Alistar Reep
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El diario de aventuras del ratón lo había llevado hasta Baltigo. Sabía que Caddie era miembro del ejército revolucionario según este y pensó que tal vez en Baltigo pudiese encontrar algo sobre este. Incluso unirse él mismo a la revolución, depende de como se la planteasen. La capa roja ondeaba a su espalda mientras caminaba junto a Mondo, el perro del ratón. Este olfateaba el aire. ¿Estaría oliendo a su dueño?
- Sería genial que estuviera aquí, ¿eh? Sigue buscando.
Desde que despertó en aquel islote Alistar había estado siguiendo el rastro del ratón. Sin embargo aún no había llegado hasta Leonwood, la isla natal del animal según el diario. ¿Debería ir a aquel reino de ratones? Ni siquiera sabía como le recibirían. Obviamente él no era un ratón. Su sola presencia llamaría mucho la atención. El rubio canturreaba una canción mientras caminaba, buscando cualquier señal de vida en aquel rocoso lugar. Igual que Mondo, Alistar empezó a olfatear el aire, buscando cualquier señal extraña.
"Qué aburrido es esto..."
- Sería genial que estuviera aquí, ¿eh? Sigue buscando.
Desde que despertó en aquel islote Alistar había estado siguiendo el rastro del ratón. Sin embargo aún no había llegado hasta Leonwood, la isla natal del animal según el diario. ¿Debería ir a aquel reino de ratones? Ni siquiera sabía como le recibirían. Obviamente él no era un ratón. Su sola presencia llamaría mucho la atención. El rubio canturreaba una canción mientras caminaba, buscando cualquier señal de vida en aquel rocoso lugar. Igual que Mondo, Alistar empezó a olfatear el aire, buscando cualquier señal extraña.
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Parece que tenemos visita, Oficial. – Dijo de repente la voz de aquel soldado alertando al demonio de la niebla. Krauser estaba sentado en su despacho con algunas carpetas en la mano derecha. Se hallaba ojeándolas tranquilamente y éstas hablaban sobre algunos ataques a Saint Reia, debería dirigirse en el plazo de cuarentaiocho horas para evitar a los marines salirse con la suya. – Parece que los centinelas han detectado a una persona con un perro. No consta que sea de los nuestros. – Aquel chico era joven y parecía muy nervioso, el diablo de la niebla en cambio estaba relajado. Sus ojos continuaban mirando las líneas escritas en sus informes y parecía que lo iba a hacer unos segundos. Pasaron unos quince y por fin soltó un suspiro para después colocarse en pie. – Si no va camuflado no es un enemigo, nadie es tan idiota. – Una vez dijo aquello empezó a caminar a la salida a ritmo normal.
Llevaba su camiseta negra de manga corta y unos pantalones militares verdes. Portaba botas y unos guantes grisáceos. En su espalda estaba su enorme espadón legendario metido en una funda negra y en su cintura dos fundas con machetes en el interior. En la zona de la rodilla izquierda una cartuchera con su beretta 92. En el bolsillo llevaba el hilo de piano enrollado y en la cintura otra funda con su escopeta recortada. Parecía un jodido arsenal andante pero se daba ese lujo para ejercitar su cuerpo.
No tardó mucho en salir por una de las salidas camufladas y activó su haki de observación para determinar la posición del sujeto. Enseguida pudo saber que le eran algo conocidas pero en ese momento no caía en qué. Alzó la ceja derecha y comenzó a moverse de forma sigilosa entre los pedruscos hasta que se subió a uno y le miró. – No sabía que el ratón te hubiese dejado al cánido. – Dijo entonces viendo que era el mismo perro para después cruzarse de brazos observándole.
Llevaba su camiseta negra de manga corta y unos pantalones militares verdes. Portaba botas y unos guantes grisáceos. En su espalda estaba su enorme espadón legendario metido en una funda negra y en su cintura dos fundas con machetes en el interior. En la zona de la rodilla izquierda una cartuchera con su beretta 92. En el bolsillo llevaba el hilo de piano enrollado y en la cintura otra funda con su escopeta recortada. Parecía un jodido arsenal andante pero se daba ese lujo para ejercitar su cuerpo.
No tardó mucho en salir por una de las salidas camufladas y activó su haki de observación para determinar la posición del sujeto. Enseguida pudo saber que le eran algo conocidas pero en ese momento no caía en qué. Alzó la ceja derecha y comenzó a moverse de forma sigilosa entre los pedruscos hasta que se subió a uno y le miró. – No sabía que el ratón te hubiese dejado al cánido. – Dijo entonces viendo que era el mismo perro para después cruzarse de brazos observándole.
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Un nuevo olor entró por las fosas nasales de Alistar, casi de forma instantánea, como si hubiese aparecido de la nada. Escuchó aquella voz, hablándole de Mondo y... ¿el ratón? Se giró, haciendo que su capa ondeara ligeramente antes de ponerse de nuevo a su espalda. Observó al hombre. Un tipo alto y musculoso, con una camiseta negra con pantalones militares y botas. Con aquella enorme espada a sus espaldas y más cosas parecía un arsenal andante. Alistar se llevó la mano al bolsillo y sacó el diario de aventuras de Caddie.
- ¿Conoces a Cadogan? Lo estoy buscando, este perro es suyo y... Oh, disculpa mis modales.
Alistar sacó la espada de su espalda, con funda y todo, desabrochando las correas que la sujetaban. La colocó en el suelo frente a sí, tal vez esperando que el tipo lo tomara como que no es un enemigo. El perro, sin embargo, ladró y saltó hacia delante moviendo la cola. Aunque parecía no querer acercarse demasiado.
- Mi nombre es Alistar Reep. Desperté hace relativamente poco en una isla desierta sin ningún recuerdo de mi pasado... Lo único que había a mi alrededor era este perro y este diario, que relata las aventuras de Cadogan, un ratón. Un príncipe de una isla entera de ratones... Lo estoy buscando, tal vez él sepa sobre quién soy... Mas o menos en las últimas páginas de su diario habla de esta base y el ejército revolucionario. ¿Sabe usted algo?
- ¿Conoces a Cadogan? Lo estoy buscando, este perro es suyo y... Oh, disculpa mis modales.
Alistar sacó la espada de su espalda, con funda y todo, desabrochando las correas que la sujetaban. La colocó en el suelo frente a sí, tal vez esperando que el tipo lo tomara como que no es un enemigo. El perro, sin embargo, ladró y saltó hacia delante moviendo la cola. Aunque parecía no querer acercarse demasiado.
- Mi nombre es Alistar Reep. Desperté hace relativamente poco en una isla desierta sin ningún recuerdo de mi pasado... Lo único que había a mi alrededor era este perro y este diario, que relata las aventuras de Cadogan, un ratón. Un príncipe de una isla entera de ratones... Lo estoy buscando, tal vez él sepa sobre quién soy... Mas o menos en las últimas páginas de su diario habla de esta base y el ejército revolucionario. ¿Sabe usted algo?
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Krauser escuchó las palabras de aquel hombre mientras permanecía tranquilo sobre aquella enorme roca. Su mirada era la más calmada del mundo y no pensaba cambiarla si la situación no se ponía hostil. El castaño analizaba bien cada letra dicha por aquella persona y finalmente entendió que no era enemigo o al menos no lo parecía. Se presentó y además estaba buscando al ratón por lo que se veía. La verdad es que él también llevaba tiempo sin verle, de hecho la última vez había sido en la misión de asaltar el tren de los esclavos, a partir de ahí no sabía nada. De todas formas era un tipo que sabia defenderse.
Soltó un suspiro saltando de la roca y quedando frente a aquella persona. – El roedor es mi demonio verde, pertenece a mi división y es uno de mis mejores hombres. – Una vez dicho eso simplemente se cruzó de brazos mirándole con toda la calma del mundo. Se dio cuenta de que el perro le miraba y ladraba. No sabía cómo interpretar aquello pues se llevaba mal con los chuchos por culpa de Drake. Simplemente le sonrió tranquilamente para después mirar de nuevo al rubio.
Empezó a hablarle con un tono calmado. – Bueno estás en mis tierras en estos momentos, la persona a la que buscas no está aquí. Ahora dime que es lo que vas a hacer, necesito saber que pretendes en la isla. – Su mirada continuaba clavada en la del joven rubio, atento a cualquier movimiento y sobre todo al perro. No le importaba que estuviese de paso pero podía ser un espía del gobierno con el perro del demonio verde y aquello podía ser desastroso.
Soltó un suspiro saltando de la roca y quedando frente a aquella persona. – El roedor es mi demonio verde, pertenece a mi división y es uno de mis mejores hombres. – Una vez dicho eso simplemente se cruzó de brazos mirándole con toda la calma del mundo. Se dio cuenta de que el perro le miraba y ladraba. No sabía cómo interpretar aquello pues se llevaba mal con los chuchos por culpa de Drake. Simplemente le sonrió tranquilamente para después mirar de nuevo al rubio.
Empezó a hablarle con un tono calmado. – Bueno estás en mis tierras en estos momentos, la persona a la que buscas no está aquí. Ahora dime que es lo que vas a hacer, necesito saber que pretendes en la isla. – Su mirada continuaba clavada en la del joven rubio, atento a cualquier movimiento y sobre todo al perro. No le importaba que estuviese de paso pero podía ser un espía del gobierno con el perro del demonio verde y aquello podía ser desastroso.
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"Lo conoce... Pero no está aquí. ¿Dónde puede estar ese roedor?"
El rubio escuchó con atención y respeto ante lo que el hombre le decía. Asintió cuando afirmó que eran sus tierras. Aún no se atrevió a coger la espada del suelo y que el hombre se lo tomara a mal. Debía esperar a estar completamente fuera de sospecha y que el hombre le diese el visto bueno para marcharse... o no. Lo cierto es que durante su búsqueda, el rubio había aprendido demasiado sobre la revolución y sus metas, siguiendo la pista del ratón. Era una opción que le llamaba mucho y quería colaborar en ella. Si este hombre pertenecía al ejército revolucionario...
Hizo una seña a Mondo y este se posicionó a su lado. Entonces el chico recordó algo. Se llevó la mano a la cintura donde tenía la espada verde. La desenvainó, mostrando al revolucionario la hoja rota que aún soltaba destellos verdosos con el sol. La posó en el suelo frente a él.
- Esta espada también estaba junto a mí cuando desperté. No sabía porque estaba rota, pero... cuando miré en el diario vi que era... de Cadogan. ¿Me equivoco? La espada está rota, lo que me hace dudar de que el ratón esté en un estado óptimo... -ya la había cagado... ahora sospechará que había sido él... Miró al perro, esperando que la presencia y fidelidad de este hacía Alistar lo convenciese de que él no le hizo nada a Alistar- Podría... Podría unirme a vosotros. Unir mi búsqueda personal a la causa de la revolución. Sé que no tienes motivos para confiar en mí, pero... -se dio la vuelta y cogió a Asta Brillante del suelo. Miró hacia el revolucionario e hincó una rodilla en el suelo. Desenvainó la espada y, apoyándola en el suelo por la punta y agarrándola por la empuñadura y agachó la cabeza - ... Estoy dispuesto a prestar juramento si es necesario.
El rubio escuchó con atención y respeto ante lo que el hombre le decía. Asintió cuando afirmó que eran sus tierras. Aún no se atrevió a coger la espada del suelo y que el hombre se lo tomara a mal. Debía esperar a estar completamente fuera de sospecha y que el hombre le diese el visto bueno para marcharse... o no. Lo cierto es que durante su búsqueda, el rubio había aprendido demasiado sobre la revolución y sus metas, siguiendo la pista del ratón. Era una opción que le llamaba mucho y quería colaborar en ella. Si este hombre pertenecía al ejército revolucionario...
Hizo una seña a Mondo y este se posicionó a su lado. Entonces el chico recordó algo. Se llevó la mano a la cintura donde tenía la espada verde. La desenvainó, mostrando al revolucionario la hoja rota que aún soltaba destellos verdosos con el sol. La posó en el suelo frente a él.
- Esta espada también estaba junto a mí cuando desperté. No sabía porque estaba rota, pero... cuando miré en el diario vi que era... de Cadogan. ¿Me equivoco? La espada está rota, lo que me hace dudar de que el ratón esté en un estado óptimo... -ya la había cagado... ahora sospechará que había sido él... Miró al perro, esperando que la presencia y fidelidad de este hacía Alistar lo convenciese de que él no le hizo nada a Alistar- Podría... Podría unirme a vosotros. Unir mi búsqueda personal a la causa de la revolución. Sé que no tienes motivos para confiar en mí, pero... -se dio la vuelta y cogió a Asta Brillante del suelo. Miró hacia el revolucionario e hincó una rodilla en el suelo. Desenvainó la espada y, apoyándola en el suelo por la punta y agarrándola por la empuñadura y agachó la cabeza - ... Estoy dispuesto a prestar juramento si es necesario.
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Krauser frunció el ceño, estampando su puño derecho en una roca cercana. El resultado fue una impresionante humareda y un estado lamentable para el enorme pedrusco. Los pardos ojos del demonio de la niebla estaban entrecerrados. Las venas de su frente se marcaron un poco, como si estuviese bastante mosqueado. De hecho tenía un humor de perros en ese momento. Ni siquiera había usado el haki en su golpe, lo que provocó que unos leves chorros rojizos bajaran de su mano al suelo. La escena podía dar miedo, pero el diablo tenía un control impresionante y no atacaba a nadie que no lo mereciera. No era un cabrón que lo pagase con el primero que pillara, más bien todo lo culpable, prefería culparse así mismo. Desde hacía ya mucho tiempo, se dedicaba a entrenar a rebeldes o a salir en grupo a misiones rápidas. Empezaba a perder su encanto de asesino.
El odio empezó a invadirle poco a poco. El motivo había sido la espada rota y la posibilidad de que su soldado estuviese en un estado malo. Sabía que el rubio no era el causante, el perro le habría atacado o algo por el estilo. Aquel cánido solía tener una fidelidad de oro hacia su amigo. El demonio comenzó a caminar entonces hacia aquella persona. Tenía un par de preguntas que hacerle. Entonces escuchó sus palabras y después vio lo que hizo. No pudo evitar soltar un enorme suspiro y clavar también la rodilla en el suelo. De aquella forma quedarían cara a cara. El diablo de la niebla solía hablar siempre de cerca con los aliados y desde las sombras con sus presas. Aquel chico no era una presa, por lo que podía ser perfectamente un aliado. Si deseaba unirse a la rebelión, no necesitaba juramento, el perro era prueba suficiente para él.
A continuación le habló en un tono bastante calmado. – No necesito juramentos. Si quieres ayudar, eres más que bienvenido. Dime dónde despertaste, isla y ubicación de ésta. – Una vez dijo aquello, se puso en pie tras colocar su mano en el hombro de aquella persona. Lo siguiente que hizo fue tomar su comunicador y empezar a llamar a alguien. Cuando lo cogieron, empezó a hablar, con un tono serio y frío. – Richard, el demonio sale de caza. Cuida de todo. Hay un recluta nuevo, rubio, perro de mascota y sentido del honor. Ayudadle en lo que necesite. – Cuando escuchó confirmación, colgó y se acercó a aquel tipo. Su mirada había pasado a una inexpresiva. – ¿Me acompañarías al barco al menos? Quiero dejarte listo para cuando yo no esté. – Tendió su mano hacia el chico, si la tomaba lo levantaría y comenzaría a caminar hacia el mar.
El odio empezó a invadirle poco a poco. El motivo había sido la espada rota y la posibilidad de que su soldado estuviese en un estado malo. Sabía que el rubio no era el causante, el perro le habría atacado o algo por el estilo. Aquel cánido solía tener una fidelidad de oro hacia su amigo. El demonio comenzó a caminar entonces hacia aquella persona. Tenía un par de preguntas que hacerle. Entonces escuchó sus palabras y después vio lo que hizo. No pudo evitar soltar un enorme suspiro y clavar también la rodilla en el suelo. De aquella forma quedarían cara a cara. El diablo de la niebla solía hablar siempre de cerca con los aliados y desde las sombras con sus presas. Aquel chico no era una presa, por lo que podía ser perfectamente un aliado. Si deseaba unirse a la rebelión, no necesitaba juramento, el perro era prueba suficiente para él.
A continuación le habló en un tono bastante calmado. – No necesito juramentos. Si quieres ayudar, eres más que bienvenido. Dime dónde despertaste, isla y ubicación de ésta. – Una vez dijo aquello, se puso en pie tras colocar su mano en el hombro de aquella persona. Lo siguiente que hizo fue tomar su comunicador y empezar a llamar a alguien. Cuando lo cogieron, empezó a hablar, con un tono serio y frío. – Richard, el demonio sale de caza. Cuida de todo. Hay un recluta nuevo, rubio, perro de mascota y sentido del honor. Ayudadle en lo que necesite. – Cuando escuchó confirmación, colgó y se acercó a aquel tipo. Su mirada había pasado a una inexpresiva. – ¿Me acompañarías al barco al menos? Quiero dejarte listo para cuando yo no esté. – Tendió su mano hacia el chico, si la tomaba lo levantaría y comenzaría a caminar hacia el mar.
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El rubio miró a los ojos al revolucionario cuando éste se agachó frente a él. Escuchó sus palabras y, cuando éste se levantó y habló por el comunicador, vio como le tendió la mano. Alistar la miró unos segundos y, acto seguido, la cogió y se levantó. El lobo asintió ante su petición y guardó sus armas en sus respectivas fundas, una en su espalda y la otra en su cintura. El revolucionario empezó a caminar hacia el mar, por lo que el rubio lo siguió, seguido por Mondo. Por el camino, le respondería a lo que había preguntado.
- Lo cierto es que de isla tenía muy poco. Era un simple peñasco con una única torre en el centro. Ahí dentro desperté. Estaba todo lleno de... camillas y aparatos médicos, pero no había una sola alma. Cuando salí, había un bote preparado con provisiones. Lo cogí y zarpé. Sé que alguien me abandonó allí, dejándome una forma de escape sencilla... no estoy seguro, pero quien lo hizo tenía a Mondo y la espada de Cadogan. Y me los dio a mí. Sé que estaba en el Paraíso, pues salí al amanecer y llegué a Arabasta poco antes del mediodia, pero... lo siento, no sabría decirte la ubicación exacta.
El lobo esperaba que su respuesta no decepcionara al revolucionario. Era un hombre imponente y de poderoso aspecto, pues su única presencia intimidaba al licántropo. Sin embargo, le alegraba el estar haciendo avances en el misterio de su origen. Ni siquiera sabía su nombre, pues lo había adoptado del nombre grabado en la espada de Cadogan. En el propio diario aparecía Alistar Reep como el antepasado del ratón y fundador de su clan. En cierto modo, se sentía sucio por usar un nombre tan importante como propio. Sin embargo... ¿Qué otra cosa podía hacer?
- Lo cierto es que de isla tenía muy poco. Era un simple peñasco con una única torre en el centro. Ahí dentro desperté. Estaba todo lleno de... camillas y aparatos médicos, pero no había una sola alma. Cuando salí, había un bote preparado con provisiones. Lo cogí y zarpé. Sé que alguien me abandonó allí, dejándome una forma de escape sencilla... no estoy seguro, pero quien lo hizo tenía a Mondo y la espada de Cadogan. Y me los dio a mí. Sé que estaba en el Paraíso, pues salí al amanecer y llegué a Arabasta poco antes del mediodia, pero... lo siento, no sabría decirte la ubicación exacta.
El lobo esperaba que su respuesta no decepcionara al revolucionario. Era un hombre imponente y de poderoso aspecto, pues su única presencia intimidaba al licántropo. Sin embargo, le alegraba el estar haciendo avances en el misterio de su origen. Ni siquiera sabía su nombre, pues lo había adoptado del nombre grabado en la espada de Cadogan. En el propio diario aparecía Alistar Reep como el antepasado del ratón y fundador de su clan. En cierto modo, se sentía sucio por usar un nombre tan importante como propio. Sin embargo... ¿Qué otra cosa podía hacer?
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El demonio escuchó los datos que el rubio le había dado, y no pudo evitar asentir con la cabeza mientras caminaba. Si había llegado al reino de la arena al medio día, no debía de estar muy lejos del reino de Sakura. Su mente ya estaba pensando en lo que hacer. Iba a tener que peinar toda la zona y echarle un vistazo a aquella torre. Si lo lograba, tal vez descubría pistas sobre la identidad del roedor. Parecía estar un poco mosqueado todavía. De hecho estaba deseando salir de una buena vez. En ese momento soltó un enorme suspiro. Iba a ser un viaje largo e iba a tener que dejar la revolución en manos de los demás oficiales. No confiaba mucho en ellos, eran débiles todavía y los únicos dos buenos, en islas distintas.
En ese momento activó su haki de observación para de esa forma ir atento a las presencias. Se frenó en seco al notar la presencia del roedor a su lado. Entonces miró al rubio, alzó una ceja y se quedó callado. No entendía lo que estaba pasando pero, eso una torre con cables no sonaba bien. Entonces fue cuando el demonio lo entendió todo. Soltó un enorme suspiro y se quedó mirando al chico de forma tranquila. Sacó su comunicador y volvió a llamar. – Richard, soy yo de nuevo. Quiero que envíes por las proximidades de Arabasta a un equipo. Que Hyuga vaya con ellos y los lidere. Buscad una isla pequeña con una torre. Avisadme en cuanto la halléis. – Una vez dijo aquello, ocultó el comunicador y miró al chico.
No iba a decirle nada, era mejor que lo descubriese por sí mismo. No parecía tener memoria y eso era algo que iba a costarle recuperar. Entonces soltó un leve suspiro y comenzó a caminar de nuevo a la base. – Bueno, mejor que vayan ellos. Por lo pronto te mostraré tu habitación y demás. Si quieres algo no dudes en pedírmelo. De hecho, ten mucho cuidado con Esmejit, dicen que se come a los nuevos. – Iba hablando mientras caminaba hacia una puerta secreta en una de las rocas.
En ese momento activó su haki de observación para de esa forma ir atento a las presencias. Se frenó en seco al notar la presencia del roedor a su lado. Entonces miró al rubio, alzó una ceja y se quedó callado. No entendía lo que estaba pasando pero, eso una torre con cables no sonaba bien. Entonces fue cuando el demonio lo entendió todo. Soltó un enorme suspiro y se quedó mirando al chico de forma tranquila. Sacó su comunicador y volvió a llamar. – Richard, soy yo de nuevo. Quiero que envíes por las proximidades de Arabasta a un equipo. Que Hyuga vaya con ellos y los lidere. Buscad una isla pequeña con una torre. Avisadme en cuanto la halléis. – Una vez dijo aquello, ocultó el comunicador y miró al chico.
No iba a decirle nada, era mejor que lo descubriese por sí mismo. No parecía tener memoria y eso era algo que iba a costarle recuperar. Entonces soltó un leve suspiro y comenzó a caminar de nuevo a la base. – Bueno, mejor que vayan ellos. Por lo pronto te mostraré tu habitación y demás. Si quieres algo no dudes en pedírmelo. De hecho, ten mucho cuidado con Esmejit, dicen que se come a los nuevos. – Iba hablando mientras caminaba hacia una puerta secreta en una de las rocas.
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