Spade
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
3:00 a.m
Gotas de sangre salpicaban los charcos del lodo que la lluvia se estaba encargando de formar. El característico ruido de un “splash” cada vez que unas sucias botas pisaban sobre ellos era opacado por el ulular del viento, que parecía susurrar alguna macabra melodía, y por los estrepitosos truenos. La aparatosa tormenta no era consuelo para la pobre alma que corría entre los árboles, con todas las fuerzas que le podían quedar.
Sus pasos se hicieron cada vez más lentos, su respiración era cada vez más agitada y su corazón latía más rápido que nunca en su vida. De repente su carrera se detuvo, una rama lo había hecho tropezar, manchando la tierra con la sangre que brotaba de una cortada, que casi desagarraba su antebrazo. Un grito de dolor escapó de sus labios, una piedra o una rama, tal vez, detalles más, detalles menos, se había incrustado en su pierna izquierda. Luchó por pararse y cuando lo logró apenas y podía sostenerse, el dolor que le provocaban sus heridas lo estaba haciendo agonizar, y finalmente, cuando se pudo controlar, era demasiado tarde.
Una sombra se le acercó y el desgarrador grito que emitió luego de que la sombra lo arrastrara por la espesura del bosque fue apagado por el sonido de la lluvia intensificándose.
11:00 a.m
Una pelinegra estaba detenida en un puesto de frutas teniendo un dilema existencial sobre si comprar manzanas verdes o rojas. Usaba unos jeans azules, una camiseta y unas zapatillas negras, además de unos lentes de sol para proteger su rostro de cualquiera que llegara a reconocerla. Se había tomado muy en serio lo que le había dicho el vicealmirante Burles sobre asegurarse de que no la volvieran a ver.
− ¿Escuchaste? Volvió a desaparecer otra persona, dicen que no dejó rastros−dijo una señora, que parecía ser la vendedora en un puesto de carne frita que estaba a un lado de la venta de frutas.
−Sí, lo escuché. Últimamente se está haciendo muy común. Este lugar está maldito, igual que su gente−contestó un señor, que comía un trozo de carne, sentado sobre un banco de madera improvisado.
−“Secuestradores, bandidos, piratas, tal vez hasta el gobierno, no me sorprendería. Un pueblo maldito, ¡Vaya tontería!”−pensó la chica que había escuchado la conversación sin querer y terminó por no prestar tanta atención al resto de lo que siguieron diciendo, era más importante su merienda. Al final tomó una manzana roja entre sus manos y le dejó unos cuantos berries al dueño del puesto.
Seguió su camino. La manzana se había terminado y aún seguía con hambre, aunque le parecía que era muy temprano para comer el almuerzo, pero de todos modos comenzó a buscar con la mirada algún lugar en el que pudiera degustar de una buena comida. Saliendo del mercado fue a dar a unas calles donde el ambiente se sentía pesado, lúgubre y donde, a pesar de ser de día, pocas personas caminaban por ahí.
Se fijó en una taberna a la cual decidió entrar. Dentro había mucha gente, hombres tomando, comiendo como cerdos o jugando alguna partida de cartas. Se molestó por lo lleno que estaba el lugar e iba a salir; sin embargo, un rostro familiar hizo que replanteara su decisión.
Caminó hasta una mesa en una de las esquinas del lugar y se sentó en una de las sillas libres, frente a un pelinegro que cargaba una guitarra consigo.
− ¿Te molesta si me siento aquí, Maximilian?−dijo mientras alzaba sus lentes, para que el pelinegro pudiera ver bien su rostro.
Gotas de sangre salpicaban los charcos del lodo que la lluvia se estaba encargando de formar. El característico ruido de un “splash” cada vez que unas sucias botas pisaban sobre ellos era opacado por el ulular del viento, que parecía susurrar alguna macabra melodía, y por los estrepitosos truenos. La aparatosa tormenta no era consuelo para la pobre alma que corría entre los árboles, con todas las fuerzas que le podían quedar.
Sus pasos se hicieron cada vez más lentos, su respiración era cada vez más agitada y su corazón latía más rápido que nunca en su vida. De repente su carrera se detuvo, una rama lo había hecho tropezar, manchando la tierra con la sangre que brotaba de una cortada, que casi desagarraba su antebrazo. Un grito de dolor escapó de sus labios, una piedra o una rama, tal vez, detalles más, detalles menos, se había incrustado en su pierna izquierda. Luchó por pararse y cuando lo logró apenas y podía sostenerse, el dolor que le provocaban sus heridas lo estaba haciendo agonizar, y finalmente, cuando se pudo controlar, era demasiado tarde.
Una sombra se le acercó y el desgarrador grito que emitió luego de que la sombra lo arrastrara por la espesura del bosque fue apagado por el sonido de la lluvia intensificándose.
11:00 a.m
Una pelinegra estaba detenida en un puesto de frutas teniendo un dilema existencial sobre si comprar manzanas verdes o rojas. Usaba unos jeans azules, una camiseta y unas zapatillas negras, además de unos lentes de sol para proteger su rostro de cualquiera que llegara a reconocerla. Se había tomado muy en serio lo que le había dicho el vicealmirante Burles sobre asegurarse de que no la volvieran a ver.
− ¿Escuchaste? Volvió a desaparecer otra persona, dicen que no dejó rastros−dijo una señora, que parecía ser la vendedora en un puesto de carne frita que estaba a un lado de la venta de frutas.
−Sí, lo escuché. Últimamente se está haciendo muy común. Este lugar está maldito, igual que su gente−contestó un señor, que comía un trozo de carne, sentado sobre un banco de madera improvisado.
−“Secuestradores, bandidos, piratas, tal vez hasta el gobierno, no me sorprendería. Un pueblo maldito, ¡Vaya tontería!”−pensó la chica que había escuchado la conversación sin querer y terminó por no prestar tanta atención al resto de lo que siguieron diciendo, era más importante su merienda. Al final tomó una manzana roja entre sus manos y le dejó unos cuantos berries al dueño del puesto.
Seguió su camino. La manzana se había terminado y aún seguía con hambre, aunque le parecía que era muy temprano para comer el almuerzo, pero de todos modos comenzó a buscar con la mirada algún lugar en el que pudiera degustar de una buena comida. Saliendo del mercado fue a dar a unas calles donde el ambiente se sentía pesado, lúgubre y donde, a pesar de ser de día, pocas personas caminaban por ahí.
Se fijó en una taberna a la cual decidió entrar. Dentro había mucha gente, hombres tomando, comiendo como cerdos o jugando alguna partida de cartas. Se molestó por lo lleno que estaba el lugar e iba a salir; sin embargo, un rostro familiar hizo que replanteara su decisión.
Caminó hasta una mesa en una de las esquinas del lugar y se sentó en una de las sillas libres, frente a un pelinegro que cargaba una guitarra consigo.
− ¿Te molesta si me siento aquí, Maximilian?−dijo mientras alzaba sus lentes, para que el pelinegro pudiera ver bien su rostro.
Spade
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelinegra comía tranquilamente la carne que había traído el mesero, no parecía prestarle atención a la historia de la bruja; sin embargo, estaba escuchando cada palabra de lo que salía de la boca de ese hombre. Desde que había llegado a esa isla lo que más oía era rumores extraños, primero sobre desapariciones atribuidas a alguna maldición y ahora, una bruja.
−“Claramente esta isla es atacada por algún demente y esta pobre gente vive pensando que están malditos”−la chica suspiró y siguió comiendo la carne asada que el mesero le había traído antes.
Sintió la mirada de unos sujetos sobre ella. Bufó molesta, no quería que alguien armara un escándalo en la taberna, así que decidió ignorar lo que había sentido, pero el pelinegro frente a ella no le ayudó mucho.
−Nos miran así porque somos extranjeros. No confían en los visitantes ¿O acaso no has visto cómo se comportan? Como si ocultaran algo que solo ellos deberían saber−dijo de forma seria para luego cortar un pedazo de carne y ponerlo en su boca. No quería expresar la molestia que sentía de que alguien tocara el tema de cuanto daban por su cabeza, así que decidió ignorar el comentario; pero el pirata siguió insistiendo con el tema. La chica solo se dedicó a escuchar lo que él decía, hasta que una pregunta casi la hace escupir la comida que tenía en la boca.
Tragó con pesadez la comida que ya tenía en su boca y se sirvió un poco de agua. Meditó por unos segundos lo que acababa de oír antes de dar cualquier tipo de respuesta impulsiva.
−Imposible−dijo de forma seca−.Yo viajo sola y así seguiré. Lo que menos quiero en estos momentos es a un superior que me diga lo que debo hacer. Lamento si te decepciono, pero no siempre podemos obtener lo que queremos.
La joven se cruzó de brazos y si no se retiró en ese instante es porque aún no había terminado su comida.
−“Claramente esta isla es atacada por algún demente y esta pobre gente vive pensando que están malditos”−la chica suspiró y siguió comiendo la carne asada que el mesero le había traído antes.
Sintió la mirada de unos sujetos sobre ella. Bufó molesta, no quería que alguien armara un escándalo en la taberna, así que decidió ignorar lo que había sentido, pero el pelinegro frente a ella no le ayudó mucho.
−Nos miran así porque somos extranjeros. No confían en los visitantes ¿O acaso no has visto cómo se comportan? Como si ocultaran algo que solo ellos deberían saber−dijo de forma seria para luego cortar un pedazo de carne y ponerlo en su boca. No quería expresar la molestia que sentía de que alguien tocara el tema de cuanto daban por su cabeza, así que decidió ignorar el comentario; pero el pirata siguió insistiendo con el tema. La chica solo se dedicó a escuchar lo que él decía, hasta que una pregunta casi la hace escupir la comida que tenía en la boca.
Tragó con pesadez la comida que ya tenía en su boca y se sirvió un poco de agua. Meditó por unos segundos lo que acababa de oír antes de dar cualquier tipo de respuesta impulsiva.
−Imposible−dijo de forma seca−.Yo viajo sola y así seguiré. Lo que menos quiero en estos momentos es a un superior que me diga lo que debo hacer. Lamento si te decepciono, pero no siempre podemos obtener lo que queremos.
La joven se cruzó de brazos y si no se retiró en ese instante es porque aún no había terminado su comida.
Spade
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelinegra terminó de comer y solo se dedicó a escuchar lo que el pelinegro tenía que decir, ya más calmada que antes.
− ¿Qué sentido tiene entrar al bosque? Espero que no estés creyendo las leyendas de brujas y maldiciones, dudo mucho que sean ciertas, más bien nos vamos a meternos en un problema y lo más probable es que nos vinculen con lo que está ocurriendo en esta isla−hablaba de forma despreocupada y seria, su mirada se dirigía hacia una ventana desde donde podía contemplar, aunque fuera un poco lo que ocurría afuera−.Además, creo que va a llover.
Su mirada volvió a los ojos del chico mientras le señalaba con uno de sus dedos en dirección a la ventana.
−Maximilian, no sé tú, pero yo buscaré un lugar donde quedarme, ¿vienes? –dijo mientras que se levantaba de su asiento, pero la mano de alguien en su hombro la detuvo de seguir caminando.
−Los jóvenes cada vez son más imprudentes−la mirada del sujeto se dirigió a Maximilian−.E incrédulos−los ojos del hombre se posaron en Spade. El sujeto era un anciano, bajito, de barba y cabellos blancos, y le faltaba uno que otro diente; sin embargo, a pesar de su apariencia la pirata entendió que debía escuchar lo que tenía que decir y volvió a tomar asiento.
−Lamento haber escuchado su conversación, pero la cercanía de nuestras mesas me lo permitió. Muchacho, no te tomes ese bosque a la ligera y tú, niña, no deberías tomar tan a la ligera estas historias, porque no son cosa de ahora, es algo que viene sucediendo desde hace mucho, desde antes que ustedes nacieran−dijo el viejo con voz temblorosa. Había tomado asiento en la misma mesa que los piratas.
−Bueno, hasta ahora solo hemos escuchado rumores. ¿Qué se supone que pasa en esta isla? –preguntó la pelinegra, consumida por la curiosidad.
−Hace 60 años, más o menos, comenzó a azotar un mal a esta isla, los jóvenes empezaron a desaparecer, todos chicos y chicas entre unos 12 y 25 años. Al principio empezaron a atribuir estas desapariciones a secuestradores, bandidos o piratas; sin embargo, un chico logró sobrevivir al rapto y lo que contó no era de este mundo, era algo por mucho superior a cualquier cosa que hayan visto antes. Pude ver a través de sus ojos la verdad, la criatura que está en ese bosque es un ser del más allá−el viejo hizo una pausa para tomar aire y soltar un leve suspiro−.Desde que comenzaron las desapariciones la isla está bajo la sombra de algo siniestro, este lugar está sumido en el mal y a medida que pasan los años se hunde más y más en la oscuridad.
El viejo terminó su relato, sus ojos estaban ensombrecidos y apagados, como si decir todo eso le hiciera recordar muy malas experiencias.
− ¿Qué sentido tiene entrar al bosque? Espero que no estés creyendo las leyendas de brujas y maldiciones, dudo mucho que sean ciertas, más bien nos vamos a meternos en un problema y lo más probable es que nos vinculen con lo que está ocurriendo en esta isla−hablaba de forma despreocupada y seria, su mirada se dirigía hacia una ventana desde donde podía contemplar, aunque fuera un poco lo que ocurría afuera−.Además, creo que va a llover.
Su mirada volvió a los ojos del chico mientras le señalaba con uno de sus dedos en dirección a la ventana.
−Maximilian, no sé tú, pero yo buscaré un lugar donde quedarme, ¿vienes? –dijo mientras que se levantaba de su asiento, pero la mano de alguien en su hombro la detuvo de seguir caminando.
−Los jóvenes cada vez son más imprudentes−la mirada del sujeto se dirigió a Maximilian−.E incrédulos−los ojos del hombre se posaron en Spade. El sujeto era un anciano, bajito, de barba y cabellos blancos, y le faltaba uno que otro diente; sin embargo, a pesar de su apariencia la pirata entendió que debía escuchar lo que tenía que decir y volvió a tomar asiento.
−Lamento haber escuchado su conversación, pero la cercanía de nuestras mesas me lo permitió. Muchacho, no te tomes ese bosque a la ligera y tú, niña, no deberías tomar tan a la ligera estas historias, porque no son cosa de ahora, es algo que viene sucediendo desde hace mucho, desde antes que ustedes nacieran−dijo el viejo con voz temblorosa. Había tomado asiento en la misma mesa que los piratas.
−Bueno, hasta ahora solo hemos escuchado rumores. ¿Qué se supone que pasa en esta isla? –preguntó la pelinegra, consumida por la curiosidad.
−Hace 60 años, más o menos, comenzó a azotar un mal a esta isla, los jóvenes empezaron a desaparecer, todos chicos y chicas entre unos 12 y 25 años. Al principio empezaron a atribuir estas desapariciones a secuestradores, bandidos o piratas; sin embargo, un chico logró sobrevivir al rapto y lo que contó no era de este mundo, era algo por mucho superior a cualquier cosa que hayan visto antes. Pude ver a través de sus ojos la verdad, la criatura que está en ese bosque es un ser del más allá−el viejo hizo una pausa para tomar aire y soltar un leve suspiro−.Desde que comenzaron las desapariciones la isla está bajo la sombra de algo siniestro, este lugar está sumido en el mal y a medida que pasan los años se hunde más y más en la oscuridad.
El viejo terminó su relato, sus ojos estaban ensombrecidos y apagados, como si decir todo eso le hiciera recordar muy malas experiencias.
Spade
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
−Anciano, buena historia. Te daré el beneficio de la duda y creeré en lo que dices, solo espero que no seas de esos que les gusta contarles cuentos a los extranjeros solo para asustarlos−el anciano hizo una mueca de molestia, había tomado las palabras como una falta de respeto; sin embargo, no dijo nada y se limitó a observar como el pirata pelinegro salía de la taberna y como la ex marine se colocaba sus lentes y se ponía de pie para irse también del lugar.
−Buenas tardes, anciano−dijo la pirata antes de dar media vuelta y caminar unos cuantos pasos antes de que un hombre entrara, apresurado, a la taberna. Estaba empapado de sudor y su respiración era agitada, intentaba hablar pero las palabras no salían de su boca.
Spade se quedó en su lugar, ya que por alguna razón cuando el hombre entró el ambiente se había vuelto más pesado, además todos habían dejado a un lado lo que hacían para guardar silencio y observar lo que sucedía, era como entrar en una especie de trance donde, nada más y nada menos, la curiosidad era la hipnotizadora.
Un camarero se acercó al hombre, le tendió un vaso de agua y le dio unos golpecitos en la espalda para que se tranquilizara. Una vez el hombre recobró la calma, el camarero se atrevió a preguntarle que le ocurría.
− ¡Se lo llevó!, ¡Esa cosa se llevó a mi hijo!... ¡Ayúdenme! –una exclamación en general se escuchó en la taberna luego de escuchar esas palabras; sin embargo nadie se movió.
−“Así que la ‘bruja’ entró en acción y a plena luz del día”−la pirata observó al hombre, lucía pálido y de verdad asustado, luego miró hacia afuera, había oscurecido bastante por culpa de las nubes de tormenta que habían tapado el sol−.“Este pueblo es un verdadero problema”.
El hombre siguió pidiendo ayuda durante los segundos que siguieron, pero toda persona lo ignoraba, incluso sus conocidos, todos tenían miedo de lo que la ‘bruja’ les podía hacer.
−Le daré una recompensa si trae a mi hijo a salvo−sacudió por los hombros a la chica pelinegra al decir eso. El hombre estaba tan desesperado que le pedía ayuda a cualquier persona en el lugar, sin importarle como luciera. La pirata suspiró y se maldijo internamente antes de hacer que el tipo soltara sus hombros para poder tomarlo de la camisa y halarlo hacia afuera del lugar, donde estaba Maximilian tocando una melodía con su guitarra.
−Oye, ¿Aún quieres saber lo que hay en el bosque? Creo que esta es una oportunidad perfecta, escucha lo que este hombre tiene que decir−la pelinegra soltó al hombre y lo colocó frente al pirata−.Cuéntale lo que te sucedió−ordenó la chica.
−Buenas tardes, anciano−dijo la pirata antes de dar media vuelta y caminar unos cuantos pasos antes de que un hombre entrara, apresurado, a la taberna. Estaba empapado de sudor y su respiración era agitada, intentaba hablar pero las palabras no salían de su boca.
Spade se quedó en su lugar, ya que por alguna razón cuando el hombre entró el ambiente se había vuelto más pesado, además todos habían dejado a un lado lo que hacían para guardar silencio y observar lo que sucedía, era como entrar en una especie de trance donde, nada más y nada menos, la curiosidad era la hipnotizadora.
Un camarero se acercó al hombre, le tendió un vaso de agua y le dio unos golpecitos en la espalda para que se tranquilizara. Una vez el hombre recobró la calma, el camarero se atrevió a preguntarle que le ocurría.
− ¡Se lo llevó!, ¡Esa cosa se llevó a mi hijo!... ¡Ayúdenme! –una exclamación en general se escuchó en la taberna luego de escuchar esas palabras; sin embargo nadie se movió.
−“Así que la ‘bruja’ entró en acción y a plena luz del día”−la pirata observó al hombre, lucía pálido y de verdad asustado, luego miró hacia afuera, había oscurecido bastante por culpa de las nubes de tormenta que habían tapado el sol−.“Este pueblo es un verdadero problema”.
El hombre siguió pidiendo ayuda durante los segundos que siguieron, pero toda persona lo ignoraba, incluso sus conocidos, todos tenían miedo de lo que la ‘bruja’ les podía hacer.
−Le daré una recompensa si trae a mi hijo a salvo−sacudió por los hombros a la chica pelinegra al decir eso. El hombre estaba tan desesperado que le pedía ayuda a cualquier persona en el lugar, sin importarle como luciera. La pirata suspiró y se maldijo internamente antes de hacer que el tipo soltara sus hombros para poder tomarlo de la camisa y halarlo hacia afuera del lugar, donde estaba Maximilian tocando una melodía con su guitarra.
−Oye, ¿Aún quieres saber lo que hay en el bosque? Creo que esta es una oportunidad perfecta, escucha lo que este hombre tiene que decir−la pelinegra soltó al hombre y lo colocó frente al pirata−.Cuéntale lo que te sucedió−ordenó la chica.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- [Rol moderado]Una isla plagada de peligros - Dante
- La isla de los peligros, el supernova y los luchadores. (Kedra, Hibuki y Midorima) (Privado-Pasado)
- [Rol Moderado] (Cinkom G Ocelot) Los peligros de los bajos fondos.
- Viaje en alta mar: Los peligros de un mar tranquilo[Libre][Pasado]
- Un dia tranquilo en alta mar[Privado][Eichi y Spade]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.