Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
En la noche, un barco se acercaba a la bahía del antiguo reino de Hallstat. Un lugar que en su época, había sido gobernada por un malvado rey, llamado Derian. O eso le había explicado su maestra a Hokuto, dos años atrás. Según le dijo, ella había sido encontrada en aquel lugar. Una isla que había quedado devastada por la guerra. Cualquiera que supiera eso no se plantearía ir a aquel lugar ni por negocios, en principio. ¿Qué clase de lugar sería? Sin embargo, la chica de cabellos violáceos tenía la necesidad de hacerlo. Ya había pasado el plazo para cumplir con las expectativas de su nueva casa, cosa que había logrado, por lo que ahora tendría algo más de libertad. Podría salir de la casa, e incluso de la isla, como había hecho en aquel momento, siempre y cuando cumpliera con dos condiciones: La primera era que Raven, el guardián de la familia, debía seguirla a todos lados para protegerla y asegurarse de que no escapara. Aquello a ella le parecía estúpido ya que no veía motivo alguno para escaparse. No tenía en cuenta cosas como poder recuperar sus recuerdos, por ejemplo. La segunda era que tendría que llevar un DDM con ella siempre, con el cual comunicarse y realizar los trabajos que le pidiesen. " Si no fuera porque les debo la vida..." Se repetía la chica de forma continua desde que comenzó a entrenar.
La joven dormía de forma tranquila en uno de los camarotes comunes del barco, tumbada en el suelo, con la cabeza apoyada en su bolsa. Las camas eran mucho más costosas y no pensaba gastar tanto para algo de lo que podía prescindir, por mucho que se lo permitiera. Prefería ser práctica. Su sueño era tranquilo. Su respiración profunda hacía que su pecho bajara y subiera de forma suave. Sin embargo, poco tiempo iba a durar eso. Una sirena de aviso comenzó a sonar cuando casi habían llegado al muelle, despertando a todos los pasajeros. Alguno incluso cayó de la cama al suelo, del susto, quedando frente a ella. -¿Será un ataque?- Se preguntó la chica a sí misma en voz alta, con la voz tranquila, antes de ponerse en pie y tomar sus pertenencias y su arma. -Raven, nos vamos.- Añadió al llegar a la puerta, y ambos se dirigieron a la cubierta. Llevándose una clara decepción y un enfado igual de grande al ver que esa era la forma que tenían en el barco para avisar a sus clientes de que ya habían llegado y tenían que desembarcar. La joven hizo una mueca de molestia, sin decir palabra alguna y se limitó a dirigirse a la tabla que habían puesto los marineros para que pudieran bajar.
Una vez en tierra firme, preguntó a la primera persona con la que se cruzó si sabría de algún lugar para pasar lo que quedaba de noche. Ya comenzaría su "tour turístico" mañana, cuando pudiera ver donde pisaban sus pies. El lugar que le recomendaron fue una lugrube taberna de dos pisos, en la cual había en ese momento varios borrachos festejando por quién sabe que y apostando en un juego de cartas. Aunque, comparadas con tabernas de otros lugares (cosa que ella no había recordado ver antes), aquella estaba bastante vacía para ser solo las tres de la madrugada.
No se pasó mucho tiempo cotilleando, sino que pagó, le indicaron el número de su cuarto y fue a descansar.
La joven dormía de forma tranquila en uno de los camarotes comunes del barco, tumbada en el suelo, con la cabeza apoyada en su bolsa. Las camas eran mucho más costosas y no pensaba gastar tanto para algo de lo que podía prescindir, por mucho que se lo permitiera. Prefería ser práctica. Su sueño era tranquilo. Su respiración profunda hacía que su pecho bajara y subiera de forma suave. Sin embargo, poco tiempo iba a durar eso. Una sirena de aviso comenzó a sonar cuando casi habían llegado al muelle, despertando a todos los pasajeros. Alguno incluso cayó de la cama al suelo, del susto, quedando frente a ella. -¿Será un ataque?- Se preguntó la chica a sí misma en voz alta, con la voz tranquila, antes de ponerse en pie y tomar sus pertenencias y su arma. -Raven, nos vamos.- Añadió al llegar a la puerta, y ambos se dirigieron a la cubierta. Llevándose una clara decepción y un enfado igual de grande al ver que esa era la forma que tenían en el barco para avisar a sus clientes de que ya habían llegado y tenían que desembarcar. La joven hizo una mueca de molestia, sin decir palabra alguna y se limitó a dirigirse a la tabla que habían puesto los marineros para que pudieran bajar.
Una vez en tierra firme, preguntó a la primera persona con la que se cruzó si sabría de algún lugar para pasar lo que quedaba de noche. Ya comenzaría su "tour turístico" mañana, cuando pudiera ver donde pisaban sus pies. El lugar que le recomendaron fue una lugrube taberna de dos pisos, en la cual había en ese momento varios borrachos festejando por quién sabe que y apostando en un juego de cartas. Aunque, comparadas con tabernas de otros lugares (cosa que ella no había recordado ver antes), aquella estaba bastante vacía para ser solo las tres de la madrugada.
No se pasó mucho tiempo cotilleando, sino que pagó, le indicaron el número de su cuarto y fue a descansar.
William White
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Así que Derian Markov, antiguo rey de Hallstat, así que incluso los poderosos mueren – musitó el joven a la vez que observaba el retrato del monarca.
El chico se alejó unos pasos para observar con mejor perspectiva el retrato de perfil del monarca. La piel de este era extremadamente pálida, más incluso que la del propio William. Eso resaltaba su nariz y mejillas las cuales se sonrojaban ligeramente como si estuviera sonrojado y borracho a la vez, aunque dudaba que fueran estos los motivos. Sus ojos eran de un azul puro intenso, casi antinatural, en el cuadro aparecía joven con aire atemporal –“Eternamente joven”- rezaba en la bitácora de Nemo, el cual parecía haber hecho negocios con él también, según escribió el propio Armonia: - “Me encandilo con falsas promesas, medias verdades las cuales no pude distinguir”- aquejaba Nemo en el diario, aunque desde mi perspectiva hizo un gran negocio, amasó una gran fortuna suministrando armas a los bandos y además se quedó con el puesto de Schibukai del propio Derian.
Respecto al retrato de Derian llamaba la atención sus facciones angulosas y tremendamente estilizadas acentuaba más ese aspecto antinaturalmente perfecto. Respecto a su pelo largo liso color azabache no cabía mucho que destacar. El cuadro daba una sensación de miedo, el mero hecho de mirarlo unos instantes hacía vacilar a William. El cuadro parecía bueno, pero si sus fuentes no le habían engañado los cuadros oficiales siempre tenían una mancha de sangre del propio pintor, por insistencia de propio Derian ya que así en un futuro se podrían diferenciar los originales de las copias.
William impaciente desarmó el marco bañado en pan de oro, el cual guardó en la saca que estaba usando para la “recogida de basura” -Sacaría unos cuantos de berries por el marco al menos- pensó mientras guardaba el marco el cual contenía numerosos grabados en un lenguaje desconocido para él, los cual seguramente analizaría más tarde.
Finalmente giró el lienzo para ver que efectivamente contenía la mancha de sangre, William sonrió, acaba de conseguir probablemente varios millones de berries de algún coleccionista pirado, eso si no se permitía el lujo de quedarse con la obra, a fin de cuentas, había conseguido amasar algo de dinero con los últimos negocios que había realizado.
-Ya pensaría en otro momento lo que haría con él, después de todo no creía que el propio Derian tuviera copias en su castillo, o bueno lo que fuera que quedará de él- pensaba mientras enrollaba con mimo el lienzo para introducirlo dentro de un tubo de unos nueve centímetros de radio, donde conservarlo mejor la obra.
El joven volvió a cargar con el petate, saliendo de la recién desvalijada habitación de aire barroco. Aunque no había conseguido nada reseñable del resto de habitaciones salvo un candelabro del mismo pan de oro que el marco y una cubertería de plata, la cual sospechaba que no había usado mucho el vampiro ya que estaba prácticamente nueva eso y que a los hijos de la noche por alguna razón se les atragantaba la plata.
William se abrió paso por los húmedos pasillos semiderruidos, hasta que finalmente salió fuera del castillo, ya conocía el caminó a las ruinas y seguramente no podría cargar mucho más aquella saca por lo que decidió regresar al poblado al cual seguramente llegaría ya entrada la noche, por lo que evitaría los controles matutinos y miradas indiscretas.
Al día siguiente volvería, tenía la certeza de que el castillo aún no había sido desvalijado del todo, después de todo los planos del castillo mostraban varias cámaras secretas y un inmenso laboratorio por las profundidades de la tierra.
-Ciertamente esta bitácora vale oro- pensó William mientras examinaba el mapa copiado en esta, idolatrando casi aquella libreta que le había empezado a abrir tantas puertas
El chico se alejó unos pasos para observar con mejor perspectiva el retrato de perfil del monarca. La piel de este era extremadamente pálida, más incluso que la del propio William. Eso resaltaba su nariz y mejillas las cuales se sonrojaban ligeramente como si estuviera sonrojado y borracho a la vez, aunque dudaba que fueran estos los motivos. Sus ojos eran de un azul puro intenso, casi antinatural, en el cuadro aparecía joven con aire atemporal –“Eternamente joven”- rezaba en la bitácora de Nemo, el cual parecía haber hecho negocios con él también, según escribió el propio Armonia: - “Me encandilo con falsas promesas, medias verdades las cuales no pude distinguir”- aquejaba Nemo en el diario, aunque desde mi perspectiva hizo un gran negocio, amasó una gran fortuna suministrando armas a los bandos y además se quedó con el puesto de Schibukai del propio Derian.
Respecto al retrato de Derian llamaba la atención sus facciones angulosas y tremendamente estilizadas acentuaba más ese aspecto antinaturalmente perfecto. Respecto a su pelo largo liso color azabache no cabía mucho que destacar. El cuadro daba una sensación de miedo, el mero hecho de mirarlo unos instantes hacía vacilar a William. El cuadro parecía bueno, pero si sus fuentes no le habían engañado los cuadros oficiales siempre tenían una mancha de sangre del propio pintor, por insistencia de propio Derian ya que así en un futuro se podrían diferenciar los originales de las copias.
William impaciente desarmó el marco bañado en pan de oro, el cual guardó en la saca que estaba usando para la “recogida de basura” -Sacaría unos cuantos de berries por el marco al menos- pensó mientras guardaba el marco el cual contenía numerosos grabados en un lenguaje desconocido para él, los cual seguramente analizaría más tarde.
Finalmente giró el lienzo para ver que efectivamente contenía la mancha de sangre, William sonrió, acaba de conseguir probablemente varios millones de berries de algún coleccionista pirado, eso si no se permitía el lujo de quedarse con la obra, a fin de cuentas, había conseguido amasar algo de dinero con los últimos negocios que había realizado.
-Ya pensaría en otro momento lo que haría con él, después de todo no creía que el propio Derian tuviera copias en su castillo, o bueno lo que fuera que quedará de él- pensaba mientras enrollaba con mimo el lienzo para introducirlo dentro de un tubo de unos nueve centímetros de radio, donde conservarlo mejor la obra.
El joven volvió a cargar con el petate, saliendo de la recién desvalijada habitación de aire barroco. Aunque no había conseguido nada reseñable del resto de habitaciones salvo un candelabro del mismo pan de oro que el marco y una cubertería de plata, la cual sospechaba que no había usado mucho el vampiro ya que estaba prácticamente nueva eso y que a los hijos de la noche por alguna razón se les atragantaba la plata.
William se abrió paso por los húmedos pasillos semiderruidos, hasta que finalmente salió fuera del castillo, ya conocía el caminó a las ruinas y seguramente no podría cargar mucho más aquella saca por lo que decidió regresar al poblado al cual seguramente llegaría ya entrada la noche, por lo que evitaría los controles matutinos y miradas indiscretas.
Al día siguiente volvería, tenía la certeza de que el castillo aún no había sido desvalijado del todo, después de todo los planos del castillo mostraban varias cámaras secretas y un inmenso laboratorio por las profundidades de la tierra.
-Ciertamente esta bitácora vale oro- pensó William mientras examinaba el mapa copiado en esta, idolatrando casi aquella libreta que le había empezado a abrir tantas puertas
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.