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Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Exp: 0.
Nivel: 1.
Nombre: Sandara. Como casi todos, no lo elegí yo, sino que me lo pusieron antes de tomar conciencia. Sin embargo me gusta, tiene ritmo.
Apodo: Hay mucha gente que me llama Pajarito, al menos una vez, porque tengo una voz muy dulce y aguda, además de que siempre llevo plumas en alguna parte de mi vestuario. Sin embargo, la mayoría de la gente me conoce como Gala. ¿Por qué? Porque ése es el nombre con el que me presento a la gente. Muchos creen que es porque me llamo Galatea, y aunque no los contradigo, Gala es simplemente “águila” en el idioma de donde nací.
Edad: Como águila estoy al borde de la madurez, aunque como humana soy apenas una adolescente debido a la equivalencia entre las dos especies. Recuerdo que consumí mi Akuma no mi con cuatro años, así que debo tener unos diecisiete biológicamente. Sin embargo, he vivido casi trescientos.
Sexo: Mujer.
Raza: Águila negra (Águila de Verreaux).
Rango/Empleo: Cazarrecompensas novata (aspirante).
Rango social: Tengo algo de dinero, aunque prefiero llevar una vida bohemia. Viajar sin preocupaciones, ver el sol cada mañana desde un lugar distinto y sentirme libre… ¿Es suficiente? Escuchar poesía una mañana en un café de Drum y dormir junto a las costas de Arabasta, volar como un pájaro (vaya, qué sorpresa), y esas cosas. Ya he pasado gran parte de mi vida encerrada, ahora quiero vivir.
Descripción estilo de lucha: ¿Luchar? Bueno, soy más dada a ganar antes de que me descubran, más que nada porque soy un ave rapaz. ¿Alguna vez has visto a un pájaro peleando? Eso es porque no lo hacemos. No soy un vulgar perro que lance mordiscos; yo entro, mato y me voy. Sin embargo hay que saber algo de todo, y he estudiado alguna que otra forma de defenderme, siempre en Dressrosa.
-Nombre: Danza Espada.
-Ejecución: Es un estilo bastante sencillo, que esencialmente se basa en la velocidad para aumentar mucho la efectividad de un ataque. Todo esto es debido a un Impulso, gracias al cual la aceleración efectiva se incrementa notablemente. La combinación básica es comenzar con un envite y terminar con un Corte, aunque también se usan movimientos basados más en Fuerza o ataques de Demolición, sin olvidar nunca la seguridad del propio cuerpo, ya que para ganar, una buena Protección es vital.
Si hubiera que definir el estilo de una manera más formal podríamos decir que es una destreza rápida, basada en la típica esgrima renacentista, de espada larga y daga de vela, aunque esta última no se suele utilizar, pues impide el Relevo de una mano si es herida. Estilo casi acrobático, elegante, pone en jaque las defensas de mucha gente con golpes rápidos y letales, como una Ventisca de ataques afilados, un Tornado de golpes que convierte la lucha en una constante pesadilla para cualquier rival. La verdad, esto es lo que decían los maestrillos, pero yo me quedé con la síntesis: Se pincha con la punta y se corta con la hoja.
-Nombre: Paso del trueno.
-Ejecución: Mucho ruido y pocas nueces. A eso se resume el Paso del trueno. Apoyada por distintos golpes y tipos de corte, tales como estocadas, sablazos, punzadas e iais (casi siempre como mera distracción, ya que es una forma que da poco juego, y el público no ruge sino por combates largos), utiliza casi todo el cuerpo para moverse con agilidad, realizando movimientos rápidos, dejando al rival distraído para finalmente arrasarlo en un único golpe, no siempre el último, en el que trata de abarcar un daño brutal.
Siendo claros el Paso del Trueno es una competición de agilidad contra tu enemigo, en la que sólo el más rápido sobrevive. ¿Ser más fuerte? Eso sólo sirve si puedes evitar que te esquiven. Desde que llegué al coliseo, siendo algo enclenque, me las vi y deseé para sobrevivir a mis rivales en la arena. ¿Mi salida? La velocidad y las fintas, el engaño y los golpes inesperados. Con el tiempo fui desarrollando una serie de técnicas que me permitieron hacerme un hueco, tanto en los corazones del público como en la propia arena. Este desarrollo llegó a tal que acabó evolucionando en la Danza del Rayo.
-Nombre: Danza del rayo.
-Ejecución: Apoyada en una gran agilidad que he tardado años en desarrollar, busco derrotar a mis enemigos en el menor número de golpes posible. Esto responde a que, además de que en un combate largo estoy perdida, no me gusta pelear. De esta forma intento simplemente evitar al rival hasta que se agote, y tenga tiempo de decidir si esa lucha merece la pena o no. De no recapacitar, desenvaino mi hoja y acabo con él.
Akuma no mi: Hito Hito no mi modelo Calíope.
Descripción física: Veamos… Empezando de arriba abajo, tengo los ojos enormes y rojos como la sangre, con un matiz rosado al borde del iris, que ocupa casi toda la cuenca, aunque la gente no se suele fijar en ellos tanto como en mi pico; en mi especie lo propio es tenerlo de un color amarillo intenso, tal vez con manchas negras, aunque yo lo tengo de color ébano… En la oscuridad parezco un cuervo muy grande.
Toda mi cabeza está recubierta de plumas negras, así como mi cuerpo en su mayoría, ya que en mi espalda tengo una V blanca como la nieve, no me preguntéis por qué. Hablando de plumas, tengo dos alas enormes, que me dan una envergadura de más de dos metros con ellas extendidas, aunque mido sólo un metro desde la cabeza a mis escamosas y afiladas garras.
Pero supongo que tú no quieres que te describa cómo es Sandara, ¿Verdad? Tú quieres conocer a Gala… A nadie le interesa la ornitología ya, qué se le va a hacer.
Gala es… Rara. Distinta. Es la clase de chica que deja marca cuando la miras (me pasa al verme en un espejo). Ella tiene el pelo de un color grisáceo brillante, como si estuviera hecho de hilos de plata, repartido entre flequillo y dos grandes mechones recogidos por coletas o lacitos, con la particular característica de que, hacia la mitad de su extensión, el cabello comienza a rizarse formando bucles bastante amplios. ¿Pero qué hago hablando de mí en tercera persona? A veces tengo manías un poco raras.
Dejando a un lado mi pelo, conservo los ojos que tenía como animal, aunque es casi lo único que mantengo, ya que mi pico se ve sustituido por una pequeña nariz (aunque afilada, eso sí) y unos labios bastante finos pero carnosos de tono rosado, una descripción que también valdría para mis orejas, que ni siquiera se ven de frente de lo chiquitinas que son. Una vez intenté ponerme pendientes, pero no puedes imaginar cómo duelen cuando en lugar de oreja te queda un canal auditivo…
En fin, como humana aparento unos diecisiete años y soy bajita (mido un metro cincuenta y nueve), así que el cuerpo ya te lo puedes imaginar. Tengo un pecho bien formado, de tamaño que parece entrar en los cánones de belleza humana y unos hombros pequeños que dan pie a una espalda estrecha. ¿Qué hay bajo la cintura? Pues lo normal, ya que soy básicamente una adolescente tengo una cintura fina y delicada, pero las caderas no están del todo marcadas, por lo que parezco un poco niña a pesar de que ya no se refleja en mi cara… Bueno, puede que un poco entre lo redonditas que son mis facciones y la capacidad de inflarse que tienen mis mofletes.
¿Y Gala, cómo arreglas esa apariencia? Excelente pregunta, lector imaginario: Me pongo faldas tipo A y prendas que se ajustan a la cintura, especialmente vestidos con corsé exterior, que aunque me dan un aspecto “lolita” al menos me permiten una apariencia más madura. Lo mismo sucede con el pelo, que cuando lo llevo suelto nadie diría que tengo más de trece años.
Oh, además tengo pequeñas plumas negras en lugar de vello, aunque me depilo en casi todo el cuerpo, y donde no lo mantengo arreglado.
Alineamiento: Hay dos cosas que me mueven, mis apetitos y el arte. Si tengo que romper un par de normas lo hago, así que supongo que soy neutral a secas. Cazar maleantes sólo es una forma de costearme lo que me interesa.
Descripción psicológica: ¿Sólo enumerando podré llegar a algún lado? Orgullosa, nostálgica, coqueta, adorable, rara… Puf, qué horror. Mejor os describo cómo soy y ya os hacéis una idea.
Desde siempre me ha gustado acicalarme, y ya sea como ave o como mujer me siento muy orgullosa de la forma que mantengo, así como de la mayor parte de mi vida. ¿Hay cosas de las que me arrepiento? Sí, la verdad. Si en tanto tiempo no me hubiera equivocado alguna vez todo sería muy aburrido, aunque nunca reconoceré que me equivoco, normalmente porque soy incapaz de verlo en un primer momento; sin embargo cuando vuelvo la vista atrás hay momentos en los que hasta me saltan las lágrimas, aunque puede que eso sea porque ya voy vieja… No, he tenido mucho tiempo para pensar, pero poco he vivido, por lo que me encanta sentirme y verme bien y, obviamente, llevarme bien con la mayoría de la gente, aunque hay algunos con los que resulta imposible, bien sea porque no terminamos de conectar o porque la otra persona es subnormal perdida. No suelo hablar mal, pero alguna gente me saca de mis casillas, y aunque intento mantener una postura más o menos neutra, a veces me aflora el instinto animal y me cuesta reprimir las ganas de arañarle la cara con las garras.
Seguro que me dejo algo… Oh, cierto. Soy una llorona, me emociono con cualquier cosa. Además soy muy sentimental, por algún motivo, casi todos mis recuerdos van acompañados de un sentimiento más o menos cálido, y de alguna manera no soy capaz de separar razón de pasión. Si algo me gusta, me obstinaré hasta conseguirlo, tenga que pasar sobre lo que tenga que pasar. Pero no soy tan mala como pueda parecer, aunque sea un poco egoísta y tenga muchas veces una expresión algo soberbia. Es más, cuido mucho de mis amigos, y soy tan fiel como tenaz.
Aparte de despistada, que me olvidé de comentarlo, soy bastante intuitiva (sé que suena contradictorio). Si bien podría olvidarme la pota en el fuego, soy capaz de deducir el ánimo de la gente con una lectura de su rostro: Si sonríen están contentos, y si lloran están tristes. ¿Ves? También soy graciosa. Okey, puede que no tanto…
Gustos: Hm… Esto va a ser difícil. Bueno, no: Me gusta la carne. Mucho. De hecho, soy carnívora. Puedo comer verdura desde que tengo un estómago que la digiere, pero no me siento cómoda ni con ellas en la boca ni con el efecto que tienen en mi organismo. Además, ¿A quién no le gusta un buen pedazo de carne cruda resbalando por la garganta hasta caer en el buche? Oh, cierto, que los humanos no tenéis buche. Vosotros os lo perdéis.
Otra cosa que me guste… Cantar. No sé, creo que es una de las mejores cualidades humanas, y la única que envidiaría si siguiera siendo un águila normal. La voz es algo mágico, y tener el don para la música es único, tanto que no sé describirlo con palabras… Bueno, magnífico; la palabra que buscaba era magnífico.
La verdad es que hay muchas cosas que me gustan, desde las noches estrelladas hasta los libros de poemas dedicados a musas más cariñosas, los cuentos de ninfas, y adoro escuchar el arrullo de los ríos cuando camino o vuelo. También me gusta sentir el golpeteo de las olas en los barcos y la subida de la marea en los pies cuando camino por la playa.
En otro orden de cosas, y dado mi instinto primario, me gusta cazar. De hecho, a veces me es complicado resistirme a perseguir un conejo si se mueve mucho. Y hablando de instintos, el sexo es una fuerza que me mueve, aunque la controlo bastante mejor que la anterior.
Desagrados: Esto es muy fácil, aunque son cosas que a alguno le podrían sonar raras si se lo comentara:
En primer lugar, no me gustan los huevos. Es decir, sí me gustan, como ovípara reconozco que es un medio de gestación mucho menos doloroso que el que existe para los humanos, aunque la concepción es bastante más aburrida. A lo que voy es que no me gusta comer nada que lleve huevo. El motivo seguro que lo has cogido al instante, y es que nadie se comería una lasaña de embriones. No puedo tomar algo que podría haber sido mi polluelo.
Siguiendo, odio la rutina. Lo mismo cada día no es para mí, y me sucede con todo. No puedo comer siempre una única cosa, algo difícil teniendo en cuenta mi alimentación, ni leer dos veces el mismo libro, escuchar la misma canción… No lo aguanto.
No está de más resaltar que odio con todas mis fuerzas a quienes osan llamarme pajarito… Al menos durante un par de horas. Luego suelo olvidarme del asunto, ya que no intentan ofenderme, aunque lo consigan. Sin embargo, todos los que alguna vez me lo han llamado están en una lista mental de gente que me lo ha dicho por si debo cobrar mi justa venganza.
¿Me dejo algo? Creo que no. Es decir, hay muchas cosas a pequeña escala que no me gustan, como puede ser la verdura (aunque en puré la tolero), que me arranquen una pluma sin mi permiso o incluso que se metan con mi forma de contar historias, pero ninguna sería tan importante como las tres de arriba.
Habilidades: Volar, cazar, cantar y pasar desapercibida. Son sencillas, ¿Verdad? Aunque bueno, dejando de lado las obviedades, tengo algunas bastante más divertidas y únicas. Atento:
Puedo usar cubiertos de forma eficiente con los pies, gracias a una suma de mi elasticidad natural con algo de entrenamiento y que como águila tengo costumbre de agarrar cosas con ellos, aunque el no tener un dedo prensil ahí abajo dificulta mucho esta clase de menesteres. Del mismo modo se me da genial la danza, pero no sólo bailar en sí; tengo facilidad para aprender los pasos, adaptarme al ritmo, improvisar e incluso soy capaz de imprimar mi aptitud en los demás, haciendo que un negado baile de forma decente siempre que me tenga cerca.
¿Qué más se me da bien? La orientación, claro. ¿Os creéis acaso que un ave de cetrería puede llegar a algo sin saber dónde está el origen y el destino? Es algo instintivo, en tierra firme o en el aire soy incapaz de perderme. Bueno, soy capaz si quiero, pero normalmente no quiero.
Y… No sé, la que me dejo en el tintero… Soy una gran estratega. Suena un poco tópico, y mucha gente se lo considera sin serlo, pero hasta ahora nunca ha salido mal un plan que yo haya organizado. ¿Qué cuántos he organizado? Ninguno, pero si lo hiciera no saldría mal.
Torpezas: No sé cocinar. Es más, casi cualquier cosa la prefiero cruda, así que nunca he tenido la necesidad. Alguna vez lo he intentado, de todas formas, ya que me permite descubrir más matices de las carnes, aliñarlas y acompañarlas, darles intensidad y aroma… Pero siempre me despisto en algo, sea a la hora de recordar un paso de la receta o con el tiempo en el horno. Ciertamente soy un peligro en cualquier lugar donde haya fogones.
No sé inventar historias. Sé cantar, bailar y escribir poesía, pero no tengo capacidad para hilar una trama… No sé, no doy.
Tengo plumas en mi forma humana. No sé hasta qué punto eso puede ser una torpeza, pero como mínimo es un defecto, y hay una historia muy graciosa que tiene que ver con esto, un cantante de Jazz y una botella de Bunbury.
Y cerrando este apartado de mis grandes torpezas, si me colocan un trapo negro de forma que no vea nada, me duermo. Es parte de ese instinto animal del que ya te he hablado, que no consigo eliminar de mi cuerpo.
Profesiones: Asesina, Música, Espía, Guardabosques.
Banda: De momento soy independiente.
Armas: Una espada con ornamentos de plumas que mide un metro de largo en total y cincuenta y tres plumas con el cálamo y el raquis lleno de acero, finalizado en punzón-estilete.
Historia: El Antes de este diario lo exploraremos más adelante, si no te importa. De momento deja que la música suene y deléitate con un poco de mí.
Mar de origen: Paraíso
Isla de origen: Isla Kuraigana.
Pertenencias iniciales: Una gaita, una flauta de pan y un set de escritura, además de muchos conjuntos de ropa y cuadernos de bitácora.
Sueños: Sólo quiero ser libre para tomar mis propias decisiones.
Referido por: Byakuro.
Nivel: 1.
Nombre: Sandara. Como casi todos, no lo elegí yo, sino que me lo pusieron antes de tomar conciencia. Sin embargo me gusta, tiene ritmo.
Apodo: Hay mucha gente que me llama Pajarito, al menos una vez, porque tengo una voz muy dulce y aguda, además de que siempre llevo plumas en alguna parte de mi vestuario. Sin embargo, la mayoría de la gente me conoce como Gala. ¿Por qué? Porque ése es el nombre con el que me presento a la gente. Muchos creen que es porque me llamo Galatea, y aunque no los contradigo, Gala es simplemente “águila” en el idioma de donde nací.
Edad: Como águila estoy al borde de la madurez, aunque como humana soy apenas una adolescente debido a la equivalencia entre las dos especies. Recuerdo que consumí mi Akuma no mi con cuatro años, así que debo tener unos diecisiete biológicamente. Sin embargo, he vivido casi trescientos.
Sexo: Mujer.
Raza: Águila negra (Águila de Verreaux).
Rango/Empleo: Cazarrecompensas novata (aspirante).
Rango social: Tengo algo de dinero, aunque prefiero llevar una vida bohemia. Viajar sin preocupaciones, ver el sol cada mañana desde un lugar distinto y sentirme libre… ¿Es suficiente? Escuchar poesía una mañana en un café de Drum y dormir junto a las costas de Arabasta, volar como un pájaro (vaya, qué sorpresa), y esas cosas. Ya he pasado gran parte de mi vida encerrada, ahora quiero vivir.
Descripción estilo de lucha: ¿Luchar? Bueno, soy más dada a ganar antes de que me descubran, más que nada porque soy un ave rapaz. ¿Alguna vez has visto a un pájaro peleando? Eso es porque no lo hacemos. No soy un vulgar perro que lance mordiscos; yo entro, mato y me voy. Sin embargo hay que saber algo de todo, y he estudiado alguna que otra forma de defenderme, siempre en Dressrosa.
-Nombre: Danza Espada.
-Ejecución: Es un estilo bastante sencillo, que esencialmente se basa en la velocidad para aumentar mucho la efectividad de un ataque. Todo esto es debido a un Impulso, gracias al cual la aceleración efectiva se incrementa notablemente. La combinación básica es comenzar con un envite y terminar con un Corte, aunque también se usan movimientos basados más en Fuerza o ataques de Demolición, sin olvidar nunca la seguridad del propio cuerpo, ya que para ganar, una buena Protección es vital.
Si hubiera que definir el estilo de una manera más formal podríamos decir que es una destreza rápida, basada en la típica esgrima renacentista, de espada larga y daga de vela, aunque esta última no se suele utilizar, pues impide el Relevo de una mano si es herida. Estilo casi acrobático, elegante, pone en jaque las defensas de mucha gente con golpes rápidos y letales, como una Ventisca de ataques afilados, un Tornado de golpes que convierte la lucha en una constante pesadilla para cualquier rival. La verdad, esto es lo que decían los maestrillos, pero yo me quedé con la síntesis: Se pincha con la punta y se corta con la hoja.
-Nombre: Paso del trueno.
-Ejecución: Mucho ruido y pocas nueces. A eso se resume el Paso del trueno. Apoyada por distintos golpes y tipos de corte, tales como estocadas, sablazos, punzadas e iais (casi siempre como mera distracción, ya que es una forma que da poco juego, y el público no ruge sino por combates largos), utiliza casi todo el cuerpo para moverse con agilidad, realizando movimientos rápidos, dejando al rival distraído para finalmente arrasarlo en un único golpe, no siempre el último, en el que trata de abarcar un daño brutal.
Siendo claros el Paso del Trueno es una competición de agilidad contra tu enemigo, en la que sólo el más rápido sobrevive. ¿Ser más fuerte? Eso sólo sirve si puedes evitar que te esquiven. Desde que llegué al coliseo, siendo algo enclenque, me las vi y deseé para sobrevivir a mis rivales en la arena. ¿Mi salida? La velocidad y las fintas, el engaño y los golpes inesperados. Con el tiempo fui desarrollando una serie de técnicas que me permitieron hacerme un hueco, tanto en los corazones del público como en la propia arena. Este desarrollo llegó a tal que acabó evolucionando en la Danza del Rayo.
-Nombre: Danza del rayo.
-Ejecución: Apoyada en una gran agilidad que he tardado años en desarrollar, busco derrotar a mis enemigos en el menor número de golpes posible. Esto responde a que, además de que en un combate largo estoy perdida, no me gusta pelear. De esta forma intento simplemente evitar al rival hasta que se agote, y tenga tiempo de decidir si esa lucha merece la pena o no. De no recapacitar, desenvaino mi hoja y acabo con él.
Akuma no mi: Hito Hito no mi modelo Calíope.
- Poderes:
- Tomar la forma de Calíope, augusta entre las musas. Esta Akuma dota a quien la consume de gran inteligencia, una aptitud sobrenatural para la música y la poesía y, lógicamente, la inmortalidad biológica.
Además de eso producirá en los artistas y músicos (entendiendo como esto escritores también) inspiración. La usuaria es consciente de cualquier trabajo artístico que ella haya inspirado, y si está presente durante la tarea experimentará una sensación de éxtasis y estará alimentada para una semana.
Descripción física: Veamos… Empezando de arriba abajo, tengo los ojos enormes y rojos como la sangre, con un matiz rosado al borde del iris, que ocupa casi toda la cuenca, aunque la gente no se suele fijar en ellos tanto como en mi pico; en mi especie lo propio es tenerlo de un color amarillo intenso, tal vez con manchas negras, aunque yo lo tengo de color ébano… En la oscuridad parezco un cuervo muy grande.
Toda mi cabeza está recubierta de plumas negras, así como mi cuerpo en su mayoría, ya que en mi espalda tengo una V blanca como la nieve, no me preguntéis por qué. Hablando de plumas, tengo dos alas enormes, que me dan una envergadura de más de dos metros con ellas extendidas, aunque mido sólo un metro desde la cabeza a mis escamosas y afiladas garras.
Pero supongo que tú no quieres que te describa cómo es Sandara, ¿Verdad? Tú quieres conocer a Gala… A nadie le interesa la ornitología ya, qué se le va a hacer.
Gala es… Rara. Distinta. Es la clase de chica que deja marca cuando la miras (me pasa al verme en un espejo). Ella tiene el pelo de un color grisáceo brillante, como si estuviera hecho de hilos de plata, repartido entre flequillo y dos grandes mechones recogidos por coletas o lacitos, con la particular característica de que, hacia la mitad de su extensión, el cabello comienza a rizarse formando bucles bastante amplios. ¿Pero qué hago hablando de mí en tercera persona? A veces tengo manías un poco raras.
Dejando a un lado mi pelo, conservo los ojos que tenía como animal, aunque es casi lo único que mantengo, ya que mi pico se ve sustituido por una pequeña nariz (aunque afilada, eso sí) y unos labios bastante finos pero carnosos de tono rosado, una descripción que también valdría para mis orejas, que ni siquiera se ven de frente de lo chiquitinas que son. Una vez intenté ponerme pendientes, pero no puedes imaginar cómo duelen cuando en lugar de oreja te queda un canal auditivo…
En fin, como humana aparento unos diecisiete años y soy bajita (mido un metro cincuenta y nueve), así que el cuerpo ya te lo puedes imaginar. Tengo un pecho bien formado, de tamaño que parece entrar en los cánones de belleza humana y unos hombros pequeños que dan pie a una espalda estrecha. ¿Qué hay bajo la cintura? Pues lo normal, ya que soy básicamente una adolescente tengo una cintura fina y delicada, pero las caderas no están del todo marcadas, por lo que parezco un poco niña a pesar de que ya no se refleja en mi cara… Bueno, puede que un poco entre lo redonditas que son mis facciones y la capacidad de inflarse que tienen mis mofletes.
¿Y Gala, cómo arreglas esa apariencia? Excelente pregunta, lector imaginario: Me pongo faldas tipo A y prendas que se ajustan a la cintura, especialmente vestidos con corsé exterior, que aunque me dan un aspecto “lolita” al menos me permiten una apariencia más madura. Lo mismo sucede con el pelo, que cuando lo llevo suelto nadie diría que tengo más de trece años.
Oh, además tengo pequeñas plumas negras en lugar de vello, aunque me depilo en casi todo el cuerpo, y donde no lo mantengo arreglado.
- Habitualmente:
- Con otro peinado:
- Con ropas claras:
- Tirada en cama:
Alineamiento: Hay dos cosas que me mueven, mis apetitos y el arte. Si tengo que romper un par de normas lo hago, así que supongo que soy neutral a secas. Cazar maleantes sólo es una forma de costearme lo que me interesa.
Descripción psicológica: ¿Sólo enumerando podré llegar a algún lado? Orgullosa, nostálgica, coqueta, adorable, rara… Puf, qué horror. Mejor os describo cómo soy y ya os hacéis una idea.
Desde siempre me ha gustado acicalarme, y ya sea como ave o como mujer me siento muy orgullosa de la forma que mantengo, así como de la mayor parte de mi vida. ¿Hay cosas de las que me arrepiento? Sí, la verdad. Si en tanto tiempo no me hubiera equivocado alguna vez todo sería muy aburrido, aunque nunca reconoceré que me equivoco, normalmente porque soy incapaz de verlo en un primer momento; sin embargo cuando vuelvo la vista atrás hay momentos en los que hasta me saltan las lágrimas, aunque puede que eso sea porque ya voy vieja… No, he tenido mucho tiempo para pensar, pero poco he vivido, por lo que me encanta sentirme y verme bien y, obviamente, llevarme bien con la mayoría de la gente, aunque hay algunos con los que resulta imposible, bien sea porque no terminamos de conectar o porque la otra persona es subnormal perdida. No suelo hablar mal, pero alguna gente me saca de mis casillas, y aunque intento mantener una postura más o menos neutra, a veces me aflora el instinto animal y me cuesta reprimir las ganas de arañarle la cara con las garras.
Seguro que me dejo algo… Oh, cierto. Soy una llorona, me emociono con cualquier cosa. Además soy muy sentimental, por algún motivo, casi todos mis recuerdos van acompañados de un sentimiento más o menos cálido, y de alguna manera no soy capaz de separar razón de pasión. Si algo me gusta, me obstinaré hasta conseguirlo, tenga que pasar sobre lo que tenga que pasar. Pero no soy tan mala como pueda parecer, aunque sea un poco egoísta y tenga muchas veces una expresión algo soberbia. Es más, cuido mucho de mis amigos, y soy tan fiel como tenaz.
Aparte de despistada, que me olvidé de comentarlo, soy bastante intuitiva (sé que suena contradictorio). Si bien podría olvidarme la pota en el fuego, soy capaz de deducir el ánimo de la gente con una lectura de su rostro: Si sonríen están contentos, y si lloran están tristes. ¿Ves? También soy graciosa. Okey, puede que no tanto…
Gustos: Hm… Esto va a ser difícil. Bueno, no: Me gusta la carne. Mucho. De hecho, soy carnívora. Puedo comer verdura desde que tengo un estómago que la digiere, pero no me siento cómoda ni con ellas en la boca ni con el efecto que tienen en mi organismo. Además, ¿A quién no le gusta un buen pedazo de carne cruda resbalando por la garganta hasta caer en el buche? Oh, cierto, que los humanos no tenéis buche. Vosotros os lo perdéis.
Otra cosa que me guste… Cantar. No sé, creo que es una de las mejores cualidades humanas, y la única que envidiaría si siguiera siendo un águila normal. La voz es algo mágico, y tener el don para la música es único, tanto que no sé describirlo con palabras… Bueno, magnífico; la palabra que buscaba era magnífico.
La verdad es que hay muchas cosas que me gustan, desde las noches estrelladas hasta los libros de poemas dedicados a musas más cariñosas, los cuentos de ninfas, y adoro escuchar el arrullo de los ríos cuando camino o vuelo. También me gusta sentir el golpeteo de las olas en los barcos y la subida de la marea en los pies cuando camino por la playa.
En otro orden de cosas, y dado mi instinto primario, me gusta cazar. De hecho, a veces me es complicado resistirme a perseguir un conejo si se mueve mucho. Y hablando de instintos, el sexo es una fuerza que me mueve, aunque la controlo bastante mejor que la anterior.
Desagrados: Esto es muy fácil, aunque son cosas que a alguno le podrían sonar raras si se lo comentara:
En primer lugar, no me gustan los huevos. Es decir, sí me gustan, como ovípara reconozco que es un medio de gestación mucho menos doloroso que el que existe para los humanos, aunque la concepción es bastante más aburrida. A lo que voy es que no me gusta comer nada que lleve huevo. El motivo seguro que lo has cogido al instante, y es que nadie se comería una lasaña de embriones. No puedo tomar algo que podría haber sido mi polluelo.
Siguiendo, odio la rutina. Lo mismo cada día no es para mí, y me sucede con todo. No puedo comer siempre una única cosa, algo difícil teniendo en cuenta mi alimentación, ni leer dos veces el mismo libro, escuchar la misma canción… No lo aguanto.
No está de más resaltar que odio con todas mis fuerzas a quienes osan llamarme pajarito… Al menos durante un par de horas. Luego suelo olvidarme del asunto, ya que no intentan ofenderme, aunque lo consigan. Sin embargo, todos los que alguna vez me lo han llamado están en una lista mental de gente que me lo ha dicho por si debo cobrar mi justa venganza.
¿Me dejo algo? Creo que no. Es decir, hay muchas cosas a pequeña escala que no me gustan, como puede ser la verdura (aunque en puré la tolero), que me arranquen una pluma sin mi permiso o incluso que se metan con mi forma de contar historias, pero ninguna sería tan importante como las tres de arriba.
Habilidades: Volar, cazar, cantar y pasar desapercibida. Son sencillas, ¿Verdad? Aunque bueno, dejando de lado las obviedades, tengo algunas bastante más divertidas y únicas. Atento:
Puedo usar cubiertos de forma eficiente con los pies, gracias a una suma de mi elasticidad natural con algo de entrenamiento y que como águila tengo costumbre de agarrar cosas con ellos, aunque el no tener un dedo prensil ahí abajo dificulta mucho esta clase de menesteres. Del mismo modo se me da genial la danza, pero no sólo bailar en sí; tengo facilidad para aprender los pasos, adaptarme al ritmo, improvisar e incluso soy capaz de imprimar mi aptitud en los demás, haciendo que un negado baile de forma decente siempre que me tenga cerca.
¿Qué más se me da bien? La orientación, claro. ¿Os creéis acaso que un ave de cetrería puede llegar a algo sin saber dónde está el origen y el destino? Es algo instintivo, en tierra firme o en el aire soy incapaz de perderme. Bueno, soy capaz si quiero, pero normalmente no quiero.
Y… No sé, la que me dejo en el tintero… Soy una gran estratega. Suena un poco tópico, y mucha gente se lo considera sin serlo, pero hasta ahora nunca ha salido mal un plan que yo haya organizado. ¿Qué cuántos he organizado? Ninguno, pero si lo hiciera no saldría mal.
Torpezas: No sé cocinar. Es más, casi cualquier cosa la prefiero cruda, así que nunca he tenido la necesidad. Alguna vez lo he intentado, de todas formas, ya que me permite descubrir más matices de las carnes, aliñarlas y acompañarlas, darles intensidad y aroma… Pero siempre me despisto en algo, sea a la hora de recordar un paso de la receta o con el tiempo en el horno. Ciertamente soy un peligro en cualquier lugar donde haya fogones.
No sé inventar historias. Sé cantar, bailar y escribir poesía, pero no tengo capacidad para hilar una trama… No sé, no doy.
Tengo plumas en mi forma humana. No sé hasta qué punto eso puede ser una torpeza, pero como mínimo es un defecto, y hay una historia muy graciosa que tiene que ver con esto, un cantante de Jazz y una botella de Bunbury.
Y cerrando este apartado de mis grandes torpezas, si me colocan un trapo negro de forma que no vea nada, me duermo. Es parte de ese instinto animal del que ya te he hablado, que no consigo eliminar de mi cuerpo.
Profesiones: Asesina, Música, Espía, Guardabosques.
Banda: De momento soy independiente.
Armas: Una espada con ornamentos de plumas que mide un metro de largo en total y cincuenta y tres plumas con el cálamo y el raquis lleno de acero, finalizado en punzón-estilete.
Historia: El Antes de este diario lo exploraremos más adelante, si no te importa. De momento deja que la música suene y deléitate con un poco de mí.
- Un último cuento:
- -Dejadme llevaros a una época mágica- la voz suena dulce entre la multitud, y el viento fluye a través de una gaita soprano que canta melodía en tono bajo-, un tiempo donde la gente era más sencilla y el atardecer más hermoso. Dejadme llevaros a un sueño, y luego contadme si lográis despertar.
Hay algo de barullo en la taberna, pero poco a poco va desvaneciéndose mientras las miradas se clavan en mis ojos rojos. Nunca me acostumbraré a que me vean como un pedazo de carne, aunque por otro lado me hacen sentir atractiva. Sin embargo, llega la primera ronda de cerveza y el mismo anhelo va hacia ella, olvidándose por un momento de mí. ¿Qué se creen que soy? ¿Un capricho pasajero? Me enfada que se comporten así, como si valiera más esa basura que yo. No lo saben todavía, pero en su último aliento aún desearán poseerme.
-Había una vez, en un país muy lejano y perdido, un rey al que le encantaba sentirse poderoso. Vivía en un gran castillo de la piedra más hermosamente tallada, con diamantes engarzados en los muros exteriores y tapices que lo representaban ganando grandes batallas decorando los interiores. Las paredes eran más altas de lo que la vista alcanza; la inmensa fortaleza se alzaba sobre la montaña más dominante de la isla, y desde ella podía ver todo su territorio. Aunque había algo más importante, cada súbdito podía contemplar la gloria y grandeza de su rey. Por si esto fuera poco, cada día sonaban las trompetas a la misma hora, recordando a su pueblo quién era el soberano, y los mejores bardos cantaban por las calles odas a su valor y osadía. Tal debía ser que los juglares contaban cómo había cazado dragones con sus propias manos y, a horas más relajadas, relatos de cómo las rudas manos del monarca daban las caricias más dulces a cada dama que caía presa de su encanto. Pero, amigos míos, todo lo que se relataba de él era mentira. Dejadme que os cuente la verdad…- hago una pequeña pausa, sin perder la postura. Necesito respirar, y el instrumento hace mejor su trabajo mientras no lo molesto. Tras unos segundos y comprobar que aún soy el centro de atención, continúo mi relato-. En esta historia no hay un rey poderoso, ni un pueblo que lo admire; todo eso es humo que empaña la verdad, y lo cierto es que, si miramos más allá de lo que nuestro buen protagonista quiso ver, la realidad es muy amarga. Orson III fue soberano de tierras hoy sin nombre y señor de un pueblo que no quiere recordarlo, hasta el punto que su nombre fue borrado de los anales de la historia. Sin embargo, yo estuve ahí para verlo caer.
Un golpe de tambor, el primero de la percusión que hoy me acompaña, y el sobresalto se adueña de la estancia. He despertado la curiosidad de muchos, y ya parece que mi voz les interesa más que mi físico… Bueno, o casi tanto.
-Todo comenzó con una pluma arrastrada por la brisa- un ensayado truco de prestidigitación, y en mi mano surge mágicamente una pluma negra a la vez que todo queda en silencio. Me da tiempo a reconocer un par de caras entre mi público, rostros que he visto en carteles de “Se Busca”, y dejo que la pluma desaparezca igual que llegó-. Una pluma que cayó ante los pies del rey…
El cálamo cayó con un ruido sordo sobre la superficie de roca lisa. Muchos no escucharon el golpe, pero todos vieron las lágrimas del ave. Chilló sólo una vez pese a las cincuenta que le arrancaron, y el dolor del animal anegó los corazones de la corte, que oscilaba entre el horror y la repulsión, queriendo decir algo pero sin que las palabras llegaran a salir por su boca. Se trataba del águila más hermosa que había en las pajareras de palacio, regio porte y mirada altiva; penetraba con sus enormes ojos al hombre que la torturaba, emanando desdén sin entender muy bien qué había sucedido, ni por qué aquel día era ella la castigada con…
-¿Y qué me importa a mí un puto pájaro?- identifico esa voz. Viene de la mesa donde la gente que he reconocido se asienta, y una sonrisa nerviosa se entrevé en mis labios. Odio que me interrumpan.
-Es importante para la historia, pues hasta el más pequeño grano de arena algún día será montaña- consigo conservar un tono amable, y mi cara no se nota demasiado crispada. Sin embargo, muchos han dejado de atenderme para prestar atención a ese imbécil. ¿Cómo hago?
Estoy algo nerviosa, es la primera vez que organizo sola una de estas cosas, y aunque empezó bien se ha torcido repentinamente. De repente, sin que pueda evitarlo, un gañido surge de lo más profundo de mi interior. Es agudo y potente, y vibra todavía en mis oídos tras unos segundos. Parece que no soy la única que lo ha notado; vuelvo a ser el centro de atención.
-Ignoradme si queréis, pero eso no cambiará la historia. ¿Qué significa un simple águila negra en esta historia?- están intrigados. Se inclinan hacia delante, y la segunda ronda llega; ésta es de ron-. Cógela.
La atrapa sin dificultades, aunque como muchos, no sabe de dónde ha salido la moneda. Nadie se ha fijado en el pequeño costal que oculta mi vestido, están demasiado ocupados mirando donde la tela termina.
-¿Y bien?- voz ruda, y ceño fruncido. Me mosquea su actitud, pero la gentileza vuelve a mi rostro delicado.
-Si la inviertes bien, esa moneda será una gran fortuna. Del mismo modo la acción equivocada puede llevar al principio del fin.
-¿Por qué hace eso?- preguntó un niño a su padre, que no dudó en cubrirle la boca con la mano. Sin embargo, el rey ya lo había escuchado, y su reacción no se hizo esperar.
Ebrio de poder y alcohol, Orson se dio la vuelta y fijó su vista nublada en el pequeño.
-¿Acaso vas a decirle tú a un hombre lo que debe hacer en su propia casa? ¡Tu padre debería enseñarte modales!
El hombre estaba lívido. Daba igual su posición en la corte, si el rey se sentía ofendido en aquel estado, cualquiera podría salir mal parado; daba igual si era hombre, mujer o niño. Sin embargo, ¿Cómo le explicas a un niño que sus preguntas inocentes serán tomadas a mal?
-¡Mi padre me enseñó modales! ¡Y a cuidar a mis animales!- el pequeño apartó el brazo de su padre y dio un paso adelante. ¿Cómo le explicas a un niño que debe temer al rey?-. ¡Se llama Sandara, y no puedes arrancarle las plumas! ¿No ves que le haces daño?
Durante unos segundos el gran salón se sumió en un silencio tenso, interrumpido por la respiración nerviosa y los carraspeos de la gente mientras intercambiaba miradas de estupor. Al fin y al cabo, era el rey más poderoso de la historia, y poseía un castillo tan grande que la vista no lo podía apreciar entero. Había diamantes engarzados en los exteriores, y miles de tapices en los que se mostraba su coraje matando dragones que nunca venció, y comandando batallas que jamás luchó. Tenía bardos que cantaban sus hazañas, y alguaciles que acallaban las voces disonantes. Era el rey más poderoso de todos, porque controlaba el miedo en los corazones de la gente. Sin embargo, ¿Cómo le explicas a un niño que eso es un poder?
-¡Mata al niño ya, hostia!- grita el mismo imbécil que me interrumpió hace un momento. Muchos lo increpan por hacerlo, pero no le importa, él sólo quiere ver el mundo arder. Es bravucón y maleducado, pero empieza a hacer que su nombre me suene. ¿Gerard? ¿Geralt? ¿Jeremy? No importa, lo que realmente me llama es el valor de su recompensa. Junto a su acompañante y las manzanas podridas que hay en el local podría sacar un buen pico. Será mejor aguantar un poco, sólo un poco más.
-¿Cómo le explicas a un niño que el miedo es poder?- repito, ignorando su comentario. Incluso evito de forma casual la moneda que vuelve a mí, y mientras la moneda rebota sobre las tablas de madera, una voz me pide que continúe. No puedo evitar alegrarme, y le dedico una sonrisa tímida. Debe ver algo en mí, porque toma un pequeño cuaderno y comienza a escribir. Es alentador encontrar un artista; vuelvo a hablar-.
La cara de Orson estaba roja, aunque no tengo claro si por la ira o el alcohol. Supongo que la vena de la frente a punto de explotar es la pista definitiva de su enfado, y en ese momento lo comprendió. El miedo a los pasos tambaleantes, al hedor de su aliento y a los ojos vidriosos, centrados en él; sentía temor de lo que ese hombre pudiera hacerle, y el sudor frío recorrió su espalda cuando la enorme mano se hizo al cinto. Un simple puñal de oro era suficiente para hacer entender al pequeño el significado del horror, y un chillido ensordecedor impregnó el ambiente al tiempo que dos alas cortaron el aire al batir.
Tres plumas más cayeron al suelo cuando el águila voló, y cuatro uñas afiladas se clavaron en los ojos del rey, arrancándolos antes de que pudiera defenderse de ella. Para cuando se posó de nuevo en la percha, un hombre sin ojos deambulaba furibundo por la estancia. Gritaba mucho, pero de repente había dejado de imponer. Los guardias no cumplieron las órdenes de atrapar al ave, que se limpiaba los restos de humor y sangre en sus patas, y los cortesanos no respondieron al llamado de su señor.
-Tal vez en otras circunstancias Sandara fuese beatificada; ¿Os lo imagináis? Un pollo medio desplumado como patrón de una isla, es ridículo. Es…
Me doy cuenta de que me estoy implicando demasiado, e incluso empiezo a lagrimear un poco. No quiero que se me note, pero un par de parroquianos se preocupan por mí, así que tan bien no lo habré hecho, y se me escapa un respingo. Me tienden un pañuelo, y tras sonarme, puedo proseguir. Me siento mal por recordar estas cosas, pero hace ya tanto tiempo…
El pequeño estaba tendido en el suelo, y su padre arrodillado junto a él, intentando frenar la sangre que sin remedio escapaba de la herida. Poco a poco la gente se arremolinaba en torno a la escena, mientras el tercero vagaba sin rumbo abofeteando el aire, dando gritos y órdenes que todo el mundo ignoraba. Bueno, casi todo el mundo.
Cincuenta y tres plumas había en el mármol, y cuando el niño dejó de respirar dos cadáveres acabaron sobre el frío suelo. Uno por puñal de oro, otro con la yugular arrancada. Uno arropado por la multitud, otro con sus carnes arrancadas a jirones. Uno de ellos murió sin merecerlo, y otro lo mereció mucho antes de morir.
Con el paso de los minutos y las horas las conversaciones fluyeron y el luto fue desvaneciéndose, al menos para la mayoría. El padre miraba con expresión ausente a su hijo, y Sandara picoteaba con cariño su cuerpo, como besándolo por última vez.
-¿Qué haremos ahora?- dijo finalmente uno-. Arthur, tu hijo…
-Tommin sigue aquí, no hagáis ruido- su voz sonaba vacía, y su expresión demacrada devolvió la estancia a un silencio sepulcral-. Quemadlo todo.
-Pero, señor… ¿Cómo vamos a hacer esa locura?- dijo un miembro irrelevante de la corte.
-Quemad a Orson, destruid sus estatuas, borrad su nombre de nuestra memoria y enterrad a su sobrino.
-Así se hará- respondieron con tono solemne los soldados, y con eso la historia de Orson III terminó.
Muchos aplauden, aunque los de antes y el tabernero me miran dubitativos, como si no les terminase de convencer. ¿He dicho algo incorrecto? Entre propinas y limosnas dejo la pequeña palestra y me acerco a la barra para tomar algo. Llega una tercera ronda para los demás, borrachos ya casi todos; esta vez le toca al aguardiente, y como si les fuera la vida en ello muchos lo beben de un trago. Sólo uno parece resistir bien, y es el más peligroso del local.
-¿Qué le pongo, señorita?- sonríe con gesto afable, y me llama la atención un diente de oro en lugar de su premolar. Ya he oído antes su voz, y en su cuaderno hay poemas hermosos, puedo sentirlo.
-Tomaré un zumo de granada, si hay- sé que hay, es temporada y en esta isla se dan las mejores, pero esgrimo una expresión inocente y desvío la mirada hacia la libreta-. ¿Qué escribes?
-Tonterías. La lista de los proveedores, deudas, facturas… En fin, ahora traigo su zumo, señorita.
Bajo la luz de los focos me doy cuenta de lo brillante que es su calva, y cuán densa es la barba que oculta parte de su rostro. Además tiene unas proporciones muy atractivas… Pero mientras pienso en el bueno, llega el malo.
-Se te da fatal contar cuentos, pajarito- tuerzo el gesto, y le dirijo una mirada asesina. ¿Cómo osa llamarme pajarito?-. ¿Por qué no explicas quién era Arthur? Arthur… ¿Sfheget? Arthur I, como lo conocían en Shikkearu, aunque tal vez me equivoque; la historia nunca ha sido mi fuerte- por algún motivo, tengo la sensación de que es todo lo contrario.
-Arthur Steghef fue consejero del Rey durante siete años antes de acceder al trono. ¿Mejor?- en mi voz se nota una molestia repentina, más porque me llame así que por decirme que no sé contar cuentos-. Era viudo de la hermana de Orson, y el heredero legítimo tras su muerte. Además lo odiaba.
-Lo sé, soy historiador. Geralt Brighthand, a tus pies- inclina levemente la cabeza, y relajo mi gesto. Puede que no sea tan imbécil como creía-. Esos datos sobre Orson III… ¿De dónde los sacaste? Para saber menos he estado buscando años por todo el Paraíso.
-A veces una se entera de cosas. Un rumor por aquí, un cuento popular por allá… Y al final puedes construir algo.
Mis palabras no parecen convencerle, pero llega la granada y deja el tema. El tabernero parece matarlo con la mirada, y le dirige un par de palabras frías. ¿Estará interesado en mí? Se fija en todo mi cuerpo, y evita cruzar sus ojos con los míos… ¿Me ve como una musa? Me río como una imbécil, y me doy cuenta de que llevo unos segundos en trance. De repente los dos se centran en mí, extrañados… Normal, por otro lado. En fin, supongo que no está mal del todo hablar con los dos, aunque parecen haber comenzado su danza de apareamiento. Espero que no sea entre ellos, después de tantas expectativas sería una pena que estuvieran sexualizando al margen de mí.
-Es la primera vez que preparo yo misma la actuación- comento, finalmente, apartando la mirada de ambos. No es que me interesen, pero no está mal del todo coquetear un poco-. Hasta hace poco tenía un director de escena que organizaba todo, y yo sólo tenía que recitar. Pero no se me da nada bien encuadrar yo las historias.
-No ha estado tan mal- me dice desde detrás de la barra, mientras los camareros reparten la cuarta ronda: Absenta.
-En realidad sí lo ha estado- replica Geralt, con una voz despreocupada-, pero has tenido un público muy simplón. Además, la idea era buena.
-Gracias, supongo- mi voz se entrecorta. ¿Por qué me pone nerviosa este imbécil? Durante un momento quiero desaparecer, aunque no debería. Incluso la situación me juega una mala pasada, y espero que no se hayan dado cuenta de las escamas que un instante han recorrido mis piernas.
-Vamos, no te desanimes- el tabernero me tiende el cuadernillo-. Hasta el mejor whisky fue una vez licor barato.
-Pero mucho licor barato acaba en eso: Licor barato- me tensa, de verdad que me tensa. ¿Puedo pegarle una bofetada ya? Bebe la jarra, y parece que ni siquiera se inmuta. ¿Es que no le hace efecto el alcohol?
-Tenéis razón. Los dos- miro detrás de mí, y todos están ya dormidos sobre las mesas, cuando no en el suelo. Me tiemblan las manos, y estoy sudando por todas partes; estoy sudando hasta por partes que no sabía que tuviera. De repente siento miedo escénico, pero actúo igualmente-. Perdona por mancharte el local.
A mi lado Geralt Brighthand se desangra. De su yugular pende una pluma negra, aunque no tarda mucho en teñirse de carmesí. Emite un grito ahogado, pero es incapaz de articular una palabra, y en poco menos de un minuto yace sobre el parqué. Me ha manchado las piernas de rojo, y me ha arañado el muslo, pero ha sido más fácil de lo que me esperaba.
-La verdad, esperaba que con su precio el trabajo fuera más complicado- arranco la pluma, y la limpio con un paño de gamuza. Luego tendré que acicalarla un poco, pero por el momento me sirve.
Me está mirando. Sus ojos vacíos me miran, pero se los cierro y pago la cuenta. Cuatro rondas de trece, cada una más cara que la anterior, pero todos los maleantes del local borrachos. Según reexamino los carteles de mi costal voy matándolos a todos, mientras recito como un mantra sus nombres y precios; parece que vuelvo a tener dinero.
Paso unas horas ayudando al tabernero, mientras los cadáveres reposan en un rincón. La taberna está cerrada a cal y canto, y se lo ve bastante nervioso. ¿De verdad eso es tan importante? Es decir, yo he dormido muchas noches con los restos de la comida junto a mí; no hay tanta diferencia.
-Humanos…- menciono, con cierto desdén. Curioso, pues en parte soy humana, aunque sea mínimamente. Él se ríe.
-¡Lo sabía!- carcajea. Me sonrojo. Nos miramos. Se sigue desternillando. Me siento ofendida. No para de reír-. ¿A que vas a ser un pajarito de verdad?
Sabe que me ofendió ese apodo; sin embargo, en su boca no suena tan sucia. Termino riéndome yo también, mientras saco cincuenta y tres plumas de mi bolso. Cincuenta y tres plumas negras, con el cálamo relleno de acero y punzón en el raquis, afilado para también cortar.
-Me dolió mucho, ¿Sabes?- comento, y su rostro se vuelve serio de repente.
-Me estás vacilando- responde él. Normal, por otro lado. Yo miro hacia el techo, sin fijar la vista sobre nada en particular.
-Ojalá- lloro un poco, pero no dejo que mi voz se entrecorte-. El día que intentó desplumarme, un regalo había llegado al salón del trono. Yo era su águila favorita, así que me tenía en una percha cercana a su asiento. La fruta que le ofrecían olía a sangre, y me abalancé sobre la presa. Sin embargo, en lugar de eso, tomé una especie de conciencia. Orson decidió castigarme por comer su fruta, así que ante toda su corte trató de hacerlo- ahora sí, me rompo un poco. Respingo y continúo-. Yo aún no sabía que había consumido una akuma no mi, era como un bebé. Sabía que se comunicaban al hablar, pero no los entendía. Quería llorar y chillar para pedir explicaciones, saber qué había hecho mal, pero fui educada para no volverme contra el rey. Sin embargo, bueno… Arthur me enseñó órdenes diferentes, y la señal era que alguien atacara a Tommin. Aún- no puedo continuar. Lloro tanto que se me anegan los ojos, y siento un brazo sobre mis hombros. Me acerca a él, y me mira.
Me besa, y todo vuelve al silencio.
Mar de origen: Paraíso
Isla de origen: Isla Kuraigana.
Pertenencias iniciales: Una gaita, una flauta de pan y un set de escritura, además de muchos conjuntos de ropa y cuadernos de bitácora.
Sueños: Sólo quiero ser libre para tomar mis propias decisiones.
Referido por: Byakuro.
Aki D. Arlia
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Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Akuma no mi
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Bonita ficha, está aceptada.
Por favor, pasa por registro de físicos, de akumas y el censo ^^
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