El ataque inesperado [Privado][Pasado][Maximilian - Ikaruga]

Aún estaba medio dormido cuando sentí un pequeño movimiento en el barco. Me froté los ojos para quitarme la somnolencia. Owen aparecía frente a mí con una taza de café caliente en la mano. Me la entregó y luego se marchó sonriéndome, lo cual me intrigó. Owen no solía sonreír mucho y cuando lo hacía era por algún motivo en especial. Me había quedado dormido y el resto de mis compañeros ya estaba en pie. Caminé tambaleándome aún por el sueño que tenía hacía el baño, entré a la ducha y abrí la llave del agua. Luego de eso, me vestí y acomodé mis katanas en la cintura. Bebí el café que estaba aún un poco tibio. Subí a la cubierta y encontré a Ryuto, Owen y Ariana observando algo por la cubierta. Giré mi cabeza en la dirección que ellos miraban y bebí un poco del café que comenzaba a estar frio.

-El viaje no ha sido en vano – dije mirando la ciudad de Skellige frente a nosotros. Algunos barcos pesqueros se movían cerca de nosotros, gritando antes de lanzar sus redes.

Sonreí a mis compañeros, quienes parecían estar fascinados con la ciudad.

-Necesitó un traje nuevo – dijo Ryuto.

-Yo un soporté para mi rifle y tal vez unas balas modificadas – agregó Ariana.

-Me gustaría conseguir algunas herramientas nuevas.

Descendimos al muelle mientras veíamos a los pescadores jalar sus redes llenas de pescados que se movían. El pescado se vendía bastante bien a los ciudadanos y todos parecían disfrutar comprando. Llegamos a la ciudad y nos dividimos para comprar las cosas que necesitábamos. Parecían bastante animados y eso era una buena señal de que en aquella ciudad no habría problemas.

“Nosotros no podemos entender el designio, una gota de lluvia no puede entender el cauce de un río”
 

¿Una ciudad que goza de un autosuficiencia que evita las guerras a toda costa?, Patrañas. En un mundo donde tienes que vivir contestemente luchando para sobrevivir y mantenerte con vida no existe la “paz”, porque la única verdad en este mundo es el caos. Pensamientos como esos son los que invaden la mente de Ikaruga mientras tiene una estadía momentánea en estos terrenos en un escenario bastante poco común para muchos, en pleno puerto rodeado de muchas personas que solo gritaban a muerte al mismo tiempo que disfrutaban de una pelea. ¿Los participantes?, nada más ni nada menos que el mismísimo caballero del kraken, quien se enfrentaba a un grupo de 3 hombres al mismo tiempo que buscaban pelea sin razón alguna, ¿posiblemente estaban ebrios o solo enojados con algo ocurrido durante ese día? , nadie lo sabe.

Pero al parecer todo ya ha terminado, mostrándose totalmente vencedor yace “el hombre que nunca está solo”. Mirando a sus oponentes en el suelo, uno gritaba de dolor por el motivo de tener los huesos de las piernas rotos, el mimos Ikaruga se encargó de usar su propios puños para rompérselas con tal magnitud que el mismo hueso roto abrió su camino afuera de la carne, generando un charco de sangre en el piso. Los otros dos solo estaban vomitando sangre en el suelo, Ikaruga destrozó sus órganos a punta de golpes limpios, este hombre   no se tomó la molestia de usar su enorme hacha para acabar rápido con ellos, simplemente observaba cómo sufrían.

- Ustedes son bastante débiles… Si eso es todo lo que tienen no esperen vivir mucho en este mundo, y tan solo lo unico que hice fue tratar de enseñarles la primera lección pero miren como terminaron… si creen tener las agallas de poder superar "la prueba" vengan a mi y estaré dispuesto a hacerles entender de lo que este mundo realmente está hecho, bueno solo tu en de las piernas rotas por que no se si realmente tus otros dos amigos vivan para contarlo.  

Yo anduve un buen rato observando algunas tiendas donde vendían cosas de viajeros. Algunos artículos me sorprendía demasiado cuando veía los precios pero los encargados decían que valía la pena el gasto. Yo creía todo lo contrario. Seguí caminando por las calles cuando un pequeño puesto llamó mi atención. Era un carrito de madera con una sombrilla que cubría todo el puesto. El hombre que estaba detrás era un sujeto agradable a simple vista. Era redondo por donde se le viera y sus mejillas estaba bastante rozadas. Me acerqué a su puesto y al verme llegar dijo:

-Hola joven aventurero deseas probar lo mejor del reino de Skellige. Es mi propio producto, yogurt helado con avellanas y chocolate, nadie en todo Skellige lo tiene.

Le dije que me diera uno y le pagué lo que costaba. Me dio un pequeño vaso hecho de galleta con el contenido de yogurt helado, avellanas trituradas y chispas de chocolate. Cogí un poco del preparado con la pequeña cuchara que me había dado y me lo llevé a la boca. Era extremadamente exquisito. Mis ojos brillaron de alegría al sentir sabor dulce del yogurt mezclado con el de las avellanas y el chocolate. Terminé muy rápido el postre y volví al puesto para pedir otro. Me fui alejando del carrito de yogurt no sin antes preguntarle al vendedor si estaría ahí todo el día. Su respuesta fue afirmativa y le prometí traer a mis compañeros para que probaran su producto. El regordete hombre se alegró y dijo que me daría un descuento si lo hacía.

-Nunca pensé encontrar algo así- pensé mientras seguía comiendo el yogurt.

Algunas personas a mí alrededor empezaron a murmurar entre ellas y salieron corriendo en dirección al muelle. Mi curiosidad fue incontrolable y seguí el mismo camino a paso apresurado. Un grupo de gente se reunía en el puerto y gritaban frases extrañas. De pronto todos se fueron dispersando cuando pude ver lo que había sucedido. Un hombre bastante alto de cabellera blanca y mirada muy fría observaba a otros tres hombres bañados en sangre. Uno de ellos tenía por lo menos la pierna rota y los otros vomitaban sangre.

-¿Tu ocasionaste esto? – pregunté al extraño.

Oí mi nombre a lo lejos y giré la cabeza para ver a mis compañeros llegar con montones de cosas en las manos. Owen cargaba una caja nueva de herramientas y Ryuto algunas bolsas. Ariana un pequeño maletín negro. Mi compañera dejo lo que había comprado en el suelo y se acercó de una manera apresurada para ver los hombres que estaban bañados en sangre. Miró la herida de la pierna del que estaba en suelo quejándose de dolor y dijo:

-Tiene ambos huesos de la pierna hechos puré, al menos están fraccionados en 9 partes cada uno. No soy una experta pero no volverá a caminar sin apoyo.

Los otros dos sujetos cayeron al suelo y nos respiraron más.

-Sí sigue perdiendo más sangre, morirá – dijo Ariana mientras rasgaba un trozo de su manga de tela y lo colocaba alrededor de la pierna del sujeto.

Un grupo de personas se acercaba por la calle que llevaba a la ciudad, supuse que eran los guardias pero cuando llegaron no tenían aspecto de eso. Eran hombres con vestimentas de color negro y se llevaron a los tres hombres en camillas separadas. Miraba detenidamente al sujeto que estaba de pie sin moverse mientras Ariana se limpiaba las manos por la sangre que había tocado.

-Volvamos al barco. Dejemos las cosas y regresemos a la ciudad, hay algo que quiero que vean – dije mientras me giraba y le daba la espalda al hombre.

-Por supuesto que yo he sido el causante de esto, ellos han deseado hacer la prueba, pero el resultado ha sido uno solo… no son dignos de vivir en este mundo, ya que no pueden defender lo que ellos creen correcto.

Observando detenidamente a un hombre que a juzgar por su apariencia se trataba de un espadachín. Ikaruga permanecía calmado mirando todo lo que ocurría a su alrededor, desde la llegada de lo que parecía los amigos del hombre con katanas, hasta el traslado de los hombres por parte de sujetos de dudosa procedencia. ¿Rota en 9 partes?, ¿acaso escucho bien?, eso era para él un nuevo récord en lo que lleva aplastando huesos de las personas que osan tomar la prueba y no sobreviven a ella, eso genero una pequeña sensación de satisfacción en el fondo de su persona, pero como siempre ni la más mínima expresión demuestra ante individuos que no conoce para nada.  

- Si no puedes luchar para defender tus ideales y lo que es correcto basado en tu vida o experiencia, no mereces ser digno de vivir en este mundo… el mundo está lleno de tantas leyes y normas que resultan ser toda una enorme cantidad de falsedades, lo único que realmente real en este mundo es el caos.

Ikaruga dios un profundo respiro para luego entrar en un estado mental más relajado. Observo fijamente al hombre al momento que le dio la espalda. Intrigado tomando su hacha desde la base para moverla hasta el punto de estar el filo con el cuello del espadachín, Ikaruga no tenía por qué buscar pelea ni nada por el estilo, solo quería comprobar algo de una manera tranquila, ya que para él las acciones de todos en este mundo tienen un porqué y un propósito.

- Tu… eres como si fueras nacido entre mi gente, tu búsqueda de la paz y la tranquilidad me resulta bastante admirable, y es fácil saber eso por tu mirada en los ojos, pero aun así, tienes que ser lo suficientemente fuerte para  defender eso que tratas de mantener contigo extraño… recuerda estas palabras de mi parte con un propósito de sabiduría para ti, todo en este mundo es “movimiento”, mi dios está satisfecho con tu existencia, aunque resulta para mí extraño… que tu movimiento sea tan… pacífico. Dime… ¿acaso la batalla no alimenta nada en ti?

Las batallas para mi representaban más una obligación que un placer. Un pacto con el mundo para determinar si valía la pena vivir o no cuando alguien intentaba ponerle fin a tu existencia. El chico que me hablaba ahora parecía ser alguien que tenía conceptos muy infantiles de la realidad pero me agradó su manera de actuar a pesar de que odiaba ver que lucharan por un motivo absurdo. Creí sentir el aire cambiar de dirección, y de pronto un pequeño pero afilado metal estaba en mi cuello. Sonreí y sentí que mi corazón se agitaba. Me di media vuelta y miré al hombre que estaba frente a mí. En mi rostro solo había curiosidad pero obviamente mis compañeros eran bastante diferentes a mí. Ariana le apunto con su rifle directamente a la cabeza. Ryuto se pasó la lengua por los labios y preparó sus naipes cortantes para desmembrarlo si era necesario y Owen tenía los puños listo para romper alguna de sus costillas. Yo no quería luchar pero tampoco le tenía miedo a que el filo de su hacha estuviera en mi cuello.

-Hazlo – dije sonriéndole – y no descubrirás que el poder más grande del mundo no lo da la fuerza sino el saber cómo controlarla. En tu caso, tal vez te mueve o ideal más grande que el mío pero como compararlos, si son totalmente diferentes. La cuestión es que somos piratas y no seguimos reglas definidas solo las que nos atan a esta realidad.

El chico me recordaba a mí mismo cuando asesinaron a mi padre pero ahora todo era diferente. Tal vez podría comprender el hecho de ser diferente, la manera de pensar que tenía, querer probarse así mismo que podía vivir pero no lo sabría hasta que dejara de creer que podía poner a prueba a cualquiera que se le topara en el camino.

-No creo que nosotros seamos los más adecuados para juzgar quien vive y quien muere – dije mientras mantenía fija su mirada con la mía -. Así que tal vez debas reflexionar en eso.

De pronto la gente que había estado presenciando la pelea entre él y los otros tres tipos, volvió a juntarse unos metros más allá. Un gran escándalo se había armado cuando de pronto lo vi. Un grupo de pescadores tenía entre sus redes a un Gyojin. Aquello hizo que me pusiera alerta. Los hombres pez estaban en un mar muy lejos de su territorio, como podía ser posible que capturaran a uno en esas aguas.

Muy tranquilo ante la situación Ikaruga pudo deleitarse con las acciones del hombre, demostrando ser digno de proteger lo que él cree correcto. Este hombre vive como Nagakeiboros quiere que viva este mundo y estaba totalmente complacido de observar eso, tanto así que sonrió por un momento mirándolo a directamente a los ojos con una mirada que demostraba un enorme agradecimiento profundo. No todos los días se encuentran personas como este Sujeto.

- Muchas gracias - Dijo este bajando su hacha colocándola a su lado, era enorme del mismo tamaño que este - Ha pasado muchos años desde que me topé con alguien de tu mismo calibre espiritual, yo soy Ikaruga D. Kraken, y tu estas en movimiento mi amigo.

Observó como los acompañantes de este realizaron acciones de precisión contra este. Este observó a cada uno detallándolos, sin perder ni una pizca de nada, pudo darse cuenta que estos también son grandes candidatos a nivel espiritual, pero aún les falta mucha más experiencia para explotar ese talento, pero aun así era un magnífico grupo bajo los ojos de este.

- Tienes una hermosa familia - dijo el caballero del kraken mientras el viento resoplaba con fuerza, El cabello del mismo se movía bajo la misma dirección - tienes que ser aún más fuerte para protegerla, aunque estoy muy seguro que no tengo por qué decirte esto para que lo hagas, aunque permíteme decirte algo más, necesitas elegir un bando y rápido, por que se avecina una gran tormenta en este mundo… y yo planeo estar en el ojo de esta.

Unos momento después de planear sus últimas palabras, pudo percatarse de la acumulación rápida de personas no muy a lo lejos. Se podía observar que unos pescadores han capturado a un Gyojin. Ikaruga, al observar esto, se propuso a acercarse para averiguar un poco más que había ocurrido exactamente, pero conociendo como es el, rompería más de un hueso. Mientras caminaba en esa dirección dio un enorme y profundo suspiro para luego mustiar las siguientes palabras.

- Vamos a empezar de nuevo.

El Gyojin parecía muerto así que por un momento me tranquilicé. Unas figuras llegaron corriendo desde la entrada de la ciudad. Era los mismos que se habían llevado a los hombres que había golpeado el muchacho. Llegaron y cuando vieron al gyojin se acercaron los pescadores para darles una bolsa de dinero. De pronto el gyojin abrió sus ojos y se puso rápidamente en pie. Cogió a uno de los tipos extraños que pretendían llevárselo y estampo su cara contra la madera del muelle. La madera crujió y se rompió. Tomó a los otros dos del cuello con cada mano y los cargó como si fueran de trapo. Un crujido simultáneo se escuchó y la gente aterrada comenzó a correr la ciudad. El agua a nuestro alrededor comenzó a burbujear y unos tres gyojins salieron impulsados del mar. Estaban armados con hachas y mazos enormes y comenzaron a golpear a todos los que estaban cerca.

-Saquen a las personas de aquí – dije mirando Owen y Ryuto, mientras Ariana se arrodillaba para apuntar a uno de los hombres pez.

Su disparo atravesó la frente de uno de los terribles seres del mar y cayó al agua sin vida. La gente corría mientras más gyojins hacían su aparición en el muelle. En definitiva era una invasión. No podía confiarme como la última vez que los enfrente. Me tomé costado izquierdo donde estaba la marca de la herida que me hizo uno de ellos por tratar de parar su ataque con una katana normal. Sabía muy bien que su fuerza era casi cinco veces más que las de un humano normal. Las cosas eran muy diferente ahora. Dos gyojin cargaron contra Ariana, los intercepte a tiempo para cortarlos con mi katana derecha. Sus cuerpos cayeron al suelo.

-Son demasiados, no podremos con todos – dijo Ariana mientras hacía disparos consecutivos con su rifle.

-Debemos resistir hasta que la gente salga del muelle.

Ryuto apareció a mi lado y lanzó sus cartas explosivas a dos hombres pez. Owen derribó a uno de un solo puñetazo. Debíamos quedarnos y esperar a que la gente del puerto escapara a la ciudad. Podíamos escuchar los gritos de las personas y la desesperación mientras corrían en busca de refugio a la ciudad donde yo me imaginaba que podían tener una oportunidad para sobrevivir.

Ante los ojos del hombre que juró su lealtad a Nagakeiboros se encontraba el escenario que el más añoraba y deseaba vivir muchas veces, la guerra. No solo un ataque sorpresa por parte de un enemigo aún sin identificar generando un estado de alerta en todos los habitantes de la tranquila ciudad. Ellos no paraban de salir, era como si el agua fuese una fábrica de guerreros listos para la batalla, pero algo andaba mal en esto. Ikarigua frunció en seño en señal de incomodidad, ¿acaso esta es la clase de guerra que el suele esperar?, pronto lo descubriría.

- No… - En la frente de Ikaruga se pudo ver bien marcada una vena en todo el centro de su frente, la sangre hervía en su cuerpo, estaba totalmente enojado  - ¡ESTO NO ES LO QUE QUIERO!

De pronto Tres hombres pez cargaron contra el peliblanco. Estos se encontraban posicionado uno al lado del otro, pretendían cortar sus posibilidades de esquivar mientras remataban con toda su fuerza contra este. Retroceder no era una opción, con tan solo una abanicada de su segadora arrebató la vida de los tres atacantes, cortando la cabeza de sus tres oponentes en un solo despliegue de fuerza bruta. Las cabezas volaron de sus cuerpos cayendo al suelo, los cuerpos comenzaron a emanar sangre como si un pozo petrolero se tratase para luego caer al suelo como plomo. Pero esto no lograba calmar la ansiedad del pirata, estaba más enojado todavía, ¿acaso esto era todo?, podrían de GyoJins pero a la vista de este eran solo soldados rasos con muy poca experiencia, esto no era lo que buscaba, cosa que le cabreó mucho más.

- ¿Acaso?...  - apretó sus dientes con mucha fuerza, estos crujieron fuertemente - ¿a esto le llaman guerra? - susurro - ¿¡ACASO A ESTO SE LE PUEDE LLAMAR GUERRA!? - gritó con toda su fuerza. -

-Oe, oe, dejen de matar a nuestros camaradas – dijo una voz desde algún lugar.

Miré en dirección hacía en muelle y los vi. Cinco gyojins con aspecto diferente al resto habían aparecido. Los cinco individuos vestían con túnicas negras y cada uno tenía un arma diferente. Los cinco tenían cabezas de tiburón, pero se diferenciaban en su color y en las armas que sostenían. Estaba sobre uno de los techos de las tiendas de madera donde antes se había estado vendiendo el pescado. Los gyojins que habían salido se detuvieron frente a nosotros. Ikaruga había derrotado a algunos.

-Regresen a su ciudad y díganle a su gobernante que este lugar será el nuevo imperio Gyojin. Sí se resiste, los asesinaremos a todos.

Guardé mis katanas y lo miré fijamente. En un instante uno de ellos, estaba mi lado sosteniendo su gran espada de hoja ancha sobre sus hombros. Su piel brillante era de color rojo sangre y los dientes de su mandíbula eran del tamaño del puño de una persona.

-Chico, te me haces conocido, ¿no te he visto antes?

Su velocidad había sido impresionante, pero aun así no perdí la tranquilidad. Suspiré con tranquilidad y dije:

-No lo creo – dije sin moverme.

-Ya veo – dijo el Gyojin que aún estaba a mi lado -. Lo siento, pero ahora debes marcharte.

-Sí, eso es lo que haré – respondí

La gente ya estaba dentro de la ciudad, solo hacíamos falta nosotros. Miré a mis compañeros y caminamos en dirección a la puerta.

-Ikaruga, ¿vienes o te vas a suicidar?. Es imposible que puedas tu solo con esos cinco.

Solo esperaba que el chico no fuera tan necio para querer seguir luchando cuando se encontraba en desventaja numérica.

“Estos no son simples soldado rasos”, ese pensamiento invadió su mente al primer momento que fijo su mirada en los nuevos enemigos que aparecieron en el campo de batalla. Sonrió con una enorme alegría, esto le llevaba de emoción, al fin alguien digno de ser un enemigo aprecio en esta pequeña escaramuza de la vida, y venía en paquete de cinco.

- ¡LA GUERRA HA SIDO DECLARADA! – grito con emoción, mientras escucho como el espadachín le dijo que era momento de retirarnos, era bastante cierto, uno de ellos era tan veloz que los ojos de Ikaruga no alcanzaban a seguirle, era momento de plantear una estrategia de ataque, pero en este caso, “Esto se pondría bastante explosivo”.

- Tu espadachín… necesito llegar al punto más alto donde pueda visualizar todo… necesito trazar una estrategia. - dijo esto mientras caminaba en dirección una torre que se encontraba en el centro de la ciudad - informa al que gobierna este lugar, “el conquistador de mil mundos” Ikaruga D. Kraken … el genio de guerra, ganará esta batalla para él, sí manda a todo sus hombres más fuertes a el punto más alto al que me dirijo - señaló la torre – dile que los envié a ese lugar y yo ganare esta guerra.

Después de decirle eso último, corrió con todas sus fuerzas a ese lugar. Se le notaba en los ojos,  parecía un niño que acababa de recibir un juguete nuevo en navidad. Estaba más que complacido por encontrar seres digno de él. Seres digno de enfrentar la voluntad de conquista.

“Ikaruga D. Kraken, el genio de la guerra”, pensé mientras veía como se marchaba. Las puertas que daban al muelle se cerraron. Ikagura desapareció tras las calles y yo me quede pensando en la posibilidad de su supervivencia. Mis compañeros me miraron. Me encogí de hombros, suspiré resignado y caminé mirando a todos lados. La gente había desaparecido, estaban dentro de sus casas asustados. Nadie había hecho acto de presencia. De pronto, escuché el relinchar de caballos y cuatro jinetes vestidos con armaduras plateadas llegaron hasta donde estábamos nosotros.

-Solo cuatro –dijo Owen mirando a los jinetes.

Los cuatro caballeros descendieron de sus monturas. Se quitaron su casco y dejaron ver unas barbas blancas y cabellos canosos. El primero de ellos tenía una cara arrugada, sus ojos estaban hundidos y caminaba casi cojeando. El segundo un poco más alto que el resto, estaba tuerto y tenía un parche negro que cubría su ojo derecho. En su frente había lunares y tenía muy poco cabello blanco. El tercero era un poco más redondo, tenía las mejillas rosadas y pecas por toda la cara. El cuarto era un hombre un poco más pequeño que el resto, sin cabello en la cabeza, pero mantenía una mirada penetrante.

-Cuatro jóvenes impulsivos –dijo el que cojeaba.

-Parecen recién salidos de la cuna, Nathan –respondió el más redondo al primero.

-Ustedes cuatro, ¿qué ha pasado aquí?, soy Steven, capitán de la guardia de su majestad –dijo el más alto mientras tocia.

-Un ataque Gyojin, capitán –respondí adoptando una postura seria -. ¿Dónde están las tropas de su majestad?

Los cuatro ancianos caballeros se miraron y agacharon la cabeza. El más pequeño se adelantó al grupo y caminó de derecha a izquierda. Mirando a Owen, Ryuto, Ariana y finalmente a mí.

-No hay ejército –dijo el pequeño caballero –. Solo un grupo de ancianos y una tropa de jóvenes sin motivación.

-Pues la motivación ha llegado, un ejército de hombres-pez ha llegado a la isla. Deben informarle a su majestad para que comiencen a resguardar provisiones y todo lo necesario para aguantar un asedio.

-Entiendo –respondió Steven.

Los cuatro montaron en sus caballos y se marcharon. Owen dudaba si la ciudad resistiría sin tropas, pero yo lo planté el hecho que podíamos ayudar. Corrimos hacia la otra puerta de la ciudad. Los campesinos aún no se habían enterado de nada. Mis compañeros y yo nos dispersamos para avisarles que entraran a la ciudad. Ikaruga debería estar molesto porque no veía a nadie con aspecto de soldado.