Bam
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Akuma no mi
Varios
Llevaba 3 días navegando, sin ver tierra siquiera, en un andrajoso navío mercante. Se habían ofrecido a llevarme a cambio de mano de obra, poca cosa, sólo lavaba la cubierta cada y mañana y echaba una mano en la cocina. Estaba ansioso por tocar tierra, tanto viaje por mar empezaba a cansarme profundamente, cuando al fin avistamos tierra.
Se trataba de la isla de satán, una rara isla del Grand Line sobre la cual corrían extraños rumores entre los marineros, la leyenda contaba que en la isla habita un raro espécimen animal que acostumbra a devorar a los despistados extranjeros que se adentran en sus tierras. Lo cierto es que todo ésto me daba igual, yo sólo buscaba unirme al fin a la causa revolucionaria y con un poco de suerte encontraría a alguien en aquella isla que pudiera darme algo de información.
No eran más de las 12 de la mañana cuando atracamos en una pequeña playa al sur de la isla; -Al fin... tierra firme- Pensé aliviado de no ir a tener que pasar otra noche en aquel decrepito barco. La tripulación con la que viajaba sólo estaría allí por una noche intentando pescar algo y descansando del incesante traqueteo del navío, así que allí parecía que se iban a separar nuestros caminos. Me dirigí al capitán del barco para agradecerle haberme llevado en su nave y de paso hacerle algunas preguntas sobre la isla en la que nos encontrábamos :
-Oe! capitán!- Grité mientras corría hacia su él para finalmente frenarme en seco a su lado.
-Dime joven- Respondió mientras sacaba dos puros del bolsillo ofreciéndome uno con la mano.
-Oh, muchas gracias jefe!. Verá sólo venía a despedirme y a preguntarle si sabe donde puedo encontrar el pueblo más cercano.
-¿Ya nos abandonas?- Decía a la par que se encendía el puro y me acercaba el encendedor para que yo hiciese lo propio.
-Sí señor, ha llegado el momento de que continúe mi camino. Muchas gracias por todo.
-Gracias a ti, nunca la cubierta de mi barco había estado tan reluciente como contigo. Respecto al pueblo más cercano, debes caminar hacia el este por la costa unos 7 u 8 kilómetros y lo encontrarás, pero recuerda, nunca debes adentrarte en el bosque, no te separes de la costa. Seguramente pienses que todas las leyendas que corren a cerca de esta isla no son más que habladurías, pero yo no estaría tan seguro de eso chico.
Me eché una mano a la cabeza para rascarme la coronilla mientras que con la otra mano daba una profunda calada al puro para posteriormente expulsar el humo de manera prolongada:
-Gracias señor, me andaré con cuidado y procurare no alejarme de la costa- Y sin más dilación eché a caminar en dirección al este dejando el navío atrás mientras silbaba a Kira para que me siguiese, que como siempre estaba a lo suyo tratando de encontrar cualquier cosa que comer. [*Kira es una joven loba]
El capitán no parecía un hombre fácilmente impresionable, así que si pensaba que la leyenda que corría al rededor de la isla era cierta no debía andar muy desencaminado. Algo raro debía suceder en aquel sitio, sería mejor estar alerta.
Me quedaba un largo camino hasta el pueblo más cercano, pero el clima era bastante bueno, hacía un día despejado pero sin demasiado calor, así que aceleré un poco el ritmo con la esperanza de llegar pronto a mi destino; -Espero poder contactar al fin con algún camarada revolucionario- Pensaba mientras cierta amargura me invadía por el largo trayecto que me quedaba por recorrer; -Debería comprar un caballo o algo así- razonaba para mí mismo.
Se trataba de la isla de satán, una rara isla del Grand Line sobre la cual corrían extraños rumores entre los marineros, la leyenda contaba que en la isla habita un raro espécimen animal que acostumbra a devorar a los despistados extranjeros que se adentran en sus tierras. Lo cierto es que todo ésto me daba igual, yo sólo buscaba unirme al fin a la causa revolucionaria y con un poco de suerte encontraría a alguien en aquella isla que pudiera darme algo de información.
No eran más de las 12 de la mañana cuando atracamos en una pequeña playa al sur de la isla; -Al fin... tierra firme- Pensé aliviado de no ir a tener que pasar otra noche en aquel decrepito barco. La tripulación con la que viajaba sólo estaría allí por una noche intentando pescar algo y descansando del incesante traqueteo del navío, así que allí parecía que se iban a separar nuestros caminos. Me dirigí al capitán del barco para agradecerle haberme llevado en su nave y de paso hacerle algunas preguntas sobre la isla en la que nos encontrábamos :
-Oe! capitán!- Grité mientras corría hacia su él para finalmente frenarme en seco a su lado.
-Dime joven- Respondió mientras sacaba dos puros del bolsillo ofreciéndome uno con la mano.
-Oh, muchas gracias jefe!. Verá sólo venía a despedirme y a preguntarle si sabe donde puedo encontrar el pueblo más cercano.
-¿Ya nos abandonas?- Decía a la par que se encendía el puro y me acercaba el encendedor para que yo hiciese lo propio.
-Sí señor, ha llegado el momento de que continúe mi camino. Muchas gracias por todo.
-Gracias a ti, nunca la cubierta de mi barco había estado tan reluciente como contigo. Respecto al pueblo más cercano, debes caminar hacia el este por la costa unos 7 u 8 kilómetros y lo encontrarás, pero recuerda, nunca debes adentrarte en el bosque, no te separes de la costa. Seguramente pienses que todas las leyendas que corren a cerca de esta isla no son más que habladurías, pero yo no estaría tan seguro de eso chico.
Me eché una mano a la cabeza para rascarme la coronilla mientras que con la otra mano daba una profunda calada al puro para posteriormente expulsar el humo de manera prolongada:
-Gracias señor, me andaré con cuidado y procurare no alejarme de la costa- Y sin más dilación eché a caminar en dirección al este dejando el navío atrás mientras silbaba a Kira para que me siguiese, que como siempre estaba a lo suyo tratando de encontrar cualquier cosa que comer. [*Kira es una joven loba]
El capitán no parecía un hombre fácilmente impresionable, así que si pensaba que la leyenda que corría al rededor de la isla era cierta no debía andar muy desencaminado. Algo raro debía suceder en aquel sitio, sería mejor estar alerta.
Me quedaba un largo camino hasta el pueblo más cercano, pero el clima era bastante bueno, hacía un día despejado pero sin demasiado calor, así que aceleré un poco el ritmo con la esperanza de llegar pronto a mi destino; -Espero poder contactar al fin con algún camarada revolucionario- Pensaba mientras cierta amargura me invadía por el largo trayecto que me quedaba por recorrer; -Debería comprar un caballo o algo así- razonaba para mí mismo.
Kasan
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
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Akuma no mi
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Mis investigaciones me habían conducido hasta la Isla de Satán, por los rumores que había escuchado, allí crecía un cierto tipo de plantas venenosas de las que nadie había conseguido obtener una cura verdaderamente fiable, podía ser un gran descubrimiento pero para ello debería adelantarme a otros investigadores y obtener suficientes muestras de los venenos para poder trabajar en el laboratorio. Aquel lugar, situado en la RedLine, tenía una montaña con forma de tridente, al menos me sería fácil ubicarme. La isla tampoco era nada del otro mundo, era un paisaje mas bien árido con poca vegetación donde ocultarse. "Bueno, así es más sencillo conseguir muestras".
Tras un periplo curioso para llegar a la RedLine, por fin alcancé la isla. Era un lugar bastante fúnebre donde cosas como la alegría o la felicidad parecían quedar excluidas de sus tierras. Los pocos árboles que habitaban el lugar tenían pinta de haber caído en una profunda depresión de la que eran incapaces de salir. La iluminación tampoco era nada del otro mundo, una pequeña capa de niebla negra impedía ver con demasiada claridad, eso sin contar que era de noche por lo que únicamente contaba con la luz de la luna llena para poder verme los pies.
Unos minutos en la isla sirvieron para darme cuenta de que buscaba plantas venenosas, y teniendo en cuenta la pinta que tenía la flora de la isla, sería sencillo encontrarlas, seguramente destacarían por su propio aspecto, solo tenía que recolectarlas en la bolsa que había traído para la ocasión. Además del saco también había llevado un par de tubos de ensayo donde introducir el veneno y protegerlo del exterior. Tras un paseo directo hacía la montaña, ya había encontrado por el camino dos tipos de plantas distintas.
Por desgracia no sabía diferenciar si eran venenosas o no, pero tampoco iba a ponerme a comprobarlo dándoles un bocado, ya tendría tiempo en Ennies Lobby con más calma. Una de ellas tenía aspecto de flor rosa con los estambres algo salidos hacia fuera, la otra parecía un cactus con los pinchos rojos, una suerte que la bolsa estuviese reforzada, de lo contrario seguro que me pincharía con esas gigantescas agujas. Para la recolección, utilicé una de las dagas de mi armadura y unos guantes, con ello evitaría también las toxinas que pudiesen soltar estas plantas. Eran de tamaño bastante pequeño para lo que tenía pensado aunque me venía mejor de esta manera, podría llevar mas en la bolsa.
Seguía caminando rumbo a la montaña mientras seguía cogiendo más y mas plantas, en poco tiempo había conseguido cinco muestras distintas de esas dos plantas, de ellas dejaría de coger, tenía suficientes muestras para experimentar sin problemas, ahora me centraría en otras que encontrase. Camino a la montaña me iba fijando en que habían pisadas en el suelo, huellas de forma de pies humanos pero con una pequeña diferencia, donde deberían haber dedos, las marcas eran de garras. Eso me puso alerta, seguía avanzando pero de ahora en adelante lo haría con el Mantra activado, no me fiaba ni de mi sombra
Tras un periplo curioso para llegar a la RedLine, por fin alcancé la isla. Era un lugar bastante fúnebre donde cosas como la alegría o la felicidad parecían quedar excluidas de sus tierras. Los pocos árboles que habitaban el lugar tenían pinta de haber caído en una profunda depresión de la que eran incapaces de salir. La iluminación tampoco era nada del otro mundo, una pequeña capa de niebla negra impedía ver con demasiada claridad, eso sin contar que era de noche por lo que únicamente contaba con la luz de la luna llena para poder verme los pies.
Unos minutos en la isla sirvieron para darme cuenta de que buscaba plantas venenosas, y teniendo en cuenta la pinta que tenía la flora de la isla, sería sencillo encontrarlas, seguramente destacarían por su propio aspecto, solo tenía que recolectarlas en la bolsa que había traído para la ocasión. Además del saco también había llevado un par de tubos de ensayo donde introducir el veneno y protegerlo del exterior. Tras un paseo directo hacía la montaña, ya había encontrado por el camino dos tipos de plantas distintas.
Por desgracia no sabía diferenciar si eran venenosas o no, pero tampoco iba a ponerme a comprobarlo dándoles un bocado, ya tendría tiempo en Ennies Lobby con más calma. Una de ellas tenía aspecto de flor rosa con los estambres algo salidos hacia fuera, la otra parecía un cactus con los pinchos rojos, una suerte que la bolsa estuviese reforzada, de lo contrario seguro que me pincharía con esas gigantescas agujas. Para la recolección, utilicé una de las dagas de mi armadura y unos guantes, con ello evitaría también las toxinas que pudiesen soltar estas plantas. Eran de tamaño bastante pequeño para lo que tenía pensado aunque me venía mejor de esta manera, podría llevar mas en la bolsa.
Seguía caminando rumbo a la montaña mientras seguía cogiendo más y mas plantas, en poco tiempo había conseguido cinco muestras distintas de esas dos plantas, de ellas dejaría de coger, tenía suficientes muestras para experimentar sin problemas, ahora me centraría en otras que encontrase. Camino a la montaña me iba fijando en que habían pisadas en el suelo, huellas de forma de pies humanos pero con una pequeña diferencia, donde deberían haber dedos, las marcas eran de garras. Eso me puso alerta, seguía avanzando pero de ahora en adelante lo haría con el Mantra activado, no me fiaba ni de mi sombra
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