¡Atención! La buena carne se obtiene defendiéndola con la vida. [Pasado][Privado][Maximilian - Hong]

La gente parecía muy divertida y carismática. Había llegado a Lavengre aquella mañana y la ciudad me pareció bastante interesante a simple vista. La mayoría de la personas era redondas y obesas, parecían como si hubiera sido infladas con alguna bomba de aire. Casi toda la avenida principal estaba repleta por restaurantes con letreros coloridos sobre ellos. El olor de la carne frita en las parrillas llegaba hasta mí y me abría el apetito. Entré en uno de los restaurantes y busqué una silla libre.

¡Venga, sírveme algo bueno! – gritó un hombre riendo con una jarra de cerveza en la mano.

Un muchacho gordito llegó con una bandeja enorme donde traía todo tipo de platillos. Hamburguesas con arroz, carne asada en salsa picante, albóndigas, fideos con salsa de carne. Hubiera podido tomarme toda la mañana para observar como devoraban cada platillo que traía el muchacho. Yo solo pedí un guiso con arroz y algo de beber. La razón principal por la que estaba en la isla era porque debía encontrarme con alguien. Un viejo señor había colocado un anuncio en el periódico solicitando a hombres dispuestos a todo por una buena paga. El punto de reunión era la ciudad en la isla de Laverde.

Me encontraba en la isla Lavengre había escuchado que tenían muy buena comida, para tener un olfato tan delicado aunque no necesariamente estaba en ese lugar por su comida me encontraba en esa isla para hacer un pequeño tour. El aroma que salia de diferentes restaurantes era inevitable no llegar a comer algo camine un poco mas lento mirando a que restaurante entraría para comer un poco, tras haber decidido camine nuevamente apresurando el paso esperando encontrar alguna mesa disponible y poder descansar un poco y disfrutar de aquella deliciosa comida.

Al entrar en aquel lugar pude notar que había mucha gente lo bastante obesa camine esquivando a los camareros esperando encontrar un buen lugar y pedir una pequeña hamburguesa y una limonada.* Se nota que aquí no conocen la palabra ejercicio.* Comente para mi misma mirando algo molesta a todas las personas que se encontraban en el restaurante aunque mucha gente comía con desesperación que con solo verlos podías perder el apetito rápidamente.

*Creo que no hay ningún lugar disponible, bueno tendre que esperar.*Comente suspirando un momento dirigiéndome hacia la puerta nuevamente esperando por un lugar.

La puerta se abrió y una chica de cabello rojizo entró en el restaurante. Vestía con un informe color verde. Al ver que el lugar estaba lleno, se quedó en la puerta esperando a que alguno se desocupara. Me puse de pie, dejando mis cosas en la mesa y me acerqué a ella.

-Disculpa, no pude evitar notar que estabas esperando que alguna mesa estuviera vacía, pero no creo que eso suceda en algún rato. ¿Qué tal si te sientas conmigo?

Era obviamente que no quería parecer algo atrevido, pero tal vez ella era otra persona que venía por el anuncio, así que sería bueno conocerla.

-Por cierto, mi nombre es Maximilian, mucho gusto.

Escuchaba una voz masculina me llamaba dirigí mi mirada al verlo era un joven de largo cabello negro muy atractivo sonreí amable pues parecía lo bastante caballeroso era una excelente oportunidad para poder comer algo ya que parecía que la gente tenia un pozo sin fondo. *Agradezco mucho que me des la oportunidad de compartir la mesa con usted, soy Hong Meiling*. Comente sonriendo levemente esperando me guiara hasta su mesa mi estomago sonaba por el hambre que tenia coloque mis manos sobre el sonrojan dome un momento. *Lo...lo siento*. Dije avergonzada pues no podía controlar mi cuerpo tenia hambre era inevitable el que no sonara.

Desviaba la mirada a cualquier lado porque creo que a ninguna mujer le ha pasado que su estomago la avergüenze por hambre ademas aquel joven no parecía tener malas intenciones, pocos hombres tienden hacer caballerosos, se podría decir que están casi extintos.

Oí el rugido de su estómago. Sonreí alegremente al saber que tenía hambre y que podría compartir la comida con alguien. La guie hasta mi mesa y la ayudé a que se sentara. El encargado del lugar llegó con lo que había pedido y le dije que trajera algo más de comer. Minutos después, llegó con carne asada y patatas horneadas.

-Mucho gusto, Hong Meiling –dije mientras cogía uno de los tenedores y picaba un trozo de carne de mi guiso -. Yo invito, siempre es bueno compartir una comida con alguien. ¿Por cierto, que te trae a esta isla?

Los hombres seguían riendo y bebiendo con alegría. Parecían estar llenos de felicidad a pesar de su contextura física, pero a mí no me molestaba en absoluto el hecho de que sean tan obesos.