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Krauser se hallaba sentado en su despacho mientras rellenaba un poco de papeleo. Era lo que más solía hacer en la marina pero ahora lo hacía allí y por voluntad propia. Estaba organizando esquemas de combate para ayudar a sus hombres con las distintas formaciones de combate enemigas que conocía. El estratega le gustaba tenerlo todo bajo control y la mejor forma de hacerlo era que sus hombres estuviesen preparados militarmente. En ese momento estaba colocando unas cruces azules por un mapa de Baltigo. Eran los puntos dónde los tiradores tenían los mejores puntos para erradicar a los marines sin ser vistos. Simulaba aquel tipo de cosas para mentalizarse y de paso practicar para la partida que iba a organizar junto a Dexter. Debía ver al dragón cuanto antes para empezar los preparativos del ataque. Sus planes eran demasiado peligrosos para tomárselos a la ligera y por ello debía preparar bien sus conocimientos.
En ese momento pegaron a la puerta y el demonio simplemente respondió con otro golpe en su mesa, dando a entender que podía pasar. Era una especie de código que solía hacer para no tener que hablar y delatar su posición en la sala. De todas formas si el tipo tenía buen oído podía saber dónde estaba su mesa pero solo era una especie de “juego” que hacía. No pensaba que iban a llegar los enemigos hasta su despacho con tanta facilidad. En ese momento entró uno de sus hombres, Richard. El arquero de pelo largo le hizo un saludo y le dejó una carta sobre la mesa para después retirarse. El demonio entonces suspiró y la cogió para después abrirla y empezar a leer el contenido. Pertenecía a uno de los tipos más nuevos de su división, el demonio plateado. Mostró una sonrisa ladeada al ver que el chico poseía interés y entonces se puso en pie para después guardar sus cosas en un cajón. Tal vez podía hacer algo para ayudarle pues ahora tenía bastante tiempo debido a que su entrenamiento había sido completado.
Al día siguiente…
Krauser se había ocupado de enviar otra carta a aquella persona para que se reuniera con él al día siguiente en la sala de entrenamiento cinco. Era su favorita debido al tamaño de ésta y por ello solía entrenar a sus hombres en ella. Él ya estaba dentro esperando a que llegase. Portaba una camiseta de manga corta y de un tono negro, dejando ver sus brazos curtidos. Tenía un pantalón militar verde aceituna y en su espalda podía verse una enorme funda. Allí guardaba su espadón legendario. No había visto necesario llevar el resto de su arsenal pues tampoco iba a hacer un entrenamiento muy físico. Necesitaba saber si aquel tipo quería armadura u observación y dependiendo de su respuesta haría un tipo de rutina u otra. Estaba sentado en la sala con los ojos cerrados y un poco de niebla levitaba a su alrededor, siempre estaba meditando. Su haki de observación estaba activado para detectarle si entraba y por ello ahora estaba muy tranquilo.
En ese momento pegaron a la puerta y el demonio simplemente respondió con otro golpe en su mesa, dando a entender que podía pasar. Era una especie de código que solía hacer para no tener que hablar y delatar su posición en la sala. De todas formas si el tipo tenía buen oído podía saber dónde estaba su mesa pero solo era una especie de “juego” que hacía. No pensaba que iban a llegar los enemigos hasta su despacho con tanta facilidad. En ese momento entró uno de sus hombres, Richard. El arquero de pelo largo le hizo un saludo y le dejó una carta sobre la mesa para después retirarse. El demonio entonces suspiró y la cogió para después abrirla y empezar a leer el contenido. Pertenecía a uno de los tipos más nuevos de su división, el demonio plateado. Mostró una sonrisa ladeada al ver que el chico poseía interés y entonces se puso en pie para después guardar sus cosas en un cajón. Tal vez podía hacer algo para ayudarle pues ahora tenía bastante tiempo debido a que su entrenamiento había sido completado.
Al día siguiente…
Krauser se había ocupado de enviar otra carta a aquella persona para que se reuniera con él al día siguiente en la sala de entrenamiento cinco. Era su favorita debido al tamaño de ésta y por ello solía entrenar a sus hombres en ella. Él ya estaba dentro esperando a que llegase. Portaba una camiseta de manga corta y de un tono negro, dejando ver sus brazos curtidos. Tenía un pantalón militar verde aceituna y en su espalda podía verse una enorme funda. Allí guardaba su espadón legendario. No había visto necesario llevar el resto de su arsenal pues tampoco iba a hacer un entrenamiento muy físico. Necesitaba saber si aquel tipo quería armadura u observación y dependiendo de su respuesta haría un tipo de rutina u otra. Estaba sentado en la sala con los ojos cerrados y un poco de niebla levitaba a su alrededor, siempre estaba meditando. Su haki de observación estaba activado para detectarle si entraba y por ello ahora estaba muy tranquilo.
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Me encontraba en mi cuarto, haciendo mi mantenimiento semanal de mis guanteletes, me gustaba tenerlo bien cuidados, después de todo me había ganado el apodo de “puños de bronce” gracias a ellos y realmente no me era problema cambiar alguna pieza sencilla o algo parecido.
- Dos vueltas más… bien, ahora un poquito de aceite para que no chirríe, pero no demasiado como para que parezca un cerdo engrasado… Vale, listo!
Me puse a comprobar la movilidad del guante, moviendo de todas las formas la mano. Parecía todo correcto, no había ruidos ni atascos. Pero aún me quedaba probar si seguían haciendo el mismo daño, por lo que me dispuse a ir a buscar algún saco o algo para probarlo. Cuando abrí la puerta vi como una carta que estaba pegada a la puerta caía lentamente hasta mis pies. “ Y esto? Quien envía cartas dentro de una base?” - pensaba extrañado, normalmente cuando me tenían que decir algo simplemente me buscaban o contactaban por Den Den Mushi.
En el sobre tenía escrito que era para mí, sin más preámbulos abrí con delicadeza el sobre sin romperlo (una mis muchas manías) y me puse a leer el contenido de la carta; era del oficial Krause, según decía leyó mi petición para que me entrenara en uso del haki y que acepto. “Yo quejándome del envío de carta dentro de la base y me doy cuenta de que fui yo quien empezó” pensaba mientras terminaba de leer la carta. Quería verme mañana, me estaría esperando en una de sus salas de entrenamiento, concretamente la cinco.
Eso me había animado bastante el día, no siempre podías recibir el entrenamiento profesional de un antiguo almirante y actual oficial revolucionario.
Al día siguiente…
Me sentía nervioso, realmente no sabía qué tipo de ejercicios me haría hacer Krauser, pero supongo que no sería nada fácil. Me iba acercando lentamente a la zona donde se encontraban las salas de entrenamiento cuando pude ver como de una salía un pequeño rastro de lo que parecía humo o niebla de debajo de la puerta.
“ Definitivamente es aquí ” pensaba mientras respiraba un poco para quitarme los nervios antes de entrar. Abrí la puerta y pude ver a Krauser; inundando toda aquella titánica sala de entrenamiento mientras él permanecía sereno y con los ojos cerrados en medio de esta.- Oficial Krauser? Soy Oz, he venido como me pidió.
“ Pues claro que sabe que eres tú, imbécil. Si fue él quien te dijo que vinieras ” pensaba a la espera de una respuesta de mi superior.
- Dos vueltas más… bien, ahora un poquito de aceite para que no chirríe, pero no demasiado como para que parezca un cerdo engrasado… Vale, listo!
Me puse a comprobar la movilidad del guante, moviendo de todas las formas la mano. Parecía todo correcto, no había ruidos ni atascos. Pero aún me quedaba probar si seguían haciendo el mismo daño, por lo que me dispuse a ir a buscar algún saco o algo para probarlo. Cuando abrí la puerta vi como una carta que estaba pegada a la puerta caía lentamente hasta mis pies. “ Y esto? Quien envía cartas dentro de una base?” - pensaba extrañado, normalmente cuando me tenían que decir algo simplemente me buscaban o contactaban por Den Den Mushi.
En el sobre tenía escrito que era para mí, sin más preámbulos abrí con delicadeza el sobre sin romperlo (una mis muchas manías) y me puse a leer el contenido de la carta; era del oficial Krause, según decía leyó mi petición para que me entrenara en uso del haki y que acepto. “Yo quejándome del envío de carta dentro de la base y me doy cuenta de que fui yo quien empezó” pensaba mientras terminaba de leer la carta. Quería verme mañana, me estaría esperando en una de sus salas de entrenamiento, concretamente la cinco.
Eso me había animado bastante el día, no siempre podías recibir el entrenamiento profesional de un antiguo almirante y actual oficial revolucionario.
Al día siguiente…
Me sentía nervioso, realmente no sabía qué tipo de ejercicios me haría hacer Krauser, pero supongo que no sería nada fácil. Me iba acercando lentamente a la zona donde se encontraban las salas de entrenamiento cuando pude ver como de una salía un pequeño rastro de lo que parecía humo o niebla de debajo de la puerta.
“ Definitivamente es aquí ” pensaba mientras respiraba un poco para quitarme los nervios antes de entrar. Abrí la puerta y pude ver a Krauser; inundando toda aquella titánica sala de entrenamiento mientras él permanecía sereno y con los ojos cerrados en medio de esta.- Oficial Krauser? Soy Oz, he venido como me pidió.
“ Pues claro que sabe que eres tú, imbécil. Si fue él quien te dijo que vinieras ” pensaba a la espera de una respuesta de mi superior.
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Krauser continuaba sentado allí en medio, rodeado de su niebla y bastante concentrado. Sus ojos seguían cerrados y aquel elemento cada vez era más extenso hasta el punto de cubrir buena parte de la sala. El antiguo almirante estaba bastante mentalizado y no parecía que fuese a parar de meditar si nadie le sacaba de su estado. El oficial tenía madera suficiente para ser general pero por el momento prefería ocultarse en un rango más bajo. De aquel modo no era solicitado en muchas misiones y podía quedarse para entrenar a los demás. Se consideraba el sensei de la revolución entera y planeaba continuar con su plan. Hacer a los rebeldes militares perfectos era un importante paso a dar. De todas formas ya se había pasado dos años haciéndolo y en un plazo bastante corto pensaba mover su siguiente pieza. El ajedrez se alzaba frente a él y se consideraba un caballo.
En ese momento una presencia llegó hasta él, pero de todas formas se quedó quieto mientras mantenía los ojos ahora entrecerrados. Fue anulando un poco la niebla, lo justo para que pudieran verle si entraba. Escuchó la voz de aquella persona y en ese momento asintió con la cabeza para después levantarse. Alzó el puño haciendo aquel elemento desaparecer lentamente, acto seguido miró al chico con calma. Caminó un poco hacia él y una vez estuvo en frente mostró una sonrisa ladeada. El demonio plateado estaba frente al gris y ahora comenzaba lo mejor de todo. El oficial se quedó mirándole un poco más para después hacerle la pregunta definitiva antes de comenzar. – Soldado ¿Qué tipo de haki deseas aprender de mí? – Sin esperar respuesta alguna, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia una de las taquillas.
Dependiendo de la respuesta harían una cosa u otra. Lo que sí era seguro del todo, era el uso del uniforme que el castaño solía darle a los tipos que entrenaban. Sacó una camiseta de manga corta, un pantalón y unas botas, todo color verde militar. Se acercó despacio al chico y le tendió todo con una mirada tranquila. Era el momento de hacer las cosas bien. – Mientras me lo dices quiero que hagas cincuenta flexiones. – Redfield era conocido también por sus duros entrenamientos, llevaba al límite a las personas y eso era un poco bestia pero en el futuro se podía agradecer.
En ese momento una presencia llegó hasta él, pero de todas formas se quedó quieto mientras mantenía los ojos ahora entrecerrados. Fue anulando un poco la niebla, lo justo para que pudieran verle si entraba. Escuchó la voz de aquella persona y en ese momento asintió con la cabeza para después levantarse. Alzó el puño haciendo aquel elemento desaparecer lentamente, acto seguido miró al chico con calma. Caminó un poco hacia él y una vez estuvo en frente mostró una sonrisa ladeada. El demonio plateado estaba frente al gris y ahora comenzaba lo mejor de todo. El oficial se quedó mirándole un poco más para después hacerle la pregunta definitiva antes de comenzar. – Soldado ¿Qué tipo de haki deseas aprender de mí? – Sin esperar respuesta alguna, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia una de las taquillas.
Dependiendo de la respuesta harían una cosa u otra. Lo que sí era seguro del todo, era el uso del uniforme que el castaño solía darle a los tipos que entrenaban. Sacó una camiseta de manga corta, un pantalón y unas botas, todo color verde militar. Se acercó despacio al chico y le tendió todo con una mirada tranquila. Era el momento de hacer las cosas bien. – Mientras me lo dices quiero que hagas cincuenta flexiones. – Redfield era conocido también por sus duros entrenamientos, llevaba al límite a las personas y eso era un poco bestia pero en el futuro se podía agradecer.
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Krauser se había percatado de mi presencia, ya que empezó a reducir la cantidad de niebla de la sala hasta que se disipó. Se levantó y se me acercó lentitud, realmente imponía bastante aun siendo de la misma altura que yo. Y que decir de aquella gran espada que portaba, realmente estaba tranquilo sabiendo que el era mi jefe y no mi enemigo. Después de observarme unos instantes, me hizo una pregunta; - Soldado ¿Qué tipo de haki deseas aprender de mí?
Ha decir verdad el haki de observación era tentador pero ahora mismo quería aprender el haki armadura, si más adelante Krauser me lo quería enseñar estaría encantado. Antes de que pudiera responder, el demonio de la niebla se fue hasta una de las taquillas sacando uno de los uniformes militares con los que Krauser entrenaba a sus soldados.
En un abrir y cerrar de ojos me puse aquel uniforme. Picaba un poco, pero me gustaba esa vestimenta, seria porque se parecía un poco a lo que me ponía yo todos los días. No duró ni dos minutos cuando Krauser me pidió cincuenta flexiones mientras le decía cuál de los dos haki quería entrenar. Los días que entrenaba solía ser unas veinte flexiones cada vez, pero hacer cincuenta seguidas no serían mucho problema, aunque si me dejaría bastante fatigado.
- Me gustaría aprender el Busoushoku Haki, quiero decir, el haki armadura. Hace unos meses, en mi primera misión pude ver como apareció en mi puño durante un instante. Pero desde entonces no he podido volver a hacerlo. Necesitaba a alguien experimentado con este tema para que me enseñara y por ello he querido recurrir a usted, Oficial Krauser - le dije mientras ya iba por mi flexion número quince
Realmente cuando se me activó el Haki por primera vez, me sirvió de mucha ayuda, pero, si no podía controlarlo para que saliese de nuevo. Muchos de nuestros enemigos portan haki o han comido una logia. Si no soy capaz de defender a mis compañeros decentemente de qué serviría haber entrado en una división?
Ha decir verdad el haki de observación era tentador pero ahora mismo quería aprender el haki armadura, si más adelante Krauser me lo quería enseñar estaría encantado. Antes de que pudiera responder, el demonio de la niebla se fue hasta una de las taquillas sacando uno de los uniformes militares con los que Krauser entrenaba a sus soldados.
En un abrir y cerrar de ojos me puse aquel uniforme. Picaba un poco, pero me gustaba esa vestimenta, seria porque se parecía un poco a lo que me ponía yo todos los días. No duró ni dos minutos cuando Krauser me pidió cincuenta flexiones mientras le decía cuál de los dos haki quería entrenar. Los días que entrenaba solía ser unas veinte flexiones cada vez, pero hacer cincuenta seguidas no serían mucho problema, aunque si me dejaría bastante fatigado.
- Me gustaría aprender el Busoushoku Haki, quiero decir, el haki armadura. Hace unos meses, en mi primera misión pude ver como apareció en mi puño durante un instante. Pero desde entonces no he podido volver a hacerlo. Necesitaba a alguien experimentado con este tema para que me enseñara y por ello he querido recurrir a usted, Oficial Krauser - le dije mientras ya iba por mi flexion número quince
Realmente cuando se me activó el Haki por primera vez, me sirvió de mucha ayuda, pero, si no podía controlarlo para que saliese de nuevo. Muchos de nuestros enemigos portan haki o han comido una logia. Si no soy capaz de defender a mis compañeros decentemente de qué serviría haber entrado en una división?
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Krauser observó como aquel tipo se ponía a hacer las flexiones mientras le hablaba. A decir verdad la primera impresión que se había llevado, era una que le daba buenas vibraciones. Aquel chico parecía tener potencial pues hablar mientras hacía aquel ejercicio podía ser bastante complicado. El chico había despertado el haki armadura pero deseaba poder controlarlo, de aquella forma podía pegarles a usuarios del tipo logia. La justificación no era necesaria pues el demonio enseñaba a los revolucionarios para que pudieran defenderse. Los marines resultaban ser muy abusones últimamente, se notaba que no estaba él para enseñarles disciplina. De todas formas no le importaba mucho aquello pues para ello estaba enseñando a sus propios hombres.
En cuanto el chico terminase, se alejaría un poco para después quedarse de brazos cruzados, dejándole descansar unos momentos. Ahora iba a aumentar un poco la dificultad, de modo que mostró una sonrisa siniestra y caminó de nuevo a las taquillas. Sacó unos guanteletes que pesaban cinco kilos cada uno. Caminó hasta el chico y los puso en el suelo para después mirarle a los ojos con una expresión tranquila. – Mi nombre es Krauser K. Redfield como ya sabrás. Fui un almirante, pero ahora soy uno de los oficiales revolucionarios y futuro general. Has acudido a mi división y eso solo significa una cosa, ahora estás bajo mi protección. Cualquier cosa que necesites estaré allí para ayudarte, ahora ponte a correr. – Las últimas palabras fueron un poco bruscas pero si quería que el chico se esforzase, lo mejor era ser serio.
Una vez dijo aquello se sentó en el banco y entrecerró los ojos. En ese momento colocó la mano en el suelo y la niebla volvió a surgir. Esta comenzó a invadir la sala y en ese momento el castaño activó dos técnicas. La primera hacía que las personas expuestas a su niebla sintiesen peso en su cuerpo y les costase moverse. La segunda era su Kiri Kirishite y la iba a usar para apartar la niebla solo del frente del joven. De aquel modo podía correr sin estrellarse, viendo lo justo y fortaleciendo sus cuerpos con aquellos dos pesos extras. Pretendía hacer un soldado perfecto y la meta era que lograse controlar el haki armadura a la perfección. Pensaba ayudarle en lo que fuera necesario pues por ello era un miembro de su división. Cuidaría de todos ellos como si la vida le fuese en ello.
En cuanto el chico terminase, se alejaría un poco para después quedarse de brazos cruzados, dejándole descansar unos momentos. Ahora iba a aumentar un poco la dificultad, de modo que mostró una sonrisa siniestra y caminó de nuevo a las taquillas. Sacó unos guanteletes que pesaban cinco kilos cada uno. Caminó hasta el chico y los puso en el suelo para después mirarle a los ojos con una expresión tranquila. – Mi nombre es Krauser K. Redfield como ya sabrás. Fui un almirante, pero ahora soy uno de los oficiales revolucionarios y futuro general. Has acudido a mi división y eso solo significa una cosa, ahora estás bajo mi protección. Cualquier cosa que necesites estaré allí para ayudarte, ahora ponte a correr. – Las últimas palabras fueron un poco bruscas pero si quería que el chico se esforzase, lo mejor era ser serio.
Una vez dijo aquello se sentó en el banco y entrecerró los ojos. En ese momento colocó la mano en el suelo y la niebla volvió a surgir. Esta comenzó a invadir la sala y en ese momento el castaño activó dos técnicas. La primera hacía que las personas expuestas a su niebla sintiesen peso en su cuerpo y les costase moverse. La segunda era su Kiri Kirishite y la iba a usar para apartar la niebla solo del frente del joven. De aquel modo podía correr sin estrellarse, viendo lo justo y fortaleciendo sus cuerpos con aquellos dos pesos extras. Pretendía hacer un soldado perfecto y la meta era que lograse controlar el haki armadura a la perfección. Pensaba ayudarle en lo que fuera necesario pues por ello era un miembro de su división. Cuidaría de todos ellos como si la vida le fuese en ello.
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Ya había hecho treinta y cinco flexiones mientras el demonio de la niebla me observaba, realmente estaba contento de tener de maestro y líder a un soldado tan experimentado. Aunque nunca apoye mucho a los marines siempre veía a Krauser cuando era Almirante como un hombre que buscaba la verdadera justicia, o al menos eso pensaba cuando leía periódicos que contaba sus andanzas. Pero ahora como aprendiz y subordinado suyo, puedo ver que no me equivocaba, ese hombre un día podría cambiar el mundo a mejor.
Termine las cincuenta flexiones cuando Krauser se fue de nuevo hacia las taquillas y sacó dos guanteletes. Parecían un poco los míos, me los probe después de que el Oficial me los dejara en el suelo. Pesaban bastante más que mis guanteletes habituales, se notaban que eran más para entrenar que para combatir. Cuando me los ajuste del todo el demonio gris me dijo unas palabras bastante profundas; -Has acudido a mi división y eso solo significa una cosa, ahora estás bajo mi protección. Cualquier cosa que necesites estaré allí para ayudarte, ahora ponte a correr. - Realmente Krauser estaba comprometido con su división, el nos quería ayudar y proteger. Se comportaba como un padre que cuida y enseña a sus hijos. No me extrañaba, ya había perdido un ser querido en la guerra de Marijeoa y no querría que nos pasase lo mismo a toda su división. Sabía muy bien sobre ese tema, yo también tengo un hermano, y daría mi vida por el.
Deje mis guanteletes de bronce al lado de las taquillas y comencé a correr como me indico, cuando empezó a salir de nuevo su misteriosa niebla. Realmente los logias eran impresionantes y era normal que las considerasen usuarios poderosos. No quise preocuparme, pero pude notar como la niebla se volvía más densa o algo parecido, ya que me costaba moverme mas de lo normal. Parecía que los duros entrenamientos de Krauser no eran broma después de todo, al menos, me dejo visión para que no me chocase contra una pared de aquella sala.
Termine las cincuenta flexiones cuando Krauser se fue de nuevo hacia las taquillas y sacó dos guanteletes. Parecían un poco los míos, me los probe después de que el Oficial me los dejara en el suelo. Pesaban bastante más que mis guanteletes habituales, se notaban que eran más para entrenar que para combatir. Cuando me los ajuste del todo el demonio gris me dijo unas palabras bastante profundas; -Has acudido a mi división y eso solo significa una cosa, ahora estás bajo mi protección. Cualquier cosa que necesites estaré allí para ayudarte, ahora ponte a correr. - Realmente Krauser estaba comprometido con su división, el nos quería ayudar y proteger. Se comportaba como un padre que cuida y enseña a sus hijos. No me extrañaba, ya había perdido un ser querido en la guerra de Marijeoa y no querría que nos pasase lo mismo a toda su división. Sabía muy bien sobre ese tema, yo también tengo un hermano, y daría mi vida por el.
Deje mis guanteletes de bronce al lado de las taquillas y comencé a correr como me indico, cuando empezó a salir de nuevo su misteriosa niebla. Realmente los logias eran impresionantes y era normal que las considerasen usuarios poderosos. No quise preocuparme, pero pude notar como la niebla se volvía más densa o algo parecido, ya que me costaba moverme mas de lo normal. Parecía que los duros entrenamientos de Krauser no eran broma después de todo, al menos, me dejo visión para que no me chocase contra una pared de aquella sala.
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Krauser observó como el revolucionario se ponía a correr, cargando el peso extra que le había añadido él. Con aquello podía hacerle mejorar muchísimo pues estaba entrenando fuerza y resistencia al mismo tiempo. Él mismo no pudo usar aquel entrenamiento al ser inmune a su niebla, pero le habría molado poder hacerlo. De hecho ya se había dedicado muchísimo a la rebelión y en cuanto entrenara a aquel joven, se iría unos meses a entrenar por su cuenta. Había muchísimas cosas que planeaba mejorar y no tenía tiempo para nada. Por el momento estaba muy tranquilo y decidió tomarse aquello con calma y tranquilidad. El demonio plateado debía de convertirse en un poderoso guerrero, él pensaba ayudarle en todo lo posible. Era su deber como maestro, así le había enseñado a él su propio mentor, Lion D. Karl.
Una vez hubieron pasado veinte minutos, disipó la niebla con tranquilidad y se puso en pie. Había seguido al chico en todo momento con su mantra, desde el banquillo había estado pensando en lo que iban a hacer a continuación. – Puedes descansar un total de dos minutos. Después atácame con todo lo que tengas. – Una vez dijo eso, se colocó en el centro de la sala y se quitó la camiseta. No portaba armas ni nada por el estilo, podía usar su arte marcial para combatir como un asesino experimentado. Entrecerró los ojos y se quedó mirando al chico con toda la calma del mundo.
No pensaba ir al máximo y tampoco al mínimo. A lo mejor usaba un cinco por ciento de su fuerza en aquel pequeño entrenamiento. – No esquives mis ataques, bloquéalos con tu cuerpo. Lo haré de forma que no deje moratones. – Evidentemente, los conocimientos del demonio de la niebla eran perfectos. Podía luchar con muchísimos estilos y en la mayoría no dejar marcas. También pensaba bloquear los ataques del chico en vez de esquivarlos. También quería que él sintiese dolor en los nudillos y de aquella forma pudiera curtirse mejor.
Una vez hubieron pasado veinte minutos, disipó la niebla con tranquilidad y se puso en pie. Había seguido al chico en todo momento con su mantra, desde el banquillo había estado pensando en lo que iban a hacer a continuación. – Puedes descansar un total de dos minutos. Después atácame con todo lo que tengas. – Una vez dijo eso, se colocó en el centro de la sala y se quitó la camiseta. No portaba armas ni nada por el estilo, podía usar su arte marcial para combatir como un asesino experimentado. Entrecerró los ojos y se quedó mirando al chico con toda la calma del mundo.
No pensaba ir al máximo y tampoco al mínimo. A lo mejor usaba un cinco por ciento de su fuerza en aquel pequeño entrenamiento. – No esquives mis ataques, bloquéalos con tu cuerpo. Lo haré de forma que no deje moratones. – Evidentemente, los conocimientos del demonio de la niebla eran perfectos. Podía luchar con muchísimos estilos y en la mayoría no dejar marcas. También pensaba bloquear los ataques del chico en vez de esquivarlos. También quería que él sintiese dolor en los nudillos y de aquella forma pudiera curtirse mejor.
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“ Joder, 20 minutos corriendo, con estas pesas en los brazos y la niebla de las narices ” pensaba mientras corría, mientras Krauser me observaba, yo podía haber corrido con facilidad pero con el peso machacándome y la neblina toca pelotas, me estaban tocando bastante la moral, por suerte el Oficial me había dicho de descansar dos minutos. El demonio de la niebla se quitó su camisa y se puso en el centro de la sala, diciéndome que le diera con todo lo que tuviera.
“Espera, espera, espera… Que tito Krau quiere que le pegue o al menos lo intente?” pensé, Krauser se había enfrentado a todo tipo de enemigos y salir invicto. Y quería pelear contra mí? Y sin esquivar? Al menos dijo que no me dejaría moratones. Bueno, algo es algo.
- Muy bien, voy a darlo todo - tras ello me dispuse a dar una buena serie de golpes.
Pocas personas habían resistido a mis puñetazos, y menos cuando los recubría de piedra gracias al poder de mi akuma, pero tampoco era estropear ahora una de las paredes de sala de entrenamiento de mi “maestro”
Conseguí darle, fue raro, había visto a este hombre esquivar ataques mucho más veloces. Por qué lo habría hecho? Lo estaría haciendo a propósito para que fortaleciera los puños? No iba a cuestionar sus movimientos, él era el maestro y seguramente sabía lo que hacía.
“Espera, espera, espera… Que tito Krau quiere que le pegue o al menos lo intente?” pensé, Krauser se había enfrentado a todo tipo de enemigos y salir invicto. Y quería pelear contra mí? Y sin esquivar? Al menos dijo que no me dejaría moratones. Bueno, algo es algo.
- Muy bien, voy a darlo todo - tras ello me dispuse a dar una buena serie de golpes.
Pocas personas habían resistido a mis puñetazos, y menos cuando los recubría de piedra gracias al poder de mi akuma, pero tampoco era estropear ahora una de las paredes de sala de entrenamiento de mi “maestro”
Conseguí darle, fue raro, había visto a este hombre esquivar ataques mucho más veloces. Por qué lo habría hecho? Lo estaría haciendo a propósito para que fortaleciera los puños? No iba a cuestionar sus movimientos, él era el maestro y seguramente sabía lo que hacía.
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El revolucionario continuaba esperando a que su alumno le atacase. Su mirada resultaba ser inexpresiva y totalmente calmada. Ya estaba pensando en ataques que no hicieran mucho daño al chico, pues su mantra le indicaba que sus poderes estaban a años de distancia. Ya había entrado a varios militares, pero por suerte, este parecía bastante motivado, cosa que agradecía. Sin duda, el demonio plateado iba a llegar lejos en aquel mundo de la rebelión. Tan solo necesitaba desarrollar sus habilidades, él iba a ayudarle a hacerlo de la mejor forma posible. Era su trabajo ahora y nunca dejaba nada a medias. En la marina le conocían por la inmensa cantidad de misiones que realizaba. Era uno de los más trabajadores y eficientes de todos y por ello lo querían muchísimo.
Ahora entrecerró los ojos y vio como el chico lanzaba puñetazos hacia él. No tardó mucho en imbuir su cuerpo en su haki armadura más bajo (Nvl1). De ese modo comenzó a bloquear los ataques del chico sin muchos problemas. Notaba como la piedra impactaba contra sus pectorales, los fragmentos de ésta saltaban a los lados. Era increíble, el joven parecía ser un usuario. Era el momento de que las cosas se pusieran interesantes. El demonio después de bloquear unos cuantos ataques más, sonrió de lado. Cuando Krauser mostraba aquella expresión, era una señal bastante mala para sus oponentes, pues significaba que iba a pasar a la acción de un momento a otro.
Efectivamente, no tardó mucho en echarse a un lado, usando su buena agilidad. Después de eso, saltó y en pleno aire trató de impactarle una patada aérea a su alumno en el pecho. Le diese o no, se lanzaría contra él y le lanzaría una ráfaga de puñetazos. Iban imbuidos en haki armadura bajo, pero la fuerza no era mucha. Quería hacerle un poco de daño al bloquear, pero tampoco lesionarlo. De aquella forma podrían entrenar bien. Una vez diera unos cuantos, volvería hacia atrás, esperando el turno del hombre de piedra para bloquear él también. Le estaba pareciendo un entrenamiento interesante.
Ahora entrecerró los ojos y vio como el chico lanzaba puñetazos hacia él. No tardó mucho en imbuir su cuerpo en su haki armadura más bajo (Nvl1). De ese modo comenzó a bloquear los ataques del chico sin muchos problemas. Notaba como la piedra impactaba contra sus pectorales, los fragmentos de ésta saltaban a los lados. Era increíble, el joven parecía ser un usuario. Era el momento de que las cosas se pusieran interesantes. El demonio después de bloquear unos cuantos ataques más, sonrió de lado. Cuando Krauser mostraba aquella expresión, era una señal bastante mala para sus oponentes, pues significaba que iba a pasar a la acción de un momento a otro.
Efectivamente, no tardó mucho en echarse a un lado, usando su buena agilidad. Después de eso, saltó y en pleno aire trató de impactarle una patada aérea a su alumno en el pecho. Le diese o no, se lanzaría contra él y le lanzaría una ráfaga de puñetazos. Iban imbuidos en haki armadura bajo, pero la fuerza no era mucha. Quería hacerle un poco de daño al bloquear, pero tampoco lesionarlo. De aquella forma podrían entrenar bien. Una vez diera unos cuantos, volvería hacia atrás, esperando el turno del hombre de piedra para bloquear él también. Le estaba pareciendo un entrenamiento interesante.
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Logré encadenar una buena serie de puñetazos, principalmente en el torso esperando haberlo sorprendido. Durante los golpes podía ver como el recubrimiento de piedra de mis puños se resquebrajaba y salían volando pequeños fragmentos. Se había recubierto el cuerpo de haki, normal que fuese como pegarle a una pared de acero. Después de que parase bastantes de mis ataques, pude ver como una mueca de una sonrisa se notaba en sus vendajes de la boca. Si el antiguo almirante sonreía no solía ser muy bueno, sobre todo para sus enemigos.
El demonio de la niebla se apartó con gran agilidad hacia un lado y cuando pude darme cuenta estaba en el aire a punto de darme una patada desde arriba. Puse mis dos brazos de piedra en cruz y intente bloquear el ataque, digo “intente” porque sufrí un buen impacto al detener el ataque. Aun conteniéndose, el oficial Krauser era un adversario muy poderoso. Del impulso de la patada me dejó con una pierna en el aire a punto de caer de espaldas, pero pude hacer equilibrio y ponerme firme en un momento. Cuando pude posar los dos pies en el suelo, Krauser apareció en frente mío, dispuesto a darme un par de puñetazos. Apenas me dio tiempo a bloquear. Ese hombre además de fuerte, era rápido como un relámpago. Recibí un par de aquellos golpes aunque la mayoría iban a los brazos donde bloqueaba, algunos pasaban y me daban en torso. Después de unos segundos de múltiples puñetazos el oficial se echó hacia atrás mientras yo hincaba la rodilla en el suelo y tosía un poco debido a los golpes.
- Desde luego tu fama te precede, Krauser-sensei. Voy a llevar esto un nivel más. Después de todo, has dicho que te atacará con todo - tras ello posé mis manos sobre el suelo de la sala y empecé a absorberlo. Tenía que demostrarle que, aun no llegando a su nivel, sería el miembro más poderosos de su división - Goremu mode!
La Goremu mode, la técnica que me permite crear y controlar un golem desde dentro como si se tratase de una segunda piel. Actualmente era mi mejor baza, pero sabía que si solo contaba con ella con el tiempo se encontraría un punto débil con la cual derrotarla, por lo que necesitaba más y mejores técnicas con la que enfrentarme al oponente. Para eso le pedí al demonio de la niebla que me entrenase.
Cuando absorbí y molde todo el material que pude la enorme criatura rocosa debía de ser el doble de alto que el antiguo almirante, no esperaba ganar, pero no iba a dejárselo fácil. Sin más preámbulos, pegue una carrera para cargar contra él, con fuerza el puño derecho para darle un potente puñetazo.
El demonio de la niebla se apartó con gran agilidad hacia un lado y cuando pude darme cuenta estaba en el aire a punto de darme una patada desde arriba. Puse mis dos brazos de piedra en cruz y intente bloquear el ataque, digo “intente” porque sufrí un buen impacto al detener el ataque. Aun conteniéndose, el oficial Krauser era un adversario muy poderoso. Del impulso de la patada me dejó con una pierna en el aire a punto de caer de espaldas, pero pude hacer equilibrio y ponerme firme en un momento. Cuando pude posar los dos pies en el suelo, Krauser apareció en frente mío, dispuesto a darme un par de puñetazos. Apenas me dio tiempo a bloquear. Ese hombre además de fuerte, era rápido como un relámpago. Recibí un par de aquellos golpes aunque la mayoría iban a los brazos donde bloqueaba, algunos pasaban y me daban en torso. Después de unos segundos de múltiples puñetazos el oficial se echó hacia atrás mientras yo hincaba la rodilla en el suelo y tosía un poco debido a los golpes.
- Desde luego tu fama te precede, Krauser-sensei. Voy a llevar esto un nivel más. Después de todo, has dicho que te atacará con todo - tras ello posé mis manos sobre el suelo de la sala y empecé a absorberlo. Tenía que demostrarle que, aun no llegando a su nivel, sería el miembro más poderosos de su división - Goremu mode!
La Goremu mode, la técnica que me permite crear y controlar un golem desde dentro como si se tratase de una segunda piel. Actualmente era mi mejor baza, pero sabía que si solo contaba con ella con el tiempo se encontraría un punto débil con la cual derrotarla, por lo que necesitaba más y mejores técnicas con la que enfrentarme al oponente. Para eso le pedí al demonio de la niebla que me entrenase.
Cuando absorbí y molde todo el material que pude la enorme criatura rocosa debía de ser el doble de alto que el antiguo almirante, no esperaba ganar, pero no iba a dejárselo fácil. Sin más preámbulos, pegue una carrera para cargar contra él, con fuerza el puño derecho para darle un potente puñetazo.
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Krauser observaba como el chico hincaba una rodilla en el suelo. No pudo evitar sonreír de lado para después escuchar sus palabras. Al parecer el entrenamiento se iba a poner interesante, el demonio esperaba poder divertirse un poco. Dudaba de ello, su nivel estaba muy por encima de la mayoría de revolucionarios de aquella isla. Tan solo los oficiales superiores, los cuales eran cinco, podían ponerle las cosas difíciles. Esperaba poder pelear contra ellos pronto, no le temía a nadie de la rebelión y se consideraba el revolucionario más poderoso de todos. De hecho estaba seguro de poder derrotar al propio líder rebelde. Por el momento iba a hacer caso a Dexter y continuaría en las sombras del cargo de oficial. Tenían planes mucho mejores y uno de ellos era convertir a los rebeldes en un equipo definitivo. Lo pensaba lograr a cualquier precio. Ahora estaba en ello, de hecho. El demonio plateado debía de ser uno de los mejores.
En ese momento los ojos del castaño se abrieron como platos. El capullo empezó a cambiar el suelo. En menos de un minuto, aquel rebelde era una especie de titán de piedra. Debía de medir unos cuatro metros. Redfield mostró una sonrisa siniestra. Se había equivocado y aquel chico le había impresionado. No pudo evitar colocarse en guardia y clavar sus pardos ojos en él. – Impresionante, muéstrame todo lo que quiero ver. – Lejos de echarse hacia atrás, salió corriendo a por su oponente. El demonio saltó hacia el puño de su objetivo y colocó ambos brazos en equis. No usó su haki esta vez, quería que aquello estuviese todo lo igualado posible. El impacto lo lanzó hacia atrás, provocándole un intenso dolor en los antebrazos y en parte del pecho. Cayó de espaldas al suelo y rodó un poco hacia atrás. La sangre comenzó a emanar de su piel, no le importaba mucho.
Se puso en pie lo más rápido que pudo y mostró una expresión satisfecha. Se quitó la camiseta, dejando ver un cuerpo curtido y lleno de heridas. Ahora tenía una nueva en el pectoral derecho, debido al impacto del enorme ser de piedra. – Sin duda, eres un poderoso luchador. Estaré más que encantado de ayudarte a cumplir tus objetivos. – Mencionó de repente. En ese momento convirtió sus piernas en niebla y comenzó a volar por toda la sala, realizaba círculos a toda su velocidad posible. De repente subió hasta colocar ambos pies en el techo. Acto seguido tomó impulsó y se tiró a por el enorme ser. Con su mantra trató de detectar dónde se hallaba. Una vez lo hizo imbuyó su puño derecho en su haki armadura (nvl1) y lanzó un golpe hacia la zona dónde le indicase su mantra, buscando el pecho. Le diese o no, giraría sobre su propio eje y trataría de lanzarle una patata con toda su potencia. Iría dirigida a la pierna izquierda del monstruo de piedra, pues no buscaba darle a él con ese segundo ataque, de hecho no iba imbuido en haki.
En ese momento los ojos del castaño se abrieron como platos. El capullo empezó a cambiar el suelo. En menos de un minuto, aquel rebelde era una especie de titán de piedra. Debía de medir unos cuatro metros. Redfield mostró una sonrisa siniestra. Se había equivocado y aquel chico le había impresionado. No pudo evitar colocarse en guardia y clavar sus pardos ojos en él. – Impresionante, muéstrame todo lo que quiero ver. – Lejos de echarse hacia atrás, salió corriendo a por su oponente. El demonio saltó hacia el puño de su objetivo y colocó ambos brazos en equis. No usó su haki esta vez, quería que aquello estuviese todo lo igualado posible. El impacto lo lanzó hacia atrás, provocándole un intenso dolor en los antebrazos y en parte del pecho. Cayó de espaldas al suelo y rodó un poco hacia atrás. La sangre comenzó a emanar de su piel, no le importaba mucho.
Se puso en pie lo más rápido que pudo y mostró una expresión satisfecha. Se quitó la camiseta, dejando ver un cuerpo curtido y lleno de heridas. Ahora tenía una nueva en el pectoral derecho, debido al impacto del enorme ser de piedra. – Sin duda, eres un poderoso luchador. Estaré más que encantado de ayudarte a cumplir tus objetivos. – Mencionó de repente. En ese momento convirtió sus piernas en niebla y comenzó a volar por toda la sala, realizaba círculos a toda su velocidad posible. De repente subió hasta colocar ambos pies en el techo. Acto seguido tomó impulsó y se tiró a por el enorme ser. Con su mantra trató de detectar dónde se hallaba. Una vez lo hizo imbuyó su puño derecho en su haki armadura (nvl1) y lanzó un golpe hacia la zona dónde le indicase su mantra, buscando el pecho. Le diese o no, giraría sobre su propio eje y trataría de lanzarle una patata con toda su potencia. Iría dirigida a la pierna izquierda del monstruo de piedra, pues no buscaba darle a él con ese segundo ataque, de hecho no iba imbuido en haki.
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Parece que el demonio se sorprendió bastante el cambio de imagen que había pegado, eso siempre ayudaba con el elemento sorpresa. Después de todo, quien espera ver que su adversario se convierta en un coloso de piedra? Pero el oficial estaba, curiosamente más contento que sorprendido.
Sin miedo el antiguo almirante se echó encima de mi puño e intentó bloquearlo, pero este salió despedido un par de metros. Empezaba a notar cuando el demonio de la niebla empleaba el haki armadura, aunque aún no estaba seguro. En ese caso estaba en un sesenta por ciento que no lo había utilizado.
Krauser cayó de espalda al suelo y empezó a sangrar un poco. Me preocupe por si me había pasado un poco cuando se pudo levantar fácilmente. “ Joder le acabó a golpear con la misma fuerza que la de un coche atropellándolo. Y sigue como una rosa ” pensaba mientras el antiguo almirante se sacaba la camiseta, dando a mostrar un torso lleno de cicatrices y heridas incluida la que le acababa de hacer. Al menos así tendría un recuerdo mío (más o menos...)
- Sin duda, eres un poderoso luchador. Estaré más que encantado de ayudarte a cumplir tus objetivos - me dijo Krauser-sensei. Ese cumplido era realmente satisfactorio, no todos los días recibas cumplidos de un héroe de guerra.
Después de esas palabras empezó a ponerse en serio, sus piernas empezaron a desvanecerse, dando lugar a la famosa y temible niebla del que era conocido Krauser. Con velocidad empezó a volar por toda alrededor mío dejando estelas de niebla y dejándome sin visión. “ Maldita akuma de la niebla, es como si se la hubieran hecho a medida” pensaba mientras intentaba localizar al ex marine entre todo esa neblina, aunque fue inútil. El oficial apareció de la nada y de un puñetazo recubierto en haki atravesó la capa de roca, la cual aún frenando un poco el impacto, me dio directo al pecho, causando un dolor bastante intenso. Después del impacto, con una agilidad dio una potente patada al pie izquierdo del mi forma golem, la cual se dejó una marca de agrietamientos para segundos después, partirse en varios cachos, dejándome a una pierna de apoyo y dejar que mi coloso de piedra se cayese por el poder de la dura gravedad.
- Oh mierda, mierda, mierda…!- Maldecía en voz alta mientras caía con mi forma rocosa. Hizo tal estruendo que el suelo de toda la sala empezará a temblar y si no fuera yo quien lo había provocado, seriamente habría pensado que nos estaban atacando la base con fuego intenso.
Sin miedo el antiguo almirante se echó encima de mi puño e intentó bloquearlo, pero este salió despedido un par de metros. Empezaba a notar cuando el demonio de la niebla empleaba el haki armadura, aunque aún no estaba seguro. En ese caso estaba en un sesenta por ciento que no lo había utilizado.
Krauser cayó de espalda al suelo y empezó a sangrar un poco. Me preocupe por si me había pasado un poco cuando se pudo levantar fácilmente. “ Joder le acabó a golpear con la misma fuerza que la de un coche atropellándolo. Y sigue como una rosa ” pensaba mientras el antiguo almirante se sacaba la camiseta, dando a mostrar un torso lleno de cicatrices y heridas incluida la que le acababa de hacer. Al menos así tendría un recuerdo mío (más o menos...)
- Sin duda, eres un poderoso luchador. Estaré más que encantado de ayudarte a cumplir tus objetivos - me dijo Krauser-sensei. Ese cumplido era realmente satisfactorio, no todos los días recibas cumplidos de un héroe de guerra.
Después de esas palabras empezó a ponerse en serio, sus piernas empezaron a desvanecerse, dando lugar a la famosa y temible niebla del que era conocido Krauser. Con velocidad empezó a volar por toda alrededor mío dejando estelas de niebla y dejándome sin visión. “ Maldita akuma de la niebla, es como si se la hubieran hecho a medida” pensaba mientras intentaba localizar al ex marine entre todo esa neblina, aunque fue inútil. El oficial apareció de la nada y de un puñetazo recubierto en haki atravesó la capa de roca, la cual aún frenando un poco el impacto, me dio directo al pecho, causando un dolor bastante intenso. Después del impacto, con una agilidad dio una potente patada al pie izquierdo del mi forma golem, la cual se dejó una marca de agrietamientos para segundos después, partirse en varios cachos, dejándome a una pierna de apoyo y dejar que mi coloso de piedra se cayese por el poder de la dura gravedad.
- Oh mierda, mierda, mierda…!- Maldecía en voz alta mientras caía con mi forma rocosa. Hizo tal estruendo que el suelo de toda la sala empezará a temblar y si no fuera yo quien lo había provocado, seriamente habría pensado que nos estaban atacando la base con fuego intenso.
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El demonio observó con tranquilidad, como la enorme masa de piedra caía al suelo provocando un ruido intenso. Esperaba que el resto de los revolucionarios, no pensaran que había un terremoto. Era muy difícil que pensaran que les atacaban, más teniendo Krauser la base bajo tierra. Tenía todo calculado, pero los novatos podrían creerse cualquier cosa. De todas formas, él no estaba nada nervioso, es más, estaba muy calmado. Su expresión era la de una persona que miraba el mar, tranquilidad total. En ese momento soltó un ligero suspiro y se dio cuenta de que el chico no le había atacado. Se esperaba un poco más de caña, de todas formas tampoco iba a abusar, podía estar cansado después de todo el esfuerzo físico. Se colocó su preciosa camiseta, mirando después al luchador de forma simple, acto seguido le dirigió la palabra. – Ve a descansar, mañana por la mañana te quiero corriendo a primera hora. – Dicho aquello, salió de la sala.
Un mes después…
Krauser había supervisado el entrenamiento de aquella persona lo mejor posible. Cada día le hacía hacer ejercicios de toda clase, desde los típicos de gimnasio hasta los que se le ocurrían a él. También había avisado al resto de los rebeldes de los posibles ruidos que iban a escuchar. Ese día, el demonio estaba en la sala de entrenamiento número cinco, como de costumbre. Le había dejado una nota al chico, debía de ir a la sala, entrar y realizar cien flexiones. Nada más terminarlas, debería lanzar golpes a un saco de acero, que el castaño había preparado. – Espero no haberme pasado… – Susurró el demonio para después entrecerrar los ojos despacio.
Se hallaba sentado en uno de los banquillos, vistiendo con una camiseta blanca, un pantalón largo y unas botas militares. A su lado estaba su enorme espadón legendario. También tenía que decirle un par de cosas al chico, como que sus artes no debía enseñarlas a nadie que no fuera de la rebelión. También quedaba prohibido hablar de él, la base o los revolucionarios, a cualquier extraño o persona ajena a la facción. De hecho, Redfield se fiaba pocas veces de las personas, el mundo estaba lleno de traidores y de cabrones. Había que tener muchísimo cuidado, en la marina mismo, había muchísimos incluso cuando él estaba. Ahora aquellos perros estarían a rebosar de felicidad al saber que Krauser no estaba para pararles los pies. Era una putada, pero las circunstancias le habían conducido a aquello. – Vaya calor hace aquí… – Dijo entonces, para después colocar la mano en el suelo y un poco de niebla rodease la sala. No era tan densa para que no se pudiese ver, solo lo justo como para humedecer la habitación un poco.
Un mes después…
Krauser había supervisado el entrenamiento de aquella persona lo mejor posible. Cada día le hacía hacer ejercicios de toda clase, desde los típicos de gimnasio hasta los que se le ocurrían a él. También había avisado al resto de los rebeldes de los posibles ruidos que iban a escuchar. Ese día, el demonio estaba en la sala de entrenamiento número cinco, como de costumbre. Le había dejado una nota al chico, debía de ir a la sala, entrar y realizar cien flexiones. Nada más terminarlas, debería lanzar golpes a un saco de acero, que el castaño había preparado. – Espero no haberme pasado… – Susurró el demonio para después entrecerrar los ojos despacio.
Se hallaba sentado en uno de los banquillos, vistiendo con una camiseta blanca, un pantalón largo y unas botas militares. A su lado estaba su enorme espadón legendario. También tenía que decirle un par de cosas al chico, como que sus artes no debía enseñarlas a nadie que no fuera de la rebelión. También quedaba prohibido hablar de él, la base o los revolucionarios, a cualquier extraño o persona ajena a la facción. De hecho, Redfield se fiaba pocas veces de las personas, el mundo estaba lleno de traidores y de cabrones. Había que tener muchísimo cuidado, en la marina mismo, había muchísimos incluso cuando él estaba. Ahora aquellos perros estarían a rebosar de felicidad al saber que Krauser no estaba para pararles los pies. Era una putada, pero las circunstancias le habían conducido a aquello. – Vaya calor hace aquí… – Dijo entonces, para después colocar la mano en el suelo y un poco de niebla rodease la sala. No era tan densa para que no se pudiese ver, solo lo justo como para humedecer la habitación un poco.
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Empecé a salir de los resto de mi creación, con algún rasguño que otro pero la mayoría del impacto se lo había llevado mi creación rocosa. Siempre me da penita cuando veo roto a mi querido golem, pero al menos podía hacer siempre uno nuevo. Bueno, siempre, siempre… En ese momento estaba agotado. Hoy me iba a pasar todo lo que me quedaba del día durmiendo después de que Krauser-sensei me diera permiso para irme, pero con la condición de volver al día siguiente a continuar con entrenamiento. Espere a que le hubiera impresionado con mis habilidades, siempre hay que dar buenas primeras impresiones.
Un mes después…
Continuaba entrenando en aquella sala donde al demonio de la niebla parecía gustarle tanto supongo que por ser tan grande. Aquel día me tocaba hacer cien flexiones, casi hecho por la nariz el zumo que me estaba bebiendo cuando leí eso en la nota del antiguo almirante. “ Joder, ahora que me estaba acostumbrado a las cincuenta flexiones…” Pensaba mientras hacía las flexiones y el oficial me observaba de lejos. Realmente veía avances físicamente pero aún no conseguía mi objetivo de activar el haki armadura.
Cuando termine las cien flexiones tal y como me pidió, empecé a golpear un saco de acero. Me pregunto siempre dónde sacará este hombre cosas tan raras. Empecé a golpearlo con fuerza, la dureza me recordó al haki armadura que utilizó Krauser en la pelea del primer día.
Mientras golpeaba el saco con fuerza a la espera de que el demonio de la niebla le pareciese suficiente cuando le oí como se quejaba del calor.
- Es normal que haga calor, lo malo de una base subterránea es que no pasa aire - le comente mientras seguía golpeando el saco y él empezaba a sacar niebla, como de costumbre, que humedeció la sala haciéndola más fresca.
Un mes después…
Continuaba entrenando en aquella sala donde al demonio de la niebla parecía gustarle tanto supongo que por ser tan grande. Aquel día me tocaba hacer cien flexiones, casi hecho por la nariz el zumo que me estaba bebiendo cuando leí eso en la nota del antiguo almirante. “ Joder, ahora que me estaba acostumbrado a las cincuenta flexiones…” Pensaba mientras hacía las flexiones y el oficial me observaba de lejos. Realmente veía avances físicamente pero aún no conseguía mi objetivo de activar el haki armadura.
Cuando termine las cien flexiones tal y como me pidió, empecé a golpear un saco de acero. Me pregunto siempre dónde sacará este hombre cosas tan raras. Empecé a golpearlo con fuerza, la dureza me recordó al haki armadura que utilizó Krauser en la pelea del primer día.
Mientras golpeaba el saco con fuerza a la espera de que el demonio de la niebla le pareciese suficiente cuando le oí como se quejaba del calor.
- Es normal que haga calor, lo malo de una base subterránea es que no pasa aire - le comente mientras seguía golpeando el saco y él empezaba a sacar niebla, como de costumbre, que humedeció la sala haciéndola más fresca.
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Osuka tenía bastante interés y se le veía con ganas de aprender. El aumento de flexiones podía ser un poco duro, pero de todas formas lo veía necesario para forzar su cuerpo. El haki armadura era un arte y para aprenderlo al máximo, había que currárselo de una forma bestial. Él mismo había mejorado sus habilidades en la torre de los marines, en el paraíso. Allí consiguió su titulo de almirante tras haber sofocado el intento de rebelión de Trevor. Habían pasado ya unos años desde aquello. Ahora su vida había dado un cambio enorme, estaba entrenando a los rebeldes y además formaba parte de ellos. Todo había sido muy repentino, pero ahora no se arrepentía y por ello simplemente continuaba con su trabajo. Era uno de los mejores entrenadores de la rebelión, pronto sería uno de los generales, tan solo esperaba el momento perfecto.
Entonces la puerta se abrió, dejando paso a Richard, un hombre de cabellos medio largos, moreno y de ojos verdes. Tenía un poco de barba y perilla, en el hombro portaba un arco. Se acercó hasta el demonio de la niebla y le sonrió de forma amable. – Krauser-san, hemos vuelto de la misión de Saint Reia. – El demonio le dedicó una sonrisa para después darle las gracias. Al parecer el tirador había estado haciendo de comunicador y repartidor de mercancías. Llevaba las armas que el castaño hacía a los demás miembros de la rebelión. Él no se olvidaba del resto de sus soldados y por ello era querido por todo el mundo. Era un verdadero militar y encima un buen hombre. No pudo evitar fijarse en cómo el chico, golpeaba el saco con ganas, cosa que le hizo ponerse en pie enseguida. Anuló la niebla, disipándola totalmente y haciendo que la visibilidad fuera perfecta. Empezó a caminar hacia él y una vez estuvo cerca, se cruzó de brazos con toda la calma del mundo. Estaba pensando en un método de hacerlo mucho más divertido y rápido para el chico.
En ese momento miró al arquero y le habló en un tono calmado. – Richard, hazme un favor. Quiero que llenes esta sala de comida para un mes. También haz un par de agujeros por dónde entre el aire, séllanos. – El moreno soltó una pequeña carcajada pero se fue directo a cumplir la orden. El enorme asesino se alejó un poco del chico y después se quedó mirándole. – Hay un baño en la sala continua, vivirás aquí un mes entero. No vas a salir hasta que domines el haki, lucharemos hasta que tus huesos no puedan más. – Una vez dijo aquello, le hizo una señal para que se acercara a él y comenzara a luchar. El castaño se relamió despacio para después quitarse los vendajes, dejando ver unos dientes afilados temibles. – Comienza, no esquives, bloquea. Ataca con todo lo que tengas. – La sala fue cerrada y los sonidos de los taladros haciendo los agujeros, comenzaron a escucharse. Empezaba la operación “haki enjaulado” dónde iba a hacer que el chico sacase aquel poder.
Entonces la puerta se abrió, dejando paso a Richard, un hombre de cabellos medio largos, moreno y de ojos verdes. Tenía un poco de barba y perilla, en el hombro portaba un arco. Se acercó hasta el demonio de la niebla y le sonrió de forma amable. – Krauser-san, hemos vuelto de la misión de Saint Reia. – El demonio le dedicó una sonrisa para después darle las gracias. Al parecer el tirador había estado haciendo de comunicador y repartidor de mercancías. Llevaba las armas que el castaño hacía a los demás miembros de la rebelión. Él no se olvidaba del resto de sus soldados y por ello era querido por todo el mundo. Era un verdadero militar y encima un buen hombre. No pudo evitar fijarse en cómo el chico, golpeaba el saco con ganas, cosa que le hizo ponerse en pie enseguida. Anuló la niebla, disipándola totalmente y haciendo que la visibilidad fuera perfecta. Empezó a caminar hacia él y una vez estuvo cerca, se cruzó de brazos con toda la calma del mundo. Estaba pensando en un método de hacerlo mucho más divertido y rápido para el chico.
En ese momento miró al arquero y le habló en un tono calmado. – Richard, hazme un favor. Quiero que llenes esta sala de comida para un mes. También haz un par de agujeros por dónde entre el aire, séllanos. – El moreno soltó una pequeña carcajada pero se fue directo a cumplir la orden. El enorme asesino se alejó un poco del chico y después se quedó mirándole. – Hay un baño en la sala continua, vivirás aquí un mes entero. No vas a salir hasta que domines el haki, lucharemos hasta que tus huesos no puedan más. – Una vez dijo aquello, le hizo una señal para que se acercara a él y comenzara a luchar. El castaño se relamió despacio para después quitarse los vendajes, dejando ver unos dientes afilados temibles. – Comienza, no esquives, bloquea. Ataca con todo lo que tengas. – La sala fue cerrada y los sonidos de los taladros haciendo los agujeros, comenzaron a escucharse. Empezaba la operación “haki enjaulado” dónde iba a hacer que el chico sacase aquel poder.
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Continúe dándole al saco, me estaba dejando los puños pero esperaba que esto me ayudase a mejorar. Esperaba que todo ese duro entrenamiento estuviese valiendo la pena, aunque tenía bastante fe en los consejos de Krauser. Siempre escuchaba que el haki se despertaba en los momentos de máximo esfuerzo, por lo que podría estar en buen camino.
La puerta de la gran sala se abrió dando a ver a Richard, uno de los hombres a los que Krauser más confiaba. Parece que estuvo haciendo una misión por Saint Reia, nunca había ido a ese asentamiento rebelde y me preguntaba si mi hermano estaba allí. Tras una breve charla con el Oficial, el arquero se fue fuera de la sala de nuevo.
Tras ello, el oficial me indico que a partir de ahora viviría dentro de aquella gran sala hasta que no dominara mi haki. “Vaya, encerrar al animal para que enseñe los dientes” pensaba de la estrategia del antiguo almirante, el simple hecho de tener que quedarme encerrado haría que me pusiera aún más las pilas.
El antiguo almirante me hizo un gesto, para que me preparase para un combate. Aunque en este caso se retiró sus vendajes dando a mostrar unos grandes dientes afilados como si se tratase de un tiburón. Si ese hombre se mordía la lengua seguramente lo pasaría putas. Aunque aún estaba sorprendido por ver por primera vez el secreto de Krauser-sensei, me puse en posición de combate
- Te voy a enseñar que no he estado este mes tocándome los mocos - tras decirle esto active mi Kikansha modo para aumentar mi velocidad y reflejos, y me dispuse a darles unos cuantos golpes sin el recubrimiento de piedra y después asestar con mi Broken Walls, la cual tendría ventaja si Krauser se cubría y no esquivaba.
Intentaría no abusaría tanto de mi akuma esta vez, eso me hizo perder fácilmente la última vez y además necesitaba notar los golpes en mi puño, o no podría sentir cuando estaría listo para dominar aquel haki.
La puerta de la gran sala se abrió dando a ver a Richard, uno de los hombres a los que Krauser más confiaba. Parece que estuvo haciendo una misión por Saint Reia, nunca había ido a ese asentamiento rebelde y me preguntaba si mi hermano estaba allí. Tras una breve charla con el Oficial, el arquero se fue fuera de la sala de nuevo.
Tras ello, el oficial me indico que a partir de ahora viviría dentro de aquella gran sala hasta que no dominara mi haki. “Vaya, encerrar al animal para que enseñe los dientes” pensaba de la estrategia del antiguo almirante, el simple hecho de tener que quedarme encerrado haría que me pusiera aún más las pilas.
El antiguo almirante me hizo un gesto, para que me preparase para un combate. Aunque en este caso se retiró sus vendajes dando a mostrar unos grandes dientes afilados como si se tratase de un tiburón. Si ese hombre se mordía la lengua seguramente lo pasaría putas. Aunque aún estaba sorprendido por ver por primera vez el secreto de Krauser-sensei, me puse en posición de combate
- Te voy a enseñar que no he estado este mes tocándome los mocos - tras decirle esto active mi Kikansha modo para aumentar mi velocidad y reflejos, y me dispuse a darles unos cuantos golpes sin el recubrimiento de piedra y después asestar con mi Broken Walls, la cual tendría ventaja si Krauser se cubría y no esquivaba.
Intentaría no abusaría tanto de mi akuma esta vez, eso me hizo perder fácilmente la última vez y además necesitaba notar los golpes en mi puño, o no podría sentir cuando estaría listo para dominar aquel haki.
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El demonio observaba al chico con una tranquilidad asombrosa. Estaba demasiado acostumbrado a luchar contra tipos que utilizaban el cuerpo a cuerpo. De modo que no iba a recibir nada inesperado. Últimamente el mundo estaba lleno de luchadores más que de otra cosa, aquello le hacía sentir raro. Él también sabía luchar cuerpo a cuerpo pero prefería usar los métodos de sus armas. En aquel entrenamiento no pensaba usarlas, tampoco quería cortar al joven sin motivo. Además usando su espada legendaria se consideraba invencible. Aquella maravilla podía ser alimentada con sangre y regenerar la salud y cansancio del demonio. Por ello luchar en una zona de cadáveres con él, era prácticamente un suicidio. Tampoco pensaba que nadie fuese tan idiota como para tratar de asesinarle. De hecho él mismo quería ir por los almirantes en solitario y tras un par de yonkous. No le temía a nadie, nunca lo había hecho y esos no iba a cambiar.
Soltó un leve suspiro y activó su haki de observación. Pudo notar la presencia del chico tan solo en aquella sala, después entrecerró los ojos y sonrió de lado. Llegaba el momento de otro divertido entrenamiento en el que disfrutaría al máximo. Corrió a por el joven y cuando estuvo cerca se frenó, comenzando a bloquear sus ataques con sus propios puños imbuidos en un haki armadura básico. De aquella forma apenas se hacía daño. La velocidad del chico era muy buena y le costaba un poco seguir el ritmo. En ese momento su mantra le advirtió de la potencia del ataque del rebelde. Entonces fue cuando todo el brazo del demonio se tornó en un tono negro metálico. Chocó sus nudillos contra los de su oponente y retrocedió unos cuarenta centímetros. Estuvo a punto de hacerse intangible pero tampoco quería que el chico se desanimase. Notó cierto dolor en su puño y entonces se relamió despacio. La potencia había sido muy buena, pero de todas formas su haki tenía una capacidad bastante buena.
Tras aquel ataque, el ex marine se echó un poco hacia atrás y clavó su mirada en el chico. – Buen puñetazo. Sin duda he tenido que usar un nivel más de haki como has comprobado, pero ese no es todo mi potencial. – Una sonrisa surgió del demonio de la niebla, era el momento de usar una de sus formas favoritas. Llevaba tiempo sin usarla y no quería perder practica con ella. Se colocó la mano en el pecho empezando a llenarse de niebla. En poco tiempo el ex marine medía seis metros de altura y su musculatura había aumentado de forma exagerada. Su fuerza se duplicó y su resistencia mejoró bastante. Su cabeza casi daba con el techo, pero ahora miraba al chico con una expresión siniestra. – Demon Kiri, una técnica formidable. Será mejor que des todo lo que puedas en tu próximo ataque. – Una vez dijo aquello, el asesino lanzó una potente patada rumbo al chico. Le diese o no, lanzaría un puñetazo al aire, ondulándolo y formando una onda de choque que iría hacia él. – ¡Ripera strong! – [Manual Genkidama] Tras aquello, se cruzaría de brazos esperando el ataque del chico.
Soltó un leve suspiro y activó su haki de observación. Pudo notar la presencia del chico tan solo en aquella sala, después entrecerró los ojos y sonrió de lado. Llegaba el momento de otro divertido entrenamiento en el que disfrutaría al máximo. Corrió a por el joven y cuando estuvo cerca se frenó, comenzando a bloquear sus ataques con sus propios puños imbuidos en un haki armadura básico. De aquella forma apenas se hacía daño. La velocidad del chico era muy buena y le costaba un poco seguir el ritmo. En ese momento su mantra le advirtió de la potencia del ataque del rebelde. Entonces fue cuando todo el brazo del demonio se tornó en un tono negro metálico. Chocó sus nudillos contra los de su oponente y retrocedió unos cuarenta centímetros. Estuvo a punto de hacerse intangible pero tampoco quería que el chico se desanimase. Notó cierto dolor en su puño y entonces se relamió despacio. La potencia había sido muy buena, pero de todas formas su haki tenía una capacidad bastante buena.
Tras aquel ataque, el ex marine se echó un poco hacia atrás y clavó su mirada en el chico. – Buen puñetazo. Sin duda he tenido que usar un nivel más de haki como has comprobado, pero ese no es todo mi potencial. – Una sonrisa surgió del demonio de la niebla, era el momento de usar una de sus formas favoritas. Llevaba tiempo sin usarla y no quería perder practica con ella. Se colocó la mano en el pecho empezando a llenarse de niebla. En poco tiempo el ex marine medía seis metros de altura y su musculatura había aumentado de forma exagerada. Su fuerza se duplicó y su resistencia mejoró bastante. Su cabeza casi daba con el techo, pero ahora miraba al chico con una expresión siniestra. – Demon Kiri, una técnica formidable. Será mejor que des todo lo que puedas en tu próximo ataque. – Una vez dijo aquello, el asesino lanzó una potente patada rumbo al chico. Le diese o no, lanzaría un puñetazo al aire, ondulándolo y formando una onda de choque que iría hacia él. – ¡Ripera strong! – [Manual Genkidama] Tras aquello, se cruzaría de brazos esperando el ataque del chico.
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“ Bien, parece que eso le dolió al menos un poco ” me decía a mí mismo mientras me volvía a posición de pelea y el antiguo almirante me halagaba por el buen golpe, el cual decía que tuvo que usar un nivel más alto de haki. Las dudas aún pasaban por mi cabeza sobre el haki y como este tenía una especie de niveles. Supongo que cuanto más nivel de haki se utilizara más resistente pero más agotamiento tendría. Pero no era momento de pensar en eso, mi principal objetivo era activar el haki. La gran mayoría los altos cargos del Gobierno eran usuarios de logias muy poderosas, incluida la exótica Mera Mera, la fruta que perteneció al hijo de Gold D. Roger y que ahora pertenecía a un marine de alto rango el cual ahora mismo no me viene la cabeza el nombre.
El demonio de la niebla no se dejó amedrentar por mi ataque por lo que empezó con un movimiento que me dejaría patidifuso. El oficial se puso una mano en el pecho y esta empezó a soltar niebla, hinchándolo como si se tratase de un globo. Para cuando terminó era una bestia que casi tocaba el techo de aquella sala. No sé si Krauser lo notaba pero en ese momento estaba aterrorizado, aunque al menos hice parecer que mantenía la calma.
- Muy bien, si quieres una pelea de gigantes, yo soy el indicado - dije mientras como la última vez empecé a adoptar mi forma golem, aunque esta era incluso pequeña comparado con ese mazacote. Pero esta vez tenía un nuevo truco que ridiculizara cualquiera de mis anteriores técnicas.
El primer impacto que recibí fue una patada del oficial que puede bloquear con facilidad aunque el impacto me hizo retroceder un montón de metros y haciéndome chocar contra una de las paredes de la sala. Después de aquello, lanzó un puñetazo al aire para hacer una onda de choque. - No me vas a pillar con ese truco Krauser! - le dije mientras creaba una onda de choque con el puño derecho del golem para intentar detener el suyo. - Jishin! - [Manual Genkidama] Aunque no fue capaz, lo debilitó lo suficiente como para que lo pudiera bloquear sin problemas.
- Oficial Krauser, va ser testigo de mi nuevo truco. Veamos si puedes parar esto! - tras decir aquello, todo el golem se empezó a mal formar dando de nuevo a ver mi verdadero aspecto. Pero esta roca no volvió al suelo. Todo el material de mi criatura de piedra paso a mi puño derecho, dando a ver un brazo colosal de un tamaño parecido a la Demon Kiri del Oficial en ese momento. - Prepárate Krauser! GAIA'S... TITAN... ARM! - grite mientras esa estructura de piedra se dirigía al antiguo almirante para acertarle el mayor golpe que hubiese dado nunca. Nunca le había probado, no imaginaria que pasaría después del esfuerzo. Lo único que sabía que estaba gastando toda mi fuerza, ya que no podía levantar aquel puño y este se podía desplazar con velocidad gracias a que podía mover la piedra del suelo de la sala.
El demonio de la niebla no se dejó amedrentar por mi ataque por lo que empezó con un movimiento que me dejaría patidifuso. El oficial se puso una mano en el pecho y esta empezó a soltar niebla, hinchándolo como si se tratase de un globo. Para cuando terminó era una bestia que casi tocaba el techo de aquella sala. No sé si Krauser lo notaba pero en ese momento estaba aterrorizado, aunque al menos hice parecer que mantenía la calma.
- Muy bien, si quieres una pelea de gigantes, yo soy el indicado - dije mientras como la última vez empecé a adoptar mi forma golem, aunque esta era incluso pequeña comparado con ese mazacote. Pero esta vez tenía un nuevo truco que ridiculizara cualquiera de mis anteriores técnicas.
El primer impacto que recibí fue una patada del oficial que puede bloquear con facilidad aunque el impacto me hizo retroceder un montón de metros y haciéndome chocar contra una de las paredes de la sala. Después de aquello, lanzó un puñetazo al aire para hacer una onda de choque. - No me vas a pillar con ese truco Krauser! - le dije mientras creaba una onda de choque con el puño derecho del golem para intentar detener el suyo. - Jishin! - [Manual Genkidama] Aunque no fue capaz, lo debilitó lo suficiente como para que lo pudiera bloquear sin problemas.
- Oficial Krauser, va ser testigo de mi nuevo truco. Veamos si puedes parar esto! - tras decir aquello, todo el golem se empezó a mal formar dando de nuevo a ver mi verdadero aspecto. Pero esta roca no volvió al suelo. Todo el material de mi criatura de piedra paso a mi puño derecho, dando a ver un brazo colosal de un tamaño parecido a la Demon Kiri del Oficial en ese momento. - Prepárate Krauser! GAIA'S... TITAN... ARM! - grite mientras esa estructura de piedra se dirigía al antiguo almirante para acertarle el mayor golpe que hubiese dado nunca. Nunca le había probado, no imaginaria que pasaría después del esfuerzo. Lo único que sabía que estaba gastando toda mi fuerza, ya que no podía levantar aquel puño y este se podía desplazar con velocidad gracias a que podía mover la piedra del suelo de la sala.
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La patada del demonio logró impactar en el chico, que al parecer, había formado de nuevo aquella masa de piedra a su alrededor. Pudo lanzarlo lo suficiente como para quedar a una distancia considerable, pero al parecer lanzó otra onda de choque contra la suya. El estallido de ambas hizo que el castaño retrocediera un par de pasos y frunciera el ceño. En ese momento soltó una leve carcajada y clavó su mirada en el chico. – Maravilloso. Muéstrame los mundos de tu poder. – Dijo simplemente para después comenzar a empequeñecer, volviendo a su estado normal. Tampoco iba a abusar mucho de aquel chico. Sus pardos ojos estaban fijos en él y estaba deseando saber cuál iba a ser su próximo movimiento. Quiso que le pillara por sorpresa y desactivó el haki de observación, para de aquel modo, poder divertirse más de la cuenta.
De repente el rebelde formó un puño enorme de piedra. El tamaño de aquella cosa era enorme, pero el demonio tenía sus propias jugadas. Todo el brazo del ex marine se tornó en una espesa niebla, hasta que formó su propio puño, hecho de su elemento y de un metro de altura. Su textura era la del hierro y por ello contaba con aquello para vencer a la roca. No podía tener un tamaño enorme pero usó el haki armadura al máximo, haciendo que tuviese un color morado azabache. Lanzó su puño contra el de su oponente mientras entrecerraba los ojos. El poderoso impacto le hizo salir despedido hacia atrás, clavando su espalda en una pared cercana e imbuyéndose totalmente en haki para no joderse. Notó un arduo dolor en los nudillos y frunció el ceño para después lamerse un poco la mano. A pesar de toda su defensa, le había dolido bastante.
En ese momento dio un paso al frente, sintiendo como el sudor la caía por la frente. – Eso ha estado muy bien. Pero ya va siendo hora de que aumentemos las cosas en dificultad. – Krauser caminó a la banca y tomó unos de sus machetes. A continuación se lanzó a por su oponente. No pensaba darle con la parte que cortaba y por ello empezó una seria de ataques con la zona roma del arma. Ni siquiera la había imbuido en haki, pero aquella arma estaba hecha de kairouseki puro y planeaba atontarlo para que el daño fuese mayor. A lo mejor el chico desconocía aquel mineral y por ello se llevaba una sorpresa al llevarse el primer ataque. Ahora solo faltaba darle y ver la reacción que ponía. Todo estaba resultando ser muy interesante y por ello el demonio tenía una expresión tranquila. Se lo estaba pasando en grande entrenando a aquel chico.
De repente el rebelde formó un puño enorme de piedra. El tamaño de aquella cosa era enorme, pero el demonio tenía sus propias jugadas. Todo el brazo del ex marine se tornó en una espesa niebla, hasta que formó su propio puño, hecho de su elemento y de un metro de altura. Su textura era la del hierro y por ello contaba con aquello para vencer a la roca. No podía tener un tamaño enorme pero usó el haki armadura al máximo, haciendo que tuviese un color morado azabache. Lanzó su puño contra el de su oponente mientras entrecerraba los ojos. El poderoso impacto le hizo salir despedido hacia atrás, clavando su espalda en una pared cercana e imbuyéndose totalmente en haki para no joderse. Notó un arduo dolor en los nudillos y frunció el ceño para después lamerse un poco la mano. A pesar de toda su defensa, le había dolido bastante.
En ese momento dio un paso al frente, sintiendo como el sudor la caía por la frente. – Eso ha estado muy bien. Pero ya va siendo hora de que aumentemos las cosas en dificultad. – Krauser caminó a la banca y tomó unos de sus machetes. A continuación se lanzó a por su oponente. No pensaba darle con la parte que cortaba y por ello empezó una seria de ataques con la zona roma del arma. Ni siquiera la había imbuido en haki, pero aquella arma estaba hecha de kairouseki puro y planeaba atontarlo para que el daño fuese mayor. A lo mejor el chico desconocía aquel mineral y por ello se llevaba una sorpresa al llevarse el primer ataque. Ahora solo faltaba darle y ver la reacción que ponía. Todo estaba resultando ser muy interesante y por ello el demonio tenía una expresión tranquila. Se lo estaba pasando en grande entrenando a aquel chico.
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El gran impacto que ocasionó mi titánico puño y el lustroso brazo ennegrecido del ex-almirante al chocar nuestros nudillos hizo que el oficial saliera despedido hasta empotrarse contra una pared, mientras que yo salía por el otro lado dando vueltas en el suelto hasta darme con la espalda en la pared en dirección contraria del demonio. Ese último golpe había sido espectacular e incluso pude notarlo durante un instante, sólo había sido una fracción de segundo pero el haki había surgido dentro de mí durante un instante. Solo necesitaba forzar de nuevo más movimientos de esos para poco a poco desarrollar el haki armadura.
Después de estar pensando en lo que paso me percate en los destrozos que había provocado en aquella gran sala donde muchos trozos de mi brazo gigante habían volado e incrustado con fuerza a las paredes e incluso el pulgar había dejado un enorme agujero en una de las puertas de aquella sala de entrenamiento. Estaba seguro que después me iba a tocar limpiar todo este estropicio, principalmente porque nadie en la base podría mover con facilidad estos escombros. Pero lo único que solté fue una buena carcajada a la vez que descansaba mientras Krauser iba a por uno de sus machetes, listo para el siguiente asalto.
Antes de levantarme cree una de mis “Kodais no hebi” la cual permanecía tranquila debajo del suelo. Me estaba emocionando demasiado con este combate y quería enseñarle todas mis técnicas a mi maestro, incluida aquella serpiente pétrea que servía para inmovilizar al contrario. - Antes de pedir que me entrenaras escuche que eras bastante estricto con las sesiones de instrucción. Pero, tengo que admitir que hacía años que no me lo pasaba tan bien - le dije mientras me ponía en posición defensiva y con sonrisa en la cara esperando el ataque del antiguo almirante. El oficial se lanzó a por mí queriéndome dar con la parte no cortante del machete. Bueno, al menos no sería otra persona que perdería una extremidad por las manos de ese hombre. Aprovechando que su filo estaba en esa posición intente parar el impacto con cuidado para no cortarme. Pero solo tarde un segundo después de tocar esa arma para darme cuenta que era e intente apartar al almirante de una patada.
- Kairoseki, ya decía yo, que con tanta arma a la espalda no tuvieras alguna arma más de esas además de tu espadón - le dije mientras la serpiente que había creado se seguía dirigiendo bajo el suelo al almirante por su lado derecho. Tuve suerte de que el contacto con el Kairo solo la inmovilizara y no la disolviese. Cargue contra el oficial para despistarlo y que la víbora de piedra saliese con rapidez e lo inmovilizara. Mientras yo empecé a soltar tres ondas de choque contra el demonio de la niebla. -Jishin!Jishin!Jishin!
Después de estar pensando en lo que paso me percate en los destrozos que había provocado en aquella gran sala donde muchos trozos de mi brazo gigante habían volado e incrustado con fuerza a las paredes e incluso el pulgar había dejado un enorme agujero en una de las puertas de aquella sala de entrenamiento. Estaba seguro que después me iba a tocar limpiar todo este estropicio, principalmente porque nadie en la base podría mover con facilidad estos escombros. Pero lo único que solté fue una buena carcajada a la vez que descansaba mientras Krauser iba a por uno de sus machetes, listo para el siguiente asalto.
Antes de levantarme cree una de mis “Kodais no hebi” la cual permanecía tranquila debajo del suelo. Me estaba emocionando demasiado con este combate y quería enseñarle todas mis técnicas a mi maestro, incluida aquella serpiente pétrea que servía para inmovilizar al contrario. - Antes de pedir que me entrenaras escuche que eras bastante estricto con las sesiones de instrucción. Pero, tengo que admitir que hacía años que no me lo pasaba tan bien - le dije mientras me ponía en posición defensiva y con sonrisa en la cara esperando el ataque del antiguo almirante. El oficial se lanzó a por mí queriéndome dar con la parte no cortante del machete. Bueno, al menos no sería otra persona que perdería una extremidad por las manos de ese hombre. Aprovechando que su filo estaba en esa posición intente parar el impacto con cuidado para no cortarme. Pero solo tarde un segundo después de tocar esa arma para darme cuenta que era e intente apartar al almirante de una patada.
- Kairoseki, ya decía yo, que con tanta arma a la espalda no tuvieras alguna arma más de esas además de tu espadón - le dije mientras la serpiente que había creado se seguía dirigiendo bajo el suelo al almirante por su lado derecho. Tuve suerte de que el contacto con el Kairo solo la inmovilizara y no la disolviese. Cargue contra el oficial para despistarlo y que la víbora de piedra saliese con rapidez e lo inmovilizara. Mientras yo empecé a soltar tres ondas de choque contra el demonio de la niebla. -Jishin!Jishin!Jishin!
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El demonio continuaba lanzando golpes con su arma. De repente pudo ver cómo el chico trataba de alejarle de una patada. La recibió de lleno en el pecho, usando el impulso para saltar hacia atrás y realizar un mortal. El castaño clavó la rodilla derecha en el suelo y se quedó mirando al chico con una expresión calmada. Al escuchar que el chico se lo pasaba bien, no pudo evitar sonreír de lado. Le gustaba ese tipo de gente y por ello ahora aplaudió un poco, para después dar un par de pasos hacia delante. Ya estaba planeando su siguiente estrategia cuando de repente tomó un poco de aire y lo soltó de forma violenta. – Estoy seguro de que vas a conseguir tu objetivo. Pero por el momento me has dado ganas de continuar jugando. – Dijo el demonio con una expresión tranquila.
En ese momento escuchó las palabras acerca de su arma y no pudo evitar sonreír de forma siniestra. Entonces fue cuando del suelo salió una especie de culebra que empezó a aprisionarle. Alzó una deja mientras se dejaba hacer, sabiendo que con su mantra podría haberla evitado. Al no tenerlo activado no pudo hacerlo. Al notar la sensación de la piedra rodear su cuerpo, entrecerró los ojos con toda la calma del mundo y miró al chico. De repente una serie de ondas de choque llegaron hacia el revolucionario. El castaño se dejó dar, en ese momento salió volando hacia atrás, rumbo a una de las paredes. Se estampó de lleno contra ella, haciéndose pedazos la cabeza, la cual se dividió en varios fragmentos de niebla. Su cuerpo estaba en su forma completa y por ello no había recibido mucho daño. La pared no disponía de haki armadura y por ello podía librarse.
Se formó de nuevo frente a los ojos del joven y arrojó el machete a un lado. – Ya debe de quedar poco. Dalo todo en estos últimos minutos. – Dijo de forma un poco seria para después hacer que sus brazos se pigmentaran en un tono negro metálico. Mostró su haki armadura a un nivel medio y después sonrió de lado. Sin pensárselo más, salió disparado hacia él y trató de impactarle un puñetazo en el pecho. Le diese o no, intentaría lanzarle una ráfaga de puñetazos rumbo al torso. Serían un total de cuatro y con una fuerza considerable. Después de eso se lanzaría hacia atrás y le miraría de forma calmada. – ¡Vamos! Un último ataque y descanso de media hora. – Dijo con un tono calmado para después colocarse en posición de combate. Quedando su brazo derecho por delante del cuerpo con el puño cerrado y el izquierdo en su espalda.
En ese momento escuchó las palabras acerca de su arma y no pudo evitar sonreír de forma siniestra. Entonces fue cuando del suelo salió una especie de culebra que empezó a aprisionarle. Alzó una deja mientras se dejaba hacer, sabiendo que con su mantra podría haberla evitado. Al no tenerlo activado no pudo hacerlo. Al notar la sensación de la piedra rodear su cuerpo, entrecerró los ojos con toda la calma del mundo y miró al chico. De repente una serie de ondas de choque llegaron hacia el revolucionario. El castaño se dejó dar, en ese momento salió volando hacia atrás, rumbo a una de las paredes. Se estampó de lleno contra ella, haciéndose pedazos la cabeza, la cual se dividió en varios fragmentos de niebla. Su cuerpo estaba en su forma completa y por ello no había recibido mucho daño. La pared no disponía de haki armadura y por ello podía librarse.
Se formó de nuevo frente a los ojos del joven y arrojó el machete a un lado. – Ya debe de quedar poco. Dalo todo en estos últimos minutos. – Dijo de forma un poco seria para después hacer que sus brazos se pigmentaran en un tono negro metálico. Mostró su haki armadura a un nivel medio y después sonrió de lado. Sin pensárselo más, salió disparado hacia él y trató de impactarle un puñetazo en el pecho. Le diese o no, intentaría lanzarle una ráfaga de puñetazos rumbo al torso. Serían un total de cuatro y con una fuerza considerable. Después de eso se lanzaría hacia atrás y le miraría de forma calmada. – ¡Vamos! Un último ataque y descanso de media hora. – Dijo con un tono calmado para después colocarse en posición de combate. Quedando su brazo derecho por delante del cuerpo con el puño cerrado y el izquierdo en su espalda.
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El combate estaba llegando a su clímax, me dolían todos mis huesos pero no iba a detenerme. El Oficial parecía algo cansado aunque sabía bien que se podría haber ahorrado la gran parte de mis golpes. Incluido el hecho de que pudiera atraparlo con la víbora de piedra y que pudiera lanzarlo contra una pared de nuevo en la que no tuvo otro remedio que usar el poder de su logia o su cabeza hubiese acabado hecha puré. El antigua almirante, después de recomponerse, hecho a un lado el machete e imbuyo sus brazos de aquel negro azabache de nuevo mostrando una sonrisa bastante siniestra con esos dientes afilados mientras me indicaba que aguantase unos últimos minutos.
El demonio de la niebla se lanzó hacia mí dándome en todo el pecho sin que pudiera bloquearlo. Sabía que tanto usar técnicas y forzar mi akuma demasiado me estaba dejando hecho polvo e incluso pude notar como me sangraba un poco la nariz. Sería por las hostias que había recibido o por sacar fuera de mis límites la Ishi Ishi? Si era por lo segundo se lo comentaría a Shiro ya que desde la misión que hice con él, le he había confiado todos mi temas de salud. Además cualquier curiosidad que puede ocasionar una fruta del diablo seguro que le gustaba.
Pude reaccionar a algunos golpes que iban dirección a mi torso aunque para mi desgracia no pude con todos. Aquellos golpes hicieron que me viniera el sabor de la bilis en la boca la cual volví a tragar con rapidez, dejando mi garganta con un desagradable sabor. El oficial, quería que preparase el último golpe antes de descansar dejando a mostrar un puño cerrado delante de su cuerpo. Empecé a cargar contra él mientras preparaba el último de mis puños de piedra, este era más reducido y estaba resquebrajado, debido al cansancio extremo, pero el puño en si lo quise dar con la suficiente fuerza como para dejar fuera de combate a un hombre corriente. Lo malo es que aquel ex-almirante no era un humano corriente.
El demonio de la niebla se lanzó hacia mí dándome en todo el pecho sin que pudiera bloquearlo. Sabía que tanto usar técnicas y forzar mi akuma demasiado me estaba dejando hecho polvo e incluso pude notar como me sangraba un poco la nariz. Sería por las hostias que había recibido o por sacar fuera de mis límites la Ishi Ishi? Si era por lo segundo se lo comentaría a Shiro ya que desde la misión que hice con él, le he había confiado todos mi temas de salud. Además cualquier curiosidad que puede ocasionar una fruta del diablo seguro que le gustaba.
Pude reaccionar a algunos golpes que iban dirección a mi torso aunque para mi desgracia no pude con todos. Aquellos golpes hicieron que me viniera el sabor de la bilis en la boca la cual volví a tragar con rapidez, dejando mi garganta con un desagradable sabor. El oficial, quería que preparase el último golpe antes de descansar dejando a mostrar un puño cerrado delante de su cuerpo. Empecé a cargar contra él mientras preparaba el último de mis puños de piedra, este era más reducido y estaba resquebrajado, debido al cansancio extremo, pero el puño en si lo quise dar con la suficiente fuerza como para dejar fuera de combate a un hombre corriente. Lo malo es que aquel ex-almirante no era un humano corriente.
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Los ataques del demonio de la niebla iban impactando en el chico. La sangre iba saliendo de su nariz y eso le hizo alzar una ceja. Tal vez se estaba pasando. El chico se veía con ganas de aprender y por ello esperaba que lograse despertar aquel poder. En ese momento pudo ver cómo el joven trataba de lanzarle un puñetazo. Parecía estar al límite de sus fuerzas y por ello era mejor ir finalizando de una vez. Cerró los ojos e interpuso su antebrazo imbuido en el haki armadura de nivel dos. La roca se rompió y el demonio hizo una señal de stop. Ya era suficiente por ese día. Entonces miró al chico de forma calmada y se limpió el sudor que tenía en la frente. – Descansa por hoy. – Dijo en un tono calmado para después tumbarse en el suelo.
Su objetivo estaba llegando a su fin. Era el último revolucionario al que pensaba enseñar. Ya era el momento de ir completando misiones también. Era importante mostrar pasión y destacar en los demás objetivos. De aquella forma su ansiado puesto de general estaría mucho más cerca de sus manos. Respiraba de forma un poco agitada debido al intenso ejercicio que había hecho con el chico.
Tres semanas después
Los entrenamientos habían continuado cada día sin descanso. Allí tenían comida de sobre y por eso podían continuar. Además el demonio se había mostrado más abiertamente con el luchador. Le empezaba a coger confianza debido al tiempo. Cosa que podía considerarse normal al fin y al cabo. De vez en cuando le enviaba misiones a Richard y al resto de sus hombres, de aquella forma no estaba quieto para nada. Era un tipo muy trabajador y aquello se podía notar con facilidad.
Aquel día eran las ocho de la mañana. La sala estaba llena totalmente de niebla y el demonio estaba sentado en el centro, con los ojos cerrados y esperando a que el chico despertara. Iba a ser el día, lo estaba presintiendo. El luchador debía de sacar aquel poder de una buena vez. Lo pensaba poner contra las cuerdas si hacía falta. Él ya había desayunado un par de bocadillos de atún y con eso se daba por satisfecho. Lo mejor iba a ser el ruido que harían, despertarían a todos los rebeldes que estuviesen durmiendo. Iba a ser muy gracioso y de paso se echarían unas risas. Ellos no podían pasar debido a que la enorme sala estaba sellada.
Su objetivo estaba llegando a su fin. Era el último revolucionario al que pensaba enseñar. Ya era el momento de ir completando misiones también. Era importante mostrar pasión y destacar en los demás objetivos. De aquella forma su ansiado puesto de general estaría mucho más cerca de sus manos. Respiraba de forma un poco agitada debido al intenso ejercicio que había hecho con el chico.
Tres semanas después
Los entrenamientos habían continuado cada día sin descanso. Allí tenían comida de sobre y por eso podían continuar. Además el demonio se había mostrado más abiertamente con el luchador. Le empezaba a coger confianza debido al tiempo. Cosa que podía considerarse normal al fin y al cabo. De vez en cuando le enviaba misiones a Richard y al resto de sus hombres, de aquella forma no estaba quieto para nada. Era un tipo muy trabajador y aquello se podía notar con facilidad.
Aquel día eran las ocho de la mañana. La sala estaba llena totalmente de niebla y el demonio estaba sentado en el centro, con los ojos cerrados y esperando a que el chico despertara. Iba a ser el día, lo estaba presintiendo. El luchador debía de sacar aquel poder de una buena vez. Lo pensaba poner contra las cuerdas si hacía falta. Él ya había desayunado un par de bocadillos de atún y con eso se daba por satisfecho. Lo mejor iba a ser el ruido que harían, despertarían a todos los rebeldes que estuviesen durmiendo. Iba a ser muy gracioso y de paso se echarían unas risas. Ellos no podían pasar debido a que la enorme sala estaba sellada.
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Como me temía, un simple puñetazo había sido detenido por el antiguo almirante por su brazo cubierto en haki. La piedra que cubría mi puño a cabo partiendo por diferentes sitios debido a sus anteriores grietas y desplomándose cerca de nuestros pies provocando un sonido contundente. El demonio se parece que se percató de mi estado, por lo que después de parar el golpe me indico que por hoy terminamos el entrenamiento y que podía descansar por hoy. Me senté en el suelo de golpe sin importarme el punto de apoyo. Solo buscaba descansar las piernas y después de tal pelea, me daba igual que me diese un culetazo contra el suelo.
A pesar de toda la paliza que había recibido, estaba contento debido a que me lo había pasado en grande. Antes, pocas veces veía a personas más fuertes que yo, pero gracias a Krauser he descubierto que aún me queda mucho por mejorar. Él me estaba enseñando a mejorar mi potencial y yo le seguiría fielmente tanto en este entrenamiento como en cualquier operación en la que me necesite.
Tres meses después
Ya estaba a mitad de la cuarta semana en la que estuve encerrado en aquella sala de entrenamiento. Todos los días seguía el entrenamiento intenso y de vez en cuando se oían a la gente de fuera por los agujeros donde pasaba el aire; que la próxima vez que luchase contra el Oficial, todas las personas cercanas se pondrían cascos por si había desprendimiento esta vez. Me hace gracia oír ese tipo de cosas, porque después de todo no era inventado. Los entrenamientos de tito Krau no eran especialmente silenciosos, pero al menos cansaban tanto que dormía después como un bebé.
Serían las ocho las nueve de la mañana, ya que despertarme tantas veces a esa hora había programado mi reloj de sueño. Lo primero que vi al abrir los ojos fue una extensa capa blanca la cual no me dejaba ver a dos palmos, lo que me hizo pensar que Krauser ya llevaba despierto un buen rato. Antes de dirigirme a mi superior fui a la reserva de alimentos y cogí una pequeña bola de arroz de una caja que había, se estaban acabando y me estaba dando un poco de lastima ya que era mi comida favorita con la que más de una persona en la base me había embaucado para hacer algún favor.
- Buenos días Krauser-sensei - le dije al ex-almirante mientras probaba un bocado de mi desayuno. Hoy el relleno de la bola era de salmón y aunque eran trocitos pequeños se podía notar el sabor.- ¿Quieres que de un par de vueltas para calentar un poco? – le pregunte mientras le daba la segunda mordida a la bola de arroz a la espera de una respuesta del oficial.
A pesar de toda la paliza que había recibido, estaba contento debido a que me lo había pasado en grande. Antes, pocas veces veía a personas más fuertes que yo, pero gracias a Krauser he descubierto que aún me queda mucho por mejorar. Él me estaba enseñando a mejorar mi potencial y yo le seguiría fielmente tanto en este entrenamiento como en cualquier operación en la que me necesite.
Tres meses después
Ya estaba a mitad de la cuarta semana en la que estuve encerrado en aquella sala de entrenamiento. Todos los días seguía el entrenamiento intenso y de vez en cuando se oían a la gente de fuera por los agujeros donde pasaba el aire; que la próxima vez que luchase contra el Oficial, todas las personas cercanas se pondrían cascos por si había desprendimiento esta vez. Me hace gracia oír ese tipo de cosas, porque después de todo no era inventado. Los entrenamientos de tito Krau no eran especialmente silenciosos, pero al menos cansaban tanto que dormía después como un bebé.
Serían las ocho las nueve de la mañana, ya que despertarme tantas veces a esa hora había programado mi reloj de sueño. Lo primero que vi al abrir los ojos fue una extensa capa blanca la cual no me dejaba ver a dos palmos, lo que me hizo pensar que Krauser ya llevaba despierto un buen rato. Antes de dirigirme a mi superior fui a la reserva de alimentos y cogí una pequeña bola de arroz de una caja que había, se estaban acabando y me estaba dando un poco de lastima ya que era mi comida favorita con la que más de una persona en la base me había embaucado para hacer algún favor.
- Buenos días Krauser-sensei - le dije al ex-almirante mientras probaba un bocado de mi desayuno. Hoy el relleno de la bola era de salmón y aunque eran trocitos pequeños se podía notar el sabor.- ¿Quieres que de un par de vueltas para calentar un poco? – le pregunte mientras le daba la segunda mordida a la bola de arroz a la espera de una respuesta del oficial.
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El asesino mantenía los ojos cerrados en todo momento. Continuaba concentrado cuando de repente escuchó la voz del chico. Su presencia parecía un poco más fuerte, y aquello le hizo sonreír de lado. Al parecer quería dar un par de vueltas para calentar. El castaño en ese momento alzó una ceja y se colocó en pie. Miró a los ojos del chico con toda la calma del mundo y después asintió con la cabeza. Era bueno que tuviese el cuerpo un poco preparado, pues no pensaba dejarle descansar ni un solo momento. Se estaba jugando todo en aquel pensamiento. El chico lo desconocía y no lo iba a saber pero, de algo había que recibir la primera fractura. La frase no era así, pero el demonio solía cambiarlas sin permiso. Se podía dar ese tipo de lujos, y la verdad era que le molaba. Nadie podía decirle nada. Era el momento de darle caña al asunto.
Mientras el joven estuviese corriendo, él se acercaría al banco de descanso y miraría sus armas. No pensaba usarlas pero no pudo evitar sonreír de lado. Tomó su enorme espadón y pasó la mano por la zona ancha de la hoja. Sus pardos ojos miraban aquel precioso metal, y el aura oscura que emanaba. Sin duda su mayor obra maestra. Esa espada había estado con él desde el primer día en que entró a la marina. No pudo evitar sonreír de lado, y sin más dilación, comenzó a ponerse los vendajes. Mientras lo hacía, tenía los ojos cerrados y se estaba preparando. No iba a ponérselo nada fácil al chico. No podía ejecutar un ataque cortante o podría acabar con él. Tampoco decidió transformarse, pues quería pillarlo por sorpresa. Midiendo seis metros no lo iba a hacer, y formando un puño de niebla enorme menos. Iba a tener que recurrir a toda su fuerza física.
Estuvo mirándolo disimuladamente. Esperaba el momento preciso para ejecutar su ataque. Si no lo despertaba de esa forma, podría salir muy mal parado. Sin pensárselo más, lo acechó un poco y cuando pasó cerca, se lanzó hacia él. – ¡Piensa en que eres una armadura! – Gritó al mismo tiempo que lanzaba un tremendo puñetazo contra su pecho. El color del cuerpo de Krauser tomó un tono morado azabache, mostrando de esa forma su haki más poderoso. Su objetivo era usar tanta brutalidad para que lo consiguiese de una buena vez. En sus ojos se notaba que no estaba enfadado, más bien muy impaciente. Era su intento final, y esperaba poder conseguirlo. Todo dependía del chico.
Mientras el joven estuviese corriendo, él se acercaría al banco de descanso y miraría sus armas. No pensaba usarlas pero no pudo evitar sonreír de lado. Tomó su enorme espadón y pasó la mano por la zona ancha de la hoja. Sus pardos ojos miraban aquel precioso metal, y el aura oscura que emanaba. Sin duda su mayor obra maestra. Esa espada había estado con él desde el primer día en que entró a la marina. No pudo evitar sonreír de lado, y sin más dilación, comenzó a ponerse los vendajes. Mientras lo hacía, tenía los ojos cerrados y se estaba preparando. No iba a ponérselo nada fácil al chico. No podía ejecutar un ataque cortante o podría acabar con él. Tampoco decidió transformarse, pues quería pillarlo por sorpresa. Midiendo seis metros no lo iba a hacer, y formando un puño de niebla enorme menos. Iba a tener que recurrir a toda su fuerza física.
Estuvo mirándolo disimuladamente. Esperaba el momento preciso para ejecutar su ataque. Si no lo despertaba de esa forma, podría salir muy mal parado. Sin pensárselo más, lo acechó un poco y cuando pasó cerca, se lanzó hacia él. – ¡Piensa en que eres una armadura! – Gritó al mismo tiempo que lanzaba un tremendo puñetazo contra su pecho. El color del cuerpo de Krauser tomó un tono morado azabache, mostrando de esa forma su haki más poderoso. Su objetivo era usar tanta brutalidad para que lo consiguiese de una buena vez. En sus ojos se notaba que no estaba enfadado, más bien muy impaciente. Era su intento final, y esperaba poder conseguirlo. Todo dependía del chico.
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