pero, me percaté de que aún quedaban quince minutos libres, habíamos quedado los que iríamos a la misión media hora antes para dirigirnos al pueblo pero aún quedaban cuarenta y cinco minutos por lo que me senté tranquilamente a prepararme un té que me gustaba tanto.
Cuando llegó la hora suspiré pesadamente nervioso y tomé el paquete de cigarrillos junto con un mechero que metí en el bolsillo superior de la chaqueta, justo ahora comenzaba mi aventura y no quería perdérmela por nada del mundo.
Ascendí desde el camarote más bajo del barco por las escaleras para salir por la zona de ocio del barco, al parecer nos tenían a los aprendices en el punto más peligroso del barco por si éste se hundía lo que corroboraba que les importábamos más bien poco a la marina. No tardé demasiado en abandonar las zonas internas del barco para llegar hasta la cubierta.
Salí del barco y me dirigí hacia los muelles en donde me esperaba el capitán con los otros aprendices, ninguna palabra salió de nuestras bocas cuando el capitán emprendió el ritmo hacia la zona en la que habíamos quedado, un hotel de gama media de aquella isla allí sería donde nos esperaría la persona que nos indicaría dónde se encontraba el problema que teníamos que solucionar. Entre los marines aprendices yo era considerado alguien especial, no porque fuese más que nadie sino porque no era común ver a un luchador con naginata en la marina, pese a todo seguían tratándome como alguien de mi rango e incluso recibía fuertes burlas por emplear un arma según ellos hecha para mujeres.
Por el camino me percaté de el animal que sustituía las labores de arado en aquella isla, sí, existían los escarabajos gigantes y aquello me hizo sobrecogerme, no le tenía mucho cariño a los insectos aunque nunca había intentado socializar con uno, reí a mis adentros cuando pensé lo último. El camino era más cansado que largo y pensé que la misión no sería muy emocionante, pese a todo tenía suerte, a muchos aprendices le mandaban misiones estúpidas a mí me pondrían a matar a la escoria de la sociedad desde el primer día.
Llegamos a la zona acordada quince minutos antes de lo acordado y nos encontramos con el operativo allí enfrente, no tenía nada que lo relacionase con la marina pero supusimos que de eso se trataba un cuerpo secreto, el capitán hizo un saludo al hombre y nosotros tuvimos que responder al saludo lo más rectos posible, estábamos frente a un alto cargo y supuestamente estar con él debía de ser un honor para nosotros. Me puse recto y cerré la piernas "como un palo" bromeé en mi interior, no se nos permitía mirar fijamente a los ojos a un superior aunque yo me salté esa ley para mirar al "soldado" del Cipher Pol fijamente.
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