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Lagrange
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Una vez más, Lagrange había sido testigo de las sobrenaturales habilidades de su compañero. Cada vez estaba más agradecido de su intuición; menos mal no había buscado un conflicto con él desde que lo conoció en aquella tienda de ropa.
Lagrange le dedicó una última mirada al tigre antes de continuar su camino por la ya oscura selva en la que se encontraban. Pensó en utilizar su encendedor de nafta para iluminar el camino, pero si las palabras de Walter habían sido ciertas, Deblin y sus hombres se encontraban escondidos en algún lugar cercano y cualquier fuente luz llamaría mucho la atención.
- Avancemos con cautela, Señor Maximilian - dijo con un volumen de voz bajo. - Ya no falta mucho para alcanzar los veinte kilómetros que nos había dicho el Señor Walter. Pronto nos deberíamos topar con el campamento de Deblin.
Cerró los ojos y utilizó su Enfoque Pleno para ubicar cualquier presencia que se encontrara a sus alrededores. Cuando avanzaron un par de kilómetros más, Lagrange alzó el brazo con el puño cerrado para indicarle a su compañero que se detuviera. La luz de la luna iluminaba muy poco, por lo que no se podía ver muy de lejos. No obstante, había escuchado pasos. El ambiente favorecía mucho al enmascarado, quien era hábil en moverse sin ser detectado. Se bajó de su caballo, se acercó a Maximilian y le susurró:
- Hay cinco hombres en frente. He visto cómo su espada brilla y creo que lo mejor será no llamar la atención en lo más mínimo, Señor Maximilian. El asesinato sigiloso déjemelo a mí -.
Acto seguido, Lagrange se escurrió por los árboles. Se desplazaba entre la vegetación sin que esta hiciera ni un sonido. Eliminó rápidamente a un hostil que se encontraba tras un tronco. Introdujo una navaja en su laringe de modo de que no pudiese emitir ni un sonido mientras perdía la vida. Se desplazó hacia otro y repitió el procedimiento. Al tercero lo ahorcó con un hilo teniendo un árbol de por medio. Los últimos dos estaban juntos, pero quería uno vivo al fin y al cabo. Se escondió tras un árbol, apuntó y lanzó otro de sus cuchillos hacia la sien de uno de ellos, quien murió en el acto y cayó brusca y lateralmente sobre el suelo.
- ¡Hey! ¿¡Qué pasó!? - exclamaba el que quedaba de pie. Éste vio una sombra saltar de unos arbustos hacia él, ponerle una mano sobre su boca y colocarle algo filoso en el cuello.
- Levantaré mi mano sólo para que me diga dónde está el campamento de Deblin. Si dice otra cosa o alza mucho su voz, le cortaré el cuello. ¿Me he explicado? - le dijo la silueta. El hombre sólo podía distinguir el perturbante dibujo que se veía en el rostro de su atacante. Lo iba a matar alguien sin rostro. Cuando se percató de su situación, el hombre asintió. Entonces, Lagrange levantó su mano.
- Camine alrededor de... quinientos metros en aquella dirección. Verá una luz tenue y una construcción de madera - dijo aquel hombre apretando los dientes, sudando y tomando a Lagrange por los brazos.
- Gracias - respondió antes de cortarle el cuello de todas maneras. El hombre convulsionó por varios segundos antes de morir. El enmascarado volvió a su caballo y le indicó a Maximilian la dirección con su dedo.
Lagrange le dedicó una última mirada al tigre antes de continuar su camino por la ya oscura selva en la que se encontraban. Pensó en utilizar su encendedor de nafta para iluminar el camino, pero si las palabras de Walter habían sido ciertas, Deblin y sus hombres se encontraban escondidos en algún lugar cercano y cualquier fuente luz llamaría mucho la atención.
- Avancemos con cautela, Señor Maximilian - dijo con un volumen de voz bajo. - Ya no falta mucho para alcanzar los veinte kilómetros que nos había dicho el Señor Walter. Pronto nos deberíamos topar con el campamento de Deblin.
Cerró los ojos y utilizó su Enfoque Pleno para ubicar cualquier presencia que se encontrara a sus alrededores. Cuando avanzaron un par de kilómetros más, Lagrange alzó el brazo con el puño cerrado para indicarle a su compañero que se detuviera. La luz de la luna iluminaba muy poco, por lo que no se podía ver muy de lejos. No obstante, había escuchado pasos. El ambiente favorecía mucho al enmascarado, quien era hábil en moverse sin ser detectado. Se bajó de su caballo, se acercó a Maximilian y le susurró:
- Hay cinco hombres en frente. He visto cómo su espada brilla y creo que lo mejor será no llamar la atención en lo más mínimo, Señor Maximilian. El asesinato sigiloso déjemelo a mí -.
Acto seguido, Lagrange se escurrió por los árboles. Se desplazaba entre la vegetación sin que esta hiciera ni un sonido. Eliminó rápidamente a un hostil que se encontraba tras un tronco. Introdujo una navaja en su laringe de modo de que no pudiese emitir ni un sonido mientras perdía la vida. Se desplazó hacia otro y repitió el procedimiento. Al tercero lo ahorcó con un hilo teniendo un árbol de por medio. Los últimos dos estaban juntos, pero quería uno vivo al fin y al cabo. Se escondió tras un árbol, apuntó y lanzó otro de sus cuchillos hacia la sien de uno de ellos, quien murió en el acto y cayó brusca y lateralmente sobre el suelo.
- ¡Hey! ¿¡Qué pasó!? - exclamaba el que quedaba de pie. Éste vio una sombra saltar de unos arbustos hacia él, ponerle una mano sobre su boca y colocarle algo filoso en el cuello.
- Levantaré mi mano sólo para que me diga dónde está el campamento de Deblin. Si dice otra cosa o alza mucho su voz, le cortaré el cuello. ¿Me he explicado? - le dijo la silueta. El hombre sólo podía distinguir el perturbante dibujo que se veía en el rostro de su atacante. Lo iba a matar alguien sin rostro. Cuando se percató de su situación, el hombre asintió. Entonces, Lagrange levantó su mano.
- Camine alrededor de... quinientos metros en aquella dirección. Verá una luz tenue y una construcción de madera - dijo aquel hombre apretando los dientes, sudando y tomando a Lagrange por los brazos.
- Gracias - respondió antes de cortarle el cuello de todas maneras. El hombre convulsionó por varios segundos antes de morir. El enmascarado volvió a su caballo y le indicó a Maximilian la dirección con su dedo.
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Lagrange observó a aquella patrulla que se avecinaba. Denotó que Maximilian ya se había percatado de su presencia también. Se escuchaban las voces de las personas armadas que servían de escolta para las carretas y las cadenas de varias personas encadenadas que caminaban detrás de ellos.
El enmascarado se tomó unos segundos para idear una estrategia para poder infiltrarse en el lugar sin ser vistos. Lo óptimo sería eliminar a Deblin sin que nadie se diera cuenta y salir de ahí clandestinamente. Miró a Maximilian y recordó lo que había escuchado cuando se deshizo de ese grupo de matones que habían ido a cazarlo a la casa de Baliet. ¿Era capaz el espadachín de controlar personas? Si así era, lo único que necesitaba era que aquellos prisioneros se mantuvieran en silencio. No era adecuado matarlos a todos, pues sería imposible hacerlo lo suficientemente rápido como para que no se emitiera ningún ruido. Lagrange se acercó a Maximilian y reveló así su estrategia.
- Señor Maximilian, ¿es usted capaz de controlar personas? Porque de ser así, sería de gran ayuda que mantuviera a los prisioneros que se acercan en silencio mientras elimino a los hostiles armados. Una vez eliminados, procederemos a explicarles a los encadenados que serán utilizados para entrar clandestinamente a este fuerte y que una vez terminado el trabajo, serán liberados. Tomaremos las ropas de los escoltas y de esa manera nos infiltraremos sin problema. Requeriremos toda la información que estas personas puedan proporcionarnos. ¿Qué me dice, Señor Maximilian? -.
El enmascarado se tomó unos segundos para idear una estrategia para poder infiltrarse en el lugar sin ser vistos. Lo óptimo sería eliminar a Deblin sin que nadie se diera cuenta y salir de ahí clandestinamente. Miró a Maximilian y recordó lo que había escuchado cuando se deshizo de ese grupo de matones que habían ido a cazarlo a la casa de Baliet. ¿Era capaz el espadachín de controlar personas? Si así era, lo único que necesitaba era que aquellos prisioneros se mantuvieran en silencio. No era adecuado matarlos a todos, pues sería imposible hacerlo lo suficientemente rápido como para que no se emitiera ningún ruido. Lagrange se acercó a Maximilian y reveló así su estrategia.
- Señor Maximilian, ¿es usted capaz de controlar personas? Porque de ser así, sería de gran ayuda que mantuviera a los prisioneros que se acercan en silencio mientras elimino a los hostiles armados. Una vez eliminados, procederemos a explicarles a los encadenados que serán utilizados para entrar clandestinamente a este fuerte y que una vez terminado el trabajo, serán liberados. Tomaremos las ropas de los escoltas y de esa manera nos infiltraremos sin problema. Requeriremos toda la información que estas personas puedan proporcionarnos. ¿Qué me dice, Señor Maximilian? -.
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Lagrange se desconcertó bastante ante la imponente habilidad de su compañero. Pero cuando recobró sus sentidos, se percató de que se encontraba liberando a los prisioneros. Sintió una furia ardiente dentro de su pecho que lo impulsó a acercarse rápidamente a Maximilian y voltearlo violentamente por los hombros.
- ¿No escuchó nada de lo que le dije, Señor Maximilian? Los necesitamos encadenados para poder hacernos pasar por estos idiotas que usted acaba de noquear y así poder acceder a la base - le dijo con una voz siniestra. Acto seguido, Lagrange sacó de su cinturón un estoque y lo apuntó hacia los recién liberados prisioneros. - Señores, antes que nada, el primero de ustedes que emita un sonido, morirá. Segundo, si aprecian sus vidas, se volverán a poner esos grilletes en sus muñecas. Les doy mi palabra; cuando hayamos terminado nuestros asuntos dentro del fuerte, serán liberados si todos cumplen estas dos condiciones. ¿Me he explicado? - dijo Lagrange firmemente. Todas las personas mal vestidas que ahí se encontraban asintieron con terror en sus caras y volvieron a colocarse los grilletes en sus muñecas. El enmascarado miró a Maximilian intensamente. - ¿Usted de verdad pensó que no sería sospechoso que los prisioneros no estuviesen esposados, Señor Maximilian? - le dijo ya un poco más calmado.
Tomó a uno de los escoltas noqueados y le rompió el cuello con sus manos. Se sacó el saco y lo guardó en su maletín. Después, desvistió al fallecido escolta y se colocó sus ropas encima, ahora estaba disfrazado como uno de los hombres Deblin. Invitó a Max a hacer lo mismo, no sin antes romperle los cuellos de los demás escoltas desfallecidos. Es entonces cuando Lagrange se encapuchó con las ropas de escolta para que así su máscara no fuese tan llamativa. Era hora de infiltrarse en la base.
- ¿No escuchó nada de lo que le dije, Señor Maximilian? Los necesitamos encadenados para poder hacernos pasar por estos idiotas que usted acaba de noquear y así poder acceder a la base - le dijo con una voz siniestra. Acto seguido, Lagrange sacó de su cinturón un estoque y lo apuntó hacia los recién liberados prisioneros. - Señores, antes que nada, el primero de ustedes que emita un sonido, morirá. Segundo, si aprecian sus vidas, se volverán a poner esos grilletes en sus muñecas. Les doy mi palabra; cuando hayamos terminado nuestros asuntos dentro del fuerte, serán liberados si todos cumplen estas dos condiciones. ¿Me he explicado? - dijo Lagrange firmemente. Todas las personas mal vestidas que ahí se encontraban asintieron con terror en sus caras y volvieron a colocarse los grilletes en sus muñecas. El enmascarado miró a Maximilian intensamente. - ¿Usted de verdad pensó que no sería sospechoso que los prisioneros no estuviesen esposados, Señor Maximilian? - le dijo ya un poco más calmado.
Tomó a uno de los escoltas noqueados y le rompió el cuello con sus manos. Se sacó el saco y lo guardó en su maletín. Después, desvistió al fallecido escolta y se colocó sus ropas encima, ahora estaba disfrazado como uno de los hombres Deblin. Invitó a Max a hacer lo mismo, no sin antes romperle los cuellos de los demás escoltas desfallecidos. Es entonces cuando Lagrange se encapuchó con las ropas de escolta para que así su máscara no fuese tan llamativa. Era hora de infiltrarse en la base.
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Al ver todo el escándalo, Lagrange sintió una profunda ira arder desde lo más profundo de sus entrañas. Sus hombros estaban completamente tensos y sus dedos convulsionaban. Pretendía hacer un trabajo silencioso y ahora todo el lugar era un bullicio y un ajetreo. La situación podría causar que Deblin evacuara el lugar y así su misión habría fracasado por completo. El enmascarado se acercó a Maximlian, lo volvió a tomar por los hombros y le dijo con una voz siniestra: - Si pierdo a Deblin, será por su culpa. Los tiranos nunca se quedan para la guerra y sus decisiones han causado una, Señor Maximilian -.
Lo soltó y observó bien el lugar. Los recién liberados prisioneros atacaban con especial morbo y resentimiento a los guardias del lugar. Probablemente habían bastantes antecedentes de abusos por su parte. Se notaba una construcción principal de madera que no aparentaba tener otra salida pues aquella muralla parecía tener sólo una entrada. Había un gran orificio en el suelo por el cual parecía que aquellas personas construían una vía subterránea. Lagrange sospechó que funcionaría como un canal para el tráfico y los negocios turbios de Deblin.
Observó cómo un grupo de guardias se dirigía a la construcción principal. Se unió al grupo con el fin de infiltrarse en el lugar sin llamar la atención. - ¡No dejen que lo hostiles se acerquen a Señor Deblin! - gritó para cerciorarse de que se encontraba en el grupo que era. Los demás hombres asintieron, así que lo estaba. Miró hacia atrás para ubicar a Maximilian. Aunque estaba molesto con él, sabía que era mejor si lo acompañaba.
Lo soltó y observó bien el lugar. Los recién liberados prisioneros atacaban con especial morbo y resentimiento a los guardias del lugar. Probablemente habían bastantes antecedentes de abusos por su parte. Se notaba una construcción principal de madera que no aparentaba tener otra salida pues aquella muralla parecía tener sólo una entrada. Había un gran orificio en el suelo por el cual parecía que aquellas personas construían una vía subterránea. Lagrange sospechó que funcionaría como un canal para el tráfico y los negocios turbios de Deblin.
Observó cómo un grupo de guardias se dirigía a la construcción principal. Se unió al grupo con el fin de infiltrarse en el lugar sin llamar la atención. - ¡No dejen que lo hostiles se acerquen a Señor Deblin! - gritó para cerciorarse de que se encontraba en el grupo que era. Los demás hombres asintieron, así que lo estaba. Miró hacia atrás para ubicar a Maximilian. Aunque estaba molesto con él, sabía que era mejor si lo acompañaba.
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Asesinato inminente. Había demasiada gente, pero Lagrange ya comprendía la habilidad de su aliado pues había sido víctima secundaria de ella. Entendía que con su katana Gurēto generaba un radio de oscuridad bastante conveniente, pues podría liquidar a Deblin y a su hijo de un sólo movimiento desde su posición y escapar sin ser visto. No obstante, algo le hizo querer acercarse más a su objetivo para poder asesinarlo a menos distancia. Para Lagrange, matar desde cerca era tan placentero como comer con las manos.
- Señor Maximilian - le susurró mientras no perdía de vista a Deblin. - Sería usted de gran ayuda si nubla la vista de todos en esta habitación justo después de que atraviese a Deblin. Por mi visión, no se preocupe. Tengo la habilidad de... percibir mi entorno - terminó de decir mientras una navaja discreta se deslizaba por debajo de las mangas de su traje.
Empezó un ligero trote hacia Víctor y Deblin. Tomó el fusil que había robado y lo sujetó tal y como lo hacían los demás guardias. Sin que Maximilian pudiese verlo, se sacó la máscara por primera vez en mucho tiempo y se dejó ver por Víctor, Deblin y el guardia que les hablaba. No le importaba que lo vieran, sus vidas acababan en ese mismo instante.
- ¡Señor Deblin, es peor de lo que pensábamos! ¡Debe ver esto! - dijo Lagrange con una voz que no parecía suya. Las tres personas lo miraron atentamente y, ante su astuta farsa, esperaron con confianza la advertencia de último momento que ese guardia les traía. Después de que Lagrange soltara el fusil, el guardia no vio más que sangre siendo escupida por su cuello, Víctor un puñal en su ojo y Deblin un puñal que atravesaba su mandíbula y le salía por la nariz. Suspiró ante la vida de aquellos tres escapándose. Las personas que estaban alrededor no pudieron reaccionar a tiempo ante lo sucedido.
- ¡Señor Maximilian, ahora! - gritó Lagrange.
- Señor Maximilian - le susurró mientras no perdía de vista a Deblin. - Sería usted de gran ayuda si nubla la vista de todos en esta habitación justo después de que atraviese a Deblin. Por mi visión, no se preocupe. Tengo la habilidad de... percibir mi entorno - terminó de decir mientras una navaja discreta se deslizaba por debajo de las mangas de su traje.
Empezó un ligero trote hacia Víctor y Deblin. Tomó el fusil que había robado y lo sujetó tal y como lo hacían los demás guardias. Sin que Maximilian pudiese verlo, se sacó la máscara por primera vez en mucho tiempo y se dejó ver por Víctor, Deblin y el guardia que les hablaba. No le importaba que lo vieran, sus vidas acababan en ese mismo instante.
- ¡Señor Deblin, es peor de lo que pensábamos! ¡Debe ver esto! - dijo Lagrange con una voz que no parecía suya. Las tres personas lo miraron atentamente y, ante su astuta farsa, esperaron con confianza la advertencia de último momento que ese guardia les traía. Después de que Lagrange soltara el fusil, el guardia no vio más que sangre siendo escupida por su cuello, Víctor un puñal en su ojo y Deblin un puñal que atravesaba su mandíbula y le salía por la nariz. Suspiró ante la vida de aquellos tres escapándose. Las personas que estaban alrededor no pudieron reaccionar a tiempo ante lo sucedido.
- ¡Señor Maximilian, ahora! - gritó Lagrange.
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Maximilian había halado a Lagrange a la fuerza a pesar de que éste le había advertido de que podría arreglárselas solo. Ya era la tercera vez que el espadachín hacía algo por su cuenta y el enmascarado podría acostumbrarse. Aún en la oscuridad, aprovechó para ponerse de nuevo su máscara, así su aliado no le vería la cara.
Después de correr por varios minutos, llegaron a una playa. Dos barcos se veían a la distancia. Sin despedirse, Maximilian corrió hacia un bosque que rodeaba el lugar, dejando solo a Lagrange frente a un horizonte en el cual ya se asomaba el sol. Esa pequeña aventura había acabado, los objetivos habían sido cumplidos. Iría a cobrar su recompensa y desaparecería nuevamente en busca de... "¿en busca de qué?", pensó.
¿Qué es esto que siento? ¿Nostalgia? ¿Acaso... disfruté esta aventura más allá de la tranquilidad de ver vidas escurrirse de los cuerpos? ¿Es esto aprecio? No estoy seguro, olvidé lo que sentir aprecio era. Debe ser mi imaginación, llevo despierto mucho tiempo. Pero pudo haber dicho... adiós, aquel tipo sonriente.
Esos eran los pensamientos que invadían la mente de Lagrange a la vez que se tocaba la máscara con delicadeza.
Se introdujo en el bosque después de que el sol se asomó un poco más.
Después de correr por varios minutos, llegaron a una playa. Dos barcos se veían a la distancia. Sin despedirse, Maximilian corrió hacia un bosque que rodeaba el lugar, dejando solo a Lagrange frente a un horizonte en el cual ya se asomaba el sol. Esa pequeña aventura había acabado, los objetivos habían sido cumplidos. Iría a cobrar su recompensa y desaparecería nuevamente en busca de... "¿en busca de qué?", pensó.
¿Qué es esto que siento? ¿Nostalgia? ¿Acaso... disfruté esta aventura más allá de la tranquilidad de ver vidas escurrirse de los cuerpos? ¿Es esto aprecio? No estoy seguro, olvidé lo que sentir aprecio era. Debe ser mi imaginación, llevo despierto mucho tiempo. Pero pudo haber dicho... adiós, aquel tipo sonriente.
Esos eran los pensamientos que invadían la mente de Lagrange a la vez que se tocaba la máscara con delicadeza.
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