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La conversación con aquella cazadora llamada Misa había sido bastante entretenida. De todas formas ya era hora de volver al barco y la chica se puso en camino. No había tardado ni doce horas en encontrarlo debido a su habilidad de volar. Desgraciadamente iba teniendo que parar en barcos o islas para descansar pero por fin había llegado. Aterrizó en la cubierta con una sonrisa tranquila y miró a su alrededor viendo que no había nadie. En ese momento el navío parecía estar pasando la isla de Water Seven. La morena no sabía si su capitán solo estaba de paso o pretendía ir allí para algo. De todas formas antes de nada planeaba ir a cambiarse debido al calor que hacía con aquella sudadera blanca y morada.
Se aproximó despacio a la entrada del barco y se fue moviendo por los pasillos hasta haber llegado a su camarote. Una vez estuvo en él, abrió su armario despacio sacando la ropa que planeaba ponerse ese día. Se quitó la prenda superior quedando con un sujetador azulado bastante cómodo. A continuación se puso una camiseta naranja de manga corta y un pantalón corto del mismo color. En sus pies unas sandalias de madera. No quería morirse de calor y así estaba realmente cómoda. En ese momento pudo ver algo sobre la cama. Se acercó algo curiosa y pudo ver una especie de muñequera con una pantalla pequeña. En ese momento quedó un poco confusa ¿Un regalo de su capitán? No pudo evitar sonreír de forma amplia y después salir por la puerta tranquilamente. En su muñeca izquierda llevaba aquel juguete. No se había parado a probarlo pero si encontraba al dragón ya le pediría que le enseñara a usarlo como era debido.
No tardó en llegar a la cocina y no vio a nadie en el interior de ésta. Avanzó un poco hasta la nevera y la abrió despacio. La fría sensación que notó la hizo sonreír de forma amplia para después soltar un suspiro. – Aaaisssh… qué fresquito… – Dicho aquello pudo ver una botella de batido de fresa que días antes de irse de “turismo” había guardado. La cogió con toda la calma del mundo y cerró el frigorífico. La abrió dándole un intenso trago para después ir directamente a la cubierta. Se quedó allí quieta mirando a los lados y activando su haki de observación para ver si podía localizar la presencia de alguien en el barco. Esperaba no estar sola o de lo contrario se iría a dormir por el aburrimiento. – ¿Hola? – Dijo en un tono alto para ver si alguien le respondía. La morena se estaba impacientando.
Se aproximó despacio a la entrada del barco y se fue moviendo por los pasillos hasta haber llegado a su camarote. Una vez estuvo en él, abrió su armario despacio sacando la ropa que planeaba ponerse ese día. Se quitó la prenda superior quedando con un sujetador azulado bastante cómodo. A continuación se puso una camiseta naranja de manga corta y un pantalón corto del mismo color. En sus pies unas sandalias de madera. No quería morirse de calor y así estaba realmente cómoda. En ese momento pudo ver algo sobre la cama. Se acercó algo curiosa y pudo ver una especie de muñequera con una pantalla pequeña. En ese momento quedó un poco confusa ¿Un regalo de su capitán? No pudo evitar sonreír de forma amplia y después salir por la puerta tranquilamente. En su muñeca izquierda llevaba aquel juguete. No se había parado a probarlo pero si encontraba al dragón ya le pediría que le enseñara a usarlo como era debido.
No tardó en llegar a la cocina y no vio a nadie en el interior de ésta. Avanzó un poco hasta la nevera y la abrió despacio. La fría sensación que notó la hizo sonreír de forma amplia para después soltar un suspiro. – Aaaisssh… qué fresquito… – Dicho aquello pudo ver una botella de batido de fresa que días antes de irse de “turismo” había guardado. La cogió con toda la calma del mundo y cerró el frigorífico. La abrió dándole un intenso trago para después ir directamente a la cubierta. Se quedó allí quieta mirando a los lados y activando su haki de observación para ver si podía localizar la presencia de alguien en el barco. Esperaba no estar sola o de lo contrario se iría a dormir por el aburrimiento. – ¿Hola? – Dijo en un tono alto para ver si alguien le respondía. La morena se estaba impacientando.
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Abrió los ojos y se fijó en el techo. No dormía, pero descansaba durante horas. Últimamente estaba algo decaído, recordando la vivre card que ardió en sus manos y cómo, tras la muerte de Derian, no halló paz. La venganza no había sido ni de lejos una buena forma de recordar a Byakuro, y ahora le perseguiría para siempre la imagen del monarca deshaciéndose en polvo ante él. ¿Había servido de algo? La guerra no había terminado, y había dado sin querer un mártir a esa causa alocada... Tal vez se había precipitado. "Pero tenía que hacerlo", pensó, incorporándose y observando desde las vidrieras el rumbo que tomaba el barco. Ya conocido y cruzado varias veces, Water Seven se alzaba ante él. Podía hasta contemplar el lugar donde se había enfrentado a Cleón, lo que había cambiado su vida para siempre. A decir verdad... ¿Cómo se le había ocurrido presentarse en Ennies Lobby para entregarlo? Estaba loco.
Se levantó y dio un baño. No era tan largo como hubiera querido, pero lo disfrutó como si hubiera estado allí una eternidad, y salió para vestirse, acompañado de un sutil olor a vainilla negra. Se puso unos pantalones vaqueros y una camiseta de Pink Freud, algo más informal de lo que solía ir, pero para trabajar no le gustaba la idea de manchar su ropa importante. La ropa se ciñó a él y marcó ligeramente su cuerpo... Tenía que comprar más ropa, ésta empezaba a quedársele pequeña. No era que le molestase que se entreviera su cuerpo, pero odiaba sentirse agobiado en una ropa tan estrecha, era como si su propio cuerpo se asfixiara... "Aunque no me queda tan mal", pensó, viéndose reflejado en el espejo. Tal vez por aquel día pudiera aguantar las ganas de arrancarse la parte de arriba a jirones.
-En fin... Secretaria, ajusta los parámetros para simulación de la muñequera- dijo en voz alta, acercándose a la sección de su cuarto que terminaba ejerciendo de laboratorio.
-¿No crees que sería mejor probarlo en vivo? Ni siquiera tendrías que salir del barco- respondió la voz de la nave, con su siempre tono condescendiente, sarcástico y ligeramente ácido, aunque cariñoso en cierto aspecto.
-No creo que ninguno ande por el barco, fíjate. Desde que la coloqué en sus habitaciones ninguna se ha...
Dexter debió tragarse sus palabras cuando vio la etiqueta de "Hinori" comenzar a desplazarse, alejándose del centro de la pantalla, y observando cómo se movía hacia los lados al tiempo que se alejaba y luego volvía a acercarse... ¿El aparato estaba fallando? No, no podía ser. Seguramente se hubiera subido al piso de arriba. Salió al puente de mando colocándose el aparatejo, y la vio en la cubierta principal, preguntando si había alguien con un "¿hola?".
-Hola- saludó desde la pasarela, para luego saltar junto a ella ágilmente. Tal vez necesitaba relajarse un tiempo, pero antes de retirarse le venía bien pasarlo bien con su gente-, ¿Te gusta el juguete nuevo?
Se levantó y dio un baño. No era tan largo como hubiera querido, pero lo disfrutó como si hubiera estado allí una eternidad, y salió para vestirse, acompañado de un sutil olor a vainilla negra. Se puso unos pantalones vaqueros y una camiseta de Pink Freud, algo más informal de lo que solía ir, pero para trabajar no le gustaba la idea de manchar su ropa importante. La ropa se ciñó a él y marcó ligeramente su cuerpo... Tenía que comprar más ropa, ésta empezaba a quedársele pequeña. No era que le molestase que se entreviera su cuerpo, pero odiaba sentirse agobiado en una ropa tan estrecha, era como si su propio cuerpo se asfixiara... "Aunque no me queda tan mal", pensó, viéndose reflejado en el espejo. Tal vez por aquel día pudiera aguantar las ganas de arrancarse la parte de arriba a jirones.
-En fin... Secretaria, ajusta los parámetros para simulación de la muñequera- dijo en voz alta, acercándose a la sección de su cuarto que terminaba ejerciendo de laboratorio.
-¿No crees que sería mejor probarlo en vivo? Ni siquiera tendrías que salir del barco- respondió la voz de la nave, con su siempre tono condescendiente, sarcástico y ligeramente ácido, aunque cariñoso en cierto aspecto.
-No creo que ninguno ande por el barco, fíjate. Desde que la coloqué en sus habitaciones ninguna se ha...
Dexter debió tragarse sus palabras cuando vio la etiqueta de "Hinori" comenzar a desplazarse, alejándose del centro de la pantalla, y observando cómo se movía hacia los lados al tiempo que se alejaba y luego volvía a acercarse... ¿El aparato estaba fallando? No, no podía ser. Seguramente se hubiera subido al piso de arriba. Salió al puente de mando colocándose el aparatejo, y la vio en la cubierta principal, preguntando si había alguien con un "¿hola?".
-Hola- saludó desde la pasarela, para luego saltar junto a ella ágilmente. Tal vez necesitaba relajarse un tiempo, pero antes de retirarse le venía bien pasarlo bien con su gente-, ¿Te gusta el juguete nuevo?
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La chica continuaba sola mientras miraba a su alrededor. La verdad es que no tardó en soltar un suspiro pero no tardó en sentir como una presencia se acercaba. Mientras esperaba decidió probar aquella cosa nueva y comenzó a toquetearla. La pantalla se encendió un momento y pudo ver una especie de sensor acercarse a ella con el nombre de su capitán. Se quedó impresionada y abrió la boca mostrando una inmensa sonrisa. Aquello era muy molón y podría localizar a los demás si estuviesen cerca. Nunca había manejado aparatos de aquel tipo pero sin duda alguna era hora de ser un poco más moderna y darles una oportunidad. Empezó a tocar un poco más aquel juguete sin saber muy bien cómo manejarlo. De todos modos aprendía rápidamente y no pensaba tardar mucho en descubrir el funcionamiento completo.
En ese momento terminó de llegar su capitán. Le escuchó saludarla y además le había hecho una pregunta acerca de aquel chisme. En ese momento lo siguiente que dijo aquella luchadora fue una respuesta totalmente positiva. – Totalmente. Debo todavía aprender a manejarlo pero es impresionante. Muchas gracias Dexter-sama. – Dijo ahora mirándole con una sonrisa enternecedora para después observarle tranquilamente. Se fijó en la curiosa camiseta que éste portaba y sin duda era la primera vez que la veía. Después de unos momentos recordó su nueva habilidad y entonces se echó unos momentos hacia atrás, quedando a unos cinco metros de su capitán. – ¡Por cierto mira la nueva técnica que aprendí! ¡Con esto estaré un paso más cerca de derrotar a mi primo! – Dijo al mismo tiempo que canalizaba su energía a su alrededor.
En poco tiempo fue rodeada por un especie de escudo rosado pálido que se hallaba totalmente a su alrededor. – Se llama Cervantes y puede bloquear una pequeña cantidad de daño físico. – Mencionó de forma amable mientras sentía como que las fuerzas le flaqueaban un poco. Tras el viaje largo usando sus alas y el haber activado aquel poder de emergencias, se había cansado bastante. Lo anuló en cuanto pudo y clavó una rodilla en la cubierta para después jadear unos momentos. No sabía nada acerca de la muerte del vampiro pues ella no leía los periódicos para nada y siempre estaba a su bola. Necesitaba derrotarle de alguna forma y por ello entrenaba cada día sin parar.
Tardó unos momentos pero finalmente se puso en pie y se pasó la mano derecha despacio por la frente para limpiarse el sudor de ésta. Acto seguido miró al shichibukai a los ojos y le hizo una leve reverencia pues pese a haber tenido más confianza la última vez, al verle de nuevo no podía evitar ser respetuosa. – He aprendido una nueva receta de pechugas de pollo con vino blanco, salchichas asadas y bacón a la Hinori. Cuando desee puede preparárselo, Dexter-sama. – Le dedicó una sonrisa de nuevo mientras ahora cerraba sus ojos de forma calmada y mostraba una expresión dulce. Realmente estaba esforzándose por cumplir su sueño de ser la Markov más fuerte.
En ese momento terminó de llegar su capitán. Le escuchó saludarla y además le había hecho una pregunta acerca de aquel chisme. En ese momento lo siguiente que dijo aquella luchadora fue una respuesta totalmente positiva. – Totalmente. Debo todavía aprender a manejarlo pero es impresionante. Muchas gracias Dexter-sama. – Dijo ahora mirándole con una sonrisa enternecedora para después observarle tranquilamente. Se fijó en la curiosa camiseta que éste portaba y sin duda era la primera vez que la veía. Después de unos momentos recordó su nueva habilidad y entonces se echó unos momentos hacia atrás, quedando a unos cinco metros de su capitán. – ¡Por cierto mira la nueva técnica que aprendí! ¡Con esto estaré un paso más cerca de derrotar a mi primo! – Dijo al mismo tiempo que canalizaba su energía a su alrededor.
En poco tiempo fue rodeada por un especie de escudo rosado pálido que se hallaba totalmente a su alrededor. – Se llama Cervantes y puede bloquear una pequeña cantidad de daño físico. – Mencionó de forma amable mientras sentía como que las fuerzas le flaqueaban un poco. Tras el viaje largo usando sus alas y el haber activado aquel poder de emergencias, se había cansado bastante. Lo anuló en cuanto pudo y clavó una rodilla en la cubierta para después jadear unos momentos. No sabía nada acerca de la muerte del vampiro pues ella no leía los periódicos para nada y siempre estaba a su bola. Necesitaba derrotarle de alguna forma y por ello entrenaba cada día sin parar.
Tardó unos momentos pero finalmente se puso en pie y se pasó la mano derecha despacio por la frente para limpiarse el sudor de ésta. Acto seguido miró al shichibukai a los ojos y le hizo una leve reverencia pues pese a haber tenido más confianza la última vez, al verle de nuevo no podía evitar ser respetuosa. – He aprendido una nueva receta de pechugas de pollo con vino blanco, salchichas asadas y bacón a la Hinori. Cuando desee puede preparárselo, Dexter-sama. – Le dedicó una sonrisa de nuevo mientras ahora cerraba sus ojos de forma calmada y mostraba una expresión dulce. Realmente estaba esforzándose por cumplir su sueño de ser la Markov más fuerte.
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Dexter no pudo evitar sonreír cuando vio a la pirata alegre con el chisme. La verdad era que aunque no le había costado demasiado, la decisión de tenerlos a todos localizados fue difícil de tomar. Sin embargo, debía evitar que cosas como la de Midorima sucedieran de nuevo. Si alguien desaparecía quería saberlo, y la memoria del objeto se lo descubriría si volvían a traicionarlo. Obviamente también tenía un factor protector, y esencialmente daba una forma de estar en contacto siempre, pero el miedo a otro abandono había sido la llama que incendió la pólvora.
-Es bastante fácil de usar, sólo tienes que pul...- la chiquilla estaba más emocionada pensando en mostrarle su nuevo descubrimiento. Era una barrera de energía, un escudo. Vaya, era bastante ingenioso aquel estilo de técnica, aunque aún tenía mucho camino por delante y le faltaba bastante por mejorar. Hasta se cansaba después de usarlo, aunque por suerte no había sido en un lugar peligroso. Intentó sujetarla, pero hincó la rodilla en el suelo y se mantuvo en pie sin mayor problema.
"Oh, mierda", pensó, mirando a la Markov. Tal vez se había tomado una excesiva prisa en acabar con el rey sin hablarlo con nadie primero... Qué le iba a hacer, se lo había llevado la ira. Tal vez debiera decírselo, y dar a Byakuro un nuevo portaleyendas.
-Hinori- dijo, quitándose la camiseta poco a poco, mostrando la cicatriz que ardía aún en su hombro derecho, casi rasgando el pectoral-, ya eres la Markov más fuerte.
Señaló la marca, como señal de que había confrontado al monarca, y no apartó la vista ni un momento de ella. ¿Cómo iba a reaccionar ante aquello?
-Yo... Debí haber muerto hace unos días, Hinori- dijo. El recuerdo del cazador hizo que las lágrimas brotasen en sus ojos y no pudo evitarlo, cortándosele la voz a medio camino, hablando con voz queda-. Pero Byakuro fue en mi lugar, llevándose a Derian con él.
No pudo evitar caer arrodillado al suelo, aunque trató de no parecer demasiado triste. A pesar de todo debía ser su apoyo, ¿No?
-Cuando quieras estaré encantado de comer eso- dijo, cambiando finalmente de tema, sin saber muy bien cómo reaccionaría ella-, pero de momento ¿Has visitado alguna vez Water Seven?
-Es bastante fácil de usar, sólo tienes que pul...- la chiquilla estaba más emocionada pensando en mostrarle su nuevo descubrimiento. Era una barrera de energía, un escudo. Vaya, era bastante ingenioso aquel estilo de técnica, aunque aún tenía mucho camino por delante y le faltaba bastante por mejorar. Hasta se cansaba después de usarlo, aunque por suerte no había sido en un lugar peligroso. Intentó sujetarla, pero hincó la rodilla en el suelo y se mantuvo en pie sin mayor problema.
"Oh, mierda", pensó, mirando a la Markov. Tal vez se había tomado una excesiva prisa en acabar con el rey sin hablarlo con nadie primero... Qué le iba a hacer, se lo había llevado la ira. Tal vez debiera decírselo, y dar a Byakuro un nuevo portaleyendas.
-Hinori- dijo, quitándose la camiseta poco a poco, mostrando la cicatriz que ardía aún en su hombro derecho, casi rasgando el pectoral-, ya eres la Markov más fuerte.
Señaló la marca, como señal de que había confrontado al monarca, y no apartó la vista ni un momento de ella. ¿Cómo iba a reaccionar ante aquello?
-Yo... Debí haber muerto hace unos días, Hinori- dijo. El recuerdo del cazador hizo que las lágrimas brotasen en sus ojos y no pudo evitarlo, cortándosele la voz a medio camino, hablando con voz queda-. Pero Byakuro fue en mi lugar, llevándose a Derian con él.
No pudo evitar caer arrodillado al suelo, aunque trató de no parecer demasiado triste. A pesar de todo debía ser su apoyo, ¿No?
-Cuando quieras estaré encantado de comer eso- dijo, cambiando finalmente de tema, sin saber muy bien cómo reaccionaría ella-, pero de momento ¿Has visitado alguna vez Water Seven?
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La chica observaba al capitán totalmente ilusionada. Estaba claro que iba a lograr su objetivo algún día una vez terminase todos sus entrenamientos. Por el momento se sabía defender bien y eso era lo importante. Dominaba muchísimos tipos de energías. Desde el eléctrico hasta el explosivo pasando por el de choque y el vibratorio. Su gran cantidad de técnicas distintas la hacían bastante molesta para sus oponentes. Después de todo era una luchadora. Sin embargo ahora no estaba para pensar en aquellas cosas ya que estaba frente a su capitán. Le dedicó una sonrisa de forma amable y después se cruzó de brazos.
Entonces notó como Dexter la nombraba y se quitaba despacio la camiseta. La chica se sobresaltó al ver la herida que tenía en el hombro derecho. Sintió un pinchazo en el pecho, como si se la hubiesen hecho a ella en lugar de él. En ese momento escuchó sus palabras y no pudo evitar abrir los ojos como platos. Daba a entender que había luchado con su primo pero el rey cazador se llevó al vampiro. Claramente le estaba diciendo que su primo había muerto. No sabía cómo tomarse aquello. Era una sensación dolorosa. Ella quería vencerle y superarle y aunque él tal vez no la quería, ella era incapaz de odiar. Estaba bastante apenada pues en el fondo quería a su primo.
Pudo ver como su capitán ahora caía al suelo de rodillas y eso le hizo cerrar los ojos con fuerza para después abrirlos despacio. Después dijo que estaba encantado de comer su nueva receta pero también le dijo si había visto aquella isla. Chasqueó la lengua ignorando las preguntas y no pudo evitar ponerse de rodillas como él. Sus ojos blancos se clavaron en la herida del hombro derecho y después pasó la mano muy despacio por ella. – Sin duda alguna yo quería a mi primo. Tal vez él a mí no pero yo soy así… de todas formas me alegro de qué estés vivo… – Trató de contener las lágrimas y después se abrazó a él con cuidado para no hacerle daño en la cicatriz. No podía soporta la idea de que hubiese perdido su sueño de derrotar al espadachín pero menos hubiese soportado la idea de que el dragón hubiese caído. Cerró los ojos despacio para después volver a hablarle en un tono en el que se le notaba que contenía la pena. – Ni se te ocurra morirte nunca… tú eres la persona que me trató bien desde el primer día y el que me animó a cumplir mis metas. – Una vez dijo aquello no pudo evitar sentir cómo las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta la espalda del pirata.
Soltó un inmenso suspiro y continuó abrazada. – En este barco todos te apreciamos muchísimo. Al menos eso pienso pero lo que sé es que aquí tienes una nakama que nunca te abandonará. Una luchadora que daría la vida por ti y que siempre portará tu estandarte con ella. Yo también quiero que tú cumplas tus sueños, eres la mejor persona del mundo, Dexter-sama. – Dijo aquello en un tono un poco más alto. Después se dio cuenta de que estaba muy pegada a él y no quería incomodarlo. Se pudo en pie mirándole y pasándose la mano por las mejillas para limpiarse. Después le miró con una sonrisa bastante dulce. – Pues no he estado en esa isla todavía. De todas formas si hubiese un centro de tatuajes sí que me gustaría ir. Me gustaría tatuarme esto en la espalda. – Dijo metiendo la mano ahora en su bolsillo y sacando un rollo de papel que enseguida abrió. Podía verse perfectamente el escudo de Los piratas de la rosa azul. Ella siempre iba a ser fiel al capitán. – ¿Vendrías conmigo? Me da un poco de miedo… – Dijo ahora pues había escuchado que aquello dolía bastante.
Entonces notó como Dexter la nombraba y se quitaba despacio la camiseta. La chica se sobresaltó al ver la herida que tenía en el hombro derecho. Sintió un pinchazo en el pecho, como si se la hubiesen hecho a ella en lugar de él. En ese momento escuchó sus palabras y no pudo evitar abrir los ojos como platos. Daba a entender que había luchado con su primo pero el rey cazador se llevó al vampiro. Claramente le estaba diciendo que su primo había muerto. No sabía cómo tomarse aquello. Era una sensación dolorosa. Ella quería vencerle y superarle y aunque él tal vez no la quería, ella era incapaz de odiar. Estaba bastante apenada pues en el fondo quería a su primo.
Pudo ver como su capitán ahora caía al suelo de rodillas y eso le hizo cerrar los ojos con fuerza para después abrirlos despacio. Después dijo que estaba encantado de comer su nueva receta pero también le dijo si había visto aquella isla. Chasqueó la lengua ignorando las preguntas y no pudo evitar ponerse de rodillas como él. Sus ojos blancos se clavaron en la herida del hombro derecho y después pasó la mano muy despacio por ella. – Sin duda alguna yo quería a mi primo. Tal vez él a mí no pero yo soy así… de todas formas me alegro de qué estés vivo… – Trató de contener las lágrimas y después se abrazó a él con cuidado para no hacerle daño en la cicatriz. No podía soporta la idea de que hubiese perdido su sueño de derrotar al espadachín pero menos hubiese soportado la idea de que el dragón hubiese caído. Cerró los ojos despacio para después volver a hablarle en un tono en el que se le notaba que contenía la pena. – Ni se te ocurra morirte nunca… tú eres la persona que me trató bien desde el primer día y el que me animó a cumplir mis metas. – Una vez dijo aquello no pudo evitar sentir cómo las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta la espalda del pirata.
Soltó un inmenso suspiro y continuó abrazada. – En este barco todos te apreciamos muchísimo. Al menos eso pienso pero lo que sé es que aquí tienes una nakama que nunca te abandonará. Una luchadora que daría la vida por ti y que siempre portará tu estandarte con ella. Yo también quiero que tú cumplas tus sueños, eres la mejor persona del mundo, Dexter-sama. – Dijo aquello en un tono un poco más alto. Después se dio cuenta de que estaba muy pegada a él y no quería incomodarlo. Se pudo en pie mirándole y pasándose la mano por las mejillas para limpiarse. Después le miró con una sonrisa bastante dulce. – Pues no he estado en esa isla todavía. De todas formas si hubiese un centro de tatuajes sí que me gustaría ir. Me gustaría tatuarme esto en la espalda. – Dijo metiendo la mano ahora en su bolsillo y sacando un rollo de papel que enseguida abrió. Podía verse perfectamente el escudo de Los piratas de la rosa azul. Ella siempre iba a ser fiel al capitán. – ¿Vendrías conmigo? Me da un poco de miedo… – Dijo ahora pues había escuchado que aquello dolía bastante.
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Sintió el abrazo de la chiquilla, y se ruborizó un poco cuando terminó entre sus dos pechos, aunque la situación no duró mucho. La muchacha le había acariciado la herida, provocando en su piel un ligero escalofrío, y durante el acercamiento pudo notar cómo las lágrimas de su médica le resbalaban por la espalda. "Hinori..." trató de decir, aunque fue por completo incapaz, y cayeron en un silencio que sólo se rompió cuando ella volvió a hablar, aunque él seguía inmerso en sus reflexiones. Demasiado tiempo sin descansar, y en la guerra aquello se había notado. Toda la tensión estalló en un instante, y al siguiente ya no estaba... ¿Era la hora ya?
-Hinori...- consiguió articular finalmente, al tiempo que ella se apartaba. Aunque no llegó a continuar la frase. Tal vez no fuera momento de decirle en qué pensaba, al menos no hasta tomar una decisión. ¿Sería la correcta? Ni siquiera tenía claro si quería irse una temporada, aunque todavía tenía pendiente volver a casa una última vez... ¿Por qué todo era tan difícil?
Se apartó, y el Shichibukai se levantó, poniéndose de nuevo la camiseta. Se le marcaban las lágrimas de la joven, aunque no importaba. Al parecer, por cómo se comportaba, de repente se sintió incómoda en el abrazo, lo cual era lógico teniendo en cuenta dónde estaba en ese momento la nariz de Dexter; sin embargo, le parecía algo exagerado. Pronto descubrió, sin embargo, que tras aquel alejamiento se ocultaba la verdadera intención: enseñarle lo que pretendía fuese su nuevo tatuaje. La cabeza de dragón con dos rosas cruzadas era su emblema y el de la banda, el azul que surcaba un bosque de olas, el orgulloso reptil que gobernaba los mares... ¿De verdad seguía significando todo eso? La marcha de Nemo, la muerte de Midorima, la desaparición de Uracha y de aquel chico llamado Reez que fue su navegante hasta que vio mejor futuro en un puesto de almendras garrapiñadas... Su bandera era el símbolo del constante abandono. "O no".
-Iré contigo, claro- carraspeó un momento. Todavía tenía un nudo en la garganta, aunque poco a poco iba pudiendo recuperar el habla-. Creo que cerca del astillero 5 hay un local de tatuajes bastante decente, aunque la última vez que lo vi fue hace más de un año. Tal vez ni siga abierto. ¿Quieres ir a ver?
Tras decir aquello, casi sin esperar respuesta, comenzó a caminar hacia la pasarela de bajada. El muelle estaba ahí y la ciudad los esperaba. Tantos sitios por recorrer, y le quedaba tan poco tiempo allí... Maldita sea.
-Hinori...- consiguió articular finalmente, al tiempo que ella se apartaba. Aunque no llegó a continuar la frase. Tal vez no fuera momento de decirle en qué pensaba, al menos no hasta tomar una decisión. ¿Sería la correcta? Ni siquiera tenía claro si quería irse una temporada, aunque todavía tenía pendiente volver a casa una última vez... ¿Por qué todo era tan difícil?
Se apartó, y el Shichibukai se levantó, poniéndose de nuevo la camiseta. Se le marcaban las lágrimas de la joven, aunque no importaba. Al parecer, por cómo se comportaba, de repente se sintió incómoda en el abrazo, lo cual era lógico teniendo en cuenta dónde estaba en ese momento la nariz de Dexter; sin embargo, le parecía algo exagerado. Pronto descubrió, sin embargo, que tras aquel alejamiento se ocultaba la verdadera intención: enseñarle lo que pretendía fuese su nuevo tatuaje. La cabeza de dragón con dos rosas cruzadas era su emblema y el de la banda, el azul que surcaba un bosque de olas, el orgulloso reptil que gobernaba los mares... ¿De verdad seguía significando todo eso? La marcha de Nemo, la muerte de Midorima, la desaparición de Uracha y de aquel chico llamado Reez que fue su navegante hasta que vio mejor futuro en un puesto de almendras garrapiñadas... Su bandera era el símbolo del constante abandono. "O no".
-Iré contigo, claro- carraspeó un momento. Todavía tenía un nudo en la garganta, aunque poco a poco iba pudiendo recuperar el habla-. Creo que cerca del astillero 5 hay un local de tatuajes bastante decente, aunque la última vez que lo vi fue hace más de un año. Tal vez ni siga abierto. ¿Quieres ir a ver?
Tras decir aquello, casi sin esperar respuesta, comenzó a caminar hacia la pasarela de bajada. El muelle estaba ahí y la ciudad los esperaba. Tantos sitios por recorrer, y le quedaba tan poco tiempo allí... Maldita sea.
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La chica no pudo evitar mostrar una sonrisa cuando el capitán le dijo que iría con ella. Esperaba que el sitio ese, estuviese abierto. No sabía mucho de la isla, tan solo que estaba llena de agua por todas partes. A ella no le desagradaba para nada, no era una usuaria de las frutas del diablo y por ello podía nadar. Otro de los motivos por el qué no consumía una akuma, era para poder salvar a los suyos si caían al agua. Era bastante precavida para aquellas cosas, encima adoraba darse baños en el mar. Se sentía muy libre cuando lo hacía, era uno de los pequeños placeres que podía darse.
Empezó a caminar junto al capitán, mostrando una expresión amable en todo momento. – Me han dicho que duele mucho, espero que solo sea un cuento… – Dijo mientras continuaba junto a Dexter. Las personas de la isla pasaban de un lado a otro con mucha tranquilidad. Muchas portaban bolsas, dónde llevaban distintos tipos de comida. Por los canales de agua pasaban algunos hombres, montados en seres similares a caballos. La morena quedó fascinada al ver cómo eran. Le parecían demasiado monos para ser ciertos. Tal vez se compraba uno incluso, podía llevarlo en el barco. Meterlo en una bañera no debía de ser muy difícil. De hecho vio cruzar a uno de color rosa, el cual tenía un parche en el ojo derecho. Ese le había molado muchísimo.
Tras unos momentos más, llegaron al supuesto sitio. Un local abierto, con un cartel en el que se podía leer claramente “Centro de tatuajes del Jorge Javier”. El nombre le pareció demasiado raro pero pasó de aquello y miró al capitán. – Entra tú primero… – Pudo decir, al mismo tiempo que trataba de tomarle la mano. En su mente solo se dibujaba un ogro con agujas por dedos y con una expresión diabólica. De repente la puerta se abrió, dejando paso a un anciano de cabellos canosos, ojos azulados y cuerpo flaco. – Buenos días. – El hombre se veía muy buena persona. La morena de todas formas continuaba muy nerviosa y eso no iba a cambiar. – B-buenas… – Dijo antes de esconderse detrás del dragón. Deseaba el tatuaje, pero no quería notar ningún dolor durante el proceso.
Empezó a caminar junto al capitán, mostrando una expresión amable en todo momento. – Me han dicho que duele mucho, espero que solo sea un cuento… – Dijo mientras continuaba junto a Dexter. Las personas de la isla pasaban de un lado a otro con mucha tranquilidad. Muchas portaban bolsas, dónde llevaban distintos tipos de comida. Por los canales de agua pasaban algunos hombres, montados en seres similares a caballos. La morena quedó fascinada al ver cómo eran. Le parecían demasiado monos para ser ciertos. Tal vez se compraba uno incluso, podía llevarlo en el barco. Meterlo en una bañera no debía de ser muy difícil. De hecho vio cruzar a uno de color rosa, el cual tenía un parche en el ojo derecho. Ese le había molado muchísimo.
Tras unos momentos más, llegaron al supuesto sitio. Un local abierto, con un cartel en el que se podía leer claramente “Centro de tatuajes del Jorge Javier”. El nombre le pareció demasiado raro pero pasó de aquello y miró al capitán. – Entra tú primero… – Pudo decir, al mismo tiempo que trataba de tomarle la mano. En su mente solo se dibujaba un ogro con agujas por dedos y con una expresión diabólica. De repente la puerta se abrió, dejando paso a un anciano de cabellos canosos, ojos azulados y cuerpo flaco. – Buenos días. – El hombre se veía muy buena persona. La morena de todas formas continuaba muy nerviosa y eso no iba a cambiar. – B-buenas… – Dijo antes de esconderse detrás del dragón. Deseaba el tatuaje, pero no quería notar ningún dolor durante el proceso.
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La monotonía de las calles era abrumadora. Más allá de los animales raros que pasaban por ahí, todo el paisaje se presentaba igual de anodino. ¿Quién querría vivir en ese lugar? Aunque no estaba tan mal, bien pensado. Tranquilo, con agua, y las calles limpias en gran medida, con gente sonriente y grandes astilleros de los que barcos majestuosos salían a diario... La primera vez que estuvo frente a uno de ellos se cruzó con Cleón, de ahí a Ivanovich y al Ouka de cabeza. Qué estúpido había sido al no reconocerlo, aunque bien era cierto que no ostentaba la fama de Jack Drallion Stark o Yazori, los cuales habría rehuido sin dudarlo.
-¿Sabes? En esta isla empezó nuestro camino como aliados del Gobierno- comentó, casi al lado del local tras un rato de silencio. "Cuando vine no tenía ese nombre", se dijo, recordando la Old Skull al que ese hombre había sustituido. Al menos seguían dedicándose al tatuaje.
-Buenos días- saludó afablemente el anciano cuando entraron, Hinori aferrada a la mano de Dexter con una fuerza inusitada, y detrás de él con una timidez mayor a la que propiamente recordaba. La muchacha había balbuceado algo, pero no llegó a comprenderlo. Aunque parecía un saludo.
-Hola buenas- respondió el dragón-. Traigo a la niña a hacerse un tatuaje. Dice que ya es mayor y que quiere uno, y no se puede poner trabas a los pequeños o acaban hechos un Midorima.
Se echó a un lado y de un pequeño empujón llevó (o trataría de llevar) a la chica hacia delante. De paso él también podía hacerse uno cuando Hinori terminase...
-Y de paso tal vez yo me haga otro, aunque tengo que pensarlo bien.
-¿Sabes? En esta isla empezó nuestro camino como aliados del Gobierno- comentó, casi al lado del local tras un rato de silencio. "Cuando vine no tenía ese nombre", se dijo, recordando la Old Skull al que ese hombre había sustituido. Al menos seguían dedicándose al tatuaje.
-Buenos días- saludó afablemente el anciano cuando entraron, Hinori aferrada a la mano de Dexter con una fuerza inusitada, y detrás de él con una timidez mayor a la que propiamente recordaba. La muchacha había balbuceado algo, pero no llegó a comprenderlo. Aunque parecía un saludo.
-Hola buenas- respondió el dragón-. Traigo a la niña a hacerse un tatuaje. Dice que ya es mayor y que quiere uno, y no se puede poner trabas a los pequeños o acaban hechos un Midorima.
Se echó a un lado y de un pequeño empujón llevó (o trataría de llevar) a la chica hacia delante. De paso él también podía hacerse uno cuando Hinori terminase...
-Y de paso tal vez yo me haga otro, aunque tengo que pensarlo bien.
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Hinori había escuchado lo que el capitán le había dicho acerca de aquella isla. Al parecer, allí comenzaron su camino en el gobierno. No sabía sobre aquella información, pero en el momento en el que estaban, era lo de menos. Continuaba teniendo miedo pese a todo lo que le dijo. En otro momento querría escuchar la historia de cómo el pirata logró el título en aquel sitio lleno de agua. A lo mejor metió la cabeza del oponente bajo el mar, aunque conociéndole, seguramente no hizo tal cosa. Ella tenía muy buena imagen de su líder, y por ello siempre pensó que era buena persona.
De repente escuchó las palabras del dragón, el cual la trató como si de una niña pequeña se tratase. Aquello hizo que la joven inflase un poco los mofletes, sintiéndose demasiado protegida. No es que no le agradase, pero ella ya sabía pelear como era debido. De hecho, de sus cinco combates, había vencido en todos. Él último había sido en el reino del calor, Arabasta. Allí luchó con un chico que buscaba una sirena, o algo de eso. No tardó ni un minuto en derrotarle, y por ello soltó un suspiro. Sus oponentes eran demasiado débiles, y ella quería un reto de verdad.
La morena entonces recibió el leve empujón, y terminó junto a una camilla, en la que se tumbó bocabajo. Se quitó la camiseta, pegando el pecho a la sabana, después le tendió al tipo el papel con el dibujo que quería. Debido al tamaño, el hombre le recomendó varias sesiones, pero ella se negó, diciendo que lo quería del tirón. No pensaba darse vueltas por el sitio. Entonces cerró los ojos, y el tipo comenzó. Ella al principio notó un leve quemazón. De hecho, cerró los ojos con fuerza, y decidió quedarse quieta aguantando. – Dex-san, cuéntame algo… – Dijo para que la entretuviese debido al dolor.
De repente escuchó las palabras del dragón, el cual la trató como si de una niña pequeña se tratase. Aquello hizo que la joven inflase un poco los mofletes, sintiéndose demasiado protegida. No es que no le agradase, pero ella ya sabía pelear como era debido. De hecho, de sus cinco combates, había vencido en todos. Él último había sido en el reino del calor, Arabasta. Allí luchó con un chico que buscaba una sirena, o algo de eso. No tardó ni un minuto en derrotarle, y por ello soltó un suspiro. Sus oponentes eran demasiado débiles, y ella quería un reto de verdad.
La morena entonces recibió el leve empujón, y terminó junto a una camilla, en la que se tumbó bocabajo. Se quitó la camiseta, pegando el pecho a la sabana, después le tendió al tipo el papel con el dibujo que quería. Debido al tamaño, el hombre le recomendó varias sesiones, pero ella se negó, diciendo que lo quería del tirón. No pensaba darse vueltas por el sitio. Entonces cerró los ojos, y el tipo comenzó. Ella al principio notó un leve quemazón. De hecho, cerró los ojos con fuerza, y decidió quedarse quieta aguantando. – Dex-san, cuéntame algo… – Dijo para que la entretuviese debido al dolor.
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-Contarte algo... ¿Qué quieres que te cuente?
Se frenó en seco. Estaba sentado junto a ella, viendo cómo la tinta empezaba a trazar la silueta de la Jolly Roger sobre su espalda. La verdad, con lo bonita que era casi podía decir que tatuársela de ese modo tenía que ser un delito. Hinori era una chica muy atractiva, a pesar de que nunca se hubiera interesado por ella de ese modo. Sus labores como médico y cocinera eran mucho más valiosas, y su fidelidad algo que quería conservar a toda costa. Le había cogido mucho cariño, y con el tiempo se había convertido en la Nakama más antigua que había en la banda. Midorima muerto, y aunque a Deathstroke y Worg los conocía de antes, tardó en volver a cruzarse con ellos. ¿Qué podía contarle? Tal vez... Tal vez.
-Había una vez un joven en un mar muy lejos de aquí, en los confines entre lo real y lo mágico- comenzó-. Vivía de aquí para allá, viajando y descubriendo lugares, haciendo sus labores y conociendo nuevos amigos. Un día, el muchacho conoció a una mujer. Era hermosa como ninguna, de ojos pardos y cabello dorado que refulgía bajo el sol con fuerza. Se enamoró a primera vista de ella, pero no pudo durar mucho.
Era una historia que había escuchado tantas veces ya... La conocía a la perfección.
-Ella al principio lo rechazaba, pero finalmente sucumbió a sus encantos. No te creas que tenía muchos, pero sabía usarlos. Con el tiempo intentaron llevar una vida juntos, pero su hogar fue invadido y los dos debieron separarse durante mucho tiempo. No te imaginas cuánto- hizo una pausa, recordando para sí cuánto era. ¿Cuatro años? Las historias se diluían en su memoria, entremezclándose, y aunque ésa la veía aún con claridad, no estaba seguro-. Pero, aunque su reencuentro fue feliz, duró muy poco. Ella no tardó más de seis meses en morir, y él volvió a estar solo. No es una historia muy alegre.
No tenía historias alegres, se temía.
Se frenó en seco. Estaba sentado junto a ella, viendo cómo la tinta empezaba a trazar la silueta de la Jolly Roger sobre su espalda. La verdad, con lo bonita que era casi podía decir que tatuársela de ese modo tenía que ser un delito. Hinori era una chica muy atractiva, a pesar de que nunca se hubiera interesado por ella de ese modo. Sus labores como médico y cocinera eran mucho más valiosas, y su fidelidad algo que quería conservar a toda costa. Le había cogido mucho cariño, y con el tiempo se había convertido en la Nakama más antigua que había en la banda. Midorima muerto, y aunque a Deathstroke y Worg los conocía de antes, tardó en volver a cruzarse con ellos. ¿Qué podía contarle? Tal vez... Tal vez.
-Había una vez un joven en un mar muy lejos de aquí, en los confines entre lo real y lo mágico- comenzó-. Vivía de aquí para allá, viajando y descubriendo lugares, haciendo sus labores y conociendo nuevos amigos. Un día, el muchacho conoció a una mujer. Era hermosa como ninguna, de ojos pardos y cabello dorado que refulgía bajo el sol con fuerza. Se enamoró a primera vista de ella, pero no pudo durar mucho.
Era una historia que había escuchado tantas veces ya... La conocía a la perfección.
-Ella al principio lo rechazaba, pero finalmente sucumbió a sus encantos. No te creas que tenía muchos, pero sabía usarlos. Con el tiempo intentaron llevar una vida juntos, pero su hogar fue invadido y los dos debieron separarse durante mucho tiempo. No te imaginas cuánto- hizo una pausa, recordando para sí cuánto era. ¿Cuatro años? Las historias se diluían en su memoria, entremezclándose, y aunque ésa la veía aún con claridad, no estaba seguro-. Pero, aunque su reencuentro fue feliz, duró muy poco. Ella no tardó más de seis meses en morir, y él volvió a estar solo. No es una historia muy alegre.
No tenía historias alegres, se temía.
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- ¿Pero eres tonto o qué?
Dijo entonces la chica mirando hacia abajo. Sus ojos blancos estaban llenos de lágrimas. A quién se le ocurría… ¿Una historia así a ella? La pobre se había puesto triste en un momento. Al menos se había olvidado del dolor. No era posible que no supiese algo más divertido, de todo lo que había en el mundo le contó un tema así. Más a ella que lo quería muchísimo. Pero si el del cuento había logrado llevarse a la chica con encantos, ella también podría algún día, pero no disponía de aquello que llamaban encantos. No contaba su aspecto físico. Soltó un suspiro mientras controlaba un poco su voz para que no sonase tan apenada por aquella historia y después intentó calmarse.
- De todas las historias que uno se puede inventar sobre la marcha y me pones triste… Mmmm… De todas formas te agradezco el detalle, capitán. – Dijo entonces sonriendo de forma dulce.
Estuvo toda la sesión callada y soltando algunos quejidos, pues aquello dolía a horrores. Hubo un punto que incluso el más mínimo roce la hacía quejarse. Su espalda estaba al rojo vivo y parecía que había estado dos días al Sol debido al enrojecimiento. Tras unas horas por fin la cosa parecía mejorar y ya solo faltaba darle color, la parte más dolorosa. Agarró las sábanas y entonces cerró los ojos. No sabía si el dragón estaba despierto o no, ya que no podía moverse de aquella posición. No quería que se le viera el pecho y menos delante de Dexter-sama o de aquel extraño hombre. Soltó un pequeño suspiro y entonces alzó un poco la voz.
- Qué ganas tengo de cocinarte el plato que te mencioné antes. Esta noche haré raciones enormes para todos. Quiero que estéis bien a gusto. – Dijo manteniendo su sonrisa animada de siempre.
Soltó de repente un quejido algo más sonoro que los otros, joder, incluso el tatuador estaba nervioso. Parecía otra cosa. Ella se quejaba constantemente y acelerando la respiración y todo. El pobre hombre incluso miraba a veces al dragón con cara de “Yo no estoy haciendo nada raro…” Pero ella tenía ese tono incluso para los quejidos. A medida que continuaba terminando aquel tatuaje iba sintiendo la piel arderle. Era como si le hubiesen pasado un lanzallamas por encima. Estaba deseando que el tiempo pasase más rápido y aquella cosa terminase de una buena vez. No pensaba tatuarse nunca nada más. Aquello sería lo primero y lo último. A pesar del dolor no se arrepentía para nada.
- Fin. – Dijo aquel hombre por fin.
Dijo entonces la chica mirando hacia abajo. Sus ojos blancos estaban llenos de lágrimas. A quién se le ocurría… ¿Una historia así a ella? La pobre se había puesto triste en un momento. Al menos se había olvidado del dolor. No era posible que no supiese algo más divertido, de todo lo que había en el mundo le contó un tema así. Más a ella que lo quería muchísimo. Pero si el del cuento había logrado llevarse a la chica con encantos, ella también podría algún día, pero no disponía de aquello que llamaban encantos. No contaba su aspecto físico. Soltó un suspiro mientras controlaba un poco su voz para que no sonase tan apenada por aquella historia y después intentó calmarse.
- De todas las historias que uno se puede inventar sobre la marcha y me pones triste… Mmmm… De todas formas te agradezco el detalle, capitán. – Dijo entonces sonriendo de forma dulce.
Estuvo toda la sesión callada y soltando algunos quejidos, pues aquello dolía a horrores. Hubo un punto que incluso el más mínimo roce la hacía quejarse. Su espalda estaba al rojo vivo y parecía que había estado dos días al Sol debido al enrojecimiento. Tras unas horas por fin la cosa parecía mejorar y ya solo faltaba darle color, la parte más dolorosa. Agarró las sábanas y entonces cerró los ojos. No sabía si el dragón estaba despierto o no, ya que no podía moverse de aquella posición. No quería que se le viera el pecho y menos delante de Dexter-sama o de aquel extraño hombre. Soltó un pequeño suspiro y entonces alzó un poco la voz.
- Qué ganas tengo de cocinarte el plato que te mencioné antes. Esta noche haré raciones enormes para todos. Quiero que estéis bien a gusto. – Dijo manteniendo su sonrisa animada de siempre.
Soltó de repente un quejido algo más sonoro que los otros, joder, incluso el tatuador estaba nervioso. Parecía otra cosa. Ella se quejaba constantemente y acelerando la respiración y todo. El pobre hombre incluso miraba a veces al dragón con cara de “Yo no estoy haciendo nada raro…” Pero ella tenía ese tono incluso para los quejidos. A medida que continuaba terminando aquel tatuaje iba sintiendo la piel arderle. Era como si le hubiesen pasado un lanzallamas por encima. Estaba deseando que el tiempo pasase más rápido y aquella cosa terminase de una buena vez. No pensaba tatuarse nunca nada más. Aquello sería lo primero y lo último. A pesar del dolor no se arrepentía para nada.
- Fin. – Dijo aquel hombre por fin.
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¿Por qué gemía? El dolor parecía provocarle cierta sensación de desahogo, pero al tatuador lo incomodaba. De hecho, incluso a ratos lo miraba como si necesitase su aprobación y él asentía, avergonzado. ¿No podía pasar por ninguna isla sin dar el espectáculo? Al menos en aquella ocasión no era él, ni entre una multitud, ni estaba desnudo, ni cantando, ni borracho... En general, él no era el protagonista y sólo el tatuador escucharía esos gemidos tan extravagantes. ¿En serio así expresaba su dolor?
-Un poco tonto sí que soy, sí- respondió, justo mientras el tatuador repasaba la rosa derecha. Había quedado un poco irregular, pero se veía bien. El cráneo de dragón en la bandera se veía increíble, muy definido y con un extraño degradado de un gris suave al negro intenso. Coronado por dos rosas, un dibujo sin plantilla que había resultado impresionante, y el tatuador, un artista. No pudo evitar sonreír mientras esperaba a que le hiciera las curas para que pudiese vestirse de nuevo-. Pero mira, te he entretenido.
Esperó pacientemente a que se vistiera y salió en silencio, pensando en la comida que Hinori prometía. Delicioso pollo a la parmesana, o una parrillada de carnes con verduras salteadas. Tal vez incluso un asado a fuego, que le encantaban... Tenía ganas de comer ese día, estaba hambriento. Más que hambriento, ávido por satisfacer su gula. Pero, lógicamente, en lugar de esperar sin más, se quitó la parte superior de la ropa.
-Ahora a mí- dijo, mientras se tendía en otra camilla, de espaldas-. Quiero que cubra toda la espalda, desde omóplatos hasta la cintura.
-Está bien.
El tatuador sonrió, y empezó a trabajar tras cambiar las agujas. Dexter desactivó su Haki para que el hombre pudiera trabajar, y casi se le cayó una lágrima de dolor... Cuando aún pasaba el algodón. Tenía miedo de las agujas, al fin y al cabo su piel era muy delicada y sensible, tanto que no sabía si era buena idea hacerlo, pero... Todos los días eran buenos para hacer una locura.
-Un poco tonto sí que soy, sí- respondió, justo mientras el tatuador repasaba la rosa derecha. Había quedado un poco irregular, pero se veía bien. El cráneo de dragón en la bandera se veía increíble, muy definido y con un extraño degradado de un gris suave al negro intenso. Coronado por dos rosas, un dibujo sin plantilla que había resultado impresionante, y el tatuador, un artista. No pudo evitar sonreír mientras esperaba a que le hiciera las curas para que pudiese vestirse de nuevo-. Pero mira, te he entretenido.
Esperó pacientemente a que se vistiera y salió en silencio, pensando en la comida que Hinori prometía. Delicioso pollo a la parmesana, o una parrillada de carnes con verduras salteadas. Tal vez incluso un asado a fuego, que le encantaban... Tenía ganas de comer ese día, estaba hambriento. Más que hambriento, ávido por satisfacer su gula. Pero, lógicamente, en lugar de esperar sin más, se quitó la parte superior de la ropa.
-Ahora a mí- dijo, mientras se tendía en otra camilla, de espaldas-. Quiero que cubra toda la espalda, desde omóplatos hasta la cintura.
-Está bien.
El tatuador sonrió, y empezó a trabajar tras cambiar las agujas. Dexter desactivó su Haki para que el hombre pudiera trabajar, y casi se le cayó una lágrima de dolor... Cuando aún pasaba el algodón. Tenía miedo de las agujas, al fin y al cabo su piel era muy delicada y sensible, tanto que no sabía si era buena idea hacerlo, pero... Todos los días eran buenos para hacer una locura.
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