[PRIVADO] Nuestro primer nombre es "Problemas"

Hacía meses que no veía a nadie de la banda, me habían llegado rumores de que algunos estaban en la cárcel, otros muertos y de dos o tres no sabía nada. Tenía un gran pesar alojado en mi corazón, más que nada por los muertos... no volvería a verles. Suspiré, ese no era momento de pensar en ello, estaba de vacaciones, unas vacaciones bien merecidas después de todo... había estado como dos meses huyendo del gobierno hasta que al fin les había despistado, también era verdad que había sido mi culpa que me persiguieran durante tanto tiempo, más que nada porque no había dejado de robar durante ese tiempo, y claro... algunos robos eran violentos porque no me quedaba otra. Además estaba el problema de que Kenai había crecido y ya no pasaba desapercibido, todavía era joven pero su tamaño ya era considerable. Pero en fin... era hora de tomarnos un período de relax, sin meternos en problemas, sin robar, sin matar a nadie, simplemente disfrutando de la ciudad de Orange y de sus alrededores. Tal era mi idea que mis guantes se encontraban guardados siendo que siempre los llevaba puestos, pero el llevarlos puestos suponía dar una imagen agresiva y que enseguida todo el mundo estuviera alerta, así que era mejor prevenir que curar.

Acabábamos de llegar hacía un momento a la ciudad y debía admitir que era bastante bonita, algo en lo que no solía fijarme de normal así que realmente debía serlo. Mi estómago llevaba ya un rato pidiéndome que comiera algo y mis provisiones se habían acabado la noche anterior por culpa de Kenai, que cada día comía más, así que en cuanto crucé la vuelta de la esquina y vi aparecer una coqueta panadería me decidí a entrar instantáneamente. Los colores claros de las paredes y los muebles de madera pintada de blanco y crema inspiraban tranquilidad, era un sitio claramente acogedor, lleno de flores por todas partes, con el típico olor a bollería inundando el ambiente y, una de las cosas más importantes, con una anciana dependienta que sonreía a todo aquel que se acercara al mostrador. Me agaché y miré todo lo que había a la venta, croissants, magdalenas de chocolate, hojaldres con mermelada de frambuesas, también repostería salada y un sinfín de productos más que hacían que me fuera algo difícil decidir, aunque al final, tras relamerme los labios pensando en lo mucho que iba a disfrutar, me decidí por un croissant de mantequilla con un café y una napolitana de jamón y queso que me sirvió enseguida.

-Muchas gracias.

Sonreí a la mujer durante unos instantes y salí de la tienda. Kenai me miraba esperanzado, no sabía si le gustaría la napolitana pero este animal se lo comía todo así que no creía que le hiciera ascos. De todas maneras ya se había hinchado poco antes con pescado crudo así que no podía quejarse ni de que no le gustaba lo que le había llevado ni de que era pequeño, porque al menos él no tenía hambre. Comenzamos a caminar en busca de algún lugar donde poder sentarnos a comer los manjares que tenía entre mis manos. Necesitábamos disfrutar de la suave brisa fresca que recorría la ciudad, los días anteriores habíamos sufrido con el horrendo calor que hacía en las islas por las que habíamos pasado.

-La gente te mira -Kenai se irguió algo más ante mis palabras y alzó la cabeza- que presumido... al final te van a conocer más a ti que a mi.

Le guiñé el ojo e iba a añadir que aun así no podía comparar su belleza con la mía porque yo le ganaba de pleno cuando vi una pequeña zona de césped entre dos casas, justo en el centro había un árbol bastante grande que daba algo de sombra, la suficiente como para taparnos ambos. Salí corriendo hasta allí y me senté con ansias, casi devorando mi comida y bebida, aunque no sin antes darle su napolitana al oso, que en apenas veinte segundos se la había metido entre pecho y espalda. Me reí, para empezar no sabía si podía estar allí sentada o no, lo cual me daba bastante igual pese a que no quisiera tener problemas esos días, pero además en esa ciudad éramos una especie de circo andante porque había bastante gente parada mirándonos, cuchicheando sobre que nunca habían visto a una chica tan rara y que encima trajera a un oso, sobre si sería peligrosa o no y sobre los pocos modales que tenía. Me reí antes de girarme hacia la mujer que había dicho eso, se iban a quedar flipando, se preguntarían como les había escuchado y empezarían a pensar en cosas extrañas cuando la explicación era mucho más sencilla, mi implante.

-Señora, métase en sus asuntos, me gustaría verlas en mis condiciones y pasando hambre, seguro que se le pondría delante un cerdo y se lo zamparía sin cocinar ni nada, al fin y al cabo las más repipis como usted acaban siendo las más repelentes y las más hipócritas.

Efectivamente, todo el mundo se quedo en silencio y comenzaron a dispersarse poco a poco, menuda mierda... me había guardado los guantes y aun así creían que era peligrosa... seguro que si en vez de ir de negro fuera de cualquier otro color más vivo no pensarían eso a la primera... o tal vez las cuchillas de las botas también influyeran para que tuvieran esa imagen sobre mi.

Me estaba quedando medio dormida cuando Kenai, por quinta vez, volvió a despertarme con uno de sus ronquidos. Emití un gruñido de frustración y suspiré. Era yo la que tenía sueño y quería descansar, él estaba perfectamente... pero era un vago. Debería haberle ordenado que se quedara vigilando que no viniera nadie a molestar o a robar en vez de pedirle que se tumbara conmigo para utilizarle como almohada. Me levanté y le llame dándole pequeños golpecitos en el lomo. Nada. Seguí intentándolo de buenas maneras, pero el oso no hacía ni caso. Pasados diez minutos me había cansado ya y comencé a gritarle y a darle golpes en el lomo algo más fuertes, cualquiera que pasara por allí pensaría que le estaba maltratando pero la verdad era que esos golpes para Kenai eran como caricias. Al fin se despertó y al ver mi cara de enfado se levantó con rapidez.

-No me has dejado dormir... -Kenai emitió un ruido bastante similar a una risa, mi respuesta fue mirarle mal- no te rías.

Al menos su crecimiento psicológico no había sido muy duro, por eso no quería tener hijos nunca, porque los humanos siempre pasábamos la edad del pavo y desde luego yo no tenía paciencia para aguantar a alguien que estuviera pasando por dicha época. Me negaba rotundamente. Lo que había sido duro era tener que aguantar que cuando creció más siguiera tumbándose encima de mi a dormir, cuando era un cachorro vale pero los kilos se le iban acumulando conforme crecía y yo no tenía la fuerza suficiente como para aguantarle.

-En fin... dejemos el tema... ¿dónde podemos ir ahora?

Me quedé quieta durante un instante, cruzada de brazos, mirando al cielo mientras pensaba, y entonces me acordé de que un par de días antes había escuchado que en Orange iban a comenzar unas fiestas en un día. De hecho me había resultado raro ver las calles tan adornadas porque no me acordaba de la conversación, pero si había fiestas significaba que durante el día iría llegando mucha gente. Gente con dinero. Gente a la que podría robar entre las multitudes sin que se enteraran y, por lo tanto, sin meterme en líos. Sonreí. Además habría espectáculos, tal vez incluso esa misma noche hubiera algo como adelanto de las fiestas, al menos eso solía ocurrir en la mayoría de sitios, así que debía encontrar un cartel de las fiestas. Seguro que en el ayuntamiento o algún edificio similar podrían darme algo.

Y eso hice, caminé hasta un emblemático y gran edificio en el centro de la ciudad, un edificio bastante vigilado, probablemente por esa zona la vigilancia sería todavía mayor durante los próximos días así que sería mejor no acercarme por allí. Ni siquiera me hizo falta entrar, o intentar entrar, porque dudo mucho que me dejaran pasar con las pintas que llevaba. Me acerqué a un chaval que había en la puerta repartiendo unos folletos a gritos, anunciando que era el plan de fiestas, pero al pobre no se le acercaba nadie, toda o casi toda la gente del pueblo debía tenerlo ya. Cuando llegué hasta él le sonreí dulcemente, más que nada por la mirada que me echaban los agentes que había por allí, le pedí con educación uno de los folletos, le di las gracias y me fui sin dejar de sonreír. Tal vez eso fue lo que hizo que la pose tensa que habían adoptado los guardias se relajara levemente, pero tampoco bajaron la guardia, alguien con mis pintas, con una espada a la espalda y con un oso como acompañante seguro que traía problemas, o yo al menos estaría segura de ello.

Cuando llegué hasta Kenai, ya de espaldas a los agentes, volví a adoptar una pose seria. La sangre me hervía, si por mi fuera les hubiera matado en ese mismo instante. Respiré profundamente para calmarme y comencé a hojear el papel que tenía entre las manos sin dejar de caminar. Esa noche había un baile en no se que plaza de Orange y al día siguiente comenzaba todo. Lo que más me llamó la atención fue una exposición a la que ya se podía acceder a pesar de que la fiesta empezara al día siguiente. Comencé a caminar hacía allí, tenía que comprobar como era ese lugar porque tal vez fuera mi próximo objetivo, aunque esta vez sin descaro y sin matar a nadie a no ser que fuera totalmente necesario, no quería que el gobierno continuara persiguiéndome.

Al llegar allí y sin entrar siquiera pude comprobar que el sitio estaba muy bien vigilado, eso y el excesivo precio de la entrada mostraban el gran valor que debían tener las obras que había allí dentro. Sonreí, al día siguiente había un pregón e instantes después varios espectáculos en la calle, sin lugar a dudas esos serían los mejores momentos para entrar, saquear y huir. Realmente podría hacerlo por la noche, pero necesitaba planearlo bien todo y lo haría mientras me tomaba algo en el baile de por la noche, seguramente ahí podría echar mano a alguna que otra baratija de la gente de la ciudad o de quienes fueran llegando a ella.

La noche había llegado y con ella la fiesta, los bailes, fuegos artificiales de distintas formas y colores que anunciaban que todo había empezado, pero por desgracia se fue tan rápido como vino. O tal vez es que estaba tan distraída viendo a quien le podía robar una cosa u otra que ni siquiera me di cuenta de cuan rápido pasaban las horas hasta que me dio por mirar en uno de los relojes que había obtenido y vi que eran las tres de la mañana. Realmente no había robado nada de gran valor, la mayoría de joyas y complementos que había encontrado dentro de los bolsos de mujer eran baratijas y lo mismo me había pasado con los hombres. Lo único bueno era el dinero que me permitiría hincharme los días que estuviera allí a lo que me apeteciera, y siendo las fiestas seguro que había muchos puestos de comida en los que podría invertir mi reciente y nuevo dinero.

Dormí a la intemperie aunque a buen recaudo, si alguien me encontraba dudo que fuera tan estúpido o estúpida como para venir a tocarnos los huevos a mi y a mi oso, aunque nunca se sabía, pero por suerte esa noche pude descansar a pierna suelta. ¿El problema? Que no fue mucho rato, a las ocho de la mañana ya estaba en pie, el bullicio de las calles que había cerca de mi posición me había despertado. Volví a pasar por la panadería del día anterior, aunque no sin antes ir a la carnicería y la pescadería para que Kenai comiera algo, y una vez ambos estuvimos satisfechos comencé a caminar por las calles de la isla en busca de algo interesante. No tardé mucho en empezar a cotillear las conversaciones de los demás, era mi mayor pasatiempo cuando no tenía otra cosa mejor que hacer, siempre encontraba algo divertido. En este caso fue todavía mejor. Una noticia bastante interesante corría como la pólvora, aunque al parecer tenía dos versiones, una de ellas hablaba de una manada de lobos peleando, lo cual me sonó bastante estúpido porque no se iba a pelear una manada entera... por algo se les llamaba manada, y de todas formas dudaba que fuera a bajar una manada de lobos a una ciudad en fiestas, solo con el sonido de los fuegos artificiales se hubieran ido corriendo. La otra versión, que para mi tenía más sentido, era la pelea de dos monstruos inmensos, no solo porque hubiera mucha gente como yo, gente con "poderes" por decirlo de alguna manera, sino porque si unías ambas versiones, que era lo que se solía tener que hacer, salía una muy interesante. Pelea entre dos lobos inmensos, y eso me hacía dudar sobre algo.

-Oye... Kenai... ¿tú crees que Kiler puede estar por aquí?

Obviamente mi compañero de aventuras no lo iba a saber, era una pregunta estúpida, pero hasta seres tan increíbles e inteligentes como yo llegaban a fallar de vez en cuando. En fin... hacía mucho que no veía a ese hombre, era probable que el destino hubiera cruzado nuevamente nuestros caminos, aunque por otro lado... era difícil no ver a ese tipo de gente, igual que era difícil no verme a mi, tendría que haber habido más noticias sobre alguien que tenía a un lobo como acompañante, igual que había oido a varias personas comentar la extrañeza de que a mi me acompañara mi oso.

-Da igual, lo que tenga que ser será, ¿qué te parece si vamos al museo a ojear un poco como es y la vigilancia que tiene?

Y ante el asentimiento de mi fiel compañero hacia allí nos dirigimos con buen paso, a ver si alguien se iba a adelantar a nosotros y nos iba a pillar ventaja... una vez allí nos pusimos en la fila para comprar la entrada. Era cara pero los beneficios que obtendría cuando saliera de allí con esas obras lo valía.

Cuando llego hay bastante fila para entrar, lo cual me estresa. Soy impaciente, muy impaciente, pero si se trata de un beneficio que poder echarme al bolsillo tendré que esperar sin quejarme ni armar numeritos. Espero que lo que haya dentro valga la pena porque sino probablemente me enfade... y mucho... no solo por esperar sino por haber tenido que pagar para entrar, y eso supondría, probablemente, alguna que otra muerte de los pobres desgraciados que estuvieran dentro de mi. Kenai se ha ido a dar vueltas por el perímetro ya que, obviamente, no le van a dejar entrar al museo. Es el encargado de controlar cuanta vigilancia hay fuera, cada cuanto pasan los guardias por X sitio, etc. Confío en él, ya no es un cachorrillo sin idea de nada, espero que la instrucción y educación que le he dado durante este tiempo hayan servido para algo, sino me sentiré defraudada conmigo misma por no haberle enseñado todo lo bien que podía.

Suspiró preguntándome cuanto más tendré que esperar cuando alguien me tiende la mano, confundida en un primer momento le tiendo también la mía, pero al ver que es la chica que recoge las entradas le pido perdón en voz baja y le doy la mía. Tonta, hoy estoy tonta, será el calor, que me funde las neuronas, o tal vez solo sea que realmente necesito unas vacaciones sin problemas de por medio... pero es que te ponen estas cosas delante, en tus morros, y no se puede evitar ir a por ellas...

Sonrío mientras paso dentro. La gente me mira un tanto mal, incluida la chica de la entrada a la que le he dado la mano. De hecho no me extraña porque ya en la fila he oído que un guardia le decía a otro que me mantuviera vigilada. El de la entrada me daba más respeto, un tío cuadrado de casi 1,90 de alto, aunque tampoco mucho, yo tengo un oso. Y super oído, y botas con pinchos, y dagas escondidas, aunque echo de menos mi espada y mis guantes, que se han tenido que quedar con Kenai para que me dejaran pasar. No sé ni como me han dejado entrar con las botas, tal vez se piensen que es un adorno, que no llevo realmente cuchillas. Ni idea, pero son idiotas, han mandado a que me vigile el tío más delgaducho y poca cosa que tenían por ahí. ¿Realmente se creen que ese podría conmigo? Que poco me conocen, me menosprecian, tal vez por ser mujer, y eso me jode. Pero no pasa nada, la venganza se sirve en plato frío, de momento me limito a sonreír al pobre al que han mandado a seguirme, que parece ser el único que me respeta porque es el único que parece cagarse un poco cuando le miro de reojo.

De todas formas hay que dejarse de tonterías y centrarse en el trabajo así que me pongo seria y comienzo a analizar los cuadros que tengo delante... aunque realmente no tengo ni idea de si son buenos o no, pero parece ser que si, y allí parece haber bastantes expertos, gente con pasta que entiende de verdad de todo aquello. Realmente la única que va destacando soy yo, y no para bien sino por mis pintas, pero a quien no le guste que no mire.

Sigo caminando por allí durante un rato más, contando cuantos guardias de seguridad hay en la sala, cuantas cámaras, al menos las que se ven, lugares principales por los que entrar y salir, las salidas de emergencia, ventanas y un sinfín de detalles más. El edificio es enorme, cinco plantas, cinco plantas con las que poder forrarme si robo todo eso... aunque no podría llevármelo todo, es imposible...

Me decido a bajar a la primera planta para dar una última vuelta y largarme de allí de una buena vez, pero cuando voy por la segunda me percato de que hay alguien que atrapa todavía más miradas que yo, y no precisamente buenas. Me asomo por un lateral y cual es mi sorpresa al ver que mi buen compañero Kiler está allí... seguro que está aquí por lo mismo que yo... por un momento pienso el irme de allí e intentar llegar antes que él, pero no tiene sentido, sus pajarracos estarán por la zona seguro y me verán, además si robamos juntos más podremos llevarnos. Me acerco a él por la espalda con sigilo y, al llegar a su posición, le doy un puñetazo en el hombro, lo suficientemente fuerte como para que lo note y me haga caso. Si, muy buenos modales para estar en un sitio de tan alto nivel, de hecho la mayor parte de la gente se escandaliza, no sé muy bien si porque creen que me va a escachar la cabeza o porque creen que soy una maleducada.

-Parece ser que siempre pensamos en lo mismo -me río, a ninguno de los dos es que nos interese demasiado el arte por simple placer, a mi me gusta, pero solo si no puedo robarlo, porque si puedo hacerlo lo único que voy a valorar es el precio que puedo obtener por el objeto que tenga delante- me alegro de verte después de tanto tiempo, al parecer las conclusiones que saqué antes eran ciertas.

Me río al escuchar las palabras de mi compañero, si... nunca nos encontramos en situaciones normales, solo nos vemos cuando hay algo valioso de por medio. Es curioso, pero así es la vida. Asiento con la cabeza ante su proposición y le hago una seña para que me siga afuera. Los guardias se nos quedan mirando y después se miran entre ellos, está claro que se han fijado en nosotros, lo cual puede complicar todo un poco a la hora de robar porque probablemente estén alerta. Una vez fuera, alejados de los oídos curiosos mientras vamos en busca de Kenai que está a la vuelta de la esquina, le cuento lo que se va contando por la zona.

-Pues me llegó la noticia de una manada de lobos peleando, o de dos bestias peleando o algo así, y pensé que si juntaba ambos cotilleos me saldría el real así que pensé... dos lobos gigantes... ¿no será Kiler que ha venido también a por las maravillas que contiene el museo? y aquí te tengo... la verdad es que me vienes bastante bien porque yo sola no iba a poder con todo.

Cuando llegamos hasta mi oso me río al escuchar el gruñido que emite. Desde luego no se alegra de ver a Kiler, y se alegrará mucho menos todavía cuando vea a Sköll... que hablando de eso ¿y el lobo? Porque estos dos son inseparables y me cuesta pensar que no estén juntos en estos momentos... se me hace raro... no se despegaban... pero en fin, no me voy a meter en nada de eso, no son mis asuntos, si quiere ya me explicará que pasa, aunque tal vez solo sea que Sköll ha hecho lo mismo que Kenai y se ha quedado fuera para evitar lios, y más después de lo que debió pasar anoche.

-¿Qué os parece si nos vamos a la taberna más cercana? Empiezo a tener hambre.

Y dicho eso comencé a caminar sin que me respondieran, al fin y al cabo a Kil mientras hubiera comida y cerveza le iba a dar igual, y a Kenai… mientras hubiera carne también, y si no querían dejarle entrar pues… bueno, podía ahorrarme lo que costara su carne dejando que se comiera a quien le prohibiera el paso.

-¿Y qué has hecho durante este tiempo? Cuéntame, a ver si al menos has tenido un año mejor que el mío porque yo con eso de tener que ir evitando al gobierno casi no podía hacer nada. Aunque creo que al fin les he despistado, seguro que no se esperaban que viniera aquí. De hecho llegué por casualidad… ni sabía que eran fiestas ni que había el rollo ese del museo.

Y pensar que yo quería unas vacaciones… que ilusa. Robar formaba parte de mí y cada día tenía más claro que lo iba a seguir haciendo fuera donde fuera… aunque mis intenciones principales fueran estar tranquila y descansar. La envidia me corroía por dentro cada vez que veía que alguien tenía algo que no tenía yo, y más si era algo valioso… no podía dejarlo escapar. De hecho si tenía que matar a alguien para conseguirlo no iba a dudar en hacerlo, por eso me había perseguido tanto el gobierno, porque había matado a un número considerable de civiles que habían gritado mientras robaba o que habían intentado rebelarse contra mi… y eso no lo podía permitir porque los robos debían ser rápidos y sigilosos. Por no hablar de que por culpa de esos gritos muchas veces me había visto alguien. Si se hubieran callado muchos de ellos hubieran sobrevivido… era su culpa haber muerto… de verdad que no entendía como los agentes del gobierno no se daban cuenta de ello.

Cuando llegamos a la taberna pedí un plato de huevos con patatas y un par de filetes para Kenai, que se quedó tumbado a mi lado. Todos nos miraban con miedo, especialmente al oso, de hecho estoy segura de que nada más entrar el tabernero nos iba a decir que no podían entrar animales… ¿pero quién iba a tener huevos a meterse con nosotros? Obviamente nadie, y menos todavía con un oso que de un bocado podía arrancarte un brazo, o la cabeza.

-Supongo que tus pajarracos te habrán dado información de los alrededores del lugar ¿verdad?

Tras pasar un buen rato comiendo y charlando de todo lo que nos había ocupado durante el tiempo que no nos habíamos visto salimos de la taberna con tranquilidad para dirigirnos al escondite de Kil. La verdad es que tengo curiosidad por saber donde se han alojado y la verdad es que me hace replantearme que tal vez sea demasiado descuidada durmiendo en cualquier sitio a la vista de todo el mundo. Cualquier día me mataban o me capturaban, pero es que si tenía que estar pagando cada vez que me alojara en una taberna u hostal me iba a arruinar y prefería guardar mi dinero para cosas más útiles.

-Siempre tan previsor... -comento cuando veo que una vez en el bosque nos vamos alejando del camino principal- aunque la verdad es que se me haría aburrido estar por aquí sola, no existe la tensión de tener que estar constantemente alerta por si llega el gobierno a tu hostal a capturarte, es divertido cuando pasa.

La verdad es que me lo pasaba bien, era descuidada y me quejaba mucho de ello pero realmente me gustaba provocar y parte de ello suponía campar a mis anchas por la ciudad, delante de los agentes o marines, con una sonrisa de oreja a oreja, viendo si me reconocían. Por suerte o por desgracia mi fama todavía no era tan grande como para que me reconocieran a simple vista, y de momento prefería seguir así. Antiguamente estábamos todos juntos, éramos una banda, y nos protegíamos los unos a los otros, ahora podía protegerme sola pero ya no tenía a alguien cubriéndome las espaldas todo el tiempo si por azar, o por poca precaución, me atrapaban o me metía en serios problemas.

Sigo pensando en mis cosas cuando Kil frena en seco. Me lo quedo mirando con aire interrogativo y hago exactamente lo mismo mientras miro a mi alrededor preparada para vete tu a saber que. Kenai empieza a gruñir hacia unos arbustos, está completamente a la defensiva, la verdad es que me extraña verle así siendo que la mayoría de veces es tranquilo, casi como un osito de peluche gordo. De repente una sombra blanca salta hacia Kenai, yo me mantengo a su lado, preparada para que lo que sea que le va a atacar se centre en mi, pero Kil es más rápido y desvía a la sombra que finalmente se descubre como Sköll. Durante un instante está a punto de entrarme la risa, parece que Kil está teniendo problemas para controlar al lobo, vaya, vaya... luego me centro en Kenai que sigue gruñendo al lobo.

-Eh, ya vale... me da igual como se porte él pero tú pórtate bien, ahora mismo no te está haciendo nada, además tienes que mostrar tu madurez que para algo eres mi compañero.

El oso mira hacia otro lado indignado, aunque noto su tensión cuando Sköll se acerca hasta mi a saludarme, me agacho y le acaricio la cabeza y el lomo, Kenai tiene que aprender que soy yo quien manda y me da igual si se enfada o no, tiene que obedecerme.

-Grandullón... ¿qué tal estás? Tranquilo... si yo tuviera que aguantar a Kil todos los días también me volvería loca.

Me río mientras miro a mi compañero que parece casi desesperado por el comportamiento de su lobo. Le entiendo perfectamente, si Kenai fuera así yo estaría todavía peor que él, probablemente me habría amargado y estaría todo el día de un humor de perros, las muertes se habrían incrementado en mi vida en un porcentaje bastante considerable.

-Me gusta este sitio aunque, como he dicho, para mi gusto está bastante apartado de todo lo bueno.

Dejo de acariciar al lobo y me acerco hacia la entrada de la cueva a cotillear, no parece que se haya portado muy bien hasta que hemos llegado, las cosas de Kil tiradas por el suelo lo demuestran. Estoy a punto de echarme a reír una vez más, pero consigo controlarme, no es plato de buen gusto que se rían de tus desgracias, aunque sean tan divertidas como esas.

-Bueno... ¿entonces qué hacemos? tenemos que organizarlo todo y tiene que ser un robo rápido y, a poder ser, sin pruebas que nos delaten. No quiero tener que huir durante un montón de tiempo de la marina y el gobierno ahora que les he despistado. De hecho sería bueno tener algo preparado en el puerto antes de robar... así será llegar, robar y largarnos.

Me quedo pensativa durante unos instantes, la noche anterior estuve pensando en todo esto durante gran parte de ella, era difícil ejercer un buen robo de estas características entre dos personas, pero no era imposible, solo hacia falta no hacer ruido, no encender ninguna luz, en definitiva... tener cuidado y no cagarla, algo que en ocasiones no era compatible con mi inoportuna torpeza.

-De hecho sería bueno que Sköll y Kenai vinieran con nosotros para que ellos carguen con parte del peso -aunque en ese momento recordé que el lobo parecía estar atontado, desatado o como se quisiera llamar- aunque... te portarás bien ¿no?

Miré de forma inquisitiva a Sköll y después a mi compañero, como diciéndole que controlara a su animal cuando llegáramos allí, porque una orden desobedecida podía joder todo nuestro plan. También eran divertidos los robos caóticos en los que tenías que matar a gente o huir, pero es que esta era una gran oportunidad que no se podía dejar pasar, un botín como el que nos íbamos a llevar no se encontraba todos los días.

-¿Qué dicen tus cuervos?

Observo a mi compañero mientras sus cuervos le dan el reconocimiento, suspiro, va a ser complicado entrar en ese maldito edificio, lo cual es lógico, si no hubiera estado bien vigilado no hubieran metido allí todas esas obras para exponerlas. Más todavía sabiendo que probablemente hubiera algún ladrón o pirata interesado en ellas, siempre los había... es más... ¿nos encontraríamos con alguien esa noche? Fruncí el ceño, todo lo que hubiera allí sería nuestro, no iba a dejar que nadie nos arrebatara parte del botín, si no nos podíamos llevar algo nosotros no se lo llevaría nadie.

Poco después Kil comenzó a explicarme el plan que se le había ocurrido. Era sencillo y me pareció bien, correcto. Lo único que no me hacía gracia era dejar a los dos animales solos en aquellos almacenes, pero tendrían que comportarse o lo joderían todo, pero eso se lo dejaría claro más tarde, cuando llegáramos allí y nos hubiéramos cargado a los guardias.

-Me parece bien... si hay alguna cámara nos la podemos cargar de un balazo, no creo que haya mucho problema ahí, lo peor de todo es que tendremos que ser sigilosos así que habrá que tener cuidado para que nadie de la alarma o nos quedaremos sin nada.

Sonreí poniéndome en pie, al fin algo divertido, al fin algo que me permitía salir de la rutina. Me crucé de brazos me acerqué a Kiler para mirarle mientras escribía algo en un papel. Parecía ser un listado con lo que sus cuervos habían dicho, tal vez para no olvidarse, probablemente consecuencia de la mala memoria que le había causado el alcohol.

-Venga, arriba, mueve el culo, tenemos que irnos y ponernos ya al lío que sino se hará tarde y me da que todo esto va a llevarnos un buen rato.

Ya estaba imaginándome rodeada de oro en mi barco personal mientras surcaba los mares. Aunque bueno... tampoco había que pasarse... no podríamos llevarnos todo y además lo que nos lleváramos habría que dividirlo entre Kil y yo. Que casualidades tenía la vida... no le veía en un año y ahora, cuando me iba a llevar un dineral, aparece... que suerte tenía. Aun así me alegraba de que nos hubiéramos reencontrado para poder llevarnos más obras que si fuéramos solos.

-Por cierto... ¿no crees que deberíamos hacer más rápido lo de organizar la carga y todo eso? Este sitio está alejado pero... nos pueden encontrar igual, seguro que hay mucha gente que lo conoce.

Seguí caminando hacia Kenai mientras esperaba a que Kil me respondiera. El oso me miró con mala cara, no le hacía ninguna gracia estar con esos dos, pero se iba a tener que aguantar.

-Tú tranquilo... cunado tengamos el dinero podrás comer todo el pescado y la carne que quieras -pareció mejorar su humor y se levantó, dispuesto a seguirme en dirección a la exposición- además si Sköll te ataca te dejo que le des un buen mordisco en el culo.

Eso último lo dije en alto para que Kiler me escuchara, me gustaba picarle y estaba claro que ninguno de ambos iba a dejar que nuestro animal le hiciera daño al otro, en parte porque acabaríamos metidos por medio y no era plan. Kenai por su parte terminó de alegrarse y comenzó a caminar alegremente por el camino, casi como si volviera a ser un cachorro ilusionado con un pez grande.

Caminamos mientras debatimos que es lo que debemos hacer, si partir cuanto antes o esperar unos días y la verdad es que Kiler en parte tiene razón... lo primero que haría un agente sería revisar las naves que hubiera en el puerto y además necesitábamos provisiones. Pero aun así seguía pensando que para alguien que viviera por la zona no debía ser muy difícil encontrar el lugar, especialmente para las fuerzas de la ley que se suponía que tenían que conocer los típicos escondites en los que podría estar un ladrón, asesino o, en general, cualquier fugitivo.

-Bueno... si viene alguien siempre podemos arrancarle la cabeza sin miramientos antes de que vuelva a la ciudad a abrir la boca.

Poco después nos tenemos que separar, no me gusta dejar a Kenai por ahí solo, pero sabrá apañárselas, además tengo hambre y mi estómago suena haciéndolo saber. Cada día como más, es una suerte tener buena genética y poder mantener el tipo sin problemas. Le acaricio un par de veces la cabeza a mi oso y le sonrío antes de hablar.

-Pórtate bien y vete a buscar algo de comida si quieres, sino siempre puedes descansar, lo que sea con tal de que Sköll y tú no peleéis. Además te necesito fuerte para esta noche.

Le guiño el ojo y sigo a Kiler en dirección a la ciudad. Se nota que son fiestas, hay un montón de gente, y ¿cómo no? destacamos de sobras entre los demás. Al menos llevo escondidos los guantes y las miradas casi se centran más en Kil que en mi. Por suerte hay tanta que gente que cuando robemos todo lo que haya en esa exposición no van a poder inculparnos directamente, aunque probablemente seamos sus sospechosos más directos porque no creo que haya nadie que represente la palabra "problemas" tan bien como nosotros. De todas maneras seguro que esperaban que la hubiéramos liado ya y de momento nos habíamos comportado así que tal vez eso les hiciera dudar un poco.

-Bien -respondo ante su propuesta de separarnos- intentaré ser puntual.

Me voy a paso rápido, recuerdo que el primer día, mientras me fijaba en todas las tiendas debido al aburrimiento, vi una en la que había sacos, de hecho eran sacos bien grandes y probablemente serían muy caros. Todo fuera por los bienes que nos íbamos a llevar en unas horas, eso recompensaría de sobras lo que nos gastáramos ese día. Eso si... las cuerdas no las compraría.

No tardé mucho en llegar al lugar, la tienda olía bien aunque el polvo que cubría los muebles y la cucaracha que se metió bajo el mostrador indicaban que era un truco barato y sin mucho sentido para que el lugar pareciera limpio, de calidad, y lo podría parecer para los idiotas que no se fijaran en ese tipo de cosas pero a ella, con lo detallista que era en todo, no se la iban a dar.

-Dame seis sacos grandes -le sonreí con la dulzura más falsa que me salió, tenía que ser educada y disimular para que no nos pillaran- por favor.

El hombre que estaba tras el mostrador no tardó demasiado en sacarlos, doblarlos y darme una bolsa en la que guardarlos. Por un momento pensé en dejarle tieso e irme de allí, no había nadie, no se darían cuenta, pero si había cámaras me podían joder así que amplié mi sonrisa, le pagué y me largué de allí con viento fresco. Me había quedado casi sin un duro, me llegaba justo para cenar algo y precisamente por eso pasaba de pagar las cuerdas, era más importante gastar el dinero en comida.

Me dirigí hacia una casa a las afueras de la ciudad, tal vez eso me hiciera retrasarme un poco pero no me vería nadie. El lugar, al cual tampoco tardé demasiado en llegar, tenía una valla alta pero fácil de saltar y al otro lado había una especie de mini granja al aire libre en la cual se encontraban, separados por tablas no muy resistentes, un par de cerdos, unas cuantas gallinas y un caballo, y al lado de la puerta que daba al hogar de esa gente se encontraban un par de baules y un montón de cuerdas colgando de la pared. No me costó demasiado llegar hasta ellas, aunque las malditas gallinas habían comenzado a cacarear y correr como locas así que tenía que darme prisa, con suerte no habría nadie allí dentro, estarían en el centro disfrutando de las fiestas, pero tal vez los más ancianos de la familia, si es que seguían vivos, hubieran preferido quedarse. No esperé a saberlo, cogí las cuerdas y me marché con rapidez, haciéndome pie en una de las tablas que separaba a las gallinas de los cerdos para saltar.

Tuve que recrearme un poco más lejos en limpiar el barro que se me había quedado pegado a las botas para no dejar ninguna marca, ninguna huella que pudiera hacer que alguien me siguiera, o que si denunciaran el robo me pudiera relacionar con él a simple vista. Una vez hecho me fui, con los sacos y las cuerdas guardados en la bolsa que me había dado el hombre de la tienda, al encuentro de Kil. Tal y como pensaba llego unos diez minutos tarde y mi compañero ya está allí esperando. ¿Qué sería ese otro detalle que ha dicho antes? No había pensado en ello hasta el momento, pero ya me lo enseñaría más tarde porque, en cuanto llego hasta él, le agarro del brazo y me lo llevo en dirección al primer bar que veo.

-Lo tengo todo, ahora vamos, tengo un hambre del demonio desde hace un montón de rato, si no es algo muy caro yo invito... el cabrón de los sacos me ha dejado casi sin nada.

Entramos y pido una jarra de agua y un filete con patatas, por mi cara de mala leche creo que ya saben que me tienen que servir rápido, no creo que haga falta que lo diga siquiera, después me siento esperando a que Kil termine de pedir y dejo la bolsa entre ambos, pegada a la pared. El lugar en el que me he sentado no es muy luminoso, lo cual nos viene bien para pasar desapercibidos. En ese momento conecto con disimulo mi implante para escuchar las conversaciones de la poca gente que tenemos alrededor que, ¿cómo no?, hablan sobre nosotros, sobre nuestro aspecto, pero no hay nada interesante, así que vuelvo a pulsar el botón que hay tras mi oreja para apagar el aparato y miro a Kiler.

-No sé si me he pasado -frunzo el ceño, tampoco se si me he quedado corta, no tengo ni puta idea de si lo que he comprado es suficiente o no- pero yo creo que irá bien con lo que he traído, sino siempre se puede guardar para otra ocasión. Y si me he quedado corta... de todas formas no me hubiera llegado para un saco más así que es lo que hay.

En ese momento me callo al notar que el camarero se acerca a traer las bebidas. Pronuncio un "gracias" que apenas se oye y me sirvo agua en el vaso mientras espero que se vaya para continuar con la conversación que ha interrumpido.

-Después de esta cena empieza lo bueno -me froto las manos sonriente antes de beber un trago del vaso- nos tocará buscar los almacenes y acabar con quien haya dentro. Me encantan esas partes en las que hay que aniquilar gente -le miro con la maldad de mis palabras reflejada en mis ojos, ya sabe como soy, tampoco creo que le extrañe- Por cierto... me he tenido que meter entre cerdos y gallinas para poder conseguir las cuerdas, lo cual ha sido bastante asqueroso... pero no he dejado ningún rastro así que no nos podrán localizar. ¿Tú lo has conseguido todo? ¿Algún problema con algo?

Tras una rápida comida y una amena conversación partimos a buscar a nuestros animales. Ahora tenemos que ir deprisa. Si ya decía yo que tanto descansar y perder el tiempo era una tontería, pero el muy cabezón decía que teníamos tiempo de sobras. Niego con la cabeza mientras pienso en ello pero no digo nada. Lo único que me anima realmente es Kenai cuando me acerco hacia él, que viene corriendo hacia mi en busca de mimos y comida... bueno, Kenai y el botín. La cantidad de dinero que nos darán por él y la felicidad que obtendré gastándolo. En ello esto pensando, debatiendo que será lo primero que adquiera, cuando Kil se acerca a informarme.

-¿Una hora? ¿En serio? -suspiro- tienes suerte de que no sea una vaga y de que me pueda más el dinero y el mal que una buena cama en la que dormir porque sino me quedaba aquí echando un sueñecito.

Le observo mientras da órdenes a sus bichejos, son útiles aunque me ponen nerviosa, siempre están analizándolo todo y el sentirme observada todo el día no me gusta pero aun así entiendo que es lo correcto. Lo más molesto de todo son los graznidos realmente, esos sonidos horribles que parecen salidos del maldito infierno. Dios... como los odio. Me alegro de echar a andar y poder así alejarme un poco de ellos.

-Dame uno -tiendo una mano hacia Kiler cuando se lleva un chicle a la boca- no es que esas cosas me gusten mucho... pero debo admitir que el sabor no está mal aunque dure poco. Oh y no te preocupes -le miro con una sonrisa mientras espero a que me tienda lo que le he pedido- de la cámara me encargo yo, no hay problema.

Es útil tener una akuma como la mía... tampoco es que pueda hacer mucho todavía, debo aprender a manejarla mejor pero poder moverme a altas velocidades es mucho. Lo malo es que Kil lo descubrirá y no quería que lo hiciera, era divertido mantenerlo en secreto, pero tampoco es que pueda hacer mucho así que me tendré que conformar con ver la cara que pone. Espero que compense al hecho de no poder alargarlo todo más.

Poco más tarde dan comienzo los fuegos artificiales, es bonito, de hecho siempre me ha gustado observarlos y desde nuestra posición se ven de puta madre, pero no puedo relajarme porque en esos momentos los cuervos del grandullón están actuando y si no lo hacen bien pueden jodernos todo el plan. Cuando les veo aparecer poco después a lo lejos contengo la respiración y hasta que Kil no me comunica lo que le han dicho no me quedo tranquila.

-Eso de casi todo no me da buena espina... pero confiaré en ti, no me queda otra.

Me pongo los guantes para estar preparada, con mis cuchillas siempre me siento mejor, más protegida. Si las perdiera sería como si me quitaran una parte de mi pero eso no ocurrirá porque rebanaré el cuello a quien lo intente. Miro a mi compañero antes de formularle la última pregunta que quiero hacerle.

-Dijiste que había dos lugares con seguridad, uno era el almacén y el otro un puesto de seguridad... yo creo que sería más rápido que nos separáramos y nos encontráramos en un punto medio cercano al museo en una media hora, aunque si prefieres que vayamos juntos tampoco es que haya mucho problema, podremos actuar rápido igualmente.

Miro a nuestro alrededor para cerciorarme de que no hay nadie que pueda estar observándonos desde ningún punto, lo normal es que la gente esté en las fiestas de la ciudad, no en esta zona, pero nunca se sabe y es mejor ser precavido para no arruinar el plan.

-Si decides que nos separemos me quedo con los almacenes comerciales... en el otro lugar dijiste que había más seguridad y tu tienes más fuerza que yo además de tu akuma -odio tener que admitir ese tipo de cosas pero son verdad, aunque a inteligencia no me gana nadie, o eso me digo para consolarme a mi misma- en los almacenes solo tengo que cargarme a los pocos que haya, esconder bien los cuerpos y meter a Sköll y Kenai en diferentes almacenes para que no peleen, es sencillo.

Me paso la mano por la frente para secarme el sudor que cae por ella. Hace calor y estoy nerviosa, quiero entrar ya en acción, quiero matar gente, luchar, y sé que todo ello está cerca pero el tener que esperar me desespera.

-¿Qué opinas?