¡Ni con dos cuernos! [Privado: Nina, Alice, NGC y Eichi]

¡Por fin! Mi primer viaje había sido una de las mejores cosas que me pudo haber pasado. Hace muy poco mis fieles hombres, Sjetial sobre todo, me comentaban el “descubrimiento” de un nuevo lugar para explorar. Una enorme ciudad con aspecto medieval, si sabes a lo que me refiero, ¿no? Básicamente no estaba acostumbrada a esos lugares, desde que salí de la mansión de la familia Stormrage he pasado en hoteles más... ¿cómo decirlo? Modernos. Sí, esa era la palabra. Sin embargo mis intereses por conocer el mundo no se podían limitar a las comodidades y tenía que empezar a explorar nuevos horizontes.

Pasé por el mercado central en donde la gente ofrecía sus frutas y productos con vehemencia. ¡Maravilloso! Estaba completamente fascinada por actos tan rutinarios pero que la gente realizaba con fervor. Había una gran mezcla de olores, desde pescado hasta fruta fresca y no quiero decir los olores que había más allá... pero eran repugnantes. Mientras avanzaba por la aclamada zona escuché como unos hombres se reían de mí y al momento de voltear la cara se sintieron intimidados por mis cuernos.

-¡Eh! Miren lo que tenemos aquí – dijo uno de los hombres grandes, de piel morena y ojos pequeños –. Una pequeña criatura, vaya mierda la que nos topamos aquí.

Miré a otro grupo que estaba tendido en una de las carpas del mercado. Eran solo unos cuantos hombres que no parecían tener más de treinta años; lo típico. Un montón de bobos que cuando estaban en grupo se burlaban y se creían mejor que el resto, pero cuando te los pillas solitos... son los primeros en correr. Di un paso hacia delante, no tenía ninguna intención de dejar que esos canallas se burlaran de mí; haría uso de mis puños de ser necesario, además no me supondrían ningún problema. Me acerqué un poco más a ellos.

-¿Tienen algún problema, montón de pajeros? – dije con voz ruda mostrando mi cara más intimidante.

Su respuesta me desconcertó un poco. Se rieron de mí hasta más no poder; uno de sus hombres se levantó. Resultó ser un enorme bribón de contextura gruesa, por no decir gordo, y de calvicie notoria. Llevaba un sable en la faja de su cintura y una sonrisa malévola, de aquellas típicas de los abusadores. ¿En serio tenían intención de batirse contra mí? No les saldrá barato, no señor.

-¡Vaya! Parece que la mierdecilla puede hablar. Veremos qué hacemos con tan bonita dentadura.

¡No lo soporté más! Me abalancé con todos mis cuernos golpeando al hombre en todo el estómago. Mi velocidad era sumamente mayor que la del estúpido humano, claro, yo ya había sido entrenada para batallar aunque la distancia me sentaba mucho mejor pero mis armas no las llevaba conmigo. El resto de los hombres se levantó y quisieron atacarme pero me moví con agilidad procurando esquivar todos sus golpes, sin embargo el hombre de piel morena y ojos chicos me lanzó un duro puñetazo que alcancé a bloquear con soltura. Pese a mi bloqueo no pude evitar retroceder y golpearme contra la pared: diablos, estaba arrinconada. Tenía pocas opciones.

Miré entre medio de las piernas del hombre de piel morena que estaba en el centro, había suficiente espacio para caber por allí. Tenía las piernas lo suficientemente separadas para que alguien de mi tamaño se escabullera tal cual fuera un gato; un felino de lo más ágil. ¡Dicho y hecho! Me lancé al suelo al mismo tiempo que me impulsaba para pasar por el agujero que era sinónimo de libertad. Sin embargo antes de salir por completo de la arrinconada, uno de sus hombres me jaló del cabello lanzándome al suelo. Allí estaba yo, mirando hacia arriba mientras intentaba levantarme.

Alice suspiró mientras le daba un sorbo a su jugo de frutas. Todo lo que la joven había hecho, desde que entró en la academia, fue entrenar y entrenar para que ella pudiera ser mas fuerte. Lorenz se dio cuenta de aquello, por lo que le ordenó que fuera hacia algún lugar turístico para unas pequeñas vacaciones. No es como si la joven pudiera negarse, de todos modos; era imposible decirle no a Lorenz cuando se ponía en ese estado. De todas formas, Alice no podía quejarse de su situación del todo; incluso a ella le gustaba tomarse un descanso de vez en cuando, si había alguna fiesta de por medio, mejor aún. La joven tomó otro sorbo del jugo que compró en una de las tiendas y miró a sus alrededores. La isla en la que se encontraba era de una estilo más bien medieval y, por lo que ella sabía, que hace poco había salido de una guerra civil. Eso era algo irónico, aquella isla no era la primera que visitaba que estuviera ambientada de ese modo.

– Y eso me hace recordar lo que sucedió hace un par de semanas atrás – pensó la joven, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro. Fue una agradable sorpresa haberse encontrado con su amigo pelirrojo hace un par de días atrás, más fue su sorpresa al darse cuenta de lo mucho que había cambiado desde la última vez que la joven le vio. Eichi era una persona tímida por naturaleza, y si bien seguía manteniendo parte de esa faceta, ni había ninguna duda de lo mucho que su personalidad fue evolucionando. La joven se entristeció al enterarse de la muerte de Akashi, más cuando se enteró de la operación de su amigo. Sin duda alguna, el destino era demasiado cruel con el joven pelirrojo.

Cierta conmoción sacó a la joven de sus amargos pensamientos. Entrecerró los ojos al ver a una multitud de hombres rodeando a alguien que la joven no pudo notar bien debido a la distancia, y porque esos sujetos tapaban su visual. Alice se tomó el resto del jugo de un sorbo y tiró el vaso a un basurero cercano. Tranquilamente se acercó hasta la multitud. Al llegar, la joven se aclaró la garganta y, con el tono lo suficiente fuerte para que todos escucharan, dijo lo siguiente.

– ¿Qué esta sucediendo aquí? – el tono de voz de la albina era autoritario, se notaba a kilómetros que estaba en su modo de agente.

Los hombres dejaron de rodear a la persona que estaba en el suelo, lo que permitió que la joven albina pudiera observar con detenimiento a la... ¿Mujer? La chica que estaba tendida en la calle era una mujer de baja estatura, al menos así se veía desde la perspectiva de la albina. Su cabello era de un tono dorado brilloso y... ¿Eran esos cuernos que brotaban de su cabeza? La joven parpadeó por algunos segundos, pero luego entrecerró los ojos y desvió su mirada hacia los hombres. No había que ser adivino para saber que es lo que sucedió allí.

– Si no se largan de mi vista en diez segundos los arrestaré a todos, menos a la chica, con la autoridad que se me permite – dijo la joven con voz autoritaria y seria mientras sacaba su identificación de agente. Al ver eso los hombres palidecieron y huyeron despavoridos del lugar. Alice suspiró y sonrío con burla; ella podría haberlos arrestados en ese mismo momento, pero no era como operaba. La albina se guardó la identificación en su bolso y dirigió su mirada hasta la rubia. Caminó lentamente hasta la chica, y una ves allí, le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

– Ara. ¿Se encuentra bien, joven señorita? – dijo la chica, con un tono amable y dulce. La expresión seria de antes había desaparecido, ahora solo quedaba una sonrisa radiante y cálida, algo completamente opuesto a su fachada de agente.

¿Qué se encontraba haciendo el pelirrojo en esa isla? Francamente... El joven no tenía idea. Lo cierto era que necesitaba despejarse luego de la pelea con Ban, además tenía que hacer tiempo hasta la reunión con Jung y Zero. Si no se equivocaba, tenía, por lo menos, una semana. Aunque, quien sabe. En la Grand Line el tiempo pasa de forma inusual, por lo que el pelirrojo debería estar atento para no pasarse del día acordado; el sabía lo terco que podía ponerse Jung en temas como esos. Así es como ahora se encontraba en esa pintoresca isla; le había llamado la curiosidad. ¿Razón? Era porque tenía una temática algo medieval y, en cierto modo, le recordaba a su hogar en Péndragon. Pensar en su isla natal provocó un leve frunce de ceño en el joven. El había escapado de su destino luego de haber cumplido la mayoría de edad, por lo que no sabía cual era la situación allí. Eichi solo esperaba que no hubiera estallado una guerra civil entre la nobleza y la familia real.

Cierto ruido lo distrajo de sus pensamientos. Al mirar hacia adelante, notó que unos hombres rodeaban a una chica con... ¿Cuernos? En fin, el abusos es algo que el pelirrojo no toleraba, y disponía a ponerle a fin a eso... Pero al final no hubo la necesidad de eso. Eichi vio sorprendido como una cara familiar puso fin al conflicto. ¿Como no reconocerla? Ella era su amiga de la infancia, y hace poco solamente que se habían vuelto a reencontrar. Una sonrisa ladeada apareció en el rostro del joven; al parecer el destino tenía humor para realizar sus cosas. El joven colocó sus manos en el bolsillo y se dispuso a acercarse a la rubia y a su amiga... Pero cierto hombre apareció en escena. El príncipe entrecerró lo ojos al ver la nueva presencia. No sabía si era solo él, pero se notaba a kilómetros que ese hombre era peligroso. El pelirrojo tensó sus músculos, preparándose para intervenir si las cosas se ponían feas... Aunque, no hubo la necesidad.

Suspiró con alivio al ver que el rubio solo le dijo algo a Alice, aunque, desde esa distancia, no pudo escuchar lo que le dijo. Enserio, sus sentidos se mantenían alerta desde que puso un pie en esa isla. El joven no sabía si era la paranoia u otra cosa, pero algo andaba mal en ese pueblo. El miedo inundaba los alrededores, e incluso podía notar como la gente andaba más tensa de lo normal por alguna razón. Sea lo que sea que suceda en ese pueblo, el pelirrojo llegaría al fondo de aquello. Quien sabe, a lo mejor encontraba algo interesante en ese lugar que le sirva para matar el tiempo.

El joven suspiró y se acercó a donde estaban las tres personas.

– No esperaba volver a encontrarme tan pronto contigo, Alice – dijo el príncipe. Le dirigió una mirada a los otros dos y asintió en ambas direcciones en señal de saludo. A pesar de todo lo que le había ocurrido desde que empezó su viaje, seguía siendo alguien que le costaba socializar con desconocidos.

De un momento a otro un montón de gente se acumuló a mis alrededores. La chica de cabello claro me tendió la mano y con gusto la tomé para levantarme. Sin embargo lo más extraño que me sucedió fue ver a la persona que estaba buscando. Y la estaba buscando hace mucho tiempo, aunque parece que ella no me recuerda en lo absoluto. Sin mostrar debilidad preferí no enseñar mis sentimientos y mantener una posición fuerte y dura. Llegó otro hombre, un tanto simplón para mi gusto, y sin muchas habilidades sociales; al parecer conocía a la chica que me había ayudado. Lo único que me cabreó fue ver a los hombres escapar.

-¡¡¡Juro que les patearé el culo!!! – grité con furia mientras empuñaba mi mano.

Intenté seguir hablando pero noté una cara de miedo del chico de cabellos rubios, el Revolucionario. En lo personal no notaba nada; ¿qué le estará preocupando? Inflé mis mejillas en señal de frustración y la vena de mi frente se hinchó dejando en evidencia mi claro enfado por haber perdido una batalla que debía estar ganada. Los buscaría por todo el mercado para partirles toda la cara.

Miré nuevamente a la chica. Normalmente podían decir que era una chica sumamente salvaje pero estaba agradecida por la ayuda que me dio en ese momento, aunque realmente no la necesitaba. Podía salir de esa pelea como fuera. Sjetial siempre me decía que era de aquellas personas que podía salir de cualquier situación, por muy difícil que fuera.

-Gracias – le dije sin mirarla directamente a los ojos. No podía permitir que mi orgullo fuera dañado –. Me llamo Nina. Nina Stormrage.

En pocas ocasiones pronunciaba mi nombre completo. Todo el mundo sabía que los Stormrage era una familia de alta cuna, de aquellas nobles. Era complicado que todos entendieran el significado de que alguien como yo, no humana ni gyojin, perteneciera a esa familia. Pero no me importaba mucho; si tenían algún prejuicio, bien por ellos. Lo podía sobrellevar de la manera que yo quisiera.

Di un fuerte grito para soltar todas mis malas vibras. En otro momento les daría una buena paliza a los hombres que osaron golpearme; no saben con la que se metieron. Sin embargo mientras estaba preocupada de soltar mis malas vibras, sentí una presencia helada, como si fuese de otro mundo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y durante un segundo tuve una perturbadora visión. Estaba yo, tendida en el suelo con una espada en mi estómago viendo como el resto de las personas que acababa de conocer yacían muertas en el suelo. La muchacha de cabello blanca fue asesinada tras intentar salvar al que había llegado, acto completamente fallido ya que aquella cosa... aquella cosa de armadura negra había cargado contra los dos. Por otra parte el muchacho rubio, el Revolucionario, estaba en el ensangrentado suelo; tenía los ojos abiertos y no pude notar vida en él.

La visión se detuvo y sentí miedo, mucho miedo. Involuntariamente una lágrima cayó por mi ojo mojando mi mejilla derecha.

-Díganme que no fui la única que vio eso.