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Caleb Dayne
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Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) Empty Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) {Lun 29 Ago 2016 - 15:42}

Es bien sabido que en Alabasta la vida no es igual para todos. Hay quienes tienen más y quienes tienen menos. Yo era de estos últimos. Debido a la situación económica de mi familia, una de las sequías se llevó consigo a mi madre, y mi padre fue encarcelado por robar para intentar alimentarme.

Mis posteriores años de vida fueron decisamente mejores.

Como era un niño extrovertido, me había ganado la simpatía de la gente del pueblo costero donde vivía, y todas las mañanas me encontraba una cesta en mi puerta con agua, pescado y fruta que, aunque no fuera mucho, era suficiente para que no me sintiera débil a lo largo del día.

Pasaba las tardes saltando de edificio en edificio con los niños del pueblo,  estimulando así la agilidad que hoy en día me mantiene con vida a la hora de luchar por mis sueños. Las niñas me adoraban, pero como yo no era más que una rata callejera, sus madres no las dejaban acercarse a mi; era de entenderse, por mucho que les cayera bien, no querían que sus hijas se pudieran llegar a enamorar de un “sin futuro”. Esto hizo que mi relación con las mujeres fuera cada vez más débil.

Recuerdo aún aquella tarde cuando Abdul, mi mejor amigo en aquella época, me propuso ir a nadar a la que nosotros llamábamos “La Playa Secreta”. No era más que una pequeña cueva costera en la que se formaba una piscina natural, pero para nosotros era algo muy especial, ya que eramos los únicos en conocerla. Al llegar nos desnudamos para entrar al agua, como de costumbre, pero al entrar nos dimos cuenta de una cosa... no estábamos solos. Del agua salió una chica de más o menos nuestra edad (teníamos doce años en aquel momento).

Decir que pasé vergüenza fue poco.

La chica, aún sin taparse, se acercó a nosotros con aire amenazador. Nos propinó a ambos una buena bofetada, la cual aún me duele al recordarla. Tras esto, Abdul y yo salimos del agua para vestirnos, y la chica esperó a que nos diéramos la vuelta para hacer lo mismo. Ya las cosas se habían calmado, y nos acercamos a hablar con ella.

Se llamaba Lina, que significa suave y frágil, lo cual no casaba nada con su fuerte y temperamental personalidad, que a veces la hacía comportarse como un chico.
A pesar de esto, era una hermosa muchacha.
Su oscuro y lacio cabello llegaba hasta su cadera, la cual estaba aún desarrollándose. Su piel era morena, dorada por el sol de nuestra isla; sus labios eran carnosos y ocultaban una hermosa sonrisa nívea;  sus ojos eran negros como el azabache.
Me cautivó con su belleza desde el primer momento.
Increíblemente, a pesar de lo anteriormente ocurrido, se mostró amigable.

Desde ese día, los tres fuimos inseparables y vivíamos atormentando al pueblo con nuestras trastadas.  Gracias a Abdul y Lina, fui feliz por primera vez desde del arresto de mi padre.

Esa felicidad no tardó en desaparecer.

Ocurrió un año después de conocer a Lina. Ese fatídico día, fui a La Playa Secreta a encontrarme con Lina y Abdul, esta vez con la intención de declarar mi amor por ella.

Lo que me encontré fue toda otra cosa.

Allí estaban ellos, desnudos, nadando juntos y salpicándose agua. Nada del otro mundo, pues era algo que hacíamos con frecuencia. Lo que hizo que algo se rompiera en mi mente y espíritu, fue el beso que Abdul le robó a Lina.

Sin tan siquiera quitarme la ropa, salté al agua, propinándole un buen puñetazo a Abdul en el proceso. Cegado por la ira, seguí golpeando a Abdul, aún sabiendo que tenía las de perder, pues mi débil cuerpo no iba a aguantar ni dos golpes por su parte. Fue exactamente lo que pasó. Abdul, tras recuperarse del susto del primer golpe, soltó un gancho directo a mi mandíbula, haciéndome caer al agua, mareado.

No siguió golpeándome.

Me levanté y miré hacia Lina, la cual nos lanzó a ambos su peor expresión de desprecio, a mi por golpear a Abdul de aquella manera, y a él por besarla con tanto descaro. Se vistió y salió corriendo hacia el poblado, sin dirigirnos la palabra. Salí corriendo tras ella, intentando frenarla para poder hablarle, pero no tenía intención de detenerse. Por alguna razón, cada vez hacía más calor, y un olor a quemado empezaba a invadir cada vez más el aire según nos ibamos acercando.



El pueblo estaba en llamas. Los piratas lo estaban saqueando todo. Lo peor fue que había perdido de vista a Lina antes de entrar al poblado. El miedo empezó a apoderarse de mi, mi mente había entrado en tal bloqueo que mis piernas dejaron de moverse y, de repente, oscuridad.


Me desperté en un barril. Mi boca sabía a vómito, probablemente los nervios y la temperatura me hicieran desmayar. Segúia sintiendo el calor incesante del incendio, pero ya no oía gritos de socorro. Al salir de allí dentro, dejé de entender nada de lo que estaba sucediendo. Los piratas, que antes nos estaban saqueando, estaban ayudando a la gente del pueblo a apagar el fuego. Mi confusión no podía ser mayor, aún así corrí a ayudar. Más aún me confundió el recuento final de daños:

“Daños materiales: 3 casas quemadas, 5 huertas completamente calcinadas.”
“Recuento de muertos: 1”
Nadie me supo contestarme quien había muerto, y empezaba a temer saber quien había sido.
Mis miedos encontraron paz en cuanto vi a Abdul y a Lina acercarse, oliendo a humo y con la ropa tiznada por las brasas.


-¿Que pasó, tuviste miedo? Espero que no te hayas meado en los pantalones,  una de las casas que se quemó fue la nuestra y dudo que tu ropa se haya salvado.


Me di la vuelta enseguida al reconocer la voz.


Mis ojos se llenaron de lágrimas.
-¡Papá!
Corrí a abrazarlo, no podía creer que estaba en libertad después de tres largos años.
Resultó ser que los piratas habían venido a robarnos, sí, pero por necesidad, pues recientemente los Marines los habían atacado y hundido su barco principal, y ahora se encontraban sin recursos.

No tenían intención de matar a nadie ni de hacer ningún tipo de daño, pero ocurrió algo inesperado. El único cadáver que se encontró fue el de uno de los tripulantes del barco, que había sido asesinado por el capitán como castigo por sus intenciones violentas, pues fue él quien inició el fuego. El jefe del poblado decidió perdonarles, con la condición de que se marcharan y no volvieran a la isla.
Hasta aquí todo me encajaba pero, ¿qué demonios hacía mi padre en libertad?

Por lo visto el capitán, que era nativo de Alabasta, fue un amigo de la infancia de mi padre.
Antes de irse, le propuso a mi padre el unirse a la tripulación, quien aceptó con la única condición de llevarme consigo.

Lo único que me ataba a aquel lugar eran Lina y Abdul, a quienes miré a la cara antes de tomar la decisión. Se sujetaban de la mano, mirándome como quien mira a su peor enemigo, probablemente por lo sucedido en La Playa Secreta, o posiblemente por desaparecer durante el incendio. Eso hizo mi decisión aún más fácil.

------------------------------------------------------------------


En un principio, la vida en el barco era aburrida. Como mi débil cuerpo no era apto para hacer trabajo físico, me pusieron a trabajar de “auxiliar de navegación”, como ellos lo llamaban. Básicamente le pasaba los compases, log-poses y demás instrumentos al navegante, para hacer su trabajo más fácil. Al principio no nos dirigíamos la palabra más que para que me pidiera que le pasara los instrumentos, pero al cabo de la primera semana resultó ser un gran interlocutor.

Gracias a él aprendí la navegación y la cartografía, además de ver estimulado mi gusto por el arte y la historia, que ya estaba presente desde mi infancia. El hombre, llamado Caín, era un apasionado de la literatura, y compartía sus libros conmigo, contagíandome de su entusiasmo por los mismos.
Por otro lado, mi padre resultó ser un artillero impecable, le tomó tan sólo una semana aprender a usar el rifle de francotirador y el cañón, y un mes dominarlos a la perfección.


Seis meses pasaron cuando la tragedia ocurrió.


Justo cuando había aprendido a amar la vida de pirata, con sus aventuras y desventuras; justo cuando me di cuenta de que mi sueño era cumplir el de mi capitán, convertirlo en el tercer rey de los piratas; toda mi vida dio un vuelco.
Aquel día, mi padre había discutido con el capitán, como de costumbre. Yo estaba en la cabina ayudando a Caín, como de costumbre. El mar estaba en calma y a lo lejos se oía el estridente grito de las gaviotas, como de costumbre. Era otro día normal en el barco.
De repente, desde la lejanía nos llegó una bala de cañón, directa a la base del mástil. Mi padre, desde el puesto de artillería, divisó un barco de la Marina aproximándose a nosotros. Súbitamente tomamos todas las medidas de defensa, pero no podíamos movernos, puesto que el mástil habia caído completamente al mar.

Segunda bala de cañón.

Esta bala no dañó el barco, pero acertó de lleno a Caín, quien estaba limpiando la cámara del cañón para utilizarlo, lanzándolo precipitadamente al agua. Intenté ir a rescatarlo lanzándole una soga, pero mis ojos vieron el horror.

Caín se encontraba... por todas partes. Su cabeza estaba sobre el mástil, que ahora flotaba en el agua; su torso se hundía lentamente en el mar; y uno de sus brazos seguía en el barco.

El hombre que había sido mi mentor y amigo esos seis meses, haía sido brutalmente asesinado por algún sucio marine que no se había atrevido siquiera a dar la cara.

Mi padre orientó el cañón hacia el barco enemigo y disparó. Sólo consiguió hacer un hueco en el lateral, donde se encontraba uno de los cañones.

Los marines devolvieron el ataque, aún desde la lejanía, al mismo punto donde mi padre les había disparado en su barco. El problema fue que recientemente habíamos comprado una enorme cantidad de barriles de pólvora en el mercado negro. El resultado fue desastroso. Los barriles realizaron una reacción en cadena que destruyó el barco, explosión tras explosión.


Probablemente todos ellos ahora mismo estén muertos.


Me desperté a la deriva, sediento y hambriento.

Pensé que iba a morir.

Tuve la suerte de que un barco restaurante me encontrara y me rescatara de mi destino.

------------------------------------------------------------------


En el barco, como no era cliente, me obligaron a trabajar. Pedí que me pusieran a ayudar en cocinas, ya que mi curiosidad no había desaparecido, y necesitaba aprender a cocinar. La comida se volvió uno de los mayores placeres del mundo.

Decidí que si ya no tenía razones para vivir, me dedicaría simplemente a existir, dedicándome unicamente a los placeres para poder hacer mi existencia en este mundo aunque sea un poco más amena, mientras esperaba mi adultez, vejez y, finalmente, muerte.

Pedí que me dieran un puesto fijo en el barco, para poder así conseguir dinero para mis necesidades y caprichos. Me convertí en un gran cocinero, pero mi estancia allí no duró mucho, ya que más de una vez me pillaron robando sake para emborracharme en mi habitación.

La última vez que sucedió, me despidieron, y tuve que quedarme en el barco hasta que atracaran para reponer la despensa y subir nuevos clientes.

Bajé en una pequeña isla pesquera llamada Tuna. Allí, a pesar de mi corta edad, conseguí trabajo en un pequeño restaurante marisquero en un pueblo portuario. Como al poco tiemopo conseguí ser jefe de cocinas, mi sueldo era considerablemente sustancioso. Sin embargo, me lo gastaba todo en comida, bebida (la cual ya se estaba convirtiendo en una adicción muy fuerte) y “bellas acompañantes”.

Esa vida era lo único que conocía.

Otro año pasó, y yo seguía con esa vida que me estaba envenanando el cuerpo, la mente y el alma poco a poco.
Una noche, al salir del trabajo, preferí quedarme bebiendo en la puerta de una vieja casa, que yo creía abandonada. Cuando acabé la botella, la estallé contra la puerta de la casa, pegando un agudo grito de dolor. Esa vida me estaba matando. Ya habia roto en llanto cuando la puerta se habrió.

Un hombre con una vara me golpeó en la cabeza, dejándome inconsciente.


Me desperté a la mañana siguiente, con un dolor de cabeza del cual dudaba si venía de la cogorza de la noche anterior o del varazo...

¡El varazo en la cabeza!

Miré a mi alrededor, asustado. Estaba en una casa, y no era precisamente la mía. Miré por la ventana...era la calle donde me había emborrachado la noche anterior.

Enseguida me di cuenta, estaba en la casa del viejo que me pegó con el bastón. De hecho, el hombre estaba en la habitación, sentado en una mecedora, durmiendo. Era un hombre que había pasado ya sus cincuenta años, su pelo estaba ya tapizado de canas, su piel recién empezaba a colgar de su cara y tenía una horrible expresion de cascarrabias, incluso dormido. Increíblemente, a pesar de su aparentemente deteriorado aspecto, sus brazos presentaban unos delgados músculos increíblemente marcados. Dormía ahí sentado con su bastón, que mediría aproximadamente unos dos metros, detras de su espalda.

Bajé de la cama e intenté irme por la puerta sigilosamente, pero lo único que conseguí fue otro bastonazo, esta vez en la espalda.
-¿Que hacías anoche delante de mi casa armado escándalo, muchacho?


El hombre, llamado Abel Fires, resultó ser más blando de lo que quería mostrar, pues nada más terminar de contarle mi historia, vi como unas pequeñas lágrimas caían por su rostro.


-Así que dices no tener más razones para vivir, ¿verdad jovenzuelo? ¡Patrañas! Siempre hay alguna razón para vivir. Dime, ¿hay algo que amas?
-...¿el arte?
-¡Pues dedícate a ello! ¿que disciplina se te da mejor?
-Ninguna... soy un negado para ello...
-Mal vamos...- Susurró, creyendo que no lo oí.- No me gustaría preguntarte esto, pero.. ¿hay algo que odies?
-¡Los Marines!
-Entonces jovenzuelo, tendrás que luchar contra tus demonios para encontrar una razón para vivir.
-Mi cuerpo es muy débil para pelear...
-¡Patrañas!- Gritó de nuevo, mientras me golpeaba con su bastón en la cabeza. Tras eso se quitó la camiseta.-¿Ves este cuerpo? ¿Acaso te parece el de un hombre fuerte, como los héroes de los libros? ¡No! Pero dificilmente encontrarás alguien capaz de vencerme en un combate, si llevo mi bastón. Has conseguido cabrearme, jovenzuelo. A partir de ahora, para disculparte, serás mi alumno.- Tras esa última frase, soltó la mayor de sus carcajadas.

------------------------------------------------------


Los meses siguientes, había dejado de beber y de juntarme con las bellas damiselas de compañía que pululaban el puerto por la noche, sustituyendo esa vida por la disciplina del Bojutsu. Dios sabe si fue difícil. Lo más facil fue dejar de acudir a las promiscuas muchachas de alquiler, pues mi relación con las mujeres seguía siendo nula, pero soy incapaz de olvidar la sensación de la abstinencia de alcohol.

El viejo Abel no me tenía permitido hacer ninguna de las dos cosas, pues necesitaba aprender a controlar mi mente para así calmar mi espíritu y fortalecer mi cuerpo.


Cuatro años más tarde, Abel me concedió el título de maestro del Bojutsu. Los hábitos de meditación y entrenamiento diarios habían quedado impresos en mi cuerpo y mente, ya no necesitaba los placeres del cuerpo para sobrevivir, los placeres de la mente y el alma los habían sustituido, aunque la buena comida, la bebida y las agradables compañías no habían abandonado mi vida, simplemente se convirtieron en algo secundario.

Durante mi adolescencia, Abel había sido lo más parecido a una figura paterna, además de ser mi mentor.


El día de mi ceremonia de maestría, volvió a acerme la misma pregunta que cuatro años antes.
-Jovenzuelo, ¿hay algo que ames en esta vida?
-El Bojutsu.- contesté
-Y...¿hay algo que odies?
-A los marines, al Gobierno Mundial, y a los que abusan de su situación de poder.
-Y bien, muchacho, ¿qué vas a hacer con tu vida a partir de ahora?
-Viejo Abel, eres mi mentor...no, eres mi padre. Quiero que seas el primero en saberlo. Seré pirata, conseguiré una tripulación y pondré mi bandera a aquellas islas donde el Gobierno o la Marina abusen de su autoridad.
-Ya eres adulto, Caleb, no puedo detenerte. Quiero que sepas que tienes mi aprobación...sin embargo no puedo evitar el preocuparme por ti.- Dicho esto, se levantó y fue a la habitación de al lado, haciendo señal de quedarme donde estaba.
Volvió al poco rato, con una caja de madera larga y delgada.

-¿Sabes lo que es esto?- preguntó con una expresión pícara en su normalmente serio rostro.
Negué con la cabeza.
-Es mi último regalo para ti.- dijo, mientras abría la caja con cuidado.
En su interior se encontraba un bastón, pero no era un simple Bo de madera... parecía metálico, de un color azul muy oscuro, casi negro. Al cogerlo era sorprendentemente ligero, como los Bo a los que estaba acostumbrado.
-¿De qué se trata?
-Es un objeto de increíble valor, se trata de una vara de madera cubierta por un metal llamado Kaeroseki, capaz de golpear con eficacia a los usuarios de frutas del diablo, debilitándolos mientras se encuentren en contacto con el mismo. Su pureza es dudable, pues lo compré en el mercado negro a un hombre de aspecto sospechoso. Probablemente no sea suficiente para debilitar a un usuario de fruta, pero al menos supongo que podrás golpear a los intangibles.
-Viejo Abel... Te debe de haber costado una fortuna... No puedo aceptarlo.
-Jovenzuelo, si no lo usas tu, ¿quién lo hará? ¿acaso crees que este viejo puede seguir luchando? Si, me costó una fortuna, precisamente por eso tienes que aceptarlo.

Abracé por primera vez en mi vida al viejo Abel, quien había sido mi mentor, maestro y figura paterna durante años, y me dispuse a ir al banco donde había estado depositando mis ahorros, que conseguí trabajando en el restaurante durante años, para poder comprarme un barco propio.

Como vivía en una isla de pescadores y carpinteros, no fue difícil de conseguir. Era un barco de un tamaño modesto, en el que se podría convivir con un máximo de 10 personas, pero era mi barco. Lo habían bautizado con el nombre de Hija de la Arena y su mascarón era una bella mujer con cabeza de esfinge. Ese barco emanaba un aire tan parecido al de mi isla natal que no pude evitar comprarlo.
Con el poco dinero que me sobró me tatué una serpiente devorando su propia cola en mi muñeca izquierda, como símbolo del comienzo de un nuevo ciclo en mi vida.


Y así empieza mi historia, con un incendio, un naufragio, una borrachera y un bastón.
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Última edición por Caleb Dayne el Lun 29 Ago 2016 - 15:59, editado 1 vez
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Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) Empty Re: Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) {Mar 30 Ago 2016 - 20:35}

¡Hola! ¡Soy Zuko y lo recuerdo para que tú no tengas que hacerlo! Si quieres sobornarme, debo decirte antes que la carne me gusta muy hecha, las habitaciones de hotel solo las acepto si son con Azula y el dinero en metálico. Oh, y además de que cualquier soborno será completamente ineficaz en cambiar la nota definitiva. Ejem, continuemos.

Veamos, por donde empiezo... Por el principio, duh. El inicio de este diario ha sido... bueno... ¿Cómo decirlo? La aparición de la chica ha sido bastante espontánea y salida de la nada. Es decir, entre que Caleb (que por cierto, solo aparece su nombre UNA vez en todo el diario. De esta forma, al lector ni siquiera le da tiempo a recordar como demonios se llama. Sobre todo porque su nombre solo aparece AL FINAL. Vale que está tu nombre de usuario, sin embargo, estas cosas se deben escribir como historias, sin dar por sentado que el lector ya lo sabe) y su amigo llegan a la playa secreta y se preparan... ¿No ven ningún indicio de que la muchacha está ahí? ¿No ha dejado ropa? ¿Tanto rato ha estado bajo el agua?

Después, directamente se hace amiga de ellos dos. Porque sí. Al rato, se ve que el protagonista quiere declarar su amor a su amiga... ¿Cómo? No he visto en ningún momento desde el inicio de su amistad que se llegase a desarrollar ese sentimiento. Y después... oh, vaya. Su amigo también va a por ella. Mentiría si dijese que no lo vi venir desde el principio. Es bastante... cliché.

Entonces... ¡PUM! Pirates attack! No, espera. Que sales del barril y los piratas están ayudando. Espera un momento... ¿Cómo sabes que son los mismos? ¿Cómo sabes que son piratas? Que yo recuerde, los piratas no tienen un código de vestimenta... Tampoco has narrado el haber visto un barco a lo lejos o algo que te indique que habían piratas en la isla. Además, ¿Por qué una tripulación de piratas buenos tiene en sus filas a un señor tan jodidamente inestable que prende fuego a los pueblos? Digo yo, que algo verían venir.

Pasamos al segundo acto, la vida de pirata. Creo que aquí no ocurre absolutamente nada que sea relevante. Es decir, tenemos a un señor... que muere. Pero como no ha dicho nada en toda la historia, al lector no le ha dado el mismo tiempo que al protagonista a sentir cariño y, por ende, pena tras su muerte. Y entonces... Caleb queda inconsciente (lo cual estoy empezando a ver como un tema recurrente) y se separa de su padre... el cual no vuelve a ser mencionado en toda la historia.

Se ha desvanecido. Por completo. Y Caleb no lo tiene ni en sus pensamientos. Sí, empieza a caer por una espiral de alcohol y prostitutas, pero en ningún momento dice que... Espera, espera... ¡¿Alcohol y prostitutas?! Los únicos saltos temporales que has hecho son de 1 año y de 6 meses, y antes de eso tenía 12 años. ¿CON 13 AÑOS SE VUELVE ALCOHÓLICO Y PUTERO?

Spoiler:

Lo echan... Caleb queda inconsciente (otra vez) y despierta en casa de un desconocido que decide entrenarlo porque sí.

Cuatro años de entrenamiento resumidos en una sola linea. Porque para que profundizar en los sentimientos de un personaje, ¿verdad?Sarcasmos a parte...

El primer diálogo que hay en todo el diario, hablando de diálogo entre dos personas, una conversación, y no solo una linea de diálogo, ocurre al final. Lo que hace que la primera parte... no, el diario en general, se note apresurado y... vacío. En cuanto a la ortografía...

Tildes mal puestas, tildes que faltan, haches que también faltan, errores de tecleo que podrían haberse arreglado con una revisión más profunda...

Tienes un 5 muy muy raspado y abriendo mucho la mano porque es tu primer diario. Mucho me temo que como tus futuros diarios sean como este, dudo mucho que pases siquiera del 3-4. ¿Solución? Lee los diarios de otros usuarios, revisa... mejora con el tiempo. Que no te deprima este batacazo inicial y... sigue intentándolo. Vamos con las peticiones:

1- Bastón de Kairoseki: Deberá ser un bastón normal y corriente, me temo. No se puede conseguir kairoseki en pre-ficha (y aún así no te da la nota)

2- Barco: Es un barco pequeño y poco especial... supongo que no hay ningún problema en dártelo. Aunque no me parece muy lógico que puedas llegar a comprarte un barco con el sueldo de un cocinero.

Espero que aprendas y mejores en un futuro, recuerda siempre esta frase: La montaña más alta empezó como una piedra.

Tienes derecho a pedir una segunda corrección.
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Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) Empty Re: Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) {Mar 30 Ago 2016 - 22:52}

Hola Zuko, ¡muchas gracias por corregir mi diario!
Si piensas que puedo haberme deprimido por la nota que me diste, no puedes estar más equivocado. Me lo voy a tomar como motivación para mejorar.
Me ayudaste a darme cuenta de lo que estaba mal, ya se por donde tirar en mis próximos diarios y roles.
Espero que este diario no sea lo último que leas de mi, porque en un futuro te llevarás sorpresas ;)
Reitero mis agradecimientos y te mando un saludo :hi:
Señor Nat
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Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) Empty Re: Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) {Lun 5 Sep 2016 - 18:46}

Hoja actualizada.
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Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) Empty Re: Caleb Sandblue. -Incendio. Naufragio. Borrachera. Bastón- [pre-ficha] (pendiente de corrección) {}

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