[Privado] Los piratas peretones [Zane, Osuka & Esmejit]

Oh Jaya, ciudad de piratas, bandidos, piratas, damas de compañia, piratas, borrachos, piratas, pero con buen licor… Ya he dicho que hay piratas? Era una buena noche en aquella isla, pero no se podían ver las estrellas. Supongo que por la contaminación lumínica de los bares y burdeles de la zona. Habíamos hecho una paradita en aquella isla para pasar una buena noche. Lo digo en plural ya que arrastre conmigo al demonio rojo a aquella taberna, convenciendolo que sería divertido. Y tan divertido, que cuando solo quedaba yo, bebiendo hasta la saciedad, un pelirrojo que se dedicaba hacer el cabra en la barra de aquel bar al cual echaron de una patada y él se ponía hablar con una mujer(?) menos femenina que Krauser. Realmente estábamos como una cuba y sería una borrachera difícil de olvidar.

Después de que echaran al pelirrojo ese a la calle por armar escándalo, el tabernero nos miró con cara amenazante. Iba tan borracho que antes de irme le hice un calvo, iba contentillo pero no como para liarme a hostias en un bar (de nuevo).
Al salir a la calle aquel liante nos ofreció a ir a un lugar de vinos;

- Coleguilla… No ze kien erez…. pero me vaz alegrar la noche - le dije ofreciéndole la mano para que se levantase pero con bastantes tambaleos de mi parte

Esmejit sentía el alcohol haciendo estragos con su juicio y su hígado a partes iguales. El torrente sanguíneo del muchacho era una enorme mezcla de cócteles de todo tipo, desde ron hasta caipirinha. Incluso creía haber bebido algo de absenta o un licor similar durante el transcurso de la noche. A la mañana siguiente la resaca por la borrachera sería bastante impresionante, y probablemente no quisiera o siquiera pudiera levantarse de cama.

- Buffff... tío, estoy un poco tocado... -dijo mientras se levantaba de su silla, apoyándose en la mesa para no perder pie y caer sobre los vasos que se habían ido acumulando. El chico observó a la preciosa chica con la que estaba ligando. Posiblemente pudieran acabar juntos en alguna habitación, a solas, alejados de miradas indiscretas como la de Osuka. El mago sonrió y se dio media vuelta dispuesto a pedir una jarra más, cuando un grito llamó su atención. Un tipo estaba haciendo mucho ruido en la barra.

Esmejit se acercó a un hombre que había en una esquina, apoyado en la pared y con cara de mala leche. Era un tiparraco imponente, con mirada severa y una barba de varios días. El mago susurró, de forma bastante cantosa:

- Buffff... ¡ese tío está tarado! -al ver la falta de respuesta de su interlocutor, se fijó de nuevo. ¿Un cartel de Wanted? Definitivamente, tenía que dejar de beber. Observó el papelito durante unos segundos, y cuando se dio media vuelta, el pelirrojo de la barra ya no estaba allí. ¿A dónde habría ido? Curioso, Airi se volvió a su mesa, pero estaba vacía. "Mierda, yo que pensaba que hoy mojaba..." pensó, mientras se levantaba y salía al exterior, con una sonrisa boba.

Allí estaba Osuka, hablando con el raro pelirrojo, que parecía proponerles ir a tomar más vino. Por un momento, la sensatez gritó en la cabeza del mago, que pensó en acompañarles, pero no beber. Asintiendo enérgicamente, y casi cayendo cuando el mundo empezó a dar vueltas a su alrededor, el chico decidió seguir a su compañero y al nuevo amigo de éste.

El liante pelirrojo empezó a vomitar, yo al verlo tambien vomite, al vez un gato al verlo poto, a lo que una rata hecho también lo suyo al ver al gato y al final volví a vomitar al ver esa asquerosidad. Iba a necesitar un lavado de estómago después de eso.

De repente un grupo de encapuchados aparecieron delante nuestro a la voz de que éramos “carne fresca”. Cuando oí esa expresión, no pude evitar sentir un escalofrío. La última vez que un alguien dijo en el pasado, las pase bastante putas y empecé a rezar por dentro para que no fueran eso que pensaba.
El descamisado, debido a la borrachero y con mal humor por el comentario de esos tipos, quiso darle un puñetazo pero este golpeaba al aire y de repente recibió un tortazo que le hizo retroceder.

- Escuxame Payo-limon, no me toques arr pelo llama, que me iba a invitar a un vinito. A chi us arreo con toa’ la mano abierta - le dije mientras le amenazaba con el puño. Aún estaba bastante ebrio pero parece que potar dos veces me había conseguido algo, pero aún tenía muuucho alcohol en sangre en ese momento.

El encapuchado se dispuse a arrearme hostia dándome en toda la cara, la cual esquive debido a los tambaleos para luego asestar un cabezazo. El encapuchado retrocedió unos pasos debido al golpe pero después se oyó entre los demás tipos palabras de enfado. Por lo que empeze a correr tras el pelirrojo de los vinitos. No estaba en condiciones de pelear cuando apenas podía correr sin caerse

Airi suspiró pesadamente. El mundo parecía querer girar a su alrededor a más revoluciones de las que su cabeza estaba dispuesta a soportar. El chico apoyó la mano en la pared, mientras notaba cómo las náuseas le invadían poco a poco.

- ¡Mierda, joder! -maldijo cuando sintió un tacto blando bajo la suela del zapato. Bajó la mirada para ver una asquerosa y, a juzgar por la textura, aún fresca boñiga. Sus palabras habían resultado ser proféticas. El chico empezó a restregar el zapato contra el suelo para librarse de aquel pegajoso trozo de residuos fecales, y observó a los otros dos.

O al menos al lugar en el que habían estado los otros dos hasta hacía un instante, y donde ahora parecía haber un grupo de personas encapuchadas con, a juzgar por su posición, bastante mal humor. Para cuando el chico observó más adelante, en la calle, vio a sus dos compañeros huyendo como pollos descabezados. El chico empezó a carcajearse, hasta que vio un brillo en la mano de uno de los tipos: una navaja bastante larga:

- ¿De qué te ríes? -le instó el hombre misterioso.
- Esto es demasiado gracioso... -respondió únicamente el chico, mientras trataba de concentrarse para que la magia brotase de sus dedos. En lugar de una bola de fuego como dios manda, el chico disparó un extraño proyectil burbujeante que parecía más una masa viscosa y pegajosa que una esfera de llamas mortal.

Para cuando la esfera explotó, llenándolo todo con un extraño olor afrutado, el chico ya no estaba apoyado contra la pared, sino corriendo calle abajo, en dirección a sus compañeros, alzando las manos y gritando como un poseso.

- ¡Corred! ¡Corred! ¡Tienen una navaja! -tal vez en otra situación en chico les habría encarado sin problemas, pero estaba demasiado borracho para pensar en un plan de acción, y además aquello era divertido.