Un dia tranquilo en alta mar[Privado][Eichi y Spade]

– Que aburrimiento – musitó el joven pelirrojo mientras miraba perezosamente el cielo. Nubes se juntaban en el cielo, y de vez en cuando se podía ver el sol por algunos segundos. No era un clima ideal ni mucho menos, pero al menos no parecía que se fuera a largar a llover. Aunque, de todas formas, el no sabía acerca de esos temas. No era navegante, por lo que tampoco podía saber cuando cambiaría el clima. El príncipe no creía que pudiera pasar algo; los tiempos de los mares cardinales eran pasivos en su mayoría. Era la Grand Line de la que había que cuidarse. Era por esa misma razón, que el joven había obtenido un barco automático. No necesitaba navegar hasta una isla; simplemente el ponía las coordenadas y ya. No servía para la Grand Line, pero al menos funcionaba en aquellos mares.

Miró el cielo por algunos segundos más y luego se miró el atuendo que llevaba por aquella ocasión. Unos pantalones negros, unos botines del mismo color y una camisa roja. Podría pasar un noble vestido de esa forma... De no ser por cierto detalles; su camisa estaba abierta hasta la mitad, y faltaba la corbata de por medio. No había nadie navegando por aquellos lares, por lo que podía darse el lujo de vestirse de esa forma... Eso y que, francamente, no le quedaba otro atuendo más que ese. El resto estaba sucio o roto. Lo primero que haría al llegar a tierra, sería ir de compras, por mucho que le disgustase.

– Aun faltan dos días para llegar... a cuál sea el destino que puse en el sistema. Si no ocurre nada interesante, me volveré loco – suspiró pesadamente y entró al interior de aquel barco.

Una vez allí, tuvo que detenerse momentáneamente para apreciar la arquitectura del transporte. El barco no era ni muy grande ni muy pequeño, el tamaño suficiente para albergar a unas dos o tres personas con comodidad. Tenía una cocina básica, un baño, el cuarto donde se colocaban las coordenadas para que el barco actuase por su cuenta, unas escaleras al costado del barco para que pudieran subir pasajeros y dos habitaciones: la del capitán y una que servía por si la situación lo requería. Era un barco cómodo y acogedor, sin lugar a dudas. Lo mejor fue que no tuvo que pagar por aquella construcción. Simplemente lo tomó "prestado" de un grupo de personas. De todas formas, era improbable que lo extrañasen estando presos. Eichi silbó inocentemente y se dirigió a la cocina; ya le estaba entrado un poco de hambre.

− ¿Qué es este lugar? –un susurro escapó de los labios de la pelinegra mientras sus párpados se abrían y sus ojos intentaban acostumbrarse a la oscuridad del lugar. Estaba sentada en el suelo de lo que parecía una celda, sus manos estaban retenidas por unas esposas de metal. Miró a su alrededor, no estaba sola, en la pequeña celda habían otras mujeres, en la misma condición que ella.
 
−Oigan−llamó a las tres mujeres que la acompañaban−. ¿Qué se supone que es este lugar? –ninguna respondió, solo se miraron entre ellas y agacharon la cabeza, clara señal de que tenían miedo. La pelinegra maldijo internamente su suerte. Lo último que recordaba era haberse subido a un barco en la isla en la que estaba antes y una vez dentro…−“Alguien me vio y todo se puso negro después de eso, ya veo, me descubrieron y ahora estoy aquí, entonces…”−el sonido de unos pasos interrumpieron los pensamientos de Spade.
 
−Fue lo que pudimos conseguir−la voz de un hombre hizo eco en las paredes del lugar mientras que el otro abría la celda y procedía a entrar.
 
−Se ven bien, pero es muy poco. No hemos tenido mucha suerte, últimamente−el hombre examinaba con la mirada a las otras mujeres. La mirada de Spade tomó un tinte sombrío. Tenía que salir de ese lugar, era obvio que los tipos eran traficantes de humanos.
 
Los sujetos cerraron la puerta de la celda y se fueron. Otra vez quedaban solo las tres mujeres y la pequeña pelinegra.
 
−Oigan, ¿Quieren salir de aquí? –silencio otra vez. Parecía que estaban dispuesta a ignorarla−.Hablo en serio, esos tipos son traficantes, seremos vendi…
 
−Cállate, no queremos que nos lastimen por tu culpa, no hay forma de salir−una chica rubia había hablado y enseguida se calló y volvió a agachar su cabeza. Spade soltó un pesado suspiro y, con ayuda de su habilidad, se deshizo de sus cadenas.
 
−Como quieran, pensaba ayudarlas−abrió la puerta y tiró un juego de llaves al suelo, cerca de una de las mujeres. Cuando los hombres habían ido a verlas anteriormente, la pelinegra había atraído el juego de llaves gracias a su akuma no mi, como las cadenas que la mantenían atada no eran de kairouseki no había nada que le impidiera usar su habilidad.
 
Con sumo cuidado  llegó hasta la cubierta de un barco, era de noche. No había muchos hombres en los pasillos y en la cubierta, los hombres que vigilaban parecían más dormidos que despiertos, seguros de que no pasaría nada. La chica rio por lo bajo y siguió su camino hasta llegar a donde estaban los botes salvavidas.
 
El ruido de la madera chocando con el agua del mar fue lo que puso en alerta a los vigías. Demasiado tarde ya.
 
− ¿Cómo escapó? –un hombre estaba dispuesto a disparar contra el pequeño bote, pero una mano lo detuvo.
 
−Déjala, solo era una polizonte, la encontramos en el barco en la tarde, además, en ese pequeño bote no va a llegar muy lejos−dijo uno de los tipos que antes había ido a inspeccionar las celdas.

Y ahora, miraba como las nubes se aglomeraban en el cielo. Debía admitir que había sido una mala idea escapar del barco en medio de la noche y más aún en un bote tan pequeño, pero fue algo desesperado, es que la simple idea de tener que ser esclava le aterraba y ese era el motivo por el que no había pensado sus acciones.
 
− ¡Tengo hambre! –susurró con voz débil−.Hubiera dejado que me llevaran a la isla y escapar allá. Tengo que dejar de estar viajando en botes tan pequeños−suspiró mientras miraba el inmenso mar y buscaba algo de comer en su mochila, que había recuperado de un grupo de cosas que los secuestradores tenían tiradas en otra de las celdas del barco−Claro, no hay nada comestible−se sentó con las piernas cruzadas y con un rostro que denotaba enojo. Era como una niña malcriada. Se quedó así por unos segundos hasta que algo en el mar llamó su atención.
 
− ¡Un barco! –gritó emocionada al ver un navío, ni muy grande ni muy pequeño, cerca de donde estaba su bote−No, no. Piénsalo, Spade. No sabes si en ese barco hay tipos como los que te tenían ayer, no deberías arriesgarte−se dijo a ella misma, aunque a pesar de eso, ya era tarde, su bote estaba mucho más cerca del barco de lo que parecía.

Suspiró tranquilamente e inhaló el delicioso aroma de la comida que preparó. Aún no estaba lista, pero suponía que en unos treinta minutos lo estaría. Sacó una gaseosa del refrigerador y se dispuso salir a cubierta para pasar el rato, pero se detuvo al ver su reflejo en un espejo que tenía en el pasillo. Eichi había crecido desde aquel debilucho que escapó de Péndragon. Gracias a su constante entrenamiento, su masa muscular había aumentado, mismo caso sucedido con la su altura. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro al notar aquello; ya no podían llamarle enano luego de ese estirón. Su mueca desapareció al ver el color de sus ojos. El izquierdo seguía siendo rojizo, pero fue el derecho que captó su atención; era de un color dorado intenso.

Eichi apretó sus puños al notar aquello. La influencia de Akashi se iba esparciendo más rápido de lo que él esperaba, a tal punto que era difícil controlar sus estados de ánimos. Sucedía más mientra se encontraba en situaciones extremas. En la tranquilidad de alta mar, no se notaba mucho. De todas formas, su personalidad había cambiado demasiado gracias a esa influencia. Antes era alguien miedoso y tímido, y si bien aun seguía siendo alguien callado, su personalidad ahora era más... atrevida por no decirlo de otro modo. Quedaba poco rastro del Eichi de Péndragon, y muy pronto sería irreconocible luego de que ambas de sus personalidades se fusionasen.

– No hay nada que hacer, sabía que esto ocurriría tarde o temprano – suspiró con pesadez y se alejó del espejo.

Llegó a cubierta y se apoyó en la baranda de madera mientras bebía de su gaseosa y contemplaba el cielo. Recuerdos de todo lo que había sucedido en su viaje se juntaron en su menta. Su entrenamiento con Saiba, el torneo de la isla del puño (y lo sucedido después), la pelea con Ban, el conflicto con Drake, lo sucedido en Sakura... En fin, muchas otras cosas que sucedieron y afectaron su forma de ser. Chasqueó su lengua y se dispuso a volver a dentro, pero un objeto no identificado se encontraba navegando cerca de su barco.

Eichi arqueó una ceja y miró con curiosidad como el bote se acercaba más y más a su nave, a tal punto de que ya se encontraba justo a su lado. "Interesante", pensó el pelirrojo.

– El que vaya en el bote, identifíquese. Si se trata de alguien hostil, prepárese para ser eliminado, en caso contrario... – se tomó una pausa y prosiguió. – Puede pasar, no me importa – se cruzó de brazos y esperó la respuesta de quien fuera que estuviera en ese bote. Sus sentidos estaban completamente alertas por si intentaban engañarlo y atacarlo a traición. Luego de todo lo ocurrido en esos meses, el joven príncipe se había vuelto muy paranoico con los desconocidos.

No tenía fuerzas, más bien, no tenía ganas para remar en contra de la corriente. Había planeado ir a donde el mar la llevara y ahora, para bien o para mal, estaba cerca de otro barco desconocido. Una voz llegó a los oídos de la chica, que no sabía si responder o solo pasar de largo.
 
−“¿Realmente hay alguien que cree que si fuera hostil viajaría en un bote?”−lo pensó por un momento−. “Aunque, después de todo, en este mundo se ve cada loco, tal vez haya esa posibilidad, es normal que desconfíe”−el estómago de la chica rugió por culpa del hambre, lo que la hizo distraerse de sus pensamientos y captar con claridad las últimas palabras que dijo la voz−. “¿Qué no le importa si subo? Vaya, creo que merece un escalón al cielo o espera… ¿Y si es otro traficante? ” –su estómago volvió a rugir y la chica se sonrojó−“Vamos, su barco no parece el de uno de esos tipos del bajo mundo, así que supongo que es mejor probar suerte a quedarme sin hacer nada. El que no arriesga no gana”−recordó un viejo dicho que había escuchado y contó hasta cinco antes de presentarse.
 
−Tranquilo, tranquilo. No soy alguien hostil, no estoy buscando pelea y mucho menos quiero que me eliminen. Solo soy una viajera que por cuestiones de la vida terminó en mitad de mar en este...bote−dijo mientras miraba hacia arriba, encontrándose con el rostro del hombre a quien pertenecía la voz−Por cierto, ¿Realmente no te importa si subo a tu barco? –preguntó con curiosidad.

El pelirrojo ajustó su visión para observar mejor a la persona del bote. Se trataba de una mujer pelinegra y de facciones delicadas. No podía apreciar muy bien la edad que tenía, pero si pudo nota cierto detalles. Su apariencia era muy desaliñada, lo que significaría una de dos cosas. O siempre iba vestida así... o se encontró con la gente equivocada, y su intuición le decía que era más lo último. No es como si supiera harto de esos temas (por no decir nulo), pero sabía que las mujeres se preocupaban mucho de la apariencia. Aunque, quien sabe. Como pensó anteriormente, el no sabía nada de esos temas, por lo que podría estar equivocado.

Escuchó atentamente las palabras de la mujer y se llevó una mano a su rojiza melena. Al parecer no era una amenaza, por lo que no tendría que eliminarla. Aquello era bueno; al pelirrojo no le gustaba matar a no ser que fuera estrictamente necesario. En eso, escuchó cierto ruido familiar que provenía del bote. Arqueó una ceja y sonrío de lado; reconocería ese sonido en cualquier parte.

– No me importa. Las escaleras están a tu lado – dicho eso, Eichi se cruzó de brazos y esperó a la mujer. Una vez que estuviese en cubierta, volvería a hablarle. – Mi nombre es Eichi, por si acaso –  dijo mientras le tendía una mano. Dejo sus apellidos de lado por dos razones. Una fue por el horrible juego de palabras que solían usar con su nombre completo, y lo otro era porque no le relacionasen con la nobleza. De todas formas, ante todo, uno debía ser educado, incluso si se tratase de una persona completamente desconocida.

Aclaración:

Sus ojos brillaron por la emoción del momento. Lo normal hubiera sido que pasara de largo, después de todo, no le agradaba la idea de tener que entablar conversación con un extraño en alta mar y subir a su barco sin tener mayor información sobre esa persona, a menos que la situación lo ameritara y, la pequeña chica supo que en ese momento estaba en una de esas situaciones, ya había estado antes en alta mar en pequeños botes y no le había ido muy bien, además, si no la hundía una gran ola o una tormenta, lo más probable es que muriera de hambre antes de llegar a la próxima isla. 
 
Tomó la mochila, que tenía sus únicas pertenencias, y subió al barco lo más rápido que pudo. Una vez arriba y al haber escuchado el nombre del chico, se sintió avergonzada de tener que darle la mano para saludar, después de todo, el parecía muy aseado y ella, estaba hecha un completo desastre luego de lo que le sucedió la noche anterior, se sentía sucia; sin embargo, no podía dejarlo con la mano extendida.
 
−Puedes decirme Spade, mucho gusto−sonrió y observó mejor al pelirrojo ahora que estaba frente a ella.
 
Tuvo que contenerse de expresar la sorpresa que se había llevado al descubrir que ese chico era demasiado parecido a su difunto hermano. La pelinegra sintió un nudo en la garganta al verlo y recordar lo que había pasado, pero respiró hondo para calmar su repentina tristeza e intentó pensar en algo más.
 
−Es un lindo barco−dijo mirando la cubierta. Estaba distrayendo su mente viendo los detalles de aquel navío cuando de repente su estómago volvió a hacer ese molesto sonido que indicaba que no había comido desde la tarde del día anterior. La chica se sonrojó un poco por la vergüenza que eso suponía para  ella.

Eichi arqueó una ceja al ver mejor el estado en el que se encontraba la muchacha. Era deplorable, sin duda alguna. Ahora la pregunta era, ¿qué le había sucedido para acabar así? El mundo era un lugar peligroso, y ver mujeres así era habitual a ratos. El como terminaban así... variaba dependiendo de la situación. Podía haber sido desde una riña, hasta un secuestro. Era normal ver a personas que juntaban a mujeres para después venderlas como "mercancía". El pelirrojo frunció el ceño al pensar en eso; no había que ser adivino para saber el destino que les esperaba a esas pobres mujeres.

Salió de sus pensamientos al escuchar hablar a la joven. Pudo deducir dos cosas sobre eso; lo primero era que la joven se llamaba Spade (nombre raro e inusual, pero no diría nada; el suyo propio era una burla si es que se veía de otra forma). Lo segundo fue que, por alguna razón, la mujer se mostró algo incómoda cuando posó su mirada en el chico. Curioso, ¿acaso tenía algo en su apariencia? Era improbable, ya que el mismo solía cuidar su apariencia para, al menos, parecer presentable ante las demás personas. De todas formas, no iba a decir nada. Era muy educado (y tímido) para meterse en cosas ajenas en desconocidos.

– Gracias, me costó conseguirlo – respondió el pelirrojo

Era una mentira piadosa; no iba a estar diciendo por ahí que lo tomó "prestado" de unas maleantes en la última isla que visitó. En eso, el estómago de la mujer volvió a rugir. Eichi arqueó una ceja al escuchar eso, y tuvo que mantener su compostura para no dejar que una sonrisa apareciese en su rostro. Dejando eso de lado, no iba a dejar que nadie se muriera de hambre. Fue una de las cosas que juró cuando se convirtió en cocinero luego de lo ocurrido en el Baratie.

– Spade-san, ¿por qué no te das un baño? Hay toallas limpia y creo que tengo ropa de mujer adicional que me dejó mi hermana – otra mentira, y esta vez fue adrede. El porqué consiguió esa ropa de mujer... quedaría para otra ocasión; le daba vergüenza hablar de eso. – Luego de eso te serviré comida, y no aceptaré un no como respuesta. Juré que no dejaría a nadie pasar hambre y lo voy a cumplir – en caso de que aceptase lo primero, el joven la llevaría hasta el baño y le traería todo lo necesario. Si no aceptaba... Se la llevaría a la cocina, incluso se debía usar la fuerza.

Otra vez viviendo de la caridad, últimamente se había vuelto muy frecuente esa situación. La chica se cruzó de brazos y pensó unos segundos lo que le había ofrecido el pelirrojo. Primero que nada, le daba algo de vergüenza bañarse y aceptar ropa de alguien que no conocía, por otro lado, no le agradaba nada la idea de tener que seguir tan sucia, no se había cambiado de ropa desde el día anterior y la verdad es que no quería seguir viéndose como una simple pordiosera. Segundo, moría de hambre, pero no podía comer mientras estuviera hecha un desastre, era algo que ella consideraba antihigiénico.

¿Desde cuándo tenía que estar viviendo así? Nunca antes en su vida había pasado por una situación similar, aunque no había nacido en la nobleza, nunca le había faltado nada. No era nada cómodo para una ex teniente de la marina que su vida cambiara de la noche a la mañana, de hecho, ella lo consideraba como una vergüenza; sin embargo, no podía volver a ese lugar (no extrañaba trabajar para el gobierno, pero si las comodidades que tenía antes) ni siquiera podía conseguir un trabajo común y corriente. La pelinegra respiró profundo antes de hablar.

−Bu-bueno, y-yo− ¿Y ahora resultaba que se había vuelto tartamuda? Maldita incómoda situación en la que la ponía el mar−.Y-yo…Supongo que puedo aceptar lo que me ofreces, disculpa las molestias−dijo todo lo último muy rápido, dejando de un lado el orgullo y considerando la gravedad de su situación, después de todo, de algún modo tenía que sobrevivir hasta que consiguiera suficiente dinero para darse los lujos que quisiera, aunque fuera a escondidas del mundo.

Se cruzó de brazos, en ese momento era su forma de ocultar la vergüenza e incomodidad que sentía, y esperó a que el joven le dijera donde quedaba el baño.

Eichi arqueó una ceja mientras esperaba lo que diría la pelinegra. En un principio creyó que se iba a negar debido a que es estaba tomando su tiempo para responder, pero desechó la idea luego de que Spade respondió. El joven príncipe sonrío y tiró la vacía botella del refresco anterior en un tarro de basura que había en cubierta. Hizo un ademán con la mano para que la joven le siguiese al interior del barco. Caminaron por algunos segundos por los pasillos, hasta que llegaron donde se encontraba una puerta rojiza.

– Llegamos. Mientras te duchas, traeré algunas ropas de repuesto. Lo dejaré afuera del cuarto. Hay toallas dentro, así que no te preocupes. Cualquier duda o problema, estaré en la cocina, que está al final del pasillo, terminando de preparar la comida – esperaría para ver si la pelinegra tenía alguna consulta. Luego, iría hasta su cuarto para buscar... "esa" ropa que guardaba para ocasiones especiales.

No tardó mucho en llegar, e inmediatamente sacó algo debajo de la cama. Se trataba de un maletín y, al abrirlo, se podía apreciar ropas de tonalidades rojizas. Era una vestimenta especial que había comprado... para cierta ocasión en específico. De todas formas, ya se compraría algo nuevo cuando tocase tierra con su barco. Se trataba de una playera roja y unos jeans de color azul. El joven no estaba seguro si le quedaría bien, pero todo era mejor que esas ropas sucias y rotas que llevaba Spade. Lo dejó en la puerta del baño y fue directo hacia la cocina. Era tiempo de acabar con el almuerzo, antes que el tiempo de cocción se pasara de largo.

Off: Perdón por el retraso, tuve algunos inconvenientes esta semana (además de la uni, pero eso ya es tema aparte).

La pelinegra le agradeció al chico por su amabilidad y abrió la puerta rojiza para entrar al baño. Una vez dentro soltó un gran suspiro y se dejó caer al suelo, sí que había tenido unas últimas 18 horas muy extrañas, aunque viendo el lado bueno, parecía haberse encontrado con un chico amable y además, al fin podría relajarse mientras se daba un buen baño.

Se metió a la tina y abrió la pluma para comenzar a llenarla con agua. No supo cuánto tiempo pasó desde que entró, se quitó toda la suciedad y se relajó por completo, pero al momento de salir podía decir que se sentía como nueva. Tomó una toalla y envolvió su cuerpo. Se secó el cabello con una secadora de pelo que había visto. Cuando salió del baño se vistió con la ropa que Eichi le había dejado.

Se sentía cómoda, la ropa no le quedaba apretada ni muy grande, simplemente eran perfectas en ese momento, además, ahora que se veía como una persona decente y no como una pordiosera o drogadicta, podía mirar a los ojos al pelirrojo sin sentirse avergonzada por su estado.

Recordó que su anfitrión le dijo que estaría en la cocina, al final del pasillo, así que, sintiéndose mucho mejor, caminó hasta llegar al lugar y se encontró con el pelirrojo, otra vez.

−Eichi-san, gracias por prestarme el baño y la ropa, en serio no sabría qué hacer si hubiera tenido que pasar más tiempo en ese estado en alta mar−dijo con una sonrisa nerviosa.

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off:No hay problema y, por cierto, la ropa me recordó a la de Luffy, por alguna razón xD