Los Rescatadores (Moderado nivel 7++)

Lo primero que sintió fue dolor a ambos lados de la cara, seguido por una sensación cálida desagradable. Un molesto pitido resonaba en sus oídos... ¿qué diablos había pasado? Lo último que recordaba era estar frente a los payasos, y de repente todo se volvió negro. Abrió los ojos, pero su visión estaba borrosa. Pestañeó varias veces y dio un gruñido mientras intentaba despejarse, removiéndose. Entonces escuchó una voz con un acento rarísimo, y que no hubiese sabido decir si era de hombre o de mujer. Murmuró una serie de cosas sin sentido difícilmente calificables como palabras, y entonces recordó dónde estaba. Abrió los ojos de nuevo y se levantó de golpe, chocándose contra algo. Con una mueva de dolor se frotó la frente y alzó la mirada, topándose a un ser que parecía salido de sus más negras pesadillas. Miró hacia un lado, y vio a más okamas, y a Meneror con un peinado "modernillo" y el pelo teñido. ¿MENEROR OKAMA? ¿QUE DIABLOS? Aturdido y asustado, Karl dio un grito y comenzó a retroceder a cuatro patas y cabeza arriba, a modo de una especie de grotesca araña.

- ¡Alejaos de mi, monstruos!

En medio de su frenético retroceso en busca de salvaguardar su virginidad anal, se dio contra una pared con la cabeza. Comenzó a soltar maldiciones a gritos y se frotó la zona del golpe. Por suerte el dolor lo devolvió a la realidad y lo espabiló del todo.

- Joder... ¿dónde diablos estoy? ¿Y qué ha pasado? - preguntó, a nadie en concreto.

Entonces se fijó en una persona de gran tamaño en la que no había reparado. Aquel pelo bicolor era inconfundible, y más aun aquella falta de gusto para vestir. Aunque ahora había cambiado los trajes de piel de cachorro por un disfraz de pirata homosexual. ¿Dónde lo habría comprado, en un todo a cien berries? Y, ¿qué hacía Dexter en un lugar como aquel? ¿Seguían en la prisión? De repente una figura cayó desde el techo, haciendo que Karl se percatara del enorme agujero que había en este. ¿Qué diablo...? Bueno, eso explicaba cosas. A saber qué lo habría causado, pero visto lo visto debían seguir en la prisión. Se incorporó y le hizo un gesto con la mano a Krauser para saludarlo, observando con recelo a los okama mientras se aproximaba a los dos hombres, moviendo sus brazos para comprobar que no tenía ningún lesión en estos. No le gustaban los okama desde su desagradable visita a Momoiro.

- ¿Qué demonios acaba de ocurrir? Y, ¿dónde carajos estabas, Dexter? Krauser me dijo que atacaríamos la prisión todos juntos. Llegaste un poco tarde.

-Técnicamente, he sido el primero en llegar- respondió, clavando su mirada en Karl-, al menos hasta aquí abajo. Además, el que más tiene que explicar er...

La enfermera exigió una explicación y señaló una pared, distrayendo al pirata. Como en una película barata, un cartel de neón anunciaba lo que sucedía en el lugar. Dexter observó y leyó con atención lo que allí ponía, y al parecer había otro nivel con el que no había contado: El 3.5. No le sorprendía en realidad toparse con un paraíso Okama, pues las canciones sobre Luffy contaban las hazañas de Iva-chan y Bentham, las reinas del nivel 5.5. ¡Pero había subido dos niveles enteros! Normal que no contara con ello. Sin embargo, de repente una idea sonó en su mente, tan maravillosa como peregrina: Si nunca terminaba la fiesta, ¿Por qué dejar a esos pobres travestis sin hogar? Había destruido su casa, al fin y al cabo, y desde luego sabían cómo organizar una buena fiesta.

-Pues... La verdad, la respuesta sonará rara- comentó Dexter, no sin antes dar un abrazo a Krauser. Fue un abrazo silencioso, sin mediar palabra-. He venido a recoger un mapache y tenía prisa. Lo encerraron injustamente hace un tiempo y bueno, ahora que no tengo que seguir normas del Gobierno Mundial... Pues eso- señaló hacia arriba, mirando hacia el agujero con forma de su Jolly Roger. El Dragón con las dos Rosas iba a ser una muy extraña decoración para aquella prisión, y al mismo tiempo una buena forma de enviar un mensaje al Gobierno: Impel Down ya no era un lugar seguro.

Dio un par de pasos, pensando en lo siguiente que debía hacer. Se concentró en el plan, y aún quedaba un piso por bajar. Luego muchos que subir, pero eso no sería problema. Sólo tenía que encontrar a esa alimaña y todo iría sobre ruedas.

-Bien, os diré lo que haremos. Lo siento mucho por romper vuestro techo. Ahora rompo vuestro suelo sólo un poco, encuentro al bicho y salimos todos. Conozco un sitio donde podéis tener vuestro propio paraíso, y bastante más grande que esto. Podríais incluso ver la luz del sol, de vez en cuando.

Calculó bien, con cierta concentración, y se preparó para bajar.

-El Ojo es un lugar muy bonito, y a todos los habitantes nos encantan los espectáculos. Sería un placer alojaros allí como compensación.

De repente, las palabras de un tipo llegaron a su cabeza, y lo reconoció. Juka B. Volpi, un tipo bastante parecido al mafioso Meneror, y que había acabado con la cabeza en un plato cuando lo había conocido. Parecía solícito, pero no le interesaba llevarlo para abajo. Prefería ir solo, al menos por el momento.

-No te preocupes. Tú ve despertando a las chicas, si te dejan estas bellezas- nunca estaba de más adular a un Okama-. Yo voy a por Rocket.

El mismo proceso, pero en escala reducida. Un agujero de un metro de radio bajo él tras dar el puñetazo, y se dejó caer al suelo. ¡Qué puto frío! Comenzó a correr un remolino de viento a su alrededor, un torbellino que ardió en llamas, dándole algo de calor. Eso le permitiría un momentito de tiempo. Hora de activa su Haki de observación.

Sonaba muy débil, pero estaba cerca. La voz interior de Rocket lo guiaba hacia su objetivo, y finalmente terminó por llegar. Estaba bastante cerca, en realidad. Si se girase un momento aún vería el agujero, pero no importaba ya. El mapache estaba ahí... Más o menos.

-Anda, un cacho de playa. Sólo me falta el agua- comentó, agachándose sobre la arena, al tiempo que el tornado se arremolinaba en sus piernas. El calor subiría, pero por lo menos no quemaría al animal-. Anda, Alimaña, he venido a recogerte. Nos vamos.

Tras decir aquello esperaría a que el mapache se pusiera en su hombro, y una vez ahí volvería al piso anterior, para reunirse con los demás. En el Nivel 4 hacía demasiado frío.

Las balas de cañón no fueron desviadas… Más bien… Impactaron en el barco y empezaron a combar la madera. ¿Qué carajos eran esas balas? Había notado que Hinori también pasó a la ofensiva y ahora se encontraba luchando. ”Yo también iré” – pensó mientras se ganaba en la baranda del barco y sonreía con tranquilidad. Confiaba en que podría ayudar en algo y poder liberar el paso a La Joya. Si todo salía bien, el escape era más que posible. Suspiró con calma y se preparó para la batalla, justo en eso… Escuchó las palabras de Deathstroke. ”¿Lanzarme en una catapulta?” – se bajó de la baranda de inmediato. Era divertido pensar en que podía ser lanzado por los aires, además, así no se cansaba volando.

– Si lo llegó a encontrar, se lo pasaré. – Dijo recibiendo los auriculares. Uno se lo colocó y el otro lo guardó en uno de sus bolsillos. ”Bien… Es hora de ir” – pensó con una suave sonrisa mientras se colocaba en la catapulta. Se acomodó un poco y guardó unos minutos de silencio. Su mantra le decía dónde estaban Hinori y Berthil, así que en el aire podría cambiar de dirección e ir con uno de los dos, si no… Solo tendría que procurar caer de forma limpia en uno de los buques. Suspiró con calma y cerró sus ojos. Escuchaba todo lo que estaba pasando. Sus espadas estaban listas y su corazón listo y dispuesto. ”Esto va a ser divertido” – se terminó de relajar.

– Bien, Death, cuando quieras amigo. – Sonrió de forma tranquila e hizo un gesto para salir volando.

Death no tardó mucho en activar la catapulta y… En unos pocos segundos, ya se encontraba en el aire. ”Ahora… Sky” – en mitad de su vuelo, activó su técnica y dos alas verdes surgieron en su espalda. Si le disparaban, solo tendría que usar sus espadas y cortarlas a la mitad. ”Ahora…” – soltó un ligero suspiro. Sin perder las presencias de Hinori y Berthil, trató de dirigirse a uno de esos dos buques. Si no lograba, solo buscaría caer en otro de los buques y empezar a limpiar el camino a La Joya. Para no romperse nada en el descenso, empezaría a volar en círculos para descender de forma limpia en la cubierta… O ese era el plan. Además, evitaría cualquier tipo de ataque su mantra, no le gustaba la idea de ser una especie de tiro al blanco.

– Death, una cosa… – diría por el auricular. – ¿Qué hacemos con los buques? ¿Los destruimos o solo los capturamos? – Preguntó con una sonrisa calmada en mitad del vuelo.

Contuvo un grito de dolor y se frotó el trasero. ¿Qué había hecho él para merecer aquello? Frunciendo el ceño y apretando la mandíbula, respiró hondo para no dejarse llevar por la ira y devolverle el golpe. ¡Él no había destrozado el techo de su maldito refugio de travestidos! ¡La culpa era del bruto de Dexter, que recibiera él los azotes! "Si aún tuviera mi vieja fuerza, a ver quién iba a atreverse a ponerme una mano encima." Aquel okama tenía mucha suerte de que su carácter se hubiese suavizado con los años, pues el viejo Karl hubiese respondido bastante contundentemente a aquello. Ahora sin embargo podía entender que estuviese molesto... o molesta, lo que carajos fuera, aunque se hubiese equivocado de persona con la que desfogar su ira. Iba a contestarle, no demasiado amablemente, todo ha de decirse, cuando el dragón se le adelantó.

- En fin... yo sólo digo que el que tuvo la idea de bajar cuatro pisos en línea recta no fui yo. Aquí soy sólo una víctima más del loco del pelo bicolor - dijo, en parte a los okamas, en parte a nadie en concreto.

Tras proponer a los okamas montarse un paraíso de perversión, Dexter reventó el suelo y bajó otro piso más. Con un suspiro, Karl se alejó del agujero al notar el frío que emanaba de este y rebuscó en su chaqueta buscando su mechero y su caja de puros, pero no los encontró. "Genial... se me han debido caer por ahí." Se puso a rebuscar entre los escombros y justo junto al cartel la vio. La madera estaba quebrada y destrozaba, pero al menos su contenido aun era aprovechable. Algo más animado, cogió un puro, se sentó en los escombros y se puso a prepararlo mientras escuchaba al resto. Entonces el Meneror okama (que tras una inspección más detallada resultó no ser Meneror ni un okama) se les acercó haciendo una pregunta realmente estúpida. ¿No era evidente que para eso estaban allí? ¿Es que no había escuchado nada? Se tomó su tiempo en contestar, jugueteando con el humo del habano en la boca y haciendo varios anillos con este.

- Krauser, hoy te toca a ti hacer de niñera. Ya te devolveré el favor otro día.

Mientras Dexter no volvía, aprovechó para canalizar energía en torno a su cuerpo para sanar parcialmente sus magulladuras [Manual Micaiah], sin bajar la guardia. Impel Down era una trampa mortal y estaba seguro de que aún les esperaban cientos de dificultades de poder largarse. "Esta prisión no se hizo para que la gente no entre... si no para que no salga. La huida no será ningún paseo." Por ello, lo que dijo Krauser fue tan irónico que Karl comenzó a reírse macabramente de pura desesperación. Su risa fue en aumento y se prolongó durante un incómodo rato, tras lo que dijo:

- ¿No te lo dije antes de venir? Aun con un Yonkou, esto es un plan suicida, Krauser. Si estuviese al cien por cien de mis fuerzas TAL VEZ, y solamente TAL VEZ podríamos sobrevivir en caso de que nos tiren a todos los guardias de nivel y al alcaide encima... cosa que posiblemente pasará pronto. En mi tiempos en la Marina estuve aquí para entregar a un pirata, Sohem Shakkin. Entrar es fácil, ¿salir? - le dirigió una mirada funesta mientras daba una calada al puro, haciendo que la leve luz de este acentuase por un momento las sombras de su cara - Los viajes a Impel Down son solo de ida, chico. Mucho me sorprenderé si salimos todos vivos y enteros, o mucho he subestimado al jovenzuelo de Dexter.

Dentro de la prisión

Karl frunció el ceño y sonrió. No había mejor manera de definirlo: estaban jodidos. "Nunca pensé que llegarían tan lejos... pero parece que al final lo hicieron." Pudo sentir al hombre antes de que quedase a la vista. El aura que desprendía era poderosa, muy poderosa... tanto que bien podría rivalizar con la de Dexter y superaba ampliamente la de Krauser. No se molestó en levantarse, llevándose de nuevo el puro a la boca. ¿Y ahora qué harían? Lo único que se le ocurría era que salieran de la prisión antes de que activaran "aquello", pero parecía que ya estaba en marcha. Es más, lo tendrían difícil, si no imposible, con aquel tipo de por medio. Dio una calada a su puro y jugueteó con el humo en la boca, para luego soltar varios anillos con calma antes de decir:

- Protocolo M.U.E.R.D.A.G.O. - comenzó, en un tono ominoso - Era un proyecto secreto del Gobierno en el que se comenzó a trabajar hace unos siete años. Sin embargo, tenía entendido que se quedó abandonado... parece que últimamente le habéis dado mucha caña y han decidido ponerse las pilas. Para decirlo rápido, pronto toda esta prisión va a hundirse en lo más profundo del Calm Belt y estaremos atrapados.

Observó con cierta curiosidad al recién llegado, preguntándose quién rayos sería. No le sonaba su rostro ni creía haber oído hablar de él, aunque con su nivel de poder... debía ser el encargado de uno de los últimos niveles, si no el alcaide en persona. En todo caso, no parecía aún dispuesto a atacarles. ¿Para qué? Aquel tipo tenía la situación bajo control. Aquel plan había sido una locura desde el principio y se habían tirado a la boca del lobo a lo loco. El ex-Almirante se levantó y se sacó el puro de la boca, exhalando una columna de humo antes de decir:

- ¿Me equivoco, guardia-san? ¿Qué será lo siguiente? ¿Nos reducirás por la fuerza, nos invitarás amablemente a entrar en unas celdas o nos dejarás vagar por la prisión esperando a que perdamos las esperanzas de salir, rodeados por kilómetros de mar?

Soltó una carcajada amarga. Era irónico, muy irónico. Aki acababa de fugarse de Impel Down no hacía demasiado y ahora él había acabado allí. Había sido un idiota al sumarse al plan... y por otro lado, no podía haber hecho otra cosa. No podía dejar a Krauser solo. Por otro lado, que estuviesen en una situación desesperada no implicaba que fuese a rendirse. Nunca lo había hecho y no iba a hacerlo ahora. Se giró hacia el dragón, sabiendo que era el más fuerte de ellos:

- Tú dirás, Dexter. ¿Tienes algún plan en mente? Recomendaría actuar antes de que nos sepulten bajo las aguas.

Volvió a una temperatura normal, y cuando entró en calor de nuevo retiró las llamas que lo cubrían. En su hombro el mapache, en sus manos el bastón de combate y en sus oídos los Okamas pidiendo garantías. Era lo justo, aunque se preguntaba si realmente tenía algo tan prescindible en ese momento como para cederlo sin arriesgar su vida más con ello. "Como no me corte el prepucio", pensó, sabiendo que se regeneraría en poco tiempo. Sin embargo no le hacía gracia la idea y, de hecho, estaba muy fuera de lugar. Lo único que podía pasar era que si se desnudaba delante de ellos lo malinterpretaran. Lo sabía, había conocido a Legim.

-Vale, tengo una cosa- sacó de su bolsillo un pedazo de papel roto, cuyo borde irregular apuntaba hacia él, y vibraba con más intensidad según se lo acercaba al rostro-. Es mi vivre card. Es un objeto... Dífícil de falsificar, la verdad. Y bastante escaso; no suelo dárselo a mucha gente- miró a Krauser. Era una de las pocas personas que podían encontrar su paradero fácilmente, de las pocas en quien confiaba-. Ninguna puerta en el Ojo está cerrada mientras tengáis una.

Las palabras de Karl fueron como un jarro de agua fría cuando el brillo rojizo de un metal ardiente cubrió la luz del sol. Habían sido muy rápidos con eso, aunque dudaba muy seriamente que eso fuera a ser un problema para salir. Al fin y al cabo, una plancha de hierro debía ser bastante menos de lo que se habría encontrado de por medio al avanzar. Realmente, lo que más le preocupaba era el tipo que había aparecido de repente, y al que el ex almirante se había referido como Guardia-san. No pudo evitar pensar en cruasán, pero eso era otra historia. Al parecer había un plan llamado muérdago, y como todos sabían, eso implicaba besos y cosas que, en aquel momento prefería no tener que hacer con ninguno de ellos. Mucho pelo y vendas, y respecto al otro ni siquiera tenía confianza con él. Además, seguramente fuese enemigo. "Pero el amor no entiende de bandos", pensó, finalmente, con ternura.

-Vale, tengo un plan- respondió a Karl-. Pero si lo digo se gafa. Yo no tengo prisa ninguna, soy inmortal...

Se sentó en el suelo, sonriente. En realidad estaba terriblemente nervioso, pero no podía dejar que se notara. Agarró al mapache y se lo tiró a Karl, esperando que lo cogiera sin problemas. Si eran inteligentes estarían preparados para lo que iba a suceder. Tenía que calcular tantas cosas...

Tardó cerca de medio minuto, pero finalmente decidió lo que iba a hacer. Su rostro se afiló y en la espalda surgieron dos alas azules, acompañadas de una cola acorazada. Poco a poco, mientras se levantaba, su altura se elevó hasta los cuatro metros de altura, mirando por encima del hombro a todos los presentes. Era el momento de que hiciera lo que debía.

-Materialización número uno- dijo, en tono solemne, mientras su brazo se tornaba blanco-. Brazo adamantino.

Su cuerpo comenzó a chispear, y dio un pequeño e imperceptible paso vertical que lo dejó sobre una plataforma de viento. Apenas unos milímetros de levitación, pero todo era parte de un plan mayor.

-Camino del viento. Fuerza primordial.

A su alrededor surgió un tornado cónico, dejando apenas ver su silueta a través de él, y entonces su cuerpo se volvió negro. Todo, incluido su brazo de diamante, y de allí la cabeza de un dragón comenzó a surgir. Rozó con el largo cuello las paredes de los pisos superiores, y cuando llegó a la máxima distancia que la sierpe podía recorrer, se detuvo mirando hacia el enemigo que acababa de llegar.

-No quería hacer esto, pero debo elegir entre mis compañeros y tú- su voz sonaba reverberada en medio del poderoso viento, pero potente y clara al mismo tiempo. De repente, no estaban en Impel Down. Había vegetación entre ellos, una espesa maraña que los envolvía, y rodeando al Guardia diez Dexters en posición amenazante, todos envueltos en el más poderoso de los Hakis y comenzando a canalizar la energía que él había utilizado segundos atrás-. Liberación final, Zafiro Negro.

Diez rugidos. No once, sólo diez. Lo que se escuchó junto al undécimo, un segundo después, fue el surgir de las ondas cortantes a su alrededor, y la rosa azul giró mientras de su boca surgía un potente rayo de luz, a unos quinientos grados. Si estaba al rojo, tal vez suficiente para debilitar más un punto. El cono de viento comenzó a girar con más fuerza, y su mano derecha comenzó a brillar con un tono azul. La energía de Zafiro comenzaba a liberarse, y muy pronto quedó atrapada en la corriente de viento, convirtiéndose en un gigantesco taladro. No fue hasta entonces cuando un aura anaranjada lo envolvió, y con ella un tono dorado invadió su cuerpo.

-Turbo.

El viento hacía una cámara estanca para él. Tan era la fuerza de aquello que mientras se mantuviera activa la presión no se reduciría en el interior, y del mismo modo conservaría el oxígeno. Debió de ser hermoso cuando el sonido se rompió más de trescientas veces en su posición, y en un parpadeo levantó a Nadia, imbuyéndola del mismo haki que lo impregnaba a él, al tiempo que el verdadero Zafiro Negro impactaba contra la capa de metal al rojo y el Blue Rose Earthquake surgía en la mano tras él. Pero todo eso no era comparable a toda la velocidad, fuerza y las innumerables técnicas que había puesto en marcha en un instante. Las ilusiones en el suelo se desvanecieron, y Dexter...

Si todo había salido bien, Dexter tenía un serio problema. Sólo se movió durante un segundo, pero un segundo a aquella velocidad lo dejaba en la Ionosfera. Aún atraído por la gravedad ligeramente, pero sin más oxígeno que el que quedaba en el interior de su cono, y necesitaba volver. Ahora sin apoyo, se impulsaría algo más despacio y trataría de volver rápidamente a la prisión. Esperaba que Karl y Krauser hubieran podido salir volando tras aquello.

De haber salido mal, bueno. Sus huesos tardarían un momento en regenerarse. El dolor en irse algo más.

Highest Speed Punch: Blue Rose Drill

Aterrizó con facilidad en uno de los buques. Se maldijo por dentro mientras notaba que no había llegado con Berthil o Hinori. ”Odio mi suerte” – se rascó la cabeza y miró al frente. Ocho sujetos lo miraban con cara de muy pocos enemigos. Bueno, quizá era por el hecho que estaban atacando Impel Down y él era un pirata, ellos marines… Sí, claro… No podía invitarlos a unas cervezas. Estaba relajado y los miraba con cierta confianza venida de dios sabe dónde. Sacó su espada de kairoseki y la espada negra. ”Supongo que cualquiera de las dos vale” – se dijo al no escuchar respuesta por parte del subcapitán.

– ¿Me dejarían tranquilos si los invito a unas cervezas? – dijo mientras sonreía de medio lado. Había activado su haki hace rato y estaba preparado. – Solo venimos por un nakama. Si fueran inteligentes, quizá nos lo devolverían y no habría heridos… No tantos. – Su tono era tranquilo. ¿Qué estaría pasando dentro de la prisión? ¿Ya habrían rescatado a su nakama? Esperaba que sí. Las cosas se estaban complicando y veía como algunos barcos se alejaban de la prisión. ¿Qué estaban pensando? Todos se fueron, excepto los que estaban en combate.

Rodó por el suelo a su derecha al tiempo que escuchaba y predecía los disparos. Se puso en pie rápidamente y se limpió un poco el polvo. Una que otra bala lo había rozado y hecho tira sus ropas, pero nada muy grave. ”Es hora….” – sus dos espadas se prendieron en fuego. Quería acabar rápido y encontrarse con sus compañeros. Suspiró con calma y empezó a caminar mientras hacía girar sus espadas, algunas llamas empezaron a saltar en variadas direcciones. ”Me pregunto si ardera, debería… Es madera, al fin y al cabo” – Se quedó tranquilo, a unos pocos metros de ellos. De la nada y sin pensarlo, lanzó dos poderosas ondas. Una directo al grupo que le dio la bienvenida y la otra directa al mástil principal. Ambas eran de fuego, pero tenían cierta… Característica especial. Iban a generar una poderosa explosión al chocar contra algo. La que iba al grupo iba en dirección al suelo. Ambas iban a unos veinte metros por segundo y el rango de las explosiones sería de unos seis metros. De no chocar contra nada, seguirían su curso hasta unos treinta y siete metros.

– Que venga el que esté a cargo de este buque – dijo mientras se quedaba viendo si su ataque funcionaba. Con eso esperaba que esos ocho dejaran de molestar y, además, al destruir el mástil principal impedir que se movieran con facilidad. – Acabemos con esto, Marina.

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