Creo que tenemos algo pendiente.... [Privado Zack-Sarah]

El sol calentaba después de unos días de lluvia aumentando la temperatura de los corazones de todos los habitantes de la ciudad, pero ni todos juntos llegaban a la mía propia, o por lo menos así me sentía. Mi melena azulada se encontraba más brillante que nunca, este día incluso competía con el fulgor de mis iris carmesís, pero lo más extraordinario de todo era que hasta mi tez tenía más color de lo normal. Unos coloretes bastantes extraños en mi, inundaba mi rostro.

Había varios motivos por el que me encontraba en ese estado. Acababa de dar un gran golpe bastante fructuoso con el que poder vivir cómodamente durante un tiempo, olvidándome así de tener que dar ningún golpe en un período corto de tiempo. Podía dedicarme incluso a despilfarrar algo, quizás de ahí que llevase seis botellas de buen vino en unas bolsas, pero mi buen humor no era simplemente por eso. La cosa iba un poco más allá.

Dicho golpe lo había realizado con una preciosidad de al menos cinco metros de altura con unas curvas que conseguirían volver loco hasta al más recatado, y por circunstancias del destino la había gustado. Durante el tiempo que duró nuestra misión se podía notar la tensión sexual que entre nosotros emanaba, hasta que sin poder creerlo aún la joven dio el primer paso. Estuvimos toda el plan jugueteando pícaramente entre nosotros, cruzamos besos, caricias e incluso pequeños mordiscos haciendo que nos volviéramos locos el uno por el otro, aunque reprimiéndonos por la situación. Tuvimos que aguantar el no lanzarnos el uno sobre el otro, pero eso ahora había cambiado.

Dejamos el botín guardado en la habitación de Sarah tras ducharnos del duro viaje. Tras ducharme primero y dejar a Sarah haciendo sus cosas había salido a por unas cosas. No solamente llevaba una bebida para los dos, si no que había encontrado la solución a nuestro problemas de altura. Iba a ser un día épico.

Entré en el enorme hotel habilitado para semigigantes donde el recepcionista ya me conocía y no tuve ni que pararme a decir nada. Subí rápidamente hacia el cuarto de Sarah deseando deleitarme con cada centímetro de su piel hasta que me di cuenta de un problema. No tenía llaves y me encontré allí solo en la puerta llamando fuertemente intentando que Sarah me oyese

- Joder Zack, ¿cómo puedes ser tan torpe? - me recriminaba a mi mismo mientras esperaba ser recibido cargado de alcohol y con mucha hambre de Sarah. ¿Estaría aún en la ducha?

Por fin se terminó el dichoso golpe, ya estábamos juntos y tranquilos, la habitación de donde estábamos estaba siendo bañada por la luz del sol, algo extraño tras varios días lluviosos, estaba ansiosa por quedarnos solos, podría saborear su piel, y sus labios, con mas tranquilidad de la habitual, puesto que durante el golpe hicimos algunas cosas, pero nada comparado con lo que podríamos hacer estando ya juntos.

Me dispuse a darme una ducha, llena de vitalidad, de alegría, no solo por que el golpe salió bien, si no por la compañía, un dulce chico de pelo azul que primero pensó que era un hombre, y que finalmente sorprendí siendo una chica, muchos hombres se sientes atraídos por mi, pero no siempre son correspondidos. En este caso lo notaba tenso, y me quise lanzar, no quería perder una oportunidad con el.

Mientras me empezaba a vestir escuché que Zack aporreaba la puerta para que le abriese, -que chico mas despistado, -pensé para mi mientras ponía los ojos en blanco y sonreía ante la imagen desesperaba de el pobre Zack, frustrado por no tener las llaves encima. Mi lado mas pícaro se acercó a mi odio, pronunciando estas opciones, -puedes hacerte la loca, puedes abrirle, o puedes jugar un poco con el, decide nena, -mi lado pícaro era un poco capullo, pero no importaba, podría hacer lo que quisiera, no estaba obligada a hacerle caso.

Me aclaré las ideas, y sin acabar de vestirme, tan solo con una camiseta nadadora y una braguita, le abrí la puerta, como no, con mis enormes pezones traspasando la camiseta, mas allá de la palabra.

-Hola guapo, pasa, -dije en tono dulce, mientras le hacía pasar, no sin antes agacharme para darle un beso muy apasionado, pero guardando algo para más tarde. No podía cansarme ahora con un beso, debía aguantar para darle lo mejor de mi una vez empezase nuestra fiesta personal y privada. Esto iba a ser interesante.

La espera se estaba alargando para mi gusto y estado de ánimos, si no fuese porque escuché pasos hubiese podido echar la puerta abajo en cualquier momento. Se veía que era una puerta grande y maciza de madera, pero me sentía capaz de tirar todas la puertas de este maldito hotel si con eso llegaba a hasta ella. Con sólo pensar en su nombre, Sarah, la sangre me comenzaba a hervir al recordar sus grandes labios juntándose con los míos, al notar la presión de sus enormes pechos cada vez me abrazaba  o simplemente cuando estábamos tan cerca el uno del otro que podía oler su aroma salvaje haciendo que por mi cuerpo recorriera una sensación increíble.

- ¡Madre mía preciosa! Tú si que sabes recibir a un invitado - dije de una manera cómplice tras corresponder a su apasionado beso acariciando su rostro.

La enorme joven iba vestida con una camiseta muy similar a la que llevaba la primera noche que pasé en esta misma habitación, pero esta vez no tenía que cortarme y pude recrearme en observar su escultural cuerpo deleitándome con cada curva e hipnotizado por aquellos enormes pezones que parecían mirarme, mientras que en la parte inferior llevaba sólo una braguitas bastante apretadas. -Pero qué cuerpo... - pensaba mientras me la comía con la mirada a la vez que me adentraba en la  habitación.

Dejé las botellas en la mesa mientras me despojaba de la camiseta tirándola en una de los sofás. Me encendí un cigarrillo y me dirigí a sacar un par de copas de un estante, aunque para mí parecía más una jarra en forma de copa. Serví llenando las "copas" hasta la mitad y me acerqué hacia donde se encontraba para entregarle la suya mientras la instaba a que se pusiese a mi altura para darle un beso lento. Me gustaba sentir su boca contra la mía y no quería precipitarme a lo loco, estaba dispuesto a disfrutarla entera. Quería saborearla entera antes de tener que recurrir a mis "bolitas" para más acción. No sabía como iba a tomarse eso exactamente la joven, pero era la única manera que se me ocurría de solventar nuestra diferencia de tamaño.

-Sentémonos, que quiero tenerte más a mano - terminé mientras me recostaba en el sofá grande.

Me fijé que me miraba el cuerpo, normal, dicen que estoy muy buena, pero tampoco me lo tengo muy creído. En cuanto entró me fui un momento a la habitación, no pretendía pasearme en bragas todo el día, me apetecía ponerme un pantalón corto.

Me peiné mientras me fijaba que el se quitaba la camiseta, -madre mia, que torso tiene, es echarle chocolate encima y ya no distingues una tableta de chocolate de la suya, pensaba mientras me mordía el labio mirándolo, en este caso podía ser todo lo indiscreta que quisiera, era a lo que íbamos.

Me sirvió una copa de vino, de un tono rojo oscuro, con un olor entre dulce y amaderado, me senté a su lado oliendo ese vino que tenía tan buena pinta. Me puse a su altura, y besé su boca, intensamente, pasando mi lengua por cada rincón de su boca.

-Por nosotros, por mas aventuras así..., -dije alzando la copa para brindarla con la suya, -y por no romper la cama ni la habitación, -le dije en un susurro a su oído, lamiendo después este, lo miraba con cara de, -no sabes lo que te espera pequeño, desde luego, iba a ser muy interesante lo que iba a ocurrir.

-Entonces, ¿que tienes pensado hacer para... ya sabes?, -le dije jugando con mis dedos por su pecho, rozando su piel con las yemas de mis dedos, estando bien pegadita a el, oler su aroma me ponía frenéticamente caliente, si no fuese por que el estaba siendo mas recatado ya me hubiera tirado a su cuello.

Tras un brindis bastante prometedor nos volvimos a juntar en un frenético beso. Nuestras lenguas jugueteaban entrelazándose en una especie de baile bien sincronizado. Dejé que mis manos acariciaran su cuello hasta que nos separamos. Podía notar pasión en su mirada, recorría mi cuerpo con la mirada como si quisiese probar cada centímetro, aunque aún así notaba que alga pasaba. Me hubiese quedado dándole vueltas a la cabeza pensado que podría ser, pero por suerte tuvo la suficiente confianza y me lo contó. Una sonrisa fugaz y pícara recorrió mi rostro antes de contestar.

- Creo que podré improvisar bastante bien - dije mientras dejaba que me acariciase el torso. -Pero no adelantemos acontecimientos, primero te quiero probar - terminé mientras dejaba la copa de vino en la mesa para acercarme a ella para sujetar su rostro una vez puesto a su altura y comenzar a besarla de nuevo.

Me puse a horcajadas sobre según fui pasando de sus labios a su dulce cuello. Notaba la dureza de sus pezones mientras me permitía el lujo darle una par de pequeños mordiscos a la par que introducía mis manos por el interior de su camiseta buscando un nuevo tesoros. Sus enormes tetas parecían inabarcables para mis pequeñas manos, asique sin darla respiro subí su camiseta de golpe dejando a la vista sus rosados y enormes pezones. Necesitaba ayudar mis manos de alguna manera y no dude en meterme uno de esos grandes pezones en la boca, relamiéndoselos alternando del uno al otro a la vez que la apretujaba buscando que la semigiganta se excitara.

Una vez comencé, la euforia me embargaba queriendo más. El sabor salvaje de sus pechos conseguían encenderme consiguiendo que cada vez estuviese cachondo. Comencé a bajar besando su duro vientre buscando sabores nuevos. No quería precipitarme demasiado, pero llevaba fantaseando con esto desde el primer beso. Una vez llegué al límite me colé entre sus piernas y comencé a bajarle las apretadas calzonas que se había puesto, agarrando también su ropa interior con intención de quitárselas. Quería comérmela entera primero antes de recurrir a la “trampa” que había pensado para dar la talla.

-Ya quiere ponerme frenética de ganas, -pensé mientras lo notaba en mi boca, jugando con ventaja mientras me tocaba el resto del cuerpo, yo en mi caso debía tener mas cuidado, ya que era pequeño, y podía herirle si me dejaba llevar. Notaba sus manos jugando con mis pechos, buscando en mi la excitación que ya estaba produciéndome. Su boca por mi cuerpo era como puro fuego, notaba el ardor de sus labios por el apasionante beso de hace un momento.

Sus manos me despojaron de mi camiseta, haciendo rebotar mis pechos según me lo sacaba, yo me recosté en el sofá, casi hasta acostarme del todo, a pesar de la excitación, imaginaba aquella escena como una espectadora, no dejaba de ser gracioso ver a un chico pequeño calentando a esos límites a una semigiganta.

Dejé de imaginar aquello de golpe cuando sentí que se metía mi pezón en la boca, eché la cabeza hacía atrás, mordiéndome los labios, con los ojos cerrados, mientras sentía su pequeña lengua lamiendo cada rincón de mi pezón, para el debía ser como intentar meter un melón entero en la boca. Con las ganas intenté agarrarle del culo, pero me fue imposible, pues si hacía eso le apretujaría demasiado, y no quería hacerle daño. En algún momento le miraba a los ojos, dejando mis gafas casi en la punta de mi nariz, levantando mi cabeza con los labios aún mordidos, jadeaba ligeramente, hasta que le sintiese hacer algo que sacase de mi garganta un profundo gemido, algo que esperaba con ansias oír de el.

Dejé que se recrease con mi cuerpo, mirando como el me miraba en algún momento de reojo, me fijaba que se apretaba un poco la entrepierna, cuando vi que hacía eso, le intenté quitar lo que le quedaba de ropa, que no era mas que un simple pantalón, se lo bajé como pude, con mis enormes y torpes manos, torpes para unos botoncitos tan pequeños. Cuando me di cuenta ya le tenía sacándome los pantalones, llevándose de paso mis braguitas, me despedía de mi ropa mentalmente.

-Me quieres volver loca, ¿no?, -susurré sonriendo al sentirle por mi cuerpo, me estaba volviendo realmente loca, al altura desde luego no hace al maestro, da igual la altura, o sabes, o no sabes, y el sabía, y muy bien además, cada segundo que pasaba era sentirnos calientes mutuamente.

Abrí mis piernas para el, no sin antes subirle de nuevo a la altura de mi cara, agarrando su carita con mi mano derecha, acariciándole suavemente, mientras le abrazaba con mi brazo izquierdo por la cintura, en el abrazo lo metí entre mis pechos, sin darme cuenta, pero dudo que eso le molestase realmente.

Sinceramente quería saber como iba a resolver esto, yo ahora era quien quería probarlo, pero con mi altura, si le paso la lengua por el cuello lo mas seguro es que también le lamiese la cabeza, vaya problemita. Durante un momento me quedé quieta, sin saber muy bien que hacer, así que mientras le acariciaba con mis dedos la espalda y su precioso pelo, dejaba que el me hiciese lo que quisiera.

Notaba el ardor de su piel incluso cuando no la tocaba directamente. Era toda una maravilla el verla allí postrada con esa cara de placer, según iba aumentando mis juegos su cuerpo reaccionaba al unísono. Sus pezones se erizaron luchando contra la gravedad mientras notaba como su piel se ponía de gallina al paso de las yemas de mis dedos. La chica pareció tener un arrebato dejándose llevar por el momento emulándome intentando desnudarme. La ayudé con el botón, ya que con sus manos era bastante complicado que atinase, pero tras unas palabras cargadas de picardía me agarró subiéndome hacia su rostro quedándome entre sus enormes pechos a la vez que me hacía suaves caricias.

Era una sensación completamente nueva. No sabía exactamente ni como definirla, pero nunca me había imaginado terminar arropado entre unos pechos. -Ni siquiera mis hijos creerán esta historia - pensé mientras bajaba para continuar por donde lo había dejado, pero no sin antes contestar a sus palabras mientras posaba uno de mis dedos por sus gruesos labios.

-Aún no hemos empezado "pequeña" - susurré mientras me colaba entre sus piernas ahora abiertas.

Quería disfrutar todo lo posible, ya que quizás mi idea para terminar haciéndolo la echaba para atrás, asique antes de estropearlo, comencé a besarle el interior del muslo izquierdo en dirección a su enorme coñito a la vez que con mi mano derecha arañaba suavemente su otra pierna en dirección contraria.

Una vez llegué hasta su rosado chochito me maravillé ante tan perfecta anatomía antes de comenzar a saborearlo. Sus labios exteriores eran gorditos y abiertos hacia fuera, podía ver el interior rosado ya humedecido por la excitación de la joven, pero lo más llamativo era lo grande que parecía su clítoris desde mi perspectiva. No pude evitarlo y antes de pensarlo me había humedecido los dedos en saliva y comencé a acariciarlo suavemente haciendo movimientos circulares. Aproveché la situación que se me presentaba y acerqué mi rostro para pasar suavemente mi lengua por la parte baja del clítoris mientras que con la mano comencé a aumentar el ritmo pero sin llegar a ser brusco. No es que subiese solamente la velocidad, sino que aumentaba también ligeramente la presión buscando el placer de la joven, tras unos instantes comencé a hacer lo mismo con la lengua relamiéndoselo entero. Por una vez era una ventaja la diferencia de tamaño pues no tenía que dejar de hacer una cosa para hacer la otra.

Según me ponía más cachondo y mi poya se ponía más y más dura comencé a introducir mi mano en su chochito húmedo. Sabía que introducir sólo un dedo u dos no valdría y por eso introduje la mano entera poco a poco. Nunca había tenido que recurrir a esta maniobra para masturbar a una chica y por eso comencé despacio esperando la reacción de la joven.

Cada roce de su piel hacía que se me erizase la mía, entre que sentía esta muy caliente, su roce con mis pechos, su boca y su lengua juguetonas me volvían loca. Aun no sabía como hacer para poder satisfacer su lujurioso cuerpo, puesto que siendo tan pequeño no sabía por donde empezar sin hacerle daño. Al sentir como su lengua empezaba a jugar, subía mi cadera para sentirle mejor, ponía la mano tapando mis ojos.

Pareciese que no quisiera ver nada, pero era mejor así, si no mi instinto me iba a volver ligeramente brusca por la excitación, y le acabaría lastimando. De mi garganta se empezaban a escapar gemidos, poco a poco mas intensos según sentía mas juguetona su lengua, su boca, y poco después, su brazo, me hizo un poco de gracia verle meter su brazo entero para que pudiese oírme gemir.

Sentía que el también estaba muy excitado, puesto que poco a poco lo notaba mas y mas sediento de mi, me pareció en varias ocasiones que gemía conmigo, o como mínimo le noté resoplar, creo que se estaba masturbando mientras el me hacía eso. Me esta volviendo loca.

-Dios mio, como sigas vas a hacer que termine, -dije seguido de un gemido, relativamente de orgasmo, aun no había terminado, pero era cierto que ya me tenía casi casi a punto. Solo me faltaba saber como haría el, por que así sin mas, meterme un brazo, dudo que sea suficiente para calmar la lujuria de sus ojos, que ahora que los miraba a punto de terminar, los veía mas brillantes y mas rojos que nunca. Parecía que el rojo se había transformado en rojo fuego, parecían las llamas del infierno.

Notaba como la semigigante se estremecía cada vez que me introducía un poco más en su interior. Sus ahogados gemidos eran musica celestial para mis sentidos. De momento parecía estar aguantando bastante bien, aunque sabía que poco más podía retrasar lo inevitable. Pronto tendría que transformarme delante de ella, pero aguanté unos instantes más mientras la escuchaba hablar entre jadeos.

- Aún estamos calentando - dije sonriendo mientras insistía con empeño con intención de que se corriera.

No sabía si conseguiría llevarla al clímax, pero yo cada vez estaba más excitado. El tacto húmedo de su interior junto a su sabor me tenían completamente empalmado, incluso me toqué un poco dejándome llevar por el momento. Era inevitable al ver aquella preciosidad profiriendo varios ruiditos mientras sus enormes tetas se balanceaban de un lado a otro.

-Ya no aguanto más - pensé ya sin importarme la reacción de Sarah.

Había llegado el momento clave de la situación y retiré mi brazo de las profundidades de la chica. Me relamí lascivamente los dedos deleitándome de todos aquellos maravillosos matices mientras la miraba intensamente. Agarré mis pantalones con la mano libre que tenía y cogí una bolsita que llevaba conmigo desde que le junté que aquel ser manco. Me puse en pie fuera del sofá observando atentamente a Sarah a la vez que me introducía una píldora de color rojo en la boca. Era una locura, pero no se me ocurría nada más y recurrí a una de mis transformaciones (Strong Point).

Noté como mi cuerpo cambiaba y crecía enormemente. Ahora las cosas ya no me parecían de un tamaño desmesurado y casi suelto una carcajada al verlo todo desde una nueva perspectiva.

Me quedé esperando la reacción de la joven, ya que en algunas parte de mi cuerpo me había salido pelaje, incluso mis orejas cambiaban, pero esperaba que no la importase. Seguía completamente erecto y ahora sí tenía un tamaño con la que pudiese satisfascerla.

-Aquí mi gran idea.

Strong Point:

Cuando le vi tomarse esa píldora por un momento pensé que era para cualquier cosa excepto para lo que estaba a punto de ver. Un chico, que para mi altura era pequeñito, empezó a crecer casi hasta mi altura, de delgado pasó a fornido, y de poco pelo, paso a peludo por la espalda, físicamente apenas cambió de forma, salvo por que tenía orejas de tejón, y en vez de uñas humanas, eran también de tejón.

-Y ahora digo yo, dos cosas, espero que no me metas las manos, si no me vas a filetear por dentro, -dije riéndome al ver esas uñas, -y segundo, ¿esto no se considera zoofilia?, -dije sonriendo mientras me acercaba a el, que ahora ya no tenía que agacharme..., bueno un poquito solo, aun le llevaba unos 40 centímetros.

Con la misma le quité el pantalón, por lo que vi debajo de el ya le empezaba a sobrar. -Bueno guapo, te toca, dije sentándole en el sofá, y sentándome yo sobre el, ambos desnudos comencé a rozarme contra su erección, besando su cuello, dando pequeños mordiscos, quería que gimoteara, que perdiera la cabeza, que no se pudiera contener.

Poco a poco según notaba que gemía mas, me rozaba mas con el, hasta un punto en que ya no pude más, y con el roce de mi clítoris con su erección, me acabé corriendo sobre el, con mis manos en sus hombros, clavando las uñas, mientras gemía echando mi cabeza para atrás, con los ojos cerrados. Una vez terminé la sinfonía de gemidos y orgasmos, me quedé apoyada en su frente, mirándole a los ojos, sonriendo, y estando así, me levanté un poco, y comencé a meterla dentro de mi.

Me quedé esperando pensativo por un segundo analizando las palabras de la chica. No sabía si estaba repudiando la idea de seguir hacia delante o simplemente se estaba riendo de mi. Cabían esas posibilidades y muchas más, pero no pude expresar ninguna de ellas puesto que la joven se abalanzó sobre mi empujándome hacia el sofá.

Parecía que la mejor opción por la que podía optar era por mantenerme callado y dejarme "querer" por el momento, saboreando cada caricia, beso u mordisco. La chica sabía jugar y un momento despejó de nuevo todas mis dudas. Agarré su prieto culo, intentando no clavarle las uñas, para acompasar sus movimientos para así notar su entrepierna contra la mía arrancándome un par de leves gemidos. La joven aumentó sus embestidas calentándose en cada movimiento, sentía que íbamos a arder de tanto contacto cuando Sarah soltó un largo gemido corriéndose sobre mi.

Nuestras miradas se cruzaron llenas de pasión mientras la semigiganta se acomoda para mi pene erecto penetrase hasta el fondo. La sensación que me embargó cuando sentí la humedad de su interior era indescifrable, tenía que refrenarme enormemente porque no quería hacerla daño. Nunca había usado una de mis transformaciones para algo así, pero aún así no pude quedarme quieto durante mucho rato tras menearse sobre mi durante un rato. Me estaba volviendo loco.

Aprovechando que tenía a la chica sujeta por el culo y con esta forma poseía una gran fuerza, me levanté manteniendo la penetración hasta llegar a una pared donde apoyé su espalda para que tuviese un lugar donde medio sujetarse mientras yo comenzaba a embestirla una y otra vez. Sentía un placer sin igual y se me escapaban varios gemido mientras hundía mi rostro en su cuello para besuquearlo.

Cuando me agarró del culo noté ligeramente sus uñas, pero no me molestó demasiado. Después de un rato moviéndome sobre el, entre gemidos, mordidas de labios, y miradas apasionadas, noté en su mirada un placer que no sabría decir. En algún momento le vi morderse los labios mientras gemía, al verle así me dio la sensación de que estaba enloqueciendo.

Pero no era nada con lo que estaba a punto de hacer, se levantó conmigo agarrada del culo, me abracé a su cuello, y según iba andando notaba como entraba y salia muy despacio de mi, al movernos, le gemía un poco al oído al notar eso. Finalmente sentí la fría pared en mi espalda, apoyándome contra ella, mientras el me tenía aún agarrada, me puso en la pared entre mi habitación y su habitación, sentí que empezaba a darme cada vez mas duro, sin poder guardarse esta vez los gemidos.

-¡AAAAH!, en esta posición me vuelvo loca, es mi favoritaaaa, -dije gimiendo, arañando sus hombros y su espalda, sintiéndole cada vez mas duro, con su boca en mi cuello mientras gemía, me volvía aun mas loca. Cada vez me daba embestidas mas fuertes, o eso pensaba yo. -Mmmm, como sigas así vas a hacer que termine otra vez, -le dije al oído, agarrando su cara, para acercarla a mi y besarle, mientras gemía mas alto que todos los gemidos anteriores, me tenía al borde sel orgasmo, y quería sentir su boca.

La semigiganta gemía cada vez más alto según la penetraba. El escucharla gritar sólo conseguía que me pusiese más cachondo y empujase más fuerte. Daba gracias a la fuerza extra que la "pastillita" me confería, porque si no me sería imposible mantenerla así en vilo.

Nada más escucharla que iba a correrse de nuevo realicé las penetraciones más profunda mientras enterraba mi cara entre sus pechos saboreando su piel. Aguanté hasta que la joven terminó de correrse manteniendo la penetración a fondo mientras sujetaba su peso.

Hundí mi rostro en su cuello para darle unos suaves besos hasta llegar a su oído para susurrarle suavemente.

-Me estás volviendo loco "pequeña", pero aún aguanto un asalto más - terminé en una especie de ronroneo mientras mordisqueaba su oreja antes de girarme con ella aún en brazos y sin sacarla hasta tumbarla en la cama sintiéndola.

Era una divinidad en un plano terrenal y estaba siendo para mí durante un rato. Sabía que poco más aguantaría sin correrme, pero era imposible no dejarse llevar con alguien así. Su mirada brillante unido a sus mejillas sonrojadas por el placer del sexo la conferían una belleza sin igual y me dispuse a seguir catándola.

Abrí sus piernas para poder encajar bien nuestros cuerpos y comencé de nuevo la danza carnal. Empecé despacio para que los descansásemos a la vez que cogíamos ritmo, pero una vez que la joven comenzó a gemir de nuevo mientras se estrujaba sus enormes pechos aumenté intensidad de nuevo. Nuestros cuerpos se compaginaban en perfecta sintonía y aproveché para llevarlo un poco más allá juntando sus piernas para apoyarlas en mi pecho y comenzar a empujar así. El placer aumentaba por segundos y tenía que concentrarme para no correrme, pero entonces entre jadeos Sarah comenzó a gritar que se iba a correr otra vez , aproveché la postura y me eché sobre ella con las piernas aún dobladas consiguiendo una penetración más profunda. Esa era mi postura favorita y pronto me correría si no controlaba los tiempos.

Empujé fuertemente sintiendo como el somier de la cama crujía bajo nuestro peso y empellones, pero estaba apunto de alcanzar el éxtasis y poco me importaba el mobiliario. Apreté varias veces más soltando un profundo gemido al mismo tiempo que la bella Sarah culminaba en un grito
bastante asombroso.

Una vez la chica se corrió otra vez noté que yo también estaba a punto, asique me apresuré a sacarla mientras recuperaba un poco el aliento. Sarah se quedó tendida respirando fuertemente consiguiendo una escena de lo más morbosa. Quería más.

Bajé un poco para fijarme en lo mojada que estaba la joven y le di un par de lametones para que su sabor no se escapara de mi paladar. Quería comprobar si la chica quería más, aunque no sabía cuanto más podría aguantar. Tenía el pene tan completamente duro que pensé que no se me bajaría en un mes, pero una vez noté que Sarah comenzaba a revolverse en las sábanas gracias a mis lametones, me levanté mientras la agarraba por la cadera para darla la vuelta y ponerla a cuatro patas.

La imagen de su culo puesto así era digno de cualquier pintura del artista más ilustre y ahora era todo para mí. Agarré sus dos nalgas fuertemente haciendo fuerza hacia fuera dejando más visible su lindo y húmedo chochito. Era una pasada y no pude evitar seguir comiéndoselo, cada vez chupé y absorbí más fuerte buscando que la joven pidiese que la volviese a penetrar.

Al empezar a comerme ahí abajo comencé a estremecerme, llegando a morder la almohada de mi cama, a rascar las sabanas de mi cama, y a gemir como una loca. Desde luego pretende enloquecerme, he terminado como unas 3 veces, y todavía quiere que termine mas.

-Dios Zack, métemela de una vez, no puedo mas, -dije agarrando las sabanas con mis manos, apretándolas. Poco después noté que seguía agarrándome del culo, pero esta vez comenzaba a notar la punta de su miembro rozando mi entrada, y dando pequeños toques con la punta en mi clítoris, cosa que me hacía gemir, y humedecerme.

Poco a poco notaba como iba entrando en mi otra vez, lo escuchaba gimotear, agarrando con una de sus manos mi culo, y con la otra su erección. Solo me limité a dejarme caer sobre la cama, notando su enorme pene dentro de mi, haciendo gemir de nuevo, haciendo que el gimiese también.

-Mmmmm, me encanta, -dije mientras me apoyaba con los antebrazos en la cama, mirando para atrás a sus rojos y brillantes ojos, de hecho, están mas rojos y brillantes que nunca. Lo veía con la cabeza echada para atrás mientras me embestía, haciendo que llegase hasta el fondo. Con los ojos cerrados, y mordiéndose los labios, mientras volvía a bajar la mirada, me encontraba a mi mirándole con los labios mordidos, y gimiendo ambos como descosidos.

Sarah siguió dejándose hacer a pesar de que había asegurado entre jadeos varias veces que ya no podía más, pero tras unos instantes más de caricias y juegos no tardó en pedir que volviese a penetrarla.

Nuestras miradas se cruzaban una y otra vez con un fuego especial que hacía que nuestros cuerpos se acoplasen igual que cuando juntas dos llamas. Encajando uno en el otro a la perfección mientras de nuestras bocas brotaban gemidos de placer incesantes. Habíamos entrado en un frenesí de placer del cual los dos nos estábamos nutriendo. Por mi parte hubiese seguido así durante mucha más tiempo, quizás hasta consumirme si pudiese, pero ya notaba como estaba a punto de descargar todo lo que llevaba dentro de mí, aunque debía aguantar un poco más. Me había propuesto darle una noche que recordar.

Tras unos instantes más manteniendo esa postura decidí culminar con una diferente, nunca pecaba de soso y hoy no iba a ser el día, asique volviéndola a mover de posición tras sacársela unos instantes, coloqué a Sarah de costado y tras levantarle una pierna por donde busqué hueco para acoplarme de nuevo a ella. El calor y la humedad de sus partes íntimas se estaba transformando ya en algo casi adictivo.

-¡Madre mía pequeña! Estoy apuntito - grité entre gemidos aguantando por no correrme.

Al notar al borde a Zack, hice que me sacase de encima, aun no quería que terminase la fiesta. Me levanté y le acosté debajo de mí. Empecé a rozarme con el, como hice al principio, poniéndole mis pechos en la cara. sin dejarle hacer empecé a besarle el cuello, mientras acariciaba su costado, dándole de vez en cuando unos mordiscos en el cuello, y en la oreja.

-Haré que recuerdes esta noche como la mejor de tu vida -le dije mientras tenía mordido su lóbulo, sin hacerle daño, empecé a meterme de nuevo su enorme erección, puesto que aun se había endurecido aún más, parecía una roca.

Según iba entrando más a fondo, más me empezaba a mover yo, mientras mordía de su oreja, a su cuello, y de su cuello a sus labios, y de los mismos a su lengua, mordisqueaba todo lo que pudiera hacerle gemir. Aunque no me duró mucho, ya que una vez metida del todo me erguí sobre el, con sus manos en mi cintura, agarrándome, y yo con mi cabeza echada para atrás... otro orgasmo escuchaban sus oídos.

La joven demostró una actitud que me gustó. No dudaba en "luchar" conmigo por ver quien dirigía aquel frenesí de jadeos, gemidos y fluidos, y ahora justamente me tenía debajo de ella apretando sus fuertes caderas contra mí. Desde luego el día estaba siendo todo lo prometedor que esperaba, pero ya notaba que había algo que escapaba de mi control a pesar de que yo lo alargaría por varias horas más.

Cierto era que esa posición siempre hacía que me entrasen ganas de correrme antes, aunque no solo era ese mi problema. Llevaba demasiado tiempo transformado y notaba como iba perdiendo algo de fuerzas a la vez que notaba que perdía el control sobre la transformación. Debía apresurarme a culminar, asique tras hacer un último esfuerzo conseguí intercambiar nuestras posiciones para volver al clásico misionero.
Cuando me corriese quería ver aquella preciosa cara que se encontraba ruborizada por el calor del sexo, sabía que este recuerdo perduraría para siempre en mi mente y me ayudaría en mis noches más frías.

Acoplé una vez más mi cuerpo al suyo penetrándola hasta el fondo mientras abría bien sus piernas y comencé a darle embestidas cada vez más fuertes arrancando varios gemidos por las dos partes. Me mantuve así durante un tiempo, hasta que noté que ya todo se escapaba de mi control, asique dando los últimos empujones impregnando todas mis ganas y deseos mientras apretaba sus enormes tetas, que tan loco me volvían y había deseado ver desde el primer momento, terminé corriéndome mientras soltaba un largo gemido de placer que inundó la habitación.

Me quedé tan relajado cuando todo aquel esperma que llevaba reteniendo salió, que acto seguido volví a mi forma humana mientras me dejaba caer de espaldas sobre la cama empapado de sudor y con la respiración entrecortada.

¡Madre mía pequeña! Ha sido el polvo de mi vida - musité una vez que algo de oxígeno volvió a mis pulmones.