Dos piratillas que necesitan entrenar Moderado rango 2 (NECRO Y PESTE)

Dantesco. Era eso lo que acontecía frente a mí. Parecería que mis esfuerzos por obtener más poder habían sido exitosos, sin embargo, el espíritu en mi interior se había alterado por ello. Frio, miedo... muerte.
En cuanto se hubiera materializado frente a mí, me puse de pie lo más rápido que pude. En el principio, la primera vez que la voz me habló, me había dejado clara una cosa: no obtendría nada de él hasta que mostrara ser digno. Necesitaría ganarme su respeto. Hasta ahora, simplemente había demostrado esfuerzo y dedicación, pero no estaba satisfecho. Cuando arrojó los trozos de hueso, me hice a un lado lo más rápido posible, tratando de desviar los golpes que pudieran impactarme.
-No soy sólo un usuario- le dije mientras ponía mis espadas en modo Verdugo- soy un espadachín.
Tratando de ignorar lo demás que acontecía a mi alrededor, salté hacia adelante, convencido de cortar al ser que tenía de frente. Por alguna razón, supuse que esto sucedía en mi mente, pero no sabía si realmente me estaba moviendo o no, pero de ser esto cierto, en caso de necesidad le pediría a mi amigo que me noqueara. Tal vez no evadiría la lucha, la cual se pospondría, pero al menos evitaría que, de perder, el lich se apoderara de mi mente.

Caminé hasta la sala contigua y entonces observé, con desilusión, la enorme cascada que había borrado de mi mente todo este tiempo. El lugar era más alto de lo que recordaba, pensando en el terrible dolor que había tenido que sentir Jako al empujarlo desde tanta altura. Como no tenía nada mejor que hacer me puse, en un intento vano, a escalar por el musgo resbaladizo por el que baje la primera vez. Pero dado que no es tan fácil subir como bajar y el musgo era más frágil de lo que parecía a simple vista, decidí probar una técnica nueva.

Me coloque a los pies de la cascada y empecé a congelar el agua, dándole una forma de daga/lanza, después simplemente la lancé con todas mis ganas contra la pared, haciendo que por suerte alguna se quedaran clavadas (unas diez de cien, dado que estaba lanzando hielo contra una pared) Después simplemente intenté escalar, como pude, dado que me faltaba una brazo, hasta lo alto de la cascada. Por suerte, todo el hielo lanzado había hecho que el musgo se congelara un poco y tuviera más dureza y agarré para mi improvisada aventura. Aunque sigo recordando que me costó demasiado, tanto que fácilmente paso más de una hora hasta que conseguí llegar a lo alto.

Una vez arriba, descanse como un perro abandonado, tirado en el suelo y jadeando del cansancio. No sabía si era mi baja forma o que realmente había hecho un logro desorbital, el caso es que ya estaba arriba y la idea de subir en un futuro era nula en mi mente. Una vez recuperé el aliento y algo de energía me adentré en el túnel, yendo en dirección recta y con los sentidos alerta. No quería que nada me pillara de sorpresa, solo era un paseo de reconocimiento, del cual esperaba que todo estuviera despejado para salir de una vez de ese lugar que a lo tonto se había hecho nuestro hogar.

Por unos instantes sentí una necesidad, casi frenética, de atacar, impulsado por una sensación de miedo y muerte. Aquella sensación venía de mi propia naturaleza, que me indicaba que estaba a punto de morir. No era algo nuevo en mí.
-"Esto es lo que debió sentir Peste"- pensé, recordando aquella breve pelea entre nosotros. Finalmente, dejé de forcejear por mis espadas y ví todo alrededor. Esto no era un duelo con espadas y, la única alternativa, era que se trataba de un duelo de voluntad. Por unos instantes medité, tratando de recordar aquella vez que me topé con "el". Unos brazos salieron de algún lugar y dejé que me sujetaran con fuerza. Tenía miedo.
Con el tiempo, el mismo miedo deja de sentirse tan desagradable y pasa a ser adictivo, aún cuando pueda significar esto el final.
-"No es real"- pensé. Mis espadas no estarán conmigo en esta, sólo yo. Continué recordando aquella primera vez que me sumergí en la sensación. El calor del sol, el ya olvidado calor del abrazo de una madre y la felicitación de un padre, quienes debieron pasar por la misma sensación cuando fueron asesinados por un tenryubito. Coraje. Era fue la respuesta aquella vez y, posiblemente, lo sea ahora. Quizás lo que me rodeaba era una alegoría, pero si me dejaba vencer por esos seres muertos estaría acabado. No perdería mi tiempo venciendo sombras. Iba directamente con "el".
Aquel calor que me daba el sol, aquel calor del amor y la felicidad, incluso, el calor que daban el compañerismo de Sophie y Peste. Aún concentrado, traté de recuperar y concentrar todo ese brío en mi pecho, buscando encender una chispa que volviera toda esa adrenalina de miedo en coraje. Allí, precisamente, en el coraje, radicaba la fuerza de voluntad.
-¿Que ha pasado con mi sed de aventura, riquezas y poder?- grité mientras apretaba los puños, ignorando hasta donde me fuera posible el castigo del entorno-¿Acaso eh olvidado la promesa que hice hacia mis padres? Fue mi voluntad, mi perceverancia y mi determinación lo que me llevó hasta tí, venciendo rivales mucho más fuertes de lo que incluso soy ahora, sólo para conseguirte.
Conforme me llenaba de furia, coraje y determinación, canalizaba mis fuerzas a controlar un aspecto del entorno: a "el". Debía recuperarlo, someterlo y demostrarle mi fuerza interior, el único lazo que lo mantendría subordinado a mí y no al revés.

Madre mía, que cansado estaba, solo oía el latir de mi corazón y el correr del agua. Decidí caminar en dirección recta, con la esperanza de no perderme y con la confianza de encontrar el camino de vuelta más fácilmente. No pude evitar fijarme, que en el suelo se encontraban unas cuantas gotas de sangre, haciéndome recordar lo malheridos que llegamos a ese lugar y lo mal que lo llegamos a pasar. Casi, como auto reflejo, me llevé la mano al costado, recordando el dolor punzante que sentía al tener la costilla rota.

Suspiré fuertemente, dejando esos pensamientos en el pasado y me adentré con sigilo en las profundidades de aquel laberinto, yendo siempre por el camino a la izquierda y con los sentidos agudizados. No quería que nada me pillara por sorpresa, pues como dije anteriormente solo iba a reconocer el terreno. No estaba en condiciones para meterme en líos y dejar a Jako solo en las profundidades de este lugar.

Al final y sin ningún percance llegué a uno de los lugares, que recordaba vagamente, por los que había pasado. Parecía que la vegetación había aumentado y el olor de las aguas fecales también. Investigué un poco por los alrededores, en busca de huellas o indicios de que alguien se encontraba aún buscándonos. Si no encontraba nada, pondría rumbo por el camino de la izquierda y seguiría mi investigación.

El brio de mi cuerpo había alcanzado un gran nivel, calentando mi ser con el coraje que mi corazón podía generar y aclarando mi mente sobre lo que estaba sucediendo. Estaba convencido de que se trataba de algo mental, sin embargo, el dolor que estaba sufriendo era muy real. Debía hacer algo o, de lo contrario, podría volver a estar en desventaja.
Con mi mente serena, tratando de concentrar mi voluntad para doblegar la de mi dantesco entorno, pude ver algo que antes no estaba. Esas "cosas" parecían sufrir. No parecían querer obedecer a ese ser, sino que, parecían estar atadas, siendo usadas como viles marionetas.
Con una risa del espíritu, la cual parecía menos valiente que antes, una mano esquelética trató de atacarme. Iba directo a mi pecho.
-Basta- exclamé con voz de mando, viendo fijamente a los ojos al espíritu. No le tenía miedo y, si de algo estaba seguro, era que yo era dueño de mi propia mente. A partir de ahora, jugaría mi voluntad contra la suya, aprovechando las debilidades que estaba mostrándome, tratando de controlar aquellos esclavos de ultratumba para que se volvieran contra ese ser, el causante del miedo y la muerte...

Notaba una brizna de ruido, un ruido tan sutil y débil que el simple susurro del agua correr lo ocultaba. Decidí, a mi pesar, seguir avanzando en busca de más información sobre esas difusas voces que escuchaba desde mi posición. No podía volver con las manos vacías a mi campamento y decirle a Jako que seguíamos en peligro por unas indefinidas voces que no llevaba a comprender si venían del exterior o el interior de los túneles.

Decidí avanzar por el camino que tenía más a mi izquierda, dado que por el otro recordaba una caída un tanto dolorosa. Avancé con sigilo por aquel túnel, el cual parecía que no había sido tocado por muchos años. Lo cual supuse por la enorme cantidad de telarañas y el mal olor, de agua estancada, que desprendía. A los pocos minutos, vislumbre unos barrotes que recordaba familiares.

Me oculte en las sombras de ese túnel, esperando que las voces volvieran a sonar o alguien pasara frente aquellos barrotes. Saque uno de mis cuchillos arrojadizos y me lo coloqué oculto en mi mano. Si algún tonto se le ocurría asomarse por los barrotes, recibiría un cuchillazo en toda la cara. Al pensar eso no pude evitar sonreír.

Finalmente era hora de que las cosas fueran a mejor. Tras haber visto lo sucedido, sabía que estaba haciendo lo correcto, por lo que intenté mantener esa energía en mi corazón y volver a luchar, solamente que ahora no sería mediante mis espadas, sino mediante mi propia fruta. Con seguridad y con una voz de llena de determinación, ordené que esta realidad espeluznante atacara a aquella silueta que parecía menos fuerte. Parecía que dudaba.
-Es hora de zanjar esto. Soy digno- dije con una sonrisa, a la vez que trataba de hacer que aquellas manos que me apresaban me soltaran. Aquella realidad no era mi peón, era mi aliada y combatiría junto a ella...

El tiempo transcurría y nadie pasaba por delante de esos barrotes, solo el ir y venir de los susurros y las voces imperceptibles. Al final, decidí por mi integridad, alejarme del lugar, pero en ese momento dos sujetos empezazon a conversar más cerca de mi posición. Afiné el oído y escuche los rumores que cuchicheaban aquellos hombres, haciéndome sonreír al comprobar que hablaban de mí y de Jako.

Corrí pasillo atrás y llegué a la sala de la que había venido. Suspiré pesadamente, al ver el camino de vuelta y me dirigí a donde supuestamente estaban los escombros, para comprobar que el lugar de verdad se encontraba impenetrable. Al llegar inspeccionaría el lugar y volvería a nuestra guarida para avisar a Jako de la situación en la que nos encontrábamos.

Nota: para bajar al piso de abajo utilizaría mi gyocon, creando un chorro de agua que me descenderá con facilidad.

Spoiler:

Finalmente, había ganado terreno ante mi adversario. No podía decir si la cosa iba a mejorar, pero podía darme cuenta de que mi voluntad lo había tomado por sorpresa. Recuperé mis sables y me dispuse a atacar, cuando el mismo entorno en sí, como un gran ser convulsionante, comenzó a vibrar. No sabía exactamente lo que eso significaba, pero sí sabía que, de no hacer algo, no mantendría mi suerte. No quería tentarla.
Nuevamente, ahora con una sonrisa que enmascaraba un gran coraje, ordené con un grito, señalando a las creaciones, a la mismísima masa dantesca, que atacara a aquella sombra viviente. Pero no mandaría sólo a esa masa a atacar (ni esperaría, ya que no estaba del todo seguro que me obedeciera) así que puse mis espadas en modo de ataque y corrí hacia ese ser. Cuando estaba por llegar, noté que comenzó a manar esa energía verdosa y comenzó a correr hacia mí. Casi podía notar su desesperación.
-¡Hagámoslo!- le grité, colocando mis sables en forma de verdugo xibalbá, preparándome para un choque. Si era esa energía como la mía, debía evitar el contacto directo. Confiaba en mi voluntad, el entorno y en la fuerza de mis sables para doblegar a mi terrible rival.

El pisotear del agua estancada hacía relajarme sutilmente, sintiéndome seguro al estar rodeado (medianamente) de agua. Caminé con decisión por el pasillo, acompañado por el tintineo y los gemidos de los trabajadores, los cuales parecían estar hacer un trabajo tedioso. Me acerque con cuidado hasta el final de este y pude comprobar que un gran mural de escombros obstruía el camino. Decidí inspeccionar un poco más, intentando observar por los pequeños orificios de luz, vislumbrando a duras penas la ropa y el flujo de los trabajadores de un lado a otro. Parecía que había muchos, o eso intuí, dado que el agujero no era más grande que un meñique.

Ya no podía investigar más el lugar, solo me quedaba volver e informar a Jako, pero en ese momento, una voz proveniente del otro lado me hizo ponerme alerta. Me habían escuchado. Sabían que estaba ahí ¿Cómo había ocurrido? Mi mente se puso a maquinar cientos de planes e ideas. La más sensata era alejarme en silencio y sin hacer ruido, para que creyeran que el sonido provenía de las ratas o algún otro animal de alcantarilla. Pero dado que hacía mucho tiempo que no mataba a nadie, mis ansias de sangre estaban al máximo, haciendo que aquella situación fuera como un caramelo para un niño goloso.

-¡Socorro!.- dije con una voz aguda y débil (emulando la de un niño)-Mi mama está atrapada, necesito ayuda.- dije con la misma voz y emulando una tos. Después simplemente salí corriendo y eché a correr en dirección al campamento (por llamarlo de alguna manera) Aquella situación, si daba resultado, haría que los trabajadores se dieran el triple de prisa en quitar los escombros y me crearían a mí y a Jako una salida perfecta para escapar.

Una vez llegué al desnivel de nuestro escondite, salté precipitadamente, mientras con la mano creaba una enorme esfera de agua que pararía mi impacto contra el suelo. Después deshice la esfera y esta se esparció en una enorme ola de agua. Continúe mi camino a la sala contigua y para mi asombro me encontré a Jako medio muerto en el suelo. Mi primer pensamiento es que estaba profundamente dormido, pero a cada paso que daba me iba dando cuenta que algo iba mal. El siempre solía dormir en su cama, no era un salvaje como yo. Sin embargo el color blanquecino y el morado de sus labios me hicieron ponerme alerta. Corrí a su rescate y coloque los dedos para tomarle el pulso. ¿Qué le había pasado? No tenía ni idea, pero la situación parecía complicada. Jako tenía la piel fría, además del pulso débil. Se estaba muriendo, debía hacer algo. Coloque mi mano sobre su pecho y realicé una sucesión de descargas eléctricas para conseguir acelerar su ritmo cardiaco y que volviera a la normalidad.

Necro:

Peste:

Necro, con tu siguiente parpadeo notas mucha más luz y a alguien sobre tu pecho, además de bastante cosquilleo por el cuerpo. Peste, parece que has conseguido despertar a tu compañero, aunque puede que las descargas fueran algo excesivo al no tener el corazón parado. El resto del lugar está en calma total, la marea esta baja y el sol se filtra entre las hojas de los mangles. ¿Qué vais a hacer?

Los impactos retumbaron en mi cuerpo, mientras sentía que mi ser se elevaba hacia un lugar cada vez más y más luminoso.
"Ya está, es el fin" Pensé, dejándome llevar por una sensación de alivio. Pronto, un gran frío cubrió mi cuerpo y un cosquilleo indicaba que, al contrario de morir, mi cuerpo estaba todavía en este plano.
Parpadee un poco, notando cada vez más luz. Casi enseguida pude percibir que estaba en otro lugar. Estaba de regreso en el archipiélado. Al abrir bien los ojos, noté la silueta de alguien sobre mí. Era mi compañero que, seguramente, había recurrido a algún método desesperado para despertarme.
-Casi lo tenía- susurré. Traté de enderezarme, sin levantarme del suelo. Ví mi cuerpo pálido y sentí el frío en todo mi cuerpo.
-Esto más muerto que de costumbre- dije con una sonrisa-¿que fue lo que pasó?
En mi cabeza aún daban vueltas los recuerdos de aquel lugar horrible, casi lovecraftiano, así como aquel ser y la sensación que este ejercía sobre mí. La batalla había terminado con ese lugar volviéndose contra él, maldiciéndome este último al verse superado. Lo había hecho bien, supongo.

El cuerpo de mi compañero no parecía reaccionar. Miles de mini-relámpagos recorrían su cuerpo, haciendo que tuviera pequeños espasmos, nada agradables a la vista. Decidí volver a comprobar su pulso y con alivio, me cercioré de que había conseguido acelerar su ritmo cardiaco. Ahora solo quedaba esperar y que él mismo tuviera las fuerzas suficientes para recuperarse.

Mi mente estaba buscando más ideas para ayudarle en su recuperación, pero lo más sensato que se me paso por la cabeza fue ir a por un cuenco de agua. Cuando estaba a punto de levantarme, Jako abrió los ojos de forma dolorosa, recordándome a un bebe recién nacido. -¿Te encuentras bien?- dije algo preocupado, precipitándome, esta vez sí, a por un cuenco de agua fresca.

Para mi asombro mi compañero estaba en mejor condición de la que aparentaba, pero igualmente me asegure de su recuperación. Le ayude con cuidado a llegar a una de las camas y acomode el lugar para que reposara, mientras me ponía a preparar algo de comida y algún analgésico para el dolor con las pocas hierbas que conocía del lugar.

A lo tonto y sin darme cuenta, el tiempo se fue volando, haciendo que la noche cayera sobre nosotros. Me apoyé al lado de su cama y estuve analizando su cuerpo, en busca de que era lo que le había hecho quedarse medio KO. Por desgracia mis conocimientos no eran los adecuados y esperé una respuesta por su parte. Haciendo que en ese momento me percatará de mi aventura por las alcantarillas, la cual se la explique por completo con pelos y señales. Después de charlar durante horas decidí dormir un rato la mona al igual que hacía él, pues había sido un día largo.

Me tumbé en la cama y el sueño tardó en llegar a mi más de lo esperado. Algo rondaba en mi mente y no era nada bueno. Dado los nuevos acontecimientos y no saber el causante de los desmayos de Jako, me ponía en una clara desventaja si los obreros abrían una apertura antes de lo esperado. Sin quererlo me había cavado mi propia tumba, encerrando en mi propia trampa. Mi mente daba vueltas a cientos de ideas para conseguir un plan B que nos sacará de allí si la cosa se complicaba, pero todos tenía una pequeña probabilidad de que salieran como esperaba. Al final del todo, me quede dormido, mientras mi mente daba vueltas a una solución factible.

Cuando me desperté mi cuerpo saltó de la cama y se puso a trabajar en algo que parecía que tenía en mente, algo que si me paraba a pensarlo se borraría de esta, algo que en el fondo creía de verdad que iba a dar resultado. Cogí un montón de raíces entrelazadas, haciendo una cuerda resistente y flexible. Después me adentré en el agua y nade hasta las barras que impedían el paso, las cuales rodeé con aquellas raíces. Una vez terminé volvía a la superficie y me puse a construir una especie de poleas o mecanismos que hicieran el trabajo más sencillo. Aunque hay que reconocer que hacer aquello en un lugar que apenas había materiales fue más difícil de lo que pensaba, haciendo que el tiempo pasara volando y todo el lugar acabará lleno de raíces que iban de un lugar a otro. Una vez creí que todo estaba terminado, simplemente agarré con fuerza el extremo de la raíz y tire progresivamente de ella hasta el punto de sentir una fuerte tensión, la cual esperaba romper aumentando mi fuerza progresivamente para que los barrotes se rompieran o crearan una apertura para poder pasar. Solo quedaba esperar ver el resultado final de mi idea.

El calor no parece querer regresar a ti Necro, es como si te evitara aun cuando te tapas con varias capas de ropa. Además, no recuperas tus fuerzas como antes, es como si la estuvieras gastando en algo. Puede que un poco de meditación como te enseñó Peste no hace mucho te viniera bien para tratar de saber qué pasa. Hablando de Peste, lo ves ponerse a hacer cuerdas y cosas raras con las ramas y raíces, aunque no tienes ni remota idea de que es o para que va a servir. A media tarde notas un aumento de materia muerta en el agua que baja hasta el laguito, quizás puedas investigarlo.

Peste, parece que consigues hacer la polea, pero…. ¿Cómo has cortado las ramas y raíces necesarias? Además, mientras tensas todo el sistema, terminas cayendo de culo con fuerza, provocándote algo de dolor en el coxis. El agua antes clara ahora ha adquirido un color marrón violáceo no muy saludable. Es muy probable que el marrón sea cosa del agua que viene de las cloacas, pero el violáceo es extraño. Por cierto, las pequeñas muescas de tus disparos en las ramas de enfrente te llaman la atención, puesto que el único disparó que conseguiste que atravesará algo más que la corteza está morado también. Puede que un poco más de practica para ver si del resto también sale algo morado estuviera bien, o puedes meterte al agua a ver que pasa.

Gracias a mi amigo había logrado volver a esta realidad, sin embargo, algo seguía estando mal. Me quedé un rato viendo cómo mi amigo trabajaba en una especie de mecanismo para, hasta donde sabía, sacar o arrastrar algo de debajo del agua. Seguí observando hasta entender mejor la situación, pero pese al descanso no notaba mejoría en cuanto a mi estado.
El frío seguía apoderándose de mi cuerpo y mi fuerza parecía estar decaida, como si me estuviera esforzando en realizar algo que no entendía que podía ser. Traté de platicar con Peste, saber que estaba haciendo así como hacerle saber el porqué estaba "inconciente" cuando me encontró. Luego, traté de conseguir algo para comer, cazando peces pequeños.
"No puedo seguir así, necesito hacer algo" Pensé. Lo que necesitaba en esos momentos era descansar, pero más que eso, era entender mi baja de fuerza.
Clavé mis sables sobre el suelo, dejándolos a mis lados y traté de concentrarme. Algo no había quedado zanjado con "el", por lo que necesitaba entender. Estuve concentrado durante largo tiempo, tratando de sentir mis fuerzas y las de ese ser, tratando de canalizar mi energía para saber donde se estaba desperdiciando, o por el contrario, en qué se estaban inviertiendo.

A pesar de mis cálculos improvisados y mi compleja estructura para solucionar el problema de la verja, el único resultado que obtuve fue un desagradable dolor de trasero. Parecía que las raíces que había usado y entrelazado no tenían la suficiente resistencia para soportar toda esa presión. Que pena. Me levanté dolorido, frotándome el culete en busca de alivio, mientras avanzaba hacía mi compañero.
Para mi asombro, aquel peculiar tipo se puso de nuevo a dormir, aunque por la pose que tenía parecía que estaba más bien meditando. Solo esperaba que no se estuviera muriendo como hacía pocas horas. Suspiré pesadamente al darme cuenta de lo tranquilo que se encontraba a pesar de que nos encontrábamos a contrarreloj.

Decidí acercarme al agua y buscar otra solución para sacarnos de aquel lugar en el caso de que la cosa se pusiera fea. Antes de lanzarme de cabeza, como hacía de costumbre, no pude evitar fijarme en una sustancia que flotaba por el agua alrededor de las raíces y poleas rotas. En principio, la primera idea que vino a mi mente era que se trataba de otro mal resultado de mi improvisado mecanismo de poleas, pero al fijarme más detalladamente, aquella sustancia no me recordaba a nadie que hubiera utilizado o visto antes en el aquel lugar.

Intente buscar con la mirada el origen a través del agua, pero no pude vislumbrar nada. Me alejé un poco del lugar en busca de algún cuenco u material para poder recoger y analizar aquella sustancia, cuando me percaté de que una tubería del mismo color se escondía entre las raíces más gruesas. Aquella “tubería” parecía el origen de esa sustancia, pero las raíces lo tenían bien aprisionado y no podía ver de que se trababa. Decidí probar a cortar las raíces con mis cuchillos, pero estas eran tan duras como siempre, por lo que me puse a disparar agua a presión con la esperanza de que las raíces cedieran y me dejaran ver lo que ocultaban. Con suerte podríamos utilizar aquella sustancia para escapar.