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Límite de tiempo: Sin fecha límite ni saltos de turno.
Condiciones (en letra pequeña, como debe ser(?)):
- Si Aomine vence, se queda el puesto de Elder.
- A KO con posibilidad de muerte.
- En caso de matar uno de los dos al otro y sospecharse que no ha sido accidental, será expulsado de la Marina.
- Exp estipulada por las normas
Escenario:
Isla inmensa donde se encuentra el Cuartel General de la Marina, se compone por un pueblo en toda la isla y lsede principal de La Marina. Aquí habitan los rangos más altos de la organización militar junto a sus familiares.
Te encuentras en un pequeño coliseo, creado hace ya más de cinco años para el segundo torneo de Yonkaikyos, y desde entonces escenario para luchas amistosas entre marines como estas. Tu rival se encuentra ya en la arena, con una mano en el suelo y un gesto de concentración en el rostro. En el momento en que te ve entrar alza la cabeza:
- Oh, así que eres tú quien pretende retarme. Mala idea, novato. Te enseñaré cómo jugamos los mayores.
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Aomine ahora sí que se había lucido. No había tenido otra idea que la de retar a un Vice-Almirante por su puesto. No solo llevaba una confianza impresionante sobre sí mismo, sino que también tenía unas ganas de luchar increíbles. Todos aquellos años como Jin había tenido que controlarse e ir con cuidado pero ahora que era otra persona sentía la necesidad de lucirse siempre. Se hallaba frente a aquella persona en el coliseo de la enorme isla marine. Las palabras que dijo aquel tipo no hicieron más que excitarle. Una sonrisa enfermiza se mostró en su rostro al mismo tiempo que acariciaba su arma. Mil ideas le venían a la mente sobre cómo atacar a aquella persona. Era un Vice-Almirante y eso significaba que debía de tener un poder bastante interesante. No pudo evitar emocionarse más de la cuenta y ahora soltó una enorme carcajada. – ¡Hahahahaha! ¡Demuéstramelo entonces! – Gritó presa del éxtasis mientras abría los ojos más de la cuenta.
Daiki iba vestido con un traje blanco bastante elegante que estaba formado por un sombrero, una chaqueta con corbata y un pantalón. Todo del mismo color. En sus pies podían verse un par de zapatos que parecían relucir. En la mano derecha portaba a Traintor, una guadaña blanca con la hoja hecha de kairouseki puro. No sabía ni siquiera si su oponente era un usuario pues no prestaba atención a los cargos más altos. Tan solo se había interesado por uno de los almirantes y los rumores que había sobre él. Se llamaba Papuhebi o algo así, tenía muchísimas ganas de conocerle pero por el momento iba a centrarse en aquello. Sus azulados ojos estaban clavados en su oponente, parecía una bestia mirando a su presa y su expresión sádica resultaba intimidante. Tal vez se estaba emocionando demasiado pero no podía evitarlo debido a lo que se estaba jugando. En ese momento unas llamas intensas y naranjas comenzaron a rodearle totalmente. Su cuerpo estaba en llamas pero parecía darle lo mismo pues estaba a punto de atacar. – ¡Permíteme mostrarte el poder del infierno! – Dijo entonces al mismo tiempo que se relamía.
Se quitó su sombrero, dejando ver aquella coleta que tenía pillada. Entonces usó el kamisori para desplazarse lo más rápido posible a unos cuatro metros sobre aquel hombre. Una vez lo hiciera echaría su mano izquierda hacia atrás y con una potencia no muy grande, lanzaría un cañonazo de llamas hacia su objetivo. Lo consiguiera o no, volvería a desplazarse a aquella impresionante velocidad para seguirle [Manual Prisa]. Trataría de colocarse a su espalda para después tratar de atravesarle la pierna derecha con su guadaña imbuida a su máximo haki. Su objetivo claramente era reducirle la movilidad lo más rápido posible para también hacerle perder las esperanzas. En todo momento estaba ardiendo y mostraba una sonrisa bastante siniestra. Su mantra estaba activado también para poder predecir todas las acciones posibles por parte de aquel tipo. – ¡Hyahahahaha! – Rió entonces mientras observaba la situación, pendiente de ver si su primera estrategia había funcionado o fracasado.
Daiki iba vestido con un traje blanco bastante elegante que estaba formado por un sombrero, una chaqueta con corbata y un pantalón. Todo del mismo color. En sus pies podían verse un par de zapatos que parecían relucir. En la mano derecha portaba a Traintor, una guadaña blanca con la hoja hecha de kairouseki puro. No sabía ni siquiera si su oponente era un usuario pues no prestaba atención a los cargos más altos. Tan solo se había interesado por uno de los almirantes y los rumores que había sobre él. Se llamaba Papuhebi o algo así, tenía muchísimas ganas de conocerle pero por el momento iba a centrarse en aquello. Sus azulados ojos estaban clavados en su oponente, parecía una bestia mirando a su presa y su expresión sádica resultaba intimidante. Tal vez se estaba emocionando demasiado pero no podía evitarlo debido a lo que se estaba jugando. En ese momento unas llamas intensas y naranjas comenzaron a rodearle totalmente. Su cuerpo estaba en llamas pero parecía darle lo mismo pues estaba a punto de atacar. – ¡Permíteme mostrarte el poder del infierno! – Dijo entonces al mismo tiempo que se relamía.
Se quitó su sombrero, dejando ver aquella coleta que tenía pillada. Entonces usó el kamisori para desplazarse lo más rápido posible a unos cuatro metros sobre aquel hombre. Una vez lo hiciera echaría su mano izquierda hacia atrás y con una potencia no muy grande, lanzaría un cañonazo de llamas hacia su objetivo. Lo consiguiera o no, volvería a desplazarse a aquella impresionante velocidad para seguirle [Manual Prisa]. Trataría de colocarse a su espalda para después tratar de atravesarle la pierna derecha con su guadaña imbuida a su máximo haki. Su objetivo claramente era reducirle la movilidad lo más rápido posible para también hacerle perder las esperanzas. En todo momento estaba ardiendo y mostraba una sonrisa bastante siniestra. Su mantra estaba activado también para poder predecir todas las acciones posibles por parte de aquel tipo. – ¡Hyahahahaha! – Rió entonces mientras observaba la situación, pendiente de ver si su primera estrategia había funcionado o fracasado.
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El hombre parecía a punto de hacer algo tras tus palabras, pero tu velocidad es un factor con el que no contaba. Intenta echarse a un lado empleando su soru, pero la llamarada le quema el brazo izquierdo, parte del torso y una pierna. Con un grito de dolor, tropieza y cae al suelo rodando. Cuando vas a por él por segunda vez, sin embargo, se levantan varias gruesas capas de cobre en torno a él, formando una especie de cúpula de veinte centímetros de grosor y un metro y medio de radio. Traintor atraviesa el cobre sin esfuerzo gracias a la mayor dureza del kairoseki y a tu fuerza. No sabes si le has dado, pero puedes intuir que sí. De repente chispas empiezan a saltar de toda la cúpula, y notas una poderosa descarga que atraviesa todo tu cuerpo, al tiempo que empiezan a crecer espinas de cobre desde la cúpula hacia fuera, hasta alcanza los dos metros de longitud. Tienen un tono negro metálico. Vaya, este tipo es duro de roer.
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Una sonrisa se formó en el rostro del asesino cuando vio su plan funcionar. No había esperado para nada que el enemigo usase aquella cúpula pero de todas formas Traintor había entrado. Supuso que le había dado pero en ese momento pudo ver aquellas chispas. Notó la descarga y por ello soltó un tremendo grito de dolor mientras soltaba la guadaña lo más rápido posible. En ese momento su mantra le activó del peligro. Saltó hacia atrás con todas sus fuerza sintiendo aquel impresionante dolor en las manos y como su cuerpo temblaba. Apenas había dado el sato, unas espinas salieron a por él. Tuvo los reflejos suficientes para activar su haki de armadura al máximo y combinarlo con su Tekkai kempo. Notó como aquellas cosas le realizaban una fea herida en el hombro izquierdo, lo que le hizo soltar un quejido que más bien pareció un rugido. Sus ojos estaban en un tono dorado y sus dientes habían quedado afilados. Notó como la sangre fluía despacio por la zona del corte.
Cuando estuvo más alejado pudo ver un poco mejor las consecuencias de la descarga. Sus manos sangraban y tenían quemaduras en éstas. Estaba un poco cansado y jadeaba bastante debido al ataque recibido. Ese cabrón encima continuaba metido en su bola, iba a pagar cara aquella osadía. Le había tocado el cobarde de turno que se mantenía escondido allí dentro. Empezó a mover un poco las manos sin parar para tratar de recuperarse pero todavía le dolían. Aquello empezó a mosquear al comodoro que no tardó en soltar un inmenso rugido al mismo tiempo que se iba relamiendo. No conocía el poder de aquel tipo pero había podido intuir que era un usuario y su objetivo ahora iba a ser el de obligarle a salir. Esperó unos momentos y entonces empezó a usa el geppou al mismo tiempo que sonreía de lado. Trató de ponerse a unos siete metros de altura y quedando sobre aquella cúpula. En ese instante soltó un pequeño suspiro mientras entrecerraba los ojos.
No pensaba usar sus manos si no era necesario pues las tenía un poco entumecidas. En ese momento su cuerpo empezó a cambiar mientras crecía unos cinco metros de altura. Sus cabellos quedaron pigmentados en un tono naranja y de su mentón salió una especie de barba del mismo color. De la cabeza le salieron cuatro cuernos negros hacia atrás y su cabeza tomó la apariencia de una especie de lobo. Su cuerpo estaba recubierto por una especie de coraza y sus manos pasaron a ser garras. Se encontraba en su forma completa y estaba a punto de hacer una locura. Soltó un inmenso rugido al mismo tiempo que tomaba todo el aire posible para después gritar. – ¡Black hell katon! – De su boca salió un intenso cañonazo de llamas negras que comenzaron a caer sobre la cúpula. No iba a parar de vomitarlas en todo momento. Planeaba asarlo si no salía y la temperatura de dos mil grado podía ser peligrosa. Si se le ocurría salir, lanzaría sus llamas contra él pero por el momento se iba a quedar allí arriba. Tal vez aquel tipo no tenía forma de alcanzarle, el geppou era bastante útil. Con el paso de los segundos la fuerza de los cañonazos iba a ser mayor.
Cuando estuvo más alejado pudo ver un poco mejor las consecuencias de la descarga. Sus manos sangraban y tenían quemaduras en éstas. Estaba un poco cansado y jadeaba bastante debido al ataque recibido. Ese cabrón encima continuaba metido en su bola, iba a pagar cara aquella osadía. Le había tocado el cobarde de turno que se mantenía escondido allí dentro. Empezó a mover un poco las manos sin parar para tratar de recuperarse pero todavía le dolían. Aquello empezó a mosquear al comodoro que no tardó en soltar un inmenso rugido al mismo tiempo que se iba relamiendo. No conocía el poder de aquel tipo pero había podido intuir que era un usuario y su objetivo ahora iba a ser el de obligarle a salir. Esperó unos momentos y entonces empezó a usa el geppou al mismo tiempo que sonreía de lado. Trató de ponerse a unos siete metros de altura y quedando sobre aquella cúpula. En ese instante soltó un pequeño suspiro mientras entrecerraba los ojos.
No pensaba usar sus manos si no era necesario pues las tenía un poco entumecidas. En ese momento su cuerpo empezó a cambiar mientras crecía unos cinco metros de altura. Sus cabellos quedaron pigmentados en un tono naranja y de su mentón salió una especie de barba del mismo color. De la cabeza le salieron cuatro cuernos negros hacia atrás y su cabeza tomó la apariencia de una especie de lobo. Su cuerpo estaba recubierto por una especie de coraza y sus manos pasaron a ser garras. Se encontraba en su forma completa y estaba a punto de hacer una locura. Soltó un inmenso rugido al mismo tiempo que tomaba todo el aire posible para después gritar. – ¡Black hell katon! – De su boca salió un intenso cañonazo de llamas negras que comenzaron a caer sobre la cúpula. No iba a parar de vomitarlas en todo momento. Planeaba asarlo si no salía y la temperatura de dos mil grado podía ser peligrosa. Si se le ocurría salir, lanzaría sus llamas contra él pero por el momento se iba a quedar allí arriba. Tal vez aquel tipo no tenía forma de alcanzarle, el geppou era bastante útil. Con el paso de los segundos la fuerza de los cañonazos iba a ser mayor.
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En el momento en que te alejas, la guadaña es absorbida por el cobre como si este fuera líquido. Acto seguido la espinas se retraen y la cúpula comienza a hacerse cada vez más y más gruesa, llegando a tener un radio de unos tres metros. En cuanto realizas tu táctica, tres finos pilares de cobre crecen a los lados de la cúpula, combados hacia esta. Entre estos se forma una plataforma de cobre que detiene tu fuego. Es una medida temporal, dado que se está derritiendo rápidamente, pero tu enemigo aprovecha el tiempo para retirar el cobre caliente y reconstruir su cúpula. Al mismo tiempo puedes ver cómo a dos metros de esta, a tu derecha, una gran figura amorfa de cobre está brotando del suelo, al tiempo que cuatro púas envueltas en chispas son disparadas desde la cúpula.
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Ese capullo estaba usando aquel maldito mineral para parar sus llamaradas. Aquello le indicaba que tenía miedo de su fuego y podía ser una ventaja. Por su mente pasó un plan bastante siniestro. Podía hacerse muchísimo daño pero era un riesgo que debía asumir ante todo pues aquel idiota no podía salirse con la suya. Pudo ver como a su lado derecho algo comenzaba a formarse pero él continuaba con su bocanada de llamas. Cada vez usaba más potencia hasta que de repente pudo ver aquellas cosas ir hacia él. Sonrió de lado mientras cambiaba el estado de las llamas de su boca a solido para de aquella forma impactar su poder contra las lanzas. No era tonto y dejó de escupir fuego tras aquella bocanada. No quería que fuese otro ataque eléctrico y su propio fuego resultase ser un conductor hasta su boca. Pudo repeler algunas de aquella forma pero otras iban directas a él.
Frunció el ceño al mismo tiempo que usaba su kamie kempo para moverse a una buena agilidad. Pese a eso recibió un roce en el brazo derecho haciéndole soltar un quejido por el potente calambrazo. Otra de ellas le rozó haciéndole un corte en la zona de las costillas. Al recibir el calambrazo soltó un nuevo rugido al mismo tiempo que luchaba por no caerse. Había recibido una quemadura no muy grave en las zonas de contacto. Tal vez su enorme cuerpo había sido una pequeña desventaja pero tenía muchos más planes. Notó la sangre caer levemente por su costado, no era para tanto pero era mejor dejar de recibirlas. Frunció el ceño notando un poco dormido el brazo derecho pero no pensaba usarlo. Movió la mano izquierda ya sintiéndose mejor y metió una de sus uñas en el bolsillo. Logró sacar una de sus preciosas rumbles pero en el trayecto tiró un par más al suelo y aquello le hizo chasquear la lengua. Se la metió en la boca y enseguida notó como su cuerpo cambiaba.
Su cuerpo empezó a crecer hasta los quince metros de altura, tomando la forma de emperador de las llamas. Una larga cola salió de la parte baja de su espalda y de su cabeza brotaron unos enormes cuernos. Sus escamas mejoraron y tomó una forma bastante más “demoníaca”. Sin pensárselo activó el kamisori y salió volando hacia las alturas. Se quedó a una altitud de cincuenta metros al menos. Era la hora de su ataque definitivo. – ¡Belfegor! ¡Rejisutansu! ¡Katto! – Unas cuantas auras empezaron a rodearlo siendo una para mejorar su resistencia de forma elevada. Otra duplicaba su fuerza y la otra lo envolvía en una potente aura cortante. Además se imbuyó totalmente en haki armadura tomando un tono morado azabache. Fijó a su objetivo y salió disparado hacia el suelo envuelto en llamas negras. Una vez el kamisori estaba activado, activó su Blue Fire para duplicar la velocidad que llevaba en ese momento. El efecto eran unas flamas azuladas en sus patas. Se esperaba una defensa en plan erizo o algo así por lo que trató de impactar su puño izquierdo con toda su mala leche contra la bola. No pensaba detenerse y su enorme mano podría abarcar terreno. Le daba igual jodérsela. Si lo lograba haría que de esa misma mano saliese un cañonazo de llamas negras para el interior de los escombros de la bola (si es que la rompía). Su cuerpo aterrizaría sobre sus dos enormes patas y además se giraría lanzando un vomito de aquellas llamas aquella cosa que se estaba formando. El daño recibido en las piernas había sido considerable pero gracias a su coraza y haki había podido amortiguar más de la mitad del daño. Sintió la necesitad de tirarse pero no podía rendirse.
Frunció el ceño al mismo tiempo que usaba su kamie kempo para moverse a una buena agilidad. Pese a eso recibió un roce en el brazo derecho haciéndole soltar un quejido por el potente calambrazo. Otra de ellas le rozó haciéndole un corte en la zona de las costillas. Al recibir el calambrazo soltó un nuevo rugido al mismo tiempo que luchaba por no caerse. Había recibido una quemadura no muy grave en las zonas de contacto. Tal vez su enorme cuerpo había sido una pequeña desventaja pero tenía muchos más planes. Notó la sangre caer levemente por su costado, no era para tanto pero era mejor dejar de recibirlas. Frunció el ceño notando un poco dormido el brazo derecho pero no pensaba usarlo. Movió la mano izquierda ya sintiéndose mejor y metió una de sus uñas en el bolsillo. Logró sacar una de sus preciosas rumbles pero en el trayecto tiró un par más al suelo y aquello le hizo chasquear la lengua. Se la metió en la boca y enseguida notó como su cuerpo cambiaba.
Su cuerpo empezó a crecer hasta los quince metros de altura, tomando la forma de emperador de las llamas. Una larga cola salió de la parte baja de su espalda y de su cabeza brotaron unos enormes cuernos. Sus escamas mejoraron y tomó una forma bastante más “demoníaca”. Sin pensárselo activó el kamisori y salió volando hacia las alturas. Se quedó a una altitud de cincuenta metros al menos. Era la hora de su ataque definitivo. – ¡Belfegor! ¡Rejisutansu! ¡Katto! – Unas cuantas auras empezaron a rodearlo siendo una para mejorar su resistencia de forma elevada. Otra duplicaba su fuerza y la otra lo envolvía en una potente aura cortante. Además se imbuyó totalmente en haki armadura tomando un tono morado azabache. Fijó a su objetivo y salió disparado hacia el suelo envuelto en llamas negras. Una vez el kamisori estaba activado, activó su Blue Fire para duplicar la velocidad que llevaba en ese momento. El efecto eran unas flamas azuladas en sus patas. Se esperaba una defensa en plan erizo o algo así por lo que trató de impactar su puño izquierdo con toda su mala leche contra la bola. No pensaba detenerse y su enorme mano podría abarcar terreno. Le daba igual jodérsela. Si lo lograba haría que de esa misma mano saliese un cañonazo de llamas negras para el interior de los escombros de la bola (si es que la rompía). Su cuerpo aterrizaría sobre sus dos enormes patas y además se giraría lanzando un vomito de aquellas llamas aquella cosa que se estaba formando. El daño recibido en las piernas había sido considerable pero gracias a su coraza y haki había podido amortiguar más de la mitad del daño. Sintió la necesitad de tirarse pero no podía rendirse.
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A diferencia de lo que esperabas, no se forma una defensa en plan erizo. En lugar de eso notas la presencia del Vicealmirante moviéndose, y en el momento en que tu puño cae sobre la cúpula, este sale de esta por un agujero. Te duele a horrores la mano, y posiblemente te hayas reventado las falanges y a saber qué más, pero la cúpula ha quedado aplastada y parcialmente derretida. Puedes fijarte en que una especie de armazón de cobre recubre su pierna izquierda. De repente toda la cúpula comienza a deshacerse en gruesos cables que intentan aprisionar tu brazo. Rápidamente el tipo clava sus manos en la tierra, y al instante chispas comienzan a saltar del cobre. Al mismo tiempo, la cosa amorfa de antes que ahora es un humanoide de tres metros de altura con una lanza y un cable que lo une al suelo, corre hacia ti, con la lanza vuelta de color negro metálico y soltando chispas. Tus llamas dañan parcialmente su estructura, pero no lo suficientemente rápido. Con las primeras capas del metal derritiéndose, trata de ensartarte la cabeza con la lanza.
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Su ataque había reventado la cúpula y aquello había sido un logro para la enorme bestia que ahora gruñía sin cesar debido al dolor que sentía en la mano derecha. Se había jodido bien pero su paciencia se estaba agotando y permanecí con todas sus auras activadas. Podía ser un consumo de energía importante pero debía reventar de una vez a aquel capullo. Por suerte había salido ya de la jodida cúpula. Pudo ver como una especie de cables trataban de aprisionarle el brazo pero en ese momento aumentó las llamas de esa mano. También trató de pegar un violento tirón usando en todo momento la energía cortante y su fuerza. Arrancó todos pero se había llevado otra jodida descarga. El efecto había sido menor y por ello pudo aguantarlo bien pero lo dejó algo dolorido y entonces se dio cuenta de que su mano izquierda estaba inservible.
Justo entonces aquella figura corrió hacia él, tratando de atravesarle la cabeza. Aomine metió el puño derecho en medio activando su tekkai kempo y su haki armadura al mismo tiempo. Pudo notar como la lanza se hacía pedazos al chocar contra su coraza pero de nuevo sintió el jodido calambrazo. Rugió de rabia y se echó hacia atrás mientras abría la boca para soltar más llamaradas por el escenario. Planeaba formar un infierno allí mismo. Miró a su presa en ese momento y tras agitar la cabeza un poco salió disparado hacia ella. Frunció el ceño dándose cuenta de lo que tenía en la pierna. Seguro que el cabrón manipulaba todo mediante aquello. Era el momento de terminar con las tonterías. Lanzó una potente patada formando una rankyaku que iba a la altura de la pierna de aquel tipo, tenía intención de “desarmar” su bicho humanoide. No pensaba que le alcanzaría y activó de nuevo el kamisori más el Blue Fire para tratar de ponerse tras aquel capullo a una velocidad superior a los setenta metros por segundo.
Si lo conseguía lanzaría su ataque maestro. Con la mano derecha formaría unas llamas negras y trataría de lanzarle un golpe con la palma de su mano. Entonces haría que el fuego oscuro formase unas cinco lanzar que saldrían disparadas hacia el cuerpo de aquel insecto. Nada más salir pensaba solidificarlas pero manteniendo su palma unida a ellas para imbuirlas en haki armadura a la máxima potencia. – ¡Black Hell Katon! ¡Aeneas Strike! – Su boca soltó una intensa llamarada que también fue hacia aquel capullo para quemarlo vivo si no había sido empalado. Él había tratado de atravesarle la cabeza, no tenía por qué ser blanco. Debido a su enorme tamaño, las llamas que habían formado las lanzas también eran grandes. Esperaba de aquella forma terminar de una vez pues tenía una mano menos y estaba bastante cansado. Los constantes calambrazos le habían estado haciendo bastante daño durante todo el combate y no sabía cuánto más los iba a poder soportar. También esperaba que las llamas que había escupido anteriormente estuvieran prendiendo el terreno de lucha. La fuerza con la que había tratado de estampar sus lanzas con la palma era considerable debido a su técnica Belfegor y la monstruosa fuerza que poseía.
Justo entonces aquella figura corrió hacia él, tratando de atravesarle la cabeza. Aomine metió el puño derecho en medio activando su tekkai kempo y su haki armadura al mismo tiempo. Pudo notar como la lanza se hacía pedazos al chocar contra su coraza pero de nuevo sintió el jodido calambrazo. Rugió de rabia y se echó hacia atrás mientras abría la boca para soltar más llamaradas por el escenario. Planeaba formar un infierno allí mismo. Miró a su presa en ese momento y tras agitar la cabeza un poco salió disparado hacia ella. Frunció el ceño dándose cuenta de lo que tenía en la pierna. Seguro que el cabrón manipulaba todo mediante aquello. Era el momento de terminar con las tonterías. Lanzó una potente patada formando una rankyaku que iba a la altura de la pierna de aquel tipo, tenía intención de “desarmar” su bicho humanoide. No pensaba que le alcanzaría y activó de nuevo el kamisori más el Blue Fire para tratar de ponerse tras aquel capullo a una velocidad superior a los setenta metros por segundo.
Si lo conseguía lanzaría su ataque maestro. Con la mano derecha formaría unas llamas negras y trataría de lanzarle un golpe con la palma de su mano. Entonces haría que el fuego oscuro formase unas cinco lanzar que saldrían disparadas hacia el cuerpo de aquel insecto. Nada más salir pensaba solidificarlas pero manteniendo su palma unida a ellas para imbuirlas en haki armadura a la máxima potencia. – ¡Black Hell Katon! ¡Aeneas Strike! – Su boca soltó una intensa llamarada que también fue hacia aquel capullo para quemarlo vivo si no había sido empalado. Él había tratado de atravesarle la cabeza, no tenía por qué ser blanco. Debido a su enorme tamaño, las llamas que habían formado las lanzas también eran grandes. Esperaba de aquella forma terminar de una vez pues tenía una mano menos y estaba bastante cansado. Los constantes calambrazos le habían estado haciendo bastante daño durante todo el combate y no sabía cuánto más los iba a poder soportar. También esperaba que las llamas que había escupido anteriormente estuvieran prendiendo el terreno de lucha. La fuerza con la que había tratado de estampar sus lanzas con la palma era considerable debido a su técnica Belfegor y la monstruosa fuerza que poseía.
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El rankyaku logra cortar al constructo, que cae derribado con las piernas cortadas. El Vicealmirante se concentra, y las partes seccionadas vuelven a unirse. Es en ese momento cuando apareces frente a él, y estás a punto de lanzar tu ataque y matarlo, cuando de repente se escucha una voz suave pero autoritaria, y ambos os paráis como si una fuerza superior hubiese tomado el control de vuestros cuerpos.
- Dejad de combatir. El combate ha finalizado.
En las gradas hay un hombre de piel pálida, ojos dorados con las pupilas rasgadas, larga melena negra y un traje púrpura, por encima del cuál lleva la chaqueta blanca propia de los altos cargos de la Marina. Es exageradamente alto, tanto que de haber estado tú en tu forma híbrida casi podría haberte tocado la cara levantando la mano, y bastante delgado. Comienza a aplaudir con una media sonrisa en su cara, y dice, con su suave voz:
- Bien, bien. Enhorabuena, Contraalmirante Shigure, acaba usted de ganarse un descenso - da un par de palmadas y entran en la arena un grupo de médicos con dos camillas - Estos buenos doctores atenderán el corte de su pierna señor Contraalmirante, no queremos que se le vaya a infectar.
Los médicos se llevan a Shigure, el cuál te fulmina con una mirada cargada de odio. Acabas de hacerte un enemigo, a partir de ahora deberás andarte con ojo. Ten por seguro que ese hombre no olvidará lo que has hecho hoy. El Almirante baja de la grada y se te acerca, haciéndole una seña a los médicos que esperan para atenderte.
- Discúlpeme por robarle unos minutos de su tiempo, y permítame ser el primero en felicitarle, Vicealmirante Aomine. Ha sido un combate duro, pero al final estaba claro quién era el más... hábil - sus ojos rasgados te examinan con curiosidad - Domináis la akuma de Surfer inesperadamente bien, lo que os convierte en un valioso efectivo para la Marina. Que no le quepa duda que a partir de hoy estaremos mucho más pendientes de usted.
El Almirante esboza una siniestra sonrisa, lo que te permite ver que sus colmillos son demasiado largos y afilados para ser los de un humano. Si no le dices nada en especial, se alejará despidiéndose con la mano y los médicos se acercaran a atenderte.
- Dejad de combatir. El combate ha finalizado.
En las gradas hay un hombre de piel pálida, ojos dorados con las pupilas rasgadas, larga melena negra y un traje púrpura, por encima del cuál lleva la chaqueta blanca propia de los altos cargos de la Marina. Es exageradamente alto, tanto que de haber estado tú en tu forma híbrida casi podría haberte tocado la cara levantando la mano, y bastante delgado. Comienza a aplaudir con una media sonrisa en su cara, y dice, con su suave voz:
- Bien, bien. Enhorabuena, Contraalmirante Shigure, acaba usted de ganarse un descenso - da un par de palmadas y entran en la arena un grupo de médicos con dos camillas - Estos buenos doctores atenderán el corte de su pierna señor Contraalmirante, no queremos que se le vaya a infectar.
Los médicos se llevan a Shigure, el cuál te fulmina con una mirada cargada de odio. Acabas de hacerte un enemigo, a partir de ahora deberás andarte con ojo. Ten por seguro que ese hombre no olvidará lo que has hecho hoy. El Almirante baja de la grada y se te acerca, haciéndole una seña a los médicos que esperan para atenderte.
- Discúlpeme por robarle unos minutos de su tiempo, y permítame ser el primero en felicitarle, Vicealmirante Aomine. Ha sido un combate duro, pero al final estaba claro quién era el más... hábil - sus ojos rasgados te examinan con curiosidad - Domináis la akuma de Surfer inesperadamente bien, lo que os convierte en un valioso efectivo para la Marina. Que no le quepa duda que a partir de hoy estaremos mucho más pendientes de usted.
El Almirante esboza una siniestra sonrisa, lo que te permite ver que sus colmillos son demasiado largos y afilados para ser los de un humano. Si no le dices nada en especial, se alejará despidiéndose con la mano y los médicos se acercaran a atenderte.
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El ataque del Ifrit estaba a punto de ejecutarse cuando de repente el cuerpo del marine se quedó totalmente quieto. Abrió los ojos quedando impresionado y después miró un poco a su alrededor hasta escuchar aquellas palabras. Se quedó mirando a aquel tipo de forma un poco confusa para después deshacer sus llamas. Entonces miró al moreno de forma tranquila al ver que no era un enemigo. De hecho no sabía quién podía ser hasta que se dio cuenta de que era un almirante. ¿Papuhebi? Esperaba que fuese él pues tenía muchas ganas de conocerle. Entonces fue cuando el superior le concedió el rango a él y bajó al otro tipo. Aomine miró entonces al capullo de cobra que parecía estar muy mosqueado, simplemente le sonrió de forma un poco arrogante.
Acto seguido aquel hombre le dijo aquellas palabras y no pudo evitar sonreír de lado. – Le agradezco sus felicitaciones, señor. Esta akuma es bastante divertida, estaré encantado de servir a la marina con mi nuevo rango, señor. – Dijo aquellas palabras en un tono un poco siniestro. De todas formas le había molado bastante aquel tipo y de hecho quería saber más sobre él. Entonces fue cuando los médicos empezaron a atenderle y por fin pudo volver a la forma humana. – Cualquier misión que usted mande será cumplida. – Finalizó para después buscar su guadaña con la mirada, le había cogido cariño a Traintor.
Acto seguido aquel hombre le dijo aquellas palabras y no pudo evitar sonreír de lado. – Le agradezco sus felicitaciones, señor. Esta akuma es bastante divertida, estaré encantado de servir a la marina con mi nuevo rango, señor. – Dijo aquellas palabras en un tono un poco siniestro. De todas formas le había molado bastante aquel tipo y de hecho quería saber más sobre él. Entonces fue cuando los médicos empezaron a atenderle y por fin pudo volver a la forma humana. – Cualquier misión que usted mande será cumplida. – Finalizó para después buscar su guadaña con la mirada, le había cogido cariño a Traintor.
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Papuhebi se te gira al escuchar tus últimas palabras, y se queda parado por un instante, pensativo. Entonces sonríe y se cruza de brazos.
- Le interesará saber que no hemos hecho pública aun la muerte de Jin Surfer. Tengo una misión para usted... será peligrosa, pero tendrá ayuda de especialistas en espionaje y suplantación de identidad del CP para aconsejarle y ayudarle con el tema del disfraz - sonrió ampliamente - Sospechamos que Surfer podía tener alguna clase de relación con el Shichibukai Uchiha Madara. La misión es simple, comprobar si ese vínculo existía y de qué manera estaban relacionados. Es probable que fuesen familia, así que tenga usted cuidado, Vicealmirante Aomine. Sobre todo con el tema de su aura... si el Shichibukai conocía a Surfer, se percatará al instante del engaño. Si se da cuenta por ello, no cabe duda de que se conocían... y no de vista precisamente. Buena suerte, señor Aomine.
- Le interesará saber que no hemos hecho pública aun la muerte de Jin Surfer. Tengo una misión para usted... será peligrosa, pero tendrá ayuda de especialistas en espionaje y suplantación de identidad del CP para aconsejarle y ayudarle con el tema del disfraz - sonrió ampliamente - Sospechamos que Surfer podía tener alguna clase de relación con el Shichibukai Uchiha Madara. La misión es simple, comprobar si ese vínculo existía y de qué manera estaban relacionados. Es probable que fuesen familia, así que tenga usted cuidado, Vicealmirante Aomine. Sobre todo con el tema de su aura... si el Shichibukai conocía a Surfer, se percatará al instante del engaño. Si se da cuenta por ello, no cabe duda de que se conocían... y no de vista precisamente. Buena suerte, señor Aomine.
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Akuma no mi
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